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Inter disciplina

versión On-line ISSN 2448-5705versión impresa ISSN 2395-969X

Inter disciplina vol.12 no.33 Ciudad de México may./ago. 2024  Epub 01-Oct-2024

 

Reseñas

Alfred Gell Antropología del Tiempo. Construcciones culturales de mapas e imágenes temporales México: CEIICH, UNAM, 2023, 362 pp*

María Elena Figueroa Díaz** 

** Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco. Correo electrónico: jseck@uaeh.edu.mx

Gell, Alfred. Antropología del Tiempo. Construcciones culturales de mapas e imágenes temporales. México: CEIICH, UNAM, 2023. 362p.


De la antropología a los estudios interdisciplinares en el estudio del tiempo

La publicación de Antropología del Tiempo. Construcciones culturales de mapas e imágenes temporales, permite contar, por primera vez en español, con una obra fundacional en el campo gracias a la iniciativa de Raúl Contreras Román y de Guadalupe Valencia, editores del libro, y de la impecable traducción realizada por Canek Huerta y María del Socorro (Coco) Gutiérrez-Magallanes. Se trata de un libro denso en su estructura; complejo en su temática, en su composición diversa y en su vocación reflexiva y crítica. El estudio introductorio, a cargo de los editores, resulta muy clarificador al marcar rutas de entendimiento, claves teóricas y conceptuales, así como al ofrecer un amplio contexto del autor, del libro y del desarrollo del campo de la antropología del tiempo.

En los tres apartados del libro: Diferencias en la cognición del tiempo atribuidas a la sociedad y la cultura; Mapas del tiempo y cognición, y, Tiempo y práctica, Gell elabora un argumento desarrollado a partir de un diálogo incesante con autores de diversas disciplinas, permiténdole acceder a un sentido profundo del tiempo, fundamentalmente a partir de la crítica a los autores que aborda, pero sin dejar de rescatar aquello que le parece útil, cierto o bien fundamentado. Si la primera parte se centra, principalmente, en estudios antropológicos de impronta durkheimiana, y revisa autores como Evans-Pritchard, Lévi-Strauss, Leach, Barnes o Lévy-Bruhl, en la segunda se concentra en la filosofía del tiempo. En este apartado aborda las propuestas, por una parte, de la filosofía analítica (en tanto fundamento lingüístico de las ciencias físicas o duras), y en especial de su vertiente metafísica, y, por otra parte, de la fenomenología. La tercera parte aborda a Heidegger que, desde la tradición alemana, opone el tiempo constitutivo del ser y el tiem po externo; y, en gran medida, se centra en la obra de Bourdieu, con el fin de vincular el tiempo con la teoría de la práctica para dar cuenta de la manera en que se vive y se organiza el tiempo en la vida cotidiana, y para mostrar cómo hay un estrecho nexo entre tiempo y política, entre tiempo y ejercicio del poder. Los calendarios, los registros del tiempo, entre otros fenómenos sociales, son, en muchas ocasiones, expresiones y dispositivos de control por parte de los poderosos.

Gell hace su recorrido y elabora su propuesta desde una perspectiva interdisciplina ria buscando enriquecer la antropología, dotarla de rigor filosófico, acercarle visiones y estudios sobre quienes constituyen un “nosotros” frente a los “otros”, es decir, volver la mirada hacia el mundo occidental, donde también se producen creencias, percepciones subjetivas e ilusiones. Dicho recorrido se cons truye sobre dos ejes encontrados: doxa y episteme; cognición e ideología; objetividad y subjetividad; necesidad y contingencia. De este modo, Alfred Gell opone las creencias contingentes y las posturas metafísicas, con el fin de demostrar que el mundo en general no es el mundo culturalmente constituido. En su afán de desexotizar las diversas maneras en que ciertos grupos diferentes a nosotros conciben el tiempo, y de dar cuenta de ese otro nivel cognitivo, objetivo, uniforme, constante, que es la dimensión temporal de la realidad, recorre el pensamiento de antropólogos, filósofos (tanto analíticos como fenomenológicos), sociólogos, geógrafos sociales, economistas y lingüistas. De este modo, intenta desmitificar el tiempo, demostrar que este, en otras culturas, sobre todo en los espacios rituales, no solo no se detiene, se invierte o retrocede, sino que tampoco las personas participantes de ellos creen que de verdad sucede así.

