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Historia mexicana

versión On-line ISSN 2448-6531versión impresa ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.64 no.3 Ciudad de México ene./mar. 2015

 

Reseñas

Jean-Louis D’Anglade, Un gran patrón barcelonnette en México: Joseph Ollivier y su familia, 1850-1932

José Galindo Rodríguez* 

*Universidad Veracruzana, México.

D’Anglade, Jean-Louis. Un gran patrón barcelonnette en México: Joseph Ollivier y su familia, 1850-1932. México: Educación y Cultura, Abzac, 2012. 453p. ISBN: 978-607-8022-93-9.


La bibliografía sobre los inmigrantes franceses en México, conocidos como barcelonnettes por su región de origen en el sureste de Francia, ha crecido considerablemente en los últimos años. La investigación por parte no sólo de franceses de aquel lugar, sino de académicos mexicanos, explica dicho fenómeno.1 Mas ahora comentaremos el último aporte proveniente de Francia, esta vez de un autor del suroeste, él mismo exitoso empresario, con destacado currículum y amplio background. Se trata de una vasta monografía que lleva dos ediciones en francés (2006 y 2010) y una en español (2012), la cual pronto se hizo merecedora de una medalla de la Academia Nacional de Ciencias, Bellas Artes y Letras de Bordeaux (2007). Su autor, Jean-Louis D’Anglade, se interesa en los estudios históricos y tiene la ventaja de estar casado con una sobrina nieta del barcelonnette cuya trayectoria económica y familiar expone en su obra. Por eso en su repertorio de fuentes francesas se hallan inestimables materiales (fotografías, cartas, escrituras y a veces estados de cuenta) conservados por varios miembros de su familia política, independientemente de que también se basa en importantes archivos mexicanos, como el de Notarías de la ciudad de México.

La versión de 2006 llevó a D’Anglade a replantearse problemas surgidos de las interpretaciones de historiadores mexicanos y de algunas observaciones recibidas, que de este modo enriquecieron, ampliaron y recontextualizaron de manera notable su investigación. Por ello, preparó la segunda edición, que fue la que se tradujo al español y que si bien me sirve para hacer esta reseña, no me impide empezarla por la impresión que me dejó la lectura de la primera, donde la visión prevaleciente atribuye el éxito de los barcelonnettes en México a su arduo trabajo, a sus capacidades individuales, a sus virtudes personales y a una sólida red de cooperación construida entre los miembros de su comunidad en México, omitiendo puntos clave de la realidad mexicana de los años que abarca la historia narrada en el libro. En cambio, una de las grandes aportaciones de la segunda edición es la inclusión de un epílogo, correspondiente al capítulo 30, que acepta, con base en comentarios de especialistas hechos a la versión anterior, que los nativos de Barcelonnette debieron también su éxito al contexto social y cultural existente en México en aquella época. Al consumar su independencia de España, México mantuvo elementos coloniales y sus habitantes aceptaron prácticas provenientes de naciones a las que veían como modelos. En este sentido, el autor reconoce la observación de Gamboa de que “los franceses fueron especialmente bienvenidos porque practicaban la única religión tolerada (la católica), eran blancos de origen latino y venían de un país cuyo progreso material y cultural era para muchos causa de admiración y para todos motivo de imitación […]”.2 La incorporación de esta apreciación en la nueva edición conduce a una versión mucho más objetiva de lo que en realidad representó el éxito de los barcelos en México; que además considera, en una sección del capítulo 7 (el afrancesamiento, otra oportunidad), que a raíz de la intervención francesa (1862-1867) se desarrollaría en México el gusto por el lujo, cambio cultural del que se vio claramente beneficiado el comercio francés. La cita de Federico Fernández Christlieb, que el autor retoma y en la cual se reproduce la opinión de otro barcelonnette radi cado en México, deja muy claro este punto:

