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Estudios de Asia y África

versión On-line ISSN 2448-654Xversión impresa ISSN 0185-0164

Estud. Asia Áfr. vol.51 no.1 Ciudad de México ene./abr. 2016

 

Reseñas

Michiko Tanaka (coord.), Política y pensamiento político en Japón: 1926-2012

Eduardo Tzili Apango* 

*El Colegio de México

Tanaka, Michiko. Política y pensamiento político en Japón: 1926-2012. ,, México: El Colegio de México, 2014. 954p.


La consulta de las fuentes primarias es fundamental para cualquier tipo de análisis social; sin embargo, la gran heterogeneidad global, de idiomas y culturas, hace difícil la comprensión cabal de algún fenómeno que no sea el nuestro. Además, pese a los numerosos esfuerzos de traducción, sus resultados no siempre son óptimos al emitir un mensaje con toda su complejidad. Por ello, cabe destacar el principal objetivo que los autores de Política y pensamiento político en Japón: 1926-2012 se plantearon; a saber: proporcionar información básica para los estudiantes de la política japonesa, especialistas de otras disciplinas, estudiantes que se inician en los estudios japoneses, lectores en general (p. 33); es decir, la obra no se limita a los estudiosos del idioma.

El libro colectivo se añade a toda una obra, del Centro de Estudios de Asia y África de El Colegio de México, dedicada al estudio del sistema político japonés.1 Aunque resulta una ampliación de los dos volúmenes publicados en 1987, la novedad estriba en la inclusión de dos capítulos sobre los últimos treinta años del sistema político japonés. Así, el libro consta de diez capítulos más fuentes, descripción del programa de traducción para estudios japoneses,2 e introducción.

Un elemento importante que resaltan los autores, al momento de traducir, es la consideración de factores socioculturales para entender las aristas del sistema político de Japón. Uno de ellos es la naturaleza del tenno, el cual se traduce, usualmente, como “emperador”. El régimen del tenno es diferente a los regímenes imperiales en tanto su caracterización como un sistema religioso-cultural. En opinión del profesor Michitoshi, considerar el tenno como “emperador” implica dejar fuera ciertas situaciones para entender la dinámica política japonesa.

Un ejemplo claro de lo anterior se observa en el análisis, en la tercera parte del capítulo nueve, de la muerte del tenno Hirohito. La muerte de quien no fue juzgado por su desempeño en la Guerra del Pacífico significó, para algunos, la finalización de una importante etapa histórica; para otros, su significado fue trascendental para destacar la singularidad de la nación japonesa; para otros más representó la pérdida de una oportunidad única de resolver rencillas históricas con los vecinos de Japón. Por ello, no resulta descabellado asumir que gran parte de las rivalidades actuales con China y Corea, principalmente, se debe a que el tenno no asumió su responsabilidad histórica. Y es por ello, también, que estas rivalidades son herencia no sólo de la Guerra fría, sino también de la Guerra del Pacífico.

Así como delimitan el concepto del tenno, los autores también demarcan otros conceptos -Meiji ishin como “Renovación Meiji” y no “Restauración”, kakushin como “renovacionista”, kokutai como “ente nacional”, inter alia- a lo largo de la obra para estudiar mejor el sistema político japonés. La atención de esta contribución añade mucho valor a la obra.

Otro elemento que facilitan los autores es la contextualización. Cada capítulo contiene, en promedio, cuatro apartados, entre los que se incluye una introducción para entender la coyuntura. A su vez, cada apartado contiene varios subapartados que presentan comentarios para contextualizar con mayor detalle, y la traducción, directamente del japonés, de varios documentos. Es menester precisar que los documentos traducidos no sólo son leyes, comunicados o declaraciones oficiales, edictos, informes, reglamentos; también hay cartas, manifiestos de asociaciones o individuos, comentarios en periódicos o revistas, testimonios y hasta leyendas de anuncios comerciales.

Lo anterior resulta útil en tanto el lector puede llegar a aproximarse al punto de vista de las élites gobernantes y las percepciones de algunos ciudadanos. Empero, es perceptible que hay más documentos traducidos de las élites, los partidos políticos, los ministerios, etcétera, que documentos de la gente común. La carta de Asahi Heigo, en la segunda parte del capítulo II, muestra al lector el sentir de una parte de la población, sobre todo la que apoyaba al tenno, frente al ascenso de nuevas figuras millonarias, como el fundador del consorcio industrial-financiero Yasuda; es un claro ejemplo de la manifestación de un nacionalismo con base en el apoyo al tenno. Dicha carta contrasta con los documentos provenientes de las élites, que también se traducen y que están en el mismo tema. En esta línea, al libro le hacen falta más traducciones de escritos que provengan de la gente común. Si bien el profesor Michitoshi reconoce que las categorías de documentos discurridas no son suficientes para comprender totalmente el fenómeno político japonés (pp. 25-27), considera la decisión de basarse en documentos públicos como un avance hacia esa dirección.

