Para la doctora Pilar Gonzalbo Aizpuru
con gratitud
Las aproximaciones historiográficas sobre la santidad hispanoamericana han sido trabajadas desde varias perspectivas, mismas que se han centrado en resaltar las problemáticas que han limitado la inclusión de personajes hispanoamericanos en la lista del santoral apostólico.1 Un enfoque novedoso e interesante resulta de la atención prestada a la relación existente entre el desarrollo de los procesos de beatificación ante la Santa Sede y su relación con la edición de los libros hagiográficos impresos sobre las “vidas”2 de aspirantes a santos.3 Además de la narración hagiográfica sobre la vida del candidato, cabe decir que en estas ediciones se reflejó la actualización canónica postridentina sobre los procesos de beatificación; esto reorientó contenidos y generó paratextos justificativos y legales complementarios a los libros sobre las “vidas”. De manera paralela, también fueron perceptibles evoluciones en el formato editorial. Como ejemplo de esas adecuaciones, analizaremos el caso de la venerable madre María de Jesús Tomellín, el “Lirio de Puebla”, en el virreinato de la Nueva España.4 Esta religiosa nació el 21 de febrero de 1579, profesó en 1599 y falleció el 11 de junio de 1637; fue una criolla de primera generación por la parte paterna, y descendiente de nobles linajes por la materna.5 El estudio de su familia nos permite mostrar cómo la identidad indiana fue parte de una continua construcción cultural del criollismo.
Sobre María de Jesús se editaron cuatro “vidas”, todas escritas por europeos y, excepto la primera, todas fueron publicadas en el Viejo Continente; es sobre el análisis de este material impreso a lo largo de 80 años que centraremos este estudio. Aunque los cuatro libros mantienen, como todas las hagiografías, un esquema preestablecido similar al europeo, cada uno resultó distinto entre sí.6 Sus fuentes documentales variaron de un siglo a otro y en cada una de sus representaciones participaron diversos actores logrando, como resultado, libros diferenciados por su origen, promoción, financiación e inclusión en determinada fase del proceso de beatificación ante las autoridades diocesanas y apostólicas.7 Lo que unía a los cuatro autores era su interés en lograr la introducción de un caso de santidad femenina procedente del virreinato de la Nueva España en la Sagrada Congregación de Ritos (SCR) en la Santa Sede.8
En este artículo pretendemos acercarnos a la compleja articulación de intereses que se fueron dibujando y sobreponiendo con la impresión de cada hagiografía de la religiosa concepcionista. El objetivo es mostrar la importancia de las “vidas”, en este caso de sor María de Jesús, como un agente de la cultura devocional.9
De manera lógica para la época, se pensó que era posible establecer una simetría espiritual y piadosa en el ámbito del catolicismo occidental entre el Viejo y el Nuevo Mundo. La circulación de modelos culturales, impresos, visuales y materiales, desde el siglo XVI, tuvo resonancia en Hispanoamérica y sus habitantes aspiraban a reproducirlos en búsqueda de semejanzas.10
Las cuatro “vidas”
La edición de las dos primeras biografías coincidió con los afanes espirituales y devocionales de grupos apoyados por el clero secular local. Cabe considerar que el respaldo eclesiástico, además de ser necesario, podía verse, ante los ojos de los cardenales en Roma, como sinónimo de la fortaleza alcanzada por los dirigentes del grupo clerical en las Indias Occidentales. Las siguientes dos biografías impresas sobre la vida de sor María de Jesús, en torno a la primera mitad del siglo XVIII, se facturaron totalmente en Roma con el objeto de generar una actualización del expediente de la causa de beatificación ante la Sagrada Congregación de Ritos y, sobre todo, dar a conocer a la religiosa concepcionista novohispana en el Viejo Continente.11
Para entender las diferenciaciones editoriales asociadas a determinadas fases del proceso de beatificación de la madre Tomellín, en una primera parte de este artículo se analizarán las intenciones de sus autores al escribir y editar las “vidas” de esta religiosa. Éstas quedaron expresadas en los datos de las portadas de cada edición; funcionaban a manera de un esquema estructural en el que se especificaban, además del tema a tratar en el título, los objetivos y el nombre e importancia de los personajes implicados en su factura, aceptación y financiación. En una segunda sección nos centraremos en mostrar cómo cada una de las biografías de María de Jesús expresó adecuaciones asociadas a las políticas que sobre las beatificaciones fue imponiendo la Santa Sede a lo largo de ochenta años. A las páginas dedicadas a los arbitrajes y controles previos a la inclusión del libro en los circuitos de la cultura impresa durante la etapa colonial,12 se añadieron las dedicatorias, las cartas al lector y las protestas. Es sobre estos últimos apartados que enfocaremos nuestra atención. Finalmente, en una tercera parte analizaremos la organicidad interna de los textos biográficos de María de Jesús. Esto con el objeto de mostrar las adecuaciones que en el formato editorial experimentó un caso novohispano en la circulación del libro europeo sobre esta temática. En este sentido es posible percibir las modificaciones introducidas en el diseño y la impresión de estos libros entre un siglo y otro. Como resultado de esta “empresa divina”, se le otorgó un rostro al personaje y se le dotó de una iconografía específica a María de Jesús.
Las portadas
Los libros, como es el caso de los que aquí estudiamos, después del rígido forro de vitela de los encuadernados en el siglo XVII, o de cartón forrado ya en el XVIII, iniciaban directamente con una página en blanco que servía de guarda y antecedía a la portada impresa.13 En esta última se sintetizaba a grandes rasgos la información sobre la intencionalidad de la obra. Además del título, se aludía, en el caso de las biografías, a las fuentes documentales que sirvieron de soporte a cada escritor, la dedicatoria de su trabajo, el nombre de su patrocinador, y en la parte inferior el nombre y grado o cargo del autor; cerraba la información de esta página el título y estatus de la casa impresora. El siguiente cuadro da cuenta de los datos contenidos en la primera página de cada una de las citadas obras impresas y que refieren los datos relevantes de sus autores para entender sus variantes.
