Introducción
Si bien México no figura entre los primeros diez lugares del ranking mundial tabacalero3, su importancia económica, social y cultural como actividad agrícola ha estado ligada a los rendimientos y beneficios que genera a las poblaciones rurales donde se desarrolla su producción. A principios del siglo XX con la emergencia del Convenio Marco para el Control del Tabaco (CMCT) firmado y ratificado en 2005 y tras una drástica disminución del cultivo, se pronosticaba la desaparición de la actividad tabacalera en Nayarit como inminente (Díaz y Salinas, 2002; entre otros). No obstante, la realidad tabacalera en Nayarit, México, ha demostrado lo contrario en términos socio productivos y económicos.
Tanto el CMCT como la Ley General para el Control del Tabaco (LGCT), colocaron la actividad en un estado de permanente supervisión y revisión de las dinámicas y acciones que realizan las tabacaleras (y otros socios y agentes económicos y gubernamentales) que aún mantienen el control de la producción.
Así, a lo largo de las últimas dos décadas (2000-2020), Nayarit concentra más del 80% de los rendimientos productivos nacionales del tabaco. Tan solo en el ciclo 2020-2021 en esta entidad se plantaron 5,973 hectáreas equivalentes al 83% del total nacional, lo que significó una producción superior a las 16,000 toneladas que ascendieron al 90.56% también del total nacional; lo que generó a su vez una derrama económica superior a los $614 millones de pesos que representaron el 87% del valor total de la producción nacional (Tabla 1).
Entidad | Superficie plantada (hectáreas) | Producción (toneladas) | Rendimiento (ton/ha) | PMR ($) | Valor de la producción ($) | |||
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Total | % | Total | % | Total | % | |||
Chiapas | 174.38 | 2.42 | 354.54 | 1.99 | 2.03 | 19,734.74 | 6,996,754.72 | 0.99 |
Guerrero | 35.38 | 0.49 | 42.32 | 0.24 | 1.20 | 36,202.68 | 1,532,097.42 | 0.22 |
Nayarit | 5,973.00 | 83.02 | 16,140.17 | 90.56 | 2.70 | 38,044.38 | 614,042,760.74 | 87.22 |
Tabasco | 2.00 | 0.03 | 1.66 | 0.01 | 0.83 | 31,200.00 | 51,792.00 | 0.01 |
Veracruz | 1,010.00 | 14.04 | 1,284.84 | 7.21 | 1.27 | 63,364.24 | 81,412,910.12 | 11.56 |
Total | 7,194.76 | 100.00 | 17,823.53 | 100.00 | 2.48 | 39,500.38 | 704,036,315.00 | 100.00 |
Fuente: elaboración propia con datos de SIAP (2023).
Para Nayarit, México, la producción tabacalera constituye una actividad secular y socioculturalmente enraizada que se ha venido desarrollando principalmente por familias campesinas (Madera, 2009). Sin embargo, al menos desde 1927, con carácter agroindustrial como en otras naciones, empresas transnacionales construyeron en México un Sistema Integrado de Producción de Tabaco (SIPT) que hoy en día se ha consolidado, controlando las diferentes etapas comprendidas desde la producción, procesamiento, distribución y comercio.
El actual SIPT nayarita viene operando desde 1990 en un contexto posterior a la privatización de la paraestatal Tabacos Mexicanos S.A. de C.V (Tabamex)4, donde el Estado favoreció el regreso de las empresas transnacionales al comando de la producción. Los años siguientes fueron de reajustes y reacomodos productivos generados por la relocalización de regiones, actividades y productores entre las empresas La Moderna (filial de British American Tobacco-BAT), Tabacos Desvenados S.A. - TADESA (filial de Philip Morris), Tabacos del Pacífico Norte - TPN (filial de Universal Leaf) y Dimon de México. Serían éstas quienes desde inicios de la década de 2000’s financian e impulsan la producción tabacalera en Nayarit, con rendimientos más o menos estables, al menos en las dos últimas décadas del siglo XXI. No obstante, como se puede apreciar en lo resaltado de la Tabla 2, los cambios más abruptos generados por el CMCT se ubican después del período comprendido entre 2004-2005, pues aún cuando años antes ya había intermitencias en la producción, la debacle de los rendimientos productivos se presenta posterior a la firma y ratificación del Convenio. De algún modo, esta fue la primera señal de alarma para que las empresas tabacaleras comenzaran a implementar estrategias para asegurar su producción.
Criterios productivos | ||||||
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Ciclo productivo | Superficie plantada (Ha) | Superficie cosechada (Ha) | Producción (ton) | Rendimiento (ton/ha) | Precio Medio Rural ($/ton) | Valor producción (miles de pesos) |
2000 | 18,719.00 | 18,489.00 | 38,194.00 | 2.07 | 11,873.68 | 453,503.33 |
2001 | 15,979.50 | 15,968.50 | 34,418.25 | 2.16 | 16,151.30 | 555,899.48 |
2002 | 9,383.25 | 9,329.25 | 17,673.35 | 1.89 | 16,152.75 | 285,473.20 |
2003 | 10,168.25 | 10,036.25 | 19,054.00 | 1.90 | 17,311.67 | 329,856.56 |
2004 | 9,711.25 | 9,533.00 | 18,387.50 | 1.93 | 16,213.18 | 298,119.85 |
2005 | 6,784.00 | 6,784.00 | 12,779.30 | 1.88 | 16,902.39 | 216,000.71 |
2006 | 7,740.50 | 7,688.50 | 16,402.71 | 2.13 | 17,212.18 | 282,326.40 |
2007 | 5,035.35 | 5,035.35 | 10,099.73 | 2.01 | 17,917.84 | 180,965.35 |
2008 | 4,323.00 | 4,323.00 | 8,971.50 | 2.08 | 20,652.62 | 185,284.98 |
2009 | 3,065.50 | 3,065.50 | 6,152.51 | 2.01 | 20,215.44 | 124,375.70 |
2010 | 3,097.00 | 2,906.00 | 5,689.77 | 1.96 | 19,681.99 | 111,986.00 |
2011 | 3,187.00 | 3,187.00 | 7,954.98 | 2.50 | 27,680.11 | 220,194.72 |
2012 | 5,688.20 | 5,688.20 | 13,559.59 | 2.38 | 19,778.80 | 268,192.42 |
2013 | 6,121.97 | 6,121.97 | 13,439.45 | 2.20 | 27,369.66 | 367,833.18 |
2014 | 6,773.44 | 6,076.94 | 13,436.51 | 2.21 | 30,516.34 | 410,033.11 |
2015 | 6,410.80 | 5,314.96 | 11,355.37 | 2.14 | 30,085.55 | 341,632.55 |
2016 | 5,930.00 | 5,787.50 | 14,081.75 | 2.43 | 30,923.53 | 435,457.42 |
2017 | 6,287.00 | 6,287.00 | 15,441.19 | 2.46 | 31,240.38 | 482,388.64 |
2018 | 5,410.00 | 5,410.00 | 13,470.33 | 2.49 | 37,070.34 | 499,349.71 |
2019 | 5,508.75 | 5,508.75 | 14,939.37 | 2.71 | 37,713.52 | 563,416.23 |
2020 | 5,740.00 | 5,740.00 | 12,708.92 | 2.21 | 36,595.90 | 465,094.37 |
2021 | 5,973.00 | 5,973.00 | 16,140.17 | 2.70 | 38,044.38 | 614,042.76 |
2022 | 4,990.00 | 4,980.00 | 13,312.36 | 2.67 | 37,889.85 | 504,403.32 |
Fuente: elaboración propia con datos de SIAP (2023). https://nube.siap.gob.mx/cierreagricola/
Mientras tanto, en cuanto a los y las campesinas productoras también hubo una reducción. Quienes todavía continúan participando de la actividad, a pesar de no tener registros oficiales, la organización de productores ha documentado informalmente que en promedio son tres mil las familias que sostienen la producción estatal a lo largo del siglo XXI. Aun cuando convencionalmente se reconoce solo la figura del productor varón, vale señalar que en esta actividad participan todos los integrantes de la familia campesina, quienes mediante una distribución del trabajo por sexo y edad se ven involucrados en el desarrollo productivo de la misma. Cabe destacar que ese número de grupos familiares se ha mantenido estable puesto que las empresas que todavía permanecen en la actividad conservan su cartera de productores para continuar trabajando con ellos.
