Introducción
A nivel global, los movimientos feministas y LGBTI han puesto en circulación renovados sentidos respecto de la sexualidad, la reproducción y el género. La visibilización de sus propuestas está impactando, cada vez con más fuerza, en las legislaciones y las políticas públicas de diversos países, actualizando los debates. Latinoamérica no es la excepción, ya que en los últimos años distintos países han avanzado en la consagración de derechos sexuales y reproductivos (DDSSRR) que están transformando los modos de vivir y ejercer la sexualidad (López, 2020).
Frente a estos avances, sin embargo, también se ha gestado una reacción que cuestiona los DDSSRR y las transformaciones que estos acarrean (Gudiño, 2017; Biroli, 2020; Vaggione, 2022). Actores específicos han conformado una militancia organizada para hacer frente a las demandas feministas y LGBTI (Morán-Faúndes, 2018). Bajo la denominación de provida o profamilia, este activismo encauza diversas formas de acción colectiva para obturar los procesos de ampliación de derechos. En términos generales, estos actores ven en la politización del género, la sexualidad y la reproducción, propuesta por estos movimientos, una amenaza a su cosmovisión moral. Su actuar se orienta así a proteger, restituir o construir un orden moral y sexual restrictivo (Vaggione, 2022).
Desde hace unos años, y ante el avance y fortalecimiento de esta reacción opositora, la academia se ha interesado en explorar las distintas dimensiones que atraviesan a este fenómeno. Una de esas dimensiones se relaciona con la conformación de una militancia contraria a los DDSSRR desde la sociedad civil (Vaggione, 2005; Mujica, 2007; Córdova, 2014; Morán-Faúndes, 2015; Vega, Castellanos y Salazar, 2021; Rousseau, 2022), organizada en distintas ONG, fundaciones, centros de pensamiento e instituciones de formación. Así, junto al protagonismo que ha tenido históricamente la jerarquía católica y, en el último tiempo, diversas iglesias evangélicas dentro de esta oposición, agrupaciones de la sociedad civil se han integrado a la movilización contra los DDSSRR en la región. En ciertos contextos, incluso, éstas han cobrado un protagonismo y un liderazgo similar al de las iglesias dentro de los procesos de movilización y protesta. Tal es el caso de la agrupación Con Mis Hijos No Te Metas, presente en prácticamente toda Latinoamérica, y que ha liderado diversas protestas, principalmente contra políticas de educación sexual integral desde 2016 (Motta y Amat y León, 2018; Barrera, 2021; Rousseau, 2022).
El presente artículo focaliza su atención, precisamente, en agrupaciones de la sociedad civil opuestas a los DDSSRR. Aunque no es el único formato que adopta la oposición a estos derechos, sí es reconocida su importancia al momento de convocar y movilizar recursos para obstaculizar las propuestas feministas y LGBTI. Si bien se han desarrollado estudios académicos acerca de estos actores a niveles locales, algunos contextos cuentan aún con escasos análisis que permitan comprender las características generales que estructuran a esta militancia. Asimismo, existen pocos estudios que ayuden a explorar y cuantificar las tendencias y perfiles generales que los atraviesan. Considerando estos relativos vacíos de conocimiento, este trabajo toma como foco cuatro países que abarcan a la subregión andina: Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú. En cada uno de estos se identificaron y caracterizaron agrupaciones de la sociedad civil que accionan en contra de los DDSSRR, relevando distintos datos vinculados con sus formas de presentarse en el espacio público y sus acciones estratégicas. Así, el objetivo de esta investigación fue conocer y analizar las principales configuraciones, identidades públicas y formas de acción colectiva que privilegian las agrupaciones de la sociedad civil en la subregión andina para oponerse a los DDSSRR, y así, descubrir las formas de organización transversales que están adoptando. Desde una mirada exploratoria, este trabajo intenta mostrar las similitudes y diferencias que existen entre este tipo de agrupaciones a lo largo de la subregión, esperando poder servir de punto de partida para futuras indagaciones.
El artículo se divide en cuatro secciones. En la primera, se detalla la estrategia metodológica utilizada. En la segunda se presenta un breve estado del arte de los estudios acerca de la oposición a los DDSSRR en Latinoamérica, además de una discusión respecto de las formas de nominación de este fenómeno. En la tercera, se exponen los resultados de la investigación, dando cuenta de los perfiles, identidades y configuraciones estratégicas generales de las agrupaciones halladas. Finalmente, en la cuarta sección se detallan las conclusiones del estudio.
Metodología
Para llevar a cabo esta investigación se realizó un rastreo en línea, de carácter exploratorio, de organizaciones y actores neoconservadores en Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú. Para ello se utilizaron descriptores específicos de búsqueda, y la técnica de bola de nieve para arribar a nuevos actores vinculados con los ya hallados. Las fuentes a las que esta metodología permitió llegar fueron centralmente las páginas web de organizaciones neoconservadoras, sus redes sociales (Twitter, Instagram, TikTok y canales de Youtube, principalmente), así como notas publicadas en medios digitales y comunicados públicos en las que fueron mencionadas. Como criterio de selección, se consideraron las organizaciones y actores que se autodefinieran como provida o profamilia o que indicasen que su labor se orienta a la defensa de la vida desde la concepción, de la familia natural o afines. También se incluyeron actores que priorizan narrativas clave, como, por ejemplo: “a favor de las dos vidas” y “contra la ideología de género”. Los datos relevantes de cada actor fueron sistematizados en una base de datos, se resaltaron sus principales acciones colectivas documentadas, su identidad pública, año de fundación, entre otros aspectos importantes.
En una segunda etapa de la investigación se realizaron ocho entrevistas a informantes anónimos clave de Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú. Estas entrevistas fueron utilizadas exclusivamente para llenar algunos vacíos que habían quedado en la información recopilada en la primera etapa, por lo que permitieron complementar los datos recabados. Las personas entrevistadas fueron académicos/as y activistas expertos/as en temas vinculados a neoconservadurismo y DDSSRR.
Para analizar las acciones estratégicas de las organizaciones rastreadas, se realizó una categorización de los ejercicios colectivos hallados de cada agrupación. En primer lugar, se tipificaron según la arena en donde se llevan a cabo: la estatal y la de la sociedad civil. La arena estatal tiene que ver con todas aquellas acciones contra los DDSSRR que son desplegadas dentro de los canales institucionales del Estado, tanto al interior como en espacios interestatales, o en articulaciones con funcionarios/as públicos/as, como litigios, lobby/cabildeo, acciones desde cargos políticos, etcétera.
