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Estudios sociológicos

versión On-line ISSN 2448-6442versión impresa ISSN 0185-4186

Estud. sociol vol.38 no.114 Ciudad de México sep./dic. 2020  Epub 25-Nov-2020

https://doi.org/10.24201/es.2020v38n114.1836 

Reseñas

¿Estado-nación o Estado plural? Pueblos indígenas y el Estado en América Latina (siglo XXI). Gaya Makaran. México: Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe-Universidad Nacional Autónoma de México, 2017, 328 pp.

Geidy Morfa-Hernándeza 

aBecaria de Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México Ayudante de investigación de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, México geidymorfahernandez@gmail.com

¿Estado-nación o Estado plural? Pueblos indígenas y el Estado en América Latina (siglo XXI).. Makaran, Gaya. México: Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe-Universidad Nacional Autónoma de México, 2017. 328p.


El Estado-nación histórico se configuró en Europa en su forma clásica a lo largo del siglo XIX. En América Latina se impuso por medio de la conquista y de la colonización continua de las sociedades originarias y autóctonas, étnicamente diferentes y plurales. Dada la heterogeneidad propia de la región, fue un proceso de imposición de una élite nacional sobre las demás sociedades, de colonialismo interno continuo y de despojo masivo de las otredades.

La exclusión y la discriminación de las poblaciones autóctonas como formas de etnización de la fuerza de trabajo y disminución de su potencial participativo en el enfrentamiento político constituyeron elementos clave para afianzar el papel de la región como parte de la periferia y proveedor de materias primas del mercado mundial y los centros hegemónicos de poder. Así, la modernidad capitalista invisibilizó las luchas sociales y políticas de los pueblos originarios y de otras formas de hacer, producir y pensar la vida social.

En pleno siglo XX, el paquete de reformas neoliberales aplicado en el continente seguía las directrices del Consenso de Washington y concebía la privatización y el correspondiente achicamiento del Estado -aunque no significó pérdida de la capacidad de monopolizar violencia- como elementos necesarios para lograr la rentabilidad económica y solventar la deuda externa creciente de la región. El neoliberalismo aplicó políticas multiculturales que incluían a las naciones/pueblos originarios de manera pasiva y superficial. Desde diferentes esquemas de lucha y con un diálogo crítico emergen múltiples sujetos y movimientos que mostraron la existencia de una otredad que clamaba por ser incluida en la construcción de otras formas societales plurales y la participación política real.

Amplias movilizaciones sociales de los diversos sectores desplazados a lo largo del continente revelarían el panorama desigual con que se inauguraría poco después el siglo XXI en la región. Estos movimientos marcaron el inicio de un ciclo reivindicativo con demandas desde la otredad en disputa con el Estado uninacional y elitista e interpelaron la matriz homogeneizadora estatal desde múltiples frentes.

En este sentido, el libro coordinado por Gaya Makaran y con la participación de varios investigadores dirige su mirada hacia el lugar donde se construyen las resistencias y los proyectos de otros futuros en Nuestra América, desde las luchas y las confrontaciones que marcan la complejidad de lo plural. La referencia por enmarcarse en el siglo XXI no obvia la herencia de las luchas indígenas anteriores, sino que centra su atención en las particularidades de las formas de resistencia y su complejidad en este periodo. El momento histórico se caracteriza por la emergencia de gobiernos progresistas antinorteamericanos, no así anticapitalistas, dentro de una relación de fuerzas que mantuvo políticas neoextractivistas de penetración del capitalismo global en los territorios frente al desarrollo de un Estado fuerte concentrado.

La compiladora del libro está a cargo de la introducción, donde aborda la lógica que une la diversidad de artículos. El texto se divide en dos partes. La primera parte, dedicada a los países con tendencias autoritarias y políticas neoliberales, se titula El Estado sobre la sociedad: resistencias en México, Perú y Colombia y está compuesto por ocho artículos. Los cuatro primeros están destinados a pensar lo plural desde México.

