Diversidad sociolingüística
El estudio de la diversidad sociolingüística es un tema obligado para los lingüistas en un país como México, pues éste presenta una riqueza lingüística importante; además, existen lenguas que se encuentran amenazadas. Actualmente, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI 2010), en México existen 6,695,228 personas hablantes de alguna lengua indígena.
El estudio de la diversidad lingüística se preocupa y se ocupa de los objetivos, así como de los métodos para buscar diferencias entre las lenguas según las vertientes teóricas y las prácticas investigativas. Éste es un punto de partida que establece la diferencia entre los objetivos y métodos que se usan para realizar estudios descriptivos y prescriptivos de las lenguas. La Antropología Lingüística puede definirse de la siguiente manera:
Es una disciplina interpretativa que se ocupa del lenguaje para encontrar entendimientos culturales. Por otro lado, la sociolingüística considera el lenguaje como una institución social, una de esas instituciones dentro de las cuales el individuo y los grupos llevan a cabo la interacción social (Foley 1997: 3).
Desde este marco y perspectiva, este trabajo busca explorar la diversidad sociolingüística; es decir, se trata de una búsqueda de los significados en las prácticas lingüísticas dentro de prácticas culturales más amplias. Así pues, el concepto de significado es absolutamente fundamental para el campo de estudio e investigación que nos interesa.
En la bibliografía especializada existe una extensa producción sobre la diversidad lingüística y sobre el significado de este concepto, aunque ésta todavía no es suficiente (Junghere 2013; Nettle 1999). En cambio, no sucede lo mismo con el concepto de diversidad sociolingüística; podríamos decir que este nuevo campo se está conformando con otro tipo de problemáticas y temas de investigación. En cuanto al concepto de diversidad lingüística, Sayers y Láncos (2017: 37) señalan lo siguiente:
Se enumeran tres tipos de diversidad lingüística: diversidad lingüística (número total de lenguas mutuamente ininteligibles); diversidad filogenética (diferentes linajes de lenguas, es decir, número de ramas en árboles de lenguas); y diversidad estructural: rango de permutaciones en la estructura lingüística, por ejemplo, el orden de las palabras.1
Es decir, se han realizado estudios sobre la diversidad lingüística bajo criterios que siguen siendo solo lingüísticos y no se consideran otros factores importantes hacia un enfoque sociolingüístico. En este mismo sentido, Blommaert (2013: 11) afirma:
Por tanto, una atención más sistemática y disciplinada a la diversidad ha sacudido los sólidos fundamentos estructuralistas de esta ciencia. Pero ha hecho que su objeto, el lenguaje en la sociedad, sea mucho más atractivo y relevante en el estudio de la diversidad en general.
La diversidad lingüística en México es, de por sí, evidente; sin embargo, son todavía pocos los estudios que se inscriben en el nuevo campo de la diversidad sociolingüística, es decir, un campo interdisciplinario que contribuye a un enfoque de la relación entre lengua y sociedad, y lengua y cultura, como la Antropología Lingüística. Sin duda, la diversidad sociolingüística plantea un enfoque más complejo, pues se relaciona con la comprensión históricamente situada en prácticas lingüísticas particulares.
La diversidad sociolingüística se ve ahora como un sistema complejo sujeto a fuerzas muy diferentes y que se desarrollan por separado, con múltiples historicidades y escalas que entran en eventos comunicativos situados de manera única, y con direcciones de desarrollo relativamente impredecibles (Bloomaert 2013: 11).
Esta nueva perspectiva requiere de un enfoque interdisciplinario en el que la relación con otras disciplinas como la antropología, geografía, política e identidad puedan dar cuenta de una serie de problemas de investigación sociolingüística. A este respecto, Bradley señala:
Hay muchos factores que pueden tener un efecto sobre la vitalidad de un idioma en una comunidad. Ellos pueden descomponerse en actitudes e identidad; adquisición y uso; política y factores políticos; una amplia gama de otros factores externos como la demografía, economía, historia, cultura, educación, etc. y, lo más importante necesidades, deseos e intenciones de la comunidad, que están determinados en gran medida por los primeros cuatro factores (2011: 6).
En el caso que nos ocupa, la relación del otomí con el uso de las otras lenguas con las que coexiste, por ejemplo, el náhuatl, tepehua, totonaco y español, hace más compleja esta diversidad sociolingüística. Lo que nos lleva a reflexionar sobre un concepto: el multilingüismo.
Un término como “multilingüismo” ejemplifica esta hegemonía: es la coexistencia de varios idiomas en el mismo escenario social. Durante décadas, la diversidad social se capturó sociolingüísticamente bajo el término “multilingüismo”, y el número de idiomas contables en un área era un indicador de su nivel de diversidad sociocultural (Bloomaert 2013: 2).
Esta coexistencia del otomí con otras lenguas minoritarias y con el español en un mismo espacio geográfico y político tiene interesantes efectos de índole diversa. Es decir, no podemos estudiar únicamente el uso del otomí sin hacer alusión a la relación que guarda con las otras lenguas. Esta coexistencia del uso de varias lenguas produce fenómenos sociolingüísticos dignos de ser estudiados, como el registro etnográfico del code-switching, la elección lingüística, la percepción de la diversidad del uso de las lenguas, los efectos del comportamiento lingüístico de los hablantes y de las instituciones, las actitudes lingüísticas, las representaciones ideológicas de las lenguas, el carácter ideológico de éstas, el valor simbólico que se les asigna, el multilingüismo social, las competencias multilingües entre los hablantes, etcétera.
A continuación, se revisan definiciones del concepto del multilingüismo y los efectos que tienen en el uso de las lenguas. Aubakirova y Mandel (2019) nos presentan el siguiente Cuadro 1 con la clasificación de definiciones de términos sobre el multilinguismo. Las autoras señalan que, según Aronin y Britta, el multilingüismo es “la capacidad de sociedades, instituciones, grupos e individuos para participar regularmente en base a un espacio y un tiempo con más de una lengua en la vida cotidiana” (Aubakirova y Mandel 2019: 18). En este caso, los otomíes conviven en la misma comunidad lingüística en la que también se usan otras lenguas y en donde la lengua común es el español; por lo tanto, conforman una misma comunidad lingüística multilingüe. Debido a la continua interacción con los hablantes de náhuatl, tepehua y totonaco, en la vida cotidiana se llegan a establecer entre unos y otros relaciones de parentesco, matrimonios mixtos, amistad, relaciones comerciales, relaciones interétnicas, entre otras.