Título | Autor | Dedicatoria u objetivo | Obispo y promotores | Financiación | Casa impresora y año de impresión |
Vida de la Madre María de Jesús (1630- 1637) | Sor Agustina de Santa Teresa 1630 ca. | Testimonial | Gutierre Bernardo de Quirós (1627-1638) | Interna | Manuscrito |
Vida y virtudes de la Madre María de Jesús (1630-1637) | Jesuita Miguel Godínez 1630 ca. | Testimonial | Gutierre Bernardo de Quirós (1627-1638) | Interna | Manuscrito |
Vida y virtudes heroycas de la Madre María de Jesús, religiosa professa del convento de la Limpia Concepción de la Virgen Maria N. Señora de la Ciudad de los Angeles14. | Canónigo Francisco Pardo 1676 | A la Emperatriz Soberana del Cielo María Señora Nuestra | Diego Osorio Escobar y Lamas (1656-1673 ) | Antonio del Castillo Camargo, caballero de la Orden de Santiago. | México/con licencia 1676/ Viuda de Bernardo Calderón en la calle de San Agustín |
Vida, virtudes, trabajos, favores y milagros de la V. M. Sor María de Jesús angelopolitana religiosa en el insigne Convento de la Limpia Concepción de la Ciudad de los Ángeles en la Nueva España y natural de ella15. | Licenciado Diego de Lemus 1683 | A la Soberana Emperatriz del cielo María Madre de Dios. | Manuel Fernández de Santa Cruz (1676-1699) | A costa de Anisson y Posuel. | Leon / Francia/con privilegio 1683/ Anisson y Posuel con privilegio |
Storia della vita, virtú, doni, e grazie della Ven. Serva di Dio Suor Maria di Gesu, monaca professa nel Venerabile Monistero della Concezione di Angelopoli nelle Indie Occidentali16. | Fray Giuseppe della Madre di Dio 1739 | A la Real Maestà di María Amalia Regina delle due Sicilie | Concepcionistas promotoras de la causa y el obispo Domingo Pantaleón Álvarez de Abreau (1743-1763) | Concepcionistas promotoras de la causa | Roma/con licenza dei Supeiori/ 1739/ Per Antonio de Rossi |
Vida, virtudes y dones sobrenaturales de la Ven. Sierva de Dios la Madre Sor María de Jesús. Religiosa profesa en el V. Monasterio de la Inmaculada Concepción de la Puebla de los Ángeles en las Indias Occidentales17. | Fray Felix de Jesús María 1756 | A la noble y Leal ciudad de la Puebla de los Ángeles. Por el postulador de la causa. | Concepcionistas promotoras de la causa y el obispo Domingo Pantaleón Alvarez de Abreu (1743-1763) | Concepcionistas promotoras de la causa | Roma/con licencia de los superiores/ 1756/ Imprenta de Joseph y Phelipe de Rossi |
Elaboración propia con base en las portadas de los documentos y de las cuatro biografías impresas de sor María de Jesús, manuscritos del ASV y del ACPCP.
En esta sección nos centraremos en describir los rubros correspondientes a los títulos, fuentes documentales y dedicatorias de manera general.18 Contextualizaremos el único caso en el que se menciona al patrocinador de la primera biografía, pues nos permite asociarlo al linaje familiar de la religiosa concepcionista y comprender la complejidad del proceso editorial en el siglo XVII.
El rubro de los títulos
El título del libro en la portada anunciaba propiamente la tipología editorial devocional en la que se inscribía la obra.19 Ésta debía estar acorde a las recomendaciones hechas por los examinadores del Santo Oficio y a las decretales de la Santa Sede previas a las causas de canonización. Se pretendió desde el siglo XVI ajustar los modelos de santidad pretridentinos despojándolos de contenidos que ahora resultaban poco ortodoxos, como las visiones, locuciones y profecías que habían caracterizado a las impresiones de “vidas” tardomedievales. Estas recomendaciones estuvieron encaminadas a normar los requisitos de la santidad bajo la óptica del racionalismo.20
Los títulos de las biografías de María de Jesús muestran que, aunque se intentó, no pudo lograrse del todo el objetivo de insertar la “Vida” de esta insigne religiosa en la pretendida modernidad encausada desde Trento.21Si bien es cierto que en los cuatro títulos se mencionan las virtudes como uno de los ejes conductores, cada título se fue completando y enriqueciendo y pasó de ser Vida y virtudes heroicas de la Madre María de Jesús, en la impresión de 1676, a Vida, virtudes y dones sobrenaturales de la venerable Sierva de Dios… en la de 1756, como se muestra en el cuadro anterior. Esto sugiere que las recomendaciones hechas desde Roma sólo fueron atendidas en cierto sentido aunque nunca dejaron de ser componentes importantes de esta “Vida” para sus biógrafos y para sus devotos.
Fuentes
Se pueden reconocer dos tipos de textos documentales que sirvieron de base a las biografías de los siglos XVII y XVIII respectivamente. Alrededor de 1630 y con la aprobación del obispo Gutierre Bernardo de Quirós (1627-1638) comenzó la redacción de los textos hagiográficos escritos por la compañera de celda de María de Jesús, Agustina de Santa Teresa.22 Se ordenó la factura de estos documentos con el objeto de dejar testimonio directo de la observación de la singular vida de la venerable religiosa. Se levantó evidencia de sus dones sobrenaturales por orden del confesor de ambas, el jesuita Miguel Godínez.23 Él los complementaría y haría su propia redacción, más organizada y sustentada teológicamente. Ahí daría cuenta de las virtudes y dones con que, mediante la gracia, el Señor había dotado a la religiosa. Fue con este material que Francisco Pardo escribió la primera biografía de María de Jesús. Con la llegada del obispo Juan de Palafox en 1640 se compartiría la intención, entre el obispo-virrey y el jesuita Godínez, de completar un expediente diocesano. Ambos visualizaban la idea de una posible canonización procedente de la Nueva España, pues ya se contaba con el precedente de Santa Rosa de Lima. Lemus, el segundo biógrafo, era un presbítero segoviano que escribió en España e hizo imprimir en castellano la biografía de María de Jesús en Francia. Añadía en su presentación que, además de los documentos originales, “contó con una copia de las informaciones que el obispo de la diócesis había formado para remitir el caso a la Sede Apostólica”.24
La tercera biografía fue hecha por fray Giuseppe della Madre di Dio, en Roma, en 1739. Él menciona haberse basado en los sumarios hechos a finales del siglo XVII por el entonces procurador de la causa. Estos cuadernos se tradujeron al italiano y al latín con el objetivo de lograr una mayor comprensión del caso de María de Jesús por parte de los cardenales miembros de la SCR. El fraile, además de esos documentos, completó la investigación con los hechos, traducidos y presentados por él mismo ante la corporación vaticana. Estos últimos formaron parte del expediente de beatificación de la religiosa concepcionista. Este conjunto de documentos fueron utilizados y actualizados en la cuarta y última obra, la facturada por Félix de Jesús María, impresa en castellano, 17 años después, también en la Ciudad Eterna.
