Introducción
La propuesta se elabora en la articulación de dos conceptos complejos, el del desarrollo y el del sujeto. El concepto de sujeto y su impulso, como seres conscientes, con voluntad propia, independientes, autónomos y responsables de sus actos; se considera indispensable en la construcción de alternativas para el bien común. En esta disertación nos referimos sólo al concepto de desarrollo, del cual se han escrito un número excesivo de documentos y se ha esgrimido como el soporte de una ideología, con diferentes acepciones, por más de sesenta años y; se propone como alternativa, la noción de desarrollo armónico o vivir armónico, que incluye como un eje central, al propio ser humano, en calidad de sujetos que generan sus propias estrategias. Además de una revisión y crítica de los postulados del desarrollo, el énfasis se ubica en la construcción teórica del planteamiento de un desarrollo armónico o vivir armónico; teniendo como base los elementos de preparación de los actores actuales hacia sujetos. En efecto, se concibe una forma de ascenso desde el agente (cosas o personas, las cuales propician que los procesos sucedan), el actor (personas individuales o en colectivo, que realizan los procesos, sin cuestionar su papel) y los sujetos (personas individuales o en colectivo, que realizan los procesos en red, con autonomía de decisión y responsabilidad de sus actos). Se debe señalar que la capacidad de agencia y el agenciamiento, están presentes de manera transversal, en esta trayectoria desde el agente, al actor y el sujeto.
La propuesta del desarrollo armónico se realiza en la perspectiva de construcción de estrategias de desarrollo local y regional, que consideren el campo y las áreas urbanas. La premisa central es que quienes inician e impulsan procesos de desarrollo son los agentes, actores y sujetos que sobreviven y actúan en los ámbitos locales; con la población que se involucra e incluye en procesos de análisis, de reflexión y de toma de sus propias decisiones desde estos ámbitos.
Contexto de crisis multidimensional
La globalización como proceso y el neoliberalismo como política, se han impuesto a escala mundial, desde la década de los 70´s del siglo XX, apoyados por el FMI, BM, OMC y OCDE1. Los defensores de este fenómeno mundial exponen como ventajas, ciertos avances muy limitados: ampliación de libertades, generación de empleo, mejor salud, crecimiento económico, avances en derechos de las mujeres y disminución de la explotación laboral infantil, entre otras (Giddens, 2000).
Aportaciones y análisis de diferentes autores, permiten afirmar que después de tres décadas de aplicación del neoliberalismo y la globalización económica, los gobiernos y las políticas públicas llevadas a cabo -formales y reales- han ocasionado en muchos países del mundo, América Latina y en México, dos problemas centrales: i) pobreza generalizada y polarización social y, ii) deterioro ambiental y pérdida de recursos naturales. La velocidad del cambio climático, resultado de la industrialización y contaminación generadas por las actividades que utilizan en exceso los recursos naturales, sobre todo en los últimos dos siglos; está profundizando estos problemas (Chomsky,1997; Boff, 2009; Boltvinik, 2012; Delgado y Márquez, 2012; Bartra, 2013; Ortiz, 2014; Piketty, 2014). Ante este panorama fueron adoptados en septiembre de 2015, por la Asamblea General de las Naciones Unidas, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), como respuesta de este organismo internacional y otros actores, ante la compleja situación mundial.
Sin embargo, la crisis civilizatoria de carácter multidimensional e inhumana (Bartra, 2013), generada por la actual etapa de desarrollo del capitalismo, de fuerte desigualdad en los ingresos (Piketty, 2014), deberá contribuir a alertar y fundamentar, las implicaciones de la polarización social creciente, en cuya dinámica hay la certeza de dos riesgos reales para la humanidad: el cambio climático y una tercera guerra mundial (Wallerstein, et al. 2015). La crisis global no solo es financiera o de la biósfera y de relaciones humanas; es una crisis de credibilidad de las nuevas generaciones en sus perspectivas de futuro (Morin, 2010). Es evidente que la promesa del desarrollo sustentable, incluyendo lo económico, social, ambiental y cultural, es cada vez más un ofrecimiento vacío, no verídico, en los países de menor desarrollo económico; sea promovido desde los gobiernos nacionales o por organismos internacionales.