Las acciones llevadas a cabo en la arena de la sociedad civil se corresponden con aquellas que se realizan por fuera de los canales institucionales de la burocracia estatal, como las estrategias de movilización y protesta callejera, las campañas públicas, la formación de liderazgos, entre otras. Su pertenencia al campo de la sociedad civil no implica que no tengan una orientación política, sino que su búsqueda por influir en la política en general se desarrolla por fuera de los canales estatales. Así, las acciones llevadas a cabo en la arena de la sociedad civil se subdividieron a su vez en dos grandes tipologías: las orientadas a impactar en el campo político-estatal y en el sociocultural.
Las categorías de arenas y las tipologías de acción contenidas en cada una se sintetizan en la Imagen 1 .
Por supuesto, los límites que separan a las dos arenas mencionadas (la estatal y la de la sociedad civil) son porosos, igual que como ocurre con cada una de las tipologías de acciones contenidas dentro de éstas. Sin embargo, pese a sus limitaciones, estas categorías permiten organizar la información de una manera sistemática y analítica, lo que habilita análisis novedosos.
Junto a la categorización de acciones, y utilizando las fuentes consultadas en las etapas anteriores, se realizó un análisis de carácter cualitativo y exploratorio de las formas específicas que adoptaron las principales acciones estratégicas relevadas. Lo anterior, permitió estudiar el contenido específico de las estrategias analizadas, vinculándolas al contexto social y político donde se llevaron a cabo.
La oposición a los DDSSRR y el problema de la nominación
En los últimos años, se ha desarrollado un creciente interés académico por comprender la reacción que genera el avance de los DDSSRR. Diversas investigaciones han ahondado en distintas dimensiones que atraviesan a esta reacción opositora en Latinoamérica, una de estas dimensiones es su relación con la religión. Una parte de la academia enmarca al fenómeno de la oposición a los DDSSRR dentro de un proceso más amplio de vinculación de lo religioso con nuevos procesos democráticos y debates públicos (Vaggione, 2005; 2011; Esquivel, 2013; Luna y Owsiany, 2019; Panotto, 2020; Barrera, 2021). Lejos de cumplirse las teorías de la secularización que pregonaban la decadencia de lo religioso o su completa privatización, la religión continúa jugando un rol central en nuestras sociedades (Casanova, 1994), y es en las disputas en torno a la política sexual donde más claramente se observa su presencia (Vaggione, 2005). El fuerte carácter religioso del movimiento de oposición a los DDSSRR, especialmente católico, es una dimensión destacada por la literatura desde hace años (Peñas, 2010; Irrazábal, 2013; Esquivel, 2013; Gudiño, 2017, Vaggione, 2022). El rol protagónico que ha jugado la jerarquía vaticana en el impulso transnacional de este activismo, desde el último cuarto del siglo XX, estampó por décadas un marcado acento católico en estos sectores (González, 2006; Morán-Faúndes, 2015; Gudiño, 2017); sin embargo, varios estudios han mostrado también cómo ciertas iglesias y líderes evangélicos comenzaron a integrarse a este campo, en especial desde finales de los años 90 e inicios del nuevo milenio (Jones y Cunial, 2012; Carbonelli, Mosqueira y Felitti, 2011; Bárcenas, 2018; Tello, 2019; Panotto, 2020; Campos 2021; Barrera, 2021). Así, aunque el catolicismo sigue ocupando un rol gravitacional, la oposición a los DDSSRR ha adquirido un carácter ecuménico (Morán-Faúndes, 2015; Mora, 2022).
Las investigaciones focalizadas en la impronta religiosa del activismo de oposición a los DDSSRR coinciden en que diversas dimensiones de lo secular las atraviesan (Peñas, 2010; Irrazábal, 2013; Morgan, 2014; Gudiño 2017; López y Loza, 2021; Vaggione, 2022; Tarullo y Sampietro, 2022). Tempranamente, Vaggione (2005) propuso el concepto de secularismo estratégico para dar cuenta cómo estos sectores, a pesar de su marcada impronta religiosa, movilizan discursos seculares en el espacio público, con el fin de evitar el avance de la agenda de los DDSSRR. La apelación a lo secular se observa incluso en las propias identidades que ponen en juego en el espacio público, recurriendo a simbologías y nominaciones desidentificadas de cualquier matriz confesional (Irrazábal, 2013; Morán-Faúndes, 2018; Peñas, 2018). Así, el ideario que establece a lo religioso como sinónimo de conservadurismo y a lo secular como sinónimo de progresismo en materia de moral sexual, se instituye como una falsa dicotomía (Jakobsen y Pellegrini, 2003), ya que desconoce las múltiples formas en que lo religioso puede también movilizarse a favor de estos derechos, y las formas en que lo secular puede ser dirigido por agendas contrarias a los DDSSRR (Vaggione, 2005).
Otra dimensión central del movimiento de oposición a los DDSSRR, destacada por la literatura académica, se relaciona con la incorporación de actores de la sociedad civil al movimiento de oposición a los DDSSRR (Mujica, 2007; González, 2006; Córdova, 2014; Morán-Faúndes, 2015; Gudiño, 2017; López y Loza, 2021; Panotto, 2020; Vega, Castellanos y Salazar, 2021; Tarullo y Sampietro, 2022). Si bien, históricamente han sido ciertas iglesias, especialmente la católica y (posteriormente) las evangélicas, las que han liderado este campo, tempranamente emergió un activismo de oposición a los DDSSRR desde la sociedad civil. La creación de diversas agrupaciones y ONG provida o profamilia constituyó una de las principales formas en las que la feligresía se organizó para operar como el brazo civil de las iglesias (Vaggione, 2011). Algunas investigaciones han destacado cómo este proceso forjó en algunos contextos una suerte de ecumenismo civil (Morán-Faúndes, 2015) que trasciende las históricas tensiones existentes entre las cúpulas eclesiales católicas y evangélicas. Asimismo, la inscripción en la arena de la sociedad civil le ha permitido a una parte del activismo de oposición a los DDSSRR desarrollar procesos de desidentificación religiosa (Morán-Faúndes, 2015), desde los cuales la identidad y los discursos confesionales son relegados a un segundo plano de las agrupaciones, en tanto se priorizan elementos seculares para sostener y movilizar su agenda (Gudiño, 2017; Bárcenas, 2018; Luna y Owsiany, 2019; López, 2020). Así, este proceso de ONGización (Vaggione, 2005) articula a múltiples actores más allá de las identidades religiosas. Las agrupaciones civiles resultan centrales en la movilización de estrategias, como la judicialización de los DDSSRR (Ansolabehere, 2010; Lemaitre, 2013; Peñas, 2018; Álvarez, 2021) y la recristianización a través del derecho (Vaggione, 2022), el lobby/cabildeo en espacios estatales e interestatales (Carbonelli, Mosqueira y Felitti, 2011; Panotto, 2020; López y Loza, 2021), la formación de líderes en campos como la bioética y el derecho (Peñas, 2010; Irrazábal, 2013; Siverino, 2013; Gudiño, 2017), y la movilización callejera (Sgró, 2011; Mora, 2022), entre otros.
