Introducción
A finales de diciembre del año 2019 en la ciudad de Wuhan, China surge una nueva enfermedad infecciosa por coronavirus (COVID-19), la cual se extendió rápidamente a todos los continentes ocasionando una pandemia1. Esta enfermedad produce síntomas respiratorios leves como fiebre, tos y cansancio y en los casos más graves neumonía e insuficiencia respiratoria2. Aunque puede presentarse a cualquier edad, la evidencia científica demuestra que el riesgo de presentar síntomas graves se incrementa en los adultos mayores (AM)3,4.
Los AM son uno de los grupos poblacionales más afectados, con las mayores tasas de morbilidad y mortalidad por COVID-195. En México hasta septiembre de 2021 se presentaron 3,433,511 casos totales por COVID-19, de los cuales 257,207 corresponden a mujeres de 60 años o más y 284,367 a hombres de 60 años o más6. Además, se reportan un total de 258,491 defunciones totales por COVID-19, en donde los grupos de mayores de 60 años nuevamente son los que muestran las tasas de mortalidad más altas7. Por lo que, en un intento por disminuir el número de contagios y muertes, se estableció la contingencia estricta en el hogar para las personas de 60 años y más.
Las medidas de aislamiento social incrementaron la necesidad del AM de contar con un cuidador informal 8. Los resultados de un estudio realizado en China, reportan que una cuarta parte de la población se inició como cuidador informal durante la pandemia por COVID-19. Debido a que especialmente para los AM resulta difícil el acceso confiable a alimentos, dinero y suministros básicos, además con el cierre de los centros de día, guarderías para adultos, los cuidadores informales son los principales proveedores de cuidado durante la contingencia sanitaria9,10.
De acuerdo a la literatura se sabe que el cuidador informal cumple con un perfil característico y es quien realiza las actividades que el AM no puede llevar a cabo, sin recibir remuneración económica 11. Usualmente quien asume el cuidado es una mujer, que vive con la persona bajo su cuidado y con un parentesco de nivel primario (cónyuges, hermanos y/o hijos)12,13. Aunque se conocen las características del cuidador informal, el distanciamiento social, los cambios económicos y la necesidad de atención dentro de los hogares pueden haber cambiado el perfil de quienes se encuentran frente al cuidado durante la pandemia por COVID-19.
Además, durante la contingencia los cuidadores informales modificaron sus hábitos de sueño, alimentación, ejercicio y actividades sociales, incrementando el riesgo para desarrollar sobrepeso, obesidad, ansiedad y/o depresión9. Caracterizar a los cuidadores informales permitirá a los profesionales de enfermería identificar conductas de salud inadecuadas, brindar recomendaciones para el autocuidado y cuidado del adulto mayor. Por lo que, el objetivo de estudio fue describir las características socio demográficas y de salud del cuidador informal del adulto mayor, así como aspectos sobre el cuidado y acceso a la tecnología durante la pandemia por COVID-19.
Metodología
Estudio descriptivo transversal, la población fueron 52 cuidadores informales de AM de Nuevo Laredo, Tamaulipas. Identificados a través de un muestreo no probabilístico por bola de nieve. Los criterios de inclusión fueron tener 18 años o más, actualmente estar a cargo del cuidado de una persona ≥ 60 años y no recibir remuneración económica por el cuidado.
Para la recolección de los datos se utilizó una cédula de datos de 29 preguntas elaborada exprofeso. Las variables sociodemográficas investigadas fueron: edad, sexo, años de escolaridad, estado civil, ocupación y religión. Los datos sobre el perfil de salud incluyeron preguntas sobre enfermedades que padece, número de medicamentos consumidos y horas de sueño. Posteriormente se cuestionaron características del cuidado, tales como: el vínculo de parentesco, si vive con el AM, si comparte el cuidado, horas dedicadas al cuidado, capacitación para el cuidado e información sobre prevención de COVID-19. Finalmente se investigó sobre el acceso y uso de dispositivos tecnológicos en el hogar.
Previo a la recolección de datos se contó con la aprobación del Comité de Ética e Investigación de la Facultad de Enfermería de la UANL: FAEN-D-1585. De acuerdo con el Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Investigación para la Salud 14) se consideró una investigación sin riesgo (artículo 17), se aseguró la confidencialidad de los participantes mediante la asignación de un folio a los formularios (artículo 16) y se proporcionó el consentimiento informado por escrito a los participantes (artículo 20 y 21).
