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Historia mexicana

versión On-line ISSN 2448-6531versión impresa ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.71 no.4 Ciudad de México abr./jun. 2022  Epub 04-Abr-2022

https://doi.org/10.24201/hm.v71i4.4096 

Reseñas

Sobre Jan Bazant en tres tiempos: historia, viajes y orquídeas, selección y prólogo de Anne Staples

Rafael Rojas* 

*El Colegio de México

Jan Bazant en tres tiempos: historia, viajes y orquídeas. Staples, Anne. Ciudad de México: El Colegio de México, 2019. 630p. ISBN: 978-607-628-877-1.


En el obituario que dedicó al prolífico mexicanista checo Jan Bazant, en Historia Mexicana, en 2013, Anne Staples anunciaba la publicación de un conjunto de manuscritos del historiador que habían preservado sus hijos Jan y Mílada. Aquellos manuscritos permitían delinear la biografía intelectual de ese viajero e investigador incansable, pero también la historia de algunos de sus principales libros: la Historia de la deuda exterior de México (1968), Los bienes de la Iglesia en México (1971), Cinco haciendas mexicanas (1975) o el raro y brillante Antonio Haro y Tamariz y sus aventuras políticas (1985).

Todos esos libros fueron publicados por El Colegio de México y decenas de artículos de Bazant aparecieron en publicaciones de la misma institución, como Historia Mexicana y Diálogos. Ahora Anne Staples ha rescatado aquellos manuscritos y artículos, más otros publicados en El Trimestre Económico y Cuadernos Americanos, en una antología que reintegra la imagen de un autor y una obra entrañables para la historiografía económica, política y social del México moderno.

La primera parte de esta antología está compuesta por tres manuscritos inéditos que tienen que ver con la prehistoria del Bazant historiador. Emerge, en estos fragmentos de memoria inconclusa, el perfil de un joven socialista checo que llega a México en el otoño de 1938 en busca de la colonia marxista que se ha creado en torno a la residencia de León Trotski en Coyoacán. Durante todo un año Bazant formó parte del equipo de asistentes y traductores del viejo líder bolchevique.

Los textos esclarecen pasajes hundidos en la penumbra o el mito como los del distanciamiento entre Trotski y el joven Bazant, por la caracterización que hizo este último de la URSS como un capitalismo de Estado, tras el Pacto Ribbentrop-Mólotov de agosto de 1939, o por la menos documentable neutralidad de Trotski ante el conflicto entre los posibles sucesores de Lázaro Cárdenas, Manuel Ávila Camacho y Francisco J. Múgica, a quien habría respaldado Bazant. Pero, sobre todo, estos manuscritos permiten rearmar el talante de un joven Bazant, ubicado desde entonces en una izquierda antifascista y, a la vez, antiestalinista.

La segunda sección de la antología rescata textos más ensayísticos en los que Bazant hace memoria del proceso de investigación de Los bienes de la Iglesia en México (1971), de viajes a Nápoles en busca de los descendientes de Hernán Cortés, de intentos de una microhistoria del barrio San Ángel, de compras de orquídeas en Tepotzotlán con su hermano, de un viaje en tren de Pekín a Moscú, de otro en auto de su natal Brno a Génova, y de otro viaje más, a Dublín, cuando se celebró el centenario de James Joyce en 1982.

La tercera parte recupera los principales artículos de Bazant en medio siglo de carrera académica. Son textos que tienden puentes entre aquel joven trotskista de los años treinta y el historiador profesional de los sesenta. Uno de los primeros es un estudio comparativo de la revolución mexicana y la revolución rusa, publicado en Cuadernos Americanos en 1948. En contra del marxismo más acartonado, Bazant sostenía que las dos tuvieron componentes similares: clases medias progresistas, campesinado, movimiento obrero. La diferencia consistió en las hegemonías que resultaron de ambas: la constitucionalista-sonorense en el caso mexicano y la bolchevique en el ruso.

A esos primeros análisis siguió una inmersión prolongada en la historia económica de México que lo llevó al mundo de las haciendas entre el virreinato y el porfiriato. El punto de partida fue, otra vez, el marxismo heterodoxo: “México se desarrolló en los siglos XVI-XIX esencialmente dentro del ritmo evolutivo de la economía europeo-occidental”. No hubo tal “transición del feudalismo al capitalismo” que el marxismo soviético quería ver en las economías coloniales latinoamericanas y que, varios años después, también negarían los economistas y sociólogos de la teoría de la dependencia.

En otro ensayo, publicado en Historia Mexicana en 1960, que se volvería referencial y que serviría de base teórica para todo el proyecto académico de Bazant, el historiador comparaba las tres grandes revoluciones de la historia de México: la de la Independencia, la de la Reforma y la que estalló en 1910 contra el régimen de Porfirio Díaz. Si la primera había sido, a su juicio, la mezcla de una revolución nacional y una contrarrevolución clerical, la segunda fue la forma más plena de la revolución liberal en México. Aquí reiterará que es un error considerar la Revolución de 1910 como “revolución burguesa”, como reiteraba la historiografía soviética, y no como una revolución popular que sufre una institucionalización burocrática.

Tras esos dos ensayos que podríamos llamar “programáticos”, la obra de Bazant se adentra en estudios concretos de historia económica y social, como los de las industrias textil y algodonera en Puebla, la fortuna de los descendientes de Hernán Cortés, las haciendas azucareras y tabaqueras de Atlacomulco o los negocios de Joseph Yves Limantour -padre del que sería supersecretario de Hacienda de Porfirio Díaz- en Veracruz, donde, al parecer, vendía armas lo mismo a liberales que a conservadores, y en la Alta California, donde desarrolló jugosas operaciones de marina mercante y compra de tierras.

También estudió Bazant, en aquellos artículos sueltos, los archivos de Puebla y Zacatecas, casos de infidencia durante la intervención francesa, la construcción del acueducto de Ixtapan de la Sal, la situación de los peones y aparceros mexicanos antes de la Revolución, los enredos de José María Tornel, Mariano Riva Palacio y Manuel Escandón en torno a la compra y venta de la hacienda de San Juan de Dios en Chalco, las cuentas de un capellán de la hacienda de Bocas, en San Luis Potosí, o la nómina de la hacienda de San Bartolomé de Tepetates en Hidalgo.

Todas aquellas intervenciones de ese historiador laborioso que fue Jan Bazant exponen el cajón de sastre de sus grandes investigaciones y, a la vez, describen un arco de intereses de la mayor relevancia para la historia de México en nuestros días: la corrupción, las élites del poder económico y político, las rígidas jerarquías sociales en un país estamental, las causas de las revoluciones populares. Esta antología está llena de pistas y enseñanzas para los jóvenes historiadores mexicanos. De cada uno de sus artículos podría surgir un libro que interrogue las claves del pasado que nos constituye.

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