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Historia mexicana

versión On-line ISSN 2448-6531versión impresa ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.73 no.2 Ciudad de México oct./dic. 2023  Epub 29-Sep-2023

https://doi.org/10.24201/hm.v73i2.4450 

Reseñas

Sobre Juan Carlos Ramírez-Pimienta, Una historia temprana del crimen organizado en los corridos de Ciudad Juárez

Ainhoa Vásquez Mejías1 

1Universidad Nacional Autónoma de México

Ramírez-Pimienta, Juan Carlos. Una historia temprana del crimen organizado en los corridos de Ciudad Juárez. México: Universidad Autónoma de Sinaloa, Universidad Autónoma de Chihuahua, 2021. 318p. ISBN: 978-607-536-072-0.


Juan Carlos Ramírez-Pimienta ha dedicado gran parte de su carrera académica al estudio histórico de los narcocorridos en México. Su libro Cantar a los narcos: voces y versos del narcotráfico (2011) es ya un referente ineludible para los investigadores que trabajan este tema.

Desde entonces ya se avizoraba un trabajo serio, objetivo y exhaustivo, alejado de los prejuicios que suelen dominar este tipo de canciones, acusadas de realizar una apología del delito y romantizar o convertir en héroes a los narcotraficantes. El académico de San Diego State University, en cambio, hasta sus más recientes investigaciones se mantiene alejado de esta polémica, pues su intención es indagar en las primeras manifestaciones de estas melodías, develar los procesos históricos detrás de estas composiciones, así como descubrir a los personajes detrás de ellas. Contribuir al debate de manera rigurosa, con hechos concretos y no desde los estereotipos criminalizadores.

En esta historia personal, como estudioso del narcocorrido mexicano, Ramírez-Pimienta ya había adelantado en trabajos previos que los inicios de la narcocultura no estarían en Sinaloa, como aseguran investigadores como Nery Córdova y Jorge Sánchez Godoy. Su origen tampoco se remontaría a los años cuarenta. Ya había rastreado e identificado como el primer narcocorrido a “El Pablote”, grabado en 1931 y dedicado a Pablo González, un importante narcotraficante de Ciudad Juárez, conocido como el rey de la morfina y esposo de la célebre Ignacia Jasso. En esta nueva entrega, Una historia temprana del crimen organizado en los corridos de Ciudad Juárez, irá más allá para probar la hipótesis de que la narcocultura comienza en Ciudad Juárez en el primer tercio del siglo XX, pero no con “El Pablote” como él mismo afirmaba, sino con dos canciones aún más antiguas: “La Piedrera” y El “Corrido del hampa”. De ellas le sorprende “encontrar paradigmas que asociamos al crimen organizado contemporáneo, modos de actuar, modos de matar, que al menos yo pensaba eran producto de la narcocultura de las últimas décadas” (p. 15) y que con esta indagación descubre que se encuentran desde hace más de un siglo.

En este libro, que bien parece una investigación cuasi detectivesca en su afán de rastrear la historia de los personajes que se cuentan en ambas canciones, Juan Carlos Ramírez-Pimienta se vale de notas periodísticas de la época, libros, recortes y reseñas de las compañías disqueras, así como de la misma tradición oral. Por poner uno de los ejemplos más interesantes de esta pesquisa rescato que hizo grabar el narcocorrido “La Piedrera” a la madre y a la tía de la escritora juarense Elpidia García Delgado, quienes lo recuperaron de su memoria familiar -pues su padre lo cantaba- pero que hasta hoy parecía perdido de la tradición popular. Es una investigación que le ha llevado más de diez años y la rigurosidad y exhaustividad es evidente no sólo por lo que revela este contenido, sino también por las fotografías, carteles y recortes que va intercalando.

La primera parte nos relata la historia detrás del narcocorrido “La Piedrera”, atribuido a Clemente Chávez, grabado en 1929 por Luis Hernández y Leonardo Sifuentes y el primer corrido que aborda el problema del crimen organizado en Ciudad Juárez. En esta canción se describe un lugar real, ubicado a unos cinco kilómetros al sur de la ciudad y destinado a aventar cadáveres de víctimas de las mafias, pero también de crímenes extrajudiciales de agentes federales. En esta letra se realiza un recuento de varios personajes que fueron hallados ahí y que permiten rastrear la historia del hampa local de esos años: Samuel Lozano, conocido popularmente como el “Cónsul negro” por su efectiva labor como contrabandista de indocumentados; Isabel Murillo, “Cara de caballo”, un ladrón y estafador experto en escapar de las cárceles; Policarpio Rodríguez, cuyo asesinato fue atribuido al mayor Ignacio Dosamantes en su cruzada personal contra el narcotráfico de la región. Asimismo, “La Piedrera” descubre la misma historia de Dosamantes, agente federal enviado desde la capital para acabar con las mafias y que para la memoria popular fue tanto victimario como víc tima, ya que terminó siendo ejecutado por el detective Juan Escontrías, por razones que hasta el día de hoy se desconocen.