Dada la heterogeneidad de actores, discursos y formas de acción colectiva que cohabitan al interior de estos sectores, algunas investigaciones los comprenden bajo la óptica de un movimiento social (Ansolabehere, 2010; Ruibal, 2015; Morán-Faúndes y Peñas, 2016). El carácter organizado de una parte de sus acciones, la agenda común que movilizan en contra de los DDSSRR, y las identidades compartidas bajo las que se autodenominan (como provida o profamilia) comprenden aspectos que dan cuenta de un fenómeno que no es aislado ni coyuntural, sino que mantiene cierta regularidad como proceso social y político. Su carácter reactivo frente al avance de las agendas feministas y LGBTI es destacado por algunos trabajos que resaltan la idea de un contramovimiento (Ruibal, 2015; López, 2020; Rousseau, 2022). Otros trabajos discuten el uso de esta categoría (Morán-Faúndes y Peñas, 2016), al observar que en Latinoamérica estos sectores emergieron con un carácter preventivo más que reactivo, en un momento en donde el derecho al aborto y los DDSSRR en general no eran necesariamente un asunto de debate público ( Vaggione, Sgró y Peñas, 2021). Sin embargo, más allá de este debate, en general existe acuerdo en que para comprender a este fenómeno es necesario observarlo en su dinámica de oposición a los movimientos feministas y LGBTI.
Uno de los problemas recurrentes que existen en el campo de los estudios acerca de estos sectores tiene que ver con su nominación (Morán-Faúndes, 2018). En términos generales, los trabajos que han analizado este fenómeno tienden a utilizar dispositivos conceptuales, cada uno de estos resalta y relega a un segundo plano distintas dimensiones que forman parte de la oposición a los DDSSRR. Así, por ejemplo, considerando su impronta religiosa, algunas investigaciones académicas buscan asir este fenómeno desde conceptos que realzan el carácter confesional de estos sectores. Términos como fundamentalismos (Rodríguez, 2013; Motta, y Amat y León, 2018), conservadurismos religiosos (Vaggione, 2011) o neointegrismos (Arguedas, 2010; Sagot, 2012), entre otros, cada uno con sus ventajas y desventajas, han sido propuestos como formas de nominar y resaltar la dimensión religiosa del fenómeno. Más aún, cada uno de estos pone de relieve no sólo la idea de que la religión permea a la oposición organizada contra los DDSSRR, sino además que ese carácter religioso se sitúa en el espectro de las versiones más radicalizadas u ortodoxas del mundo confesional. En otras palabras, la religión no es, en general, la que forma parte de estos sectores, sino las versiones más tradicionalistas e intransigentes de lo religioso (Bárcenas, 2018; Panotto, 2020).
Otra parte de la literatura especializada ha optado por utilizar conceptos que matizan la centralidad de lo religioso dentro del fenómeno de oposición a los DDSSRR. Así, conceptos como activismo heteropatriacal (Morán-Faúndes, 2018; Troncoso y Stutzin, 2019), -desde el cual se resalta la perpetuación de estructuras de poder de la agenda contra los DDSSRR- o antiderechos3 (Tarducci, 2017; Vega, 2020) -desde donde se pone de relieve la idea de una oposición específica a los derechos de las mujeres y comunidades LGBTI- dejan en un segundo plano la exaltación del componente religioso. Precisamente, la conjunción de elementos religiosos con seculares dentro de la oposición a los DDSSRR tensiona la pertinencia de resaltar lo religioso como elemento central. No es que la religión no sea un componente relevante del fenómeno en cuestión, sino que en muchos casos ésta es puesta en un segundo plano como forma de convocatoria, de identidad compartida y de movilización contra los DDSSRR (Morán-Faúndes, 2018).
En tanto, otros términos como neoconservadurismo o activismo neoconservador están ganando terreno en la literatura especializada (Biroli, Campos y Vaggione, 2020; Panotto, 2020; Barrera, 2021; Vaggione, 2022). Aunque no es un término libre de limitaciones, el concepto neoconservador permite resaltar las similitudes y discontinuidades que existen entre este movimiento y el tradicional pensamiento conservador latinoamericano, caracterizado por una importante impronta cristiana, por sostener un orden basado en jerarquías que consideraban naturales, y una estricta concepción moral, entre otras cosas (Romero, 2000). Si bien algunas de estas características persisten dentro del neoconservadurismo, la politización de la sexualidad y el género, movilizada por los movimientos feministas y LGBTI a escala global, provocó una reacción opositora que obligó a los sectores más tradicionalistas a adaptarse y complejizar sus formas de desplegarse en el espacio público (Vaggione, 2022).
Algunos análisis, además, consideran que el concepto de neoconservadurismo permite entender al fenómeno de oposición a los DDSSRR no sólo como un activismo, sino como una racionalidad política (Vaggione y Campos, 2020), en línea con la propuesta foucaultiana planteada por Wendy Brown (2000). El neoconservadurismo, al igual que otras racionalidades, constituiría no sólo una ideología o forma de pensamiento, sino un encuadre orientado a la producción de nuevas subjetividades políticas, y a una completa transformación del tejido social e institucional. Así, el neoconservadurismo puede ser pensado como una fuerza histórica que establece un orden de verdad desde el cual se rigen y miden los comportamientos.
Considerando estos aportes, el presente trabajo utiliza la denominación activismo neoconservador para destacar el foco específico que se pone en la militancia organizada en contra de los DDSSRR. Resaltar el carácter activista de esta oposición, a las demandas feministas y LGBTI, permite dar cuenta de la orientación política de estos sectores y su búsqueda por influir en espacios de poder.
