Introducción
El turismo se ha posicionado como uno de los rubros que propicia mayor derrama económica. De acuerdo con el barómetro de la Organización Mundial del Turismo (OMT), en 2021, los ingresos por turismo internacional se estimaron en 1.9 billones de dólares, lo que rebasó los 1.6 billones de dólares generados en 2020. Por ese mismo concepto, tan solo en el primer trimestre de 2023, se alcanzó el billón de dólares. El pronóstico para ese mismo año apunta a la recuperación de llegadas internacionales, que alcanzarán entre el 80% y el 95% (OMT, 2022; OMT, 2023). Para el caso de México, en 2022 el turismo internacional representó 20 mil 944 millones de dólares, lo que significó un incremento de 43.3% respecto al año anterior (Sectur, 2023).
La situación provocada por la pandemia acentúa la necesidad imperante de repensar la manera de practicar esta actividad y, sobre todo, de analizar si sus condiciones actuales se acercan a un modelo de sustentabilidad o se alejan de él (Higgins-Desbiolles, 2017; 2020). En términos generales sus modalidades se catalogan en dos grandes rubros: 1) turismo masivo: relacionado con el sol y playa, actividades culturales en grandes ciudades y de esparcimiento en destinos con lujosa infraestructura; 2) turismo alternativo: contrapuesto a su orientación masiva, abarca el turismo de aventura, rural y ecoturismo (Ibáñez y Cabrera, 2011). En él es posible identificar el intento por emanciparse de su práctica masiva y resignificarlo, para lo cual opta por experiencias que procuren una conexión con la naturaleza. También por destinos alejados de las grandes urbes, inmersos en parajes abundantes en áreas verdes habitados por locales con un ritmo de vida diferente al bullicio de la ciudad. En términos generales ello responde al entendimiento de la sustentabilidad de forma integral.
En tal sentido, la perspectiva de la sustentabilidad que ha permeado en este rubro influye en su consumo y prácticas, limitando su sentido integral y comprensión, así como ciertos aspectos para su análisis (Casas y Rodríguez, 2022), de tal forma que, puede causar una visión parcial refuncionalizada en estudios posteriores y fragmentar el alcance en las estrategias que se visualicen para atender problemáticas asociadas a la sustentabilidad en los destinos (Vilchis y Cruz, 2022).
Abordar dicha temática requiere integrar ciencia y práctica; reconocer que encierra un entramado y complejo cúmulo de conocimientos que, a pesar de situarse bajo el modelo tradicional economicista, poco a poco concentran diversas bases teóricas y empíricas con múltiples instrumentos y perspectivas tanto teóricas como metodológicas (Azamar y Matus, 2019). Esto amplía las posibilidades para el estudio de la sustentabilidad en el turismo.
En tal contexto, conformar una visión más completa de la sustentabilidad, requiere partir de entenderla como un proceso multidimensional que incide en las estructuras socioeconómicas, territoriales y ambientales, de manera que se visualice una relación entre naturaleza y sociedad, no como elementos separados (Carreño y Carrasco, 2015). Zarta (2018) coincide en que se le debe entender en un sentido amplio, a partir de la integralidad de las dimensiones económicas, sociales, ambientales, políticas y de valores. El punto es que lo mencionado conlleve a una transformación global de supervivencia con el planeta, donde la población sea partícipe de las decisiones en el proceso de desarrollo. El objetivo es que se fortalezca así las condiciones del ambiente mediante el aprovechamiento de sus recursos naturales. Para este autor, el éxito de la sustentabilidad reside en la transversalidad, en que los subsistemas en un territorio trabajen en conjunto y regulen el avance del hombre en el ambiente, logrando una relación entre lo económico, social, ambiental, cultural y sus valores.
En concordancia con tal perspectiva, este artículo se plantea como objetivo identificar el enfoque predominante de la sustentabilidad en la literatura especializada. Se desea para mostrar, por una parte, las dimensiones que se han privilegiado en su estudio y aplicabilidad; por otra, develar aquellas coadyuvantes en su análisis, de tal forma que, sea posible contribuir mediante la reflexión y visibilización de las dimensiones que han sido relegadas -en su estudio y práctica-, a un entendimiento más completo sobre la realidad actual en los destinos. Se apuesta a que, esta visión integral sea útil para orientar acciones más efectivas en favor del turismo sustentable. Para atender su fin, el artículo se divide en cuatro segmentos. En el primero se contextualiza brevemente el paradigma de la sustentabilidad; el segundo refiere al proceso metodológico, el tercero presenta los resultados; el cuarto apartado corresponde a las conclusiones.
De las teorías del desarrollo a la racionalidad ambiental
Abordar las dimensiones de la sustentabilidad en destinos turísticos implica remontarse a los hechos que han contribuido a que prevalezca la perspectiva economicista; por tanto, es necesario tomar en cuenta como antecedente que, su concepción emergió en un ambiente político-económico que contribuyó a cimentar sus bases en las dimensiones política, económica y ambiental. Para ello se remite a las teorías de desarrollo liberales surgidas tras la Segunda Guerra Mundial.
