Introducción
LA MIGRACIÓN ES UNO DE LOS FENÓMENOS SOCIALES que más transforma las sociedades pues implica un cambio en el uso de los espacios físicos, recursos naturales, infraestructura y servicios (Ferrer et al. 2014). El énfasis en el estudio de la migración y los encuentros interculturales tradicionalmente se ha puesto en los movimientos migratorios internacionales, en donde el contacto entre diferentes culturas es más evidente, prestando menos atención a los fenómenos de migración interna. Debido a las divisiones regionales, políticas, económicas y étnicas, la migración al interior de un mismo país implica un reto tanto para los migrantes como para la sociedad receptora, pues conduce a cambios en el lenguaje hablado, así como también en las normas y valores socioculturales (Akkaya-Kalayci et al. 2015). Esto supone un reto importante, pues de la gestión y del éxito de este proceso migratorio dependerá en gran parte el bienestar de unos y otros. Por eso es trascendental analizar en qué términos se está produciendo la incorporación de migrantes a los lugares de acogida y cómo se puede actuar para que se llegue a procesos que faciliten la convivencia y el bienestar entre los grupos implicados (Ferrer et al. 2014).
En México, el Consejo Nacional de Población (Conapo) define la migración interestatal como “el cambio de lugar de residencia habitual de las personas dentro del país desde una entidad federativa a otra” (Conapo 2015, 2). De acuerdo con las proyecciones de población del Conapo para el periodo 2015-2020, el estado de Yucatán incrementaría su atracción de inmigrantes, acumulándose en el lustro una estimación de 62,492 inmigrantes; tendencia de atracción que se espera continúe elevándose para el lustro 2020-2025, hasta alcanzar los 70,101. Del total de los inmigrantes mexicanos, 176,302, el 91.9%, son originarios de 14 entidades federativas, donde destacan la Ciudad de México, 21.2%; Campeche, 17.7%; Quintana Roo, 13.8%; Tabasco, 11.9%; Veracruz, 10.0%, y, Chiapas, 6.4% (Conapo 2015).
La migración interna puede ser motivada por la búsqueda de una mayor oferta laboral, de vivienda, servicios e infraestructura (Cardieux y Hurley 2011). Aunque la migración interna se desarrolla dentro de un mismo país, pone en contacto a grupos e individuos de distintos orígenes culturales. En consecuencia, una de las mayores fuentes de dificultad en las relaciones interculturales es la creencia de que otras culturas representan una amenaza para la propia cultura (Stephan, Díaz-Loving y Duran 2000). En este sentido, la competencia por los recursos puede considerarse como un factor importante pudiendo aumentar el conflicto entre locales y foráneos (González, Sirlopú y Kessler 2010; Mera et al. 2018).
La llegada de migrantes activa un sentido de alerta en los locales y una de las mayores fuentes de dificultades en las relaciones interculturales es la creencia de que otras culturas representan una amenaza para la propia cultura (Stephan, Díaz-Loving y Duran 2000). Para la sociedad mayoritaria estar en un entorno de contacto cultural no significa involucrarse con miembros de otros grupos culturales (Berry 2019). Desde la teoría de la amenaza intergrupal (Stephan y Stephan 1996) se perciben dos tipos de daños potenciales: la amenaza realista, referente a la preocupación sobre el daño físico o la pérdida de recursos económicos, políticos y físicos del grupo, y, la amenaza simbólica, como la preocupación sobre la integridad o la validez del sistema de creencias y significados, los valores, la ideología, la filosofía, la moral y la cosmovisión del grupo.
Las personas experimentan una amplia gama de reacciones emocionales en respuesta a amenazas intergrupales. Las emociones intergrupales pueden estar enfocadas hacia el exterior, hacia los demás, o bien, estar enfocadas hacia el interior, en el yo (Davis y Stephan 2011). En ocasiones, las emociones pueden ser más ligeras e implicar solo evitación, o bien, ser más fuertes, implicando odio, miedo, ira, desprecio, tristeza y disgusto, y, en este sentido, podrían causar una reacción conductual contra el grupo externo (Matsumoto, Hwang y Frank 2017; Davis y Stephan 2011; Hewstone, Rubin y Willis 2002; Forgas, Bower y Krantz 1984).
Estudios previos han demostrado cómo la percepción de amenazas tanto realistas como simbólicas aumentan el prejuicio y las actitudes negativas hacia los exogrupos (Renfro et al. 2006; Caricati, Mancini y Marletta 2017). Stephan y Stephan (1996) definieron el concepto de ansiedad intergrupal como la anticipación de resultados negativos durante las interacciones entre grupos y los estereotipos negativos pudiendo llevar a las personas a esperar a que los miembros del grupo se comporten de determinada forma para amenazar el bienestar del grupo. Esto es un reto importante, pues de la gestión y el éxito de este proceso migratorio dependerá el bienestar de unos y otros, por eso es trascendental analizar en cuáles términos se está produciendo la incorporación de los migrantes a la acogida y cómo se puede actuar con el propósito de llegar a procesos facilitadores de convivencia y bienestar entre los grupos implicados (Ferrer et al. 2014).