Las dedicatorias y los patrocinios
Las dedicatorias se mencionan en un párrafo en la portada funcionaban a manera de anclaje devocional o político y justificativo por parte del autor. En las ediciones del siglo XVII la devoción a la Virgen María sería el móvil que uniría a Pardo y a Lemus. Esta manifestación de religiosidad era coherente y se asociaba con la abierta tendencia inmaculista declarada en Puebla desde principios de esa centuria. La tercera biografía, escrita por fray Giuseppe della Madre di Dio, estuvo dedicada a la reina María Amalia, Regina de las dos Sicilias; esta intención obedecía a la necesidad de reforzar, por parte de la monarquía, una propuesta de beatificación, a manera de lo estilado en Europa. Mientras, la cuarta y última vida escrita sobre María de Jesús aludió a la nobleza y engrandecimiento de la ciudad de Puebla como merecedora, por su lealtad a la Corona, de tener la distinción de contar con una santa.
Resulta de particular importancia mencionar quién fue el único patrocinador mencionado en una portada. Se trató de la primera edición de Vida y virtudes heroicas de la Madre María de Jesús, de 1676, escrita por Francisco Pardo. La presencia en la portada de don Antonio del Castillo Camargo25 permite un breve acercamiento a su familia y mostrar los orígenes genealógicos de esta candidata a santa con la cual estaba emparentado el mecenas de la obra. Los datos históricos de este linaje familiar representan una síntesis de las actividades individuales y familiares de un grupo de indianos cuyos nexos entre los dos mundos generó riquezas, propuso un modelo cultural novohispano y pretendió implantar una devoción en el ámbito del catolicismo occidental.
María de Jesús era criolla hija de un español y una criolla, María Campos. Su madre y toda su descendencia ya habían nacido en América. Vivió su infancia en Puebla de los Ángeles junto con sus otros seis hermanos, cuatro varones y dos mujeres más. Para María, por ser la hija mayor, el padre tenía apalabrado un redituable matrimonio, mismo que se frustró por el interés de la joven en hacerse monja concepcionista.26 Además de María, Ana, su hermana menor, también fue religiosa en el recién fundado convento de la Limpia Concepción.27 En el ámbito familiar únicamente se logró consolidar el desposorio de su hermana Isabel con Sancho Campero Zorrevilla Fernández, el 17 de junio de 1602. Él era natural de Abionzo, en el Valle de Carriedo en Burgos, reconociéndose como Señor de la casa solar de Campero y Zorrevilla. Este matrimonio llevo a la criolla Isabel Tomellín Campos a Sevilla, donde procreó a Mariana y José Sancho Campero Zorrevilla Campos. Este último llegó a ser caballero de la Orden de Santiago y, al igual que su abuelo materno, también viajo a Nueva España; en Campeche fue capitán general y gobernador de Yucatán. Contrajo nupcias con Antonia Múgica Castillo Camargo, criolla originaria de Veracruz.28 Uno de los hijos de esta rama familiar es el que llama nuestra atención, don Antonio Castillo Camargo, que fue el financiante de la primera “Vida” de María de Jesús, su tía abuela.
Fuente: elaboración propia, con base en Jesús María, Vida, virtudes y dones, AGI, Licencia de pasajero de Juan García Tomellín, 1584, Indiferente, 2061, N. 144; Pineda Mendoza y Zárate Sánchez, Catálogo de documentos de arte; APSM, Bautismos de españoles, vol. 1, 1545-1591, ff. 127v., 133, 144, 160v., 173v., 187, recuperado de FamilySearch el 27 de abril de 2021, en: https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:939V-5FBK-9?mode=g&cc=1837906; AGNCMX, Fondo Antiguo, siglo XVI, vol. 11, leg. 3, ff. 1038-1038v.,1010-1011; vol. 5, leg. 10, ff. 784v.-785; vol. 150, leg. s/n, ff. 749-750; vol. 3353, leg. s/n, ff. 592-502v.; recuperado del Catálogo de Protocolos del Archivo General de Notarías de la Ciudad de México del Seminario de Documentación e Historia Novohispana del Instituto de Investigaciones Históricas UNAM, el 19 de septiembre de 2020, en http://cpagncmxvi.historicas.unam.mx/catalogo.jsp .
Aun cuando la factura de la primera hagiografía contó con el apoyo económico de la fábrica espiritual del Cabildo Catedral, el complemento de la financiación de la obra se debió a su pariente. Como se muestra en el cuadro genealógico, este hecho puede tener varias lecturas; una primera atañe al incremento del capital material y honorífico de las familias Tomellín Campos, Zorrevilla Campos y su unión con la de los Castillo Camargo. Otra, quizá subyacente, era poder mostrar que los migrantes españoles en América, además de incrementar su capital económico, invertían en el simbólico pretendiendo acceder a un pequeño escaño en la jerarquía celestial y, sin lugar a dudas a un reconocimiento social en su lugar de origen. El estudio parcial de este amplio linaje sirve de ejemplo para mostrar la participación directa e indirecta de intereses indianos. Las hijas de Sebastián Tomellín eran criollas y ambas desempeñaron papeles notables en el monasterio. Finalmente, el resto de la familia Tomellín Campos se había vuelto a España, dejando a dos hijas monjas en el Nuevo Mundo.29 La edición del libro sobre María de Jesús, directa o indirectamente, repercutía en el reconocimiento de la piedad familiar como parte de un estatus que pretendía ser validado tanto en España como en América en el siglo XVII.