La producción tabacalera nayarita no ha estado exenta de críticas y señalamientos pues para algunos ex-tabacaleros, productores agropecuarios locales, agentes agroempresariales e integrantes del área de la salud, el tabaco es considerando como una actividad que ha dejado de ser rentable en términos económicos y donde las familias que aún continúan en ella lo hacen apenas debido a la obtención de la seguridad social y una pensión para el retiro. Asimismo, se le piensa como un monocultivo que condiciona la sustentabilidad rural en sus dimensiones agronómica, ambiental y sociocultural.
El CMCT y posteriormente, la LGCT, vienen a seguir cuestionando y resaltando problemáticas generadas en torno al tabaco en Nayarit. Es decir, ahí estaban, pero no se visibilizaban; o el SIPT las ocultaba o negaba. Uno de estos fenómenos era el trabajo infantil y las condiciones de vida de la población jornalera local y de las familias indígenas migrantes, pues aun cuando diferentes investigaciones ya habían documentado la problemática, poco se había hecho al respecto. A estos grupos históricamente se les ha identificado como el eslabón más débil y desfavorecido pese a que su participación ha sido cada vez más importante para el desarrollo productivo del cultivo.
El CMCT contribuyó (no sólo en México, sino mundialmente) en la visibilización de este y otros problemas (medioambientales, de salud, etc.), pero además favoreció el desarrollo de una conciencia crítica hacia la insustentabilidad capitalista de las empresas tabacaleras. O sea, el CMCT reconoció y mostró la presencia de ciertos procesos y alianzas gubernamentales y empresariales que a modo de territorios a la carta (Madera & De Dios, 2021) reproducían y daban continuidad a la desapropiación y despojo basados en la mercantilización de la naturaleza y de las vidas humanas. Así, la filtración de unas fotografías sobre las condiciones inhumanas de familias jornaleras indígenas del tabaco en Nayarit y su posterior publicación en un reportaje del New York Times (2016), generaron una repercusión mundial que condicionó a las empresas tabacaleras a la adopción de nuevas acciones.
La publicación del reportaje citado no necesariamente fue el inicio de la RSE, sino una incipiente preocupación hacia el desarrollo de nuevas estrategias como parte de un nuevo discurso por parte de las compañías del tabaco en Nayarit, México, y posiblemente en otras partes del mundo. En este sentido, nos planteamos como interrogantes de este artículo dar cuenta de ¿Cuáles acciones y estrategias han adoptado las empresas en torno a la RSE? ¿Cómo y/o de qué manera la RSE le ha permitido al SIPT nayarita la continuidad de sus negocios, el aseguramiento de las ganancias y la externalización de los costos hacia las familias productoras?
1. Los jornaleros locales y las familias indígenas migrantes del tabaco en Nayarit
La producción de tabaco en Nayarit no podría entenderse sin la participación de las familias campesinas productoras, quienes generación tras generación han permitido que esta actividad se haya enraizado de forma material y sociocultural. No obstante, para el desarrollo productivo de sus diferentes etapas y la cosecha de las hojas ha sido indispensable también la participación de jornaleros locales y de familias indígenas migrantes.
Los jornaleros locales o mestizos son generalmente campesinos, quienes en algunos casos no poseen tierra, pero otros si y también son tabaqueros. Ellos, históricamente han vendido su fuerza de trabajo para emplearse por temporadas en diferentes labores preparatorias que van desde fertilizaciones, aplicación de plaguicidas, limpieza de maleza y en menor medida en la cosecha de la hoja. Como la mayoría reside en las propias comunidades de la zona tabacalera, su ocupación como jornaleros no implica ningún tipo de desplazamiento ni necesidad de una nueva vivienda.
Los jornaleros indígenas migrantes, por su parte, provienen principalmente de las zonas serranas del estado de Nayarit, Jalisco, Durango y Zacatecas; desde donde se trasladan tanto en grupos familiares como de manera individual. Su contratación se realiza para la fase final de cosecha: corte y ensarte de la hoja de tabaco, sobre todo, entre los meses de febrero a mayo; aunque también hay quienes llegan antes y se ocupan en otras actividades preparatorias. La contratación se realiza de manera informal a partir de acuerdos verbales entre el productor y el jefe de la familia indígena. Estas negociaciones se realizan ya sea en la ciudad de Ruiz, Nayarit que es el lugar a donde llegan los medios de transporte más próximos entre la sierra y las regiones tabacaleras; mientras que la otra es en Santiago Ixcuintla (o a veces otros municipios) a donde los indígenas llegan por tener contactos y relaciones de amistad debido a experiencias previas (como en el siguiente fragmento de entrevista):
Ellos [familia indígena] ya tienen nuestro número de teléfono y cuando se está llegando el corte [de tabaco] nos llaman para saber si plantamos y si vamos a necesitarlos. Ya entonces nosotros les decimos más o menos cuándo se vengan; o si se quieren venir antes y nosotros no hemos empezado pos pa que se vayan con otro productor (Entrevista Productor PD).