El primer artículo, de Itzel M. Rodríguez (Pensar lo político más allá del Estado, la otra política y la autonomía indígena), se plantea la construcción de lo político más allá de la frontera estatal como política desautorizada y sigue los principios esbozados por La Otra Campaña y la autonomía neozapatista. Jesús M. Serna (Resistencia indígena, movimientos estudiantiles y las autonomías neozapatistas) rastrea el movimiento estudiantil de la década de 1960 y llama a pensarlo desde las enseñanzas neozapatistas: resistencia desde la práctica autonómica y rebeldía como autoemancipación. Carlos A. Ortega (Resistencias indígenas en México: ¿más movimientos, misma organización?) y René D. Benítez (Pueblos indios y movimientos armados en Guerrero, México) buscan visibilizar conflictos y sujetos indígenas invisibilizados. El primero analiza la diversidad de resistencias y mapea 76 comunidades en 16 municipios, y el segundo desarrolla una historiografía explicativa donde relaciona la evolución desde guerrillas hasta autodefensas en el movimiento guerrerense como nuevas formas de socialidad.

Los siguientes dos trabajos del libro abordan las comunidades indígenas colombianas. Alexander Gamba (Las acciones colectivas frente a la guerra. El caso del movimiento indígena del Cauca, Colombia) describe la disputa por el control territorial del movimiento indígena del Cauca como tercera fuerza contra los demás actores de la guerra en Colombia (FARC-EP, el Estado y las fuerzas paramilitares). El proceso de desplazamiento, despojo y etnocidio que sufren las comunidades indígenas en la actualidad es un elemento fundamental para comprender las relaciones con la estatalidad. Sobre esta reflexión, Adriana Sosa (Etnocidio del pueblo nukak wayari muno en la Amazonía colombiana) toma como unidad de análisis este pueblo nómada forzado al abandono de sus bosques por los cultivadores de coca o las trasnacionales petroleras, y a integrarse a la lógica mercantil capitalista como peones o raspadores de hoja de coca.

Los dos últimos textos de este capítulo están centrados en Perú. Marta Kania valora el proceso de Protección y salvaguardia del patrimonio cultural de los pueblos indígenas en Perú y plantea la incongruencia entre un discurso oficial que, por un lado, dice proteger el patrimonio y, por otro, lo viola constantemente en lo local. Por su parte, Hugo Rodas (Indolencia histórica y “política con miedo” en Perú) analiza, desde la concepción mariateguiana de la continuidad colonial y agraviada, la decadencia de la reflexión académica peruana sin un análisis estructural e histórico profundo con un giro hacia la derecha y el pensamiento liberal.

La segunda parte (La sociedad sobre el Estado: la paradoja plurinacional en Bolivia y Ecuador), compuesta por siete artículos, aborda los lugares donde la sociedad se muestra como ente interpelador del Estado y en constante resistencia a las políticas depredadoras y extractivistas de los gobiernos plurinacionales. Esta reflexión permite realizar un balance del ciclo progresista ante el auge de la derecha en la región. Los primeros cinco trabajos están dedicados al análisis de Bolivia, y los últimos dos, a Ecuador.

Pablo Mamani (De la retórica del Estado plurinacional a la actualidad del Estado-nación criollo-mestizo en Bolivia) analiza la evolución del concepto plurinacional, vaciado del contenido plural, y lo concibe dentro de las fronteras de un Estado-nación tradicional que no ha roto con su esencia republicana liberal neocolonial. El autor considera al gobierno boliviano de Evo Morales como neoliberal; sin embargo, en cuanto al papel del Estado como regulador, advierte una ruptura con el neoliberalismo, pues la gestión masista apunta a su reforzamiento desde la consolidación de un Estado concentrado y fuerte.

Gaya Makaran (Nacionalismo “plurinacional”: el gobierno de Evo Morales y el Estado-nación en Bolivia) analiza la refundación estatal planteada por el proyecto indígena y cómo el proyecto marxista quedó subsumido a la concepción estadocéntrica del proyecto nacionalista al mezclarse con premisas multiculturales, republicanas y liberales. Este trabajo cuestiona la condición de posibilidad de la construcción de lo plural desde el afianzamiento de un Estado-nación concentrado. Con esta misma lógica, Böries Nehe (“¡No era para ellos el cambio!” Estado, hegemonía y dominación patrimonialista en tiempos de MAS) reflexiona sobre la esencia patrimonialista del masismo y su continuidad para la dominación clasista de las viejas élites locales, mediante la incorporación de los sujetos a través de mecanismos históricos de dominación como la cooptación.

