Los estudios sobre la profesionalización de distintas disciplinas del conocimiento social en América Latina durante el siglo XX han tomado fuerza en la última década. Trabajos como los de Alejandro Blanco y Luis Carlos Jackson,1 Laura Moya,2 Margarita Olvera Serrano,3 Miranda Lida4 o Juan Jesús Morales Martín5 han profundizado en diversas experiencias y facetas de este proceso regional. Dentro de esta línea se inserta el nuevo libro de Luis A. Escobar, dedicado al análisis del papel que el sociólogo y escritor español Francisco Ayala jugó en la institucionalización y profesionalización de la sociología en Argentina.
Retomando la figura de Ayala durante sus años del exilio en la Argentina, cuya extensión va de 1939 a 1949, Escobar explora las co nexio nes, circulaciones y discusiones que articularon los emprendimientos académicos, editoriales e intelectuales que el sociólogo granadino desarrolló en distintos espacios del país sudamericano, y que se enmarcan en un proceso regional de interrelación y reconfiguración de la práctica sociológica en diversos países de la región. Por ello, las labores que el granadino realizó en lugares tales como la Universidad Nacional del Litoral, la editorial Losada, el Boletín del Instituto de Sociología de la Universidad de Buenos Aires y otras publicaciones periódicas formaron parte de una naciente estructura disciplinar con alcances continentales interconectadas a partir de distintas redes intelectuales, en donde las relaciones del exilio español resultaron fundamentales.
El análisis del peso que tuvo el exilio español en la renovación de la sociología que se vivió en América Latina durante la década de 1940 es una de las principales preocupaciones que plantea el autor a lo largo de su trabajo. Escobar retoma la noción de “corredor de ideas” propuesta por Morales Martín en su estudio sobre la figura de Medina Echavarría para resaltar la necesidad de estudiar la interconexión que el exilio español tuvo con diferentes espacios de América Latina para entender el desarrollo de distintas iniciativas en ciencias sociales durante las décadas de 1940 y 1950 en cuyo impulso los exiliados jugaron un papel fundamental. Bajo esta lógica el autor reconstruye la vinculación que Francisco Ayala sostuvo con José Medina Echavarría durante estos años como una forma de comprender la circulación de producciones culturales, agendas de investigación y debates que existió en ese tiempo entre la ciudad de México y Buenos Aires, ejes centrales de un circuito disciplinario que articuló a diversos espacios, como La Plata, Santiago de Chile, Rosario, San Juan, entre otros más.
Para lograr reconstruir estos circuitos de diálogo intelectual, Luis Escobar recurre principalmente a las revistas académicas y culturales en las cuales colaboraron Ayala y otros miembros de su círculo social durante esos años, como Ángela Romero Vera, Marta Samatán o Argentino Lúder. A través de ellas y utilizando como respaldo teórico la noción de “campo intelectual” de Pierre Bourdieu, el autor logra tejer hábilmente las estrategias que el sociólogo granadino articuló para insertarse en el entorno académico argentino, así como las tensiones políticas e intelectuales que existieron alrededor de su labor académica. A su vez, Escobar emplea la obra editorial que Ayala realizó durante esos años, utilizándola sobre todo para poner en evidencia las conexiones intelectuales y disciplinares que sostuvo la visión sociológica de Ayala, como la de Medina Echavarría. La correspondencia que Ayala intercambió con distintas personas durante esos años y la documentación institucional de la Universidad Nacional del Litoral quedan relegadas al papel de fuentes complementarias, a partir de las cuales el autor da cuenta de pequeños detalles acerca de las relaciones intelectuales que tejió Ayala o de su actividad catedrática dentro de la institución santafesina.
A lo largo del libro, Luis Escobar resalta cuatro elementos fundamentales en la estructuración de las condiciones disciplinarias de la sociología durante esos años: la proclama renovadora que impulsaron los “sociólogos sin sociedad” ante su visión de una ciencia en crisis; las estrategias desarrolladas por Ayala para su introducción y posicionamiento dentro del entorno académico argentino; la estructuración de un “corredor de ideas” entre Buenos Aires y México que permitiese el intercambio de inquietudes sobre lo que debía ser la sociología como ciencia social; y la traducción y circulación de autores de la tradición sociológica alemana y estadounidense que permitiesen estructurar esa noción de renovación disciplinar.
