Introducción
La pelvis es lugar común de tumores primarios malignos, suponiendo entre 5-15% de todos los tumores óseos primarios malignos. Etiológicamente, el de mayor incidencia es el condrosarcoma, seguido del sarcoma de Ewing y del osteosarcoma.1,2
Las características del hueso ilíaco (gran volumen, gran capacidad de extensión, cercanía a vísceras abdominales), el diagnóstico tardío y la complejidad de las técnicas de resección y reconstrucción empeoran el pronóstico de estas lesiones. Además, la zona periacetabular supone una región de importante merma en la capacidad funcional de estos pacientes.
La evolución de las técnicas de diagnóstico por imagen, los tratamientos quimioterapéuticos neoadyuvantes y las nuevas técnicas quirúrgicas han permitido el abandono de la hemipelvectomía externa como cirugía radical. Para el cirujano, la resección amplia junto con la reconstrucción representa un desafío quirúrgico, máxime si se encuentra afectada la zona periacetabular.3,4,5
Con el tiempo, ha ido apareciendo una gran variedad de opciones quirúrgicas de reconstrucción: artrodesis iliofemoral o isquiofemoral, autoinjerto femoral y prótesis,6 aloinjerto masivo estructural con o sin prótesis,7 prótesis a la medida,8 prótesis de anclaje ilíaco;9 ninguna de ellas está exenta de complicaciones.10,11
El objetivo de este estudio es describir nuestra experiencia en el transcurso de 10 años en el tratamiento de estas lesiones.
Material y métodos
Se ha realizado un estudio observacional retrospectivo de aquellos individuos intervenidos en nuestro centro entre 2002 y 2012 de un tumor primario maligno de localización pélvica. Durante este período, 15 sujetos fueron diagnosticados de lesiones tumorales primarias malignas en diferentes localizaciones del anillo pelviano. De ellos, siete han correspondido a un área de afectación periacetabular o zona II de Enneking.12
En cuanto a la etiología tumoral identificada mediante estudio anatomopatológico de la muestra biopsiada y corroborada con la pieza de resección, dos personas fueron diagnosticadas de osteosarcoma y cinco de condrosarcoma, una de ellas del subtipo mesenquimal y otra en el contexto de una degeneración maligna de una exostosis hereditaria múltiple (caso 3). Todas ellas tuvieron un diagnóstico de presunción a través de pruebas de imagen (RX, TC y RMN) y corroborado antes de la cirugía por el estudio anatomopatológico de la muestra biopsiada. Los pacientes fueron intervenidos por el mismo equipo quirúrgico. Todas las cirugías se llevaron a cabo con anestesia general, realizando un abordaje a través de una vía principal ilioinguinal asociada con un abordaje anterolateral de la cadera tipo Watson-Jones.13,14
Los datos clínicos del total de la serie se resumen en la Tabla 1.
Los tres individuos que han recibido tratamiento adyuvante y coadyuvante quimioterapéutico corresponden a los dos osteosarcomas y el caso de condrosarcoma variante mesenquimal.
En el momento actual, cuatro sujetos se encuentran en seguimiento y tres fallecieron por complicaciones y extensión de la enfermedad.
En las siete personas se realizó una exéresis amplia con bordes libres intraoperatorios asociada con una reconstrucción con aloinjerto, artroplastía o ambas técnicas.
• Exéresis amplia + reconstrucción con aloinjerto estructural: tres casos (Figura 1).
En dos de estos pacientes se produjeron luxaciones de la cabeza femoral nativa sobre el aloinjerto, uno de ellos a los cuatro días de la intervención y otro a los 20 meses. El primero sufrió varios episodios de luxación hasta su fallecimiento a los 25 meses de la cirugía por extensión de la enfermedad. El otro individuo permaneció sin sintomatología hasta ocho años postreconstrucción con aloinjerto; requirió un primer rescate con una artroplastía total de cadera y, posteriormente, un nuevo rescate por aflojamiento de la misma con una prótesis de anclaje ilíaco tipo silla de montar.
• Exéresis amplia + artroplastía de anclaje ilíaco: dos casos (Figura 2).
En ambas personas se optó por una prótesis de anclaje ilíaco como opción inicial. Las dos evolucionaron de manera satisfactoria de su recuperación funcional hasta los siete meses de la intervención, donde una de ellas sufrió una diseminación hematógena tardía (cocos Gram +) y un absceso iliorrectal tratado mediante antibioticoterapia y cirugía del absceso.
• Exéresis amplia + reconstrucción con aloinjerto estructural + artroplastía: dos casos.
Ambos sujetos evolucionaron en un principio de forma satisfactoria. A los 19 meses, uno de ellos sufrió una infección protésica que requirió su retiro. Evolucionó mal médicamente con extensión metastásica tumoral que no pudo ser reintervenida para su rescate protésico. El otro paciente sufrió una desestructuración del aloinjerto y desanclaje protésico nueve años tras la cirugía de exéresis, por lo que requirió una reintervención para implantar una prótesis de anclaje ilíaco (tipo "Stanmore en cono de helado").
Recuperación funcional
Todos los individuos requirieron de rehabilitación para la marcha. En el momento actual, de los cuatro sujetos en seguimiento, el que presenta menos de dos años de evolución requiere el uso de dos muletas y los otros tres deambulan sin ayudas externas.
Las personas intervenidas con las prótesis de anclaje ilíaco presentan mayor dismetría que aquéllas con las prótesis convencionales, con una media de 6 cm de discrepancia entre miembro afectado-miembro sano.
Se realizó la evaluación funcional de los pacientes mediante la escala de Enneking (MSTS)15 a los seis meses de la intervención. Se repitió la escala seis meses después de la cirugía de rescate, si la hubo (Tabla 2).