La avidez de las élites [mexicanas] por participar en la civilización francesa es asombrosa, ridícula y patética. Sus miembros hablan un español cargado de galicismos y se pasean por la tarde, sobre todo los domingos, con vestidos de crinolina, en frac y sombrero de copa […] La ropa y los uniformes militares se adaptan a las modas que dicta París. Traen de Francia peinadores, modistos y sastres, zapateros y chefs para que les cocinen. Los cafés, como La Concordia y El Progreso, los paseos en coche, los bailes en salones [tan parecidos a los nuestros, dice el barcelonnette] […] son todos productos del afrancesamiento […].3

La obra de D’Anglade reconoce asimismo otros factores muy importantes para el éxito económico de los barcelonnettes en nuestro país. Por ejemplo, otros elementos que se generaron a raíz de la intervención francesa, como la apertura de la línea marítima entre los puertos de Saint-Nazaire y Veracruz:

En 1863 sucedió una afortunada consecuencia de la intervención francesa, se volvió necesario para Francia abrir una comunicación frecuente con México a fin de mantener a su cuerpo expedicionario. Así, abrió una línea regular y mensual de buques a vapor entre los puertos de Saint-Nazaire y Veracruz. Poco después, además [se tendieron], las vías férreas unen a la Cd. de México con Veracruz. Este cambio radical en las condiciones de transporte se convertiría en un poderoso factor de desarrollo, pues se abrió la puerta a las compras directas en Europa sin pasar por los mayoristas locales, fuesen alemanes, ingleses o españoles. Así se rompió la dependencia de los comerciantes franceses residentes en el país, con lo que terminarían desapareciendo los intermediarios. Esto representó en realidad el verdadero comienzo del éxito de los barcelonnettes en general.4

Además, un factor coyuntural muy importante que menciona el autor es que Estados Unidos mantuvo una guerra civil entre 1861 y 1865. Esta guerra dio como resultado que la esclavitud, concentrada principalmente en las plantaciones y producción del algodón, fuera formalmente abolida en aquel país. Ello impidió a Estados Unidos seguir vendiendo algodón y telas de este material a México, además de que la producción de la fibra bajaría en el futuro en Estados Unidos a causa de la abolición. Los barcelonnettes capitalizaron esta situación y, de acuerdo con D’Anglade, también aprovecharon la posterior guerra franco-prusiana (1870-1871) para desplazar de la competencia en México a los mayoristas alemanes.

Aunque estos factores ya han sido contemplados por otros autores, una gran aportación de D’Anglade es que, con base en obras muy reconocidas, construye un contexto histórico sólido que le permite verter los datos primarios de su caso de estudio, Joseph Ollivier, dentro de ese marco espacio temporal. Así, en su obra analiza una serie de sucesos que nos dan una visión general y detallada de este grupo de inmigrantes. A lo largo del texto entrelaza estos acontecimientos con informaciones específicas de su personaje central, dando como resultado un trabajo muy rico en información, construido en treinta capítulos que se distribuyen en siete partes.

Otro de los elementos contextuales que el autor desarrolla con detalle se refiere a los factores que impulsaron el proceso migratorio de los oriundos de Barcelonnette a México. Básicamente encuentra en la aparición del salario regular una competencia directa con la venta ambulante, que había sido el modo de subsistencia principal en esta región de los Bajos Alpes franceses. También menciona que “la industria textil empezó a competir con los artículos artesanales que durante el invierno fabricaban las familias en las fincas y en los talleres de la alta región, desplazándolos paulatinamente”, a lo cual se agregaron las heladas invernales que, al dificultar las comunicaciones, devinieron en un obstáculo evidente. De esta forma, al acercarse la mitad del siglo XIX, no quedaba otra opción que la emigración definitiva durante los inviernos: “La ruptura puede situarse razonablemente bien a partir de 1847. Ese año, 57 vendedores ambulantes abandonaron los pueblos de Saint-Paul y La Condamine, y en 1849 se fueron los últimos tres. En 1898 la venta ambulante dejó de existir”.