La segunda parte refiere al “Corrido del hampa”, grabado cinco años después de “La Piedrera”, por el dueto de Flores y Durán. En esta canción vuelven a aparecer personajes importantes como el mayor Dosamantes, pero se le da mayor relevancia a los narcotraficantes, como es el caso de Enrique Fernández, “el primer capo que de alguna manera se acerca al concepto de jefe de cartel con que estamos familiarizados hoy en día” (p. 133). El Al Capone de México o el Robin Hood del Valle de Juárez, como era conocido entre la gente, no sólo era un capo con gran poder, dinero e influencias, sino un empresario benefactor que diversificaba el crimen con negocios legítimos. Su funeral fue descrito por los medios como el más concurrido en la tradición juarense. De la misma manera, tenemos como personaje principal a sus enemigos, los hermanos Quevedo, que también se asemejan bastante a los cárteles actuales, pues no sólo eran reconocidos como narcotraficantes, sino que a la par ostentaban cargos públicos y políticos. A ellos se les atribuye, por ejemplo, el primer acto de terrorismo en la historia de Ciudad Juárez: un paquete bomba dirigido al presidente municipal de Juárez, José Borunda.

Finalmente, en la tercera parte se nos cuenta la historia de Ignacia Jasso, “La Nacha”, “La reina de la morfina”, a la que el “Corrido del hampa” define como una hembra muy fina. Una de las primeras líderes del narcotráfico en México y que, en palabras de Ramírez-Pimienta, “es quien probaría ser la más longeva y que mejor supo operar sus negocios a lo largo de muchas décadas” (p. 243), porque ser mujer en el mundo del crimen, y más en esa época, no debe haber sido nada sencillo. Es descrita como una persona inteligente, calculadora, mediática, perseguida por el gobierno de Estados Unidos, pero también muy bien relacionada para lograr impunidad, ya que la policía la protegía a cambio de dinero. La verdadera “Reina del sur”, incluso, pero todavía sin novela y sin serie de televisión, aunque con una desdibujada presencia en una película de 1973, como nos señala el académico. Este apartado puede ser el germen de esa ficción que nos están debiendo sobre la reina de los criminales, como la llamaba la prensa de la época.

La labor que realiza Juan Carlos Ramírez-Pimienta en este libro es invaluable. A través de dos canciones nos relata una crónica de la época en Ciudad Juárez y nos permite vislumbrar semejanzas con nuestra propia realidad actual. Ni la historia ni el narcocorrido han cambiado tanto desde entonces. Así, no sólo devela que esto que llamamos narcocultura no es algo novedoso, sino que rescata elementos que hoy son el pilar para entenderla. Me refiero, principalmente, al tema de denuncia y crítica a los gobiernos. Los narcocorridos actuales, así como casi todas las producciones culturales del momento que refieren al crimen organizado, mencionan la corrupción e impunidad que vienen desde la misma oficialidad. Una nación criminal, como le llama el investigador Héctor Domínguez Ruvalcaba, en el sentido de que es el Estado el gestor del crimen y la violencia, producto de su incompetencia, del constantemente verse sobrepasado por los bandidos. El “Corrido del hampa” nos mostraba ya la creación de un Estado paralelo en las bandas mafiosas, un vacío estatal, autoridades incapaces, ausentes o corruptas. La canción delata que en lugar de un gobierno, priman las redes entre criminales, policías, políticos, militares y, hasta, empresarios.

Desentrañar la vida de estos personajes que aparecen en estas canciones, así como en las crónicas periodísticas de la época, permite ver que ese estancamiento, la leyenda negra de la frontera, sigue penando y causando un miedo paranoico en la capital, como si toda la violencia fuera importada desde el norte y ya no hubiera escapatoria. El Estado superado por el narco, la impunidad, la ley incapaz de castigar o de ejercer justicia frente al poder real del dinero y las influencias, no son producto de la delincuencia actual, son el resultado de años de ignorar el problema. Según las mismas palabras de Juan Carlos Ramírez-Pimienta, “no me cabe duda que hemos estado reviviendo las mismas circunstancias históricas, pero sin el beneficio de la experiencia, pues como país olvidamos lo vivido como en esa película del día de la marmota en la que el personaje de Bill Murray revive el mismo día cientos de veces” (p. 19). Este libro servirá justamente como un documento que nos salve del olvido.

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