“In essence it is about merchants -an enduring and influential interest group, both imperialist and transatlantic- and their politics of preservation”. Esta frase, al final del prólogo, resume perfectamente cuál es el espíritu del último libro del matrimonio Stein. Podría ser un resumen también del interés historiográfico que mantuvieron activo desde que en 2000 comenzaron a publicar los resultados de muchos años de investigación en archivos de México, España y Francia. El proyecto completo abarca desde la conformación de la estructura imperial española en el Atlántico hasta su crisis en el bienio 1808-1810. En los cuatro volúmenes que forman esta serie, la advertencia preliminar se repite: se trata de un estudio sobre la relación entre los comerciantes y la política imperial española, teniendo como norte el demostrado afán de ese grupo social por la preservación del imperio. “Continuidad”, “preservación” y “tradición” son, en efecto, los ejes de la visión que los Stein transmiten de aquella poderosa clase comercial que entre Sevilla-Cádiz y Veracruz-México articuló un circuito imperial que trató de mantener intacto aun a costa de ponerlo en serio riesgo y perderlo definitivamente entre 1810 y 1825.
Ya en Apogee of Empire, la segunda entrega de este estudio, que cubre el reinado de Carlos III, habían dejado clara la elasticidad de su planteamiento al sostener que el momento de las reformas, desde el punto de vista de su efectividad y alcance imperiales, debía matizarse sustantivamente. Tanto, concluían, que lejos de ir a buscar en ese momento precedentes de cambios estructurales en la lógica imperial española, debería verse como la ocasión perdida para colocar el imperio en disposición de contener los movimientos en la tectónica de placas imperiales que se comenzaron a producir con la crisis imperial británica y que continuarían con la revolución constitucional de Francia. En Edge of Crisis, el tercer volumen de la serie y el que precede al que aquí comentamos, el análisis se extendía a un estudio más sociológico de la conformación de grupos de presión con diferentes ideas acerca del significado y viabilidad del imperio entre Veracruz, Guanajuato y México.
Esta cuarta y última entrega (al menos firmada por ambos, pues Barbara H. Stein falleció antes de publicarse este libro) abarca únicamente un bienio, aunque decisivo en la historia del imperio español, como señaló con ocasión de su bicentenario Roberto Breña. Tras leer el libro de los Stein no pueden caber dudas de que así es y, sobre todo, que mal cabe entender todo lo que respecto del imperio se produjo en la asamblea gaditana sin tener presente este momento decisivo de apertura de la crisis.
La obra está concebida como un relato doble que va cruzándose en sus diferentes partes entre la metrópolis y la colonia. Arranca con los sucesos inauditos que se produjeron en la corte de los Borbones españoles desde octubre de 1807 (conspiración fallida de El Escorial) y marzo de 1808 (motín exitoso de Aranjuez, que le costó la abdicación a Carlos IV), culminando con la entrega en mayo de 1808 de los derechos dinásticos a Napoleón. Torna entonces el relato a la parte colonial de la monarquía para dar cuenta de lo sucedido en Nueva España desde que llegaron las primeras noticias de los acontecimientos peninsulares, interesando aquí mostrar cómo los grupos de las élites políticas y económicas de México (y en menor medida Veracruz) comenzaron a tomar posiciones tan enfrentadas como las que acabarán manifestando Melchor de Talamantes o los almaceneros españoles y el consulado de comercio. Vuelve entonces la mirada analítica de nuevo a la España metropolitana para describir el proceso de conformación de un gobierno sin monarca presente, el enfrentamiento entre la Junta Central y la de Sevilla (que se quería suprema de España e Indias) y la solución finalmente adoptada de convocar un parlamento imperial. La última parte del libro estudia, de nuevo de vuelta a la Nueva España, el definitivo distanciamiento entre las élites capitalinas de México y el fomento de un discurso basado en la idea de la opresión española.