Los productores van en busca de ellos, negocian y acuerdan precios a ser pagados por su trabajo, para después trasladarlos a las comunidades y campos del cultivo. Una vez que “arriban a los campos tabacaleros, viven en las plantaciones, cocinan sus alimentos al ras del piso y, con frecuencia, beben agua proveniente de canales de riego, arroyos y pozos, con lo que la exposición ambiental a los plaguicidas aumenta” (Díaz y Salinas, 2002, pp. 8-9). Aunado a lo anterior, los jornaleros indígenas migrantes duermen sobre la tierra en los campos de cultivo donde no hay condiciones de seguridad ni de higiene básicas. La penosidad en torno a las condiciones de vida de las familias indígenas se asocia con la actividad que históricamente han venido realizando conocida como ensarte5, estando al resguardo de la sombra de árboles o bien de una estructura de palos de madera y palma a la que se denomina “ramada”.
Frente a lo antes descrito, es posible observar que durante décadas la producción de tabaco en Nayarit, en la práctica, se desarrolló con una total ausencia de regulaciones y controles (Díaz y Salinas, 2002). Las normatividades existentes en el papel, en materia ambiental, social y laboral no existieron ni se pensaron para la protección de los jornaleros locales e indígenas quienes han tenido que participar de la actividad en condiciones la mayoría de las veces deplorables. Por lo tanto, en la época más reciente (2005 a la fecha) con el advenimiento del CMCT, las críticas y exigencias se orientaron hacia las empresas transnacionales y las instancias gubernamentales para que se comprometieran y llevaran a cabo modificaciones realmente significativas. No obstante, la realidad parece demostrar la existencia de acciones mínimas, cuando no superficiales y a veces controvertidas, pues aun cuando hay ciertas intenciones e institucionalidades que se orientan por la atención del problema, las verdaderas causas solo se enmascaran u ocultan.
2. “Desarrollo” y “Responsabilidad social”, la cara bonita de la acumulación por despojo
La RSE no puede ser vista solo desde una arista, homogénea. Por sus condiciones, cada caso constituye sólo una aproximación. Predominan en su estudio enfoques que privilegian lo administrativo/ empresarial para quienes constituye “potencial para el desarrollo común… [capaz de] sistematizar y visibilizar las buenas prácticas empresariales” (Picard & Cuevas, 2012, p. 67). Sin embargo, en su ruta, el despojo -entre ellos el territorial, pero también el simbólico e identitario, así como el económico- forma parte del signo con que el capital sostiene su ruta de acumulación (Espinosa, 2019, p. 11); despojos donde cada vez son menos necesarias las violencias, para ello, sostenemos, resultan de gran valía las recientes narrativas armónicas de la RSE.
En territorios del estado de Nayarit, México, el tabaco ha estado presente en los sistemas socioculturales y agroalimentarios desde al menos hace 100 años. Con una personalidad y carácter prehispánico, su cultivo se asociaba a una diversidad de formas y modos de vida ancladas a un reconocimiento simbólico y cosmogónico indígena (Madera, 2009). Sin embargo, durante el siglo XXI, el tabaco (como planta, pero también como cultivo y actividad) se ha caracterizado por el predominio de sus usos “comerciales”; no es el único de los cultivos/actividades que han sufrido un revés similar en el estado de Nayarit, México, pues la promoción del Estado hacia un tipo de producción agropecuaria vinculada a cadenas globales de exportación ha permitido la llegada de agentes empresariales a territorios históricamente vinculados con la producción campesina de alimentos. Lo que Azamar y Rodríguez (2021) denominan un “modelo productivo de extracción, consumo y especulación” en que:
Las formas agresivas de acumulación desarrolladas al menos durante las últimas dos décadas han privilegiado a las grandes empresas y corporativos cuyo objetivo central es la obtención de ganancia a través de actividades extractivas, megaproyectos, despojo de bienes naturales y la privatización de servicios públicos (Azamar & Rodríguez, 2021, p. 10)
El capitalismo contemporáneo es un capitalismo de despojo permanente (Bartra, 2014) y, en este sentido, plantea el autor, resulta fundamental no perder de vista las especificidades históricas de dicho despojo. En términos de Harvey (2005), “la incapacidad de acumular a través de la reproducción ampliada sobre una base sustentable ha sido acompañada por crecientes intentos de acumular mediante la desposesión” (p. 100).
Así, durante el último siglo la apropiación del tabaco (en su carácter mercantil) se caracteriza por la imposición de una lógica de acumulación extractivista y de despojo a través de la agricultura por contrato (AC) que, al menos ha tenido tres grandes momentos históricos: antes de Tabamex, durante Tabamex y posterior a su desaparición a finales de los años noventa (Madera, 2003). Es decir, cambió el período, cambió el origen del capital, las empresas cigarreras son otras, cambiaron incluso las intervenciones gubernamentales, pero, antes, durante y después en/desde los campos tabacaleros nayaritas se sigue viviendo lo que Azamar y Olivera (2021, p. 78) denominan “despojo como un mecanismo para asegurar la reproducción del capital” o, en términos de Rodríguez (2017) una serie de procesos de despojo para la acumulación.
Bajo el disfraz de un supuesto “desarrollo”, las empresas cigarreras han contado con condiciones, por acción u omisión del Estado, quien les ha permitido que vayan reconfigurando las condiciones de acumulación y despojo de maneras no violentas a simple vista. Por ejemplo, la llegada de Monsanto a Nayarit en 2008 se dio de la mano del gobierno del estado, quien a partir de los medios de comunicación y recursos oficiales anunció su establecimiento en algunas comunidades tabacaleras y maiceras. Otro ejemplo reciente es el de la política de control del tabaco instrumentada en 2004 para el caso de Nayarit, pues con una narrativa institucional que alentaba la reconversión hacia la producción de granos básicos –maíz, entre ellos- en aras de una supuesta seguridad y soberanía alimentaria, pero que, en términos prácticos, en vez de ser una ventana de oportunidad para familias campesinas, terminó por convertirse en una ventaja para la producción agroindustrial y el monocultivo del maíz (el objetivo de Monsanto), minando entonces y poniendo en riesgo “la sabiduría tradicional y la biodiversidad agrícola asociadas al saber ser y hacer ‘milpa’ donde el tabaco forma parte importante de la misma” (Madera, 2009). De acuerdo con Azamar y Olivera (2021), extractivismo y desarrollo constituyen las dos caras de una misma moneda.
Los modelos extractivistas en cualquiera de sus versiones (clásica y moderna) han representado una versión contraria a la que han defendido los gobiernos en cuanto a su positividad en términos de generación de desarrollo para los territorios. Estos han traficado con un discurso que señala a las inversiones en proyectos extractivos como benéficas para la población local, ya que brindarán empleo y desarrollo a las regiones receptoras… [sin embargo,] las opciones reales de empleo son escasas o nulas. El aprovechamiento de los recursos bajo estas prácticas (a saber, de otras experiencias) provocan más que un desarrollo que se vea manifiesto en las mejoras de las condiciones de vida de la sociedad, altos impactos no solo ecológicos, sino económicos, sociales y culturales (Castro & Herrera, 2018, p. 184).