Los autores, su contexto y las políticas de beatificación
En este apartado pretendemos mostrar el paralelismo existente entre los procedimientos de beatificación en las etapas diocesana y apostólica y las ediciones de las biografías en los siglos XVII y XVIII impresas tanto en México como en Europa. Contextualizar el periodo que cobijó la edición de los libros nos servirá para dar una idea aproximada de los tiempos y lo dilatado de los procesos que justificaron cada factura.
Como ya se mencionó, fue gracias al interés del obispo Gutierre Bernardo de Quirós (1627-1638), quien conoció personalmente a María de Jesús y asistió a su impactante funeral, que dio inicio la escritura de los primeros manuscritos sobre la religiosa concepcionista. De manera paralela crecían los intereses locales y la afición a la Venerable; sus milagrosas manifestaciones y su difusión comenzaban a rebasar los límites de Puebla y empezaba a ser conocida en el virreinato.30 Décadas después continuó el interés diocesano por la procuración de esta “causa”. En 1661 el obispo Diego Osorio Escobar y Llamas (1656-1673) instruyó la creación del proceso diocesano. Bajo su mitrado, en 1672 se dio al expediente forma “pre escrita y se envió al Papa Urbano VIII, a la vez que fue introducido en la Sagrada Congregación de Ritos”.31 Su sucesor, el obispo Manuel Fernández de Santa Cruz (1676-1699), contribuyó a fortalecer el citado expediente pues, además de la recopilación documental hecha por su antecesor, llevó a cabo el levantamiento de una primera testificación entrevistando a 146 personas, entre monjas y testigos seculares. Éstos habían conocido en vida a la venerable madre María de Jesús y ya habían transcurrido justo 24 años de su fallecimiento.32 Se pretendía, mediante esta documentación, afianzar el primer escalafón en la ruta de la canonización. Una década más tarde, el mismo obispo, y siendo aún el cardenal Gaspar Carpegna el agente relator y promotor nombrado por las autoridades de la Santa Sede en 1674 para conducir esta causa,33 emitió una solicitud a la SCR. Él pedía dispensa de tres años, antes del tiempo requerido, para hacer una primera exhumación de los restos de sor María de Jesús.34 Aun cuando no se había aceptado pasar a la fase apostólica del proceso, esta petición se asociaba con el deseo de contar con testimonios materiales de la incorruptibilidad de los restos y con esto “adelantar la causa”.35
Este conjunto de procedimientos corrió paralelo a la factura de la primera biografía de María de Jesús.36 Ésta fue escrita por Francisco [García o Sánchez] Pardo. Sobre este autor Beristáin y Sousa apunta su origen gallego, pues fue descendiente de migrantes que se avecindaron en Puebla cuando él aún era pequeño. Estudió en el Seminario Tridentino de la Puebla de los Ángeles, donde se graduó en 1636, destacándose en los campos de la literatura y la música.37 Mientras era estudiante y capellán de coro, conoció a Juan de Palafox.38 Ya ordenado como presbítero y bajo el mitrado del obispo Osorio Escobar y Llamas, a Pardo se le encargaron los poemas con los que se decoraron diversos arcos triunfales dedicados a la entrada de los virreyes por la ciudad entre 1664 y 1673. Este hecho seguramente influyó en su capital social como autor intelectual.39 Tres años más tarde, en 1676, publicó la vida de la madre María de Jesús, advirtiendo que su obra “se basaba en los documentos que Osorio y Escobar había autentificado”.40 No cabe duda que la factura de esta primera biografía fue ordenada y patrocinada por este último obispo, mismo que sentía especial afinidad con su autor,41 como lo demuestra en el otorgamiento de la licencia de su impresión. Por su parte se aprobó que el Cabildo Catedralicio financiara la impresión de la “Vida” con 200 pesos de la mesa capitular en 1675. Su posterior difusión correspondió al mitrado Manuel Fernández de Santa Cruz (1676-1699), quien retomó el interés por el seguimiento diocesano de la causa.42
De manera particular en la censura del libro de Pardo, se deja ver que la causa ya había sido introducida en Roma y que la factura de este texto obedecía al reconocimiento de la llegada de los decretos del papa Urbano VIII expedidos por la SCR. En éstos se aprobaba la introducción del expediente condicionado a demostrar la certificación diocesana de non cultu.
La casa editora
Vida y virtudes heroycas de la Madre María de Jesús, religiosa professa del convento de la Limpia Concepción de la Virgen María N. Señora de la Ciudad de los Ángeles.43 Por primera vez se imprimía en la ciudad de México, en la imprenta de la viuda de Bernardo Calderón.44 El nombre de la casa editora aparecía en la portada a manera de colofón y daba cuenta del estatus de la misma ante las corporaciones de impresores y libreros y ante el rey. La viuda de Bernardo Calderón posiblemente fue elegida para la impresión debido a que un año antes había publicado la primera biografía de una monja carmelita novohispana, además de poblana, la vida de la madre Isabel de la Encarnación.45 No obstante su importancia, su formato era pequeño, aunque voluminoso y poco manejable. Quizás con la intención de diferenciarse de la edición de la carmelita, la de la concepcionista se imprimió como obra mayor, en un cuarto de pliego. Se usaron tipografías diferentes y un encuadernado proporcional en vitela. Estas características hacían de este libro un objeto caro, asociado con la importancia que se pretendía connotar. Se trataba de la vida de una monja nacida en territorio novohispano que se daba a conocer al público lector de las ciudades más importantes del mismo. Con esto se daba inicio a la circulación de un libro que, si bien en un ámbito reducido geográficamente, servía de antecedente a las futuras ediciones.46
El obispo Fernández de Santa Cruz fue el principal financiante de la segunda biografía de la monja concepcionista. Él recibió de la Santa Sede la expedición de las cartas de reconocimiento de virtudes en grado heroico de la religiosa. 47 El mitrado encargó al presbítero español Diego de Lemus la primera biografía de María de Jesús impresa en Europa. Su factura cubría una necesidad social y política de grupos de indianos y criollos asociados familiarmente con las monjas concepcionistas en Puebla. Lemus las había frecuentado y tratado durante su residencia en la ciudad en la década de 1680, estableciendo una notable afinidad con la advocación conventual, quizás en alusión a su propio origen castellano.48 Su objetivo era la edición de un texto encaminado a difundir en Europa la existencia de esta novohispana candidata a santa. A su vuelta a España, Lemus fue nombrado cura beneficiado de la villa de Pedraza en el obispado de Segovia en Castilla y, como muestra de su reinserción al mundo europeo y de dar impulso a la causa, mandó a imprimir su texto a la ciudad de Lyon en Francia en 1683.49