El gobierno mexicano y las políticas aplicadas durante más de tres décadas, han profundizado estos impactos en el país, los estados y las regiones. En su desarrollo histórico y más aún, al término de la primera década del siglo XXI, el perfil de México sobresale por sus contrastes. La mayor parte de la población está ubicada en las ciudades y casi una cuarta parte, en localidades menores a 2500 habitantes. El número de emigrantes de México que reside en Estados Unidos es de 11.4 millones, de los cuales, siete millones son indocumentados y las remesas se vuelven un pilar de la economía nacional. En el contexto internacional, la economía mexicana se clasifica en el duodécimo lugar y en el undécimo lugar entre las naciones exportadoras. Esta riqueza se encuentra distribuida de manera muy desigual y 46.2% de la población vive en condiciones de pobreza, con 11.7 millones sin capacidad de adquirir la canasta alimentaria básica (Márquez, 2014. p. 11). Si bien, para inicios del 2018, se estima una población total de 124.7 millones de habitantes (CONAPO, 2017) y la tasa de emigración se ha estabilizado; en México se tiene un importante bono demográfico, que significa en la coyuntura actual, un factor relevante para proponer alternativas al desarrollo, en las ciudades y el medio rural.
Uno de los indicadores que mejor sintetiza la situación del desarrollo a diferentes niveles, es el Índice de Desarrollo Humano (IDH), el cual, ajustado según la desigualdad existente, ubica el promedio mundial en 0.548; el de los cinco países con mayor desarrollo (Noruega, Australia, Suiza, Dinamarca y Holanda) en 0.866; México tiene el 0.587 y ocupó el lugar 86 de un total de 189 países para 2014 (PNUD, 2015, pp. 28-31).
La economía mexicana se encuentra, desde hace tres décadas, en una trampa de lento crecimiento (Ros, 2015) y un número importante de programas instrumentados desde la política pública, no han generado mejora alguna en la población y en sus actividades productivas (Herrera, 2012). Estancamiento que, en interacción con la concentración del ingreso y la riqueza, limitan la expansión del mercado interno, aumentan la informalidad, reducen la productividad y el ingreso de los trabajadores y fomentan la desigualdad; siendo esta una de las causas de la inseguridad, el crimen y la violencia nacionales.
Problema e hipótesis general
En el contexto de crisis internacional y estancamiento nacional, se identificaron un conjunto de puntos críticos del campo problemático, denominado como de escaso desarrollo o “no desarrollo” (Toledo y Barrera, 2008; Aziz, 2012; Calva, 2012; Delgado y Márquez, 2012; Rubio, 2014); de los cuales se considera en la investigación completa, el problema relacionado con la reducida participación de los actores y sujetos locales/regionales, en la generación de sus propuestas y alternativas al desarrollo actual. En un entorno de globalización y política neoliberal hegemónica, la interrogante general que se establece a este nivel teórico, se plantea cómo:
¿es posible avanzar en la construcción de una propuesta de desarrollo armónico, desde los actores y su constitución en sujetos de su propio desarrollo?
En esta articulación de elementos para la construcción de alternativas al escaso desarrollo actual y la constitución de sujetos de su propio desarrollo, se plantea como hipótesis general de trabajo, que para la proyección de actores hacia sujetos, se deberán considerar los siguientes elementos principales: i) la obtención de bases filosóficas en torno al ser individual y organizado, ii) la ubicación multinivel de los procesos locales y regionales, iii) aplicación de la noción del desarrollo armónico del ser humano entre sí, de éste con la naturaleza y la generación de organizaciones e instituciones de mediación, tema que motiva este ensayo y; iv) la generación de alternativas propias al desarrollo escaso o “no desarrollo” actual.
Método de trabajo
El método aplicado se ubica en el ámbito de la investigación cualitativa, para la comprensión e impulso de actores y sujetos (Corbetta, 2007; Bonilla, Hurtado y Jaramillo, 2009; Denzin y Lincoln, 2011; Hernández, Fernández y Baptista, 2014; Morales et al. 2015) y, en la construcción de la propuesta del desarrollo armónico o vivir armónico.
