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vol.38 número112Indigenous Peoples and the Geographies of Power: Mezcala’s Narratives of Neoliberal Governance. Inés Durán Matute. Nueva York y Londres: Routledge, 2018, 228 pp.Jorge Galindo, Juan Pablo Vázquez y Héctor Vera (coordinadores). Creencias, prácticas y comunidad moral. Ensayos en torno a Las formas elementales de la vida religiosa de Émile Durkheim. Ciudad de México: Universidad Autónoma Metropolitana-Cuajimalpa/Universidad Iberoamericana, 2017, 344 pp. índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
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Estudios sociológicos

versión On-line ISSN 2448-6442versión impresa ISSN 0185-4186

Estud. sociol vol.38 no.112 Ciudad de México ene./abr. 2020  Epub 22-Mayo-2020

https://doi.org/10.24201/es.2020v38n112.1720 

Reseñas

Hacer sociología sin darse cuenta. Hugo José Suárez, La Paz: Editorial 3600, 2018, 214 pp.

Carlos Nazario Mora Duro1 

1 Instituto Max Planck de Antropología, Halle Alemania, duu.carlos@gmail.com

Hacer sociología sin darse cuenta. Suárez, Hugo José. La Paz: Editorial 3600, 2018. 214p.


¿Qué hace a un sociólogo sociólogo? Y ¿cuándo deja un sociólogo de serlo? Este par de preguntas asaltan el pensamiento cuando se inicia la lectura del libro Hacer sociología sin darse cuenta, deHugo José Suárez .

Por supuesto, un sociólogo -dice Suárez- es un personaje que pasa sentado mucho tiempo frente a diversas preguntas de investigación que va construyendo a lo largo de su trayectoria intelectual; sin embargo, la sociología no sólo contamina el quehacer profesional, sino también la vida cotidiana. Si la promesa de la imaginación sociológica, asegura Wright Mills (1961), es adquirir comprensión sobre la posición social que con frecuencia los individuos adquieren “falsamente” en el “tumulto de su vida cotidiana”, el sociólogo no se libera de las astucias adquiridas al comprometerse con su disciplina.

Con esta premisa inicial, el texto de Hugo José da como resultado un rico compendio de artículos y reflexiones publicados en diversos medios (en México y en Bolivia) para presentar una mirada sociológica de lo cotidiano (para un sociólogo). Un ejercicio para nada ajeno a las buenas prácticas de los veteranos de la disciplina; véase, como ilustración, el título Imágenes momentáneas de Georg Simmel (2007), donde se reúnen escritos cortos del sociólogo alemán, publicados en la revista Jugend (Juventud) entre 1897 y 1907, para reflexionar sobre la experiencia estética de la modernidad europea en el tránsito del siglo XIX al siglo XX.

En el caso del sociólogo latinoamericano, su intención queda expuesta en el principio del documento: “pretendo sembrar la inquietud por detenerse en un contexto, darse cuenta de que se puede hacer sociología en un domingo familiar, observando cómo se distribuyen las bancas en su barrio, haciendo fila en el supermercado, leyendo una buena novela o curioseando en Face” (Suárez, 2018, p. 15). Pero su intención va más allá, me temo, es una invitación a mirar, pensar y escribir. En ese orden lo escribe el sociólogo. Dicho de esta manera, el texto general se estructura en siete apartados y una conclusión general.

En el primer apartado, “En la red”, se encuentran diversas reflexiones sobre encuentros y desencuentros en el mundo virtual y su congestionada interacción. Por ejemplo, el uso de Facebook, Whatsapp, Spotify o Netflix, todos ellos servicios y redes sociales continuamente en crecimiento, ha intervenido la mayoría de los espacios cotidianos de la sociedad.

Este tipo de “nuevas” comunicaciones, que para algunos puede significar una ampliación de las libertades y las interconexiones globales, también implica, asevera Suárez, algunos riesgos de homogeneización e imposición de “una agenda política y social”. La red es un escaparate de imágenes simultáneas en tiempo real, cuyos filtros de “veracidad” y “falsedad” se encuentran desfasados de la reproducción apresurada de símbolos y realidades virtuales. En este intersticio aparece valioso el cristal de la reflexión sociológica ante la disyuntiva de que “en la red tenemos acceso a toda la información, pero no podemos creer casi en nada” (Suárez, 2018, p. 20). A través de la mirada de un foráneo de la generación digital, Hugo José Suárez nos acerca a la negociación respecto a las redes sociales, el descubrimiento de nuevas herramientas y la expansión de los espacios mentales a ese gran cerebro colectivo que denominamos mundo virtual.

