Introducción
En este trabajo presentamos los resultados de una investigación que tiene como objetivo estudiar las motivaciones de la participación voluntaria en los comedores comunitarios y, cómo la cooperación, la participación y la solidaridad están presentes en ese espacio social. Asimismo, el estudio analiza las manifestaciones de la búsqueda de redes y relaciones sociales de las personas que asisten por diferentes razones a los comedores comunitarios de Toluca y Almoloya de Juárez en el Estado de México.
Analizamos las motivaciones de participación y su vinculación con la búsqueda de resolver problemas económicos, pero también de realizar acciones solidarias en beneficio de la comunidad y de las personas que necesitan ir a comer. Por otro lado, al estudiar las motivaciones de las personas voluntarias y la participación voluntaria enmarcada en un programa público, encontramos que la construcción de relaciones sociales influye en la cooperación y en la realización de acciones solidarias.
Actualmente, en el Estado de México, las personas que viven en situación de pobreza también tienen situaciones continuas de insuficiente ingesta de alimentos, tanto en volumen como en calidad, que restringen el desarrollo de las capacidades de los individuos y su inclusión al desarrollo. En este sentido, la Cruzada Nacional Contra el Hambre -que inició formalmente en enero de 2013- tiene como propósito que poco más de siete millones de personas superen su condición de pobreza extrema y carencia por acceso a la alimentación. Es decir, la Cruzada tiene como población objetivo sólo a un subconjunto de la población en pobreza extrema (Coneval, 2015).
En este tenor, para Agudo (2009) existe el argumento de que los beneficiarios de los programas de desarrollo social deben dejar de ser simples receptores de los programas para convertirse en actores de su autodesarrollo. Es de esta manera que gran parte de la participación de personas y grupos que se da, frecuentemente, en el campo social se halla orientada hacia el entrenamiento, logro de metas y adquisición de técnicas que sean efectivas para alcanzar determinados intereses y control social. Por ello, no tiene como mira el crecimiento personal y, menos aún la emancipación y el empoderamiento de los participantes, ya sea como individuos o como comunidad (Martínez, 2006). Además, los programas públicos a menudo pasan por alto los intereses, las contradicciones y los conflictos sociales acumulados en las localidades, generando la conveniencia de estudiar a los diferentes actores sociales y poner atención a las relaciones sociales en el marco del Programa de Comedores Comunitarios.
En este sentido recurrimos a Gvion (2006), quien observa que la alimentación y la preocupación por los alimentos no pueden considerarse independientes de la economía doméstica y de la división del trabajo en el hogar, en donde las mujeres son agentes centrales para la formación y preservación de las prácticas gastronómicas que desarrollan y sostienen las cocinas de la pobreza. El autor señala que se requiere entender la comida no sólo como un bien económico, sino también como un bien cultural y social, por lo que las cocinas de pobreza proporcionan estudios de casos interesantes para entender la relación entre pobreza, cultura y poder. El hambre es el signo absoluto de los vulnerables y puede convertirse en un medio para que los desamparados formen lazos sociales dentro de la comunidad. En este contexto, en el presente trabajo se analizó, desde el construccionismo social y la perspectiva centrada en el actor, la participación voluntaria en los comedores comunitarios, considerando las categorías de las motivaciones del voluntariado propuestas por Chacón, Pérez, Flores y Vecina (2010).
En el presente estudio se utilizan herramientas cualitativas como las entrevistas semiestructuradas y un cuestionario con preguntas abiertas, con la finalidad de conocer las motivaciones de las personas que participan voluntariamente y las relaciones sociales solidarias para la construcción y reconstrucción social, desde una perspectiva centrada en el actor. El trabajo de campo se realizó en el Estado de México, del 6 de septiembre al 6 de octubre de 2017, en los comedores comunitarios El Seminario, San Mateo Oxtotitlán, San Cayetano Morelos y San Marcos Yachihuacaltepec, del municipio de Toluca, lo mismo que en el comedor de San Francisco Tlalcilalcalpan, en el municipio de Almoloya de Juárez. A lo largo de este artículo presentaremos los resultados recabados de las entrevistas realizadas a las personas voluntarias que participan en los comedores. El comedor comunitario no es el interés de este estudio, sino que es el pretexto para entender la cultura y las relaciones sociales, por lo que no importa si los comedores están en un determinado municipio o localidad, porque lo que sí nos interesa son las experiencias, las manifestaciones de solidaridad, la participación, la cooperación y los vínculos de las personas voluntarias con los comensales.
En el estudio primero describimos de manera somera el contexto de la investigación, en cuanto a los programas alimentarios y la corresponsabilidad de los involucrados en la obtención de resultados; después se plantea la participación voluntaria como acciones solidarias; enseguida se analiza el comedor comunitario como espacio social para la participación voluntaria y solidaria; posteriormente, se presentan los resultados del trabajo de campo realizado a través de cuestionarios y entrevistas semiestructuradas y se discuten las motivaciones de las personas voluntarias y la formación de relaciones sociales de los actores sociales en el marco de los comedores comunitarios; por último, se presentan las conclusiones.