Condiciones de uso | Definiciones dadas por el autor (es) | Autor (es) |
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Multilingüismo | “La capacidad de sociedades, instituciones, grupos e individuos para participar regularmente en base a un espacio y un tiempo con más de una lengua en la vida cotidiana”. | Aronin y Britta (2009) |
Educación plurilingüe | “Un propósito organizado, normalizado proceso trino de formación, educación y desarrollo de un individuo como polidioma, personalidad sobre la base de adquisición simultánea de varios idiomas como un “fragmento” de lo socialmente significativo de la experiencia de la humanidad encarnada en los conocimientos y habilidades lingüísticas, idioma y la actividad del habla, así como en lo emocional y la valiosa relación con los idiomas y culturas”. | Zhetpisbayeva (2009) |
Educación multilingüe, educación bilingüe | “Cualquier programa escolar en el que más de una lengua se utiliza en el plan de estudios para enseñar como materia académica no lingüística o en que la lengua de escolarización no coincide con el idioma del hogar o comunidad. Las razones para incorporar los idiomas específicos elegidos, la estructura del programa, y la relación entre los idiomas de la escuela y el de la comunidad, varían ampliamente e influyen en los resultados educativos”. | Bialystok (2016) |
Multilingüismo | “Uso de dos o más idiomas referido a los individuos o sociedades” ser capaz de hablar en un montón de contextos. | Biseth (2009) |
Multilingüe | La capacidad de utilizar tres o más Idiomas. | McArthur (1992) |
Fuente: Aubakirova y Mandel 2019: 18.
Otro concepto de multilingüismo es el que nos presenta Biseth (2009 en Aubakirova y Mandel 2013: 18): el “uso de dos o más idiomas referido a los individuos o sociedades”; implica ser capaz de hablar en un montón de contextos. Esta definición nos ayuda a caracterizar la situación del otomí en relación con las otras lenguas y el uso del español como lingua franca. Es decir, necesitan hablar con distintos participantes en diferentes situaciones comunicativas y en distintos contextos sociales y culturales en donde coexistan con el uso de otras lenguas minoritarias y el español.
Por otro lado, está el concepto de multilingüe. Según McArthur (1992 en Aubakirova y Mandel 2013: 18), es “la capacidad de utilizar tres o más idiomas”. En el caso de los otomíes de Ixhuatlán de Madero, algunas familias se conforman de matrimonios mixtos, en los cuales uno de los padres puede ser otomí y otro tepehua o, bien, uno otomí y otro nahua, por ello, algunos niños tienen la necesidad de hablar la lengua del padre y la lengua de la madre, además de aprender el español.
En esta interacción de las lenguas reconocemos una serie de problemáticas sociolingüísticas merecedoras de ser estudiadas y, por ende, exploradas, como situaciones de contacto lingüístico que suelen dar lugar a nuevas lenguas (pidgins y creoles) y a fenómenos lingüísticos como convergencia, préstamos, relexificación y code switching (Donald Winford 2002; Thomason y Kaufman 1988).
El multilingüismo presente en el municipio resulta importante por la relación asimétrica existente entre las lenguas minoritarias y el español; estas asimetrías se deben, entre otras cosas, a las relaciones de poder entre estas lenguas; es decir, que el estatus de la lengua de prestigio sobre las lenguas indígenas es devastador, cada vez que estas últimas se ven amenazadas en el uso y función que cumplen en sus determinadas comunidades de habla. En ese sentido, Fishman (2001b: 5) señala lo siguiente:
El multilingüismo permite esta opción. Todas las lenguas, en una sociedad multilingüe, tienen funciones distintivas. La lengua que se usa habitualmente con la familia cercana y los amigos, la lengua que utilizan los compañeros de trabajo o los vecinos, y la lengua que se usa con los superiores o con el gobierno no ha de ser necesariamente la misma.
Esto hace vulnerables a las lenguas, pues sus hablantes se enfrentan cada día a actitudes de rechazo por parte de la población mestiza y, en algunos casos, por los propios hablantes indígenas en el mismo municipio; esto ocurre también con los hispanohablantes de las grandes ciudades, quienes los discriminan por hablar sus propias lenguas. Por lo tanto, se enfrentan a una serie de presiones de diversa índole, ya sean económicas, sociales, educativas o políticas, que los obligan a negar y a dejar de usar sus lenguas.
En este marco, “el conflicto lingüístico aparece cuando dos lenguas compiten por el uso exclusivo de una misma función de poder, por ejemplo, el gobierno o la educación” (Fishman 2001b: 6). El caso del municipio de Ixhuatlán de Madero presenta esta problemática; en este contexto multilingüe, el español impone su uso exclusivo en los dominios gubernamentales y educativos sobre el uso de las demás lenguas.
Actitudes hacia la diversidad
En este apartado se busca destacar las actitudes hacia la diversidad. Es importante resaltar que existe una gran diversidad en el comportamiento de los hablantes hacia sus lenguas y también de las instituciones hacia el uso de éstas, aunque muy pocas veces se reflexiona sobre estas actitudes. Junghare (2013: 75) señala al respecto que “la cultura influye en la forma en que las personas actúan, ven, sienten, hacen, interactúan y juzgan. En cierto modo, las sociedades dan forma a los comportamientos individuales. Por lo tanto, los pueblos del mundo pueden ser profundamente diferentes”. Según la autora, es importante reconocer la diversidad, porque cuando observamos a otras culturas tenemos tendencia a generalizar, ignorar o reducir esta diversidad.
