INTRODUCCIÓN
La cabeza del bovino es una de las regiones anatómicas más importantes de este animal ya que le dota de una expresión y una acometividad de belleza singular. Los cuernos se encuentran a ambos lados del testuz y tienen forma cónica, alargada e incurvada, siendo muy variables respecto a su tamaño, longitud y dirección. Como regla general, los cuernos tienen la superficie lisa, excepto en la zona de arranque que es más irregular y rugosa y se valora mucho su tamaño, simetría e integridad. Su configuración influye de manera decisiva en el trapío o buena presentación del toro de lidia (Ezpeleta, 1999). Los cuernos presentan sección circular u ovalada, pudiendo ser el eje mayor horizontal o vertical y están constituidos por tres elementos que, de dentro a fuera son: la clavija ósea, la membrana queratógena y el estuche córneo (Alonso et al., 2016). La clavija ósea es una prolongación del hueso frontal y por su interior discurren vasos sanguíneos y nervios. La membrana queratógena es de consistencia gelatinosa, tiene función amortiguadora y se encuentra entre la clavija ósea y el estuche córneo (Calvo, 2005). El estuche córneo es hueco en su mayor parte, y más concretamente, en la zona que recubre a la clavija ósea. Sus paredes, finas al inicio, van engrosándose hasta terminar, en su extremo, en un cono macizo que termina en punta. Al cuerno también se le denomina erróneamente asta, a pesar de que es un término más propio de los ungulados de la familia Cervidae, que crecen y se caen cada año en relación al ciclo reproductivo de cada especie, mientras que los cuernos no se caen y siguen creciendo durante la vida del animal (Martínez et al., 1994).
Una vez que el cuerno ha alcanzado su completo desarrollo, se distinguen externamente tres zonas claramente diferenciadas: (i) La cepa o mazorca, que es el nexo con la piel. En ella anualmente aparecen unos surcos o anillos que pueden servir para apreciar la edad del animal (Calvo, 2005). (ii) El centro o pala, que engloba la porción intermedia y más extensa del cuerno. Su forma, generalmente curvada, y su dirección sirven para caracterizar el tipo de cornamenta de cada res. (iii) La punta o pitón, situada en el extremo distal del cuerno y que corresponde a la parte maciza del estuche córneo y representa, aproximadamente, el 20% de la longitud total del cuerno. En los animales jóvenes se halla recubierta por una lámina córnea que, con la edad, se retrae en su extremo, formando una especie de dedal conocido con el nombre de bellota y que se cae aproximadamente a los tres años (Sañudo, 2009).
En general, los cuernos se insertan en el hueso frontal, horizontal y lateralmente, es decir, en sentido perpendicular al eje mayor del toro, siguiendo la línea de prolongación del testuz. Sin embargo, en ocasiones, los cuernos presentan una inserción oblicua respecto a esta línea. Entonces, los cuernos pueden nacer hacia arriba o hacia abajo y/o hacia delante o hacia atrás respecto a la mencionada línea de prolongación del testuz, denominándose al tipo de inserción cornialta, cornibaja, comidelantera o cornitrasera respectivamente. No obstante, hay que tener en cuenta que estos términos también se utilizan para nombrar algunos tipos de encornaduras en función de su forma o dirección, por lo que, resulta poco recomendable su uso. Sin embargo, es importante resaltar que la forma de inserción de las encornaduras influye de manera definitiva en su conformación, siendo características de algunos tipos de encornaduras (Sotillo et al., 1996).
La literatura existente sobre los cuernos bovinos no es muy abundante. Los libros clásicos de exterior (Sañudo, 2009), tratan el tema de las encornaduras como un fanero más, pero no se refieren de forma específica a la res de lidia. Otros autores (Barga & Jordano, 1997; Rodríguez, 2022) se refieren concretamente a dicha raza, pero hacen, más bien, una clasificación según su conformación.
La encornadura del toro sufre un riesgo de deterioro, fundamentalmente en el último año de vida, a consecuencia de potenciales peleas, roces, contactos o golpes con el suelo, con árboles, el vallado, comederos o las paredes de las mangas o corrales de manejo (Aparicio et al., 2003).
Por ello se opta por proteger la cornamenta durante el último año de cría con un vendaje de resina sintética, fácil de manejar, poroso y que se endurece rápidamente por polimerización con el agua, proporcionando buena consistencia (Lomillos et al., 2013). La parte distal del cuerno, es decir el pitón, se refuerza en muchos casos con un material más duro, tubos metálicos o similares, con el fin de disminuir el desgaste de la zona apical (Pizarro et al., 2008a y b).
