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Historia mexicana

versión On-line ISSN 2448-6531versión impresa ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.65 no.3 Ciudad de México ene./mar. 2016

 

Reseñas

Juan Pedro Viqueira Alban (dir.), Base de datos del Catálogo del Fondo Diocesano del Archivo Histórico Diocesano de San Cristóbal de Las Casas

Nadine Béligand* 

*Université Lumière-Lyon 2. Francia.

Viqueira Alban, Juan Pedro. Base de datos del Catálogo del Fondo Diocesano del Archivo Histórico Diocesano de San Cristóbal de Las Casas. segunda entrega (Primera Sección Pueblos y Primera Sección San Cristóbal), México: El Colegio de México, 2013. 111p. y un CD., ISBN: 978-607-462-504-2 .


Quienquiera que haya leído El nombre de la rosa se acuerda de la biblioteca laberíntica, tan cercana a la que, en sus Ficciones, Jorge Luis Borges describía como una torre de Babel inexpugnable en la que sólo el bibliotecario podía consultar los volúmenes. la biblioteca de Umberto Eco reúne los conocimientos según una división geográfica (que vuelve imposible, entre otras cosas, el diálogo entre las religiones); se prohíbe su acceso y el anatema amenaza a cualquiera que ose copiar el único ejemplar del segundo tomo de la Poética de Aristóteles secretamente guardado ahí. la biblioteca acaba por devorar a sus creadores; los asesinatos perpetrados contra los monjes no tienen por fundamento sino conservar el secreto de los libros más escasos; la obstrucción al conocimiento condena a la biblioteca a desaparecer: el fuego se lleva consigo obras maestras. Sólo Adso seguirá consultando los volúmenes que se salvaron del incendio.

Al leer esta bella publicación dirigida por Juan Pedro Viqueira, uno no puede dejar de pensar en la famosa biblioteca enmarañada y petrificante, precisamente porque la obra colectiva que se nos ofrece aquí se sitúa exactamente en el polo opuesto de la construcción de una cultura sabia que no se conservaría sino para algunos elegidos decididos a alejar a los fisgones lo más lejos posible de sus pasillos y espejos. Y también porque en el espíritu de muchos de nuestros contemporáneos, los archivos se parecen todavía a los meandros de un universo inaccesible.

Detrás de ese aparente “pequeño” libro, actúan grandes instituciones, así como proyectos de investigación, tanto internacionales (AECID, Vestigios de un mismo mundo, Red Columnaria) como nacionales (FONCA, ADABI, El Colegio de México) y, sobre todo, muchas personas (y entre ellos también muchos estudiantes del servicio social, becarios, estudiantes de doctorado y aficionados a la historia) enteramente dedicadas a rescatar un acervo archivístico excepcional: el Archivo Histórico diocesano de San Cristóbal de las Casas (AHDSC). Más que un archivo, este acervo es una verdadera persona, con cuerpo y alma; su pasado está marcado por una carrera de obstáculos que lo pudo haber condenado a muerte y a la vez por una contraofensiva para mantenerlo con vida. Fueron tantas las fuerzas que se movilizaron desde el siglo XIX y hasta la fecha, que su rescate se tradujo en un verdadero éxito. la publicación que dirige Juan Pedro Viqueira demuestra, como tanto lo desearon -al menos desde el siglo XIX- los obispos de San Cristóbal (obligados por derecho canónico a cuidar los archivos diocesanos) y las personas que los apoyaron, que se ha logrado salvar del olvido, recuperar y organizar el repositorio para ponerlo a disposición del público y de los investigadores, contribuyendo así a despertar aspiraciones al oficio de historiador y a revelar auténticos talentos, además de participar en la salvaguardia de una memoria compartida. Y por si fuera poco, nos damos cuenta de que esa personalidad que es el AHDSC tiene también la particularidad de haber despertado, entre las personas que lo cuidaron, una verdadera vocación archivística, pues el acervo se enriquece constantemente con una documentación contemporánea, siendo sin duda el mejor ejemplo los diarios de fray Pablo Iribarren Pascal o. P., que dan cuenta de su actividad pastoral como párroco por más de 40 años, y también los archivos de monseñor Samuel Ruiz García (documentos en relación con el Congreso indígena de 1971 y su participación en la CONAI) y de monseñor Eduardo Ruiz Flores (documentación relativa a los refugiados guatemaltecos a partir de la década de 1980). El grupo de historiadores y archivistas que contribuye a resucitar ese archivo refleja también la situación de las investigaciones que se llevan a cabo en Chiapas, la imposibilidad de reducir la historia a una historia de viejos papeles arrugados; nos ayudan a tomar conciencia de que la historia se hace cada día, que es tan viva como el archivo mismo, el cual no deja de revelar la imbricación entre historia y experiencia, su importancia en la construcción de un relato objetivo.