Uno de los aspectos interesantes por explorar son las percepciones acerca de la diversidad, en donde se encuentra el estudio de las representaciones ideológicas sociolingüísticas como las actitudes, creencias, estereotipos, prejuicios, etc. (Cerón 2021a). El no reconocimiento de la diversidad plantea varios problemas, por ejemplo, la reducción y la complejidad de ésta. En este sentido, Junghare (2013: 76) indica que “todos estereotipamos como una forma rápida y eficiente de almacenar información. Aunque será difícil erradicar el estereotipo, debemos ser conscientes de lo que hacemos cuando estereotipamos. También generalizamos. El comportamiento del individuo se convierte en el comportamiento del grupo”; asimismo, éste tiene un impacto relevante en el comportamiento lingüístico y condiciona, de alguna manera, el uso de la lengua.
Cuando hablamos con otros, tratamos con fuerzas externas poderosas. Las personas tienden a tener una imagen más positiva de su propio idioma y cultura. Encontramos tres tipos de actitudes: una de superioridad propia, una de igualdad o una de exploración genuina. Las personas buscan ver otras culturas desde una perspectiva egocéntrica (Junghare 2013: 76).
Este tipo de actitudes han influido en el uso y desuso de las lenguas minoritarias de México, el otomí no es la excepción. Otros ejemplos de este tipo de actitudes hacia las lenguas y sus hablantes se presentan en el libro titulado Multilingüismo en Tlachichilco, Veracruz (Cerón 2011). Estas representaciones sociolingüísticas ideológicas forman parte de un campo de estudio más amplio, como las ideologías lingüísticas (Schieffelin et al. 1998; Kroskity 2018; Irving y Gal 2018; Cerón 2021a, 2021b). A continuación, presento una breve revisión de la lengua otomí en México y luego en Veracruz.
La lengua otomí en México
Actualmente en México, según el INEGI en su Encuesta Intercensal 2015, el otomí es una de las lenguas con mayor presencia en el centro de nuestro país, pues es hablada por 239,850 personas (115 034 hombres y 124 816 mujeres).
Entre los principales estados está Hidalgo, en donde se concentra el mayor porcentaje de población que habla otomí con 39%; le sigue el Estado de México, el cual representa 34.9%; el tercer sitio lo ocupa el Estado de Querétaro con 8%; el estado de Veracruz cuenta con 7% de hablantes de otomí; y, finalmente, 5.2% lo tiene la Ciudad de México. Según el INEGI, los municipios con mayor población hablante de otomí son Ixmiquilpan y Huehuetla en Hidalgo, Temoaya y Toluca en el Estado de México, Amealco de Bonfil en Querétaro, y en Veracruz son los municipios de Ixhuatlán de Madero y Texcatepec. En este último es donde se registran los mayores porcentajes de población monolingüe, 9.3% consta de hombres; y 17.7%, de mujeres; por último, se encuentra la Ciudad de México (INEGI 2015).
Efectivamente, tanto en Tlachichilco como en Ixhuatlán de Madero (Cerón 2011), se pudo observar que el porcentaje más alto de monolingües se presenta en las mujeres, sobre todo, las de mayor edad; el porcentaje de los hombres es menor pues, según ellos, deben salir a resolver asuntos a las ciudades y se ven en la necesidad de aprender español.
Estados | Municipios | Porcentaje |
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Hidalgo | Ixmiquilpan y Huehuetla | 39.7% |
Estado de México | Temoaya y Toluca | 34.9% |
Querétaro | Amealco de Bonfil | 8% |
Veracruz | Texcatepec e Ixhuatlán de Madero | 7% |
Ciudad de México | 5.2% |
Fuente: INEGI (Encuesta intercensal 2015).
Lenguas en Veracruz
El comportamiento del uso de las lenguas en Veracruz también ha sufrido un incremento y decremento en varios periodos que van del Censo de 1995 al de 2010. Según el Censo de 1995, el náhuatl contaba con 314 121 personas hablantes. En el 2000 se puede apreciar un leve incremento de hablantes de esta lengua, en 2005 se expone una ligera reducción numérica de hablantes; en 2010 nuevamente se ve un mayor incremento de 355,785 personas que hablan náhuatl.
Estas variaciones deben tomarse con cuidado, pues los resultados dependen de factores no solo cuantitativos, sino, más bien, cualitativos, con respecto a la metodología de la aplicación de los cuestionarios por parte del INEGI.
Cuando se les pregunta a las personas hablantes de alguna lengua minoritaria, no contestan con la verdad, pues muchas de las veces les da pena decir que hablan su lengua. Este hecho se relaciona con las actitudes lingüísticas de los hablantes con respecto al uso de sus lenguas; esto, de alguna manera, condiciona los resultados y el manejo de los datos. A este respecto, es importante lo citado por Covarrubias: “Los miembros del Grupo Dizdea se encontraron con lo que Grinevald y Bert (2011: 24) llaman “hablantes fantasma”. Éstos son los hablantes de una lengua altamente amenazada que niegan que pueden hablar su lengua debido a un profundo sentimiento de inseguridad lingüística”.
El náhuatl es la lengua que cuenta con el mayor número de hablantes de todas las lenguas minoritarias en Veracruz (355, 785) (INEGI 2010); por ello la tomamos como referencia para realizar la comparación con la lengua otomí que solo registra 18,078 hablantes. Lo que concierne a las demás lenguas es importante, sin duda, no obstante, por el tiempo, dejaremos el tema para otra ocasión. El otomí, según el Censo de 1995, reporta 15,688 hablantes; en el 2000 se puede observar un significativo incremento con 17,584 personas; en 2005 se aprecia una ligera reducción con 16,822 hablantes, y en 2010 se presenta un total de 18,078; esto expone un incremento de personas que hablan la lengua. La población náhuatl es de 355,785 hablantes en el estado de Veracruz. En relación con la población total de hablantes de lengua indígena, se trata de 662,760 de éstos; en términos porcentuales, el náhuatl representa 35%, en relación con las demás lenguas, que es de 65% en Veracruz.