En primer lugar, el impulso de renovación disciplinar frente a una cultura en crisis resulta para Luis Escobar un elemento fundamental para comprender los proyectos de Francisco Ayala en particular y de varios miembros del exilio español respecto a la disciplina sociológica. Marcados por la experiencia de la Guerra Civil española, el fascismo y la segunda guerra mundial, concebían que la sociología había sido incapaz de ofrecer interpretaciones fiables sobre el fenómeno de la guerra o el fascismo, debido a la obsolescencia de los modelos teóricos y metodológicos preexistentes. Esto marcó una concepción crítica de la disciplina, a la cual era necesario renovar a partir de un replanteamiento de sus fundamentos, siendo para Ayala esencial un vuelco de una conjunción de los modelos teóricos con las condiciones históricas del fenómeno para su comprensión. A su vez, Escobar concibe que la guerra civil y la experiencia del exilio había dejado truncas diversas iniciativas intelectuales relacionadas con una puesta al día del pensamiento sociológico, tales como colecciones editoriales o agendas de investigación y reflexión cuyos orígenes se remontaban a sus años como colaboradores de la Revista de Occidente, lo que dio pie a que en sus estancias en el exilio retomaran ciertos fundamentos para establecer continuidades entre estas dos etapas de vida.
Relacionada directamente con lo anterior se encuentra su formulación de una interconexión Argentina-México como puntos centrales de una red que enlaza a otras espacialidades del continente y fuera de él. La concepción de Escobar de que los estratos experienciales de la juventud de Ayala y Medina Echavarría resurgieron durante su experiencia en el exilio como fundamentos del diálogo intelectual que permitió articular proyectos y aspiraciones en común respecto a la necesidad de renovación de la sociología. En este sentido, queda como deuda articular al tercero de los llamados “sociólogos sin sociedad”, Luis Recasens Siches, dentro de esta red y entender la forma en que entraron en diálogo las visiones de estos tres personajes respecto al replanteamiento sociológico de la época. A su vez, resulta necesario profundizar en otros de los ejes que permitieron esa interconexión entre México y Argentina y que va más allá de la articulación del exilio español, pasando por personajes como Alfonso Reyes, Daniel Cosío Villegas o Arnaldo Orfila Reynal.
Un tercer aspecto que resalta a lo largo del libro de Luis Escobar es el análisis de las estrategias que formuló Francisco Ayala para introducirse y “reintroducirse” dentro del campo intelectual argentino. Parte de esas estrategias que desentraña Escobar es el uso de vínculos que el granadino había construido con anterioridad en el entorno argentino durante la década de 1930, lo que le permitió tener un margen de acción mayor al que gozaron otros exiliados en su búsqueda por establecerse en el entorno rioplatense. A su vez, el empleo de las colaboraciones en publicaciones periódicas, la formulación de un grupo de investigación encabezado por él, la selección de determinadas obras por editar o reseñar, y la promoción de ciertas perspectivas en el ejercicio de la docencia le permitieron alcanzar a Ayala cierto reconocimiento y posicionamiento dentro del campo intelectual argentino. Pero precisamente, tal como lo explica Escobar, el vuelco de los tiempos políticos y la inestabilidad de su posición dentro del campo por su condición de exiliado también fueron factores por lo que Ayala fue perdiendo capacidad de acción y terminó excluido de la actividad profesional dentro de la Universidad Nacional del Litoral.
Por último, uno de los principales aportes que logra el trabajo de Escobar es la comprensión de la articulación existente entre el itinerario intelectual desarrollado por Ayala durante esos años y la traducción y edición de ciertos autores que complementaron sus inquietudes profesionales. La edición de sociólogos principalmente de la tradición alemana y estadounidense, tales como Ferdinand Tönnies, Wilhelm Pinder, Hans Freyer, Robert M. MacIver, entre otros, dialogó y complementó la actividad que desde México realizó José Medina Echavarría dentro del Fondo de Cultura Económica. A su vez, Escobar muestra que algunas de estas selecciones encajaron profundamente con las inquietudes de Ayala marcadas por las condiciones del tiempo, tales como la actividad sociológica de carácter científico o el papel del intelectual en la sociedad y en la coyuntura de la guerra.