De manera paralela, cabe señalar la coincidencia de esta impresión con la importante labor editorial de Fernández de Santa Cruz, pues logró en 1682 la edición en Sevilla de Práctica de la theología mystica cuyo autor era Miguel Godínez, el consabido confesor de las virtuosas religiosas Isabel de la Encarnación, la carmelita, y María de Jesús, la concepcionista.50 El obispo financió la segunda biografía de esta última monja en 1683; se puede considerar a este prelado como el personaje que cierra el ciclo cultural que caracterizó a la segunda mitad del siglo XVII, iniciado por Palafox en Puebla, al imprimir y avalar dos obras de particular interés del mitrado de Osma. Durante su prelacía se realizó la primera exhumación de los restos de la venerable María de Jesús, en octubre de 1685.51
La intervención del obispo Fernández de Santa Cruz para la autorización de este segundo libro sobre la venerable madre fue fundamental, y las razones de su impresión en Francia obedecían a la necesidad explicita de dar a conocer la vida de la venerable en Europa. Con esto se ampliaba el circuito de los libros de “Vidas” al universo europeo del libro y se corroboraba la similitud espiritual y cultural de una práctica común a ambos lados del Atlántico.52
De manera paralela a la edición de la segunda biografía, la causa de María de Jesús se introdujo en el Vaticano el 5 de octubre de 1686; los textos enviados por las autoridades diocesanas fueron revisados por teólogos, quienes objetaron algunas de las visiones y profecías.53 La Santa Sede emitió la sentencia de Non constare de requisitis.54 Si bien no fructificaba la causa, ésta tampoco se cerraba irremediablemente. Fernández de Santa Cruz continuó insistiendo y entre 1691 y 1695 dispuso de la realización de nuevas testificaciones. Éstas eran ahora indirectas pues habían transcurrido 48 años desde el fallecimiento de María de Jesús y ya no quedaban monjas vivas que dieran testimonio de sus milagros.
Entre 1709 y 1713 los documentos de la causa fueron sometidos a escrutinio sugiriéndose que debían dejar de lado las visiones y profecías que habían enturbiado el proceso, y aunque aún no se despejaba el dubio sobre el non cultu, la causa seguía su curso.55 La SCR tenía programada la reunión para discutir las nuevas argumentaciones el día 12 de abril de 1718, y don Antonio Mendoza y Escalante, ponente de la causa,56 por error hizo distribuir “a los cardenales la antigua versión […] y no cuidó que juntamente dichos cardenales recibieran la nueva documentación, hecha por el abogado de la causa”.57 Ahora sí, ésta estaba suspendida en 1718 y ante la pretensión de solventar el error, Mendoza y Escalante solicitó se incluyera nuevamente en la agenda de la SCR, siendo nuevamente rechazada en 1720.
Por recomendación de los cardenales se sugirió que la causa fuese llevada por un religioso y entre 1721 y 1756 se avocaron las religiosas a nombrar y financiar a nuevos procuradores en Roma, los padres fray Giuseppe della Madre di Dio,58 y como co-procurador fray Félix de Jesús María, su alumno. En Italia se generaron y articularon las intenciones de la beatificación gracias a la intervención de estos experimentados gestores adscritos a la orden de los trinitarios descalzos. Estos frailes españoles habitaban el convento de San Carlino alle Quattro Fontane de Roma y fueron quienes editaron las siguientes “Vidas” de la venerable María de Jesús, la tercera en italiano y la cuarta en castellano.
Estos últimos personajes fueron piezas clave en la continuidad del proceso apostólico. Se argumentó y comprobó la utilidad de su traducción al italiano y al latín y la distribución de los textos explicativos y justificativos dentro de la SCR por parte del primer fraile. Su labor fue efectiva ya que logró reintroducir la causa.59 Se despejaron las dudas teológicas sobre las profecías y visiones, y se agilizó el reconocimiento de “la causa” entre los cardenales que conformaban la nueva comisión dictaminadora. Fray Giuseppe della Madre di Dio dio un enorme paso con la organización del nuevo expediente, sólo quedó una duda impuesta por la Congregación de la Santa Inquisición sobre el non cultu.60 Se derogó el decreto de suspensión de la causa y el 26 de noviembre de 1735 se autorizó en la SCR así como la expedición de las letras remisoriales.61 El papa Clemente XII firmó y aprobó la reintroducción de “la causa” el 10 de marzo de 1736. Como consecuencia dio inicio el proceso apostólico para autentificar las virtudes y milagros en specie, mismas que servirían de fuente documental para las siguientes obras impresas.62 Cabe destacar que se argumentó la eficiencia de imprimir las “vidas”, pues era ya una tendencia conocida en Europa acompañada de sus respectivas traducciones en varios idiomas; el libro era un agente cultural que había fructificado y llevado a los altares al menos a dos santas, Santa Teresa de Jesús63 que contaba con 13 “vidas” y Santa Rosa de Lima con un número similar (1586-1617).64 De continuar el proceso, la “Vida” debía ser traducida e impresa a lo largo del mundo occidental. En 1739 vio la luz en lengua italiana el libro de fray José de la Madre de Dios,65 impreso bajo el cuidado de la casa de los Rossi como editores.66
Se estableció así un circuito basado en el flujo de dinero para la financiación de productos culturales que servían para actualizar la información y reposicionar políticamente a los interesados en “la causa”. Antes de la muerte de fray Joseph de la Madre de Dios, se consiguió que fray Félix de Jesús María ocupara el mismo cargo como procurador de la causa en Roma.67 La edición siguiente, de su autoría, estuvo francamente dirigida hacia el reconocimiento institucional de la venerable madre ante la Santa Sede. Él estaba convencido de poder hacer pasar a la fase de beatificación el caso de la madre María de Jesús, misma que no se logró, como lo describió el siguiente postulador, fray Francisco de San Juan Bautista.68
A lo largo del siglo XVIII se perciben cambios orientados a una mayor apertura en la recepción y continuidad de los procesos de canonización.69 Gracias a los trámites de fray Félix de Jesús María y a la última edición de la “Vida” se logró, por Pio VI, el 3 de julio de 1785, la declaración de la venerable vadre María de Jesús como sierva de Dios, en reconocimiento de sus heroicas virtudes.70 En Puebla, el obispo Domingo Pantaleón Álvarez de Abreu continuó con los trámites empezados por sus predecesores; el ponente de la causa en Roma fue el cardenal Antonio Andrés Gali. Después de tal declaratoria la causa podía continuar, dando principio al examen de los tres milagros requeridos.71
Ya con nuevos procuradores, el proceso se entorpeció hacia finales del siglo XVIII debido a la propuesta de conjuntar la beatificación de la venerable madre y la del obispo Juan de Palafox. El punto de unión entre los dos fue la profecía que había hecho la religiosa sobre la llegada del obispo virrey a Puebla.72 La tramitación de la “causa de la VM” quedo suspendida mientras que la del obispo recién en el siglo XXI logró el grado de beatitud.