La historia del archivo es una serie de peripecias pluriseculares; en muchos aspectos comparte la historia de la iglesia mexicana, de las órdenes religiosas y del clero que osciló, durante unos 80 años, entre fases de exilio, encarcelamiento y temporadas de regreso a la labor pastoral. Creado en 1539 con la llegada de fray Bartolomé de las Casas, primer obispo de Chiapas, el archivo sufrió un primer ataque en la segunda mitad del siglo XIX; las leyes de Reforma (1859-1863), así como la ocupación de la ciudad de San Cristóbal el 7 de mayo de 1863, participaron en la primera destrucción de gran parte del archivo, que hasta entonces estaba dividido en dos secciones: gobierno y Justicia (gracias a la primera catalogación por monseñor Carlos María Colina, obispo de San Cristóbal de 1854 a 1857). Entre 1902 y 1912, el obispo de Chiapas, monseñor Orozco y Jiménez, pidió a los párrocos y custodios de los templos y parroquias concentrar todos los libros parroquiales en la curia episcopal para evitar su destrucción y editó dos volúmenes de documentos inéditos acerca de la historia de la iglesia de Chiapas, del siglo XVI al XIX. En 1912, al igual que muchos miembros del clero, monseñor Orozco y Jiménez tuvo que dejar la diócesis y se refugió en Guatemala. las tropas carrancistas que entraron en la ciudad de San Cristóbal en 1914 saquearon el AHDSC; los expedientes y libros fueron arrojados a la calle. El presbítero Agapito Martínez logró rescatar la documentación y recogerla en el palacio municipal; sólo dispuso de veinticuatro horas para traspasar el archivo a un anexo de la catedral. No tuvo tiempo para trasladar todos los expedientes y parte de la documentación fue enviada a Tuxtla Gutiérrez. Algunos documentos, entre los más antiguos, quedaron en manos de particulares que no dudaron en negociar su precio. otra parte de los libros de la diócesis, que habían sido llevados al exconvento de San Francisco y luego recogidos en cofres en una casa particular, fueron trasladados a la catedral por monseñor Flores.

Como lo escribe Pablo Iribarren Pascal en la primera parte del catálogo del AHDSC, durante mucho tiempo el archivo fue un ser “clandestino”. la época siguiente, los años 1920-1941, fuertemente anticlerical, fue peor; el obispo Anaya y díaz de Bonilla fue preso dos años y deportado cuatro veces. durante sus años de reclusión en la ciudad se encargó de compilar tres tomos inéditos, mecanografiados, de documentos sobre los obispos de Chiapas. Por su parte, monseñor Flores ordenó la documentación que procedía del exconvento de San Francisco, la clasificó y junto con el obispo Anaya publicó El libro de oro de San Cristóbal de Las Casas y otro titulado La catedral de San Cristóbal de Las Casas (1528-1978); también abrió el archivo al público y permitió (en 1969) la microfilmación de los legajos, lo que suscitó una clasificación moderna. Una de las microfilmaciones fue llevada a cabo por el instituto Nacional de Antropología e Historia y constituye el fondo conocido hoy en día como fondo Antonio Pompa y Pompa (quien dirigió el proyecto), que se resguarda en la Biblioteca del Museo Nacional de Antropología (Archivo Histórico de Micropelículas).

Monseñor Samuel Ruiz García (obispo de San Cristóbal de 1960 a 2000) dejó el cuidado del archivo a un organismo afín a la diócesis, INAREMAC, a principios de 1977; Angélica inda fue designada su directora. A la muerte de Angélica, en marzo de 2001, quedó como director Andrés Aubry (fallecido en 2007), seguido por Rafaela María Gómez. Angélica y Andrés dejaron contabilizados 10 853 documentos y publicaron 23 boletines monográficos. Pablo Iribarren Pascal, director desde enero de 2008, recibió apoyo económico de ADABI; se separó el repositorio en dos fondos, el fondo Parroquial y el fondo Diocesano; Rafaela Gómez y Matilde Moreno se incorporaron al equipo y ordenaron los libros parroquiales. En 2008, la clasificación de toda la documentación estaba terminada. En este año ADABI le dio al AHDSC apoyo económico y capacitación al personal, así como asesoría para la clasificación; el resultado fue la publicación de un Cd del fondo Parroquial (ADABI, 2009). En 2010, el trabajo se prolongó gracias a un convenio entre El Colegio de México y la diócesis de San Cristóbal de las Casas. Juan Pedro Viqueira emprendió el inventario de todos los documentos con un breve resumen, es decir, un catálogo completo. Tras haberse beneficiado de la asesoría de la Agencia Española de Cooperación internacional para el desarrollo (AECID) mediante el proyecto “Vestigios de un mismo mundo” (impulsado en gran parte por José Javier Ruiz Ibáñez), y de recursos otorgados por el FONCA, El Colegio de México tomó el relevo -tanto financiero como tecnológico- y se pudo elaborar una base de datos de los expedientes del fondo Diocesano. En 2011, la documentación que no había sido clasificada fue reunida en las secciones 2 y 3 de Pueblos y en las secciones 1, 3 y 4 de San Cristóbal.