Las acciones voluntarias y solidarias
Las conductas de ayuda han sido objeto de investigación teórica y empírica en las ciencias sociales. Hay dos tendencias principales que los investigadores han seguido. La primera se concentra en situaciones imprevistas de ayuda a desconocidos que expresan la motivación altruista de quien la brinda o, al menos cierta consideración humanitaria, ya que no existe una relación anterior que la justifique y, es posible, que en el futuro tampoco exista. Este tipo de ayuda es considerada espontánea y suele ser de corta duración, como en el caso de las emergencias ocasionadas por los huracanes o los terremotos, cuando éstos se convierten en eventos catastróficos (Villadangos, 2014), o bien, participar como voluntario en grandes eventos como el turismo deportivo -Juegos Olímpicos-, el turismo cultural -festivales culturales- y el turismo religioso -peregrinaciones y eventos religiosos- (Gallarza, Arteaga-Moreno, Servera-Francés y Fayos, 2016). La segunda tendencia centra sus estudios en situaciones de ayuda prolongadas y continuas, que deben ser planificadas y que suelen relacionar entre sí a personas conocidas (Guzmán, Huenchuan y Montes de Oca, 2003). Por este motivo, se le considera “obligada”. Sin embargo, existe una tercera forma de ayuda: el voluntariado, mucho menos estudiada, pero de una gran importancia social, que se caracteriza por ser una situación de ayuda prolongada y planificada que se produce entre personas que no se conocen (Chacón, Menard, Sanz y Vecina, 1997; Verduzco, 2008).
Dentro de esta tercera forma de ayuda se encuentran los comedores comunitarios: aquí la organización y participación solidaria de las y los voluntarios es la que hace posible sostener un lugar constante al que los comensales acudan a alimentarse y, entonces, se tejen relaciones sociales entre las personas que por diferentes motivos o circunstancias se congregan en el comedor. Las personas voluntarias pueden tener diversas motivaciones de participación que han de ser entendidas en su relación con las acciones solidarias. De acuerdo con Verduzco (2008), por lo general nuestras acciones las realizamos por intereses monetarios o económicos, mismos que nos proporcionan algún beneficio material; o bien, por deseos o intenciones no económicas, pero finalmente egoístas donde el beneficiado es uno mismo o los seres queridos. Sin embargo, existe la contraparte de los voluntarios, quienes, al dar su tiempo y experiencia, son actores sociales que prestan servicios a la comunidad para realizar labores solidarias, ya sea en atención a las vulnerabilidades de otros o a sus propias motivaciones. Por libre elección y sin recibir retribución económica, los voluntarios aportan su tiempo a una actividad que va más allá del ambiente de su familia, en el servicio a los demás, para el beneficio de terceros y de toda la comunidad (Butcher, Verduzco, Serna, y Benavides, 2008).
Por otro lado, retomando a Emmanuel Levinas en De otro modo que ser o más allá de la esencia,Palacio (2015) advierte la solidaridad como necesidad de dar respuesta al otro, “donación del propio pan que yo como”, de “sufrir por el otro”. En cierto modo, al usar las ideas de Levinas, Palacio apunta a que antes que, por la razón, estrategia, suposición y el interés, debemos dejarnos llevar por el impulso ético de la emoción y de la propia vulnerabilidad que nos provoca el rostro desnudo del otro.
En este estudio se comparte la perspectiva de “solidaridad” que propone Smith (2012), la cual implica sentimientos de pertenencia, interacción, empatía, conocer y relacionarse con un grupo de personas de diversas maneras, así como la permanencia de los vínculos sociales, la cooperación y el apoyo mutuo dentro de un grupo, las relaciones sociales basadas en la reciprocidad y, la cohesión grupal basada en el reconocimiento conjunto de un bien común y de intereses compartidos (Smith, 2012).
En esa necesidad de dar respuesta al otro subyace la idea de sociabilidad, la cual, de acuerdo con Orduna (2012), es cuando el individuo se constituye desde la interacción, y entonces, la sociabilidad que es inherente a la naturaleza humana permite la construcción de relaciones con otras personas. Para la autora, “en un sentido amplio, la sociabilidad distingue la potencialidad que tienen los seres humanos para integrarse a la vida del grupo o para la participación y la cooperación” ( Orduna, 2012, p. 26).
En este sentido, la propuesta de Bourdieu (1997) de investigar el interés del desinterés cobra sentido preguntándose si un acto desinteresado es posible: “¿Son posibles los comportamientos desinteresados, y, si lo son, ¿cómo y en qué condiciones? ¿Por qué resulta, hasta cierto punto, interesante el término de interés? ¿Por qué es importante interrogarse sobre el interés que los agentes pueden tener en hacer lo que hacen?” (Bourdieu, 1997, p. 139).
Estas preguntas sobre el desinterés de los agentes en hacer lo que hacen se vinculan directamente con la intención de la presente investigación de comprender las motivaciones de las personas que de manera voluntaria y solidaria participan en los comedores comunitarios. De igual forma, Bourdieu logra perfilar el asunto de los intereses sutiles en esos actos aparentemente desinteresados, el cual también será tratado más adelante.
Las características del voluntariado
Los compromisos del voluntariado se manifiestan en los más variados propósitos: el combate para erradicar la pobreza, mejorar la salud y elevar la calidad educativa de poblaciones en condiciones de marginación son acciones que, en algunos casos, complementan las políticas públicas y los programas gubernamentales. Sin embargo, al no contar con suficiente información sobre el papel de las acciones voluntarias y solidarias, así como sus aportaciones en la construcción del tejido social, se pierde una valiosa oportunidad de comprender el rango de posibilidades de acción que este tipo de actividades persigue y consigue.
Por ello, es necesario posicionar a la acción voluntaria y solidaria en su justa dimensión y en su alcance, comprender sus limitaciones, pero también sus logros, para así hacer visible su presencia y su potencial en el desarrollo de las comunidades (Butcher y Verduzco, 2016). Lo anterior significa que identificar, valorar y validar la práctica voluntaria y a los actores involucrados es importante porque permite entender cómo los actores se apropian de una política pública y obtienen beneficios tangibles e intangibles. Incluso, se puede aseverar que, en el caso de los comedores comunitarios, esta práctica forma parte de las estrategias de sustento toda vez que las voluntarias -quieran o no- pueden ampliar sus redes sociales, obtener alimentos para sus familias, ser reconocidas por sus vecinos, entre otras cosas.