A nivel productivo el enfundado es una medida más de la explotación para la reducción del riesgo de bajas por cornadas en peleas, de hecho, la prima de los seguros agrarios es menor en las explotaciones que poseen machos para la lidia con fundas (Domingo & Vara, 2013).
Se desconoce cómo afecta este tipo de manipulación del cuerno a su estructura y por ende a su dureza (Lomillos & Alonso, 2020). Algunos autores han observado una necrosis de la dermis cornual, con pérdida de estructura ósea y aparición de espacios huecos en el interior del cuerno, que podrían reducir su resistencia (Horcajada et al., 2009) o fracturas del pitón en toros enfundados (Gómez et al., 2009)
En cuanto a la estructura histológica del cuerno, hay muy pocos estudios que aborden las características de los tejidos que constituyen la cornamenta bovina, y ninguno estudiando el posible efecto del enfundado sobre la histología de este órgano, por ello, el objetivo de este trabajo es ampliar el conocimiento sobre la estructura histológica, analizando el posible efecto del enfundado.
MATERIAL Y MÉTODOS
Se ha realizado el estudio histológico del epitelio corneal en 30 cuernos de toros de 5 ganaderías diferentes, 15 pertenecientes al grupo de animales no enfundados y 15 al de animales enfundados. Los cuernos fueron cortados siempre antes de que transcurrieran 12 horas desde la muerte del toro con una máquina ingletadora con disco de corte de metal que permitía hacer secciones de 5 cm de grosor que fueron incluidas en recipientes con formol al 10%, siguiendo las indicaciones del personal del Departamento de Anatomía Patológica de la Facultad de Veterinaria de León.
De cada una de las secciones correspondientes a la cepa o base del cuerno (A), pala (B) y pitón (C) (en la zona donde existe parte ósea) se tomó un fragmento de 0.5 x 0.5 x 0.5 cm que comprendía la capa profunda de queratina, el epitelio corneal (compuesto de estrato córneo, estrato espinoso y estrato basal), la dermis y parte externa del hueso (figura 1). Tras ser decalcificados durante 30 días, estas muestras fueron incluidas en parafina. Se realizaron secciones de 2 μm y tras la deshidratación en un gradiente de alcoholes y xilol, fueron teñidas con tinción de hematoxilina‐eosina.
A continuación, fueron examinadas mediante microscopía por un patólogo, que desconocía la procedencia e historial de los animales, realizando una valoración histológica cualitativa subjetiva de cada muestra.
Todos los datos fueron procesados mediante el programa IBM® SPSS® statistic, Ver.package for Windows realizando una prueba Chi cuadrado para comprobar la existencia de diferencias significativas entre los porcentajes de las diversas lesiones encontradas considerando grupo 0 los animales no enfundados y grupo 1 los enfundados.
DISCUSIÓN
El cuerno, al igual que la piel y el pelo, está constituido fundamentalmente por queratina, compuesto biológico natural con una estructura jerárquica (Vicent, 1990). Los tejidos queratinizados suelen estar asociados con varias funciones biológicas importantes como el ataque, la defensa, la regulación de la temperatura y la humedad, etc. Sus propiedades mecánicas se han estudiado tanto en la pezuña de bóvido (Franck, et al., 2006) como en el cuerno (Chen et al., 2009; Kitchener & Vincent, 1987; Kitchener, 2000; Lomillos et al., 2021a). Los cuernos de los bóvidos son permanentes a lo largo de la vida del animal, a diferencia de las astas que se mudan y vuelven a crecer cada año (Mercer, 1961). Por tanto, el término “astas” no sería adecuado.
El cuerno es diferente de otros materiales biológicos estructurales, como huesos, colmillos, dientes, astas y caparazones de moluscos. No tiene un componente mineralizado y está compuesto principalmente por α-queratina. En los últimos años, los materiales biológicos estructurales han atraído una atención creciente, sin embargo, este interés se ha centrado principalmente en huesos, dientes, conchas de moluscos y pezuñas (Meyers et al., 2008). Los cuernos de bóvidos, que son los sujetos de este estudio, no han sido estudiados en detalle salvo estudios sobre su longitud (Trillo, 1961), su estructura (Lomillos et al., 2021b) y dureza externa (Lomillos et al., 2022), sin prestar prácticamente atención a sus características histológicas (Mozos, 2002). Sí existe alguna referencia en cuanto el estudio histológico de la superficie del cuerno en relación con su posible manipulación fraudulenta (Salamanca, 2011, Blasco, 2015; Moya & López, 2016, Seva et al., 2017), más encaminadas a la disposición de los túbulos corneales que a su estructura interna.