Agrupaciones neoconservadoras de la sociedad civil en la subregión andina
Como se mencionaba, si bien el activismo neoconservador está compuesto por una heterogeneidad de actores, una de las formas centrales en que su militancia se organizó desde sus inicios en la región fue mediante la conformación de agrupaciones de la sociedad civil (Vaggione, 2005; Mujica, 2007; Morán-Faúndes, 2015). Las asociaciones neoconservadoras, instituidas como ONG, fundaciones, centro de estudio y formación, think tanks, pero también como redes de ciudadanos/as escasamente formalizadas, en algunos casos, ponen en juego diversos mecanismos de movilización política capaces de permear las instituciones e impactar en la ciudadanía.
Gracias a la triangulación de las fuentes consultadas, fueron identificadas un total de 145 agrupaciones activas que movilizan la agenda neoconservadora en la subregión andina.
Como se observa en el Gráfico 1, el país donde se hallaron más agrupaciones fue Ecuador, con un total de 52 (36%), seguido por 42 en Perú (29%). En Bolivia y Colombia, en tanto, se identificaron 26 (18%) y 25 (17%) organizaciones, respectivamente.
Coincidentemente con los hallazgos presentados por diversos análisis acerca de los activismos neoconservadores en Latinoamérica (Vaggione, 2005; González, 2006; Mujica, 2007; Morán-Faúndes, 2015; Bárcenas, 2018; Barrera, 2021), se observó una importante presencia de identidades organizacionales religiosas entre las agrupaciones identificadas. Tales identidades se encuentran expresadas ya sea en los nombres de algunas organizaciones, los cuales hacen referencia a conceptos o ideas basadas expresamente en la fe, o bien en sus presentaciones organizacionales públicas que hacen explícito el carácter religioso de la agrupación. Tal como se aprecia en el Cuadro 1, casi la mitad del total de agrupaciones halladas en la subregión andina presentan identidades confesionales, repartiéndose entre agrupaciones católicas (39.3%) y evangélicas (10.1%). Destaca el caso boliviano, por ser el país con mayor presencia de agrupaciones de corte confesional. Agrupaciones como Católicos en Política (Bolivia), ANE Provida (Bolivia), Fundación Vida y Familia (Bolivia), Movimiento de Católicos Solidaridad (Colombia), Instituto de Investigación Social Solidaridad (Colombia), Acción Provida Ecuador (Ecuador), Consejo de Resistencia Fe, Vida y Familia (Ecuador), Red Vida y Familia Ecuador (Ecuador), Ala sin Componenda (Perú), Asociación Peruana de Familias Numerosas (Perú), Centro para la Promoción de la Familia (Perú), entre muchas otras, constituyen sólo algunos ejemplos de esto.
Católica | Evangélica | Sin identidad pública religiosa | TOTAL | |||||
n | % | n | % | n | % | n | % | |
Bolivia | 12 | 46.2 | 5 | 19.2 | 9 | 34.6 | 26 | 100 |
Colombia | 11 | 44.0 | 1 | 4.0 | 13 | 52.0 | 25 | 100 |
Ecuador | 20 | 38.5 | 1 | 1.9 | 31 | 59.6 | 52 | 100 |
Perú | 14 | 33.3 | 8 | 19.0 | 20 | 47.6 | 42 | 100 |
Total | 57 | 39.3 | 15 | 10.3 | 73 | 50.3 | 145 | 100 |
Fuente: elaboración propia
Entre las agrupaciones con identidades públicas religiosas se hallaron 57 organizaciones católicas y sólo 15 evangélicas. Esta mayor presencia del catolicismo puede responder al hecho de que, siguiendo a los hallazgos de algunas investigaciones realizadas en Latinoamérica, el campo católico tiene una trayectoria más larga en la conformación de agrupaciones civiles neoconservadoras que el campo evangélico, cuya presencia en la vida pública y política de los países es más reciente (González, 2006; Morán-Faúndes, 2015; Panotto, 2020). Asimismo, dentro del campo evangélico los actores eclesiales (como algunas iglesias, pastores/as o federaciones de iglesias) tienen una fuerte presencia en los liderazgos de los procesos de movilización contra los DDSSRR, mientras que el campo católico ha incentivado la participación de la feligresía desde al menos los años 80 (Morán-Faúndes y Vaggione, 2012). Existen por supuesto algunas notables excepciones, donde han sido agrupaciones civiles evangélicas las que han liderado procesos de movilización contra ciertos DDSSRR, como el caso de la organización Con Mis Hijos No Te Metas (Motta y Amat y León, 2018; Barrera, 2021). Sin embargo, es el campo católico el que tiene más experiencia en la conformación de un activismo desde la sociedad civil, paralelo al ejercido por la curia y los actores eclesiales (Lemaitre, 2013).
También se observó un importante número de agrupaciones que no se identifican con ninguna religión o donde ésta no es parte importante de su identidad pública. El 50.3% de las agrupaciones identificadas se definen como aconfesionales, o bien no expresan en sus identidades públicas ningún tipo de vínculo con lo religioso. Algunos ejemplos de esto lo constituyen organizaciones como la Asociación de Padres por una Educación Libre de Ideologías (Bolivia), la Plataforma Ciudadana por la Vida y la Familia (Bolivia), +Colombia, Fundación Centro de Pensamiento Político Nueva Democracia (Colombia), Fundación Colombiana de Ética y Bioética, Abogados por la Vida (Ecuador), Red de Médicos (Ecuador), Psicólogos Por La Vida (Ecuador), Red Nacional de Abogados Profamilia (Perú) y Médicos por la Vida (Perú), entre otras. El hecho de que estas agrupaciones no presenten elementos religiosos en sus identidades públicas no significa que sus miembros no pertenezcan a determinados credos, ni tampoco que la religiosidad de su militancia no sea un aspecto relevante, o que sus integrantes oculten su fe; de hecho, algunos/as de sus principales dirigentes suelen ser personas abiertamente creyentes. La carencia de elementos religiosos en sus identidades organizacionales debe interpretarse como una forma estratégica de presentarse en el espacio público, en la cual la militancia neoconservadora decide hacer que la fe no sea un elemento identitario, priorizado al momento de defender sus agendas y sus ideas públicamente (Morán-Faúndes, 2018). Tal como se observa incluso en los nombres de algunas de las agrupaciones recién mencionadas, en vez de anteponer la religión, muchas sitúan en primer plano elementos identitarios seculares vinculados con un carácter más profesional y técnico -como aquellas que resaltan su vinculación con la medicina, la bioética o la abogacía- que religioso. De este modo, se aprecia lo que Vaggione denomina como “secularismo estratégico” (2005), esto es, la apelación a elementos discursivos y simbólicos seculares como una forma de penetrar espacios de una manera más efectiva, mejor de lo que pueden lograr los discursos y las identidades netamente confesionales.
