El 1º de enero de 1994 tuvo lugar la aparición pública del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en el estado de Chiapas, México. Un grupo armado integrado por indígenas de diversas comunidades de la entidad, quienes llevaban al menos una década formándose política y militarmente para emitir una declaratoria de guerra contra el gobierno federal, derivó luego de aquel día, en un movimiento social que ha tomado diferentes rumbos a lo largo de 28 años.
Desde entonces se han escrito innumerables textos acerca del movimiento zapatista, y el trabajo de María Inclán viene a enriquecer aún más la bibliografía sobre el tema. En efecto, al tomar distancia crítica para abordar el análisis desde la teoría de los movimientos sociales, en particular desde el enfoque de la estructura de oportunidades políticas, ofrece un aporte novedoso. Publicado originalmente en inglés (Inclán, 2018), el libro traducido al español permite una lectura sincrónica de las actividades de protesta del EZLN y los procesos de transición democrática electoral en México, en particular durante el periodo 1994-2003, aunque el trabajo se ha actualizado hasta 2012.
La publicación muestra en su portada una imagen de la gráfica que ha caracterizado los espacios del zapatismo, plasmada en coloridos murales sobre construcciones rústicas en medio de las montañas, y que deja ver algunos de los símbolos de la insurgencia indígena a manera de caracoles, que de manera análoga son el puerto de llegada del libro, como se verá más adelante.
Las condiciones de pobreza y marginación que persisten en el estado de Chiapas fueron un detonante que llamó la atención de la autora ante la emergencia del levantamiento armado, y años después, anclada en la perspectiva de las oportunidades políticas la condujo a cuestionarse acerca del rumbo político del movimiento insurgente indígena en un contexto de transición democrática inacabada, donde el sistema político mexicano experimentaba la alternancia de partidos políticos en el poder.
Para indagar por qué la movilización social no logró que se cumplieran sus demandas ante tal coyuntura política, María Inclán presenta un estudio profundo que conjuga la revisión de las acciones de protesta del EZLN, las oportunidades políticas ocurridas durante la fase de diálogo entre dicho actor y el gobierno federal, y las redes que sostienen al movimiento zapatista. De esta manera, utilizando la metáfora de las puertas corredizas automáticas, abre la mirada para una lectura meta-analítica del zapatismo en la que se enlazan la narrativa de hechos y el ambiente político en torno al movimiento, sus metas y obstáculos, con una interpretación teórica que invita a ir más allá de los límites conceptuales.
Así, en primera instancia se fundamentan los elementos para entender el alcance del binomio entre las transiciones democráticas y las oportunidades políticas, a fin de proponer hipótesis de investigación que ofrezcan claves para estimar la posibilidad de incidencia de los movimientos sociales en la apertura democrática. Para ello se consideran los periodos de negociación y los cambios en el poder; el momento y la competitividad de las elecciones; las alianzas políticas en el poder, y la capacidad represiva del Estado. Este apartado constituye una guía que además de abonar a la sistematización del campo teórico, apunta a la construcción y observación de variables, lo cual resulta útil para quien se interese por el estudio de casos similares.
A partir de este fundamento, Inclán va recorriendo puertas, a manera de analogía, para visualizar el curso del movimiento zapatista, de tal forma que se definen los capítulos sustantivos del libro como: 1) la puerta de oportunidades para la movilización desde la apertura del sistema político, la vulnerabilidad de las élites y los posibles aliados políticos en el poder y las amenazas represivas del Estado; la puerta de las oportunidades para vencer al atenderse a la negociación de aperturas, así como a la fragilidad de las élites y las alianzas políticas, y 3) la puerta de oportunidades para la supervivencia que prácticamente se basa en las redes transnacionales de solidaridad y los marcos discursivos como elemento de subjetividad identitaria.
Una vez puestos en operación los conceptos para hacer una lectura del movimiento zapatista, la autora desglosa los detalles de la apertura del sistema político mexicano tanto federal como estatal y municipal, y realiza un recuento de archivo para advertir los cambios en el repertorio de protestas del EZLN en el periodo de estudio. De su análisis se desprenden los tipos de protestas que a lo largo de diez años incluyeron invasiones de tierras, marchas, bloqueos de carreteras, encuentros, mítines, huelgas y toma de edificios públicos, y se presenta un estudio trasversal y longitudinal de eventos que formaron el ciclo de protesta zapatista durante el periodo que va de 1994 a 2003 para revisarlo bajo la lente de las oportunidades políticas que se presentaban ante la llamada transición democrática.
Al mismo tiempo, se repara en las condiciones del sistema político mexicano, caracterizado por el dominio del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y sostenido a lo largo de seis décadas, además de los momentos clave en la vida política del país que comenzaron a cuestionar tal hegemonía desde finales de la década de los sesenta con la efervescencia del movimiento estudiantil, la reforma electoral de 1977 y los comicios electorales de 1988, sucesos donde comenzaron a mostrarse los rostros de la oposición en la competencia política.