Actualmente, en México y en muchos otros lugares del mundo, existe un vacío de datos confiables que puedan informar con mayor veracidad el número de hablantes de lenguas en alto riesgo de desaparición. Tomamos estas cifras de INEGI con la debida cautela, pues existen distintos factores que influyen en las respuestas que dan los hablantes de estas lenguas. Además del número de hablantes hay que considerar las actitudes lingüísticas de los hablantes, así como las actitudes y políticas hacia la lengua por parte del gobierno e instituciones (UNESCO 2003). En este sentido, la vitalidad o supervivencia de las lenguas se ha visto amenazada por factores externos como las presiones económicas, políticas, educativas, sociales o culturales. También por factores internos como las actitudes de rechazo de los hablantes hacia sus propias lenguas, la discriminación lingüística, el incremento de la migración nacional e internacional, y sobre todo por la presión de hablar la lengua dominante, el español pues es la lengua que les reditúa económicamente. A este respecto, Bradley (2011: 3-4) señala lo siguiente:
Las actitudes hacia los idiomas y la identidad de grupo son factores particularmente cruciales. Si los miembros de una comunidad tienen una percepción muy positiva de su grupo e identidad y una percepción de que el idioma del grupo es un componente importante de esta identidad, es más probable que el idioma persista a pesar de los factores adversos.
En algunos casos, la situación es distinta ya que las presiones de índole económico, político, educativo, etc. a las que se enfrentan los hablantes en su vida cotidiana, hacen que nieguen hablar su lengua y dicen tener vergüenza de hablarla, aunque en la observación etnográfica al interior de sus comunidades la hablan en varios dominios lingüísticos.
La lengua otomí en Veracruz
La lengua otomí se habla en la región de la huasteca baja, en las estribaciones de la sierra madre oriental, también se le ha nombrado como otomí oriental. Esta región se caracteriza por ser multilingüe pues, además del otomí, se habla náhuatl, tepehua, totonaco y español. La población otomí es de 18,078 hablantes en Veracruz. En relación con el total de hablantes de lengua indígena, que es de 662 760, representa 3% en términos porcentuales y 65% en relación con las demás lenguas minoritarias. En este sentido, el náhuatl tiene mayor cantidad de hablantes: 355 785, en tanto, el otomí tiene un menor número de hablantes. Así, el otomí debe competir con las demás lenguas minoritarias y con el español.
Actualmente, la lengua otomí se habla en el municipio de Texcatepec. Según el INEGI, en 1995 se contaba con 5 208 hablantes, en 2000 se registraron 5 722 y en 2005 se puede apreciar un ligero incremento con un total de 6 127 hablantes. El municipio de Ixhuatlán de Madero, según el INEGI, en 1995 tenía 5 434 hablantes de otomí; en 2000 contaba con 5 769 hablantes y en 2005 presentó 5 631 de éstos. Se puede apreciar un ligero incremento y luego un decremento de hablantes. Tlachichilco, en 1995, tenía 1 645; en 2000 contaba con 1 828 y en 2005 se observa un ligero decremento con 1 726 hablantes. Zontecomatlán, en 1995, contaba con 1 253, en 2000 se presentaron 1 266, y en 2005 se observó un ligero incremento con 1 298 hablantes. Huayacocotla en 1995 contaba con 125, en 2000 presentó 124 y en 2005 se observó un ligero incremento con 175 hablantes. Temapache en 1995 tenía 198 hablantes de otomí, en 2000 contaba con 194 y en 2005 se observó un ligero incremento de 160 hablantes. Tihuatlán, en 1995, tenía 361 hablantes, en 2000 se aprecia un significativo incremento con 406 y en 2005 se volvió a dar un decremento de casi 50%, lo cual se traduce en 272 hablantes. Finalmente, Zacualpan en 1995 presentó solo 28 hablantes, en 2000 se observó un incremento de 41 hablantes y en 2005 se mantuvo la misma cantidad. En suma, a mayor uso del español se observa una disminución del uso del otomí.
Lastra (2001) proporciona el porcentaje de la población otomí en Veracruz de los Censos que comprenden de 1900 a 1990, de los municipios de Huayacocotla, Ixhuatlán, Tlachichilco, Zacualpan, Zontecomatlán, Espinal, Temapache, Texcatepec y Tihuatlán. En la comparación entre sus datos y lo observado actualmente, se puede apreciar que, en algunos municipios, por ejemplo, Espinal, ya no aparece población otomí. En Temapache y Zacualpan se puede estimar una disminución de hablantes de otomí y un incremento significativo del uso del español.
Por lo tanto, fue necesario realizar encuestas de índole más cualitativas para tener el dato de las cifras de hablantes de las lenguas indígenas mexicanas. Así, se aplicó una entrevista de actitudes lingüísticas sobre el uso de las lenguas en la comunidad de estudio. En este sentido, existen algunas de las acciones que ha realizado la UNESCO, por ejemplo, la realización de un Atlas lingüístico de las lenguas en peligro (Moseley 2010).
Población que entiende lengua indígena
Hasta el Censo de 2005, el INEGI aplicó cuestionarios y muestra los tabulados de la población de cinco años y más, hablante de lengua indígena y de español. El Censo de 2010 ya no proporcionó los resultados de los cuestionarios en donde se puede apreciar qué lengua hablan los encuestados. En este Censo se dieron los tabulados de la población de tres años y más, hablante de lengua indígena. Se consideraron criterios lingüísticos y se preguntó si entendía o no lengua indígena al encuestado. Sin embargo, estos resultados no sirven para saber qué lengua hablan, sobre todo, en municipios totalmente multilingües, como los que son objeto de esta investigación.