En línea con lo anterior, como se aprecia en el Cuadro 2, fueron hallados 58 perfiles organizacionales específicos, correspondientes al 40% del total de agrupaciones identificadas. El perfil más recurrente es el de jóvenes, es decir, agrupaciones que se presentan públicamente como organizaciones juveniles en contra de los DDSSRR. Por ejemplo, Choose Life (presente en Colombia y Bolivia), +Colombia, LAP Cultura de Vida (Bolivia), Juventud Provida (Perú), Red Jóvenes Provida (Perú), Frente Joven Ecuador, Dos Corazones (Ecuador), entre otras. Esta importante presencia de agrupaciones de jóvenes puede ser leída como una respuesta frente a los movimientos LGBTI y, especialmente, a los feministas, que en los últimos años en Latinoamérica se han fortalecido gracias a una renovada militancia de jóvenes (Larrondo y Ponce, 2019). Precisamente, la presencia de agrupaciones neoconservadoras juveniles confronta la idea de que estas ideas no serían ideas propias de la juventud.
n | % respecto del total de agrupaciones con perfiles específicos | % respecto del total de la muestra (145 agrupaciones) | |
Jóvenes | 13 | 22.4% | 9.0% |
Padres-Madres | 12 | 20.7% | 8.3% |
Bioética-Medicina-Salud | 9 | 15.5% | 6.2% |
Mujeres | 8 | 13.8% | 5.5% |
Jurídico-Abogados/as | 6 | 10.3% | 4.1% |
Mediático-Informativo | 5 | 8.6% | 3.4% |
Académico-Enseñanza | 5 | 8.6% | 3.4% |
Totales | 58 | 100% | 40.0% |
Fuente: elaboración propia
El segundo perfil más recurrente es el de agrupaciones que se presentan como padres y madres organizados/as en contra de los DDSSRR, o como organizaciones que dicen representar los intereses de esos sectores. Algunos ejemplos de esto son: Padres un Paso al Frente (Colombia), Asociación de Padres por una Educación Libre de Ideologías (Bolivia), Padres en Acción (Perú), Padres con Derecho (Ecuador) o Las Madres tienen Voz (Ecuador). La fuerte presencia de este tipo de agrupaciones se condice con el importante crecimiento que ha tenido en los últimos años en Latinoamérica el movimiento Con Mis Hijos No Te Metas (Motta y Amat y León, 2018; Barrera, 2021; Mora, 2022), a tal punto que en todos los países bajo análisis se encontraron versiones locales de esta agrupación. Precisamente, la identidad de padres y madres circula en el espacio público en tanto significante que produce una dicotomía discursiva, donde los DDSSRR (y en especial el derecho a la educación sexual integral) se construyen como la contracara de una “buena educación” para niños, niñas y adolescentes y, por lo tanto, como el reverso del interés superior de niños y niñas.
El tercer perfil más observado es el de agrupaciones que se presentan como expertas en medicina, bioética o salud, o que dicen estar abocadas a cuestiones sanitarias. En Latinoamérica, desde hace más de una década, múltiples investigaciones han dado cuenta de cómo los discursos desarrollados desde lenguajes y criterios propios de las ciencias biomédicas son puestos en circulación de manera estratégica para impedir el avance de los DDSSRR, sustituyendo a los discursos teológicos (Mujica, 2007; Peñas, 2010; Morán-Faúndes y Vaggione, 2012; Irrazábal, 2013). Algunos ejemplos de esto lo constituyen la Fundación Colombiana de Ética y Bioética (FUCEB), Médicos por la Vida (Colombia y Perú), Red de Médicos (Ecuador) y Psicólogos Por La Vida (Ecuador), entre otras. Desde estos perfiles, algunas de estas agrupaciones se presentan públicamente como expertas y desde una mirada más técnica que política, lo que les permite ser convocadas en ocasiones a espacios de debate legislativo o judicial, o a mesas técnicas donde se discuten políticas públicas.
Otro perfil interesante de destacar es el de agrupaciones de mujeres, debido a que estas organizaciones buscan resaltar que las mujeres no necesariamente defienden agendas feministas, y pueden movilizar su oposición a los DDSSRR. Con lo anterior, pretenden disputar al feminismo su sujeto político por excelencia. Agrupaciones como Empoderadas de Colombia (que combina esta identidad con una identidad juvenil), Mujeres en Victoria (Bolivia), Asociación Únicas (Ecuador) o Feministas Provida Ecuador, son sólo algunos ejemplos.
Respecto de la temporalidad en que estas agrupaciones emergen, de las 145 organizaciones de la sociedad civil identificadas en los cuatro países bajo análisis, se pudo acceder a la fecha de fundación de 83, correspondiente al 57.2% del total de agrupaciones. El Gráfico 2 muestra la información de los años de creación de las organizaciones neoconservadoras de la sociedad civil actualmente activas en la subregión andina, desagregada según quinquenios.
N = 83 (organizaciones a las que se pudo acceder a su fecha de fundación). Fuente: elaboración propia
La mayoría de las agrupaciones neoconservadoras actualmente vigentes se conformaron en el quinquenio 2017-2021, precisamente, en varios de los países analizados ocurrieron en ese período diversos debates públicos que movilizaron al campo neoconservador. En Perú, por ejemplo, la reacción opositora a la inclusión de la perspectiva de género en el currículum educacional derivó en la conformación del movimiento Con Mis Hijos No Te Metas en diciembre de 2016, lo que llevó a una completa rearticulación de todo el activismo neoconservador en torno a este movimiento en los años posteriores (Tello, 2019). Parte de este activismo se organizó incluso en otras agrupaciones articuladas con dicho movimiento, como fue el caso de Padres en Acción, Red Nacional de Abogados Profamilia (RENAFAM) o el Centro de Estudios Jurídicos Santo Tomás Moro (CEJ Santo Tomás Moro), varios/as de cuyos/as dirigentes eran también parte de Con Mis Hijos No Te Metas. En Ecuador, los debates generados en materia de política sexual desde el año 2017, -cuando el Plan Familiar fue derogado y diversos colectivos feministas propusieron revisar la legislación en materia de aborto contenida en el Código Orgánico Integral Penal, así como la decisión de la Corte Constitucional que habilitó en 2019 el matrimonio entre parejas del mismo sexo- generaron una fuerte reacción y rearticulación de la sociedad civil (Vega, Castellanos y Salazar, 2021). En dicho contexto, emergieron nuevas agrupaciones neoconservadoras tanto católicas como evangélicas. Tal fue el caso de Ecuador por la Familia (2019), Familia Ecuador (2018), Guayaquil Vida y Familia (2020), Red Familiar Guayaquil (2017), Movimiento Vida y Familia (2017), A Mis Hijos los Educo Yo (2017), Frente Nacional por la Familia (2017), Consejo de Resistencia Fe, Vida y Familia (2019), entre otras. En Bolivia, los debates en torno a la ley de identidad de género, así como a la despenalización del aborto también concitaron la reacción de grupos conservadores, aunque ha sido en especial desde 2019 donde se ha observado una fuerte conformación de agrupaciones civiles neoconservadoras, principalmente lideradas por jóvenes, como Salvemos las 2 Vidas Bolivia, LAP Cultura de Vida o Contracultura, las cuales empiezan a tener actividad en redes sociales entre 2019 y 20204.