Dentro de este contexto, explica el autor, Joseph Ollivier emigró a México, llegando en 1850 a trabajar como empleado en una de las principales tiendas fundadas por coterráneos suyos algunos años atrás: La Ciudad de Londres, adquirida en 1863 por el mismo Ollivier en sociedad con el barcelonnette Fernando Audiffred. El autor aclara que no debe exagerarse la importancia de las tiendas de esos franceses para tales años, pues aún eran simples tiendas al menudeo que vendían telas a precios bajos a la clase menos pudiente de la población. Sin embargo, la suerte de estos negocios empezó a cambiar, primero con el establecimiento de la mencionada línea marítima y poco después con las consecuencias de las referidas guerras. Por su lado, Joseph Ollivier queda como socio mayoritario del negocio en 1879, manteniendo por 20 años el control de la empresa, que cambia su razón social a J. Ollivier y Compañía, denotando el peso adquirido por aquél. Algo interesante de destacar es que, como muchos otros patrones barcelonnettes, Ollivier decide irse a Francia en 1875, sin que esto le impida erigirse en el patrón indiscutible de la empresa y tener su absoluto control. Se establece en París y desde allí maneja, acrecienta y diversifica sus intereses en México, al que sólo vuelve por breves temporadas, cuando así se requiere.

Al igual que otras compañías de bajoalpinos, la de J. Ollivier y Compañía incursionó en otros varios negocios. Muchos se realizaron en sociedad con otras importantes empresas de franceses del mismo origen que se hallaban en México, con lo cual se formó una de las redes sociales de éxito empresarial más importantes de las que se tiene registro; aunque, como aclara el autor sin profundizar, no todos los barcelonnettes que llegaron a México triunfaron.

Sobre el sector bancario en particular, el autor explica cómo J. Ollivier y Compañía fue la primera empresa barcelonnette en asociarse al Banco Nacional Mexicano en cuanto abrió sus puertas, en 1882. Esto transformó a los comerciantes mayoristas como Ollivier en comerciantes financieros. En 1884 ese banco se fusionó con el Banco Mercantil Mexicano para fundar el Banco Nacional de México, un cuasi monopolio privado y prácticamente el único árbitro de las operaciones financieras del país, explica el autor.

En este mismo año, la compañía de Ollivier convierte un contrato de administración y abastecimiento en una participación minoritaria de capital en la fábrica de Río Hondo, en la municipalidad de Tlalpan. Joseph incursiona por primera vez en la industria como propietario minoritario, aunque pronto su empresa experimentará una expansión notable dentro del sector industrial. En 1888 se asocia con el estadounidense Thomas Braniff y con otras empresas de barcelonnettes, para fundar la Compañía Industrial de Orizaba S. A. (CIDOSA), consorcio que fue adquiriendo y construyendo en los siguientes diez años importantes fábricas textiles: Cerritos, San Lorenzo, Río Blanco y Cocolapan (ésta adquirida en 1899).

El autor menciona que la historia de la fundación de CIDOSA

demuestra que el tiempo de las inversiones individuales había pasado […] Desde el momento en que se hicieron necesarios los movimientos estratégicos de gran amplitud, las principales casas barcelonnettes debían reaccionar colectivamente y aliarse con otros comerciantes dispuestos a respaldar una ambiciosa operación y a recurrir a los bancos.5

Habría que matizar este punto, ya que dentro de la comunidad barcelonnette siguieron dándose otras historias tan exitosas como ésta, por ejemplo la de los miembros de la familia Jean, que nunca construyeron consorcios de la magnitud de CIDOSA sino que fundaron múltiples empresas familiares en diversos sectores.

Una observación muy importante que destaca D’Anglade es que la fusión bancaria de 1884 no puso a los barcelos a la cabeza de la banca, pese a la existencia de empresas como J. Ollivier y Compañía, involucradas en este sector. Y es que el Banco Nacional de México estuvo dominado en un principio por grandes capitalistas españoles radicados en México, si bien esto cambiaría en el futuro. Más bien fue al hacerse del control del Banco de Londres y México, a partir de 1896, cuando los principales barcelonnettes accedieron de modo importante a recursos financieros, utilizados por varios de ellos como palanca de inversiones industriales.