Durante los encuentros interculturales, la identidad social también puede verse amenazada, pues los individuos tienen la necesidad de verse a sí mismos en términos positivos durante el continuo proceso de definición de la identidad, relacionada con cómo se perciben los individuos al interior del grupo y en la percepción de los miembros de otros grupos (Liebkind et al. 2016). Los encuentros culturales incluso dentro de las fronteras de un país con el mismo idioma, lenguaje o la manera de hablar representan también un aspecto de la identidad (Berry y Sam 2016). La identidad implica diferencias intergrupales, relaciones sociales de distinción entre el “nosotros” y el “ellos” (Sabido 2011), el encuentro de categorías culturales. En este sentido, la distancia lingüística considerada como una de las mejores medidas de la distancia cultural (Muthukrishna et al. 2018) puede ampliar la diferencia percibida con los miembros de cierto grupo cultural. En un proceso migratorio, el migrante necesita comunicarse para poder relacionarse y en ese intercambio de lenguajes es donde se encuentran las identidades de los individuos.
En virtud de su pertenencia a un grupo, los individuos pueden orientar sus creencias, hacer evaluaciones erróneas o tener comportamientos injustos hacia miembros de grupos distintos al suyo, lo cual se conoce como sesgos intergrupales (Dovidio y Gaertner 2010). Los sesgos intergrupales tienen como punto de partida la categorización social y se manifiestan a través de prejuicios y comportamientos discriminatorios, que surgen a nivel cognitivo con los estereotipos, el efecto último de los sesgos es la predisposición negativa hacia los miembros de uno o varios exogrupos, tradicionalmente vinculada con las explicaciones sobre los conflictos intergrupales (Blanco, Caballero y De la Corte 2005; Sánchez 2014). Desde la teoría de la identidad social (Tajfel 1974), se explica que tanto la influencia del endogrupo como la discriminación del exogrupo están en función de la motivación individual para obtener una identidad social positiva, en comparación con los exogrupos pertinentes.
La caracterización de los migrantes desde la mirada de la cultura mayoritaria podría ayudar a comprender lo que ocurre en los encuentros interculturales al interior de un mismo país. Algunos estudios de migración interna enfatizan la importancia de los procesos de interacción cultural derivados de la migración, encontrando como elemento clave las actitudes de la cultura receptora (Lebedeva et al. 2017; Lebedeva y Tatarko 2013). En este sentido, la cultura se convierte en el escenario en el cual se establecen los parámetros históricos e ideológicos alrededor de sus estructuras sociales y las herramientas con las cuales los individuos construyen significados individuales (Valsiner 2018).
Contexto de estudio: migración interna en Yucatán
La migración a Yucatán no es un tema nuevo, diversos estudios históricos, sociológicos y antropológicos, así como literatura (Güémez Pineda 2011; Shrimpton 2006; Solís 1997; Lara 1996; Escoffié 1954; Gamboa 1935) relatan movimientos migratorios a Yucatán desde tiempos de la colonia, así como los cambios y transformaciones resultado de estos encuentros culturales. Sin embargo, en los últimos años se ha incrementado significativamente el número de personas que han llegado a vivir a Yucatán, originarios de entidades federativas del país, donde destacan la Ciudad de México, Campeche, Quintana Roo, Tabasco, Veracruz y Chiapas (Conapo 2015 y 2017). Entre los motivos para decidir vivir en Yucatán refieren principalmente la seguridad percibida y las oportunidades de empleo. A la vez, el comercio local se ha diversificado y ahora grandes compañías nacionales y transnacionales se alojan en Yucatán, impactando incluso en la cultura comercial estatal y en el incremento de desarrollos de vivienda.
Se dice que los valores, intereses y formas de conducta conservadoras generados por la identidad cultural yucateca también tienen como consecuencia alimentar el sentimiento general de “ser diferente” al resto de los mexicanos de otras regiones (Sierra Villarreal 1995). Debido a su distancia con el centro del país y a su marcado etnocentrismo, históricamente se ha caracterizado a Yucatán y a los yucatecos como “un mundo aparte de México” (Ayora Díaz 2007; Figueroa 2013; Shrimpton 1997). La investigación transcultural y etnopsicológica se centra en estudiar factores culturales, sociales y psicológicos como determinantes de una diversidad de conductas y, específicamente, la cultura es esencial para la comprensión de la conducta social y de la personalidad (Palacios y Martínez 2017). Estudios recientes han relacionado el impacto de las posturas conservadoras del endogrupo en el incremento de prejuicios hacia el exogrupo (Caricati, Mancini y Marletta 2017). Desde la percepción de los locales como “cultura aparte”, se hace relevante comprender cómo los yucatecos entran al encuentro con otros grupos culturales y étnicos de México y, de manera específica como cultura mayoritaria, cómo se configuran los significados hacia los migrantes mexicanos que llegan a vivir a Yucatán.