Estos modelos adoptaron formas productivas contrarias a los principios de la sustentabilidad, rebasando los límites del aprovechamiento de los bienes tanto culturales como naturales, dando como resultado su extracción y consumo irracional. Los medios de comunicación y el libre mercado se posicionaron como herramientas de la globalización para imponer la ideología dominante economicista que rige a la sociedad (Martínez-Castillo y Martínez-Chaves, 2016).
El desarrollo fue un discurso oficializado y difundido en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y Desarrollo en Río de Janeiro en 1992. La conciencia ambiental, sin embargo, inició su expansión desde los años setenta a partir de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano, celebrada en Estocolmo en 1972, cuando se enfatizó sobre los límites de la racionalidad económica y los desafíos ante la degradación ambiental provocada por el proyecto civilizatorio de la modernidad. En respuesta a la crisis ambiental se propusieron y difundieron estrategias de ecodesarrollo mediante la creación de nuevas formas de producción y estilos de vida regionales, diversidad étnica y la inclusión de las poblaciones locales para la gestión participativa de los recursos (Villota y Noguera, 2020). La propuesta de ecodesarrollo enfatizaba los espacios de autonomía local, contraponiéndose a líderes estatales y partidarios de la libre empresa, principalmente por centrarse en el desarrollo de base comunitaria (Barbieri, Vasconcelos, Andreassi y Vasconcelos, 2010).
Ya desde 1972 el Informe Meadows, conocido también como el Informe de los Límites del Crecimiento, hacía una advertencia sobre el deterioro en la calidad y la dirección que tomaría la vida si continuaba favoreciendo los sistemas económicos y de gobierno. Dicho documento alertaba que en cien años se alcanzaría el límite de alojamiento de la tierra si se mantenían las tendencias de crecimiento, contaminación, producción de alimentos, utilización de los recursos naturales e industrialización (Meadows et al., 1972).
En los años ochenta el discurso del desarrollo sostenible desplazó las estrategias de ecodesarrollo. En el Informe de Brundtland (1987) publicado por la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, el cual estableció el desarrollo sustentable como el modelo a seguir, se evaluar el avance de los procesos de degradación y las políticas ambientales para enfrentar la crisis ambiental. Desde ese momento se le dio el valor de bien común al ambiente y se consideró importante su preservación; se declaró que, el modelo de producción no estaba en crisis, sino que, la forma de consumo y el consumidor eran los causantes de destruir la riqueza natural. Sin embargo, esta comprensión de la sustentabilidad fue un tanto ambigua y quedó lejos de sus propósitos, convirtiéndose en un concepto ideológico. El modelo de producción no tuvo una transformación profunda, al interponerse directamente a la sustentabilidad, por lo cual modificó radicalmente la relación hombre-naturaleza (Vilchis-Onofre y Cruz-Coria, 2022).
En este orden de ideas se entiende que, la problemática ambiental es consecuencia de la crisis económica de un mundo globalizado donde la cosificación del ser y la sobreexplotación de la naturaleza se traducen en una crisis ambiental, efecto de las formas de comprensión del mundo generada por la hegemonía totalizadora que parte de la unidad de la ciencia y la unificación forzada del mercado (Cortes y Peña, 2015).
A partir de la Conferencia de Río (1999) y de la Conferencia de Johannesburgo (2002), el turismo adoptó la sustentabilidad para contribuir al bienestar de las comunidades originarias y a la conservación tanto de la integridad cultural como ecológica. Por tanto, desde la década de los noventa, la sustentabilidad empezó a estar presente en el discurso turístico, por lo cual se generaron documentos, reuniones y conferencias enfocadas a concebirlo como una actividad sustentable, entre ellos: 41 Congreso de la Asociación Internacional de Expertos Científicos en Turismo (1991), la Cumbre de la Tierra (1992), la Conferencia Euro Mediterránea sobre Turismo y Desarrollo Sostenible (1993), la Conferencia Mundial del Turismo Sostenible en Lanzarote (1995), la Agenda 21 para la Industria Turística (1995), la Asamblea General de Rio+5 (1997) y la Conferencia de Desarrollo Sustentable (Rio+20) (Saeteros, Silva y Núñez, 2019).
En este mismo orden, 2017, fue declarado por las Naciones Unidas como el Año Internacional del Turismo Sostenible. De esa manera se contribuía a las tres dimensiones del desarrollo sostenible: ambiental, social y económica. Se sumaba así a la vigésima segunda reunión de la Asamblea General de la Organización Mundial del Turismo, durante la cual se generó la Declaración de Chengdu sobre el turismo y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (Saeteros et al., 2019).