En esta etapa de la investigación, se realizó la búsqueda sistemática de información teórica y de experiencias, en torno al desarrollo y su problemática, clasificación de los documentos por temática, aplicando la lectura comprensiva, reflexiva y crítica; obtención directa en bibliotecas y librerías; utilización de herramientas como los buscadores en bancos de información electrónica (REDALYC, SCIELO, annual reviews, DIALNET, SIDALC, REMBA, RESDICYT-COLPOS, índices SCIE y SSCI, entre otros), la construcción de esquemas y mapas conceptuales, la elaboración de síntesis referenciales y se intenta la construcción de metateoría y propuesta de conceptos, como el mismo de desarrollo armónico o vivir armónico; que se plantea más allá del desarrollo sustentable y como proyección del buen vivir.
Se diseñó el concepto de desarrollo armónico, en la articulación dinámica de tres ejes o componentes, a saber: los que conciernen al ser humano, la preservación de la naturaleza y, las organizaciones e instituciones de mediación; en la búsqueda de regulación y equilibrio en todo el proceso conjunto. Como punto de partida se trata de ir construyendo esta teoría y mediante su aplicación en regiones específicas, ir reuniendo experiencias, aplicando los seis principios que se señalan y otros que se incluyan; los cuales serán considerados según corresponda, en los tres componentes o ejes del desarrollo armónico.
En seguida se trata la propuesta del desarrollo armónico o vivir armónico y se realizan al final algunas reflexiones a manera de conclusiones.
1.La propuesta del desarrollo armónico
Desde los 90´s del siglo XX, los conceptos de progreso, como idea de que la historia avanza en ascenso continuo y, el de desarrollo, como proceso de cambio hacia niveles de vida más elevados; están cuestionados por la sociedad del riesgo y la crisis civilizatoria actuales, donde la radicalización económica global y neoliberal, están llevando a un mundo sin utopía de futuro y sin sentido humano. En estas condiciones, la opción más viable, es la construcción de nuevos paradigmas, de teoría y prácticas alternativas, apegados a la moral universal y búsqueda de mayor justicia en la humanidad (Ávila, 2007; Ortíz, 2014). Es preciso alejarse de los extremos del pesimismo catastrófico civilizatorio o el optimismo a ciegas; de que el mercado, la ciencia y la tecnología resolverán la crisis multifactorial actual.
Antes esta problemática de polarización social y deterioro ambiental, es importante considerar el enfoque territorial del desarrollo, que como construcción social incluye los ámbitos rural y urbano, en un proceso de cambio estructural y de diferentes escalas. Se enfatiza la cohesión territorial y social, el desarrollo endógeno y regional (Echeverri y Moscardi, 2005; Riffo, 2013; Berdegué, et al., 2015) en una visión de conjunto, de ambos espacios del territorio.
Antecedentes relevantes son desde el primer informe del Club de Roma en 1972 y el informe Brundtland en 1987, a partir de las cuales se plantearon propuestas de desarrollo bajo el enfoque del “ecodesarrollo” (Leff, 2007), la ecología y la autosuficiencia alimentaria y la propuesta de instancias normativas y de control desde los ámbitos locales (Blauert y Zadet, 1999) y su contraparte, instancias de gobierno internacionales. Estas teorías del desarrollo, incluida la versión multicitada de “sustentable o sostenible”, entendido como el desarrollo orientado a satisfacer las necesidades presentes, sin menoscabo de la capacidad de las futuras generaciones, para satisfacer sus propias necesidades (Monfort y Guillaumín, 1992), suponen un replanteamiento de los aspectos ecológicos, económicos, sociales, políticos y culturales; ya que hacen mención a un mundo humano, el cual procura respetar los recursos de la naturaleza.
En efecto, la invención del “desarrollo” ha sido una de las estrategias de dominación cultural y social (Escobar, 2012), ante la cual se ha creado una efervescencia conceptual y de práctica social, desde el pensamiento crítico y la sociología del conocimiento, siendo una de cinco áreas novedosas, la generación de alternativas al desarrollo (Escobar, 2014). El desarrollo sustentable, como versión más reciente de la noción de “desarrollo” (Ávila, 2007) es una representación y legitimación de la historia, la cultura y los mitos de occidente, por eso no es aplicable globalmente. No es viable esta idea del desarrollo como fuente inagotable de recursos y riqueza, con el crecimiento continuo de los bienes y servicios, de toda la economía. El desarrollo sustentable evoca la concordancia de contrarios (un oximõron), es una forma de camuflaje legitimador, de tal manera que los niveles de consumo y confort no sean reducidos drásticamente, que el medio no se deteriore y pueda continuar reproduciéndose, y que haya suficientes recursos naturales para las generaciones futuras; este es hoy, el paradigma del modelo de desarrollo sustentable.