El presente estudio pretende identificar las palabras que los meridanos, como cultura local, asocian con los estímulos “quintanarroense”, “campechano”, “veracruzano”, “tabasqueño” y “chilango”; correspondientes a los gentilicios de los grupos migratorios nacionales con mayor presencia en la entidad, a través del análisis estructural semántico. El significado surgido en las asociaciones semánticas en determinado grupo cultural guarda conocimientos y conceptos incidentes en la conducta. La relevancia de este estudio radica en la identificación de las categorizaciones sociales generadas en un contexto de migración interna, tomando como muestra la ciudad de Mérida, en Yucatán. Es escasa la investigación en torno a la migración interestatal en nuestro país (Granados Alcantar y Quezada Ramírez 2018), abundan principalmente estudios sobre migrantes en tránsito (Temores-Alcántara et al. 2015; Nájera Aguirre 2016), dificultades derivadas por la expulsión de migrantes o la migración de retorno (Izcara Palacios y Andrade Rubio 2015). A nivel metodológico, el presente estudio sirvió como base para adecuar, adaptar y crear instrumentos culturalmente relevantes (Reyes-Lagunes y García y Barragán 2008) para evaluar el fenómeno de encuentro intercultural en migración interna con población local.
En cuanto a la relevancia social, el presente estudio permitirá identificar los elementos cognitivos y emocionales relacionados con conductas y actitudes intergrupales que podrían generar conflicto. Con esto, apoyar la generación de estrategias para promover relaciones intergrupales armónicas, para reducir el malestar emocional y los estereotipos asociados con determinados grupos culturales. Diversas investigaciones apoyan el hecho de que la promoción de estrategias y políticas de integración en sociedades multiculturales favorecen la competitividad y mejoran la calidad de vida de los individuos (Berry 2013; Ng y Metz 2015; Yan, Chau y Sangha 2010). Estas investigaciones aportan evidencia al entendimiento de los factores sociales, políticos, económicos, religiosos y psicológicos de los grupos en contacto. Cuando los individuos sienten su lugar seguro en una sociedad, serán capaces de aceptar de mejor forma a aquellos “diferentes” a ellos; de manera inversa, cuando los individuos se sienten amenazados, rechazarán a los “diferentes” a ellos (Berry 2017).
Método
Participantes
El presente estudio no experimental transversal exploratorio (Hernández Sampieri, Fernández Collado y Baptista Lucio 2014) se realizó en espacios públicos como parques o centros de entretenimiento de manera individual o en grupos pequeños. El muestreo realizado fue no probabilístico por cuotas. Participaron en total 260 personas, de las cuales 56.9% fueron mujeres (148) y 43.1% hombres (112). El rango de edad de los participantes fue de 15 a 86 años, con una media de 38.83 años (DE =15.16). El 100% de los participantes reportó haber nacido en Mérida, Yucatán y estar viviendo ahí al momento de la aplicación.
Técnica de obtención de datos
Se empleó la técnica de redes semánticas modificadas (Reyes-Lagunes 1993), principalmente exploratoria y utilizada para la determinación del significado psicológico de uno o varios conceptos. Las redes semánticas presentan estructuras integradoras de significados y símbolos compartidos, con sentido lógico, y relaciones coherentes para la representación del conocimiento de un grupo determinado. Codifican una amplia variedad de relaciones semánticas y permiten aproximarse al conocimiento de los conceptos (Alexandridis y Maru 2012). Las palabras asociadas con los estímulos forman relaciones y, en conjunto, producen significados (Figueroa 2013), los cuales involucran el estudio de las relaciones entre palabras o conceptos existentes en la memoria humana y con una concepción natural (Andrade 2017), lo anterior se logra a través de un análisis de palabras asociadas con el concepto (reciben el nombre de definidoras) y el proceso de análisis de estas.