La organicidad interna de las “vidas”
Conviene esbozar el complejo proceso de la impresión de cada biografía de la madre María de Jesús. Una vez terminados los manuscritos por los autores, éstos se entregaban a sus patrocinadores, monjas o seglares. Éstos hacían llegar una copia a las autoridades de la diócesis correspondiente para dar inicio al proceso legal previo al editorial. Como características específicas del conjunto de biografías aquí trabajadas, en los cuatro casos ya se contaba con el aparato paratextual que caracterizaría a obras editoriales debidamente escritas, leídas, aprobadas y censuradas desde la segunda mitad del siglo XVI.
Al igual que en Europa, los textos biográficos contemporáneos, sobre “vidas de monjas”, se pueden dividir en dos o tres secciones, según si se añadía algún apéndice o no. Una primera parte estaba conformada por el conjunto de los paratextos que se referían a la presentación y a la legalidad requerida y avalada por las autoridades eclesiásticas. Dentro de este grupo documental es posible distinguir las secciones escritas por los autores, mismas que serán las centrales en este análisis y que refieren la dedicatoria, la carta al lector y la protesta. La segunda gran parte era la obra en sí, y su plan y distribución se desplegaban en el índice anexo, localizado por lo regular al final del libro.
Las dedicatorias
La dedicatoria de cada obra aparecía a manera de un párrafo en el título, mientras que ya en el libro se convertía en un cuadernillo que aparecía inmediato a la portada. Las dedicatorias de Pardo y de Lemus coincidieron en su ofrecimiento a la “soberana emperatriz de los cielos”. La presencia de la Virgen como sujeto principal servía de puente imaginario entre España y Puebla pues integraba a una ciudad localizada en el universo de las Indias Occidentales a España, a manera de una reconocida prolongación del reino. La devoción mariana en la ciudad se había hecho patente como un símbolo de distinción de la Ángelópolis a emulación de la de Toledo.73 Ambas dedicatorias estaban en plena correspondencia con la fuerza inmaculista que se atribuyó como una de las principales advocaciones de la Madre de Dios.74 Y reflejaban la importancia económica y política de la urbe en el virreinato de la Nueva España, así que ¿por qué no podría aspirar a llevar a los altares a la primera santa novohispana?
Las dos ediciones de Roma variaron impresionantemente en sus intenciones debido al particular interés de asociarla directamente con el proceso de canonización en Europa. En el caso del padre Guiseppe della Madre di Dio, la obra obedeció a la necesidad de buscar apoyo de la alta nobleza europea, como lo sugería la práctica en Occidente. Consiguió el beneplácito real de la reina de las dos Sicilias, María Amalia, e ilustró esta asociación de manera espectacular mediante un grabado de media página a manera de agradecimiento. Esto permitiría su difusión en un círculo aristocrático europeo más cercano a las autoridades de la SCR. En su intención de continuar con el proceso apostólico recién aprobado, al ser reintroducida la causa, vinculaba su objetivo con las atribuciones de la realeza. Ésta conjuntaba los linajes sajones y austriacos y resultaba evidente que nuestro autor mantenía contactos con la corte, articulaba con este texto la autoridad papal con la real.
La última biografía, escrita por Félix de Jesús María, llama poderosamente la atención pues estuvo dedicada a la ciudad de los Ángeles, lo cual resulta por demás importante. Añade el autor que además de las cartas que enviaban las religiosas concepcionistas solicitándole que fuera el procurador de la causa: a su escritura había contribuido:
La lectura de los libros ha formado en mí el concepto [sobre la religiosa y la urbe], excitándome toda la admiración de las eminentes prerrogativas que ilustran a tan insigne ciudad, que la distinguen entre las más leales del Imperio Hispano, entre las más piadosas del orbe catholico, entre las más notables del Nuevo Mundo, entre las más felices del universo, todo quanto contribuye a la felicidad de una república, la justicia, la abundancia, ciencias, artes, la fidelidad, piedad y religión.75
Además de deshacerse en elogios a las bondades de la ciudad, el autor hace un recuento apologético de los hombres santos y notables y virtuosísimas mujeres de origen poblano.76 Esto reposicionaba a la orden concepcionista en Puebla, que, como patrocinadora del padre Félix de Jesús María, afianzaba la importancia de intereses criollos que emulaban los modelos de distinción europea y los posicionaba como pares. Otra novedad editorial fue la introducción de un libro impreso en Roma en idioma español.77
La carta al lector
Después de la dedicatoria se introducía “La carta al lector”; se trataba de un documento corto, de entre tres y cuatro páginas y media impresas. Fue común a las cuatro biografías y servía a los autores a manera de prefacio justificativo. En el caso de la obra de Lemus, se reiteraba que el objetivo de imprimir el libro era difundir la existencia de la religiosa en Europa. No se trataba de reeditar lo ya conocido, sino de reescribir y reinterpretar las fuentes documentales. Una lectura minuciosa le permitió seleccionar el material buscando la mayor coherencia literaria y teológica a partir de los apuntes de la biografiada, al respecto el autor apunta:
Que pues, aunque la secretaria de la Venerable, Agustina de santa Teresa, pretendió seguir un orden, el cual se le dificultaba pues, como ella escribía para conservar memorias y no para comunicarlas [las experiencias sobrenaturales], anotaba las cosas como se le ofrecían sin trabazón en los sucesos.78
Guiseppe della Madre di Dio y Félix de Jesús María, en las siguientes biografías, impresas en Europa en el siglo XVIII, hicieron hincapié en utilizar la documentación existente en la Secretaría de la SCR sobre los avances de la causa de la venerable madre en Roma. El fraile explica que, además de tener una copia de los testimonios originales con los que se introdujo la causa la primera vez, otros documentos justificaban y otorgaban validez documental a su obra:
Lo que a esta historia refiere ha sido dibujado a partir del proceso que con autoridad ordinaria fueron fabricando en forma oportuna al tenor del decreto general de la fama de santidad según Urbano VIII, en el cual fueron jurídicamente examinados doscientos testimonios. Por lo que puedo asegurar, en favor de la obra, que no leerán cosa que no sea auténtica y con toda fidelidad cuidadosamente recabada de la auténtica fuente.79
Argumenta que los documentos que sirven de antecedente, y a la protesta de rigor, dedica una página. Los interrogatorios realizados, además de corroborar los milagros de la venerable, confirman “al numeroso público que María de Jesús tiene en las Indias Occidentales, a través de su reconocimiento de excepcionalidad con visiones, raptos, conocimiento anticipado, milagros, profecías, bilocación y como protectora”.80 En este sentido coloca a María de Jesús como partícipe del diálogo divino con el creador y como intermediaria entre la Virgen y el pueblo. Della Madre di Dio escribió la obra en italiano con el objeto de promover la emulación y formar la costumbre de la caridad en ambas partes del orbe.