A la par de los procesos y experiencias de desarrollo que priorizaban los despojos y acumulaciones, fueron creados mecanismos y retóricas para materializar dichas intervenciones capitalistas. Una de las más recientes es la Responsabilidad Social (RS). De acuerdo con Monroy (2021), como concepto de RS surge en los Estados Unidos justo al finalizar la década de 1950’s en el marco de la Guerra de Vietnam y otros conflictos. Sería Howard R. Bowen quien de manera seminal sostuvo que las empresas deberían tener una responsabilidad social más allá de sólo producir bienes y servicios devolviendo a la sociedad una parte de lo que ésta les ha generado; mientras que por otro lado, es la misma sociedad quien comienza a identificar los impactos generados por las empresas u organizaciones en su entorno, cuestionando estos efectos y proponiendo formas para modificar prácticas políticas y/o económicas que no eran éticas (Monroy, 2021). Sin embargo, el tema fue adquiriendo importancia y preocupación de manera que, conforme fue evolucionando, recibió diferentes denominaciones entre las que se encuentran: responsabilidad social, ciudadanía corporativa, desarrollo sustentable o ética corporativa (Cavalcante et al., 2006).
Años después se avanzó hacia la conceptualización de la RSE, misma que ha estado en debate desde su creación en los años 50’s (Mendizábal, 2013), por lo que diversos instrumentos e investigaciones internacionales y nacionales han intentado dar directrices claras de lo que debería ser el tema. En el caso de México la RSE es definida por la Secretaría de Economía (SE) como “la contribución activa y voluntaria al mejoramiento social, económico y ambiental por parte de las empresas, con el objetivo de mejorar su situación competitiva, valorativa y su valor añadido” (SE, 2016).
El estudio de Fong et al. (2020), documentó en México la utilización de diferentes modelos de RSE, destacando que en el país 1,499 empresas (de 4,958,918 empresas registradas en el INEGI) poseen un distintivo alusivo, ante lo cual consideran que, si bien el uso de esta distinción sería compatible con el mantenimiento de objetivos de eficiencia económica, su utilización es muy baja. Conforme los datos utilizados por estos autores, encontramos que para el estado de Nayarit son dos las empresas (de un total de 56,258) que poseen RSE.
Aunque el objetivo de este trabajo no es ahondar en el estado actual de la RSE en México, es importante conocerlo de forma somera y hacer sobre todo una crítica reflexiva de tal certificación en cuanto a sus usos y fines. Según Sifuentes (2019), la RSE ha sido adoptada ‘a modo’ como un nuevo discurso que respalda las estrategias de las grandes empresas en sus formas de gestión y de hacer negocios. Bajo dicho paradigma las empresas hacen suyo:
Un discurso que apela al respeto de las personas, los valores éticos, la comunidad y el medio ambiente, integrándolo con la gestión misma de la empresa. Con ello, los grandes negocios hacen del problema la nueva forma de competencia, sin llegar realmente -en la visión neoclásica- a internalizar los costos ecológicos del deterioro causado. Tal situación se puede percibir como una manifestación de crisis del modelo de acumulación en el campo, al mismo tiempo que se perciben inevitables reacciones hacia la conservación del medio ambiente en la lógica de la visión técnica de la sustentabilidad que, a la larga, pone en tela de juicio la perspectiva neoclásica de autorregulación del sistema (Sifuentes, 2019, p. 1).
Para Lloret (2014), la RSE se ha vendido como un tema atractivo o de moda en el que su adopción ha estado sujeta a las presiones ejercidas por actores como los medios de comunicación, organizaciones de la sociedad civil y gobiernos, limitándose únicamente a obtener un distintivo, emblema, registro, acreditación o certificación, pero sin una consciencia y preocupación genuina de los impactos que las actividades empresariales generan.
En ese sentido, la RSE se ha usado como una narrativa para defenderse y responder los constantes cuestionamientos y discusiones frente a los problemas sociales, laborales y ambientales que provocan mismas actividades del modelo capitalista (Valero & Camacho, 2006); máxime en un contexto donde siguen predominando una acentuada orientación empresarial hacia el traslado de responsabilidades, de internalización de costos a terceros y de esconder ciertos impactos; pero ante la opinión pública el mensaje es de conciencia y preocupación.
Para el caso de este artículo, las experiencias de RSE que nos interesan se remiten a aquellas implementadas por la industria tabacalera a nivel mundial. Para Prats (2015), la RS es el último disfraz de la industria del tabaco, pues a través de un estudio se ha acusado a estas empresas de esconder bajo iniciativas de solidaridad cooperativa ciertas estrategias para ganar mercado en los países en desarrollo, sobre todo en el continente africano, otorgando becas escolares, subvenciones y patrocinios.
En Brasil, Cavalcante et al. (2006) ya habían documentado la interferencia de la industria tabacalera en políticas públicas para el control del tabaco bajo el argumento de la RS. Según estas autoras, a partir de la publicación de cientos de documentos internos de las compañías del tabaco en Estados Unidos y Reino Unido en 1999, fue posible conocer las diversas estrategias y prácticas desleales adoptadas por las empresas para impedir o revertir acciones de control del tabaquismo en países del tercer mundo. La respuesta de la industria se orientó a implementar:
Esfuerzos de reivindicación de su imagen, incluyendo un deseo de diálogo con los sectores gubernamentales para la apertura de reglamentaciones nacionales a través de acuerdos voluntarios y mercadotecnia social, entre los que destaca su apoyo a proyectos de defensa del medio ambiente y causas sociales como el combate a la pobreza, explotación infantil y analfabetismo. Con estos esfuerzos, las compañías tabacaleras buscan revertir su mala imagen hacía una positiva como corporaciones socialmente responsables (Cavalcante, et al., 2006, p. 176).
Para el caso de México, las empresas transnacionales que controlan la producción de tabaco han venido instrumentado en Nayarit desde hace años acciones de tipo socialmente responsable. En la actualidad, Philip Morris en asociación con Tabacos del Pacífico Norte llevan a cabo el programa Sustenta que tiene como objetivo “mejorar las condiciones de vida de cinco mil jornaleros migrantes” (Expok, 2018). A su vez, British American Tobacco también realiza acciones de Responsabilidad Social principalmente con los centros Floreceque atienden a hijos menores de jornaleros indígenas.
La RSE del tabaco parece está en una encrucijada difícil, pues por un lado la narrativa empresarial la vende como la panacea para resolver infinidad de problemáticas. Pero, por el otro lado, están las vivencias y discursos de quienes son receptores u operados de las acciones de RSE, mismos que seguramente tienen otra perspectiva mucho más compleja.