Uno de los productos de la asociación voluntaria, es la generación de reciprocidad y confianza. Las actividades solidarias y voluntarias tienen que ver con la formación de redes de participación, principalmente cuando existen relaciones cara a cara en el servicio voluntario a los demás. Por ello, el estudio del fenómeno participativo en el contexto mexicano y el esbozo del estado actual de los individuos que de manera solidaria acuden a trabajar en beneficio de otros y constituye un aporte al conocimiento de los procesos sociales, de las costumbres de la sociedad y el universo de prácticas solidarias tanto formales como informales que se presentan en el país, así como los signos que las definen (Butcher, 2016).
Descripción del campo social para la solidaridad: el Comedor Comunitario
En México, la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) involucra a la comunidad en la operación de los comedores comunitarios y, con el apoyo de personas voluntarias, se brinda un desayuno y una comida a cada uno de los beneficiarios. El 85% del costo lo absorbe el gobierno federal. Mensualmente el gobierno federal abastece una parte importante de los productos no perecederos, que se complementan con productos perecederos que se abastecen localmente con las cuotas de recuperación.
De acuerdo con los Lineamientos del Programa, los Comedores Comunitarios se constituyen en el espacio físico y social del quehacer comunitario para la preparación y el consumo de alimentos entre la población. Con ello, las personas que asisten a los comedores cuentan con soluciones a sus necesidades prioritarias tales como el acceso al consumo de alimentos y la transformación de hábitos alimentarios (Sedesol, 2017). En el Estado de México operan más de dos mil comedores comunitarios que atienden diariamente a 176 mil personas con el apoyo de veinte mil voluntarias y voluntarios.
Las personas que tienen prioridad de atención en los Comedores Comunitarios son aquellas que pertenecen a una población que sufra contingencias o emergencias que el gobierno federal haya declarado como zonas de desastre, que ameriten una intervención excepcional. Asimismo, se contempla como prioritarias a las personas en situación de vulnerabilidad (mujeres violentadas, personas que no cuentan con un empleo o ingreso suficiente, personas migrantes, personas en situación de calle, entre otras personas, con carencia por acceso a la alimentación). Si bien es cierto que existen grupos de población con prioridad de atención, en la cotidianidad de la operación se observa que no hay restricciones para ingresar a alimentarse en el comedor comunitario y todas las personas que ingresan son atendidas y no se hacen diferencias en el cobro.
En cuanto a la integración de personas voluntarias al Comedor Comunitario, de acuerdo con los Lineamientos del Programa de Comedores Comunitarios de la Sedesol en 2017, las personas voluntarias son mayores de edad que por libre determinación coadyuvan en la operación del comedor. Además, las personas que conforman los equipos de preparación de alimentos preferentemente deberán integrarse en cuatro grupos de cinco personas cada uno más un responsable del comedor, que deberán ser residentes de la localidad, así como ser personas reconocidas por su honestidad, responsabilidad, con presencia y capacidad de convocatoria en su comunidad.
Las relaciones sociales que se tejen en los comedores, sin duda, involucran tanto a las personas que voluntariamente trabajan en ellos como los comensales que acuden con necesidad de alimentarse. Por ello, el comedor comunitario es especialmente útil para identificar la participación voluntaria, así como reconocer los temas, recursos y discursos implicados en situaciones donde los actores se vinculan entre sí, desarrollando y movilizando relaciones sociales. Además, la propuesta de Norman Long, señala que:
…los “actores colectivos” son una coalición de actores que, por lo menos en un momento dado, comparten alguna definición de una situación, o metas similares, intereses o valores, y que acuerdan, tácita o explícitamente, perseguir ciertos cursos de acción social. Tal actor social o entidad (por ejemplo, las redes de actores) puede ser atribuido de un modo significativo al poder de agencia; esto es la capacidad de ordenar y sistematizar la experiencia, tomar decisiones y actuar en consecuencia (Long, 2007, p. 120).
De esta manera, el comedor comunitario es el campo social en donde se desarrollan las prácticas solidarias de la participación voluntaria, y la perspectiva que orienta esta propuesta permite comprender la participación de las cocineras voluntarias como actores colectivos de un programa para la población en condición de pobreza y vulnerabilidad. Considerar a las personas voluntarias desde la perspectiva orientada a evidenciar la solidaridad y las relaciones sociales en un escenario instituido por los comedores comunitarios diseñado para la satisfacción de necesidades sociales alimentarias, la preparación de alimentos el hecho de compartirlos en un espacio comunitario, permite abordar las preguntas sobre la participación voluntaria, sus motivaciones y sus formas de articulación con los beneficiados.
La participación voluntaria en el comedor comunitario
Se puede decir que la participación social, como prácticas organizadas que, a través de distintas modalidades de intervención pública, tiene como propósito la transformación de problemas no resueltos, considerados como no deseables para las poblaciones sujetas a estas acciones. Las motivaciones para realizar las acciones voluntarias y solidarias son de muy diversa índole, por lo que se requiere explorar y comprenderlas en sus diferentes contextos.
Para Zurdo (2006), el voluntariado ofrece diversas “expresiones”, pero siempre es una manifestación de la participación social y se muestra, cada vez más, como un medio para la prestación de servicios sociales, principalmente de carácter paliativo, que se ofrecen, en la mayoría de los casos, y de manera creciente, en los márgenes del aparato estatal, lo que para el autor es clara muestra de un voluntariado funcionalmente “adosado” al Estado.
El estudio de las motivaciones del trabajo voluntario es un tema de estudio clave, ya que en función de la o las motivaciones significativas para los voluntarios se puede comprender cómo es que adoptan distintas acciones de participación, la realización de determinadas tareas, sus intereses en la capacitación, entre otras. La idea que subyace es que la satisfacción de las motivaciones es clave para la permanencia y continuidad de la participación voluntaria (Chacón et al., 2010). De acuerdo con Chacón, Gutiérrez, Sauto, Vecina, y Pérez (2017), para el estudio de las motivaciones, entre los métodos utilizados, destaca el “Inventario de Funciones Voluntarias” (IFV) a partir de las dimensiones de la motivación de los voluntarios elaboradas en 1998 por Clary et al.