También es de importancia considerar que la mirada del sociólogo latinoamericano está atravesada no solo por la migración digital, sino por la migración geográfica entre Bolivia y México; dos países que confluyen en la mayoría de las narrativas que el autor nos ofrece. En estos espacios de intersección se confirma que el sociólogo no deja de ser sociólogo, ya que se encuentra continuamente diagnosticando su propia experiencia, incluso la más mínima o significativa, en las redes sociales virtuales.

En el segundo apartado, “Caminando en la ciudad”, que bien podría haberse llamado Deconstruyendo la experiencia urbana, podemos comprender la urbe como un empalme de diversas vivencias contingentes y cotidianas. Sin duda, hay diferencias entre una ciudad que vivimos como nativos y aquella otra que experimentamos como extranjeros o, en palabras de Simmel (2012), como aquel “que llega hoy y se queda mañana”. Esta apropiación le es totalmente familiar aHugo José Suárez , pues sus textos describen continuamente la experiencia de migración y llegada a ese gran monstruo urbano llamado Ciudad de México.

A través de las letras del autor, se percibe la capital mexicana como un territorio dinámico, lleno de contradicciones espaciales, racionalidades e irracionalidades que exigen adaptaciones al transeúnte cotidiano, y para cualquier estudiante de ciencias sociales en ciernes, una autorreflexividad de supervivencia. En este sentido, cada espacio narrado por el autor se concibe como un catalizador de la reflexión sociológica: un paseo con la familia, una visita a una librería, un percance de automóvil, una confrontación en el transporte público, comer tacos por la calle o, sencillamente, pedir un café, hasta la observación de las dinámicas pueriles que incluso producen en el sociólogo la pregunta: “¿Será que la urbanidad nos ha convertido en seres brutalmente anónimos que ya no tenemos sentido del ridículo?”. Todas estas imágenes y experiencias de lo urbano son alimento para saciar al “animal urbano” declarado por parte del sociólogo, pero para acceder a ellas, para hacer verdadera “sociología urbana”, dice Hugo José Suárez , basta mirar por la ventana con “los lentes adecuados”.

“Desde la vida diaria” es el nombre de la tercera parte. La vida cotidiana es una figura recurrente entre los sociólogos: un conjunto de narrativas de experiencias temporales y espaciales en las que se desarrollan las interacciones mínimas entre dos o más personas. En este escenario se encuentran historias y reflexiones de ámbitos cotidianos, como tomar un taxi, la disposición de los libros en un librero, rentar una película, escuchar música o visitar ciudades distintas en México.

Se observa en esta composición una imaginación pertinaz para hacer emerger aquellas estructuras que caracterizan el discurso de los sociólogos. Alguna vez escuché de algún profesor en El Colegio de México: “los sociólogos están enamorados de las estructuras y los antropólogos de los informantes”. Esta idea aparece continuamente al consultar las descripciones concienzudas de Hugo José Suárez . De una simple visita a Six Flags, irrumpe el espectro del mercado y sus condiciones de consumo a través de la capacidad de diversión espacializada o, también, la potencia del Estado para controlar la rutina de las personas en medio de una contingencia nacional como en el periodo de influenza en México. En efecto, muchas de las descripciones aquí contenidas pueden leerse como un buen arte para capturar los detalles de la vida diaria, pero como buen sociólogo, Hugo José Suárez no se conforma con la reseña de hechos, y siguiendo la recomendación de Durkheim (2001), los hechos son rebasados o usados como recortes de la realidad para generar conjeturas más amplias, reflexiones, complejizaciones e, incluso, autorreflexiones de la posición del sociólogo como productor de textualidades.