De acuerdo con la técnica de redes semánticas (Reyes-Lagunes 1993), se decidió incluir no más de cinco palabras estímulo, con la intención de tomar como referente el origen de los migrantes nacionales con mayor presencia en el estado, se emplearon las palabras: “campechano”, “quintanarroense”, “tabasqueño”, “veracruzano” y “chilango”, este último de uso más coloquial. Para no interferir con el máximo de palabras, como marca la técnica, la palabra de práctica se incluyó en la sección de instrucción como ejemplo, y se omitieron estímulos neutrales y/o distractores. Se presentó cada una de las palabras estímulo de manera independiente y en orden aleatorio, considerando que los estímulos precedentes siempre causan efecto en el siguiente. El conjunto de palabras presentadas contenía una portada con la presentación e instrucciones generales, y una contraportada solicitando los datos generales de los participantes como edad, sexo, lugar de origen y tiempo residiendo en Mérida.
Procedimiento
Las instrucciones de aplicación se realizaron de manera estandarizada, es decir, todos los aplicadores se entrenaron para implementar la técnica, cumpliendo con las especificaciones para la aplicación. Estudiantes de psicología, con una guía escrita para estudiar, describir el instrumento y las directrices de aplicación, integraron el equipo de aplicadores. La aplicación consistió en dos tareas: la primera, escribir el mayor número de palabras sueltas (verbos, adverbios, sustantivos, adjetivos, sin utilizar artículos o preposiciones), relacionadas con la palabra estímulo presentada en la parte superior de la hoja. Estas palabras sueltas escritas por los participantes reciben el nombre de definidoras. La segunda tarea consistió en asignar un número a cada definidora según representara la importancia o cercanía con la palabra estímulo, es decir, con el número 1 la palabra más cercana o relacionada con el estímulo, con el 2 la que siguiera en importancia, y así sucesivamente, hasta terminar de jerarquizar cada una de las palabras producidas. El instrumento se aplicó en forma individual y colectiva, como en escuelas o centros de trabajo. Se explicó a los participantes en qué consistía el estudio y se les aseguró la utilización únicamente con fines estadísticos de la información recabada durante la investigación, con su participación voluntaria.
Aspectos éticos de la investigación
Los datos del presente estudio se acotan a los lineamientos del código ético del psicólogo en los artículos 53, 55, 56, 58-60 y 68, sobre la comunicación y confidencialidad de los resultados de investigación (Sociedad Mexicana de Psicología A. C. 2007). Para este estudio se revisó también el Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Investigación para la Salud (H. Congreso de la Unión 2014), que clasifica como investigación sin riesgo los estudios en los cuales no se realizan intervenciones o modificaciones intencionadas en variables fisiológicas, psicológicas y sociales, como es el caso del presente estudio. Asimismo, en el artículo 24, se indica el que este tipo de investigaciones puedan omitir un formulario escrito para el consentimiento informado. Una vez obtenida la aceptación de los participantes para acceder participar, se les indicaban las instrucciones y se procedía con la aplicación. Posteriormente, se respondieron las dudas presentadas por ellos y se revisó que el cuadernillo estuviera debidamente contestado.
Análisis de datos
La captura de las redes semánticas y el procesamiento de la información se realizó siguiendo la propuesta de Andrade (2017) para el análisis de estructuras semánticas. El elemento más significativo de este análisis es la evidencia empírica apoyada en el grafo, que representa visualmente a las definidoras mediante nodos y su relación con otras a través de aristas. La información recopilada se capturó en el programa Excel (18.0) (2021). La captura se realizó cuidando el orden según el folio de identificación y los datos sociodemográficos de cada participante, con las definidoras proporcionadas respetando la jerarquización. Posteriormente se hizo la integración de masculinos y femeninos, plurales y singulares, y de esta forma consolidar la matriz final para el análisis de datos. El análisis de estos elementos para generar el grafo se logró con apoyo del programa Gephi 0.9.2. NetBeans, usando la matriz realizada previamente en Excel en la fase de preparación de datos. Las medidas de centralidad que se emplean (grado, grado ponderado, peso de la arista), permiten detectar qué conceptos son los más centrales o importantes de acuerdo con la frecuencia de menciones, relaciones y cercanía con el estímulo presentado.
Resultados
Se realizaron dos tipos de análisis, en el primero se consideró relevante identificar las definidoras compartidas por los cinco estímulos, para ello se ejecutó un análisis estructural filial, el cual consistió en integrar las cinco palabras estímulo en una misma matriz de datos con un total de 544 nodos. Considerando que el análisis se realizó con los cinco estímulos, se aplicó el filtro de grado mayor a cinco, para determinar los nodos compartidos por los estímulos. El segundo análisis consistió en la matriz de definidoras por cada estímulo, con el objetivo de explorar los nodos asociados de manera particular con cada palabra estímulo.
En el análisis filial con los cinco estímulos se obtuvieron 64 nodos, lo cual representó el 5.56% de esta red. El porcentaje restante correspondió a los nodos compartidos por cuatro, tres o dos palabras estímulo. Para determinar los nodos correspondientes a la mayor frecuencia de cada palabra estímulo se aplicó el algoritmo de detección de comunalidades (Blondel et al. 2008), con un análisis aleatorio, empleando el peso de las aristas con resolución de 1 (Lambiotte, Delvenne y Barahona 2014).