Al igual que los demás volúmenes de este gigantesco estudio, éste está profusamente trabajado. Las fuentes que maneja son de una notable variedad y riqueza y la bibliografía citada al final del libro es bastante completa. Como suele ser norma en la academia estadounidense, sin embargo, el uso de la misma en castellano deja bastante que desear. No es que no se conozca, repito, sino que no aparece referida luego en el momento en que sería de esperar. Lamentablemente, se pierde así la ocasión de haber entablado algún tipo de debate con autores que han venido sosteniendo puntos de vista diferentes o complementarios. Un ejemplo: habría sido sumamente interesante que los Stein hubieran entrado en debate con lo que la historiografía americana y española ha venido produciendo acerca del proceso de conformación de juntas que tan de lleno toca al asunto de este libro. Lejos de ello, tanto en la parte segunda, que dedican al intento de crear una junta (Cortes) en México, como en la última, donde estudian la ruptura definitiva entre las élites capitalinas tras la actuación irregular contra el virrey, las referencias son casi únicamente a fuentes primarias. En algunas ocasiones -como, repito, es recurrente en la academia estadounidense- esto puede llevar a reiteraciones historiográficas que sin duda serán novedosas para quienes en aquel ambiente académico únicamente se manejen en inglés, pero que no lo son en absoluto para el mundo académico que se produce en español.
Un último apunte crítico, que tiene también que ver con el idioma. Los autores han optado, y me parece excelente, por reproducir en su idioma original algunas referencias, aquellas que consideraron más descriptivas para su argumento. La editorial debería haber sido más cuidadosa con este aspecto, pues no pocas veces la traducción deja que desear y en alguna hasta resulta equívoca o incomprensible para la lectura.
Como colofón a una obra general que ha tenido como objeto explicar el proceso de consolidación y crisis de un imperio atlántico, este volumen está orientado por la relación entre crisis y búsqueda de salidas a la misma. Por una parte, se centra con meticulosa atención en el estudio de dos crisis simultáneas que se cruzan generando una crisis general del imperio, producidas ambas en 1808, una en España y la otra en México. Por otra parte, reconstruye el proceso de toma de posiciones y de elaboración de diferentes estrategias de salida a dicha crisis, tanto en la parte metropolitana como en la colonial. Por supuesto, se trata de episodios que la historiografía ha analizado ya pormenorizadamente, pero lo que aporta este libro es una visión conjunta de ellos y, así, la posibilidad de consolidar la visión atlántica de la crisis que la historiografía hispanoamericana ya venía estableciendo.
Gracias a la paciencia y meticulosidad con que los Stein han expurgado archivos y bibliotecas podemos ahora comprender mejor algunos aspectos de estas crisis cruzadas. Por ejemplo, el papel que América jugó en los acuerdos dinásticos de Bayona al dar por sentado, tanto el emperador de los franceses como el rey de España, que sus dominios seguirían todos ellos una misma directriz. Como bien ven los autores, fue quizá éste uno de los momentos en que de manera más evidente se puso de manifiesto el desconocimiento del contexto político del espacio colonial, pues nada estuvo más lejos de la realidad. Aunque lo mencionan luego en varios momentos, deberían haber insistido más aquí en la importancia que pudo tener en esa idea puramente colonial y carente de voluntad y capacidad de respuesta autónoma de América la presencia en Bayona de un personaje como Dominique Dufour de Pradt, que será el gran divulgador del neocolonialismo en la Europa posterior al tratado de Viena.
También podremos ahora entender mejor el nexo entre las crisis metropolitana y novohispana a través del eje Sevilla-Cádiz. Uno de los valores más notables de este estudio es la reconstrucción de los hilos que permanentemente comunicaron México (y Veracruz) con Sevilla (y Cádiz) desde la hora cero de la crisis de 1808. El eje comercial interrumpido o enormemente dificultado desde Trafalgar, que vio como bálsamo milagroso la recomposición de las alianzas estratégicas españolas con la formación de la Junta Central, fue también un eje de la política imperial y de sus intensos y decisivos debates en el bienio 1808-1810.