En Texcatepec, según el censo 2010, 13.5% dijo entender lengua indígena y 84.84% no entiende lengua indígena. Por ello, queda la interrogante de si solo entienden el otomí o cualquier otra lengua indígena como el tepehua y, en el segundo caso, probablemente se trata del español. Ixhuatlán de Madero es un municipio, como ya lo mencionamos, eminentemente multilingüe, en éste se habla otomí, náhuatl, tepehua y totonaco, por ello, estos datos no dan cuenta de qué lengua se trata. 32.04% dijo entender una lengua y 66.32% respondió no entender una lengua indígena. Tlachichilco es otro de los municipios multilingües en donde se habla otomí, tepehua, náhuatl y español, se trata del mismo caso que el anterior; en este municipio, 10.55% dice entender lengua indígena y 84.84% dice no entender lengua indígena. También en el municipio de Zontecomatlán existe el contacto interlingüístico; se habla otomí, tepehua y náhuatl, 9.8% dice entender una lengua indígena y 89.35% dice no entender una lengua indígena. Huayacocotla representa el mismo problema, 0.45% dice entender una lengua indígena y 99.26% dice no entender lengua indígena. Se puede apreciar un mayor porcentaje de población que habla español y, en cambio, se ve una disminución de la población que entiende la lengua indígena. En Álamo Temapache cada vez disminuye más la población que entiende lengua indígena con 8.46% y se observa un incremento de 91.04% que dijo no entender la lengua indígena; según estos datos, se puede inferir que se trata de una población monolingüe en español. Tihuatlán presenta 0.60% debido a su cercanía con Poza Rica, tal vez la migración a sus centros petroleros esté afectando la pérdida de la lengua indígena, asimismo, se observa un incremento de población que habla español con 99.28%. Finalmente, en Zacualpan únicamente 0.48% entiende una lengua indígena y el 99.40% no entiende una lengua indígena; es decir, solo hablan español.
El desuso de las lenguas minoritarias se debe, entre otras cosas, a que: “En la mayoría de los casos, la política sobre idiomas la imponen los gobiernos de arriba hacia abajo, y por lo general, se prefiere un idioma nacional sobre los idiomas minoritarios” (Bradley 2011: 4). En el caso de México se les ha dado a las lenguas indígenas mexicanas el estatus de lenguas nacionales, aunque en la realidad faltan acciones que respalden tal reconocimiento. A este respecto es importante lo que señala Bradley: “Donde hay provisión para las lenguas minoritarias, esto puede ser un gran apoyo para su supervivencia” (2011: 4). Sin duda, éste puede ser un espacio para proponer acciones que respalden este reconocimiento y, por tanto, revitalizar o recuperar el uso de estas lenguas.
En Multilingüismo en Tlachichilco, Veracruz (Cerón 2011), se aplicó una entrevista de actitudes lingüísticas en versión lingüística, en la que se encontró que las respuestas en la lengua indígena fueron distintas a las de la entrevista en español, la primera les daba confianza a los hablantes y reducía la inseguridad lingüística por hablar su propia lengua. Esta estrategia metodológica es importante para detectar a los “hablantes fantasma”, que por lo regular son los jóvenes que niegan hablar su lengua a causa de cierta inseguridad lingüística (Covarrubias 2021). Este problema se ha discutido en la literatura de la lingüística documental incluyendo los trabajos de Bradley (2011), Grenoble (2011), Grineval y Bert (2011), O’Shannessy (2011), entre otros.
Distribución y uso de las lenguas minoritarias en Ixhuatlán de Madero
Este municipio se caracteriza por tener un alto porcentaje de multilingüismo, es decir, se hablan las lenguas náhuatl, tepehua, totonaco, otomí y español. La lengua mayoritaria es el náhuatl, la cual representa 58% de la población total y posee 91 comunidades de nahua hablantes; le sigue la lengua otomí con 11% de población y con 17 comunidades de habla otomí; después el tepehua con 3% de población y con cuatro comunidades; el totonaco cuenta con 2% de población y con tres comunidades de hablantes.
Cabe señalar que, en este municipio, el español no es la lengua mayoritaria, pues representa 42% de población. Muchos de los pobladores son mestizos que viven en la cabecera municipal, por lo que Ixhuatlán de Madero presenta 75% de población hablante de lengua indígena distribuida a lo largo de estas comunidades y muchas de ellas son bilingües. Esta situación de contacto entre todas estas lenguas minoritarias incentiva a estudiar los distintos niveles de vitalidad de las lenguas y marco de peligro de desaparición en función de nueve factores, principalmente se destaca el factor de transmisión intergeneracional de la lengua, es decir, la transmisión de la lengua de una generación a otra (UNESCO 2003).
Comunidades que hablan otomí en Ixhuatlán de Madero, Veracruz
A continuación, se presentan las comunidades de hablantes de otomí en este municipio. La comunidad elegida para realizar esta investigación sociolingüística es Zapote Bravo, denominada así por sus habitantes, según ellos, porque “fueron bravos” para defender su territorio. Ésta es una pequeña comunidad indígena del municipio de Ixhuatlán de Madero, en el norte de estado de Veracruz que se encuentra ubicada en la sierra oriental. Actualmente cuenta con 1,260 habitantes según datos del Censo (INEGI 2020); más de 80% de la población son bilingües, es decir hablan otomí y español. Santa María Apipilhuasco tiene una población total de 700 habitantes, de los cuales 588 son hablantes de otomí, 288 son hombres y 300 son mujeres (INEGI 2010). Molango mantiene una población total de 490 personas, de las cuales 429 hablan otomí, 214 son hombres y 215 son mujeres (INEGI 2010). Felipe Ángeles tiene una población total de 432 habitantes; 263 son hablantes de otomí, 133 hombres y 130 mujeres (INEGI 2010). Piedra Grande (La Sierra) cuenta con una población total de 355 habitantes, 329 hablan otomí, 173 son hombres y 156 mujeres (INEGI 2010). Cruz Blanca tiene una población total de 340 habitantes, 171 hablan otomí, 80 son hombres y 91 mujeres (INEGI 2010). Rancho Nuevo cuenta con una población total de 294 habitantes, 162 son hablantes de otomí, 83 son hombres y 79 mujeres (INEGI 2010). Zimatla tiene una población total de 242 habitantes, 184 son hablantes de otomí, 88 son hombres y 96 son mujeres (INEGI 2010). Progreso presenta una población total de 233 habitantes, 204 son hablantes de otomí, 94 son hombres y 94 son mujeres (INEGI 2010). Tecomate de Beltrán cuenta con una población total de 230 habitantes, tan solo 125 hablan otomí, 65 son hombres y 60 son mujeres (INEGI 2010). Tenextongo (San Antonio) cuenta con una población total de 223 habitantes, en esta comunidad todos hablan otomí, 93 son hombres y 107 son mujeres (INEGI 2010).