Un examen de la situación mundial, a principios del siglo XXI revela que ni el “desarrollo” y lo “sustentable”, corresponden a los procesos que se están dando en el mundo (Moreno, 2013). Se vive plácidamente en el oximõron, algo así como la “sensata locura”; pero hay preocupación de las élites, ya que las necesidades básicas de la mayor parte de la población no están siendo satisfechas y el desarrollo de los países ricos, incrementa la brecha con las naciones más pobres.
Ante el vaciamiento del desarrollo sustentable, se viene construyendo desde hace dos décadas, en Sudamérica (Ecuador, Perú, Bolivia y Colombia) el concepto del buen vivir, basado en la armonía del ser humano en sí y con el prójimo; revertir el deterioro, recuperar lo posible y contribuir a la regeneración de la naturaleza. Una utopía para caminar,2 donde se busquen relaciones armónicas campo-ciudad y hombre-naturaleza. El buen vivir, sumak kawsay, significa en un sentido amplio, la “vida en plenitud”, estar bien consigo mismo, vivir en armonía, respeto y equilibrio con lo existente, por medio de la comprensión de que todo está interconectado. El concepto y perspectiva del buen vivir, es una de las aportaciones de los pueblos originarios de América, hacia el desarrollo y plenitud del ser humano. Es una concepción alternativa a los modelos de desarrollo de la civilización occidental, que va más allá del desarrollo sustentable y que coincide con otros planteamientos, de pueblos originarios de otras regiones del mundo: Asia, Oceanía y África (Giraldo, 2014). El concepto del buen vivir, aparece en varias expresiones de lenguas originarias y se trata de llevar una vida sencilla, reducir el consumismo, mantener una producción equilibrada, sin dañar el entorno, vivir en armonía entre las personas y con la naturaleza; donde no caben la desigualdad o pobreza de muchos para que pocos vivan muy bien, es compartir y complementarnos, defender la vida y la humanidad misma, en esta era de la supervivencia.
En consonancia con los procesos de crítica a la modernidad hegemónica neoliberal, se han realizado aportaciones al debate sobre los horizontes de cambio en América Latina, con dos desafíos importantes: i) ampliar el análisis respecto a los alcances del buen vivir y; ii) evaluar las relaciones de poder, los aportes y límites de los regímenes llamados progresistas, en particular en la región andina. En el momento político actual, de reflexiones sobre la hegemonía y contrahegemonía -recuperando la perspectiva gramsciana- una de las cuestiones a incluir en la agenda es, ¿en qué medida se afirman o no, los sujetos sociales protagonistas del cambio, en construcciones de carácter democrático? (Hidalgo y Márquez, 2015).
Como una forma de proyección del buen vivir (sumak kawsay), dirigido a comunidades y poblaciones esencialmente mestizas, proponemos en esta investigación, la noción de desarrollo armónico o vivir armónico. Una breve referencia de antecedentes indica que, la categoría del desarrollo armónico, ha sido utilizada en una serie de situaciones diversas. Desde la familia y el desarrollo infantil, pasando por la educación y la pedagogía, en la arquitectura es referente del equilibrio; se ha considerado como un reto de vida saludable y hasta en negociaciones de desarme entre países se alude a la convivencia pacífica y el desarrollo armónico (Hernández, 2002). Relacionado con el desarrollo científico, se propone ((Villaveces, 2005) unir en un contrapunto armónico la tecnología y la sociedad; porque, la separación de la cultura de las ciencias sociales y la cultura de las ciencias naturales, han deteriorado la compresión del todo.