En medio de este pensamiento moderno de dominación de la naturaleza y de la cultura, emergió la racionalidad ambiental que develó las categorías del pensamiento y conceptos científicos detrás de una racionalidad teórica, económica que ha cosificado al mundo. Este tipo de racionalidad abrió el camino para trascender la estructura social establecida y los paradigmas de conocimiento instituidos, emancipándose del pensamiento global y totalizador. Asimismo, dio apertura a una política que va más allá de las estrategias para disolver diferencias opuestas en un campo común guiado por una racionalidad comunicativa, regida por un saber de fondo, por un conocimiento común y por leyes universales. De esta manera, abrió el diálogo entre el saber ambiental y el campo de las ciencias para la construcción de una racionalidad donde convergieran diferentes identidades culturales abiertas al diálogo de saberes (Leff, 2022).
La sustentabilidad, actualmente define el crecimiento económico desmedido como un gravoso fracaso político-económico. Las acciones realizadas responden a pequeñas acciones aisladas, pero no se comprende la problemática ambiental desde su complejidad y desde la necesidad de ser atendida mediante cambios profundos en la dinámica productiva (Morandín y Azamar, 2019). Con base en lo expuesto, se hace una revisión sobre la sustentabilidad en el turismo, para reconocer la línea rectora que ha guiado tanto los aspectos menos abordados, como aquellos que puedan abonar a favor de un diálogo de saberes y avanzar hacia la comprensión integral de este binomio.
Metodología
A fin de tener un acercamiento a la sustentabilidad en el turismo, se llevó a cabo una revisión documental para identificar los trabajos alusivos al tema central de este artículo, publicados entre 2018 y 2023, con el fin de mostrar las publicaciones más actuales correspondientes al último lustro. En un primer momento se delimitó la búsqueda de literatura con palabras clave tanto en español como en inglés: sustentabilidad en destinos turísticos (sustainability in tourist destinations) y turismo sustentable (sustainable tourism).
Para la exploración se partió de revistas del índice SCImago Journal & Country Rank, en la categoría tourism, leisure and hospitality management (Tabla 1). Esta plataforma tiene soporte en la base de datos Scopus que posee indicadores para evaluar la calidad de los trabajos y analizar una variedad de áreas científicas. En este estudio se incluyeron:
Nombre de la revista | País |
---|---|
Tourism Management | Reino Unido |
Tourism Geographies | Reino Unido |
Journal of Sustainable Tourism | Reino Unido |
Tourism Management Perspectives | Estados Unidos |
Annals of Tourism Research | Reino Unido |
Cuadernos de Turismo | España |
Journal of Tourism Futures | Reino Unido |
International Journal of Contemporary Hospitality Management | Reino Unido |
European Journal of Tourism Research | Bulgaria |
Worldwide Hospitality and Tourism Themes | Reino Unido |
Fuente: elaboración propia, 2023.
Para enriquecer la indagación, se realizó el mismo procedimiento en el Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal (Redalyc), que posee criterios de evaluación altamente rigurosos y abarca disciplinas de ciencias sociales, artes y humanidades. Las revistas de Redalyc se visualizan en la Tabla 2.
Nombre de la revista | País |
---|---|
Estudios y Perspectivas del Turismo | Argentina |
Turismo - Visão e Ação | Brasil |
Turismo y Sociedad | Colombia |
Revista Brasileira de Pesquisa em Turismo | Brasil |
Fuente: elaboración propia, 2023.
Fueron revisados artículos de Revista Brasileira de Ecoturismo (REDIB), Face HALSHS Sciences Humaines et Sociales, Acta Universitaria, Revista Interamericana de Ambiente y Turismo, Journal of Business Research International, Revista Venezolana de Gerencia por considerarse pertinentes a los propósitos de este acercamiento.
El procedimiento llevado a cabo constó de tres etapas, la primera correspondió a filtrar los artículos a partir de los criterios establecidos respecto a la sustentabilidad en destinos turísticos y al turismo sustentable. La segunda, consistió en seleccionar y depurar los títulos con mayor relación a la sustentabilidad y al turismo considerando, en su mayoría, artículos de investigación. En la tercera etapa fueron analizados los documentos mediante el software VOSviewer, que permite visualizar redes bibliométricas, así como profundizar en el análisis de los trabajos identificados.
El software aplica la técnica de normalización de la fuerza de asociación (en cuanto a la temática), lo cual permite agrupar los documentos en redes a partir de la información encontrada. Esta herramienta también realiza la técnica de mapeo VOS por similitudes, creando nodos (círculos de colores) con sus respectivos nombres. Estos nodos aluden a los diferentes conceptos que el software identifica en el análisis. El tamaño de cada círculo depende de la frecuencia con que determinado concepto aparece en las publicaciones.
A esta secuencia le sigue la técnica de agrupación (clúster), que consiste en aglomerar los conjuntos de nodos. Con este proceso es posible identificar cada clúster y el nodo con mayor fuerza de asociación, además del mayor número de vínculos, tanto del clúster al que pertenece, como su relación con los nodos del resto de clústeres. En esta última etapa los autores realizaron un proceso similar a la clasificación hecha con el software, para resaltar la dirección de los documentos respecto a las dimensiones de la sustentabilidad, con la finalidad de complementar los resultados obtenidos con el VOSviewer.