Gell insiste en que el tiempo es percibido de la misma manera por todos los seres hu manos y que esos tiempos distintos no son en realidad modos de la existencia, sino complejos de percepciones, creencias y decisiones estratégicas simbólicas con una función particular. Incluso, afirma que la idea de tiempos objetivos distintos surge de la mirada del antropólogo, y no de una vivencia real “otra” en las sociedades que estudia. No solo es el mundo del Otro sino nuestra relación con ese mundo otro lo que está en juego en esa construcción de tiempos alternos; de ahí que Gell apele al descentramiento de los antropólogos. Este objetivo es el punto de partida para una vasta y a ratos densa construcción, fundamentalmente filosófica, que aborda las posibles veredas para estudiar el tiempo.

En un segundo momento, entonces, Gell aborda el tema del espacio, del tiempo espacializado; del presente y cómo, desde él, abarcamos, o no, el futuro y el pasado. Más aún, de qué modo, el pasado y el futuro son constantemente resignificados. En ese sentido, pasa de un nivel de reflexión más empírico a uno mucho más abstracto, que tiene una finalidad abarcativa, al expandir nuestros horizontes de entendimiento sobre el tiempo. Ya en este nivel, no estaríamos hablando solo de creencias contingentes, sino de explicaciones científicas con mayor solidez y rigor.

Antropología del Tiempo es un libro muy valioso por diversos motivos. El primero es el esfuerzo sostenido que hace el autor por mostrar que el tiempo, lejos de ser un estrato misterioso, inasible y paradójico, es una dimensión constante de la realidad a la cual nos adaptamos constantemente, de manera dinámica. El segundo motivo es que hace un recorrido puntual, detallado y comprometido por la filosofía del tiempo, primero, para dar he rramientas filosóficas a la antropología (herramientas más rigurosas y orientadas a la construcción argumentativa racional), y para establecer bases fidedignas para la percepción subjetiva del tiempo y el tiempo social, que distan de las propuestas emergidas de la antropología, las cuales se establecen, erróneamente, como configuraciones metafísicas que dan cuenta de tiempos alternos al único tiempo real al cual podemos acceder.

El tercer buen motivo por el cual se trata de un libro muy valioso es el intento de Gell, asimismo, por generar las bases para un modelo funcional sobre la cognición del tiempo, a través de un texto sellado por su ánimo esclarecedor, didáctico, pleno de explicaciones y de ejemplos que, con rigor, guían el eje de su argumento. Otro buen motivo es que la obra es también un diálogo entre las ciencias sociales y las ciencias físicas (a través de la filosofía) y entre las ciencias sociales y diversas corrientes filosóficas. En ese sentido, ofrece un panora ma que, aunque él niega ser exhaustivo, resul ta ser realmente muy amplio e ilustrativo sobre lo ya escrito y discutido en torno al tiempo. Se trata, entonces, de una muy buena introducción al tema, y de un acercamiento a autores, teorías, tratamientos y temas fundamentales en el estudio del tiempo, desbordando las fronteras disciplinares de la antropología.

La lectura de este libro permite reconocer, por parte del autor, rigor, esfuerzo interdisciplinario, intención dialógica y constructiva, interés en distinguir entre el tiempo y su percepción/representación/vivencia subjetiva, sobre la base de que todos los seres humanos tenemos las mismas estructuras lógicas, aunque di ferentes creencias contingentes sobre cómo funciona el mundo. En ese sentido, para él, existen estructuras permanentes, las cuales permiten la emergencia de la experiencia basada en la percepción y las creencias. En ese sentido, insiste en que vivimos, todos, un tiempo de eventos que se suceden unos tras otros, y susceptibles de ser fechados (de distintas maneras). Lo subjetivo requiere lo objetivo para poder desplegarse. Gell hace preguntas relevantes: ¿cómo pensamos el tiempo?, ¿cómo se vuelve relevante para cada uno de nosotros?, presente, pasado y futuro, ¿son características del universo o surgen de nuestro punto de vista en ese universo? Y se trata de preguntas que vale la pena seguir haciéndonos, junto con él, y a lo largo de nuestras reflexiones.