Como lo explican Virginia Margarita López Tovilla y Juan Pedro Viqueira, el fondo Diocesano, objeto de la presente edición en Cd, comprende documentación sobre los pueblos de los obispados de Chiapas y Soconusco, los fondos Curia Sagrario, Colegio Seminario, así como mapas, cedularios, partituras de música culta, sacra y popular, libros de coro, etc. El fondo Parroquial por su parte comprende los libros parroquiales, así como libros de cofradías, diezmos, etc. Se resguardan otros fondos como los ya citados archivos propios de monseñor Flores Ruiz y Ruiz García; también se cuenta con los archivos de Miguel Chanteau, quien administró la parroquia de Chenalhó durante 30 años; los archivos de los archivistas Angélica inda y Andrés Aubry o el fondo EZLN-CND, fondo de la CONAI. Así, el repositorio documental resguarda la memoria de una institución clave en la historia de Chiapas, la iglesia católica, que ha tenido una fuerte presencia antes de las primeras décadas del siglo XX.

El nuevo proyecto de clasificación de Juan Pedro Viqueira permite encontrar las referencias anteriores. El sistema es simple y eficaz: la catalogación se hace por expediente y carpeta; así 802-7 designa el expediente 7 de la carpeta 802; CS 8.3: fondo Curia Sagrario, exp. 3, carpeta 8. Aparte de la catalogación se elaboraron fichas que resaltan el tipo de documento, el año inicial del expediente y el final, la temática, autoría... Todas las fichas fueron integradas en una base de datos que permite localizar rápidamente la carpeta, el expediente y el año. Aparte se establece un catálogo impreso por ramo y por año, con índices toponímico, antroponímico y temático.

Para realizar la base de datos fue necesario uniformizar los criterios; así por ejemplo, los nombres de pueblos fueron conservados bajo su nombre actual o el último nombre que tuvo. Como lo subraya Óscar Mazín, autor de la última presentación, la segunda entrega que aquí se ofrece contabiliza 33 170 documentos, y 56 series o ramos. Es el siglo xix el que predomina, por ejemplo en la correspondencia parroquial. El archivo catedral de administración diocesana comprende tres series: diezmos, censos, capellanías. la de diezmo empieza desde el último cuarto del siglo XVIII, los testamentos son sobre todo del siglo XVIII, las capellanías empiezan desde fines del siglo XVII. los títulos de propiedad también contienen informaciones desde el siglo XVII. Es decir, que gran parte del material de la época virreinal no ha sido destruida del todo.

El interés de esta publicación radica por supuesto en los resultados entregados en la base de datos (Cd de la publicación) que permite un acceso directo (en el escritorio de la PC) para buscar fichas a partir de una selección: campo o año. los cuadros (en .xls) de “inventarios y Catálogos” del AHDSC dan acceso, por ejemplo, a los inventarios de los microfilms del AHDSC, o del fondo Parroquial. otros cuadros de “Materiales e Índices” permiten acceder a la lista de los pueblos de Chiapas y Soconusco. Un mapa facilita la localización de los pueblos y cabeceras; cada uno se halla vinculado mediante una liga activa a google Earth.

Finalmente, no se puede sino recomendar a los lectores de estas líneas comprar lo antes posible esta publicación, que es imprescindible para cualquier investigación sobre Chiapas. Será una bella manera de reconocer los esfuerzos constantes de los que desde hace más de un siglo buscan darle vida al AHDSC. También es la mejor forma de rendir homenaje a las personas que han dedicado su vida a viejos papeles amarillos sin dejar de enriquecer el repositorio con la documentación que atestigua la historia de Chiapas. Con esta publicación generosa, nuestros colegas nos dan una bella lección de lo que cuesta hacer una verdadera historia, con toda la objetividad que requiere esta ciencia humana.

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