3. Metodología
La metodología utilizada fue de tipo cualitativa, con apoyo del método etnográfico (Guber, 2001 y Oehmichen, 2014) y herramientas propias de éste; partiendo del reconocimiento que “la articulacion de lo global y lo local demanda cada día de una etnografia centrada en los actores más que en los escenarios” (Oehmichen, 2014, p. 12). No obstante, también se utilizó datos estadísticos obtenidos del Sistema de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), con los cuales se busca retratar la importancia técnico-productiva del cultivo de tabaco para Nayarit. Asimismo, se consultaron los sitios de internet de British American Tobacco y Universal Leaf (de quien es filial TPN).
El recorte temporal en la revisión hemerográfica se concentró de 2018 al 2023 en diarios de circulación local como Dominio Público, Meridiano y Nayarit en línea; así como en otros de circulación regional y/o nacional como La Jornada y Expok. Dicho período y fuentes se seleccionaron pues gracias a ellos se empezó a documentar, pero también a observar en campo la presencia de baños portátiles en los predios agrícolas tabacaleros lo que motivó ciertas inquietudes e interrogantes; aunado a la aparición posterior, tambien en las parcelas, de fogones y parrillas, utensilios para cocinar y la construcción de espacios para descansar y dormir, independientes o distantes de las ramadas destinadas para el trabajo de los jornaleros y familias indígenas. Algo que para otros contextos pudiera parecer básico, no lo era en ese momento para el caso de la realidad tabacalera en Nayarit, donde lo común era ver a los jornaleros indígenas haciendo sus necesidades entre las propias plantaciones de tabaco o en los predios cercanos, así como viviendo día y noche en las parcelas solo al resguardo de una ramada hecha de palapas.
La zona de trabajo de campo es el estado de Nayarit y de manera particular el municipio de Santiago Ixcuintla, pues representa “el centro tabacalero de México”, estadísticamente hablando, pero también donde se ubica la presencia del mayor número de acciones de RSE dinamizadas por las compañías del tabaco. Los diarios de campo, al menos cinco, levantados desde 2018 retratan la realidad empírica de esta zona de estudio.
Los ejercicios de observación directa y participante se centraron durante 2018 al 2019 y de 2022 al 2023. Asimismo, la realización en ese período de 15 entrevistas estructuradas y semiestructuradas, se dirigieron hacía familias productoras de tabaco, dirigentes campesinos, autoridades locales y “docentes” que atienden a niños migrantes en un albergue, todo ello con el objetivo de poder documentar entre otras cuestiones, la situación actual del CMCT y de los programas y acciones de RSE que están siendo operados por las compañías transnacionales. Cabe señalar que durante los períodos ya mencionadas y hasta el momento de escribir el presente texto, no fue posible contar con las declaraciones por parte de representantes de las empresas tabacaleras debido a su falta de respuesta y/o negativas ante el pedido de entrevistas. Destacar que la revisión bibliográfica y hemerográfica sirvió como introducción y complemento según el caso, para adentrarse o comprender de mejor manera temáticas como el CMCT, la RSE o los programas operados por las tabacaleras.
Gracias a las primeras entrevistas semiestructuradas y en profundidad fue posible la obtención de información por parte de las familias productoras donde se señalaba el tema del programa Sustenta operado por Tabacos del Pacífico Norte. A partir de ese momento se dio continuidad en indagar qué era dicha institucionalidad, cómo operaba, y de dónde y por qué se estaba llevando a cabo. Al mismo tiempo, contrapunteando los hallazgos (tanto con revisión bibliográfica y hemerográfica), se comenzó por cuestionar qué estaba haciendo al respecto o de manera similar la British American Tobacco, resultando que ésta tenía la operación de los centros Florece desde aproximadamente inicios de los años 2000’s.
Los datos encontrados fueron sometidos a una triangulación metodológica consistente primeramente en recolectar evidencia de campo, para después contrastarlos con una revisión de la bibliografía y material hemerográfico disponible, y finalmente cruzarlos con las narrativas y declaraciones de algunas de las y los actores en campo.
4. Análisis de resultados
En Nayarit, las familias productoras de tabaco desconocen o apenas tienen información del CMCT, o de las políticas y programas que de él se derivan; no obstante, sí alcanzan a identificar cambios y modificaciones que se han venido suscitando en la actividad a lo largo de los años recientes, pero no los relacionan o tienen claridad de si éstos se deben al Convenio o a la LGCT (De Dios, 2020). En su cotidiano, ellos observan un encarecimiento de los fertilizantes y otros agroinsumos, la recolección de envases de plaguicidas, la introducción de riego por goteo, el uso alternativo de madera de eucalipto y de mango (sea para las estructuras u hornos de secado) en vez de la tradicional de mangle; pero, sobre todo, sus narrativas dejan evidencia de “los programas para que los niños [de las familias jornaleras migrantes] vayan a la escuela y sus familias ya no duerman en las parcelas”.
Sin efectivamente tener conocimiento o en algunos casos mostrando desinterés, las familias tabacaleras han ido adoptando y adecuándose a dichos cambios. Sin embargo, como parte de sus programas de RSE, las compañías difunden y publicitan estas acciones que, sostienen, han venido realizando desde inicios de los años 2000’s. En el caso de las acciones para la atención a niñez y población migrante, éstas son recientes, pero se han retomado con mayor impulso y difusión. A su modo, tanto British American Tobacco y Tabacos del Pacífico Norte desenvuelven en Nayarit acciones de RSE que podrían esquematizarse en la Figura 1, donde se resaltan las características, diferencias y similitudes en torno de las cuales las empresas tabacaleras en Nayarit han concebido teóricamente y operado en el territorio las narrativas y acciones de RSE.
La Figura 1 evidencía inicialmente el enfoque desde el cuál se han diseñado y operado los programas de RSE. Puede entenderse que BAT apueste a la sustentabilidad para así mantener y operar de manera integral, social, ambiental y agrónomicamente hablando, una actividad que está consolidada y no representa riesgos en su continuidad pues incluso es aprovechada para la confección de sus productos. Mientras tanto, TPN se ha orientado hacia la sostenibilidad, principalmente de tipo social, puesto que busca asegurar y sostener principalmente la producción de tabaco que financia y requiere para su venta a compradores como Philip Morris, a partir de garantizar que su base productiva centrada en las familias campesinas y jornaleras gocen de derechos y beneficios sociales, sobre todo.
Los centros Florece de British American Tobacco para atención de la niñez indígena migrante en Nayarit
A partir de información contenida en el sitio web de British American Tobacco, se puede identificar que sus estrategias y acciones de RSE tienen como objetivo “garantizar la promoción del desarrollo sostenible, entendido como un gran compromiso por la sociedad y el entorno, llevando a cabo programas de desarrollo sustentable en las comunidades agrícolas, en donde ofrecemos un amplio portafolio de programas de responsabilidad social en la producción de tabaco” (en Figura 1, ver “Enfoque desde la sustentabilidad”).