Este actor colectivo que se caracteriza, en síntesis, por la gratuidad de sus actividades, se convierte, de hecho, en mano de obra barata para programas públicos, necesitados de personal y de fondos económicos, para atender demandas de parte de los ciudadanos que no pueden satisfacer el Estado y sus instituciones. Sin embargo, en la solución de la pobreza extrema alimentaria, en la que no todo es dinero, y en la que, por cierto, el dinero es insuficiente, el trabajo voluntario no remunerado en los comedores comunitarios no ha sido adecuadamente estudiado, valorado ni reconocido, con el riesgo de que las voluntarias abandonen su participación, poniendo en duda la operación del comedor.
Metodología
El presente trabajo se realizó bajo un enfoque cualitativo de investigación, en el que el interés residió en conocer las motivaciones de las personas que participan voluntariamente en comedores comunitarios, captando la realidad social a través de las personas que son sujetos de estudio. Con un carácter cualitativo, se buscan las características, los perfiles de las personas o grupos de personas, desde la perspectiva de los participantes en relación con un contexto determinado, y que son sometidos al análisis para explorar sus puntos de vista (Hernández, Fernández, y Baptista, 2014). El análisis pretende desplazar el foco de atención del programa público, a las prácticas que hacen posible la expresión solidaria de las voluntarias en ese contexto. Para ello, durante la primera fase del trabajo de campo realizado en el Estado de México, se contactó tanto a comensales como a voluntarias de los comedores comunitarios El Seminario, San Mateo Oxtotitlán, San Cayetano Morelos y San Marcos Yachihuacaltepec en el municipio de Toluca, y en el comedor de San Francisco Tlalcilalcalpan en el municipio de Almoloya de Juárez, realizándoles entrevistas abiertas enfocadas a conocer las circunstancias particulares de convergencia en el comedor. El trabajo de campo se realizó en el Estado de México, del 6 de septiembre al 6 de octubre de 2017. Se utilizaron herramientas cualitativas como las entrevistas y un cuestionario con preguntas abiertas, con la finalidad de conocer las motivaciones de las personas que participan voluntariamente y las relaciones sociales solidarias para la construcción y reconstrucción social, desde una perspectiva centrada en el actor.
Precisamente, de esa interacción, surge la pregunta ¿Cuáles son las motivaciones de las cocineras voluntarias para participar en el comedor? Para comenzar la reflexión sobre cómo se articulan las motivaciones de las voluntarias y las percepciones de los beneficiados en los comedores comunitarios. Posteriormente, como segunda fase del trabajo de campo, se realizaron entrevistas seis semiestructuradas y diecinueve cuestionarios con preguntas abiertas a informantes clave para conocer las motivaciones de las personas voluntarias.
El cuestionario utilizado es una investigación realizada sobre diecinueve personas voluntarias y sus motivaciones, que se llevó a cabo en el contexto de las actividades cotidianas en los comedores comunitarios, utilizando el procedimiento estándar de solicitarles que de manera individual llenen el cuestionario, con el fin posterior de obtener una variedad de características objetivas y subjetivas de las personas voluntarias. El cuestionario, a la par que nos proporciona la obtención de información, nos permite medir la participación por sexo, la variedad de tipologías de voluntariados y la multiplicidad de motivaciones del mismo. Así, además de los datos sociodemográficos, se integró con las siguientes preguntas abiertas: ¿Considera su participación en el comedor comunitario como trabajo voluntario?, la cual permite a las personas autodenominarse voluntarias. Así como Enumera por orden de importancia la o las razones por las que decidiste participar como voluntario/a en el comedor. Para clasificar las motivaciones, se utilizó la Categorización de las Motivaciones de los Voluntarios, realizada por Chacón et al. (2010). Se aplicaron diecinueve cuestionarios con preguntas abiertas a informantes clave para conocer las motivaciones de las personas voluntarias, de las cuales uno se aplicó en el comedor comunitario El Seminario; siete en San Mateo Oxtotitlán; seis en San Marcos Yachihuacaltepec; y tres en San Cayetano de Morelos en el municipio de Toluca; y finalmente en el comedor de San Francisco Tlalcilalcalpan en el municipio de Almoloya de Juárez se aplicaron dos cuestionarios. Los criterios básicos que se utilizaron para la selección de las personas voluntarias que contestaron el cuestionario son los siguientes: se aplicó el cuestionario a todas las voluntarias presentes en los cinco comedores comunitarios, de acuerdo a su asistencia al comedor el día de la aplicación de los cuestionarios, ya que no todas las voluntarias asisten los mismos días, porque forman equipos para turnarse la atención del comedor. Asimismo, se tomó en cuenta la disposición de la persona voluntaria para contestar el cuestionario.
Resultados y discusión
Con el trabajo de campo realizado se pudo advertir que la motivación de la participación voluntaria, si bien es variada, la solidaridad está presente, aunque no se encuentra exenta de una falta de recursos para sobrevivir. Es decir, la participación voluntaria responde a una actitud solidaria, pero la vulnerabilidad económica de los hogares de los participantes los hace más proclives a buscar alternativas para ser más resistentes a las dificultades cotidianas, lo que en términos de Long (2007), son los procesos “sociovitales” o formas de sostén económico que disponen de prácticas por las que los actores se esfuerzan para obtener los alimentos, cubrir sus necesidades, participar en nuevas actividades y cumplir con sus compromisos sociales.