El estudio de un empresario en particular, Joseph Ollivier, llevó al autor a investigar la serie de sectores en donde participó, abriendo pistas para nuevas investigaciones sobre estos inmigrantes en México. Por ejemplo, es poco conocida su participación en la agroindustria, y de hecho los barcelos siempre han sido considerados residentes urbanos. Sin embargo, un grupo importante de franceses, entre ellos J. Ollivier y Compañía, deciden incursionar en el negocio del azúcar, fundando en 1898 la Compañía Azucarera del Pánuco. Esta empresa, liquidada en 1968, nunca tuvo el éxito esperado; aunque contó con numerosas inversiones de capital para mejorar la cantidad y calidad de su producto, todo intento por sacarla adelante terminó en fracaso. Aparte hay que decir que Joseph Ollivier también participó en La Teja, compañía textil que además de fábrica explotaba una importante plantación de algodón, y que otra industria en la que invirtió fue la fabricación de porcelana -por medio de la Compañía Francesa de Porcelana-, cuyos productos colocaba en tiendas departamentales como la misma Ciudad de Londres.

D’Anglade muestra cómo parte del éxito de Joseph Ollivier se debió a su tesón y a su carácter inflexible, lo que incluso lo llevó a romper con el sistema familiar en la empresa, al despedir a sus sobrinos Mario y León Ollivier, a quienes había dejado la dirección de la compañía cuando se fue a vivir a París. Por otra parte, Joseph se enfrentó al problema de que su único hijo varón murió a corta edad y en aquellos tiempos las mujeres no participaban en los negocios. Ante esta situación, los negocios en México de Ollivier, -murió en 1910- quedaron a cargo de paisanos ajenos a su familia, quienes tuvieron que enfrentar los efectos negativos de tres sucesos de gran envergadura: la revolución mexicana, la primera guerra mundial, en la que Francia se involucró directamente, y finalmente la crisis de 1929, a raíz de la cual el grueso de los negocios de este gran patrón naufragó.

Una debilidad importante de esta obra es que la historia de Joseph Ollivier se traslapa con historias de barcelos que apenas debutaban en México. Fueron los casos de algunos miembros de familias como la ya mencionada Jean, cuyo descendiente más reconocido en la actualidad es el presidente de Televisa, Emilio Azcárraga Jean, cuyos parientes arribaron en la última década del siglo XIX y construyeron una historia de éxito muy distinta a la de Ollivier, siguiendo estrategias de negocios muy distintas también. De aquí que el contexto en el que el autor encuadra su historia en los años en que J. Ollivier y Compañía se empieza a debilitar no puede generalizarse para toda la comunidad barcelonnette en México, como lo hace el autor. Por ejemplo, para el periodo en el que los Jean estaban expandiendo considerablemente su riqueza (1915-1940), D’Anglade señala lo siguiente: “La situación de J. Ollivier y Compañía y Sucesores no era la excepción […] Era más o menos la misma que sufrían otras sociedades barcelonnettes.” Y continúa su argumento citando a Raymond Antiq-Auvaro:

Así, el periodo que separa a la guerra 1914-1918 […] de la guerra de 1939, estaba lejos de parecerse a la edad de oro de los primeros años de inmigración. Lo más importante era […] evitar […] la quiebra […]. Las grandes ganancias eran aleatorias e incluso excepcionales. México no daba más […]. Se trataba de ir y salvar lo que se pudiera.6