Se realizó un análisis de las Cargas Afectivas (CA) de las palabras compartidas. Se detectaron 34 palabras con CA descriptiva (53.12%), de las cuales 12 (34.28%) se mencionaron con mayor frecuencia para el estímulo veracruzano; 10 nodos (28.57%) corresponden a tabasqueño; 17.14% (seis nodos) se cargan principalmente en quintanarroense; 11.42% (cuatro nodos) en el estímulo campechano, y, 8.57% (tres nodos) con mayor frecuencia se mencionan en el estímulo chilango. En cuanto a la CA negativa se detectaron 15 palabras (23.43%) ubicadas en los estímulos tabasqueño, quintanarroense y chilango, con frecuencia de cinco palabras para cada uno (33.33%). Con CA positiva, se ubicaron 14 nodos, 35.71% (cinco nodos) en los estímulos veracruzano y campechano; 21.42% (3 nodos) en tabasqueño, y, 5.71% (2 nodos) en quintanarroense (Tabla 1).
Estímulo | # Nodos compartidos | Carga afectiva | ||
Descriptiva | Negativa | Positiva | ||
Veracruzano | 17 (26.56%) | 12 | 0 | 5 |
Tabasqueño | 17 (26.56%) | 10 | 5 | 2 |
Quintanarroense | 13 (20.31%) | 6 | 5 | 2 |
Campechano | 9 (14.06%) | 4 | 0 | 5 |
Chilango | 8 (12.5%) | 3 | 5 | 0 |
64 (100%) | 35 | 15 | 14 |
Fuente: Elaboración propia.
En una vista general del grafo de la red filial (Figura 1) puede observarse un óvalo con los estímulos y las 35 palabras con CA descriptiva. Al interior del óvalo, en la parte inferior, se encuentran las 15 palabras con CA negativa y en la parte exterior del óvalo se ubican las 14 palabras con CA positiva. El grafo agrupa en comunidades a los estímulos con las palabras compartidas con los otros cuatro estímulos, pero ubicadas con mayor frecuencia en el estímulo determinado. Las comunidades están ordenadas conforme las manecillas del reloj y de acuerdo con el porcentaje de frecuencia resultado del análisis estructural filial, iniciando con veracruzano (17 nodos) y terminando con campechano (ocho nodos). Las palabras están ordenadas de mayor a menor grado ponderado.1
Nota: El tamaño de los nodos, las etiquetas y el grosor de las aristas son proporcionales al grado ponderado de cada nodo. Los segmentos se formaron tomando como referencia la frecuencia con la cual cada palabra se enunció en los estímulos.
Fuente: Elaboración propia.
Se consideró relevante explorar la red de palabras por estímulo, para determinar la configuración de cada una de ellas en relación con su propio significado. En promedio se produjeron 408 nodos con un rango de 428 a 385 por palabra estímulo. El promedio de las aristas fue de 2,418, rango de 2,050 a 2,597. Se obtuvieron los valores de centralidad de los grafos no dirigidos para cada una de las palabras estímulo, calculando la media de nodos adyacentes (M Grado), la media de grado más la fuerza de las relaciones (M grado con pesos) y la distancia media del grafo entre todos los pares de nodos (diámetro de la red), lo cual indica cómo están de lejos los dos nodos más alejados dentro de la red. El estímulo con menor número de nodos fue campechano (385), seguido por veracruzano (398), tabasqueño (415) y quintanarroense (418). Chilango fue la palabra con mayor número de nodos (428) y menor número de aristas (2,050), dando como resultado para cada nodo una media de 9.57 nodos adyacentes (M grado) con peso ponderado medio de 17.04 (M grado con pesos) y una distancia de tres entre cualquier par de nodos (diámetro de la red = 3). El valor medio de cada una de las demás palabras estímulo fue muy cercano entre ellas, con grados medios de entre 12.30 a 12.56, grados medios ponderados de entre 29.84 y 33.64 y una distancia entre cinco y seis nodos para cada par dentro de las redes (Tabla 2).
Estímulo | Valores de centralidad | # de nodos
con eigenvector >.50 |
Visibilidad
de la red |
Comunidades | ||||
# total
de nodos |
# de
aristas |
M
grado |
M
grado con pesos |
Diámetro
de la red |
||||
Veracruzano | 398 | 2,500 | 12.56 | 32.41 | 5 | 26 | 6.56% | 6 |
Tabasqueño | 415 | 2,554 | 12.3 | 29.84 | 6 | 17 | 4.10% | 3 |
Quintanarroense | 418 | 2,597 | 12.42 | 33.64 | 6 | 7 | 1.67% | 2 |
Chilango | 428 | 2,050 | 9.57 | 17.04 | 3 | 13 | 3.04% | 4 |
Campechano | 385 | 2,388 | 12.4 | 31.56 | 6 | 11 | 2.86% | 3 |
M | 408 | 2,418 |
Nota: Los números en negrita indican el valor más alto en la columna. Los números en cursiva indican el valor más bajo en la columna.