El texto de Adorno (2015) , “una introducción a la armonía del universo”, publicado en inglés, en 1851 y recientemente traducido al español, es una referencia cercana a la idea del desarrollo armónico, ampliada al cosmos y ubicada en el desarrollo científico, cultural y tecnológico de aquélla época. El desarrollo armónico que proponemos es una noción que permite aprovechar la teoría y práctica del buen vivir, como una aportación axiológica3 fundamental de la tradición cultural de las comunidades originarias; no sólo en los países colonizados, en su mayoría hoy de menor de desarrollo económico, sino también en los países de mayor desarrollo económico, porque el proceso de industrialización, urbanización y tercerización de las economías, ha implicado la imposición del círculo urbano-industrial y el abandono del medio rural. Sobre todo, de los espacios de agricultura campesina e indígena y su lógica de producción-conservación; lo cual señala la trayectoria hacia una sociedad post-industrial (Izquierdo, 2013), retomando el papel de las grandes ciudades históricas (Echeverría, 2013), donde se articule lo urbano y rural en el desarrollo. Con base en los planteamientos del buen vivir y ante las evidencias del escaso o “no desarrollo”; la noción de desarrollo armónico o vivir armónico que proponemos, incorpora los siguientes principios iniciales y su perspectiva de aplicación:
El sujeto y su alteridad.4 Como base para mejorar las relaciones humanas, entre individuos y en colectivo o en redes de actores y sujetos.
Disminución de la desigualdad social. Ante la pobreza y polarización, es un aspecto ineludible, en toda propuesta de alternativas al desarrollo.
Respeto y preservación de la naturaleza. Es fundamental para mejorar las relaciones hombre-naturaleza y campo-ciudad.
Multidiversidad cultural y política. Es básico el respeto a la diversidad cultural y la pluralidad política, con conciencia, ética y democracia participativa.
Inclusión social y no discriminación. Son una medida de la búsqueda del bien común y de la construcción de alternativas colectivas.
Educación y autoconciencia. En la formación de actores y sujetos es muy importante para que se avance en la autonomía e independencia de pensamiento y acción.
Como proceso en construcción, se mantiene el término desarrollo más cercano al buen vivir, más allá del desarrollo sustentable y otros esquemas operativos (Gudynas y Acosta, 2011); donde la dignidad humana sea el valor supremo del desarrollo (Castells y Himanen, 2016). Un esquema simplificado de esta propuesta del desarrollo armónico, conlleva la articulación e interdependencia dinámica de tres ejes o componentes: el del ser humano individual y colectivo, la preservación de la naturaleza y las organizaciones e instituciones de mediación; en la búsqueda de la regulación y el equilibrio en el conjunto de los procesos. Es evidente que el ser humano está presente en los otros dos componentes y de ahí la insistencia en la indispensable consideración de agentes, actores y sujetos, en la construcción de propuestas alternativas al desarrollo (figura 1).
En el ser humano y las relaciones con sus semejantes, la armonía (Gr. harmonia) tiene que ver con la proporción y relación adecuada entre los elementos de un todo; relación amistosa, sin tensiones y de buena convivencia entre dos o más personas y, en música es el arte de formación y encadenamiento de los acordes. En la evolución del pensamiento griego, Pitágoras descubre la octava musical como relación matemática y proporción de armonía en la música, que impregnó el sentido de todas las creaciones del espíritu helénico (Nicol, 2004). En un símil del instrumento musical, la armonía del cuerpo y el alma (Geymonat, 2009) se considera muy importante en el ser humano. Es la integración del desarrollo del ser humano individual y en su relación con los demás, la preservación de la naturaleza y la creación de asociaciones, organizaciones, colectivos e instancias de mediación, que contribuyan a estos propósitos.
1.1El ser humano en el desarrollo armónico.
Del componente humano, donde se incluyen los actores y sujetos del desarrollo, su identificación y constitución se debe realizar desde lo local (comunidades rurales y colonias en las ciudades), como premisa para generar alternativas al desarrollo, de abajo hacia arriba (“down up”), como lo plantea Bardach (1998) , en sus ocho pasos para el análisis de políticas públicas; contrario a la lógica de arriba hacia abajo (“up down”), que predomina en las propuestas de intervención planeada (Long, 2007), aún en las que logran niveles aceptables de participación de los actores. Es un hecho que, en los procesos de desarrollo, se deben combinar y se complementan ambas lógicas en el largo plazo, a manera de un sistema complejo o como pinza del desarrollo.