Resultados
Derivado de la revisión fueron identificados un total de 104 artículos relacionados con la sustentabilidad y el turismo, de los cuales se detectaron dos grandes temáticas: 1) se mide la sustentabilidad a través de indicadores y se le utiliza como medio para alcanzar la competitividad de los destinos 2) se vincula a la sustentabilidad con el turismo alternativo (turismo rural, ecoturismo, turismo de aventura, turismo comunitario) y su relación con los actores participantes: gobierno, prestadores de servicios, comunidades, empresas públicas y privadas.
Mediante el uso del software se clasificaron los documentos en cuatro clústeres (Tabla 3), de acuerdo con la similitud identificada. La agrupación posibilitó el realizar un proceso análogo con las dimensiones de la sustentabilidad. Como se refirió, tales dimensiones parten del desarrollo sustentable y tradicionalmente han sido tres: económica, social y ambiental (ONU, 2002), incorporadas a la mayoría de las actividades económicas, entre ellas la turística. Sin embargo, otros documentos evidencian la integración de distintas dimensiones como la educativa, tecnológica, geográfica y cultural (Martínez-Castillo y Martínez-Chaves, 2016). La importancia de esta última es relevante en el turismo dada la interacción sociocultural y movilidad inherentes a él.
Clúster | Nodos o conceptos | Dimensiones |
---|---|---|
1 | °Benefit °Ecotourism °Musina municipality °Nature °Region °Resource °Society °State °Strategy °Sustainable tourism °Turismo | Social, política, ambiental, cultural |
2 | °Climate change °Community °Covid °Crisis °Local community °Relationship | Social, política, ambiental, cultural |
3 | °Perception °Stakeholder °Tourist °Tourist destinati | Social, económica, política, ambiental |
4 | °Life °Opportunity °Resident | Ambiental, cultural, económica |
Fuente: elaboración propia con base en análisis documental, 2023.
A cada clúster fue integrada la dimensión o dimensiones con mayor correspondencia conceptual. Partiendo de la propuesta de Martínez-Castillo y Martínez-Chaves (2016), fueron retomadas aquellas que permiten una comprensión amplia de la sustentabilidad.
Dimensión ecológica o ambiental. Centrada en la preservación, regeneración y complejidad de los ecosistemas, su productividad y los ciclos naturales. Promueve la protección de los bienes naturales y se relaciona con la capacidad de carga de un destino.
Dimensión social. Guarda estrecha relación con los estilos de desarrollo de las ciudades industrializadas. Refiere al acceso equitativo de los bienes ambientales, preservación de la biodiversidad, satisfacción de necesidades básicas y seguridad.
Dimensión económica. Relacionada con un desarrollo económicamente eficiente y equitativo. Se basa en unidades de producción locales y diversificadas adaptadas a las características de los ecosistemas para usarlos de manera sustentable.
Dimensión cultural. Implica la relación sociedad-naturaleza en equidad con los miembros de una comunidad sin amenazar las expresiones regionales. Permite el florecimiento de los patrones culturales, los colectivos identitarios tradicionalistas y la preservación del patrimonio cultural heredado.
Dimensión política. Refiere a la participación directa de la población o personas en la toma de decisiones en la definición de un futuro colectivo y en la gestión de bienes socioculturales, así como ambientales mediante estructuras de gobierno descentralizadas y democráticas. Enfatiza la necesidad de resignificar la política y generar nuevas prácticas emanadas de relaciones horizontales.
Paralelamente y como parte de este proceso, de cada clúster fue seleccionado el nodo con mayor fuerza de asociación y similitud conceptual.
Clúster 1
Turismo sustentable (Figura 1), es el nodo más importante de esta agrupación, al tener 21 vínculos, una fuerza de asociación de127 y 23 ocurrencias. Aunque tiene relación con la mayoría de los nodos, no aparece ligado al nodo destino turístico o al de naturaleza. La fuerza de asociación con la sociedad es débil, mostrando mayor fuerza con el residente.
La notable incidencia del nodo turismo sustentable en el primer clúster denota la relevancia que ha cobrado el tema en la academia. El acercamiento a los artículos permite reforzar lo representado en la imagen. Al turismo sustentable se le continua considerando una solución viable a los problemas socioculturales y económicos generados por un modelo neoliberal de consumo en la actividad turística No obstante, algunos aspectos siguen siendo pasados por alto pese a su trascendencia para alcanzar la sustentabilidad como el impacto (positivo o negativo) del desarrollo de proyectos turísticos en las comunidades anfitrionas, la falta de coordinación entre los actores, la congruencia entre la aplicación de normas sustentables y la realidad e intereses políticos y económicos. Adicionalmente, la homogeneización de los programas creados a nivel institucional no responde a las condiciones específicas de cada territorio, por lo que, de atender sus particularidades tales programas podrían representar una alternativa para mejorar las condiciones de las poblaciones.