La protesta
La protesta era un texto no mayor a una página en el que el autor explicitaba su interés por narrar objetiva o “científicamente” los datos según los requerimientos apostólicos dictados por la SCR.81 Fue bajo el papado de Benedetto XIV que, en 1634, se canonizaron 14 santos europeos, el mayor número alcanzado hasta esa fecha; fue entonces cuando se comenzó a imponer un mayor control en las manifestaciones de la devoción popular. Concretamente mediante la decretal de non cultu citada más arriba, junto con ampliaciones entre los plazos para poder presentar los expedientes requeridos en cada fase de las “causas”.82 De manera paralela se exigió que cada escritor que tratase la vida de algún venerable personaje rindiera “protesta” con la que aceptaba sujetarse a los criterios de la SCR respecto al uso de los términos empleados en su obra. De esta manera, mediante su firma, cada autor se sujetaba a los criterios respecto al uso y significado de términos y procesos solamente aprobados por la corporación apostólica. Cada biógrafo mencionaba a qué decretos aludía en función del respeto a la veracidad de las fuentes a las que recurrió. 83 Un tema particular asociado a esta problemática, en el caso de las “Vidas” sobre María de Jesús, fueron las visiones y las profecías arriba citadas y el apego a la ortodoxia de estas manifestaciones; con este antecedente, Lemus escribió en la protesta:
En conformidad del motu proprio [y] de su santidad, protesto que todo lo que escribo referido a la historia de la V. Madre María de Jesús, es mi intento obedecer puntualmente y executar las dichas disposiciones apostólicas y que no se le debe dar más que un crédito humano y falible […] Y así mismo cuando refiero o doy a entender algunas revelaciones, éxtasis, raptos, visiones, dones sobrenaturales y milagros. No pretendo se tengan por verdaderos y sin duda, porque solamente son humana historia y no más. Pues es constante y así confieso, que la aprobación de todo esto y la censura de su certidumbre pertenece a la Santa Sede Apostólica Romana, a cuia corrección sujeto todo cuanto este libro contiene.84
Mientras que en la última biografía, escrita por el padre Félix de Jesús María, éste afirma, en torno a la verdad como principio, que: “la veracidad con que se ha informado buscando la verdad: en los dos procesos autorizados y fabricados para la introducción de la causa de la Sierva de Dios, en Roma, éstos han sido los documentos que autentican quanto escribo”.85
Los formatos y las novedades editoriales
El tercer apartado se refiere a la organización interna de los textos y a su presentación, propiamente a su organicidad textual y a su diseño.86 Para la segunda mitad del siglo XVII, el libro sobre la temática biográfica ya estaba confeccionado de manera material y estable, tal y como ha llegado a nuestras manos. A la labor del autor y del trabajo legal de la edición se había sumado en el siglo XVIII el trabajo de los encuadernadores y de los imagineros y grabadores, la labor de estos artesanos y artistas cumplía con su principal intención, la comunicación de mensajes no textuales. Se amplió su distribución a públicos más amplios, y cada libro se convirtió en un objeto devocional más manejable y transferible.
El índice se podía subdividir en tratados o libros con los que se conformaba el capitulado y su división interna se hacía mediante viñetas o letras capitulares, conformándose en la suma de varias partes asociadas unas con otras.
El texto se presentaba a manera de argumentos corridos, separados con signos de puntuación y presentados en una o dos columnas,87 en ocasiones tenía apostillas marginales o a pie de página. En raros casos apareció una tercera sección conformada por los apéndices, índices de cosas notables y notas aclaratorias.88
En la primera biografía, escrita por Pardo, fue notable la rusticidad de la imagen con la que comenzaba el texto. Con un sencillo y pequeño grabado en madera de la Virgen María, a manera de pequeña viñeta incluida en la primera página, daba inicio de manera directa la “Vida”.89 El contenido fue dividido en cuatro tratados que contenían 48 capítulos en los que se desplegaban la infancia, el ingreso al convento y la profesión. Un segundo apartado describía las vicisitudes de la vida claustral y sus milagros y profecías, cerrando el texto con un relato de su anunciada muerte. En este caso aparecieron apuntamientos bíblicos, a manera del estilo clásico de escritura -con soporte neotestamentario-, a lo largo de todo el volumen. La obra de Pardo es el único caso en las biografías consultadas en que se añade un apéndice, compuesto por “algunas cartas recomendaticias” solicitadas para dar más peso a la propuesta, por el ilustrísimo obispo don Diego Osorio Escobar y Llamas a los provinciales y guardianes de las órdenes regulares y los jesuitas radicados en Puebla.90 Cuenta el volumen, al igual que el de 1739 de Giuseppe della Madre di Dio, con un índice alfabético de las principales materias “que toca este libro”.