Para el diseño del mapa conceptual de análisis del ser humano, desde la perspectiva de construcción de sujetos para el Desarrollo Armónico, se consideraron planteamientos teóricos y metodológicos del sujeto. Entre los elementos teóricos se cuentan, la alusión al sujeto cartesiano, como el “espinoso sujeto” (Žižek,2011); el actor-red, en su propuesta de reemsamblar lo social (Latour, 2008); el sujeto en su doble papel, de objeto de estudio (objetivado), sin dejar de ser sujeto (subjetivado) de Foucault (1999) ; la construcción como sujeto consciente, en busca de nuevos horizontes, que hacen historia, con conciencia (Zemelman,1998 y 2012) y; la noción controvertida del sujeto y su disolución al dar prioridad a la objetividad (Morin, 1994).
Respecto a las metodologías, se consideraron las relativas al Índice de Desarrollo Humano (IDH), incluidos los recientes ajustes realizados, en el cálculo del índice a partir de la desigualdad económica y de género existente en las naciones (PNUD, 2016); el desarrollo humano como libertad y creación de capacidades, en particular: i) ¿qué son realmente capaces de hacer y de ser las personas? y; ii) ¿qué oportunidades reales tienen a su disposición para hacer o ser lo que puedan? (Nussbaum, 2015); las situaciones de desigualdad que limitan este desarrollo del ser humano, en muchas regiones y países del mundo (Sen, 2010) y la propuesta del buen vivir como alternativa al desarrollo capitalista actual y, por el contrario, buscar la armonía en la relación entre los hombres y de éstos con la naturaleza (Acosta, 2014) y; la situación de pobreza multifactorial (Boltvinik, 2012).
Con el ser humano como primer eje o componente del Desarrollo Armónico, primero se deben tratar las situaciones de exclusión y desigualdad (Fowler y Kay eds. 2003; Díaz, 2014) que pueden limitar el impulso de los sujetos, hasta ascender a conceptos últimos que indicarán un avance mayor en su impulso, participación y acciones. Estos son, a manera de ejemplo, la axiología, la ética, identidad, alteridad y sobre todo la dignidad, con que se deben conducir los sujetos (figura 2).
Fuente: Elaboraciónpropia, abril, 2017. Con base en PNUD, 2016; Nussbaum, 2015; Acosta, 2014; Žižek, 2011; Sen, 2000 y 2010; Latour, 2008; Foucault, 1999; Zemelman 1997, 1998 y 2012; Morin, 1994.
En el impulso y construcción de sujetos del Desarrollo Armónico, como búsqueda de alternativas al desarrollo capitalista inhumano actual, subyace una consideración básica, en el sentido de que “en el proceso de producción no sólo se establece una relación entre el hombre y la naturaleza; sino también una relación de los hombres entre sí” (Marx, 2000. p. 9). Así, los siete grupos de elementos que se consideran, para el desarrollo del ser humano son: la pobreza multidimensional, el acceso a conocimiento, la salud y esperanza de vida, el ingreso per-cápita real, los sujetos del desarrollo y los otros dos componentes del desarrollo armónico desde la perspectiva del ser humano.
1.2La preservación de la naturaleza
Se ha señalado el riesgo civilizatorio que representa el cambio climático, como resultado del deterioro ambiental provocado por las actividades humanas, sobre todo en los últimos doscientos años; como lo atestiguan los reportes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (2014) auspiciado por el PNUMA-ONU y la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Ante ello se propone como uno de los tres ejes del Desarrollo Armónico, la preservación de la naturaleza, como una necesidad indispensable. Ciertamente, siete mil millones de seres humanos, ya de por sí ocasionan un impacto ambiental; pero el reto de este conglomerado en aumento constante, es: ¿cómo disminuir los efectos negativos crecientes de esta presencia y actividades humanas en la naturaleza, hacia un vivir armónico en el tiempo?
Los múltiples hechos y casos de contaminación, el calentamiento global, el deshielo de los polos, la pérdida de suelos, de cubierta vegetal y de biodiversidad; son evidencias fehacientes de que el industrialismo ha implicado la destrucción creciente de los “medios de subsistencia naturales de la sociedad”, en dos versiones de sistemas sociales contrastantes: el socialismo de Estado o la economía de mercado (Schmidt, 2014), bajo los deseos comunes de dominación de la naturaleza y la sociedad, en las perspectivas del progreso técnico y de crecimiento ilimitados.