Fuente: Elaboración propia.
Para determinar las palabras con mayor centralidad (palabras más conectadas con el resto de las palabras definidoras) de cada estímulo, se empleó el criterio eigenvector2 por arriba de 0.50 (no dirigido con número de iteraciones igual a 100, valores normalizados de 0 a 1). Con el fin de determinar las comunalidades de las palabras estímulo, se aplicó el algoritmo de detección de comunalidades (Blondel et al. 2008), con un análisis aleatorio, empleando el peso de las aristas con resolución de 0.7 (Lambiotte, Delvenne y Barahona 2014) (Tabla 2).
El estímulo veracruzano produjo el mayor número de palabras con eigenvector mayor a 0.50 (Figura 2a), con un total de 26 nodos distribuidos en seis conjuntos. Las palabras en su mayoría con CA descriptiva y positiva, hacen referencia a elementos de la región de origen (costeño, playa, marisco), a la cultura material (música, gastronomía, vestimenta), a características físicas (moreno, alto) y personales en el trato (trabajador, amable, amigable). Particularmente en esta red se encuentra la palabra “jarocho”3 término referido a las personas que viven en la región de Veracruz. En esta red la única palabra que aparece con CA negativa es la palabra “grosero”, la cual se encuentra en conjunto con las palabras descriptivas “acento” y “moreno”.
Nota: Los nodos cumplen con el criterio eigenvector por arriba de .50 (valores normalizados de 0 a 1), es decir, nodos conectados a otros que a su vez están bien conectados con la red. El tamaño de los nodos, las etiquetas y el grosor de las aristas son proporcionales al grado ponderado de cada nodo. Se observan conjuntos de nodos conectados entre ellos con base en la fuerza de las aristas que unen los conceptos, al centro de los grafos se observan las palabras de cada conjunto con mayor centralidad de vector propio.
Fuente: Elaboración propia.
El grafo de la red tabasqueño (Figura 2b) muestra 17 nodos en cinco conjuntos. Las cargas afectivas en esta red son en su mayoría descriptivas, referidas nuevamente a la región de origen, a características físicas y personales. Para este estímulo aparecen con mayor frecuencia palabras con CA negativa, como “peleonero”, “malo”, “delincuente” y, nuevamente, la palabra “grosero”, agrupada en la comunidad con las palabras “acento” y “moreno”, esta última es también la palabra central en esta red. La única palabra con CA positiva en esta red es la palabra “amigable” asociada en la comunalidad con la palabra “delincuente”.
La red del estímulo quintanarroense (Figura 2c) se integra únicamente con siete palabras distribuidas en dos conjuntos, en donde “playa” es la palabra central. Las cargas afectivas en esta red son en su mayoría descriptivas, con CA positiva está la palabra “amable” y con CA negativa la palabra “narco”.
Para el estímulo chilango se detectaron 13 palabras centrales, distribuidas en cuatro conjuntos de nodos (Figura 2d). En esta red también hay mayor presencia de palabras con CA descriptiva, se detectan tres palabras con CA negativa (ladrón, delincuente, grosero) las cuales se agrupan en una misma comunidad junto con las palabras “alto” y “persona”. De manera similar a tabasqueño, en esta red la única palabra con CA positiva es “amigable”. En esta red surge la palabra “huach”,4 haciendo comunalidad con la palabra “foráneo”.
Finalmente, la red del estímulo campechano (Figura 2e) presenta 11 palabras centrales distribuidas en tres comunidades. En esta red surgen palabras con CA descriptiva que son particulares para el estímulo, como “vecino” por la cercanía de Campeche con Yucatán y “al revés” característica atribuida históricamente por los locales a quienes vienen de la región de Campeche por “hacer las cosas al revés” de como se realizan en Yucatán. Esta red incluye palabras con CA positiva similares a otros estímulos (amigable, amable) e incluye una específica “bueno”. La única palabra que se contempla con CA negativa es la palabra “tonto”.
Discusión
El presente estudio tuvo como objetivo identificar los significados que los participantes meridanos asocian con los estímulos: quintanarroense, campechano, veracruzano, tabasqueño y chilango. Los estímulos corresponden a los grupos migratorios nacionales con mayor presencia en la entidad, considerados el exogrupo foráneo. Los resultados de este estudio permiten notar la acentuación de características hacia determinados grupos, con significados, relaciones y categorías diferenciadas, con el elemento común de contraste, la identidad “yucateco” del grupo mayoritario. Los grupos tienen en común la creación de una compleja red de relaciones, ideas, saberes, mitos, formas de ser y actitudes, todo lo cual les permite reconocerse, asociarse y diferenciarse de los demás con quienes no comparten los elementos de esa compleja red, y poder crear sus identidades (Várguez 2013).