Los túbulos córneos, que se observan al microscopio a pocos aumentos, tienen su origen en las papilas de la membrana queratógena y se extienden a lo largo de la encornadura de forma paralela a la superficie externa de la misma. Cuando un cuerno ha sido manipulado para acortar su longitud (“afeitado”) y posteriormente se crea una nueva punta, se obtiene una imagen histológica donde se aprecia que los túbulos córneos, en las zonas alteradas artificialmente, no discurren paralelos a la superficie, por el contrario, salen oblicuos y en escalera, que, como consecuencia de esta situación, se presenta irregular y desflecada (Blasco, 2015).
En nuestro caso, el estudio histológico completo se ha realizado en animales sin ninguna manipulación e identifica tres capas de epitelio corneal: estrato córneo, estrato espinoso y estrato basal que continúan con la dermis (Figura 2).
Tras los análisis realizados se han identificado ciertas lesiones en las diferentes capas. Con el fin de facilitar el manejo de los datos y dar opción al uso de la estadística, los resultados se presentan en forma de tabla resumen de la valoración histológica de las lesiones encontradas, sobre la que se hizo el correspondiente análisis estadístico. Se observan lesiones con incidencia variable en cada una de las capas mencionadas salvo en estrato córneo. Para facilitar la interpretación de los resultados, realizaremos una descripción de los mismos centrándonos en las diferentes capas dérmicas:
Estrato córneo: No se observaron alteraciones en ningún caso. Estrato espinoso:
Daño escaso (+): Espongiosis de hasta un 30% de las células del estrato
corneo (Figura 3).
Leve (++): Espongiosis de más de un 30 % de las células de estrato córneo y leve desorganización celular (Figura 4).
Moderado (+++): Espongiosis de más de un 30 % de las células de estrato córneo, evidente desorganización celular y presencia de neovasos.
Estrato basal:
Daño escaso (+): Pérdida de la estructura en empalizada.
Leve (++): Desorganización celular del estrato basal con pérdida de la es- tructura en empalizada (Figura 4).
Moderado (+++): Desorganización celular de estrato basal, espongiosis celular, pérdida de la estructura en empalizada y pérdida de la continuidad.
Dermis:
Daño escaso (+): Presencia de neovasos en dermis superficial y conges- tión (Figura 5).
Leve (++): Presencia de múltiples neovasos en dermis superficial, conges- tión y hemorragias.
Moderado (+++): Presencia de múltiples neovasos en dermis superficial, extravasación de eritrocitos y fenómenos de colagenolisis ligera (Figura 6) o moderada.
En un estudio histológico previo realizado para la valoración del daño que producía el enfundado de los cuernos, se detectó la presencia de áreas de aspecto basófilo en el tejido conjuntivo (dermis) que separa el hueso del epitelio queratinizado, donde observaban que las propias fibras colágenas aparecían retraídas y basófilas, imagen histológica que fue relacionada con necrosis por coagulación. En dicho artículo se asocia esta lesión con una posible ausencia de ventilación prolongada en el tiempo debido al enfundado (hipoxia), o bien con quemaduras (Fernández-Gómez, 2011).
La hipótesis que plantea nuestro estudio, es conocer si la colocación de fundas en los cuernos del toro puede ocasionar daños epidérmicos que alteren la estructura corneal. En este sentido, las lesiones que podríamos esperar en un corte histológico de un cuerno tras una situación de hipoxia prolongada en el tiempo serían principalmente lesiones de tipo crónico, asociadas a procesos isquémicos en los diferentes estratos tales como:
Estrato córneo: desorganización de la capa de queratina incluso pérdida de la misma.
Estrato espinoso: espongiosis y desorganización celular, y/o pronunciada hiperplasia epidérmica muy irregular.
Estrato basal: pérdida de la estructura en empalizada de la membrana basal, intensa desorganización de la monocapa celular, incluso degeneración y necrosis.