Lemus dividió su obra en 5 libros con 69 capítulos. Organizó el material siguiendo el esquema de Pardo y su impresión, a diferencia de la primera “Vida”, cambió a un formato de un octavo de pliego, por lo que ocupaba la mitad del primer libro, pero su grosor se duplicó. Si bien se trató de un libro de pequeño formato, el volumen encuadernado hacía difícil su manejo. Era evidente que a la temática monástica y su función se le asignó un pequeño tamaño, a semejanza de los impresos europeos; se trataba de un libro secundario. Su formato en teoría era de fácil manejo, para ser leído en voz baja y resguardado en librerías conventuales o de posesión particular junto con otros de su especie, tan populares en España. Una novedad incluida en esta impresión fue la estampa de María de Jesús, al tamaño de una página en la parte posterior de la portada.
En 1739 vio la luz en lengua italiana el libro de fray Giuseppe della Madre di Dio,91 mientras que el de Félix de Jesús María se editó 17 años después. Puede llegar a considerarse que, salvando las dedicatorias de cada uno, el libro de Jesús María podía funcionar como la versión castellana del padre Di Dio. En ambos casos se trató de textos de gran formato, 26.5 x 20.5 cm, propios para lectura en voz alta sobre un atril y reguardados en librerías conventuales anexas a los refectorios o a las salas de labor.
Guiseppe della Madre di Dio dividió su obra en 13 secciones y 37 capítulos desplegados en 414 páginas. Mientras que Félix de Jesús María, su discípulo, lo hizo dividiendo el capitulado en 4 libros y 74 apartados desarrollados en 384 páginas. Otra similitud fue la complementariedad gráfica en ambos casos. La introducción de Giuseppe de la Madre di Dio estaba precedida por un grabado con el que por primera vez se encontraba el lector frente a una imagen de gran calidad que reforzaba la existencia de la religiosa. Actualizó así el diseño editorial con ilustraciones, justificando su inserción como una necesidad “para dotar al público de una imagen de quien se habla”. Se le asignó a la religiosa una iconografía específica; la rama de lirios, el libro de devociones, el medallón o escudo al centro del torso y un rosario sobre el mismo. Como novedad editorial y como complemento del libro, se financió la creación de unas láminas de menor tamaño, pero que aludían a la misma temática al representar el fino rostro de la venerable madre, realizadas por el mismo artista.92 Estas pequeñas estampas circularon de manera independiente del libro y su utilización fue efectiva en Roma pues se les atribuyeron propiedades taumatúrgicas. Se empaquetaron como complemento de los libros en el envío que se remitió desde Cádiz en la flota a la Nueva España.93
El formato y el sistema grafico de las imágenes fue repetido en el libro de Félix de Jesús María. Él introdujo una imagen de excelente factura de talla dulce en una representación barroca en óvalo. El grabado que precede a la biografía fue realizado por el italiano Paolo Monaldi (1710-1779)94 como inventor, escogiendo como escultor y grabador a Giovanni Antonio Faldoni (1690-1770), especialista en retratos.95 Si bien se puede afirmar que estas dos ilustraciones fueron complementarias a la intención editorial, como en el caso anterior, la imagen de la religiosa cobró otro sentido estético y mayor contenido iconográfico, pues adquirió características más específicas gracias al acercamiento y al encuadre. El cuerpo aparecía enmarcado, lo que obligaba a reconocerla como la figura central. El grabado del libro representa un acontecimiento sobrenatural relatado por sor Agustina de Santa Teresa en el cual la venerable madre María de Jesús fue discriminada por la abadesa prohibiéndole recibir la comunión. En ese momento la hostia voló del copón a la vista de todas las religiosas presentes. De manera general se ha hablado de la presencia de lirios asociados con su nombre pero pocas veces se alude a la metamorfosis que en vida realizó la venerable madre para apresurar la apertura de la flor el día de la celebración de la Madre de Dios.96
Estampa de pequeño formato de la madre María de Jesús atribuida al grabador Paolo Monaldi (1710-1779). Localizada en una caja-limosnero. Colección particular.
Con el mismo esquema y autores se imprimieron las estampas mucho más pequeñas, a manera de volantes, que acompañaban al libro. Su formato las hizo muy populares y accesibles y llegaron a Puebla junto con ejemplares del libro de fray Félix de Jesús María, en una remesa pagada por las monjas concepcionistas. Con sobradas razones se ha atribuido a Monaldi este grabado.97 De manera particular esta estampa fue utilizada como imagen de la alcancía que se autorizó para recoger limosnas para financiar la causa en Roma y en el virreinato.98
Estampa de pequeño formato de la madre María de Jesús atribuida al grabador poblano José de Nava (1735-1815 ca.) realizada en 1754.
Aunque con alcances distintos, ambas entraban y circulaban en los flujos editoriales de ambos mundos. Este último se remitió a Puebla y las religiosas se encargaron de su distribución. En el exlibris de la edición particular que se consultó dice: “Este libro es del convento de Nuestra Señora de la Soledad del Carmen descalzo, que lo envió la Madre Abadesa de la Concepción”.
A manera de reflexión
Finalmente, se considera importante resaltar la utilidad de reconocer los cambios y las innovaciones editoriales que cada impresión de las “vidas” trajo consigo. Partimos de la idea de que los intereses de cada autor y del grupo promotor definieron formatos, tirajes y presentaciones asociadas con los alcances promocionales y políticos pretendidos en su edición y circulación. Como complemento del proceso de beatificación, en el siglo XVIII se generó un novedoso material editorial encaminado a una mayor difusión, tráfico y aceptación entre el público europeo y, sobre todo, ante las autoridades de la corporación apostólica en Roma. Como consecuencia de la suspensión temporal del proceso de la causa de la venerable madre desde la segunda mitad del siglo XIX, es perceptible un cambio de función de las biografías, cuando éstas pasaron a ser clasificadas como libros devocionales. El estudio pormenorizado de estos textos nos permitirá aproximarnos a comprender el lugar de las “vidas” en la historia del libro durante la época colonial.