Todos estos casos dan cuenta de cómo el neoconservadurismo privilegia la conformación de agrupaciones civiles como una estrategia reactiva frente a la apertura de debates públicos en materia de DDSSRR que se han dado en diversos contextos, vinculados con la despenalización del aborto, el matrimonio igualitario, la educación sexual, la identidad de género, entre otros. Estos hallazgos se encuentran en línea con investigaciones desarrolladas en otros contextos (Morán-Faúndes, 2015), donde también se ha mostrado que la creación de agrupaciones civiles constituye una importante forma de organización ante la posibilidad de que ocurran transformaciones que desafíen la moral neoconservadora. Adicionalmente, y a modo de hipótesis, este fenómeno también puede ser una respuesta neoconservadora ante la consolidación y el crecimiento de los activismos feministas y LGBTI que se ha observado en la región en los últimos años, que buscan conformar una militancia civil capaz de disputar los derechos demandados por dichos movimientos desde fuera del ámbito eclesial5.
Otro dato que surge del análisis se vincula con los campos o arenas de acción que privilegian las organizaciones. Tal como se detalló en la sección metodológica del presente texto, los tipos de acciones identificadas se agruparon en dos grandes arenas: la estatal y la de la sociedad civil. La estatal está constituida por todas aquellas acciones estratégicas que se llevan a cabo mediante los canales formales instituidos por la burocracia (como litigios o solicitudes formales) o en articulaciones con funcionarios/as públicos/as. La de la sociedad civil, en tanto, está constituida por aquellas acciones que se desarrollan por fuera de los canales institucionales del Estado, que pueden estar orientadas a impactar política o socioculturalmente.
En términos generales fueron halladas pocas organizaciones civiles que se desenvuelvan exclusivamente en la arena estatal (Cuadro 3). Particularmente en Bolivia y Colombia, no se encontraron agrupaciones dedicadas sólo a desarrollar acciones de este tipo, pero sí que combinan acciones en el ámbito estatal con otras desarrolladas en la arena de la sociedad civil (38.5% en Bolivia y 40% en Colombia). Precisamente, en los cuatro países analizados, existe una fuerte presencia de agrupaciones neoconservadoras que desarrollan acciones estratégicas en las dos arenas de manera simultánea (37.2% del total de agrupaciones identificadas), aunque Perú y Ecuador son los países donde se encuentra el mayor número de agrupaciones que buscan moverse directamente en el Estado.
Sólo arena estatal | Sólo arena de la sociedad civil | Arena estatal y de la sociedad civil | Sin información | TOTAL | ||||||
n | % | n | % | n | % | n | % | n | % | |
Bolivia | - | 0.0 | 15 | 57.7 | 10 | 38.5 | 1 | 3.8 | 26 | 100 |
Colombia | - | 0.0 | 13 | 52.0 | 10 | 40.0 | 2 | 8.0 | 25 | 100 |
Ecuador | 3 | 5.8 | 28 | 53.8 | 20 | 38.5 | 1 | 1.9 | 52 | 100 |
Perú | 4 | 9.5 | 24 | 57.1 | 14 | 33.3 | - | 0.0 | 42 | 100 |
Total | 7 | 4.8 | 80 | 55.2 | 54 | 37.2 | 4 | 2.8 | 145 | 100 |
Fuente: elaboración propia
Adicionalmente, en todos los países se encontró una predominancia de organizaciones que se mueven centralmente en la arena de la sociedad civil (55.2%). Lo anterior no quiere decir que estas últimas no busquen impactar políticamente ya que, como se señaló, algunas acciones implementadas en la arena civil también pueden tener una orientación estratégica que apunte a lograr influir en el Estado, pero desde canales que se encuentran por fuera de la burocracia estatal (como movilizaciones callejeras, pronunciamientos públicos o campañas masivas). Precisamente, el Gráfico 3 desagrega la información de las agrupaciones identificadas que ejecutan acciones en la arena de la sociedad civil (134 organizaciones en total, en los cuatro países), mostrando la orientación (política, sociocultural o ambas) de sus acciones:
N = 134 (sólo organizaciones que despliegan acciones en la arena de la sociedad civil).
Fuente: elaboración propia
En Colombia y Ecuador, la mayoría de las agrupaciones neoconservadoras que llevan a cabo acciones en la arena de la sociedad civil lo hacen o bien buscando generar un impacto primordialmente político (el 26.1% en Colombia y 35.4% en Ecuador) o buscando impactar tanto política como socioculturalmente (39.1% en Colombia y 45.8% en Ecuador). En tanto, en Bolivia y Perú se observa una situación distinta, ya que al menos la mitad de las agrupaciones neoconservadoras encontradas, que orientan sus acciones en la arena de la sociedad civil, lo hacen buscando centralmente un impacto sociocultural (60% en Bolivia y 50% en Perú), mediante acciones vinculadas a la producción de contenidos de información general.
Lo anterior no quiere decir que en Perú y Bolivia las agrupaciones neoconservadoras no busquen con tanta fuerza impactar en el Estado. Más de un tercio de estas agrupaciones, en ambos países, actúan en la arena estatal, ya sea orientando sus estrategias únicamente ahí (es el caso de Perú, donde se hallaron cuatro ONG que se desarrollan primordialmente en la arena estatal) o combinando acciones estatales con acciones en la arena de la sociedad civil (33.3% en Perú y 38.5% en Bolivia), tal como se observó en el Cuadro 3.