La contextualización, en la presentación de los documentos traducidos, también permite al lector dar seguimiento a la evolución del pensamiento político japonés. El primer capítulo se refiere a las postrimerías del gobierno civil y el ascenso de un gobierno militar. También se estudia la formulación de un “proyecto nacional” que impulsó la movilización de numerosos recursos para la industrialización, la integración a una incipiente economía global, y la militarización.

El segundo capítulo analiza el surgimiento del movimiento fascista japonés. Esto se reflejó en la conformación de numerosas asociaciones de derecha, sociedades, hermandades, etcétera, cuyos documentos se traducen. El desarrollo del fascismo comprende tres periodos: de 1920 a 1931 con la conformación que ya mencioné; de 1931 a 1936 con el desarrollo del fascismo radical, que tuvo efectos internos y externos (como el retiro de la Liga de las Naciones, en 1933), y de 1936 a 1945 con la consolidación de los militares en el gobierno y el punto álgido de la Guerra del Pacífico. Aun cuando en Japón se movilizaron grandes recursos y sectores sociales, lo que podría mostrar un gobierno disciplinado o unificado, el libro rescata las pugnas internas entre facciones, tanto en el sector militar como en la burocracia.

El tercer capítulo versa sobre los efectos de la crisis financiera de 1929 y el consecuente reacomodo japonés, lo que ocasionó el fortalecimiento de medidas político-militares y expansionistas hacia el este asiático. Al igual que el pensamiento nazi alemán, o el fascista italiano, el militarismo japonés apuntó a suprimir movimientos comunistas o socialistas. En este sentido, en Japón se dio el curioso fenómeno del tenko (“retracción forzada”), sobre todo de líderes comunistas, que consistió en la separación del movimiento comunista mundial y la modificación de su orientación ideológica.

El cuarto capítulo trata sobre la Guerra del Pacífico. El autor de este capítulo afirma que “el proceso que comienza con el estallido del Incidente de Manchuria y que conduce a la Proclamación Conjunta de la Gran Asia Oriental se circunscribe básicamente al problema del este de Asia” (p. 181). Un problema que, como ya escribí, tiene repercusiones en la actualidad. Al momento de entrar en la Segunda Guerra Mundial, el sistema político japonés adquirió características totalitarias; sin embargo, el resultado de la contienda, ya conocido, tiene su mejor expresión en el Instrumento de Rendición (documento traducido), el cual hizo que Japón perdiese su condición de Estado que nunca había sido invadido en su historia.

La reconfiguración política japonesa, a causa de la ocupación de los aliados por medio de la Declaración de Potsdam, es el tema central del capítulo cinco. En este periodo se elaboró la Constitución que hoy todavía rige a Japón, la cual niega el predominio del tenno, prohíbe el mantenimiento de las fuerzas armadas, garantiza la libertad individual y termina con el sistema familiar tradicional. El sistema educativo y los gobiernos locales se reformaron. El sistema administrativo, empero, quedó intacto en razón de que se mantuvo a gran parte de la burocracia y la policía. La dinámica de la Guerra Fría hizo que Estados Unidos formulara una estrategia para convertir a Japón en un aliado y unirlo al bloque occidental vis à vis la Unión Soviética y China comunista. Esto lo hizo por medio del Tratado de Paz de San Francisco, el cual selló la ocupación mayoritariamente estadounidense del archipiélago.

Paralelamente a la firma de tratado antes dicho, se firmó el Tratado de Seguridad Nipo-Estadounidense; tres años después, el Tratado de Asistencia y Seguridad Recíprocas, con el cual se crearon las Jietai (fuerzas de autodefensa). Lo anterior es reflejo de la conformación del “sistema de San Francisco”, que no sólo marcó la línea que debía seguirse en la política exterior japonesa, muy vinculada a Estados Unidos, sino que además tuvo un gran efecto en el sistema político interno. A partir de este punto histórico surgieron, por un lado, fuerzas políticas que apoyaron el fortalecimiento militar japonés en estrecha colaboración con Estados Unidos (paradójicamente, la Constitución que prohíbe el rearme fue iniciativa del país americano), y por otro lado, fuerzas políticas de izquierda que abogaron por la defensa de la paz y el seguimiento de la Constitución. Nació, así, el “régimen de 1955”, o la era bipartidista conservadora-renovacionista. De estos temas trata el capítulo VI.

La dificultad de ratificar el Tratado de Seguridad Nipo-Estadounidense, durante la década de 1960, cambió ciertas pautas que venían dándose desde el régimen de 1955. El ala política conservadora estableció los nuevos objetivos de crecimiento económico y prosperidad nacional. La era bipartidista -marcada por la oposición entre renovacionistas y conservadores- poco a poco perdió sentido. Se difundió una conciencia de clase media conservadora, con una actitud pasiva y sin mucha inconformidad, pero también cambió la idiosincrasia de los jóvenes y las mujeres: los primeros se sometieron a una feroz competencia en el ámbito educativo; las segundas buscaron independizarse y alejarse del papel que hasta el momento habían desempeñado, que era la búsqueda de la felicidad en el marco del hogar, la familia y el matrimonio. El rápido crecimiento económico ocasionó la aparición de nuevos problemas sociales, como la desintegración del campo; además, el shock del petróleo, en 1973, obstaculizó el buen desempeño económico que había existido hasta el momento. Éstos son temas del capítulo VII.