Los datos sociodemográficos de las diecinueve voluntarias de cinco comedores comunitarios a las que se les aplicó el cuestionario muestran que tienen una edad promedio de cuarenta y siete años. En cuanto a escolaridad, una voluntaria no fue a la escuela, siete tienen estudios de primaria, cinco de secundaria, cuatro de preparatoria y dos de licenciatura. Con relación al estado civil, once están casadas y tres viven en unión libre, una es soltera, una está separada, dos son viudas y una es madre soltera. Dieciocho tienen hijos y el número promedio es tres. El tiempo que llevan participando en el comedor es de veintidós meses en promedio, con un rango de uno a cuarenta y ocho meses. Todas se consideran voluntarias y las respuestas dadas a la pregunta abierta por las diecinueve voluntarias fueron un total de setenta y cinco, con un promedio de cuatro y con un rango de una a seis.
La motivación para la participación permite explicar las acciones solidarias que realizan las personas voluntarias y los resultados del presente estudio muestran que las personas realizan actividades aparentemente parecidas, por razones diferentes, y de esta manera, la participación voluntaria, que puede parecer ser muy similar en los distintos comedores comunitarios donde se realizó el estudio, refleja diferentes motivaciones individuales, es decir, las voluntarias pueden estar sirviendo a diferentes propósitos personales, y los resultados del presente estudio concuerdan con los reportado por Dávila y Díaz-Morales (2009).
El estudio no tuvo como propósito conocer por qué permanecen las voluntarias determinado tiempo, sin embargo, algunos datos muestran las razones del mantenimiento del compromiso a lo largo del tiempo. Con la información obtenida en los cuestionarios, al menos las siguientes motivaciones de la participación voluntaria fueron detectadas: servir a la comunidad, me gusta cocinar, necesidad económica, para darle de comer a mi familia, conocer, aprender, participar y convivir. De estas motivaciones, sólo dos no corresponden en exclusiva a una intervención solidaria, y una es exclusivamente económica, sin embargo, todas están dentro de la participación voluntaria y las asumen como tal. Los resultados ponen de manifiesto que no parece que la edad, como otros factores asociados a la misma (estado civil, tener hijos, entre otros), o la escolaridad, dificulten el desarrollo de la participación voluntaria. En este caso, tener hijos incentiva la participación de las mujeres en el comedor.
De acuerdo con la información de la Tabla 1, el 83% de las respuestas se ubicó en cuatro categorías: Motivación de valores: incluye expresiones que haga explícito algún tipo de valor social de interés altruista por ayudar a otras personas como “ayudar a la gente que no tiene lo necesario para comer”; “me gusta servir a mi comunidad”; “participo por el bien de mi pueblo”; “atender a nuestra gente que de verdad lo necesita”, y representa el 39%. Disfrutar: en esta categoría se han incluido las respuestas que hacen referencia directa a que a la persona le gusta realizar el voluntariado, motivaciones como “me gusta cocinar”, “me gusta participar en el comedor”, y “me gusta apoyar a quien lo necesite”, y representa el 16% de las motivaciones. Relaciones sociales: refleja una necesidad de establecer relaciones sociales nuevas y el voluntariado sería el medio para conseguirlo, respuestas como “hacer un buen equipo de convivencia con amigas”, “para tener una mejor relación con la gente” y “convivir con personas que no tienen familia” son propias de la categoría y representa el 9%. Beneficio personal: se consideran motivaciones que convergen con la necesidad económica, por ejemplo “Por necesidad”, “Para darle de comer a mi familia” y “Ayudarme pues podemos alimentar a nuestra familia sin pago” y representa el diecinueve por ciento.
Categoría* | Descripción de la categoría | Porcentaje** |
---|---|---|
Motivación de valores de reciprocidad, ayuda a un territorio específico y ayuda a un colectivo específico | Incluye cualquier expresión que haga explícito algún tipo de valor social de interés altruista por ayudar a otras personas. Se incluyen respuestas basadas en la norma social de reciprocidad. Las respuestas incluidas reflejan algún tipo de colaboración con una zona geográfica concreta conocida y de interés para el voluntario (como la comunidad). En este caso el interés de ayudar también se centra en un segmento específico de la sociedad o grupo concreto (la gente que lo necesita). | 39% |
Beneficio personal | Se consideran aquellas motivaciones, que convergen con la necesidad económica. | 19% |
Disfrutar | En esta categoría se han incluido las respuestas que hacen referencia directa a que a la persona le gusta y se divierte realizando el voluntariado. | 16% |
Relaciones sociales | Esta subcategoría refleja una necesidad de establecer relaciones sociales nuevas y el voluntariado sería el medio para conseguirlo. | 9% |
Mejora de la estima | Esta categoría motivacional incluye significados en la que se incluyen expresiones como “el voluntariado incrementa mi autoestima”, “hace que me sienta importante o necesario”, “que me sienta mejor conmigo mismo” o “es una forma de hacer nuevos amigos”. | 8% |
Condiciones | En esta categoría se incluyeron respuestas que no eran propiamente motivos sino condiciones o requisitos necesarios que facilitan o favorecen el poder realizar el voluntariado | 5% |
Motivación de conocimiento-comprensión | Esta categoría refleja el interés por aprender y comprender el mundo, el desarrollo de nuevas perspectivas e interpretaciones, así como el aprendizaje y potenciación de habilidades. | 3% |
Crecimiento personal | La persona manifiesta que realiza el voluntariado como una forma de evolucionar de manera positiva, de desarrollarse y potenciarse personalmente | 1% |
100% |
FUENTE: elaboración propia con base en datos de campo.
* Categorización de las Motivaciones de los Voluntarios, realizada por Chacón et. al. (2010).