La connotación sustentable sigue siendo un concepto basado en una definición institucional refuncionalizada por más de 35 años, considerando el Informe de Bruntland, que deja menoscaba las necesidades de la naturaleza y de la población. En los artículos examinados se denota la necesidad de que converjan los actores vinculados con la actividad turística para alentar la participación comprometida de los sectores público, privado, político y social, cuyas iniciativas turísticas se orienten prioritariamente a la relación entre los residentes y la conservación de los bienes naturales, valorando la importancia que tiene para ellos la relación con su entorno, como parte de su cosmovisión.
Clúster 2
El nodo predominante en este clúster es comunidad, cuya fuerza de asociación es de 2453, con un total de 199 vínculos, por lo cual es el nodo con mayor conexión de los cuatro clústeres. En la Figura 2, se aprecia el enlace de la comunidad con la mayoría de los nodos.
En los artículos analizados se identifica una preponderancia en cuanto a correspondencia entre comunidad y sustentabilidad. La comunidad adquiere un papel relevante en la conservación de la naturaleza que la rodea y de sus bienes culturales. No obstante, las condiciones en que se insertan las comunidades al turismo responden más a generar ingresos que les permitan subsistir que, a un genuino interés por la mejora, en general, de su comunidad. En este sentido, la inclusión de localidades en los programas y proyectos en pro de mejorar las condiciones de las comunidades originarias, parte de objetivos exógenos, con una visión fragmentada de las realidades que viven; por ende, no pueden responder a sus necesidades ni a su manera de comprender su realidad. En ocasiones, los locales carecen de los conocimientos necesarios para gestionar sus bienes y le imponen proyectos ajenos a su cosmovisión, más aún, los hacen perder identidad y alejarse de sus tradiciones y costumbres sin contar con el apoyo adecuado para el fortalecimiento de identidad.
Clúster 3
Un actor que impulsa el turismo es el turista y en este clúster es el nodo con mayor fuerza de asociación con 550 y con 50 de ocurrencia. Es decir, tiene relación con los nodos de comunidad, turismo sustentable y percepción, con un total de 21 conexiones. Pese a ello, no está conectado con el nodo cambio climático.
El turista es un actor que puede generar cambios tanto positivos como negativos en un destino, por lo cual resulta de interés que el análisis realizado por el software no lo conecte con el nodo cambio climático, ya que, por sus acciones el turista debería considerarse parcialmente responsable de este fenómeno.
En un sentido similar, a pesar de estar relacionado con el turismo sustentable, en el análisis, no se aprecia la oportunidad y responsabilidad que, como actor del turismo, tiene el turista para coadyuvar tanto en la concienciación como en el respeto de la naturaleza y las culturas con que interactúa. La afirmación se formula a partir de que, en algunas ocasiones, al vivir en un mundo hiperconectado, tiende a virtualizar la experiencia turística de un destino, compartiendo fotos o videos en redes sociales, actitud que podría influir en la percepción de la sustentabilidad que exista sobre una localidad. Esto incluye que el impacto ambiental y sociocultural generado por el turista pueda ser positivo o negativo, por lo cual su actitud puede significar pequeñas acciones aisladas que se conviertan en cambios a largo plazo.
Clúster 4
El concepto destacado de este clúster es el nodo oportunidad, cuya fuerza de asociación es de 365; su conexión asciende a 199 y tiene 22 ocurrencias.
Este nodo muestra una fuerte conexión con vida, residente y comunidad; en contraste, no aparece conectado con turismo, recurso, ecoturismo, sociedad y cambio climático. El resultado es significativo porque muestra que la oportunidad de realizar acciones sustentables se relaciona directamente con la comunidad, dejando de lado incluso a los recursos o la sociedad.
Cabe mencionar que el concepto oportunidad refiere al turismo sustentable como medio para mejorar las condiciones socioeconómicas de las comunidades anfitrionas. Si bien puede representar una herramienta coadyuvante para comprender la cosmovisión comunitaria, no se le debe visualizar como el único medio de subsistencia para la población, sino como complemento a sus actividades esenciales. En este sentido, la actividad turística debe integrar prácticas sustentables que surjan a partir de la visión comunitaria que sensibilicen al turista y lo hagan partícipe de acciones concretas, no solo en el destino visitado, sino que pueda replicarlas en su lugar de residencia.
El software utilizado para el análisis relaciona el concepto de vida integralmente; es decir, abarca la relación hombre-naturaleza, incorporando aspectos culturales, económicos, sociales, ambientales, políticos que permiten la subsistencia de ambos. No obstante, el modelo economicista que prevalece en el turismo ha provocado una escisión en el vínculo entre el hombre y su ambiente desvirtuándolo y convirtiéndolo en una transacción de bienes y servicios. Llega a la cosificación tanto del ser humano como de los bienes, sean de origen cultural o natural. Más allá de ser una actividad económica, el turismo es una interacción de seres humanos compartiendo una casa en común; por ende, se debe revitalizar la forma en que los seres humanos se articulan con la naturaleza y con los demás seres humanos.