Lo anterior denota, de cierta manera, cómo la militancia neoconservadora en la subregión Andina se está moviendo en un plano dual, entre los canales institucionales de la arena estatal, por un lado, y la de la sociedad civil, por otro.
Respecto de los tipos específicos de acciones que llevan a cabo dentro de cada arena (Gráfico 4), en la de la sociedad civil, la producción y difusión de contenidos neoconservadores fue la acción más recurrente, con un 83.3% de agrupaciones que desarrollan este tipo de acciones, lo que incluye desde la producción de videos, podcast, entrevistas, streamings, fichas informativas u otro tipo de materiales audiovisuales, hasta la redacción o difusión de información general acerca de asuntos de moral sexual en redes sociales, páginas web o publicaciones impresas. Así, por ejemplo, la organización neoconservadora Empoderadas, de Colombia, realiza acciones especialmente en redes sociales, produciendo videos y cápsulas con comentarios, análisis, información y slogans contra distintos DDSSRR. Combinan una visión juvenil con una mirada femenina antifeminista, ya que sus integrantes son mujeres jóvenes que buscan resaltar en sus contenidos esas dos dimensiones. En sus videos hablan de los anticonceptivos modernos y del aborto tildándolos de “machistas”6, con lo cual resignifican temas históricamente tratados por los feminismos (como el de machismo), les dan una huella neoconservadora y entregan al campo neoconservador renovados argumentos y discursos. Sus contenidos son difundidos mediante diversas redes sociales, ya que tienen presencia en Instagram, TikTok y Twitter. Si bien muchas organizaciones vienen realizado este tipo de acciones desde hace años, en los últimos tiempos se ha intensificado su recurrencia, en especial desde canales digitales (Sgró, 2021). Posiblemente esto se ha incrementado incluso más debido al extendido uso de la virtualidad, potenciado durante las medidas de confinamiento que atravesaron los países durante la pandemia de Covid-19, y al bajo costo que tiene la producción de este tipo de contenidos.
También en la arena de la sociedad civil, la segunda acción más recurrente son las movilizaciones, protestas y actos públicos (70.8%). Estas acciones incluyen desde marchas y plantones, hasta performances públicas, la organización de festivales y eventos motivados por consignas neoconservadoras, entre otras. Por ejemplo, la agrupación Frente Nacional por la Familia de Ecuador organizó un plantón en 2017 frente al Palacio de Carondelet con el fin de exigir al entonces presidente Lenín Moreno que vetara la ley Orgánica Integral para Prevenir y Erradicar la Violencia de Género contra las Mujeres (Paucar, 2017). Esta misma agrupación fue parte de la organización de la marcha nominada “Con mis hijos no te metas” en 2018, que buscaba movilizar a una parte de la ciudadanía en contra de una serie de reformas que se discutían en la Asamblea Nacional, vinculadas con DDSSRR (El Comercio, 2017). En Perú, en tanto, las organizaciones neoconservadoras Red Nacional de Abogados Profamilia, Juventud Provida, 10 Veces Mejor y Perú Defiende la Verdad organizaron un “plantón por la vida” frente a la Embajada de la República de Argentina cuando se discutió el proyecto de ley de legalización del aborto en 2020 en dicho país7.
Entre las agrupaciones identificadas en los cuatro países bajo análisis, el tipo específico de acciones que fue más recurrente en la arena estatal fue el lobby/cabildeo y el asesoramiento a políticos/as, hallándose un 38.9% de agrupaciones que realizan este tipo de acciones, mediante diversas modalidades. Algunas agrupaciones buscan visibilizar su agenda ante funcionarios/as públicos/as a través de audiencias, cartas o peticiones formales. En Bolivia, por ejemplo, la organización neoconservadora Mujeres en Victoria señala que entre sus principales estrategias están la recolección de firmas y cartas notariadas para la presentación de peticiones formales ante las comisiones del parlamento en temas vinculados a DDSSRR, además de la realización de visitas y solicitud de audiencias con legisladores/as para plantearles sugerencias en materia de moral sexual (Ministerio Reforma, 2017). También algunas agrupaciones se presentan públicamente como expertas en materias vinculadas a la sexualidad, brindando así asistencia directa a funcionarios/as públicos/as o realizando presentaciones en espacios legislativos desde esa postura. Esta última es una de las modalidades más comunes, ya que durante los debates legislativos en materia de DDSSRR muchas de estas agrupaciones suelen realizar presentaciones formales ante las comisiones parlamentarias y otros espacios afines. En 2016, por ejemplo, durante el debate público en torno a la educación sexual en Colombia, se organizó en el Congreso de la República de Colombia el Foro Construyendo una Mejor Educación para Nuestros Hijos, el que además de contar con la participación de legisladores/as del país, sirvió de espacio para la presentación de representantes de agrupaciones neoconservadoras como Red Familia Colombia, Padres un Paso al Frente y la Mesa Nacional de Educación y Autonomía (MENACEA) (Red Familia Colombia, 2016).
El segundo tipo de acciones específicas más recurrentes en la arena estatal fueron los litigios e iniciativas legales, con un 23.6%. En Perú, por ejemplo, la agrupación Padres en Acción demandó al Estado mediante una acción popular, instándolo a derogar el Currículo Nacional de Educación Básica regular del 2017. El presidente de otra agrupación neoconservadora, Centro de Estudios Jurídicos Santo Tomás Moro, fue abogado de Padres en Acción en el último tramo del proceso legal. Asimismo, el Centro de Estudios Jurídicos Santo Tomás Moro también presentó en 2018 una demanda de acción popular para declarar inconstitucional la resolución del Ministerio de Salud que aprobó el Protocolo de Aborto Terapéutico. Ambas demandas fueron declaradas infundadas por la justicia en 2019 (Ascarza, 2019). Otras agrupaciones, en tanto, se involucran en procesos judiciales no necesariamente como demandantes, sino mediante figuras legales que las habilitan a participar en calidad de expertas (Peñas, 2018; Monte y Vaggione, 2018). Por ejemplo, en Ecuador durante el proceso judicial en el cual la Corte Constitucional declaró en 2021 la inconstitucionalidad de la prohibición del aborto a mujeres víctimas de violación, diversas agrupaciones neoconservadoras se presentaron bajo la figura de amicus curiae8. Tal fue el caso de Grupo Patria Libre, Sociedad Ecuatoriana Tradición y Acción Pro Cultura Occidental, Liga Católica Pro Familia Ecuatoriana, Padres con Derecho, Familia con Valores y Las Madres tienen Voz, entre otras.