Emiliano Zapata presenta una población total de 190 habitantes, de la cual 130 son hablantes de otomí, 65 son hombres y 65 son mujeres (INEGI 2010). Poza Grande cuenta con una población total de 131 habitantes, 127 son hablantes de otomí, 59 son hombres y 68 son mujeres (INEGI 2010). Benito Juárez tiene una población total de 82 habitantes, solo 63 son hablantes de otomí, 31 son hombres y 32 son mujeres (INEGI 2010). Jonotal Progreso tiene una población total de 81 habitantes, 59 hablan otomí, 30 son hombres y 29 son mujeres (INEGI 2010). Maravillas cuenta con una población total de 75 habitantes, tan solo 74 hablan otomí, 27 son hombres y 27 son mujeres (INEGI 2010). Finalmente, Agustín Melgar tiene una población total de 63 habitantes, de la cual 20 hablan otomí, 10 son hombres y 10 son mujeres (INEGI 2010). Por lo que se puede estimar, estas últimas comunidades tienen muy pocos hablantes de otomí, por ello, probablemente en poco tiempo serán menos las personas que lo hablen.
El uso del español frente a las lenguas minoritarias
Con respecto al uso del español, se puede mencionar lo siguiente:
El español ocupa el cuarto lugar en importancia internacional, y sólo le anteceden el inglés, francés y chino, aunque una lengua no es más que una lengua, y si llega a ser ‘internacional’ será a causa de expansiones económicas, tecnológicas, políticas, colonizadoras (Tusón 1997: 110).
Según el libro El español, una lengua viva. Informe, México, con sus 121,899,691 de hablantes de español, es uno de los países con más población de hispanohablantes, le sigue Colombia con 49,436,235 hablantes y luego España con 42,915. 985 (Instituto Cervantes 2020).
En Veracruz hay 8,112,505 personas que hablan español (INEGI 2015). En este sentido, este incremento del uso de la lengua dominante contribuye significativamente al detrimento del uso de las lenguas minoritarias o dominadas.
Este uso predominante también tiene un impacto en la vitalidad y desaparición de las lenguas minoritarias en el país y, por lo tanto, en Veracruz, en donde el otomí no es la excepción ante este peso económico, político, demográfico e ideológico que tiene la expansión del uso del español frente al uso de las lenguas minoritarias. En este sentido, Fishman (2001b: 6) apunta lo siguiente:
Aquellos que hablan y controlan las lenguas de la globalización a menudo indican que las lenguas locales “advenedizas” suponen un riesgo para la paz y la prosperidad mundial. Durante gran parte de los anales de la historia, las lenguas fuertes han rechazado compartir el poder con lenguas más pequeñas y las han acusado de causar problemas -perturbar la paz, promover la violencia étnica y el separatismo.
Es en este contexto de desigualdad lingüística en donde la supervivencia del otomí tiene retos por vencer para revertir su uso, cada vez se aprecia una disminución de hablantes, como se puede observar en el cuadro arriba señalado. Se ha hablado de revertir el uso de la lengua o mantenimiento de la misma. En este sentido Bardley (2011: 6) señala: “Prefiero el término ‘recuperación’, ya que se refiere a un proceso positivo que involucra esfuerzos comunitarios para revertir el peligro y pérdida”. El incremento o decremento en determinados espacios de tiempo no da cuenta de la situación de vitalidad o desaparición de las lenguas. Se deben tener en cuenta otros factores que complementen un estudio más realista de la situación de las lenguas. En este contexto es pertinente lo que escribe Bradley (2001: 7): “La recuperación en diferentes comunidades puede requerir una variedad de estrategias y métodos; estos difieren mucho según la etapa de peligro que ha alcanzado el idioma, los deseos de la comunidad y la documentación disponible de la comunidad”.
En la región multilingüe donde se encuentra el otomí de Veracruz, surge otro tipo de fenómenos en las relaciones interétnicas que se establecen entre los otomíes con los tepehuas, nahuas, totonacos y con los mestizos; por ejemplo, los matrimonios mixtos entre otomíes y los otros grupos, o la convivencia con los mestizos que solo hablan español. Así, se debe tomar en cuenta el número de hablantes según la edad para predecir la trasmisión intergeneracional de la lengua. A este respecto, Bradley (2011: 4) señala: “En cuanto a la adquisición y el uso, como bien saben los lingüistas, el método más eficaz es el tipo de adquisición de la lengua durante la infancia dentro del hogar y en la comunidad, especialmente de familiares mayores”. Por lo tanto, es importante considerar el perfil de los hablantes según la edad, ya que los niños y los jóvenes son la población que está en riesgo. En esta interacción de las distintas lenguas reconocemos una serie de problemáticas sociolingüísticas dignas de ser estudiadas y, por ende, exploradas, tal como lo es la transmisión intergeneracional de la lengua. El multilingüismo que presenta el municipio es, de por sí, importante por la relación asimétrica existente entre las lenguas indígenas y el español. Estas diferencias se deben, entre otras cosas, a las relaciones de poder entre las lenguas. Es decir, que el estatus que tiene la lengua de prestigio sobre las lenguas indígenas es devastador pues éstas últimas se ven amenazadas en el uso y función que cumplen en sus determinadas comunidades de habla.