Las dimensiones de la sustentabilidad en los clústeres
Mediante el análisis efectuado con el VOSviewer se mostraron las diversas relaciones con la sustentabilidad identificadas por el software entre los artículos seleccionados. Sin embargo, las imágenes obtenidas dan cuenta de la fragmentación entre los nodos o conceptos, lo cual evidencia la ausencia de vínculos entre los nodos, puesto que refleja la problemática presente en la realidad: proyectos turísticos, planes de desarrollo y agendas que no logran sus objetivos ante la falta de cooperación e integración de actores e intereses, lo cual denota la carente conexión derivada del análisis. Esta brecha dio pauta para identificar la correspondencia entre los artículos y las dimensiones. De acuerdo con la correspondencia mostrada en los documentos, fueron seleccionados los nodos turismo sustentable (clúster 1) y nodo comunidad (clúster 2), como los de mayor fuerza de asociación y los más relacionados con la temática de búsqueda, por lo cual la mayoría de los documentos se vincula con ambos nodos (Tablas 4 y 5).
Dimensión | Relacionada con |
---|---|
Ambiental | Medición, evaluación y análisis mediante el uso de variables para conocer la situación real de un destino (Ibáñez, 2018; Mendoza, Rivera y Vera 2021). |
Indicadores de sustentabilidad (Saeteros et al., 2020; Huerta Rodríguez, Flores Gamboa y Pérez Melo, 2021; Balas y Abson, 2022; Del Castillo et al., 2020; Huaroc Ponce, Raqui Ramírez, Jurado Taipe y Huaroc Ponce, 2021; Zekan, Weismayer, Gunter, Schuh y Sedlacek, 2022; Fresneda y Valenzuela, 2021; Mendoza et al., 2021; Safarov et al., 2022). | |
Social | Valorar los bienes tanto culturales como naturales de las comunidades para mejorar su calidad de vida (Schumacher y Rodrigues, 2020; Ayala Arzate, Cruz Jiménez, Segrado Pavón y Serrano Barquín, 2021) |
Proyectar escenarios turísticos que se encaminen a una correcta distribución de beneficios materiales y naturales fomentando la conciencia ambiental (Bertoni, López, Maffioni, Faginas y Testa, 2020). | |
Cultural | Valorar la aptitud de un territorio para desarrollar actividades sin deteriorarlo, respetando la relación hombre-naturaleza (Nájera González, Carrillo González, Chávez Dagostino y Najera González, 2020) |
Priorizar los beneficios económicos y relegar las prioridades sociales y ambientales (Higgins-Desbiolles, 2020; Sharpley, 2020; Scheyvens et al., 2021; Sørensen y Grindsted, 2021; Calderón-Vargas, Asmat-Campos y Chávez-Arroyo, 2021). | |
Prácticas sustentables de prestadores de servicios, para influir positivamente en sus operaciones comerciales (Villarias y Estores, 2021). | |
Política | Se cuestiona hacia donde se está orientando el tema sobre la conservación de los recursos naturales para el desarrollo humano en las políticas y sus criterios (Chávez, Nechar, Jiménez, Los Monteiros, 2021; Castañeda, Castillo y Cruz, 2020). |
Imposición de proyectos en espacios con vocación turística; surgen al margen de la comunidad provocan división y fragmentación en su organización e intereses (Berlanga y Ochoa, 2020); surgen desacuerdos para llevar a cabo las actividades (Ordoñez y Ochoa, 2020). |
Fuente: elaboración propia con base en revisión documental, 2023.
Dimensión | Relacionada con |
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Ambiental | Impacto negativo en el ambiente, degradando y contaminando los recursos naturales y el entorno social (Zambrano y Amparo, 2020). |
Incorporación de proyectos en áreas naturales donde la comunidad fomenta la preservación (Espinoza-Guzmán, Ramos Del Angel, Pineda López, Cerdán Cabrera, Sahagún Sánchez, 2021) | |
Social | Planeación sustentable de nuevas alternativas de actividades turísticas (Mendoza y Ganchozo, 2020; Pasanchay y Schott, 2021; Hughes y Scheyvens, 2021; Faxina, Almeida y Lara, 2021; Spinelli, 2021; Pasquotto Mariani, Alcántara Cardozo, De Oliveira Arruda y Barbosa De Oliveira Da Silva, 2020) |
Cultural | Beneficiar a la comunidad y ser herramienta para la conservación y educación ambiental (Aymara, 2021) |
Económica | Medio para solventar la precariedad de comunidades en situación de pobreza y desigualdad (Padilla-Vargas, 2020; Anzaldúa- Soulé, Sandoval-Melo, Lorenzana-Núñez, Avilez-Pineda, 2020; Arboleda Jaramillo, Arias Arciniegas, Pérez Sánchez y Correa Janne, 2020). |
Emprendimientos comunitarios (Valle-Cornavaca, 2022; Peña de Marchán, 2022). | |
Política | Se deja al margen a la población local y las estrategias propuestas siguen siendo ineficientes (Cruz y Velázquez, 2020; Rivas y Rojas, 2020; Ibáñez et al., 2020; Izurieta, et al., 2021; Sánchez Ramos, Gutierrez Estrada y Zepeda Arce, 2020). |
Apoyo en la gestión, planificación, capacitación, promoción e incluso en el fortalecimiento de su estructura como comunidad y en la valoración de sus recursos naturales (Mendoza et al., 2021). | |
Apoyar a las comunidades para la defensa de sus derechos y en la inserción de las actividades turísticas (Loor Bravo, Plaza Macias y Medina Valdés, 2021; Ching, 2021 y Gabriel-Campos, Werner-Masters, Cordova-Buizac y Paucar-Caceres 2021) |
Fuente: elaboración propia con base en revisión documental, 2023.