** Se refiere al porcentaje de las motivaciones obtenidas en los diecinueve cuestionarios aplicados a las voluntarias.
Es indudable que las motivaciones de las personas que participan voluntariamente ofrecen pistas del complejo mecanismo de cooperación que vemos reflejado en la construcción social de redes y relaciones. Las personas voluntarias cuentan con razones múltiples, variadas y combinadas para participar en los comedores comunitarios, que incluyen la necesidad económica y su propia vulnerabilidad, el valor social de apoyar a la comunidad y a otras personas, disfrutar de participar, mejorar la autoestima, el crecimiento personal y la construcción de relaciones sociales, por lo que su estudio ayuda a comprender mejor los mecanismos de cooperación de los actores sociales.
Para Bourdieu (1997) los agentes sociales no hacen cualquier cosa, no actúan sin razón, lo que significa que tienen razón al actuar como actúan o, incluso, más claramente, que tienen sus propias razones para actuar; que se trata de razones que rigen, orientan y guían sus acciones. Pueden comportarse de tal modo que, a partir de una valoración racional, resulta evidente que han tenido razón para hacer lo que han querido hacer. En este sentido, los agentes sociales no llevan a cabo actos inmotivados, actos de los que no se puede dar razón, y existen intereses socialmente establecidos que simplemente existen en relación con un determinado espacio social en el cual algunas cosas resultan importantes y otras indiferentes.
En sus respuestas, las personas dan cuenta de necesidad de alimentarse, pero también de vincularse, establecer nuevos contactos o mejorar sus relaciones sociales y la participación voluntaria en el comedor comunitario puede ser el medio para conseguirlo. En adelante, en el trabajo no se identificará con el nombre verdadero de las personas voluntarias o comensales para no revelar su identidad real. Así, en San Marcos Yachihuacaltepec, la señora Alejandra de sesenta años de edad y con tres años de participación en el comedor comunitario, al responder el cuestionario sobre sus motivos para ser voluntaria, nos hace ver lo siguiente:
“Porque estoy sola me gusta apoyar aquí en el comedor, y porque tengo un plato de comida que no me cuesta, trabajo con gusto para atender a la gente que viene al comedor. También para salir de la rutina y porque aquí vemos diferentes caras y eso nos hace bien darle una sonrisa a la gente”. (Alejandra entrevistada el 06 de octubre de 2017).
Justo aquí resulta pertinente evocar a Berger y Luckmann (2011) y reflexionar acerca de su planteamiento de la interacción social, en el cual, la realidad de la vida cotidiana es algo que se comparte con otros. En la situación “cara a cara”, el aquí y el ahora de uno y de otro gravitan continuamente, en tanto dure el encuentro. Es un intercambio continuo de expresividad, en donde los dos se ven sonreír, en una continua reciprocidad de actos expresivos.
Las narraciones de los actores: la voz de los que tienen su propia voz y su discurso
En las entrevistas, las personas voluntarias expresaron que la familia se encuentra involucrada directamente y aceptan que ésta participe en el comedor comunitario. Aunque las personas entrevistadas no utilizan el término “redes sociales”, sí mencionan que conocer personas es una consecuencia y un beneficio de participar como voluntarios en el comedor comunitario. En este sentido, la participación en los comedores comunitarios responde a la necesidad, pero entendida ésta en un sentido más amplio que la sola necesidad de alimentación, así como la necesidad de conocer personas, sentirse reconocidos al recibir el agradecimiento de los vecinos, y también forjar relaciones y participar en actividades de beneficio a la comunidad, aprender y sentirse útil. Así, en palabras de la voluntaria Ofelia de treinta y siete años en su respuesta a la entrevista:
“En un inicio me invitó una señora que ya tiene aquí tiempo, y al participar en el comedor, reconozco que, en primera se benefician mis hijos y mi esposo también. Sí, he conocido más personas [refiriéndose a las relaciones sociales en el comedor comunitario] y he aprendido más como persona y sí, sí he conocido más vecinos y pues las necesidades de cada persona. Me gusta la solidaridad que hay entre las personas que participan en la cocina [del comedor comunitario] y pues las personas que vienen a comer, el gusto de verlas comer y de satisfacer esa necesidad que es primordial. Sí, me considero voluntaria porque no hay ningún pago y hay ocasiones que ni una misma alcanza comida y pues te llevas la satisfacción de haber cumplido como ciudadano, como ciudadana”. (Ofelia, entrevistada el 6 de septiembre).
También lo expresa el voluntario Javier al decir:
“Creo que aporto a las personas que no tienen quien las vea, con quien convivan, aquí hacerles un poco agradable, que les doy un poco de alegría, cuando vienen les contamos un chiste, bromeamos con ellos sanamente y a ellos les agrada eso, aparte de su alimentación. Cuando nosotros entramos a este Comedor Comunitario toda la gente se sentaba separada, ahora, incluso ya tienen sus grupitos, y ya se empiezan a sentar juntos, empiezan a convivir más entre ellos, a la gente nueva por igual tratan de integrarla en su comunidad que están haciendo aquí. …las personas de la tercera edad, las mayores, muchas veces buscan cariño que no tienen en sus casas y que vienen aquí y se desahogan con las demás personas, incluso los comensales pueden saber más que sus familiares tanto de enfermedades, salud, como de alegrías, que sus mismos familiares; las personas de aquí se comunican a tal grado que ya saben cuándo van a operar a alguien, cuándo se van de viaje, cuándo los visitan sus hijos y todo eso, a ese grado llegan. …lo que más me gusta… ver a la gente contenta, ver cómo nos agradecen, las personas se van contentas, se van felices de cómo las atendemos… nuestro pago en sí es ver a la gente contenta como se va de aquí”. (Javier, entrevistado el 14 de septiembre).