Discusión
Tradicionalmente, las lesiones de etiología tumoral que asentaban sobre los huesos de la pelvis estaban abocadas a un tratamiento quirúrgico radical con hemipelvectomía externa, con una alta tasa de complicaciones y supervivencia limitada.3,16,17
Se sabe que el principal factor pronóstico de supervivencia tras la cirugía es la realización de una exéresis amplia con bordes de resección libres;18 la zona periacetabular supone un reto quirúrgico no sólo por la resección tumoral, sino por la reconstrucción del anillo que requiere. Gracias al desarrollo de nuevas técnicas quirúrgicas y a la aparición de equipos multidisciplinarios surgieron estudios donde se propusieron cirugías preservadoras del miembro y reconstrucciones pélvicas complejas.4,12,19,20
La afectación de la zona acetabular es el principal reto para la cirugía reconstructiva. Las técnicas de resección han evolucionado con el tiempo, de forma primordial gracias a las técnicas neoadyuvantes, como la quimioterapia y la radioterapia, que han permitido reducir la masa tumoral, delimitándola y facilitando su resección. En la actualidad, la gran evolución para exéresis es el uso de los navegadores quirúrgicos,21,22,23,24 que permiten, tras una planificación con modelos tridimensionales, calcular y definir in situ los cortes óseos. Ello reduce la resección de tejido óseo sano y aumenta la seguridad de la obtención de márgenes libres. Sin embargo, es una tecnología costosa y no disponible en la mayoría de los centros.
Tras la exéresis de esta región hay que tomar la decisión de cómo realizar la reconstrucción para preservar el anillo pélvico en cuanto a la cantidad de hueso sano y a la posibilidad de realizar la artroplastía.
En un principio, se pensó en preservar la cabeza autóctona sobre un acetábulo del aloinjerto estructural. Esta técnica presentó alta tasa de fracaso y luxaciones recidivantes, como sucedió en dos individuos de nuestra serie.
A la alta tasa de complicaciones por la falta de consolidación25 y las infecciones derivadas del uso de aloinjertos estructurales,26,27 se une la dificultad de mantener una buena congruencia articular entre un cotilo donante y la propia cabeza autóloga. Todo ello ha propiciado el abandono de dicha técnica.
El uso de artroplastías, asociadas o no al uso de aloinjerto,28 parece ser la opción que mejores resultados ha ofrecido, pues permite preservar la función, aunque hay que tener en cuenta la alta tasa de aflojamiento, infecciones y recambios que conlleva.
Los dos sujetos en quienes se optó por realizar una artroplastía sobre aloinjerto tras la exéresis amplia tuvieron que ser reintervenidos. Ambos presentaron signos de aflojamiento radiográfico que se corroboraron intraoperatoriamente. Uno de ellos pudo ser rescatado de inicio con anillos de reconstrucción, pero al final precisó de una prótesis de anclaje ilíaco. El otro caso requirió retirada protésica por infección.
Por todas estas complicaciones, hay estudios que proponen la exéresis amplia sin reconstrucción, dejando la cabeza femoral bajo el remanente ilíaco para que se forme una neoarticulación.29,30 Según algunos autores, los resultados funcionales obtenidos son buenos con las ventajas de ser una técnica más sencilla, con menores requerimientos logísticos, baja tasa de infección al no implantar injertos ni materiales de fijación, pero con la desventaja de una gran dismetría. Otros, en cambio, encuentran resultados más pobres, sobre todo en cuanto a mecánica de la marcha.3
El uso de las prótesis de anclaje ilíaco tipo "silla de montar" ofrece buenos resultados funcionales y biomecánicos, con una dismetría mayor a la de una artroplastía convencional, pero menor a si no se realiza reconstrucción.31,32 Sólo requiere de una preservación ósea ilíaca para su anclaje, sin necesidad de reconstruir la zona acetabular; en los casos sin excesiva afectación ósea puede no ser necesario el uso de aloinjertos y disminuirse el riesgo de infección que conllevan.
Los nuevos modelos de anclaje ilíaco "en cucurucho de helado",33 como la prótesis Coned, solventan el problema de desgaste y movilidad de los componentes de la prótesis "silla de montar", ofreciendo resultados prometedores tanto en su uso inicial como de rescate a artroplastías previas. En nuestra serie, las dos personas donde se optó por implantarlas tras la exéresis tumoral no requirieron el uso de aloinjerto y -a pesar de que una de ellas sufrió una infección hematógena que, junto con la extensión metastásica, condujo a su fallecimiento años después- ambas obtuvieron unos resultados radiográficos y funcionales muy buenos a los seis meses de la cirugía. En los dos sujetos donde se emplearon como rescate a artroplastías fallidas con gran pérdida ósea, permitieron la preservación de la función sin necesidad de una artrodesis iliofemoral o isquiofemoral. A pesar de los buenos resultados obtenidos, la técnica no está exenta de complicaciones como luxaciones de los componentes rotatorios de las mismas, desimplantaciones por lisis provocada en la zona del anclaje, la posibilidad de infecciones, sin olvidar la mayor dismetría del paciente en los miembros pélvicos.
Conclusiones
Ninguna técnica se halla exenta de complicaciones, por lo que se deben individualizar los casos con base en la extensión tumoral y etiología de la misma. El uso de artroplastías asociadas o no al uso de aloinjertos parece ofrecer los mejores resultados, a pesar de la alta tasa de aflojamiento y recambios que conlleva. Las prótesis de anclaje ilíaco permiten un anclaje y una estabilidad primaria mayor, pudiendo evitar el uso de aloinjertos estructurales y las complicaciones que asocia (aflojamiento protésico, no-unión a hueso nativo, infección).