La recolección de los datos fue vía electrónica mediante Google formularios, durante los meses de octubre a diciembre de 2020. Inicialmente se elaboró una invitación digital informando el objetivo del estudio, requisitos de participación, posibles riesgos, datos de contacto y enlace electrónico del cuestionario. Después, se envió la invitación a participantes potenciales mediante mensaje privado en redes sociales, aquellos sujetos que aceptaron participar se les pidió entrar al enlace electrónico. Al abrir la liga se mostraba el consentimiento informado, los participantes después de conocer el objetivo, los riesgos y la libertad para interrumpir su participación en el estudio cuando lo deseara, debían seleccionar la opción de acepto o no acepto participar en el estudio. Acto seguido apareció el cuestionario, el cual tuvo un tiempo promedio de respuesta de 10 minutos.
Los datos fueron procesados y analizados en el programa estadístico Statistical Package for the Social Sciences (SPSS) versión 20. Para dar respuesta al objetivo de estudio se empleó estadística descriptiva, se calcularon frecuencias, porcentajes y medidas de tendencia central.
Resultados
Participaron 52 cuidadores, el 67.3% fueron mujeres, el promedio de edad fue de 37 años (DE = 17.8 y el promedio de educación formal fue de 13 años (DE = 5.2). El 36.5% eran casados y solteros respectivamente, 17.3% viudos y 9.6% estaban en unión libre. Poco más de la mitad de los participantes (59.6%) refirieron estar laboralmente activos. El 36.5% de los cuidadores se dedicaban a labores del hogar, 21.2% eran estudiantes y enfermeras respectivamente y el 7.6% eran maestros. El 73.1% de los cuidadores practicaba la religión católica, 21.2% cristiana, 3.8% no profesaba ningún tipo de religión y 1.9% otras.
En relación al perfil de salud de los cuidadores, la mayoría (73.1%) refirió no padecer ninguna enfermedad crónica, las enfermedades más frecuentes fueron diabetes mellitus tipo 1 (9.6%) y otras enfermedades (11.5%) tales como migraña, osteoporosis, hipotiroidismo y asma, seguidas de hipertensión arterial (3.8%) y enfermedades del corazón (1.9%). En promedio los cuidadores consumían un medicamento (DE = 1.3 medicamento por día, dormían 7 (DE = 1.9) horas por día y dedicaban 9.4 (DE = 6.4) horas diarias al cuidado del adulto mayor.
En poco más de un tercio (34.6%) el cuidado era otorgado por hijos, seguido de nietos (26.9%) y amigos/vecinos (24.9%). El 53.8% de los cuidadores no vivían con el adulto mayor, compartiendo el cuidado con otras personas en 83%. El 71.2% de los cuidadores no recibió capacitación para el cuidado y solo un 21.2% recibió capacitación por enfermeras. Más de la mitad (63.5%) recibió información sobre prevención de COVID-19, la cual se obtuvo de internet (19.2%) y por personal de salud respectivamente (tabla 1).
En relación al acceso a dispositivos tecnológicos durante la pandemia por COVID-19, 51.9% de los sujetos de estudio tenía televisión, computadora y/o celular en su hogar. El 96.2% de los cuidadores contaba con internet en su hogar, de los cuales un 82.7% tenía conexión inalámbrica y 13.5% por telefonía móvil (datos). El 32.7 % refirió utilizar con facilidad redes sociales, tales como facebook, whatsapp, instagram y youtube. En su mayoría los cuidadores (73.1%) informaron usar las redes sociales para mantenerse en contacto con amigos y familiares, 15.5% para revisar noticias, 5.8% para compartir videos o fotografías y para consultar información simultáneamente.