Usos y funciones sociales de las lenguas en Zapote Bravo
Un aspecto a considerar es el uso de la lengua en los distintos dominios lingüísticos: casa, trabajo, vecinos, escuela, etc. El uso de las lenguas en Zapote Bravo se da en una distribución complementaria, es decir, el dominio lingüístico familiar del uso del español es cada vez mayor, aunque se puede observar que la mayoría de las madres tienen un uso incipiente del español. En cambio, en el ámbito familiar se puede apreciar un uso cada vez menor del otomí, pues en la interacción padres-hijos no se está transmitiendo el otomí, a pesar de que las madres presentan un alto porcentaje de monolingüismo en esta lengua. Fishman (2001b: 4) afirma que “el hogar está en donde está la lengua. A pesar de las presiones y recompensas de la regionalización y la globalización, las identidades locales permanecen más arraigadas”; el dominio lingüístico familiar es uno de los principales ámbitos en donde ocurre la reproducción de la lengua, así como también da cuenta del papel que juegan las mujeres en la trasmisión intergeneracional de ésta. Sin duda, estos aspectos se deben considerar para revertir el uso del otomí.
En este sentido, para Fishman (2001a: 15) “es infinitamente más fácil socializar a los niños en una lengua ambientalmente utilizada (no importa cuán pequeño sea ese entorno puede ser en términos relativos)”. Asimismo, Fishman recomienda enseñar la lengua a los niños antes de llegar a la escuela; es decir, en una comunidad hogar-familia-barrio, en donde una función revitalizada de la lengua debe ser gratificante y satisfactoria. Sin embargo, en la realidad se puede apreciar, a nivel de las actitudes lingüísticas, que los padres ya no quieren enseñar su lengua a sus hijos, pues consideran más importante enseñarles a sus hijos la lengua de prestigio, ya que esto les reditúa a nivel económico. Por otra parte, cuando llegan a la escuela se ven obligados a aprender español.
En el dominio lingüístico del campo es únicamente donde se conserva el uso de la lengua otomí en la interacción entre amigos y trabajadores. Mientras tanto, en los demás ámbitos lingüísticos se alterna el uso del español y el otomí, como el dominio religioso, en donde el otomí en el ámbito ritual permite un uso vigoroso de esta variedad ritual otomí.
En suma, el uso de dos lenguas ocasiona conflicto cuando las funciones sociales que cumplen en un mismo ámbito pueden ser confrontadas, como el caso del otomí y el español en Zapote Bravo. Sobre este asunto, los dominios lingüísticos político y educativo en esta comunidad son ejemplo de este conflicto lingüístico manifiesto en las relaciones de poder entre la lengua dominante y la lengua dominada.
Dicho esto, tanto el dominio político como el educativo son los principales ámbitos que permiten el desplazamiento del otomí y el empoderamiento del español. A este respecto, Fishman (2001b: 7) señala que, “como resultado, muchas comunidades minoritarias no sólo intentarán fomentar sus propias lenguas, sino también limitar las invasiones de las lenguas vecinas más poderosas. Hasta en un entorno democrático, la ‘democracia etnolingüística’ es un tema poco tratado”. Sin duda, éste tendría que ser un tema en la agenda de las lenguas nacionales en México. En esta comunidad lingüística coexisten las dos lenguas, español y otomí, y ambas cumplen determinadas funciones sociales que tarde o temprano darán paso al monolingüismo en español. Por lo tanto, el otomí estará en franca extinción. A este respecto, Fishman (2001b: 7) sentencia lo siguiente:
Las lenguas más minoritarias de la escena mundial quedarán oprimidas entre sus vecinos regionales inmediatos por un lado y el inglés por el otro. Las lenguas locales más puras (aquellas con menos de un millón de hablantes) se verán amenazadas con la extinción durante el próximo siglo.
Ante este panorama en el que las lenguas internacionales, como el inglés y el español, se han convertido en lenguas de poder económico y político, las “otras lenguas” posiblemente estarán en riesgo de extinguirse. El español está íntimamente ligado al Estado y su uso obligatorio en espacios oficiales (escuela, administraciones públicas, instituciones políticas, etcétera) lo convierte en la lengua dominante ante la cual se someten las otras lenguas minorizadas (Bourdieu 2008).
Metodología
Se han realizado varias temporadas de trabajo de campo para recopilar vocabularios en versión bilingüe, además de aplicar una entrevista de actitudes lingüísticas que sirvió para detectar el grado de bilingüismo y monolingüismo sobre todo de mujeres otomíes de edad avanzada. Asimismo, se ha realizado un registro etnográfico de tres Costumbres otomíes, Costumbre a la Santa Cruz, Costumbre a San Antonio (2021) y Costumbre a Santa María de Guadalupe (2017), con el objetivo de analizar el papel que cumple la lengua ceremonial en la significativa vida ritual en esta comunidad, la variedad lingüística ritual goza de relativa vitalidad lingüística en este ámbito lingüístico. Este registro etnográfico consta de audio, videograbación, fotografía, entrevista con el Chamán, entrevista con la mayordoma en versión bilingüe, etc.
Transmisión intergeneracional de la lengua otomí
Uno de los factores para determinar el grado de vitalidad de la lengua es la transmisión intergeneracional de la lengua. En este sentido, es necesario evaluar la situación del otomí en la comunidad de Zapote Bravo, Ixhutlán de Madero, Veracruz.
En esta comunidad se ha observado que la transmisión intergeneracional de la lengua otomí de los padres hacia los hijos en los hogares otomíes no se está dando, según el Censo de INEGI 2005, en el cual se destaca un bajo porcentaje de hablantes menores de 30 años de edad, que representa 32.6% de la población total. Asimismo, el bajo porcentaje de niños de cinco a nueve años de edad, hablantes de lengua indígena en hogares otomíes que representan 20.1%, hace patente la falta de la transmisión otomí a las generaciones más jóvenes (INEGI 2005). No solo las cifras del Censo hacen evidente la situación sobre la falta de la transmisión de la lengua otomí, sino también la investigación sociolingüística realizada en Zapote Bravo deja ver que los factores que influyen en la no transmisión del otomí son de distinta índole. A este respeto Bradley (2010, 2011ª, 2011b, 2011c en Bradley 2011) señala:
Usando el concepto de resiliencia (Walker y Salt 2006, 2012), que han aplicado a una variedad de entornos ecológicos y algunos culturales, la resiliencia lingüística es un camino para expandir el uso de la lengua, potencialmente incluso progresando a través de varias etapas de recuperación a través del tiempo.