La convergencia entre las dimensiones de la sustentabilidad y el turismo es intrínseca. Como se observa en las tablas, resulta lógica la relación entre las temáticas de los artículos analizados y las dimensiones de la sustentabilidad. Se constata además que la línea conductora de la sustentabilidad en el turismo sigue priorizando la dimensión económica como el objetivo central de la planeación y desarrollo de proyectos de este tipo. Si bien el contenido de los artículos tiende a incluir aspectos en pro de la sustentabilidad, es notable el posicionamiento de las dimensiones económica y política en las acciones implementadas en los destinos y en los aparentes beneficios económicos obtenidos por las comunidades anfitrionas.
A pesar de la relación referida entre las dimensiones analizadas y la producción académica, el contenido de los artículos no incorpora en su totalidad la aportación de Martínez-Castillo y Martínez-Chaves (2016), utilizada en esta colaboración, que implica una noción integral de sustentabilidad. Persiste una óptica fragmentada para abordar el tema, que prioriza los beneficios económicos para establecer estrategias y agendas sustentables en comunidades locales. Por su parte, las dimensiones cultural y social no reflejan beneficios reales para las comunidades anfitrionas. Al respecto, Escobar (2007) critica que, la exclusión de la dimensión cultural ha fortalecido por décadas la modernidad centrada en la economía y en las fábulas del mercado, la producción y el empleo, que rara vez son cuestionadas, por lo cual se consideran formas normales y naturales de ver la vida.
Bajo tal postura, esta colaboración reconoce que, la sustentabilidad no puede ser comprendida en su totalidad como un medio que logre integrar a los actores del turismo, además, limita la intervención efectiva de estrategias susceptibles de desarrollarse para alcanzar los objetivos para el desarrollo sustentable. En este sentido, las dimensiones económica, ecológica y social que tradicionalmente se han planteado como los pilares de la sustentabilidad, resultan insuficientes para responder a las necesidades socioculturales, ambientales y políticas que enfrenta la sociedad hoy en día.
En lo que se interpreta como un esfuerzo para equilibrar esta tendencia, el Bureau Ejecutivo de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos aprobó en 2010 a la cultura como el cuarto pilar del desarrollo sostenible, argumentando que las tres dimensiones referidas no respondían a las necesidades actuales, enfatizando que la cultura determina y moldea la forma de actuar de las personas. Ello, en el marco de la Cumbre Mundial de Líderes Locales y Regionales (Ciudades y Gobiernos Locales Unidos, 2010). En sintonía con esta postura, el siguiente apartado abona a este esfuerzo por reconocer en el marco del turismo a la cultura como un pilar necesario para la sustentabilidad.
La dimensión cultural del turismo
En la academia, la cultura y su impacto ha sido tema de debate por décadas. Autores como Ellis y Thompson, 1997; Minkov y Hofstede, 2012; Owusu Ansah y Louw, 2019; Willmott, 2000; YoderWise, 2018, han dado importancia al liderazgo y a la toma de decisiones desde la cultura y cómo esta influye en la gestión ambiental (Klassen y Angell, 1998). La cultura tiene un alto impacto en el comportamiento de los individuos, organizaciones y sociedades, sin embargo, en la sustentabilidad está fragmentada y dispersa (Piwowar‑Sulej, 2021). Las posturas de estos autores muestran que la inclusión de temas culturales en el turismo alternativo ha estado centrada en la comercialización de las cosmovisiones comunitarias mediante proyectos exógenos.
Complementariamente, la revisión de la literatura permitió reafirmar, por una parte, el predominio de la visión economicista de la sustentabilidad en el turismo. Por otra, la necesidad, entre el segmento de turismo alternativo, por reconectar al ser humano con su entorno, mediante las actividades derivadas de esta modalidad. En tal sentido, Roskruge (2011), afirma que la sustentabilidad forma parte de la relación y comprensión de una comunidad con su entorno. De ahí que, el tema cultural y la falta de atención que ha tenido en el turismo en cuanto a la sensibilización de la relación sociedad-naturaleza, se refleja claramente en las acciones (o la falta de ellas) por parte de las instituciones encargadas de este rubro y de los actores vinculados a él. En 1992 Donella H. Medows, Jorgen Randers y Dennis L. Meadows, denunciaron el incumplimiento de los “límites” advertidos para la depredación humana y publicaron la actualización del informe Más allá de los Límites. Treinta años después volvieron a actualizar ese documento, al advertir que el peligro aumentaba (Mayor, 2009).