Los centro Florece han sido la estrategia insignia de RSE de BAT por prácticamente 20 años. Son un programa que a través de la operación de centros, también llamados albergues, buscan proteger los derechos de la niñez indígena migrante facilitándoles acceso a la educación, nutrición, salud y actividades de recreación mientras sus padres permanecen en los campos de cultivo trabajando6. En la actualidad existen en total cuatro centros ubicados en diferentes localidades productoras de tabaco: tres en el municipio de Santiago Ixcuintla y uno en Rosamorada (JADEFO, s.f.).
En el último ciclo productivo (2021-2022), BAT informó haber atendido a 1,124 niñas y niños de los estados de Aguascalientes, Durango, Jalisco, Nayarit, Zacatecas, pertenecientes a las etnias Cora, Wixarika, Mestiza y Tepehuana. La operación de los Florece se realiza principalmente con su auspicio (aunque hace algunos años se llevó a cabo en conjunto con Tabacos del Pacífico Norte mediante una colaboración que operó hasta el ciclo 2020-2021), y con la ayuda de la Secretaría de Educación Pública del estado de Nayarit (SEP), del programa de Educación Básica para Niñas y Niños Migrantes y de los Servicios de Salud de Nayarit (JADEFO, s.f.). Las familias campesinas conocen dichas acciones y se refieren a ellas como:
Vienen por ellos [niños] en camionetas y se los están llevando a los centros o ahí a las guarderías. Creo que les dan estudios, les dan de comer, porque ahí en los albergues tienen escuelas. Todos los días vienen por ellos y los traen. Pero ellos no siempre quieren ir, a veces corren o se esconden en algunos lugares para que no se los lleven (Entrevistado Productor PDP).
En los centros Florece atendemos a los hijos de familias que vienen a trabajar al tabaco. El año pasado atendimos aproximadamente 800 niños. De lunes a viernes las camionetas van a las parcelas y los recogen a las 7:00 -7:30 y por la tarde ya como a las cinco los regresan. Aquí los bañamos, les damos de comer, estudian, juegan, si están enfermos les damos medicamentos o hasta la doctora puede ir a la parcela a revisarlos (Entrevista Docente CF).
Sin embargo, la operación de los Florece ha ido progresivamente cambiando y se han mostrado más rígidos, pues según declaraciones de los productores, BAT ya no quiere ver niños en las parcelas.
Ya no quieren que trabajen [los niños y niñas] en el tabaco. Nos anduvieron informando que iban a venir unas personas, creo de allá de Inglaterra o de otros países, y nos dijeron cómo debía contestar o que les contestáramos todo lo que nos vinieran a preguntar… El ingeniero [técnico de campo] llegaba a la ramada y te decía “mire, van a venir personas de otros países a verificar el tabaco y cuando lleguen no quieren ver niños en la ramada, traten de esconderlos para que no los miren (Entrevistado Productor PDP).
Este año (2023) BAT va a castigar a los productores que tengan familias indígenas y no manden los niños al Florece. No pueden tenerlos en las parcelas (Entrevista Docente CF).
Indagando los motivos o por qué de la instrumentación de acciones en favor de jornaleros y familias migrantes, sean o no como “programas”, uno de los productores entrevistados confirmaba la suposición respecto del origen de estos cambios.
Hace algunos años los compradores ya no querían tabaco si no se cumplía con los requisitos de la atención a los jornaleros agrícolas y que no hubiera mano de obra infantil en el campo. Aquí en Nayarit hubo un problema porque una persona grabó un video en un potrero donde estaban unos indígenas en una ramada en la noche y los exhibió. Ahí fue donde se vino toda esta atención hacia el campo tabacalero. Los compradores vieron esa situación en la cual estaban los indígenas y de ahí se derivó todo esto, exigiendo que había que darles más atención a los jornaleros agrícolas (Entrevistado Productor EM).
Además de las acciones en torno a los Florece, otras actividades también se han implementado para beneficio de los jornaleros locales y las familias indígenas, consistentes en mejoras a las condiciones de vivienda y trabajo que históricamente habían tenido:
En 2018 anduvieron instalando los baños portátiles para la gente indígena que trabaja con nosotros, pero ellos no los usaban porque preferían irse al monte o al canal. Después nos entregaron casas de campaña para que los indígenas ya no durmieran en el suelo. Luego les hicimos unas casitas que
estaban separadas de la ramada para que ahí cocinaran y les pusimos hornillas. BAT no te obliga a que te los traigas a tu casa a dormir, ellos no son tan exigentes. Solo no quieren ver niños en los potreros (Diario de campo, 2023). Sí ha habido cambios, porque las empresas quieren que los jornaleros duerman en las casas aquí con nosotros, quieren que les tengamos todo bien; no quieren que los llevemos y abandonemos en las ramadas. Ahora nos piden que les tengamos sus baños, que si no los traes a tu casa pues entonces tú tienes que tenerles casa de campaña; debes de tenerles una mesita rustica aunque sea y otras cosas (Entrevista Productor NUC).
A pesar de la aparente “flexibilidad” de BAT para con las acciones de RSE, existen productores campesinos que sostienen lo contrario y se muestran inconformes con relación a no poseer recursos económicos o infraestructura para albergar en mejores condiciones a los jornaleros e indígenas.
Es mucha queja. No estamos preparados todavía para ese cambio y te voy a decir porqué, porque no estamos capitalizados con infraestructura para ese tipo de atención, que en realidad lo merece el indígena, pero nosotros desafortunadamente no tenemos la capacidad económica como para poder cumplir al 100% con esa atención (Entrevistado Productor EM).
Aun cuando inicialmente BAT proporcionó equipos e instalaciones, los jornaleros locales o las familias indígenas no hacían uso de ellos. Vale señalar que las condiciones climáticas en la región son de mucho calor y muy sofocante, así como los materiales de los baños portátiles, por ejemplo, no serían los idóneos a tales condiciones climáticas ni a los contextos socioculturales de la población indígena jornalera migrante. Así, baños portátiles u otros espacios como áreas de descanso, siguen permaneciendo en los campos de cultivo sin mucho uso, lo que no elimina por completo la exposición a peligros y no mejora por ende la condición desfavorable de los jornaleros y sus familias.
4.1 El programa Sustenta. Una condición de Philip Morris a Tabacos del Pacífico Norte para la compra de su producción
Una de las repercusiones del CMCT al menos en Nayarit, fue el abandono de la producción en 2015 de la empresa Tabacos Desvenados S.A. (TADESA). Entre acuerdos y negociaciones TPN terminaría por adquirir la estructura productiva que TADESA estaba dejando, compuesta sobre todo de instalaciones, personal técnico de campo y familias campesinas (Cureño, 2015). De acuerdo con el dirigente de los productores de tabaco en Nayarit “Tadesa se retiró, pero no se generó una afectación mayor porque todo el volumen que compraba lo adquirió TPN con las mismas superficies y los mismos volúmenes, permitiendo que no se tuviera un impacto, al grado de que los productores se quedaran sin crédito o que dejáramos de producir más tabaco”.