Ofelia y Javier no son ricos ni influyentes; solamente son personas que participan como voluntarios en un comedor comunitario y, junto con otros voluntarios, ayudan a preparar la comida y a mantener limpio el lugar. A ellos les gusta apoyar, solidariamente, para darle de comer a otros; a veces, a personas desconocidas que posiblemente no habrían ni saludado en la calle, pues, incluso, algunos de los comensales ni siquiera son de la localidad y sólo están de paso. Ofelia y Javier con sus testimonios nos enseñan que la participación voluntaria produce satisfacción, genera vínculos y relaciones, y que la solidaridad está vigente en su comunidad.
Cuando el hambre de otros, sobre todo de desconocidos, se convierte en el motivo de la participación en el comedor, las personas voluntarias nos dan una señal del significado de la solidaridad. Y así lo expresa el comensal y beneficiado don Luis de setenta y ocho años al decir:
“Es una cosa social que hacen muy bien las señoras… Claro, claro que sí me beneficia porque mi esposa ya está grande, ya no puede hacer de comer, ya no hace nada, me vengo a comer, yo no le llevo de comer a su casa porque ella quiere hacer las cosas, pero ya no puede. Las voluntarias me tratan muy bien, ya me conocen por mi nombre, ya saben que no me gusta comer mucho, me gusta que me sirvan poquito y cuando son cosas grandes pues me como la mitad y la otra mitad me la llevo a mi casa, asimismo las tortillas. Pues que esto no se acabe y que dicen que el año que viene se acaba y que ya no va a haber, no se sabe por qué, pero yo digo que está muy bien y que ayudan mucho a la gente”. (Don Luis, entrevistado el 13 de septiembre).
Y la Sra. Margarita, de treinta y siete años, beneficiada del comedor comunitario lo expone así:
“¿Qué se siente la pobreza?, ¿Cómo se siente, dígame usted? ¡Ay!, mira… si eres feliz… si están sano tus hijos, ¿qué le puedes pedir a la vida, a Dios?, pos que seas feliz y estar sano, y que no te falte lo necesario. Pero sí se siente feo, de… de no tener dinero. O sea, yo un día, a mí me pasó, mis hijos todos tenían hambre y mi esposo esa vez se había accidentado en su carro y… dice: “ahora no tengo”, no me dijo, pero prácticamente su actitud me lo dijo todo, “hazlo cómo puedas y come lo que puedas”, y yo dije: “de dónde, si no tengo ni un peso, cómo le hago”. Se siente feo cuando de plano, cuando de plano no tienes nada en la bolsa… Tengo como un año [refiriéndose a desde cuándo conoce el comedor comunitario], pero, yo ahorita créame que sí pasé a comer porque tenía hambre, porque de estar pensando… no sé vine para pensar, cómo apoyar a mi esposo”. (Margarita entrevistada el 27 de septiembre de 2017).
Los testimonios de Ofelia y Javier, son apenas dos de muchas personas voluntarias que participan, que acuden diariamente a los comedores comunitarios a apoyar a personas que, como don Luis o la Sra. Margarita, que necesitan comida. A su vez, los testimonios de los beneficiados como el de Don Luis o la Sra. Margarita no existirían sin el esfuerzo cotidiano de personas voluntarias como Ofelia y Javier.
La información recabada a través de las entrevistas y los cuestionarios, al darle voz a los actores, muestra que la solidaridad y el compromiso con la comunidad son evidentes, así como los beneficios que genera la participación voluntaria en el “campo social” de los comedores comunitarios, y que con la construcción social de vínculos entre las personas voluntarias y los beneficiados, más que ofrecer y recibir una comida, intercambian experiencias y comparten compañía, se reconoce y valora el trabajo realizado por hombres y mujeres voluntarios, y se puede decir que son los “actores colectivos” estratégicos del comedor comunitario. De acuerdo con lo observado, las voluntarias y los beneficiados se alimentan y socializan a la vez, y a la luz de la teoría, la alimentación es un acto social.
El voluntariado es una de las perspectivas más activas y profundas de participación ciudadana en la sociedad contemporánea y emerge de la libre responsabilidad personal para la mejora y el desarrollo comunitario. Específicamente, el voluntariado es una estrategia de participación, que, ejecutado libremente, organizado y no remunerado, se desarrolla a través de actividades y programas que causan un beneficio para la comunidad. Las motivaciones de la actividad voluntaria pueden ser múltiples y no solamente ser una acción altruista pues, en efecto una persona puede decidir prestar servicios gratuitos a los demás porque le sobra tiempo o porque le falta trabajo, para ganar experiencia o, como se suele afirmar, para “sentirse realizado”; o por otras buenas razones; o por una mezcla de motivos de diversa índole moral (Giner y Montagut, 2005, p. 47).
“Así, sobre el carácter voluntario no remunerado de la participación, coincidimos con los autores pues, si bien es pertinente reconocer la complejidad de las motivaciones para prestar trabajo voluntario y organizarlo dentro de un grupo, las motivaciones no interfieren con el propósito solidario de prestar ayuda en beneficio de la comunidad. De esta forma, al querer saber si la virtud es posible y los ciudadanos tienen interés en la virtud, Bourdieu (1997) señala que esta característica no es concebible si no es dotándose de ese motor que es el reconocimiento de la ventaja del grupo y de sus intereses sobre el individuo.”
Reflexiones sobre la participación voluntaria y el comportamiento solidario
Desde una perspectiva orientada al actor propuesta por Long (2007), al reflexionar sobre los comedores comunitarios como campo social para la participación voluntaria de los actores, este tipo de investigación resulta relevante para comprender cómo funcionan los esquemas que incorporan la participación de los actores sociales en las iniciativas de desarrollo social, y cuáles pueden ser las motivaciones para que los actores se involucren en estos espacios.