En el análisis filial (Figura 1) y en el análisis por estímulo (Figura 2) se nota mayor presencia de palabras descriptivas, al referirse a la cultura objetiva, principalmente en aspectos relacionados con las características físicas de las personas, geográficas de la región o de la gastronomía. Lo anterior es lógico, pues la memoria semántica se apoya en la construcción de imágenes para almacenar las categorías (Andrade 2017). De manera particular, en el estímulo veracruzano, abundan definidoras descriptivas, tanto en el análisis filial (Figura 1), como en la red del estímulo (Figura 2a). Se destacan descriptores sobre la imagen cultural como gastronomía, vestimenta y tradicional, y en específico la presencia de la palabra jarocho (Figura 2a). Con menor presencia de palabras negativas y menor uso de palabras que denoten contacto cercano o conocimiento más profundo con los miembros de este grupo cultural, a diferencia de los otros.
El lenguaje organiza la cognición y esta, a su vez, influye en las interacciones, palabras y significados de las asociaciones semánticas de los locales hacia los grupos culturales, tienen una dimensión sociocognitiva. En lo referente a la posibilidad del encuentro intergrupal, definidoras como alegre, sociable, sonriente, amigable, bueno, amable, agradable, limpio, entre otras, compartidas por cuatro de los cinco estímulos (Figura 1), son características que facilitarían la apertura. De esta forma, las características conservadoras de los yucatecos (Figueroa 2013; Sierra Villarreal 1995) podrían influir en la necesidad por mantener el sentido de armonía en las relaciones (Triandis 2000), así como resultar en estereotipos y prejuicios hacia otros grupos, debido a la percepción de amenaza (Stephan y Stephan 1996). En este sentido, se identifican elementos que podrían generar conflicto en las relaciones intergrupales, ya sea como resultado de eventos históricos y políticos, como es el caso de chilango, o por diferencias en el lenguaje como sucede con tabasqueño, o con la CA negativa en quintanarroense, reflejo de las percepciones sociales y vehículo de creencias, prejuicios y valores regularmente no conscientes en la cotidianeidad. Se han reportado resultados similares en donde las ideologías conservadoras del endogrupo influyen en prejuicios hacia los exogrupos (Caricati, Mancini y Marletta 2017).
Geográficamente, Yucatán se ubica entre los estados de Quintana Roo y Campeche, y aunque la distancia es la misma, la percepción hacia estos grupos parece disímil. En el análisis filial (Figura 1) es notable el contraste de palabras con connotación negativa para quintanarroense, como lo son: delincuente, peligroso, violento y extraño; y la ausencia de estas para campechano. En este último, en el análisis individual, se asignan palabras descriptivas como vecino, y positivas como amigable, bueno, amable (Figura 2e), y aparece “tonto” como elemento negativo.
En los estímulos tabasqueño, quintanarroense y chilango, destacan definidoras con CA negativa. En particular con chilango se asocia el término foráneo, llama la atención la ausencia de descriptores positivos y la presencia de palabras como grosero, sucio e invasor. Al respecto, se ha encontrado que una de las mayores fuentes de dificultad en las relaciones interculturales es la creencia de que la presencia de personas de otras culturas representa una amenaza para la propia cultura, en este sentido, puede considerarse como un factor importante de la posibilidad de aumentar el conflicto entre locales y foráneos (Mera et al. 2018; González, Sirlopú y Kessler 2010; Stephan, Díaz-Loving y Duran 2000), y de manera específica con el chilango, al cual se le adjudica principalmente en esta categoría.
En el análisis de la red chilango, aparece el concepto huach (Figura 2d), término históricamente empleado por los locales para referirse a este grupo de migrantes, y cuya acepción en ocasiones causa impacto negativo. Los chilangos provienen de la región del centro de México, cuya ubicación geográfica es la más distante de Yucatán dentro de los cinco grupos analizados en este estudio. Documentos históricos hablan de diferencias políticas entre los yucatecos y las personas del centro del país originadas en la época de la Revolución mexicana durante la cual la identidad nacionalista se contrapuso con mayor fuerza a la identidad yucateca (Figueroa 2013; Almazán 2012). Como se ha visto, las palabras que los locales asocian con este grupo presentan mayor CA negativa, cuando los significados asociados son históricamente polémicos, indicando un conflicto de raíces históricas, lo cual puede requerir un tratamiento especial para resolverlo. Este tipo de significados indican puntos de choque en la sociedad donde las relaciones entre grupos pueden volverse tensas o romperse (Liu 2012).