La estrategia comercial de TPN y TADESA (como filial de Philip Morris-PM) radica actualmente en la compraventa de tabaco para ser procesado para cigarrillos. La alianza comercial proviene de la necesidad de PM de adquirir tabaco “libre” de uso de agrotóxicos, “libre” de mano de obra infantil o de explotación laboral, pues representa un producto con destino de exportación hacia Estados Unidos y Europa. Ante tal situación, básicamente PM solicita a TPN que para realizar la compra de su producto es necesaria la implementación de un programa como Sustenta.
Desde 2017 Philip Morris México tiene como objetivo mejorar de manera rápida y fundamental las condiciones de alojamiento y trabajo de jornaleros agrícolas durante la cosecha de tabaco en Nayarit que se lleva a cabo de enero a mayo de cada año, para ello crearon el Programa Sustenta, en alianza con su proveedor Tabacos del Pacífico Norte (TPN), una subsidiaria de Universal Leaf Tobacco Corporation (Viloria, 2020).
Philip Morris, Fundación Mexicana de Apoyo Infantil (FAI), Desarrollo Rural de Nayarit (DERNAY), la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), Tabacos del Pacífico Norte (TPN), proveedor de Philip Morris, la SEDESOL y otras organizaciones se unieron en 2017 bajo un solo objetivo: conseguir que los más de cinco mil jornaleros agrícolas que participan en el cultivo de tabaco en Nayarit reciban un trato digno y condiciones seguras para laborar y vivir durante su estadía, en caso de ser migrantes (Expok, 2018).
La escasa información disponible en fuentes hemerográficas, pero sobre todo las narrativas y discursos en campo, permiten dilucidar de algún modo que Philip Morris es el ideólogo del Sustenta y TPN su ejecutor. Más allá de esto, ambos difunden con orgullo las acciones conquistadas, pues habiendo pasado apenas cinco meses de su implementación en la temporada 2017-2018, el Sustenta anunciaba haber alcanzado como resultados la “atención de 92% de los jornaleros quienes tuvieron acceso a alojamiento para ellos y sus familias fuera de las parcelas, 89% de las parcelas contó con áreas de descanso, 94% tuvo acceso a instalaciones sanitarias en las parcelas, entre otros” (Ganar-Ganar, 2018). Sin embargo, en la realidad tabacalera las cosas han sido de otro modo, pues las declaraciones de algunos productores ofrecen una visión diferente de lo difundido.
Este año [2018] yo creo, a mi criterio, que el programa se aplicó como en un 40-50%, pero el próximo año tiene que ser al 100%. La verdad es que este año la empresa estuvo más enfocada en el Programa que en la producción de campo (Entrevista Productor EL).
Este fue el primer año [2018] que se implementa el Programa, pero no funcionó bien. Ellos [indígenas] se querían quedar allá [campo de cultivo] para ensartar en la noche. Yo me los estuve trayendo unos días a casa pero luego se quisieron quedar allá porque se dieron cuenta que la sarta estaba mejor pagada por el mismo Programa para evitar que trabajen de noche. Entonces les convenia trabajar hasta más tarde, pero como se supone que el Programa prohíbe que se queden a trabajar en la noche se los dijimos, pero nos decían si no queríamos entonces se iban con gente de la otra empresa (Entrevista Productor DR).
En relación a lo anterior, es claro que el Sustenta posee una serie de contradicciones que deben ser gestionadas y resueltas en campo por el productor tabacalero. Como parte de la operación del Programa se generó un estímulo económico que buscaba aumentar el precio de la sarta de tabaco a través de un “incremento del 21% para que subiera más o menos de $17.50 a $20-21… Nos decían que la intención era atraer más gente y que la producción fuera más sustentable de modo que el jornalero ya no tuviera que trabajar de noche, sino que trabajara con un horario de día” (Entrevista Productor EL). No obstante, esto trajo otras complicaciones al interior del mismo Sustenta porque, como se relata, algunos jornaleros locales y migrantes [por interés o costumbre] preferían trabajar por la noche o en horarios más amplios a modo de que la jornada laboral les redituara mayores ganancias.
Asimismo, había también estímulos monetarios para los productores, pues algunos de ellos afirmaban les “prometieron que quien cumpliera todos los requisitos del paquete Sustenta, que vienen siendo todas esas estufitas eléctricas y esos catres [camastro], todo lo que se requería para tener al trabajador humanamente, si lo cumplías te iban a bonificar $3,640.00 por hectárea, no por productor, por hectárea” (Entrevista Productor DR). Sin embargo, la inesperada implementación del Programa tomó a las familias desprevenidas y hubo quienes no tenían condiciones físico-materiales ni económicas para invertir o solventar inicialmente los requerimientos necesarios.
Ellos [empresa] tuvieron muchas exigencias. A mí me ayudó mucho que yo ya tenía ese cuartito en obra negra, además de unos catres y hornillas, pero nomas me pongo a pensar que donde no los tenga, ¿cómo le hago? Yo creo que un 80-90% de los productores no tuvieron condiciones y nos estaban obligando a hacerles unos tejabanes [casitas] al menos, algo austero o lo que pudieras, pero algo tenías que hacer, con algo tenías que iniciar (Entrevista Productor EL).
Nos dijeron que había un bono del 4% del kilo de tabaco que te iban a entregar al terminar la temporada si cumplías con el Programa. Ese dinero era para que tú recuperaras la compra de gasolina necesaria para que los trajeras y llevaras todos los días [a los campos de cultivo]. Hubo quien tuvo que conseguir dinero para todo eso [gasolina, camas, estufitas] y sin embargo al final de la temporada no lo hicieron, no cumplieron con entregar el bono de dinero (Entrevista Productor DR).
En el cotidiano de las familias tabacaleras que todavía trabajan con la empresa TPN, la sensación que permanece es de incertidumbre y miedo en caso de no poder cumplir los requerimientos del Programa. Además, a algunas de ellas se les ha condicionado que el incumplimiento de Sustenta es motivo de retirarles el financiamiento.
A mí me sentenció el ingeniero diciéndome que aunque fuera buen productor, si no me ajustaba al Programa, nos iban a dejar de financiar y nos saca- rían de la empresa (Entrevista Productor EL).
Si en alguna supervisión los ingenieros se hubieran dado cuenta que no se venían a dormir los trabajadores [jornaleros e indígenas] y que se quedaban allá en la noche, el castigo era que no te iban a pasar habilitación o te quitaban el crédito (Entrevista Productor DR).