Una referencia reciente sobre la preservación de la naturaleza, es la de Ecuador donde la acepción de patrimonio natural con derecho propio, quedó asentada en la Constitución política (2010), al mismo nivel que se cuidan la salud y la educación (Gudynas, 2011). En México se utiliza la noción de riesgos socioambientales (Sánchez, Lazos y Melville, 2012), para hacer referencia a la destrucción de áreas silvestres, contaminación de aguas por las industrias y la urbanización, el deterioro de los entornos rurales, por el impacto de la minería, la erosión de suelos, excesivo uso de agroquímicos, hasta el riesgo de uso de semillas transgénicas. A la vez que se mantiene sin resolver, la oposición campo-ciudad, como lo refiere Echeverría (2013) y que atañe al proceso civilizatorio humano. En las condiciones locales y regionales de México, se propone la preservación de la naturaleza, como protección y resguardo anticipado, de algún daño actual o futuro, indispensables para el vivir armónico (figura 3).
1.3Instituciones y organizaciones de mediación
El Estado como formación social histórica incluye al gobierno y las instituciones creadas para regular las relaciones individuales y colectivas entre los ciudadanos; así como, entre Estados. La libertad personal es el elemento político clave a legitimar y se trata esencialmente de relaciones de poder o cooperación establecidas, entre los ciudadanos y colectividades.
Por el lado de la sociedad se generan un conjunto diverso de organizaciones con diferentes objetivos e intereses, pero todos enmarcados en formas de convivencia entre los seres humanos y de éstos con las instituciones. Los ámbitos en que se realizan estas funciones organizativas, son extensos y diversos de acuerdo a los grupos y clases sociales participantes, para el desarrollo y convivencia social, con objetivos diversos: educativos, de salud, culturales, políticos, resistencia, económicos, ambientales, de género, espirituales, religiosos, gestión de infraestructura y servicios públicos, entre otros. En una sociedad capitalista, con alta polarización social, como en México y otros países; las relaciones de poder y conflicto son las predominantes, sobre las acciones y actividades de cooperación.
Es pertinente acudir a la noción de panoptismo5, como uno de los rasgos característicos de las relaciones de poder en nuestra sociedad, donde el poder se ejerce sobre los individuos, en tres formas fundamentales: vigilancia, control y corrección; para la “transformación de los individuos en función de determinadas normas” (Foucault, 1999, p. 547). Esta acción estratégica y racional, debe considerar que el poder es una construcción mediada socialmente, donde los individuos y colectividades se mueven en redes con códigos de sentido y significación, aplicando su capacidad creativa (Arteaga, 2012); muchas veces en procesos de elusión, resistencia, sobrevivencia y hasta confrontación. Un objetivo es generar ciertas condiciones de gobernabilidad, imponiendo la hegemonía de las estructuras y fuerzas sociales dominantes, para obtener resultados a su favor, aplicando su fuerza económica, política y militar (Oliver, 2013). La crisis de legitimidad de la política, los partidos y los políticos, es un factor que justifica por sí mismo, la búsqueda de alternativas al accionar institucional en el Estado en su conjunto; en nuestro caso, en la perspectiva del desarrollo armónico.
Las organizaciones de la sociedad civil (OSC) y organizaciones sociales de desarrollo (OSD), incluyen instituciones académicas, centros de investigación, organizaciones no gubernamentales (ONG), asociaciones civiles, instituciones religiosas, empresas cooperativas e iniciativa privada comprometida con los problemas sociales y ambientales. En el marco del desarrollo sustentable actual, buscan diseñar y aplicar estrategias comunes para disminuir el impacto ambiental; entre otras, reducir la huella ecológica y promover la adquisición de conocimientos y nuevos valores sobre el medio ambiente. Se propone, en esta perspectiva, la transformación de las organizaciones de ser actores, a sujetos de su propio desarrollo, lo que implica cambiar las relaciones de poder predominantes (figura 4).