Posteriormente, se hace un recuento de la presencia de partidos políticos en el poder legislativo y se muestra el escenario que implicó la llegada de un partido político distinto al hegemónico a la presidencia del país en el año 2000. En ese contexto, se apostaba por la posibilidad de elevar a rango constitucional una de las pocas demandas que se pactaron en el marco del diálogo entre los insurgentes y el gobierno federal, y que tomaron la forma de los Acuerdos de San Andrés en materia de derechos y cultura indígenas, un documento que reconocía la autonomía de los pueblos indígenas y que había sido rechazado en 1996 por el entonces presidente Ernesto Zedillo.
De manera paralela, el trabajo muestra la dinámica de partidos en el estado de Chiapas, y evidencia que a pesar de lo que ocurría en el entorno federal, en la entidad prevaleció el dominio del PRI (en cuyos municipios se presentaron mayor número de protestas), si bien en 2001 se advierten cambios en el plano municipal al surgir gobiernos de otros partidos, hecho que parece coincidir con la disminución de la actividad de protesta. Al respecto, aunque se comprende el enfoque estructural de la investigación, también se advierte un área de oportunidad para complementar el análisis con otras dimensiones en el plano organizativo; por ejemplo, las estrategias de movilización para la protesta o los elementos endógenos que propiciaron la expresión en ciertos territorios.
No obstante, es importante destacar que la autora acota el margen de la transición democrática al plano electoral, dado que un proceso democrático más abierto implica otros elementos que difícilmente han ocurrido en el país; asimismo, debe destacarse que si bien en algún momento el movimiento zapatista consideró la posibilidad de influir en los procesos electorales, su ideología política lo coloca en abierto rechazo al sistema político electoral.
La exposición de hechos que son parte de la transición en los términos enunciados, conduce al año 2000 y la llegada al poder federal del candidato del Partido Acción Nacional, Vicente Fox. Se abría entonces la posibilidad de que los acuerdos se concretaran en el plano legislativo; sin embargo, lo que ocurrió en 2001 fue la reforma constitucional en materia indígena que los zapatistas consideraron una versión limitada de la autonomía, por lo que en 2003 decidieron llevar a cabo el ejercicio de una autonomía de facto y establecieron nuevos centros regionales de poder paralelos al Estado, bajo la figura de las Juntas de Buen Gobierno (JBG), en espacios llamados caracoles zapatistas.
Al mismo tiempo, el libro afirma que “mientras que en los periodos de negociación se percibían oportunidades potenciales de obtener ganancias políticas, las concesiones que se otorgaron durante las negociaciones solo eran procedimentales” (Inclán, 2021, p. 73), y además, “un régimen en transición suele aplicar medidas represivas más blandas para conservar su legitimidad, lo que permite que el movimiento sobreviva a la vez que se restringe su éxito político (Inclán, 2021, p. 79). Lo anterior se hace patente en los datos que aporta el trabajo y que son una contribución sustantiva para comprender la dinámica de la protesta y el curso que siguió el movimiento una vez que se establecieron las JBG y se estrechó la red de apoyo de organizaciones transnacionales solidarias con el zapatismo.
En otro capítulo, la autora se concentra en el estudio de las oportunidades para el éxito del movimiento; elabora para ello un recuento del marco de las negociaciones entre los rebeldes y el gobierno federal, en el que se advierten las negociaciones sostenidas de manera paralela en el seno de la élite legislativa para conducir hacia una reforma electoral, y que no contribuyeron al fortalecimiento de los líderes zapatistas como actores políticos influyentes en el marco de la transición democrática (como ocurrió con las contraélites insurgentes en El Salvador y Sudáfrica, casos que se equiparan con el caso mexicano), lo que se demuestra con la aprobación de la Ley Indígena en 2003 que “legalizó la sumisión ya existente de los pueblos y las comunidades indígenas al poder de los gobiernos municipales” (Inclán, 2021, p. 97).
En otros términos, Inclán repara en que la transición democrática ocurrió sin incluir a la dirigencia zapatista en las reformas políticas ni atender las reivindicaciones indígenas acordadas en las negociaciones, con lo cual se cerraron las puertas de las oportunidades políticas que habrían ampliado el ámbito de la democracia al reconocimiento de los pueblos indígenas como entidades políticas, y se estrecharon las puertas de las élites para limitar el proceso democrático a la arena electoral. En este sentido, si bien es claro el contexto político, también convendría indagar bajo otra mirada en la naturaleza político-ideológica del liderazgo zapatista o, en su defecto, en las relaciones de poder al interior de las élites políticas y económicas que contribuyeron al cierre de oportunidades políticas, para observar el curso del movimiento con elementos de antropología política que ofrezcan una visión más amplia que permita entender la cultura política detrás de los diferentes actores.
