Introducción
El queratocono es un padecimiento que ha tomado importancia en los últimos años debido a los avances en la detección de ectasias corneales tempranas1-3, así como en la diversidad de sus tratamientos4. En la actualidad es relevante la rápida recuperación visual de los pacientes tras un procedimiento quirúrgico, y una alternativa de estos avances para lograr la estabilización de pacientes con queratocono es la colocación de anillos intracorneales5,6. El objetivo del presente estudio es evaluar los resultados queratométricos y refractivos tempranos en pacientes con queratocono tratados con colocación de anillos intracorneales.
Método
Cincuenta ojos de 25 pacientes fueron sometidos a cirugía de colocación de anillos intracorneales (Ferrara Rings, AJL Ophthalmic, País Vasco, España). Previo consentimiento firmado bajo información, se incluyeron pacientes con diagnóstico de queratocono de grado 2 o 3 de la clasificación de Amsler-Krumeich, la cual se ha utilizado en numerosos estudios de queratocono7-10. Se excluyeron los pacientes que presentaron otra patología ocular o sistémica, así como cualquier otra cirugía ocular previa. Hubo 21 pacientes de sexo masculino y 29 de sexo femenino. El promedio de edad fue de 22.4 ± 6.6 años, con un rango de 15 a 40.
La profundidad calculada en la córnea para la colocación de los anillos intracorneales fue de 398.8 ± 56.1 mm, con un rango de 304 a 559. Para calcular la selección de las características de los anillos se utilizó el nomograma AJL para queratocono (AJL Ophthalmic, País Vasco, España).
La cirugía se realizó mediante el uso de láser de femtosegundos (VisuMax, Zeiss, Oberkochen, Germany) para la creación de la tunelización en el estroma corneal y poder realizar posteriormente en el mismo tiempo quirúrgico la inserción de los anillos intracorneales. El tratamiento posoperatorio consistió en tobramicina más dexametasona tópica (Tobradex, Alcon, Texas, USA) a razón de una gota cuatro veces al día por 2 semanas.
Un observador enmascarado evaluó y capturó todas las queratometrías, tanto las curvas como las planas, preoperatorias y posoperatorias, para su comparación. Del mismo modo, también con un observador enmascarado, se evaluaron y capturaron las refracciones preoperatorias y posoperatorias para su comparación.
Resultados
El promedio preoperatorio de las queratometrías planas fue de 48.8 ± 3.65 D, versus 46.44 ± 3.65 D en el postoperatorio; la diferencia entre ambos fue estadísticamente significativa (p < 0.005, prueba t de Student). El promedio preoperatorio de las queratometrías curvas fue de 53.92 ± 4.50, versus 49.65 ± 4.15 en el posoperatorio; la diferencia entre ambos fue estadísticamente significativa (p < 0.005, prueba t de Student). Así mismo, la diferencia entre el promedio queratométrico (promedio entre las queratometrías planas y las curvas) en el preoperatorio y en el posoperatorio también resultó ser estadísticamente significativa (Fig. 1).
El promedio del cilindro preoperatorio fue de −5.65 ± 2.02 D, versus −3.48 ± 2.47 D en el posoperatorio; la diferencia entre ambos fue estadísticamente significativa (p < 0.005, prueba t de Student). En cuanto a la diferencia entre el equivalente esférico en el preoperatorio y en el posoperatorio también resultó ser estadísticamente significativa (Fig. 2).
Discusión
El queratocono puede causar una incapacidad visual si no se detecta a tiempo para su manejo4,11, y resulta también un reto en cuanto a su detección temprana1,2.
El manejo visual del queratocono ha sido tradicionalmente mediante el uso de lente de contacto en sus diferentes variantes, pero este manejo solo es para lograr una mejoría en la capacidad visual y no para detener la progresión de la patología12. La progresión puede llegar a requerir un trasplante de córnea debido a la incapacidad visual del paciente, ya sea de tipo queratoplastia penetrante13 o en la variedad de queratoplastia lamelar profunda, en la cual el endotelio del paciente se preserva14.
Actualmente, la tendencia en el manejo del queratocono es detener su progresión lo más temprano posible para no tener que llegar a un trasplante de córnea. En los últimos años han surgido técnicas con esa finalidad, entre ellas el cross-linking, que con sus diferentes variantes15-17 busca estabilizar el queratocono mediante la impregnación de riboflavina, seguida de la aplicación de radiación ultravioleta para que así el estroma de la córnea reaccione y genere puentes entrecruzados en las fibras de colágena de este18-21. En cuanto a la reducción del poder de las queratometrías, así como de la refracción, la técnica de cross-linking ha mostrado poco efecto17. Por otra parte, el uso de anillos intracorneales para el tratamiento del queratocono ha reportado tanto una estabilización en la progresión de la patología como una reducción amplia en el poder de las queratometrías, la refracción e incluso mejoría en la agudeza visual no corregida en el posoperatorio de estos pacientes22-24. También se han combinado las dos técnicas quirúrgicas para obtener los beneficios de ambas, colocando anillos intracorneales como primer procedimiento para después, en una segunda cirugía, tratar esas córneas mediante cross-linking25-27. Por tal motivo, resulta importante saber cuán rápido en el posoperatorio de la colocación de anillos intracorneales se generan los beneficios en el poder de las queratometrías y la refracción de los pacientes.
En el presente estudio se evaluaron los cambios tempranos al mes del posoperatorio de la colocación de anillos intracorneales, midiendo las queratometrías corneales, el astigmatismo y el equivalente esférico, los cuales resultaron todos estadísticamente significativos comparados con las mediciones preoperatorias. Los resultados demuestran que, tan pronto como al mes del posoperatorio, se observan los beneficios queratométricos y refractivos de la colocación de anillos intracorneales en el tratamiento de pacientes con queratocono, y sugieren una pauta para el pronóstico que este procedimiento quirúrgico ofrece realizado de forma única, lo que también pudiera ser beneficioso cuando se decide utilizar la combinación de anillos intracorneales y posterior terapia de cross-linking. Como se demostró en el presente estudio, podría no ser necesario espaciar mucho el tiempo entre ambos procedimientos.