Variable | f | % |
Vínculo de parentesco del cuidador | ||
Hijo (a) | 18 | 34.6 |
Nieto (a) | 14 | 26.9 |
Amigo o vecino | 13 | 24.9 |
Nuera/yerno | 4 | 7.7 |
Sobrino | 2 | 3.8 |
Cuñado | 1 | 1.9 |
Vive con el adulto mayor | ||
Sí | 24 | 46.2 |
No | 28 | 53.8 |
Comparte el cuidado con otras personas | ||
Sí | 43 | 82.7 |
No | 9 | 17.3 |
Recibió capacitación para el cuidado | ||
Sí | 15 | 28.8 |
No | 37 | 71.2 |
Tipo de capacitación | ||
Ninguna | 41 | 78.8 |
Movilización | 5 | 9.6 |
Baño, dieta y posiciones | 3 | 5.8 |
Medicamentos | 2 | 3.8 |
Diálisis peritoneal | 1 | 1.9 |
Persona que lo capacitó | ||
Nadie | 37 | 71.2 |
Enfermera | 11 | 21.2 |
Doctor/terapeuta | 4 | 7.6 |
Recibió información sobre prevención de COVID-19 | ||
Sí | 33 | 63.5 |
No | 19 | 36.5 |
Fuente de información COVID-19 | ||
Nadie | 19 | 36.5 |
Internet | 10 | 19.2 |
Personal de salud | 10 | 19.2 |
Televisión | 5 | 9.6 |
Trabajo | 4 | 7.6 |
Folletos | 3 | 5.8 |
Familiares | 1 | 1.9 |
Fuente: Resultados de cédula de datos.
Discusión
Respecto a las características socio demográficas, se encontró un predominio del sexo femenino, este dato coincide con los hallazgos de estudios nacionales e internacionales realizados antes y durante la pandemia 15,16,17, donde se observa que más de la mitad del cuidado informal es proporcionado por las mujeres y más en tiempos de COVID-19 18. Aunque se confirma que las mujeres continúan al frente del cuidado, el número de hombres en el estudio fue superior a lo reportado en otras investigaciones 16,19 lo que indica un mayor equilibrio de género entre los cuidadores y pudiera atribuirse al incremento de las necesidades de cuidado durante la contingencia sanitaria.
La edad promedio de los cuidadores fue de 37 años, menor a lo reportado en la literatura internacional 20,21. Sin embargo, este hallazgo coincide con los resultados de un estudio realizado en China, que confirma que los adultos más jóvenes tienen más probabilidad de ser cuidadores informales durante la pandemia por COVID-19 15. Esto debido al confinamiento y actividades académicas y laborales desde el hogar.
La escolaridad promedio fue superior a lo reportado en una investigación quienes mencionan una escolaridad de 1 a 4 años de estudio (22. Este dato es congruente con un estudio realizado en cuidadores informales en Austria 23, donde las personas que iniciaron a brindar cuidado durante la contingencia, tienen mayor educación que los cuidadores continuos.
Respecto a las variables de estado civil, ocupación y religión, se encontró que los cuidadores en su mayoría son casados, se dedican a labores del hogar y son de religión católica, similar a los resultados obtenidos en diversos estudios 16,24,25.
En relación a las características de salud de los sujetos estudiados, se reportó que más de la mitad no presenta enfermedades crónicas, este dato difiere con los hallazgos de otros autores 26,27, donde más de la mitad de los cuidadores presentan al menos una enfermedad crónica. Sin embargo, lo anterior pudiera atribuirse a que en nuestro estudio los cuidadores eran más jóvenes y que probablemente los cuidadores que padecen enfermedades crónicas dejaron de brindar cuidado durante la pandemia debido a que al igual que los AM son considerados población en riesgo.
El promedio de horas de sueño fue de 7 horas diarias, lo cual coincide con un estudio realizado a nivel nacional 28) donde se reportó una media de 6.7 horas. Lo que significó que los cuidadores no tenían un descanso adecuado por la carga de trabajo, ya que la duración de sueño estuvo por debajo de las horas diarias recomendadas.
De acuerdo a las características del cuidado se encontró que los principales cuidadores son los hijos, similar a lo reportado en un estudio realizado en cuidadores informales en México 29. Un hallazgo importante fue que los nietos, amigos y vecinos tienen una participación en las responsabilidades de cuidado muy similar a la de los hijos. Lo que indica que durante la pandemia el cuidado no es necesariamente otorgado por un familiar, sino por la persona que tiene un acceso seguro al adulto mayor.