Uno de los documentos más citados en el tema del nuevo institucionalismo, es el de Instituciones, cambio institucional y desempeño económico (North, 1993), que plantea un análisis de largo plazo y una teoría enfocada en el estudio sociológico y el efecto económico de las instituciones, que imponen limitaciones formales e informales a las elecciones disponibles para los individuos, generan estabilidad social y causan determinados costos de transacción. Articulando el análisis de las instituciones y las organizaciones, se genera el concepto de mediación, como una forma de mirar e interpretar las relaciones humanas. Esta forma de mediación ha alcanzado una rápida expansión en diferentes ámbitos; llegando a ser considerada como primera opción en la resolución de una gama de problemas: familiares, escolares, comerciales, internacionales, vecinales o comunitario-sociales y organizacionales, conflictos laborales, ambientales, sanitarios o entre ciudadanos en general (Gómez, 2013). Es de interés la mediación para la solución de conflictos en diferentes ámbitos, pero en este caso se utilizará como parte del desarrollo armónico, en procesos de valoración de procedimientos y balance de actuación de organizaciones e instituciones; para encontrar alternativas de mejora, reestructuración y, en su caso, proponer la creación de nuevos organismos.
Conclusiones
En el modelo de “desarrollo” actual, bajo los postulados del neoliberalismo y la globalización, parece que las personas y la vida son desechables; propiciando una obsesión por el crecimiento económico, que ha eclipsado la preocupación por la sostenibilidad, la justicia y la dignidad humanas. Como sueño de economistas, empresarios y políticos y, visto como una medida del progreso; este tipo de crecimiento económico sin límites, oculta la pobreza generada a través de la destrucción de la naturaleza, convirtiendo la noción de desarrollo sustentable, como una propuesta vacía, sin contenido real; que está llevando a un mundo sin utopía de futuro y sin sentido humano. Este “desarrollo” sustentable lleva implícita la disponibilidad ilimitada de recursos y riquezas; con el crecimiento continuo de los bienes y servicios, de toda la economía; evoca la concordancia de contrarios (un oximõron) y no es viable, a menos que se disminuyan de manera importante, los niveles de consumo y confort, principalmente de los países con mayor desarrollo económico.
Se ha caminado en la últimas tres décadas hacia una crisis multidimensional, que sin exageración es también una crisis civilizatoria, cuyos impactos demandan un cambio de paradigma y la búsqueda de alternativas; desde los países, regiones y localidades; con actores y sujetos responsables de su propio desarrollo. Ante el desarrollo sustentable como concepto vacío, se construye en países de Sudamérica, la noción del buen vivir, basado en la armonía del ser humano en sí y con el prójimo; revertir el deterioro, recuperar lo posible y contribuir a la regeneración de la naturaleza. A partir del buen vivir y ante las evidencias del escaso o “no desarrollo”; proponemos la noción del Desarrollo Armónico o Vivir armónico en la articulación dinámica de tres ejes o componentes, a saber: los que conciernen al ser humano, la preservación de la naturaleza y, las organizaciones e instancias de mediación; con regulación y equilibrio en el conjunto de los procesos. Se consideran los siguientes seis principios iniciales, que se aplicarán de manera transversal según corresponda, en los tres ejes señalados: i) El sujeto y su alteridad; ii) Disminución de la desigualdad social. iii) Respeto y preservación de la naturaleza; iv) Multidiversidad cultural y política, v) Inclusión social y no discriminación, vi) Educación y autoconciencia. Estos principios y otros que sean pertinentes, se orientan a contribuir la viabilidad del Desarrollo Armónico, mediante actores y sujetos de su propio desarrollo, atendiendo tres tipos de relaciones ontológicas, inherentes al propio desarrollo de las civilizaciones: la relación hombre-naturaleza, la convivencia entre los seres humanos (el ser individual y en colectivo) y la relación campo-ciudad.
Ante el riesgo civilizatorio que representa el cambio climático, como resultado del deterioro ambiental provocado por las actividades humanas irresponsables; la preservación de la naturaleza se vuelve indispensable, como protección y resguardo anticipado, de algún daño actual o futuro, que pueda afectar la perspectiva del Vivir Armónico. Respecto a las instituciones y organizaciones, en una sociedad capitalista, con alta polarización social, como en México y otros países; donde las relaciones de poder y conflicto son las predominantes, sobre las acciones y actividades de cooperación, se genera el concepto de mediación, como una forma de mirar e interpretar las relaciones humanas. Si bien la mediación está dirigida a la solución de conflictos en diferentes ámbitos, en nuestro caso se utilizará como parte del Desarrollo Armónico, en procesos de valoración de procedimientos y balance de actuación de organizaciones e instituciones; para encontrar alternativas de mejora, reestructuración y, en su caso, proponer la creación de nuevos organismos. Una forma de “tejer en el caos y construir alternativas”.