En este sentido, se enfatiza que la relación entre la sociedad y la naturaleza es vital para la supervivencia, no solo del planeta sino de la humanidad. El análisis derivado de los documentos da cuenta de que el rescate de cosmovisiones que coadyuven a la sensibilización de la sociedad a partir de una relación respetuosa con su entorno. Es un tema que no ha sido incorporado a las agendas o estrategias institucionales, académicas o turísticas. La realidad expuesta desde los Límites del crecimiento sigue siendo ignorada, de ahí, el énfasis por retomar la cosmovisión de las comunidades, no para comercializar las tradiciones, sino como medio para reaprender y resignificar la sustentabilidad.
Lo anterior podría lograrse conociendo y comprendiendo la relación que se establece con la naturaleza a partir de la visión comunitaria expresada en sus prácticas cotidianas, lo cual ha sido invisibilizado por el modelo multidimensional economicista. En contraparte, se propone centrarse en un modelo de sustentabilidad al margen del significado y sentido que encierra la cotidianeidad de la población en cuanto al respeto que le representa residir en áreas con riqueza natural y cultural.
Conclusiones
La revisión de literatura facilitó identificar las dimensiones que han destacado en la sustentabilidad; aquellas tradicionales (ambiental, política y social), siguen posicionadas en el turismo y su enfoque tiene un alto componente economicista. La mayoría de los artículos seleccionados estuvo en concordancia con el discurso institucional de la sustentabilidad y de las acciones derivadas de dicha perspectiva, que en su mayoría son homogeneizadas. El software VOSviewer posibilitó visualizar a partir de las principales conexiones identificadas en los documentos, aquellas agrupaciones que dan cuenta de las relaciones entre los clústeres. En las imágenes no se encontró relación entre los nodos más importantes (turismo sustentable y comunidad). Los casos de estudio plasmados en la literatura especializada dan cuenta del compromiso necesario para que la sustentabilidad transite de ser un discurso institucionalizado hacia la sensibilización de los actores responsables, para procurar su colaboración activa en acciones concretas.
Uno de los aspectos a tomar en cuenta es que, los principales conceptos asociados a la sustentabilidad en el turismo (turismo sustentable, comunidad, turista y oportunidad), se conectan mediante la incorporación de las comunidades a proyectos turísticos. Con ello se vuelve a resolver carencias, generar ingresos e, incluso, preservar las áreas naturales donde habitan; mas no en el sentido de revalorar la manera en que la población mantiene un balance entre su vida cotidiana y el respeto de la naturaleza; tampoco en cómo la movilización que genera el turismo puede coadyuvar a la sensibilización del visitante para contribuir a la relación sociedad-naturaleza.
De esta manera, se pretende resignificar la dimensión cultural apoyada en la cosmovisión de las comunidades, pues son ellas las que aportan sus recursos materiales y culturales, mediante sus tradiciones y forma de vida que han subsistido a los modelos económicos derivados de la modernidad y que han transformado la vida de la sociedad (Escobar, 2007). De ahí que la sensibilización para respetar la naturaleza parta de la relación que ha continuado viva en comunidades poseedoras de bienes naturales y culturales a pesar de ser relegadas, discriminadas y, en algunos casos, orilladas a insertarse a la dinámica capitalista turística como única alternativa para su subsistencia.
El turismo, al guardar una relación intrínseca con los bienes naturales y culturales puede ser una herramienta que contribuya a cumplir tales propósitos, al impulsar alternativas emanadas desde la comunidad, vinculadas a la comprensión de su cosmovisión, resignificando y enriqueciendo la experiencia del visitante al estar en contacto con la naturaleza y con los habitantes del destino. De esta manera, puede fungir como una actividad-puente que reconecte saberes ancestrales y experiencias significativas para rehumanizar el sentido del turismo, pero que a la vez aporte al posicionamiento de la dimensión cultural de la sustentabilidad. El reto compete a todos sus actores, no solo al gobierno o al sector empresarial, si no a la sociedad en general, incluida la comunidad científica mediante sus contribuciones.
En suma, integrar los saberes ancestrales y la cosmovisión de las comunidades a las estrategias institucionales, pueden ser el elemento necesario para comprender la sustentabilidad desde una postura alternativa e integral que requiere de flexibilidad por parte del modelo positivista que ha regido al turismo. Con ello se debe dar apertura al diálogo con nuevas posturas teóricometodológicas emancipadas del modelo tradicional para generar nuevas líneas de investigación transdisciplinarias.