El diseño del Programa de Comedores Comunitarios supone una perspectiva sobre la participación voluntaria de los actores sociales que busca involucrarlos en la operación del programa, según sus propias motivaciones. Sin embargo, esta perspectiva no considera que los espacios de participación toman forma a través de la agencia de los actores involucrados, que tienen sus propios conocimientos, motivaciones e intereses, y buscan hacerse de un espacio para seguir sus propias estrategias, acentuando el carácter activo de los actores sociales, resultando relevante en este caso, pues muestra que su participación voluntaria depende de las motivaciones que guían su participación, y que los comedores comunitarios necesariamente siguen los esquemas propuestos por estos, y en buena medida es el resultado de la apropiación de los recursos materiales e inmateriales que el programa hace disponibles para los actores, según sus lógicas, sus razones y sus necesidades.
El análisis del funcionamiento de los comedores comunitarios evidencia que los recursos provenientes de este tipo de programas se integran a la lógica de la economía familiar, donde las motivaciones compiten con las necesidades cotidianas de los hogares y muchas veces son utilizados para mejorar el consumo de alimentos de la familia. Además, tanto las necesidades alimenticias que enfrentan las familias en pobreza como las dificultades de que la participación en los comedores comunitarios no sea remunerada pueden promover la dependencia de las personas involucradas y eventualmente incrementar su vulnerabilidad.
Situaciones similares a las encontradas en este estudio han sido reportadas en otros trabajos. Para Castro (2002) las razones por las que la gente participa como voluntaria son tan numerosas y muchos voluntarios tienen más de una razón u objetivo, y diferentes personas pueden plantear diferentes necesidades motivacionales para su participación voluntaria.
La participación voluntaria en los comedores comunitarios es una muestra cotidiana de solidaridad, sin reflectores ni cámaras para atestiguar su presencia diaria. Mujeres y hombres, pero mayoritariamente mujeres, con la responsabilidad que les marca su necesidad, su conciencia y su voluntad, participan lavando trastes, barriendo y trapeando, preparando la comida con sus manos, repartiendo el agua, sirviendo platos para dar de comer a quien lo necesita, incluyendo a su propia familia, organizándose para recibir a sus vecinos y algunos desconocidos, para ofrecer un alimento acompañado de un saludo amable. Esta investigación da cuenta de la alta participación femenina en el voluntariado, promovida por la conducta de ayuda propia del género femenino, en especial cuando se trata de temas socio asistenciales y coincide con lo reportado por Chacón, Vecina y Dávila (1998).
La participación en su mejor versión es voluntaria, solidaria y generosa, y a pesar de que las personas voluntarias y sus familias también se benefician en los comedores comunitarios, el comedor se convierte en un impulso de la vida social logrando canalizar la voluntad de servicio para el bienestar de la comunidad. Situaciones similares han sido reportadas en el trabajo de Valencia y Velandia (2013), en donde la solidaridad identificada en el voluntariado da cuenta de una labor altruista que genera alegría, sin esperar ninguna retribución económica. Como lo enuncia una persona voluntaria, “es un acto de solidaridad”. La solidaridad cuando busca la vulnerabilidad hace un viaje que suele ser de ida y de regreso. Smith (2009) argumenta que las redes sociales, ayudan a los actores sociales a coordinar las tareas de cooperación y de acción colectiva, y a mejorar el desempeño individual y colectivo a través del intercambio de información y recursos.
Conclusiones
Los resultados del presente trabajo de investigación permiten identificar con claridad una participación voluntaria proactiva y pro-social de personas que requieren alimentar a su familia, pero que, al mismo tiempo, es una participación solidaria y generosa porque se interesa por el bien de su comunidad o la alimentación de la gente que lo necesita. Las personas voluntarias realizan sus acciones a la vez que crean vínculos, mejoran sus relaciones y disfrutan su trabajo -voluntario- y, en este sentido, apunta, sin la menor duda, a un avance en la corresponsabilidad para lograr el bienestar social y nos muestran que la participación de las personas voluntarias, de manera yuxtapuesta, complementa y enriquece grandemente, la responsabilidad que se deriva del Estado y sus instituciones.
El estudio de la participación voluntaria en los comedores comunitarios nos permite entender con mayor precisión las motivaciones, como diversidad de discursos, que tienen las personas voluntarias, y junto con los objetivos del programa público, obtener resultados constantes de la intervención social que requiere de la motivación a largo plazo. La solidaridad es el lenguaje que une al que ayuda voluntariamente con el beneficiado de esa acción, por lo que no hay nadie en el comedor sin una buena razón. El valor de la participación voluntaria en los comedores comunitarios no debe verse desde lo económico sino desde lo social.
Una perspectiva orientada al actor brinda los indicios pertinentes para entender los motivos por los que la participación voluntaria en los comedores comunitarios surge y se afianza en las vidas cotidianas de las personas involucradas. Permite, además, analizar las prácticas sociales y discursivas que son realizadas e interpretadas por los actores sociales, así como posibilita considerar los escenarios de interacción a pequeña escala como campos de recursos y redes de relaciones. El eje subyacente de las redes está en el concepto de sustento y expresa el propósito de individuos que perseveran para ganarse la vida, eligiendo entre diferentes posibilidades de participación. Por todas las razones mencionadas, el estudio de las motivaciones de la participación voluntaria requiere una comprensión de los discursos, los significados, las prácticas organizativas y los procesos sociovitales de los actores sociales.
El tema de los comedores comunitarios es tan amplio que aún falta por investigar la percepción de los comensales, el tema de la agencia y el empoderamiento, el comedor como espacio alimentario, la violencia hacia los comedores y los conflictos entre las voluntarias, así como la comida, los alimentos locales, su vínculo con el territorio, su sabor, entre otros. Estos aspectos -por nombrar solamente algunos- si han sido identificados durante la presente investigación, se han dejado de lado, privilegiando el enfoque sobre las motivaciones de participación solidaria, pero sin ignorar que forman parte de un objeto de estudio complejo como es el de los Comedores Comunitarios y los actores sociales que en ellos se encuentran.