Por último, se repara en las oportunidades para la supervivencia: redes transnacionales de solidaridad y marcos discursivos, toda vez que se afirma el cierre del camino para el movimiento desde la perspectiva de la consecución de las demandas políticas. De esta manera, las oportunidades de movilización desde los primeros días de la tregua en el conflicto armado y la comunicación del discurso difundido a través de internet, propiciaron, junto con la base de organizaciones sociales existentes localmente (en su mayoría fundadas por el trabajo pastoral de la diócesis de San Cristóbal), un sólido entramado de redes de movilización de la solidaridad transnacional que desde entonces ha apoyado el proceso de autonomía que sostiene el movimiento zapatista a nivel local.
Empero, María Inclán enuncia lo que considera “consecuencias accidentales de la solidaridad transnacional” (Inclán, 2021, p. 35), y que relaciona con el distanciamiento de la opinión pública (o la caída en la atención mediática nacional e internacional sobre el conflicto) y la agenda política nacionales, lo que quizá abre una nueva posibilidad de indagar otras temáticas relacionadas con este comportamiento; entre otros, la estrategia de los medios masivos de comunicación en torno al conflicto zapatista o la repetición de los vicios de un sistema político excluyente que constriñe las oportunidades políticas a las élites; e incluso la propia articulación de las redes trasnacionales que tienen naturalezas e intereses heterogéneos, como ocurrió recientemente en el marco de la gira de un grupo de zapatistas por Europa, en cuyo contexto ocurrieron rupturas internas en algunas organizaciones que recibieron a las delegaciones insurgentes, repitiéndose lo señalado en el texto en alusión a la posibilidad de un frente indígena campesino unificado: “las divisiones entre las organizaciones solidarias con los zapatistas no tardaron en surgir” (Inclán, 2021, p. 111), un fenómeno constante a lo largo del tiempo.
Por último, se subraya que “la capacidad del movimiento para enmarcar y re-enmarcar sus discursos de acuerdo con las causas transnacionales que lo apoyan y los acontecimientos que lo rodean le ha permitido sobrevivir hasta estos días” (Inclán, 2021, p. 148), luego del impulso a los primeros apoyos que recibieron para echar a andar el proyecto autónomo, y que a la fecha se mantiene como parte de la cotidianeidad de numerosas familias que aún forman parte de la organización zapatista. Derivado de los datos que se presentan en el libro en torno a los indicadores de pobreza y el impacto de estos proyectos, se abre la posibilidad de investigar con parámetros cualitativos y cuantitativos la incidencia en la atención a la salud, la educación, la producción e incluso la procuración de justicia que ha tenido la autonomía zapatista a lo largo de más de veinte años, más allá de la afirmación en el libro sobre la incapacidad de mejorar las condiciones de vida de la población, que en el texto se limita a las estadísticas oficiales y que podría tener cierto sesgo metodológico.
Finalmente, la publicación plantea escenarios para los zapatistas entre puertas corredizas de oportunidad en su último capítulo, tras reconocer que el movimiento zapatista y la dinámica de la transición electoral en México son casos de difícil comparación con otros movimientos sociales y procesos electorales en el mundo. De manera esperanzadora, se incluyen reflexiones en torno a las iniciativas de reformas políticas que proponían el incremento de la participación política, como las candidaturas independientes.
En ese sentido, el Congreso Nacional Indígena (CNI), una red articulada alrededor del zapatismo que articula a diversos grupos indígenas del país que enfrentan diferentes procesos de resistencia en sus territorios, promovió una candidatura independiente a la presidencia de la república en 2018. Este hecho es catalogado por la autora como inspirador “pues los zapatistas, y con suerte otras organizaciones alienadas, parecen estar dispuestos a regresar a jugar dentro de los límites institucionales del sistema político para defender sus intereses y exigencias. Si este fuera el caso, mejoraría la calidad de la democracia mexicana” (Inclán, 2021, p. 161), y al mismo tiempo se dibujan nuevos rumbos para la investigación.
En síntesis, el libro constituye un referente para el estudio de los movimientos sociales en México, anclado en una cuidadosa interpretación teórica desde el enfoque de la estructura de oportunidades políticas. El trabajo contribuye al campo de los estudios sobre democracia al subrayar el curso de los primeros diez años del movimiento zapatista en el marco de la transición política y el cierre de oportunidades para alcanzar sus objetivos políticos en lo que parece ser una bifurcación de caminos e intereses políticos entre las élites y el movimiento social, y al mismo tiempo, es una invitación para revisar otros escenarios y procesos sociales en varias escalas del movimiento y un testimonio de memoria histórica que las nuevas generaciones deberían conocer.