¿En qué consiste la feminización de los mercados laborales?
En un sentido amplio, la noción de feminización de los mercados laborales hace referencia a la participación de las mujeres en el empleo remunerado, pues en el pasado la mayoría se encontraba predominantemente en el ámbito doméstico y dedicadas al trabajo reproductivo, sin reconocimiento ni retribución (García, & de Oliveira, 1994). Ciertamente éste es un fenómeno amplio y que se ha tornado cada vez más complejo. Por tanto, según la perspectiva y escala de análisis, existen distintas acepciones del concepto.
En algunos casos, el término feminización alude de un modo descriptivo a la incursión amplia o acotada de las mujeres en mercados laborales nacionales o regionales en momentos de expansión del empleo y la producción, es decir, como reserva de fuerza de trabajo (Caraway, 2005; de Oliveira, & Ariza, 2000a; Standing, 1999; Shah et al., 1994).
Otras explicaciones hacen referencia al desplazamiento de trabajadores masculinos de los puestos de trabajo en distintos sectores productivos, en el marco de procesos de precarización del empleo y/o deterioro generalizado de salarios, de tal cuenta que la participación femenina cumple la función de abaratar la fuerza de trabajo (Caraway, 2005; de Oliveira, & Ariza, 2000a; Standing, 1999; Shah et al., 1994).
La feminización de los mercados de trabajo también se entiende como el crecimiento de ocupaciones remuneradas, especialmente en el sector de servicios, cuyos rasgos conllevan la continuidad de los roles de cuidado ejercidos por las mujeres en el ámbito doméstico y familiar (Pérez Sáinz, 2016; Morini, 2007).
En contrapartida, el término también puede hacer referencia a la incursión de mujeres en ocupaciones o profesiones típicamente ejercidas por hombres -masculinizadas-, con independencia de la magnitud de su participación en esos mercados laborales específicos (Acker, 1990; Shah et al., 1994).
¿Por qué se produce la feminización de los mercados laborales?
Los estudios especializados identifican una multitud de elementos asociados a la paulatina incorporación femenina en ocupaciones remuneradas. Por el lado de la fuerza de trabajo, entre los factores económicos se encuentran la necesidad de suplir o complementar los ingresos del hogar, especialmente en momentos de crisis (Espino, 2011), o cuando las mujeres se convierten en las proveedoras únicas de sus familias (Pedrero, 2018b). A lo anterior se suman los cambios socioculturales que han transformado los roles de género dentro y fuera de la familia, los cuales han modificado también las aspiraciones y expectativas de las mujeres a nivel profesional y laboral (Chávez, Hoyos et al., 2010; Guadarrama, 2008).
Es decir, aquello que estimula el ingreso de las mujeres en el mercado laboral puede ser tanto las necesidades económicas de los hogares como la búsqueda de realización personal. La combinación de esos factores y el peso de cada uno dependerá de la posición social de las trabajadoras -según se trate de estratos bajos, medios o altos- y/o del tipo de ocupación que ejerzan (de Oliveira, & Ariza, 2000b; Pedrero, 2018a; Herrera, en prensa).
Por el lado de la organización social de los mercados laborales, el sustrato de la feminización de las ocupaciones sería la instrumentación de la división sexual del trabajo y las jerarquías de género que conlleva. Esto sería particularmente evidente en el incremento de las actividades y el empleo remunerado en el sector de servicios, sobre todo en ocupaciones relacionadas con el cuidado de otros -por ejemplo, educación, salud, etcétera-. Lo mismo sucede con la incorporación de mujeres en las etapas más simples de la producción en otros sectores productivos -industria y construcción, especialmente- (Pérez Sáinz, 2016; Acker, 1990; Pedrero, 2018a; de Oliveira, & Ariza, 2000b; Bueno Castellanos, 1994).
Un elemento adicional que debe observarse es la configuración de las relaciones laborales. Con frecuencia, los empleadores en sectores que tienden a feminizarse, suelen justificar su predilección por contratar trabajadoras respecto de los empleados masculinos argumentando que son más disciplinadas, obedientes, que no se sublevan y por tanto es menos probable que organicen sindicatos (Caraway, 2005; Shah et al., 1994).