En el capítulo VIII se estudian las consecuencias del shock petrolero, que causó el viraje de la política económica hacia un crecimiento lento y de ahorro de recursos. Durante la segunda mitad de la década de 1960, la economía japonesa presentó un fuerte estancamiento. Ante ello, la sociedad adoptó una actitud mucho más conservadora en el aspecto psicológico-social, y la indiferencia hacia la política fue mayor. El Gabinete de Nakasone, la invasión de la Unión Soviética a Afganistán, la presión estadounidense para que Japón incrementara su capacidad de defensa y el surgimiento del concepto de “fuerzas armadas de defensa de Japón” marcaron la transición hacia un periodo de inclinación derechista y conservador.

El desarrollo económico llegó a toda la población hasta la década de 1980. Durante este tiempo se mantuvo una tasa estable de crecimiento con una baja tasa de desempleo. Esto causó el desarrollo de un “nacionalismo económico” que se vinculó con las ideas del “milagro japonés” o “la administración japonesa”. No obstante, dicho desarrollo tuvo repercusiones muy negativas, como el karoshi, muerte por exceso de trabajo, o el risutora, política de reestructuración que fue una medida de corte neoliberal por la cual se despidió a trabajadores del sector estatal. Fue en este periodo cuando acaeció la muerte del tenno Hirohito con las consecuencias que ya referí. Hubo una reconfiguración política a causa del escándalo de corrupción que protagonizaron la compañía Recruit Cosmos y funcionarios de los ministerios de Trabajo, y de Educación, Ciencia y Deporte. Surgió una oposición a la plutocracia dentro y fuera del dominante Partido Liberal Democrático (PLD), además de que se fundaron nuevas agrupaciones políticas que pudieron participar en el parlamento. Todo lo anterior conllevó a la salida del PLD del gobierno, por primera vez después de 38 años. Finalizó el sistema político de 1955 y Japón se readaptó a la nueva realidad internacional de posguerra fría.

En el último capítulo, la coordinadora del libro estudia el acomodo de la política japonesa al proceso de globalización de los últimos treinta años. Afirma que se cuestionó el papel que Japón debía jugar ante la unipolaridad estadounidense, lo que causó, a su vez, que se retomara el debate sobre la reforma constitucional, particularmente en su artículo 9. Brotaron fuertes movimientos contra el armamento y la energía nuclear, que vieron su punto álgido en el desastre de Fukushima, en 2011. Se reforzaron el curso del rearme y las acciones militares en el exterior a causa de los ataques terroristas del 11 de septiembre. El terremoto de Hanshin-Awaji, de 1995, fomentó el uso de las redes sociales, lo cual se consolidó en una nueva cultura cívica sin mediaciones partidistas. Esto impulsó acciones efectivas para la resolución de situaciones concretas, como la conformación de la Unión de Trabajadores Jóvenes del Área Metropolitana en respuesta a la dificultad de los jóvenes de encontrar buenos empleos de tiempo completo.

Un elemento faltante en esta riquísima obra es el aspecto visual. La misma profesora Tanaka, en el video de difusión de la obra, afirma que la juventud actual es más visual. Si bien también dice que no hubo la posibilidad de incluir aspectos digitales porque saldrían de la intención general del libro, bien podrían haberse incluido fotos de personalidades importantes, imágenes de propaganda de la guerra o fotos que registren algún suceso histórico-político determinado. En mi particular caso, disfruté mucho la lectura de la “Teoría de la guerra” de Kobayashi Yoshinori, en la cuarta parte del décimo capítulo, y que es un producto eminentemente visual. Sin embargo, esto no quita el hecho de que el libro colectivo es una contribución muy importante para los estudios japoneses del este asiático y de la historia política mundial. Los capítulos están muy bien articulados entre sí. Recomendable para estudiantes de ciencias sociales y humanidades en general que quieran acercarse a los estudios sobre Japón.

1Michiko Tanaka, Cultura popular y Estado en Japón, 1600-1868. Organizaciones de jóvenes en el autogobierno aldeano, México, El Colegio de México, 1987; Takabatake Michitoshi, Lothar Knauth y Michiko Tanaka (comps.), Política y pensamiento político en Japón: 1868-1925, México, El Colegio de México, 1987; Takabatake Michitoshi, Lothar Knauth y Michiko Tanaka (comps.), Política y pensamiento político en Japón: 1926-1982, México, El Colegio de México, 1987; Alfredo Román Zavala, Internacionalización y partidos políticos en Japón. La crisis del Partido Liberal Demócrata en 1993 y sus secuelas, México, El Colegio de México, 2011, principalmente.

2En el libro participaron quince personas pertenecientes al taller de traducción japonés-español.

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