Hoy en día nos enfrentamos con la hegemonía de una temporalidad moderna capitalista, cada vez más acelerada y vertiginosa, que subsume la vida misma a la lógica de las mercancías, al empobrecimiento de la vida humanamente factible de ser vivida, a la necesidad de resistir dotando de otros sentidos, individuales y colectivos, intersubjetivos, al transcurrir del tiempo. En ese escenario, la mirada de Gell, aparentemente desencantadora, puede ayudarnos a entender con mayor rigor cómo vivimos, estructuramos y organizamos la vida en términos temporales, cómo sobrevivimos, nos sometemos o nos liberamos frente al tiempo. En tanto característica dimensional del mundo, el tiempo es uno solo, ya lo dijimos; eso nos permite comunicarnos, coexistir, generar acuerdos o desacuerdos, construir colectivamente. Esa es la base del tiempo social, aquel que, al final, nos importa, al menos como científicos sociales; es el tiempo que nos interpela. Nosotros también somos “otros” en la medida en que no nos conocemos ni entendemos cómo nos organizamos temporalmente; en ese sentido, desexotizar implica comprender, para hacer el tiempo, como objeto de estudio, más accesible, para maravillarnos de otro modo.

Este libro, sin duda alguna, nos permite pensar desde otro lugar, revisar nuestras propias creencias, prejuicios e ideas; acercarnos a líneas de pensamiento que suelen estar alejadas de la antropología (y de muchos espacios dentro de las ciencias sociales) y que nos obligan al pensamiento serio y riguroso, y a abrir nuestro criterio con el fin de abordar más frontalmente el asunto del tiempo, en vez de quedarnos únicamente en intuiciones temporales, y en resolver el asunto a partir de asu mir simplemente que hay distintas realidades con sus respectivas temporalidades y, con ello, sumar más confusión a nuestro limitado entendimiento sobre el tiempo.

Es un hecho que el tiempo subjetivo, y los tratamientos que algunos pensadores, como Bergson, han hecho del mismo, siguen siendo verdaderamente fascinantes y seductores. No se trata de renunciar necesariamente a ellos, sino de complementarlos, y acostumbrarnos a poder pasar de un nivel o dimensión del tiempo a otra, sin por ello te mer perdernos de algo. En fin, asumir que en el rigor científico y filosófico también hay belleza y numinosidad, y que siempre podremos regresar a nuestra conciencia interna y a nuestras vivencias más personales del tiempo.

Este libro confiere un mapa, una ubicación más clara del ahora renovado interés por el tiempo; permite pensar en diferencias, en planos y niveles; ayuda y guía al mostrar la sutil diferencia entre la vivencia del tiempo y el tiempo mismo. Sin embargo, no podemos eludir que hay propuestas muy interesantes en la actualidad que irían en contra de los supuestos de Gell. Es el caso de la cosmopolítica, por ejemplo, que, entre otras cosas, plantea que las diferencias que encontramos en las visiones del mundo propias y de los radicalmente otros no son de orden epistemológico sino ontológico. Habrá que seguir el consejo de Gell, y pensar y debatir. Y en ese camino, habría que preguntarnos: ¿qué nos dice de nosotros nuestra fascinación por el ritual, por esos tiempos “otros” que rompen con el tiempo moderno capitalista occidental?, ¿qué dice de nosotros esa seducción por el tiempo inmóvil, el tiempo que retrocede, o que se eterniza, el tiempo lento, ligado a los fenómenos de la naturaleza? ¿Qué nos dice todo ello de nuestra propia vida, de nuestro uso y percepción del tiempo, de lo que cualitativamente valoramos, añoramos o recordamos? Gell rescata la eventual epifanía que podemos experimentar al saber de la visión del otro; a la vez, invita a que lo hagamos en nuestro caso también.

* Edición y estudio introductorio a cargo de Raúl Contreras Román y Guadalupe Valencia García. Traducción de Canek Huerta Martínez y María del Socorro (Coco) Gutiérrez Magallanes.

María Elena Figueroa Díaz

Doctora en ciencias políticas y sociales con orientación en sociología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); maestra en filosofía política por la UNAM; maestra en desarrollo humano por la Universidad Iberoamericana y licenciada en filosofía por la UNAM. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel I. Actualmente, es profesora investigadora del Departamento de Política y Cultura de la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Xochimilco. Fue instructora, desde 1998 hasta 2015, en Programas de Gestión Cultural en Conaculta y en la Secretaría de Cultura del Distrito Federal, en temas de elaboración de proyectos culturales, así como de la vinculación entre cultura y desarrollo humano. Ha escrito diversos artículos y capítulos de libros sobre los siguientes temas: políticas culturales; cultura y desarrollo humano; cultura y territorio; imaginarios del futuro; género y migración.

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