En continuidad con los textos anteriores, Fabiola Escárzaga (El conflicto de intereses entre indígenas y campesinos en el gobierno del cambio en Bolivia) plantea que el potencial desplegado con el Pacto de Unidad se fracturó al reforzarse del divisionismo entre campesinos como propietarios privados e indígenas por el gobierno del MAS. La comprensión de este artículo implica diferenciar dos sectores: los campesinos colonizadores de origen indígena quechua y aymara con una lógica mercantilista y las comunidades indígenas con una economía étnica de aprovechamiento de los recursos. Lázaro M. Bacallao-Pino (El movimiento indígena en la agenda electoral boliviana: un análisis del discurso periodístico de La Razón en las elecciones de 2014), a través del análisis del discurso, muestra la centralidad que adquiere en La Razón la dimensión étnica y el enfrentamiento entre dirigentes masistas y sus opositores, al tiempo que se invisibilizan discusiones centrales sobre el modelo estatal durante el proceso electoral.

Los dos últimos artículos de este capítulo están dedicados a Ecuador. En el primero de ellos Pierre Gaussens (¿Plurinacionalidad o nacionalismo pluricultural? El proceso constituyente y las políticas del gobierno de Alianza País en el Ecuador de la “Revolución Ciudadana”, 2007-2013) analiza la pérdida de contenido del concepto plurinacional por el gobierno de Rafael Correa, y se convierte en una visión folclorizada de la dimensión identitaria carente de las reflexiones materiales y estructurales. Yakir Sagal y Blanca L. Hernández (Soberanías y espacio de catástrofe en América Latina: neoextractivismo minero y clasificación socioespacial de los territorios en el sureste de Ecuador) profundizan en los procesos geopolíticos desarrollados en Latinoamérica y los leen en clave ecuatoriana, fundamentalmente el neoextractivismo y su incidencia en la soberanía territorial, desde la categoría de espacio catástrofe de Henri Lefebvre.

Este libro plantea cómo pensar y repensar Nuestra América desde los múltiples proyectos emancipatorios indígenas que sueñan otros mundos posibles e interpelan al Estado y a las transnacionales en su maximización constante de la ganancia a escala planetaria, donde la región es pieza clave como exportadora de recursos naturales. El texto es un esfuerzo muy bien logrado de pensar las luchas múltiples, otras, plurales, inclusivas, diversas en la región con un hilo que las une: la defensa del territorio como espacio de vida más allá de la capacidad expoliadora y violenta del Estado y el capital en sus diversas formas.

Además, se pueden señalar algunos límites del texto que no demeritan la calidad ni profundidad en el análisis del contexto latinoamericano. En la primera parte hay ausencia de análisis importantes sobre otras comunidades indígenas en resistencia y que han marcado un hito: los mapuches en territorios chileno y argentino; los pueblos indígenas del Brasil, sobre todo en territorio amazónico, actualmente desplazados por las transnacionales; los guaraníes en el Paraguay, reconocidos oficialmente y discriminados en la realidad social, entre otros. Lo anterior es importante en la medida en que ofrece una imagen más global del panorama regional, siempre parcial ante su diversidad, y que muestra las resistencias en otros países con peso en la dinámica latinoamericana.

En relación con la segunda parte, los análisis en su mayoría están destinados a una crítica al modelo estatal que se autonombra plurinacional y sigue siendo, en la práctica, autoritario. Sería importante, para lograr un equilibrio con la primera parte que hace énfasis en la resistencia indígena, mostrar los proyectos políticos, incluir las reivindicaciones, las luchas por la tierra-territorio que poseen horizontes comunitarios y de vida y se enfrentan a un discurso plural y una práctica nacionalista-desarrollista en Bolivia y Ecuador. Si bien aparecen referencias aisladas en varios artículos, se debió incorporar explícitamente el debate teórico sobre el Estado plural, las formas y estructuras que podría adoptar o los elementos clave para que el Estado sea reflejo de la pluralidad societal, hasta dónde el sistema-mundo impone límites a la construcción de la pluralidad, y plantear si hubo una ruptura de estos gobiernos progresistas con el neoliberalismo, pues en algunos artículos no queda claro si siguen el modelo y la estructura estatal neoliberal o hay rupturas para la construcción de un Estado-nación fuerte.

Los elementos mencionados enriquecerían el debate sobre la complejidad de la realidad latinoamericana y su diversidad societal frente a un sistema-mundo capitalista con un mercado mundial y una lógica interestatal. Este libro no tiene una visión uniforme y esquemática de las luchas en Abya Yala. Tampoco es una receta dada, su intención es ofrecer una reflexión plural, desde diferentes sujetos y espacios geográficos sobre las múltiples y diversas luchas indígenas-originarias en esta parte del continente más allá del Estado, con el fin de soñar/luchar por una construcción social alternativa al capitalismo depredador.

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