Estrato dérmico: fenómenos de intensa colagenolisis, daños vasculares en vasos (principalmente trombosis vascular y hemorragias), e incluso tejido de reparación como proliferación de neovasos y fibroblastos, e inicio de fibrosis.
El daño final, o más grave, que la hipoxia podría llegar a producir sería la pérdida de las capas epidérmicas debido a una necrosis a partir de la dermis subyacente, lesión que se manifestaría macroscópicamente como una separación del estuche córneo del hueso, que podría darse en la plaza en el momento de su acometida al caballo, derrote en tablas, etc. (Martín-Albo, 2010)
Los resultados del estudio histológico muestran que las lesiones más graves que se han observado son realmente de carácter leve‐moderado. En ningún caso se ha observado fenómenos de necrosis, o pérdida de tejido de la dermis o epidermis. Las lesiones descritas parecen relacionarse con procesos leves de degeneración y reparación, siendo además principalmente el pitón, la localización de mayor afectación.
Se realizaron análisis estadísticos mediante la prueba de Chi cuadrado que no arrojó diferencias significativas entre las lesiones encontradas en toros enfundados y no enfundados, como puede observarse en la Tabla 1, lo cual corrobora el carácter leve de las lesiones observadas.
CEPA E. Espinoso | SL | * | ** | *** | Chi2 | P |
---|---|---|---|---|---|---|
Enfunda | 50 | 50 | 0 | 0 | 0.666 | 0.716 |
No E. Basal | 60 | 20 | 20 | 0 | ||
Enfunda | 20 | 60 | 20 | 0 | 0.200 | 0.977 |
No Dermis | 20 | 40 | 40 | 0 | ||
Enfunda | 80 | 20 | 0 | 0 | 0.733 | 0.865 |
No | 40 | 30 | 20 | 10 | ||
PALA | ||||||
E. Espinoso | SL | * | ** | *** | 2 Chi | P |
Enfunda | 60 | 20 | 10 | 10 | 0.014 | 0.999 |
No E. Basal | 70 | 20 | 10 | 0 | ||
Enfunda | 40 | 40 | 02 | 0 | 0.253 | 0.881 |
No Dermis | 20 | 50 | 30 | 0 | ||
Enfunda | 40 | 40 | 0 | 20 | 0.253 | 0.968 |
No | 50 | 30 | 20 | 0 | ||
PITÓN | ||||||
E. Espinoso | SL | * | ** | *** | 2 Chi | P |
Enfunda | 20 | 30 | 20 | 30 | 0.075 | 0.994 |
No E. Basal | 20 | 40 | 20 | 20 | ||
Enfunda | 10 | 60 | 10 | 20 | 0.200 | 0.978 |
No Dermis | 20 | 40 | 20 | 20 | ||
Enfunda | 30 | 40 | 20 | 10 | 0.378 | 0.945 |
No | 0 | 90 | 10 | 0 |
Salvo escasas diferencias individuales encontradas en el grupo de animales enfundados, únicamente en dos animales del grupo de no enfundados, parecieron presentar un daño ligeramente más evidente, con mayor grado de espongiosis del estrato espinoso, alteraciones en estrato basal y dermis a nivel del pitón (Imagen 4). Estas lesiones son inespecíficas y no pueden asociarse de forma clara a una causa concreta. Estos fenómenos de degeneración y reparación podrían tener su origen en traumatismos lo cual podría deberse a peleas o golpes durante el transporte o estancia en los corrales de la plaza. Sin embargo, como ya se ha comentado anteriormente, son lesiones de carácter leve y en ningún caso se observaron lesiones específicas de hipoxia tisular.
De igual forma, otros autores no observan alteraciones histológicas dignas de mención salvo dilatación de alguna vénula aislada o incluso presencia de algún pequeño trombo en el interior de vasos sanguíneos en toros de forma aislada (Pizarro et al., 2009). Gómez (2011) por su parte, menciona el hallazgo de lesiones aisladas a nivel de la membrana queratógena en toros enfundados, pero no precisa cuales son, ni su grado de gravedad, sin un grupo control con el que comparar.
CONCLUSIONES
La estructura histológica del epitelio corneal consta de tres capas: estrato córneo, estrato espinoso y estrato basal que continúan con la dermis. Se detectan diferentes lesiones como espongiosis en el estrato espinoso, desorganización celular del estrato basal o presencia de múltiples neovasos en la dermis, pero no achacables al enfundado durante 12 meses del cuerno.