Aun cuando estas acciones de RSE debieran ser objeto de un verdadero respeto y compromiso por parte de las compañías tabacaleras para con las personas que procuran atender, otros de los hallazgos encontrados evidencian que se trata de una nueva forma de disputas entre ellas.
Este año [2023] aquí en el pueblo, yo creo que algunos 10 o 15 productores se cambiaron de TPN a British porque allá el programa para los indígenas no es tan exigente. Acá con BAT tú te dedicas a producir tabaco y no andas cuidándolos a ellos [familias indígenas] (Diario de campo, 2023).
A modo de recapitulación, la Tabla 3 concentra brevemente las principales características de ambos programas o acciones de RSE instrumentados por las dos empresas del tabaco que aún operan en Nayarit. Por un lado, las acciones de BAT parecen caracterizarse por cierta flexibilidad y/o permisibilidad puesto que no tienen un carácter obligatorio o penalizador, estando centradas en los centros Florece principalmente, y en menor medida en la instalación de espacios de higiene y/o aseo personal. Mientras que en TPN sus acciones son de carácter más amplio y con un sentido de integralidad sobre todo social, pues buscan al menos en el papel la mejora de condiciones de vida y de trabajo tanto para los productores y las familias jornaleras. A diferencia de su competidora, TPN parece tener una perspectiva de supervisión y obligatoriedad, aunque también ofrece teóricamente una compensanción por cumplimiento, o penalización por incumplimiento.
Fuente: elaboración propia con información de campo, 2018-2023.
Conclusiones
La RSE es una de las herramientas contemporáneas del capital transnacional para dar continuidad a la extracción y despojo en los territorios del tabaco en Nayarit. Es decir, el Estado -por acción u omisión- participa en el “lavado de cara” de las compañías tabacaleras; la mayor parte del gasto lo hacen los productores bajo la pena de no seguir en la cadena si no cumplen con las reglas, impuestas por las compañías, además éstas reglas son apadrinadas por el mismo Estado (CMCT, LGCT, etc.); los jornaleros siguen trabajando y violando las reglas que no les consultaron y que no les aplicarán plenamente mientras no sea conveniente y; el tabaco logra un valor de mercado mucho mayor porque lo producen “empresas con RSE”.
A diferencia de lo documentado entre otros por Azamar y Rodriguez (2021), para el caso del tabaco en Nayarit con la RSE se trata de un despojo no forzado ni violento, casi “voluntario” pues, de no permitirlo, las familias productoras se quedarían sin el beneficio de la seguridad social para ellos y sus trabajadores temporales, así como sin la posibilidad de pensionarse en algún momento, sobre todo por tratarse de uno de los “beneficios” de producir tabaco. Así, tanto las familias productoras como la poblacion jornalera indígena migrante en torno a este cultivo, se encuentran con una relación ante las tabacaleras de total vulnerabilidad en la que están en juego además de la seguridad social, sus relaciones prehispànicas y de tradicion familiar con el tabaco así como de sus saberes. Es decir, la acumu- lación de las tabacaleras se basa en el despojo de las ganancias que debieran ser de los productores, pero tambien de sus identidades con el territorio y el cultivo, así como de sus saberes -tanto de los productores como de los jornaleros-. Las empresas conservan a los mejores productores, aquellos que “acatan” las reglas sin mayores conflictos, pero tambien aquellos que saben porroducir y que cuidan los procesos de calidad, aun cuando ello vaya en demérito de sus ingresos al corto plazo pero que no ponen en riesgo la posibilidad de pensionarse.
A partir de 2005 en México, con la ratificación del CMCT y de manera posterior con la aprobación de LGCT, las compañías tabacaleras comenzaron a ser observadas con mayor atención. La publicación del reportaje de The New York Times en 2016 no fue estrictamente el inicio de la RSE, los centros Florece ya venían operando desde 2001, sin embargo, a raíz del escándalo mediático BAT se vio obligada a la readecuación de algunas estrategias y al desarrollo de otras nuevas para atención de los jornaleros locales y las familias indígenas migrantes. Mientras tanto, la implementación del Sustenta si representó para TPN un programa dirigido a mejorar las condiciones sociales y labores de dicha población. En ambos casos, las acciones señaladas fueron la respuesta empresarial para no salir tan mal librados ante tal escándalo.
Por lo tanto, aun cuando las compañías han argumentado venir instrumentando éstas y otras acciones de RSE a lo largo de las dos décadas del siglo XXI, en la producción tabacalera de Nayarit se viven dos realidades: una es la del mundo feliz con resultados exitosos que las empresas difunden a través de campañas de mercadotecnia en diferentes medios de comunicación; la otra es la realidad precaria, de represalias y despojo que viven las familias tabacaleras, jornaleros y migrantes indígenas.
No obstante, vale señalara que la realidad no es ni blanco ni negro en su totalidad; así, se aprecian tambien algunos avances, por mínimos que sean, en las condiciones laborales, salariales y de “vivienda” de los trabajadores migrantes, aunque poco aceptadas por ellos mismos dada la descontextualización de sus concepciones y contextos socioculturales. A la par, es posible apreciar una concientización de las familias productoras de tabaco para exigir ante las empresas tabacaleras por mejoras en sus propias condiciones y en las de sus trabajadores eventuales.
A los productores de tabaco, sin consultarlos, se les ha obligado a operar las acciones y programas, a asumir sus costos y el financiamiento, y a cumplir los requerimientos a los que son sometidos en supervisiones y revisiones si es que pretenden entre otras cosas, ganar los bonos económicos, que no les sea retirado el financiamiento y la posibilidad de seguir teniendo trabajo familiar. Es decir, el capital no pierde. Al contrario, se ha asegurado a través de la RSE la continuidad de sus negocios, la recuperación de sus inversiones y la acumulación de ganancias a través de la explotación y despojo de los recursos naturales, de los conocimientos y saberes, de la mano de obra y de las relaciones entre familias pro- ductoras, jornaleros y migrantes que históricamente han permitido la continuidad del cultivo de tabaco.
La realidad demuestra que existen discursos encontrados. Uno es el del ogro filantrópico del capitalismo, representado por las compañías tabacaleras, quienes difunden preocupación y compromiso por mejorar las condiciones laborales y erradicar el trabajo infantil en torno a la mano de obra que contratan a quienes llaman sus “proveedores”. Mientras tanto, del otro lado, están los productores tabacaleros los cuales, para mantenerse en una actividad histórica y socioculturalmente enraizada, hacen lo necesario y, a partir de sus condiciones socioeconómicas y materiales dan cumplimiento a un programa. Así, quien se ensucia la cara y las manos son las familias, jornaleros e indígenas. Quien se las lava y se llena los bolsillos son las empresas del SIPT nayarita: British American Tobacco y Tabacos del Pacífico Norte.