En el caso del estímulo tabasqueño si bien cuenta con definidoras con CA positiva, también tiene elementos negativos atribuibles a características de comportamiento que podrían generar conflicto con los locales, como son: peleonero, agresivo, revoltoso; más aún cuando estas características se perciben como opuestas a las de los locales. De esta forma, el efecto de acentuación podría favorecer que las diferencias entre los miembros de categorías distintas a la propia se perciban como mayores de lo que realmente son (Augoustinos, Walker y Donaghue 2014; Figgou et al. 2011). Otros elementos a destacar en este grupo cultural son las palabras acento, lenguaje y habla; los cuales, desde la mirada de los locales, caracterizan a este grupo cultural. De este modo, vuelven a ser relevantes aspectos como el lenguaje o la manera de hablar con respecto a la identidad en los encuentros culturales e incluso dentro de las fronteras de un país con el mismo idioma (Berry y Sam 2013).
Es importante mencionar el no haber explorado en el estudio la palabra yucateco, lo cual hubiera permitido analizar la categorización y acentuación endogrupo (Augoustinos, Walker y Donaghue 2014; Figgou et al. 2011). Sin embargo, la propuesta de la técnica limita el número de estímulos presentados. Adicional a esto, la presentación de una sola palabra como estímulo, sin la contextualización del concepto en términos de interacciones, pudo favorecer la generación de palabras con corte más descriptivo. Existen distintas formas de presentar los estímulos para la recolección de palabras que definan el concepto, y eso influye en el tipo de respuestas. Para futuros estudios, sería pertinente emplear una frase con los conceptos, enmarcada en la interacción endogrupo-exogrupo, pues, en términos de la estructura, los nodos asociados son determinados por la experiencia previa, la utilidad que han tenido esos nodos y las posibilidades que tienen de ser útiles en una situación actual (Andrade 2017). Los puntos anteriores sugieren una limitación, aunque esta misma, brinda una posibilidad para estudios futuros, a la luz de las interacciones entre grupos específicos de migrantes nacionales en el encuentro con locales.
El presente estudio tomó como base la exploración del fenómeno de aculturación psicológica desde la perspectiva de la población mayoritaria en la ciudad de Mérida, poniendo énfasis en la comprensión y caracterización del encuentro intergrupal con migración interna en México. La importancia de este abordaje permitió dar certeza de las diferencias percibidas entre los grupos culturales al interior de un país, así como la particularidad del estudio de aculturación en fenómenos de migración interna. De igual forma, fue posible evidenciar la amenaza percibida y los significados negativos asociados por la población mayoritaria con los migrantes nacionales, aun cuando, por encontrarse en su lugar de origen, sería la que teóricamente gozaría de mayor seguridad y bienestar emocional. La integración de las redes semánticas a la investigación dio como resultado estereotipos diferenciados para los migrantes dependiendo de su lugar de origen, dejando notar grupos percibidos como una mayor amenaza, lo cual podría derivar en actitudes y comportamientos de rechazo.
Otro aspecto relevante para el uso de las redes semánticas fue el análisis de las percepciones intergrupales de la cultura local y mediante la técnica de redes semánticas, pues destaca aspectos cuantitativos y cualitativos e involucra elementos individuales, sociales, psicológicos, sensoriales y conductuales, destacando significados compartidos y permitiendo un primer acercamiento a temas de características muy específicas, para desarrollar instrumentos culturalmente relevantes (Reyes-Lagunes y García y Barragán 2008). Los significados asociados con los grupos culturales se realizaron desde la memoria semántica debido a ser precisamente en la cognición donde surgen los estereotipos (Binggeli, Krings y Sczesny 2014).
Finalmente, a través de este estudio, se evidencia la necesidad de intervenciones sociales mediante campañas en los medios de comunicación o políticas de integración del Estado encaminadas a la modificación de significados hacia el conjunto de foráneos y de manera específica hacia ciertos grupos culturales. Estas intervenciones podrían influir en la transformación de los significados y en la reducción de los estereotipos, debido a que estos no son estáticos y se reorganizan con el tiempo (Augoustinos, Walker y Donaghue 2014). Asimismo, la promoción de espacios de encuentro intergrupales, en los diferentes entornos de la sociedad, podría favorecer el contacto intergrupal, el cual, generalmente, se relaciona negativamente con el prejuicio tanto en estudios con poblaciones migrantes como las receptoras (Berry 2019). Las experiencias de contacto intergrupal en los diferentes espacios sociales pueden influir en la modificación de los estereotipos y en la reducción de los prejuicios, como se ha encontrado en el ámbito laboral (Mancini, Caricati y Marletta 2018).