En esta reconstrucción es de especial interés el estudio de los alineamientos de las élites, tanto en Sevilla y Cádiz (una vez que la Central se retira a la primera y la Regencia lo haga hasta Cádiz) como en México. A diferencia de lo que cabría esperar siguiendo una lógica sociológica, resultará que será la “burguesía comercial” la que más reacia se muestre a cualquier cambio en el orden político que cuestionara el orden comercial del imperio fundamentado en el monopolio y la exclusión. Mientras en La Habana se abogue por generar allí el gran almacén de distribución regional de productos de toda procedencia (de “naciones amigas”, entre las que se contaría, por supuesto, a Estados Unidos), en Sevilla y Cádiz se harán todos los esfuerzos por torpedear cualquier iniciativa tendente a habilitar este comercio abierto. Si formaba parte de esa visión imperial monopolista o, cuando menos, exclusivista, la subordinación política de América y de los americanos, ¿por qué entonces desde enero de 1809 se les invitó a la fiesta política abierta con la creación de la Central? Ésta es una de las cuestiones que la historiografía americana y española han venido debatiendo en los últimos años, llegando -como aquí los Stein- a conclusiones que han girado siempre en torno a las acuciantes necesidades fiscales de la parte metropolitana para financiar su resistencia a la grande armée. Eso es perfectamente coherente con los trabajos que Carlos Marichal ha venido dedicando al estudio de lo que bautizó como submetrópoli mexicana. Sin embargo, del relato que reconstruye este libro sobre los debates y disputas entre las diferentes formas de interpretar la crisis y su salida, se puede deducir que, como ha señalado también parte de la historiografía, pesaban también otras razones. Para empezar, las derivadas de la pugna política abierta desde el momento en que las juntas españolas decidieron crear un “centro de poder”, un gobierno de la monarquía, una vez que la corona y el Consejo de Castilla habían quedado invalidados o desacreditados. Pero también debería aquí tenerse presente la evolución de las identidades territoriales dentro de la monarquía española, que se había intensificado de manera pareja al proceso de imperialización de la monarquía en las décadas finales del siglo XVIII.
Para un estudio como el presente, concebido para dar cuenta de una crisis cruzada en el Atlántico -recuérdese el título del volumen-, este dato resulta estructural. En efecto, como muestran los autores, desde enero de 1809 las cosas cambiaron drásticamente en el gobierno imperial español. El intento -vano a la postre, como ha mostrado recientemente Josep M. Fradera- de suplir la monarquía con una nación imperial tuvo que hacer desde entonces permanentemente cuentas con la parte americana, no valiendo ya el discurso impositivo que había manejado el comercio monopolista. El último intento al respecto -la representación que remitieron desde México a las Cortes- provocó una reacción totalmente adversa. No es que no se hicieran ilusiones al respecto, sobre todo una vez que Fernando VII declaró inexistente toda la labor de las Cortes, pero ya nada podría volver a ser como antes. Ésta sería quizá la conclusión a la que llega la lectura de este impresionante volumen: el intento de supervivencia de los comerciantes como casta privilegiada del imperio se saldó finalmente con la desarticulación del sistema mismo que les consentía mantener esa misma posición. La lección pareció aprenderse rápidamente en La Habana, donde se concentrará desde 1825 el reducto de ese nudo imperial atlántico español.
4 La historiografía es enorme, pero hay bastantes síntesis que analizan el estado de la cuestión en sus diversas etapas, por ejemplo: Patricia Seed y Philip F. Rust, “Estate and Class in Colonial Oaxaca Revisited”, en Comparative Studies in Society and History, 25: 4 (oct. 1983); Leo J. Garofalo y Rachel Sarah O’Toole, “Introduction: Constructing Difference in Colonial Latin America”, en Journal of Colonialism and Colonial History, 7; 1 (primavera 2006), pp. 1-9; y Patrick J. Carroll, “El debate académico sobre los significados sociales entre clase y raza en el México del siglo XVIII”, en María Elisa Velázquez Gutiérrez (coord.), Debates históricos contemporáneos: africanos y afrodescendientes en México y Centroamérica, México, inah, cemca, unam, ird, 2011, pp. 114-123. Para un estudio que señala las inconsistencias de las clasificaciones sociales véase David Carbajal López (coord.), Familias pluriétnicas y mestizaje en la Nueva España y el Río de la Plata, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 2014.