El cuarto episodio se denomina “Leyendo novelas y ensayos”. Aquí Hugo José Suárez se ocupa de uno de los principales hábitos que puede adquirir un sociólogo: la lectura de novelas y ensayos, y la reinserción del texto en la vida cotidiana. Si Paul Ricoeur (1995) tiene razón, el proceso de lectura está, además, acompañado de un proceso de prefiguración y refiguración del texto. En esta última fase, el sociólogo echa mano de su experiencia y del procesamiento de sus lecturas para mirar con nuevos anteojos el mundo y sus relaciones habituales. No es casualidad que en esta sección se enliste el encuentro con personas, autores y obras que concurren en la propuesta de “sociología vagabunda” expuesta por Suárez: Roger Bartra, Diego Petersen Farah, Claudio Lomnitz, Sergio Zermeño, Juan Villoro, Martínez Asad, Tzvetan Todorov y Leonardo Padura, entre otros. A través de estos compañeros de ideas, se concibe la sociología vagabunda como aquella “donde la imaginación y el análisis se entrelazan con la experiencia personal”, y entre estos vericuetos se desglosan la necesidad de mirarse a sí mismo, íntimamente, y de observar el mundo social acompañado de los autores indispensables para descubrir las contradicciones y los órdenes de las calles, la historia, la cultura y sus memorias sociales.

El quinto apartado, “Viendo películas y fotografías”, es un recordatorio para los sociólogos sobre los documentos excepcionales para hacer sociología: la fotografía, además del arte, por supuesto, o más bien, a manera de arte masificado, siguiendo la idea de Pierre Bourdieu (2003), y los filmes. La primera es una pasión personal del autor, como buen voyerista sociólogo. La fotografía permite el goce del poder de la reflexión social y de la autorreflexión. Hablando de la primera aspiración, Hugo José nos cuenta, por ejemplo, de un libro de fotografías de la ciudad de Bruselas, documento que refleja el poder de una cámara autorizada para retratar la intimidad de los espacios privados. El sociólogo se pregunta: “¿Qué hay detrás de las puertas que dan a la calle? La foto, claro está, es una herramienta para buscar las respuestas” (Suárez, 2018, p. 136).

Por su parte, al referirse a películas y series, el autor insiste en otorgar historia y espacialidad a los materiales audiovisuales, como Diarios de motocicleta (2004), que relata las aventuras del Che Guevara por diversos lugares de la identidad de Latinoamérica. Sin embargo, Hugo también se refiere a productos culturales en boga, como Juego de tronos o el teatro del programa chileno 31 minutos. En cada uno de estos consumos culturales, el sociólogo parece recomendar pasar del placer estético al goce de lo complejo. Entonces, cada producto, película o fotografía sugiere una discusión sociológica: “cada época tiene sus miedos, personajes, historias. Habrá que ver cuáles son las pasiones que ahora nos convocan” (Suárez, 2018, p. 141).

El sexto episodio es llamado “De la mano de sociólogos”. Esta parte guarda mucha relevancia para el quehacer de la disciplina. A través de lecturas y charlas con colegas, Hugo José nos muestra, por ejemplo, las expectativas y frustraciones del sociólogo: un pretendido científico, un humanista limitado, un artista fracasado o un reformador social frustrado.

De sus recomendaciones y discurrimientos se desprende que un sociólogo siempre debe dialogar con o contra sus colegas. Por eso mismo, a los sociólogos se les tiene en un lugar complaciente del librero. Son los correligionarios con quienes se comparten preguntas, compañeros de complejidades. Y vaya que las nuevas generaciones han aprendido a resguardar sus libros, dice Hugo José: “Somos fetichistas y hemos cambiado los altares de nuestras abuelas que suelen guardar imágenes religiosas bien custodiadas, por bibliotecas repletas de autores que admiramos y con quienes creemos tener alguna familiaridad” (Suárez, 2018, p. 159).

Ningún encuentro con los autores, físico o en el texto, es banal. Con varios de ellos, Hugo José compartió un café y un buen intercambio de ideas: François Dubet, Michael Löwy, Pablo González Casanova (de donde desprende: “una sociología que no incomoda, que no devela lo oculto, que ya no es impertinente, deja de ser sociología”), Jean-Claude Kaufmann, François Houtart y, sobre todo, Pierre Bourdieu, quien tiene un lugar especial en el camposanto de los sociólogos referidos por Suárez. Este autor, dice Hugo José, le aportó un aire fresco a la disciplina y la condujo a preguntas sencillas y, al mismo tiempo, complejas, por ejemplo, ¿por qué las personas hacen las cosas como las hacen, cuando podrían hacerlas de otra manera?

