El desarrollo científico avasallante de la sociedad contemporánea, resultado de las revoluciones científica e industrial hace que nuestro día a día esté cada vez más comprometido con la alta tecnología, incluso se quiera o no se quiera; pensemos por un momento quién podría en su sano juicio desprenderse de un teléfono inteligente tan solo por un día, seguramente nadie, pero la pregunta crucial es: ¿cuál es el límite, si es que lo hay, en el uso y disfrute del avance de la ciencia? ó ¿Cómo podríamos evitar un abuso de la tecnificación que deteriore nuestra propia vida y de las generaciones venideras?.

Desde luego los avances en la ciencia tienen el objetivo de facilitarnos la vida y convivencia en sociedad, sin embargo, se debe alcanzar una armonización entre los conocimientos científicos especializados y los valores del conocimiento enfocados a las personas, sin contenidos éticos caemos en el riesgo de llegar a absurdos que pongan en riesgo nuestra propia esencia humana que es la dignidad, en aras de lograr mayores capacidades tecnológicas que únicamente contemplan fines utilitaristas.

Pensemos por un momento en la modificación y edición genética de los seres vivos incluyendo el hombre; en el aumento de la práctica biomédica en favor del paciente vulnerable; en el uso desmedido de la biotecnología en los sistemas biológicos y en el aumento de la contaminación ambiental que afecta la calidad de vida de la humanidad. Todo lo cual requiere limitarse y evitarse si queremos una sociedad de avanzada más humana y más comprometida en su propio desarrollo sostenible.

Entendemos que la sostenibilidad parte de la idea de la satisfacción de las necesidades de todos nosotros que somos la generación presente, pero sin comprometer el desarrollo de las generaciones del futuro, pongamos como ejemplo que cada minuto se tiran un millón de botellas de plástico y cinco millones de bolsas de plástico, según lo refiere los datos de Naciones Unidas, quienes consideran que de mantenerse la situación actual, en el año 2050 habrá más plástico que peces en los océanos.¹

Pero la sostenibilidad no se refiere únicamente al medio ambiente, sino también a fenómenos económicos y sociales que hagan posible el desarrollo de las generaciones venideras, así lograr el equilibrio entre economía, cohesión y estabilidad social con la preservación de la biodiversidad debe ser nuestro objetivo como humanidad y para lograrlo no podemos prescindir de la ética y de los valores humanos. El camino viable para conseguirlo es la bioética que atiende un conocimiento transversal que construye un vínculo de conectividad.

Hablar de Bioética en las ciencias sociales es transcendental, ya el médico norteamericano Van Rensselear Potter (1911-2001) en su libro Bioética: un puente hacia el futuro logró conformar un termino, entrelazando los términos Bios “ciencias de la vida” con Ethos “el respeto de los valores de la vida”, se trata de preservar a la humanidad de su propia destrucción nos dice el autor, ya que el incremento en la población y el exceso de consumo de recursos no renovables que provoca el consiguiente deterioro medioambiental nos coloca en una posición de urgencia, es así que requerimos una nueva visión acerca de cómo usar el conocimiento.²

Visualizar la interdependencia y reciprocidad entre el entorno físico y biológico del hombre con los entornos sociales, psicológicos, políticos, religiosos, éticos, económicos debe ser una nueva forma de mirar el mundo globalizado.

Así la injusticia social, la explotación económica y el deterioro progresivo de la naturaleza son temas que merecen analizarse y repensarse si queremos la paz y el desarrollo global lo cual significa que no podemos obviar la dignidad humana.

Otoño 2023

Dra. Silvia Patricia López González

Directora - Editora