La evidencia reunida hasta ahora muestra que existe mayor probabilidad de feminización de las ocupaciones en actividades intensivas en fuerza de trabajo más que en capital, en las que tiende a agudizarse la desprotección laboral. Esto ha ocurrido especialmente desde finales del siglo XX e inicios del siglo XXI en los países del sur global, en el marco de procesos de apertura económica e implementación de modelos productivos centrados en inversión extranjera, acompañados de políticas de ajuste que constriñen el rol tutelar del Estado en tanto garante del bienestar social y los derechos de ciudadanía (Caraway, 2005; Standing, 1999).
¿Cuáles serían las principales implicaciones de la feminización de los mercados laborales?
El fenómeno de la feminización de los mercados laborales se sitúa en una tensión histórica. Por un lado, la incursión de las mujeres en el trabajo remunerado ha sido considerado un factor de empoderamiento y autonomía para éstas. Por otro lado, se ha señalado la ocurrencia de la devaluación o menor valorización social de los oficios o profesiones cuando son ejercidas por mujeres (Acker, 1990).
Lo cierto es que la masiva participación femenina en los mercados de trabajo se ha producido en un contexto de deterioro generalizado de las instituciones de protección laboral que se imbrica con las desigualdades de género existentes. Hasta ahora las investigaciones dan cuenta de que las mujeres acceden predominantemente a empleos precarios (Cacouault-Bitaud, 2001; Pérez Sáinz, 2016; Pedrero, 2018a; de Oliveira, & Ariza, 2000b) y en los que, independientemente de las tareas que realicen, suelen recibir una menor retribución que sus pares varones (Caraway, 2005; Standing, 1999).
Estamos ante un escenario que reproduce la segregación y refuerza las jerarquías generizadas en y entre las ocupaciones, así como en los lugares de trabajo (Caraway, 2005; Standing, 1999; Shah et al., 1994). Esto último también impone o representa límites para la acción colectiva de la fuerza de trabajo en general (Caraway, 2005; Shah et al., 1994).
¿Por qué es importante analizar la feminización de las ocupaciones?
Al plantearnos preguntas acerca de la feminización de los mercados laborales, quizá debiéramos trascender la mera descripción acerca de la presencia de las mujeres en el empleo remunerado y los puestos de trabajo. Los análisis podrían apuntar a comprender de qué manera las jerarquías de género están reconfigurando las desigualdades laborales. Éstas no consisten únicamente en brechas salariales entre hombres y mujeres, puesto que en el actual contexto puede incluso que se hayan reducido como resultado de la generalizada precarización (Chávez Hoyos et al., 2010; de Oliveira, & Ariza, 2000a; Rendón Gan, 2003; Caraway, 2005).
En este sentido, la indagación debiera orientarse a comprender en qué consisten, qué factores intervienen y cuáles son las implicaciones de los procesos de incorporación de las mujeres en distintas ocupaciones y actividades productivas (Morini, 2007; Shah et al., 1994). Asimismo, es importante considerar cómo ello está atravesado por otros ejes que configuran el mundo laboral -etnicidad, edad, nivel educativo, nivel socioeconómico- y también por las cargas diferenciadas en las actividades orientadas a la reproducción de la vida: el trabajo de cuidados (OIT, 2016; Guadarrama, 2008; Rendón Gan, 2003; García, & de Oliveira, 1994).
De cara a la investigación, esto requeriría plurales aproximaciones en términos de nivel y escala de observación, de delimitación de contextos y casos de estudio (Caraway, 2005; Shah et al., 1994). Este horizonte permitiría, en términos empíricos, establecer la variabilidad en los patrones de feminización de los mercados laborales. Enseguida, en términos teóricos, ampliar y profundizar en la conceptualización y las posibles problematizaciones acerca del fenómeno.