Sin duda, ésta puede ser una propuesta viable para la recuperación de la lengua, además de revertir las actitudes lingüísticas de rechazo hacia sus propias lenguas por parte de los padres que ya no quieren enseñar y hablar la lengua a sus hijos; tales actitudes inciden de manera determinante en la posible pérdida de la lengua.
Otra de las tareas a realizar en esta investigación consiste en determinar la situación de la lengua otomí en cuanto a los ámbitos en los que se emplea y, específicamente, cómo se da la transmisión intergeneracional en el ámbito familiar y educativo con niños y jóvenes, ya que estos ámbitos son de vital importancia para que se dé la reproducción y reversión de la lengua. Son precisamente las nuevas generaciones las que ya no quieren seguir hablando su lengua, obviamente, debido a diversas presiones de tipo económico, político y educativo etc. En este sentido, son importantes las actitudes de la mayo- ría de los hablantes de la comunidad, así como las actitudes de los mestizos con los que conviven cotidianamente. A este respecto, Bradley (2011: 4) señala: “Lo más crucial es si el grupo minoritario ve el bilingüismo como deseable, posible e incluso normal, y toda la comunidad, incluidos los niños y los jóvenes, elige mantener su idioma mientras se vuelve fluido en uno o en otros más”. En el momento en que se deje de trasmitir la lengua en el hogar, se estará contribuyendo significativamente a la pérdida de ésta (Fishman 1991). En tanto no cambien las actitudes lingüísticas del entorno familiar y comunitario hacia la preservación de la lengua, poco se puede hacer tanto de parte de la comunidad científica y como de las instituciones. Por ello, son los propios hablantes quienes practican y pueden iniciar acciones para revertir o recuperar el uso de su lengua; todo esto reforzado por una política lingüística sensible hacia la problemática sociolingüística del multilingüismo que viven las lenguas indoamericanas en nuestro país y de respeto a la diversidad lingüística.
El mantenimiento, promoción o abandono de las lenguas no dominantes puede estar dictado por la cultura lingüística dominante, ya sea regional o nacional. La ideología lingüística de un Estado puede inspirar a las minorías lingüísticas a movilizar a sus poblaciones hacia el mantenimiento de sus lenguas, o puede obligarlas a abandonarlas. Estas actitudes lingüísticas pueden ser una fuerza poderosa tanto para la promoción como para la pérdida de sus idiomas (UNESCO 2013: 12).
Dominio lingüístico | Español | Otomí |
---|---|---|
Familia | Uso cada vez mayor del español, aunque algunas madres presentan un uso incipiente. | Uso cada vez menor del otomí entre padres-hijos, aunque algunas madres presentan un alto porcentaje de monolingüismo. |
Amistad | Uso del otomí en la interacción amigoamigo(os). | |
Religión | Uso exclusivo del español en la misa católica en la interacción sacerdotefeligreses. | Uso frecuente del otomí en la interacción chamán- especialistas rituales, mayordomos, etcétera. |
Educación | Uso exclusivo del español en la interacción maestro- alumno(s). | En el recreo entre amigos. |
Trabajo | Uso exclusivo del otomí en la interacción patrón-trabajador(es). |
Fuente: Cerón 2020.
En suma, resulta necesaria una política del lenguaje más tolerante donde se vean reflejadas acciones de respeto hacia la sobrevivencia, mantenimiento y recuperación de estas lenguas; es decir, de respeto hacia la diversidad lingüística y la promoción del multilingüismo. No solo basta con el reconocimiento de lenguas nacionales que tienen estas lenguas minorizadas, sino que resulta necesaria una política pública que reconozca el multilingüismo, que ayude a revertir el uso de estas lenguas y, por tanto, también a sensibilizar a la población hispanohablante para reducir, tanto las actitudes de rechazo hacia estas lenguas, como las ideologías lingüísticas de discriminación y racismo que, sin duda, impactan significativamente en el abandono y desuso de estas lenguas.
Conclusiones
En conclusión, el estatus que ostentan las lenguas se relaciona con el prestigio con el cual cuentan algunas lenguas que han producido literatura, mientras que otras son menospreciadas porque son ágrafas, como es el caso de las lenguas minoritarias mexicanas en su contacto con el español. Por supuesto, esto tiene que ver con la influencia hegemónica que respalda el Estado. En este sentido, son las instituciones las que imponen el reconocimiento universal de la lengua dominante, es decir, la condición de la instauración de las relaciones de dominación lingüística y política (Bourdieu 2008). Por consiguiente, se debe explicar la lengua en su contexto ideológico y político, destacando el papel que juega en la reproducción de ideologías lingüísticas en los medios de comunicación, la prensa escrita y en la educación. Varios de los términos utilizados para denominar a las lenguas y a sus usuarios tienen una carga negativa, los cuales suelen reafirmar mitos y estereotipos eurocéntricos. Estas ideologías lingüísticas colonialistas constituyen el inicio de lo que se reprodujo más adelante en los distintos medios de comunicación, televisión y cine. A este periodo lo hemos caracterizado como ideologías poscoloniales (b 2021b). Estas representaciones ideológicas expresan un exacerbado racismo y xenofobia hacia los grupos y las lenguas minoritarias. En suma, es importante dar un panorama sobre la situación sociolingüística actual de estas lenguas y, por ende, del otomí que por ahora se podría decir se encuentra en etapa de vulnerabilidad (UNESCO 2003), pues su uso se ha restringido a algunos dominios lingüísticos como la casa y la ritualidad, donde se puede observar un uso vital en todos los eventos comunicativos rituales. Sin embargo, también es cierto que sus hablantes se enfrentan cada día a actitudes de rechazo hacia sus lenguas por parte de la población mestiza y, en algunos casos, también por los propios hablantes indígenas en el mismo municipio, pero también por los hispanohablantes de las grandes ciudades, quienes los discriminan por hablar sus propias lenguas nativas. En conclusión, se enfrentan a una serie de presiones de diversa índole, sean económicas, sociales, educativas o políticas, que los obliga a negar y a dejar de usar sus lenguas.