El último apartado, se denomina “Disrupciones sociológicas”. Aquí, el sociólogo nos describe esos momentos en que la sociología es interpelada en la vida cotidiana, en ocasiones solicitando del sociólogo pensamientos o impresiones inmediatas que la propia disciplina intenta no reproducir: el experto de pensamiento rápido, el profeta, el opinólogo, etc. La sociología tiene la sensación de reconocerse aquí como una práctica de escribas y pensadores complejos que pueden opinar y dar juicios sesudos sobre cualquier materia, pero, como asevera Hugo José, lo cierto es que: “No hay afirmación sociológica que no haya tomado un buen tiempo de investigación para que sea mínimamente creíble” y, también, que el objetivo central de la disciplina es “comprender y explicar la acción social. Lo demás es puro cuento” (Suárez, 2018, p. 185). A través de este último apartado, el sociólogo habla del arsenal de la disciplina y sus desencuentros: la entrevista como método sine qua non para “transitar por los patios interiores” de los individuos, los viajes espaciales y sociales de un sociólogo, la autorreflexividad del oficio, y hasta las reglas de etiqueta que sobrevienen con la adopción del oficio de sociólogo.

En conclusión, es posible mentar por lo menos cuatro temas transversales en el título de Hugo José Suárez . El primero es el reconocimiento de la ciudad -las distintas ciudades en una misma urbe- como alimento para saciar el hambre del animal urbano, una de las tipologías del sociólogo. El segundo es la mirada del foráneo, es decir, la percepción de extrañeza y, al mismo tiempo, de familiaridad estructural en cada una de las experiencias del sociólogo. La tercera es la propuesta de sociología vagabunda, aquella donde se entrelaza la imaginación, el análisis y la experiencia personal. Y, finalmente, el oficio de sociólogo.

Entonces cabe preguntarse de nuevo: ¿qué hace al sociólogo sociólogo? La conclusión del texto de Suárez parece aportar una respuesta a esta interrogante. La irreparable actitud y pasión por observar el mundo de vida con una mirada distinta: la del “aguafiestas”, la del desconfiado, la del irreverente, la del curioso, la del fisgón y la del crítico de todas aquellas “fachadas que tienen detrás intereses, posiciones, interacciones que el sociólogo tiene que descubrir” (Suárez, 2018, p. 210).

Y ¿cuándo deja un sociólogo de ser sociólogo? Sólo en la inconsciencia, posiblemente, o en el lapsus del sueño. Sin embargo, incluso en el segundo caso, la labor del sociólogo es, como asevera E. Goffman, la de “asomarse a hurtadillas y observar cómo ronca la gente” (Goffman, 2006, p. 15), observando en el camino sus propios ronquidos.

Referencias

Bourdieu, Pierre (2003). Un arte medio: ensayo sobre los usos sociales de la fotografía. Barcelona: Gustavo Gili. [ Links ]

Durkheim, Émile (2001). Las reglas del método sociológico. 6ª ed., vol. 86. Madrid: Akal. [ Links ]

Goffman, Erving (2006). Frame analysis: los marcos de la experiencia. (J. L. Rodríguez, trad.) España: Siglo XXI-Centro de Investigaciones Sociológicas. [ Links ]

Mills, C. Wright (1961). La imaginación sociológica. (F. M. Torner, trad.) Vol. 2. México: Fondo de Cultura Económica. [ Links ]

Ricoeur, Paul (1995). Tiempo y narración I. Configuración del tiempo en el relato histórico. México: Siglo XXI. [ Links ]

Simmel, Georg (2012). El extranjero. Madrid: Sequitur. [ Links ]

Simmel, Georg (2007). Imágenes momentáneas: sub specie aeternitatis. Barcelona: Gedisa. [ Links ]

Suárez, Hugo José (2018). Hacer sociología sin darse cuenta. La Paz: Editorial 3600. [ Links ]

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