Todos estos datos dan cuenta de un variado perfil de agrupaciones en la subregión andina. No es posible homogeneizar a estas organizaciones bajo un único perfil, identidad o forma de acción colectiva. Antes bien, es necesario presentar atención a la diversidad de modalidades que adoptan, así como a las distintas arenas en las que desarrollan sus acciones estratégicas.
Reflexiones finales
Las acciones llevadas a cabo desde agrupaciones de la sociedad civil constituyen un importante brazo del activismo neoconservador, como se observó en este trabajo, juegan en una política estratégica dual. La gran mayoría de las organizaciones civiles neoconservadoras de la subregión andina orienta sus acciones desde diversos frentes, tanto en la arena estatal como en la de la sociedad civil. Por un lado, son múltiples las organizaciones que promueven procesos de movilización ciudadana, declaraciones públicas, lobby/cabildeo o litigio estratégico en contra de los DDSSRR, con el fin de influir en las altas cúpulas del poder estatal e interestatal. Por otro lado, también se observa una fuerte presencia de acciones orientadas a difundir contenidos neoconservadores, impactar en medios de comunicación, realizar acciones de asistencialismo o formar a la ciudadanía desde una perspectiva neoconservadora, emprendiendo así procesos de transformación social y cultural.
Por supuesto, resulta imposible hablar de la subregión andina como una unidad monolítica, cada uno de los países que la conforman ha atravesado, en los últimos años, procesos sociales y políticos diversos. Considerando lo anterior, y lejos de tomar a esta subregión como un todo, el análisis expuesto buscó comprender desde una perspectiva exploratoria cómo se ha configurado la militancia opuesta a los DDSSRR en estos contextos.
Precisamente, aunque el alcance de los análisis desarrollados está limitado por el tipo y magnitud de los datos relevados en esta investigación, algunas conjeturas pueden plantearse respecto de las particularidades de los contextos. Desde el punto de vista comparado, y tal como se indicó, Ecuador y Perú presentan similitudes importantes de destacar, ambos tienen el mayor número de agrupaciones neoconservadoras por país, así como el mayor porcentaje de agrupaciones que despliegan acciones en la arena estatal (ya sea sólo ahí, o en combinación con acciones en la de la sociedad civil). Asimismo, entre las agrupaciones que desarrollan acciones desde la sociedad civil, los dos países cuentan con los mayores porcentajes de organizaciones que privilegian acciones orientadas al impacto político-estatal. A pesar de que Ecuador y Perú han transitado por procesos políticos y sociales distintos en los últimos años, estos podrían explicar en parte las similitudes del campo neoconservador en que se encuentran ambos. Por un lado, la inestabilidad política ocurrida en Perú en los últimos años parece haber constituido una ventana de oportunidad para el activismo neoconservador; en las últimas elecciones ocurridas desde 2020, diversos activistas de agrupaciones neoconservadoras se han postulado para cargos de elección popular, con disímiles resultados, por ejemplo: Beatriz Mejía, conocida líder de la organización Con mis Hijos No te Metas, fue en 2020 candidata en las elecciones parlamentarias por el partido Avanza País; en las mismas elecciones, el partido Contigo postuló a Justo Balmaceda y Ninoska Valladares, de la ONG Padres en Acción, y a Alberto González Cáceres y José Anderson Trujillo, del Centro de Estudios Jurídicos Santo Tomás Moro. A modo de hipótesis, es posible pensar que esta fuerte presencia del espectro neoconservador en los recientes procesos electorales en Perú podría explicar la importancia que las agrupaciones neoconservadoras le han dado, en el último tiempo, a las acciones llevadas a cabo en la arena del Estado, así como a aquellas de la sociedad civil orientadas a lograr impactos político-estatales.
En el caso de Ecuador, son dos factores concatenados los que podrían explicar la fuerte presencia de agrupaciones que buscan impactar en el Estado. En primer lugar, algunos de los principales debates en torno a DDSSRR se dieron en el marco de sentencias de la Corte Constitucional; como se indicó, múltiples agrupaciones neoconservadoras se movilizaron en estos procesos, algunas de las cuales participaron directamente mediante la figura de amicus curiae, con lo cual se privilegiaron acciones realizadas directamente en los marcos de la burocracia estatal. En segundo lugar, en las elecciones presidenciales de 2021 Ecuatoriano Unido llevó al pastor evangélico Gerson Almeida como carta presidencial, y a la activista neoconservadora Martha Villafuerte como candidata a la vicepresidencia del país. Ambos/as están vinculados/as con organizaciones neoconservadoras, muchas de las cuales activaron acciones tendientes a apoyar esas candidaturas. Villafuerte, particularmente, está relacionada con múltiples agrupaciones neoconservadoras, como Ecuador por la Familia, Familia Ecuador, Guayaquil Vida y Familia y Red Familiar Guayaquil. De este modo, estos procesos han abierto la puerta para que el activismo neoconservador privilegie un impacto en el Estado.
Si bien los otros países de la subregión andina no han sido ajenos a procesos políticos protagonizados por actores contrarios a los DDSSRR en los últimos años, estos no necesariamente han provenido de agrupaciones civiles neoconservadoras. En Bolivia, por ejemplo, tras la crisis institucional de 2019, muchos de los actores que llegaron a cargos de poder y sostuvieron discursos que amenazaban la vigencia de los DDSSRR, como Jeanine Áñez o Fernando Camacho, así como gran parte de la bancada parlamentaria de Creemos, provenían del mundo político, empresarial o eclesial, y no del activismo desde agrupaciones de la sociedad civil. En este sentido, en tales escenarios, la política de las agrupaciones neoconservadoras parece canalizarse por otras vías.
Los datos expuestos permiten aproximarse al fenómeno del activismo neoconservador en la subregión andina y comprender algunas dimensiones generales de su fisonomía y su accionar. Por supuesto, se torna necesario profundizar estos análisis y establecer diálogos entre estos y otros hallazgos a niveles locales. El grado de formalidad de las agrupaciones, su financiamiento, los recursos que disponen para impactar en la política pública y en la ley, los nexos entre sus dirigentes y el espectro político y judicial, entre otros aspectos, resultan dimensiones necesarias de indagar a fin de conocer el grado de poder que desarrollan en el espacio público. El activismo neoconservador, lejos de ser estático, es altamente dinámico, y ha logrado adaptarse a diversas coyunturas. Es por lo anterior que se requiere un seguimiento analítico de sus procesos y tendencias, a fin de conocer en profundidad las transformaciones que lo atraviesan.