En el capítulo 29, D’Anglade analiza la historia de éxito de un sobrino de Joseph Ollivier: Sébastien Robert. Ollivier presumía que su tienda, La Ciudad de Londres, “se transformó en un verdadero vivero de empresas”, por ayudar a establecerse a más de 80 casas comerciales en el Distrito Federal o en el interior. De esas historias que surgen de La Ciudad de Londres, el autor consideró que la de Robert merecía un capítulo específico. Y es que varios autores ven en Robert un caso de éxito contundente. D’Anglade subraya que hizo gran parte de su fortuna en sólo diez años -a partir de mediados de la última década del siglo XIX-, en los mismos sectores en que descollaron los barcelonnettes pudientes: banca, industria y comercio. Lo interesante es que, analizando a Robert, el autor menciona la incursión de este empresario en un sector donde otros barcelos del periodo de entreguerras desarrollaron su riqueza: el sector eléctrico. Al igual que en el fraccionamiento de tierras y en la construcción de inmuebles, la generación de electricidad se volvió una fuente importante de ingresos para algunos coterráneos que ya no encontraron las mismas tasas de ganancia en los sectores tradicionales de desarrollo de los primeros barcelonnettes. Incluso el autor menciona que S. Robert y Compañía Sucesores se asoció en 1909 con Veyan, Jean y Compañía, la empresa fundada por el bisabuelo de Emilio Azcárraga, y con Noriega y Compañía, para crear juntas la Compañía Hidroeléctrica del Río de la Alameda. Pero no explora el destino de este negocio, lo que lo hubiera llevado a vislumbrar el prometedor futuro de los barcelonnettes en México en el periodo posterior a 1910.

Lo mismo sucede con su análisis de la Compañía Bancaria de París y México (CBPM), fundada en 1909 por una serie de accionistas importantes, entre ellos Joseph Ollivier. En su análisis de la CBPM, el autor incluye copia del documento que señala a los integrantes del primer consejo de administración, destacando a varios de ellos. No menciona sin embargo a Adrien Jean, quien aparece en la copia del documento incluido. Este Jean fue el personaje más importante de la CBPM desde 1914, año a partir del cual la presidió por largo tiempo y, junto con su hermano Camilo, fue el que manejó a esta compañía hasta su venta a Banamex en 1931.

Se sobreentiende que entre los objetivos del autor no estaba el profundizar en la realidad de los barcelonnettes en México más allá de la historia y contexto que concierne a Joseph Ollivier o se relacionan con él. Pero algunos detalles en ese sentido hubieran enriquecido su obra, dando elementos de investigación a las nuevas generaciones de académicos y al público en general interesados en estos temas.

Por último, es de destacar que el autor haya trabajado sus invaluables fuentes de manera profunda y organizada, haciendo un análisis exhaustivo de la diversidad de documentos reunidos. Sus fuentes le permitieron la reconstrucción no sólo de la trayectoria empresarial de Joseph Ollivier, sino de la historia de su familia -la del núcleo en que nació, la que él mismo fundó y las de algunas familias colaterales-, efectuada con maestría y gran detalle. Entre otras cosas, esa historia incluye la exposición y análisis de antiguas fotografías y de árboles genealógicos que permiten entender los destinos de los miembros de una gran familia de la clase media de los Bajos Alpes de Francia.

En suma, este libro representa un extraordinario esfuerzo de investigación que invita a sus futuros lectores a acercarse a la historia de un empresario fuera de lo común, pilar de la colonia barcelonnette en México; un libro que brinda buenas bases para entender por qué los franceses de esa región fueron tan exitosos económicamente en México, sobre todo en el periodo que abarcó desde la segunda intervención francesa hasta el final del porfiriato.

1A este respecto vale la pena considerar un libro de manufactura mexicana sobre estos inmigrantes en distintos puntos de la República, coordinado por Leticia Gamboa Ojeda, Los barcelonnettes en México. Miradas regionales, siglos XIX-XX, Puebla, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, UJED, 2008.

2Gamboa Ojeda (coord.), p. 46.

3Federico Fernández Christlieb, Ville néo-classique, París, L’Harmattan, 2002.

4D’Anglade, p. 111.

5D’Anglade, p. 293.

6D’Anglade, pp. 497-498.

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