Propuesta metodológica para el estudio de la participación laboral de mujeres obreras en los oficios del sector de construcción de vivienda en Ciudad de México
En las últimas décadas la actividad económica de la construcción se ha tornado notablemente dinámica. Desde inicios del siglo XXI, las inversiones en el sector han tendido a multiplicarse a nivel global. En ese marco las regiones con mayor crecimiento en la producción y el empleo han sido Asia y América Latina (Ruggirello, 2011; CEPAL, 2017).
No obstante, este despliegue ha sido heterogéneo. Por ejemplo, para 1998 la Organización Internacional del Trabajo (OIT) identificaba que en los países de ingresos altos -especialmente Estados Unidos, Europa, Japón- se generaba 77% de los productos de esta actividad económica, pero únicamente se empleaba 26% de la fuerza de trabajo. En tanto, los países de ingresos medios y bajos concentraban 74% de la población ocupada del sector a nivel mundial (OIT, 2001). Es decir, en países como los latinoamericanos, incluido México, este sector productivo depende fundamentalmente de la intensiva utilización de fuerza de trabajo (Panaia, 2004) y por ello es de esperar que en momentos de mayor actividad se incremente el reclutamiento (Bueno Castellanos, 1994).
Al igual que ocurre en otras ciudades de América Latina, el paisaje urbano y la vida cotidiana de la Ciudad de México se ha visto modificada en las últimas décadas debido a las actividades de construcción. Particularmente, en el segmento de edificación para uso residencial tiende a observarse un significativo dinamismo en la demanda de fuerza de trabajo (CEESCO, 2015), cuestión que explicaría en parte la contratación de mujeres como obreras. No obstante, la imagen que continúa predominando como referencia de los trabajadores que ejecutan las obras es la de hombres jóvenes o de mediana edad, con baja escolaridad, principalmente migrantes rurales de primera o segunda generación que buscan insertarse en mercados laborales urbanos, con fuerza y habilidades físicas para ejecutar las tareas que en esta actividad productiva se requieren (Bueno Castellanos, 1994; Aragón Martínez, 2012; Gómez Fonseca, 2004).
La presencia femenina en estas ocupaciones obreras en México no es algo novedoso. En las últimas décadas del siglo XX, algunos estudios advertían de su participación como mano de obra eventual en momentos de expansión de la actividad constructora. Las posiciones que ocupaban solían ser las de más baja jerarquía y las tareas ejecutadas de mínima complejidad o que no requerían conocimientos o habilidades específicas adquiridas en el oficio, percibiendo así menores retribuciones en comparación con sus pares varones (Bueno Castellanos, 1994).
El punto de partida de las inquietudes que guían este texto es que se ha producido una transformación en el carácter ocasional de la presencia de las obreras en la construcción de vivienda a una más constante y/o permanente. Así, entre 2009 y 2017 la participación femenina en el empleo en el sector se ha mantenido en una proporción cercana a 10% (INEGI, 2010; CEESCO, 2018). Esa presencia tiene mayor peso en las micro empresas -2 de cada 10 son mujeres-, y en Ciudad de México cerca de 15% del personal ocupado en el sector (CEESCO, 2018).
Entonces, interesa responder preguntas como las siguientes. ¿En qué ha consistido el proceso de incorporación de mujeres a los oficios obreros de la construcción (de vivienda) en un espacio urbano como la Ciudad de México? Específicamente, ¿qué factores condicionan su ingreso y permanencia en el sector? ¿En qué consiste el trabajo que realizan? ¿Qué estrategias despliegan para desarrollar trayectorias laborales en el sector? ¿Cuáles son las diferencias y similitudes en sus condiciones laborales y de trabajo respecto de sus pares masculinos? ¿Qué implicaciones tiene ahora su presencia en términos de división y organización del trabajo, de relaciones laborales y la configuración de las ocupaciones obreras específicas?
Tras considerar lo anterior, aquí se proponen dos aproximaciones complementarias que permitirían responder esas interrogantes: etnográfica y biográfica. A continuación se explican.