En cuanto el tiempo dedicado a las actividades y distribución del cuidado los hallazgos coinciden con lo reportado por otros autores 16,19, donde la carga horaria promedio fue de 9 horas por día y más de la mitad de los cuidadores contaban con el apoyo de un familiar para el cuidado.
Se encontró que una gran proporción de los sujetos no recibieron capacitación para desempeñar el cuidado, similar a lo reportado en otras investigaciones 30,31. Estos resultados confirman que las personas que están al frente del cuidado del adulto mayor brindan el cuidado en base a su experiencia, lo que no solo indica un riesgo para la calidad del cuidado proporcionado, sino también un riesgo para la salud física y mental del cuidador.
La mayoría de los cuidadores obtuvieron información sobre la prevención de COVID-19 a través de diversos medios, entre los que destacaron el internet, personal de salud y televisión. Aunque no se encontraron estudios que analizaron esta variable, en un estudio se reportó que la mitad de los cuidadores informales creían tener el conocimiento suficiente para manejar el riesgo adicional provocado por coronavirus 15. Lo anterior demuestra que, entre las principales fuentes de información sobre prevención de COVID-19 se encuentran el internet y la televisión, siendo una gran oportunidad para que los profesionales de enfermería orienten y faciliten información a los cuidadores informales de canales de comunicación, teléfonos o páginas web de la cobertura de salud privada que puedan brindarle atención remota y apoyo para las tareas diarias durante la contingencia 32.
Respecto al acceso y uso de dispositivos tecnológicos, casi todos los cuidadores contaron con internet, con uno o más dispositivos tecnológicos en su hogar y manejaban fácilmente las redes sociales, lo cual difiere a lo reportado en la literatura 9. Esto indica que los proveedores de cuidado informal tienen las herramientas y habilidades necesarias para recibir capacitación virtual en temáticas tales como; el cuidado habitual, prevención del contagio por COVID-19, diseño e implementación de protocolos de limpieza y desinfección en el hogar, detección temprana de síntomas de contagio por COVID-19 y orientación en la toma de signos vitales 33. Sin embargo, este dato pudiera estar sesgado, debido a que los sujetos requerían de internet y de algún dispositivo electrónico para participar en el estudio.
Conclusiones
Los hallazgos determinan que el cuidador informal son mujeres con un promedio de 37 años de edad, escolaridad alta y aparentemente sanas. Las características que destacaron fueron; un mayor equilibrio de sexo, cuidadores más jóvenes y mayor preparación académica. Aunque los hijos y nietos siguen estando al frente del cuidado, una tercera parte del cuidado es otorgado por otros no relacionados tales como; nueras, yernos, sobrinos, cuñados, amigos o vecinos del adulto mayor.
La falta de capacitación de los cuidadores acerca del cuidado habitual, enfatizan la necesidad de que los profesionales de enfermería busquen estrategias que apoyen al cuidador informal a pesar del distanciamiento social, de manera que se asegure la calidad del cuidado otorgado al adulto mayor, así como un manejo adecuado del riesgo por COVID-19 y futuras emergencias sanitarias.
Los cuidadores informales cuentan con dispositivos electrónicos como televisión, computadora y celular en sus casas y con acceso a internet y hacen uso de las redes sociales para comunicación, ver noticias y consultar información. Esto es una gran oportunidad para promover la educación virtual a los cuidadores en aspectos de los cuidados necesarios para sus familiares, amigos o persona que necesita el cuidado y para el autocuidado del cuidador. Y en tiempos de pandemia es fundamental que los cuidadores tengan información para poder realizar el cuidado y cuidarse a sí mismos. Es necesario que los profesionales de enfermería sean los responsables de la información que circula en las redes sociales para que sea la correcta.
La principal limitación fue no tener acceso a las instituciones de salud para el reclutamiento y recolección de datos debido a las medidas de distanciamiento social. Otra limitación fue que el reclutamiento se basó en redes sociales, por lo que los cuidadores que no tenían acceso a estos medios no pudieron participar.
Para futuras investigaciones se recomienda incluir variables psicosociales, tales como el nivel de estrés, ansiedad y sobrecarga del cuidador. Así como realizar un análisis por grupos; aquellos que brindaban cuidado antes y los que asumieron responsabilidades de cuidado durante la pandemia por COVID-19.