Aproximación etnográfica
La perspectiva etnográfica estratégica o multilocal plantea que para explicar las características e implicaciones de cualquier proceso social es necesario rastrear todo aquello que forma parte del mismo: personas, vidas, objetos, tramas, conflictos, historias, etcétera (Marcus, 2001; Latour, 2008). Esta aproximación implica flexibilidad y pluralidad metodológica, conservando los principios del rigor científico. Es decir, permite el empleo de múltiples técnicas de recolección de datos y, en el análisis, una estrategia de triangulación de información proveniente de diversas fuentes.
Para el estudio del proceso de incorporación de mujeres como obreras en el sector de la construcción de vivienda en la Ciudad de México se propone un ejercicio etnográfico de este tipo en dos momentos. El primer momento consistiría en una inmersión en red, a partir de visitas a diversos y heterogéneos espacios de trabajo -obras en construcción de distintas dimensiones y ubicación geográfica- y otros de carácter estratégico -por ejemplo, conferencias especializadas del sector, entre otras-. Lo anterior permitiría establecer vínculos de confianza con distintos actores (rapport), la identificación de informantes clave y de fuentes documentales que sirvan para caracterizar la actividad económica, sus dinámicas laborales y empresariales de reclutamiento de fuerza de trabajo (Serrano, 2013). A la vez, la información recopilada facilitaría la toma de decisiones metodológicas para continuar el trabajo etnográfico e incluso para organizar la aproximación biográfica.
Para el segundo momento se propone la observación en profundidad. Al seguir las claves de la geografía feminista para el estudio de las interacciones en distintos espacios sociales, este ejercicio consistiría específicamente en identificar los patrones de relacionamiento, roles y posiciones definidos por el género en el lugar de trabajo (García Ramón, 1989; Ibarra García, & Escamilla-Herrera, 2016; Monk, & García Ramón, 1987; Veleda, & Lan, 2007). En paralelo se realizarían entrevistas semiesetructuradas a informantes clave -cámaras empresariales, centros de información especializada, empresarios individuales, sindicatos gremiales, etcétera-. (Vela Peón, 2013).
Aproximación biográfica
El enfoque biográfico es una perspectiva que habilita la reconstrucción de transformaciones amplias a partir de establecer vínculos entre el tiempo individual y el tiempo social-histórico (Auyero, 2002; Bertaux, 2011; Stanley, 1993). En tanto las preguntas de investigación apuntan a identificar las motivaciones, las estrategias y recursos que movilizan a nivel individual y colectivo a las mujeres obreras de la construcción para incorporarse y permanecer en estos oficios son una aproximación que permitiría mostrar en qué consiste la toma de decisiones de individuos partícipes de los cambios sociales (Pujadas, 1992; Reséndiz, 2013; Rojas, 2013; Martuccelli, & Singly, 2012). Asimismo, será importante develar su interpretación, en tanto sujetos generizados femeninos, de la experiencia vivida en una ocupación predominantemente masculina (Dubet, 2010; Somers, 1994; Bourdieu, 2011; García Ramón, 1989).
De acuerdo con el planteamiento de Bourdieu (1999), al trabajar con las biografías, el dilema real está en ubicar la singularidad individual en un contexto amplio que la trasciende e interpretar a través de ésta lo social. Por tanto, a partir de los hallazgos del trabajo etnográfico, se propone el diseño de una muestra analítica que considere los perfiles predominantes entre las obreras en términos de edad, origen social, cargas familiares, así como antecedentes educativos y laborales. Éstos se orientarían al registro de relatos de vida individuales situados contextualmente (Bertaux, & Kohli, 1984; Bertaux, 2011; Cornejo Mendoza, & Rojas, 2008; Pujadas, 1992; Trujillo, 2006). Debe enfatizarse que en esta parte las decisiones no estarían orientadas por criterios de representatividad estadística sino de identificación de casos-tipo.
En suma, se trata de una propuesta metodológica que al poner en diálogo la aproximación etnográfica estratégica con la aproximación biográfica, tiene el propósito de explicar el fenómeno de feminización de las ocupaciones, en la acepción que refiere a la incorporación de mujeres en aquéllas típicamente ejercidas por varones, con pertienencia histórica. Es decir, se propone reconstruir un mercado laboral específico y sus dinámicas, incluida la perspectiva de las trabajadoras que en éste participan.