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Estudios de Asia y África

versión On-line ISSN 2448-654Xversión impresa ISSN 0185-0164

Estud. Asia Áfr. vol.51 no.1 Ciudad de México ene./abr. 2016

 

Reseñas

Yang Huilin, China Christianity and the Question of Culture

Ricardo Martínez Esquivel* 

*Universidad de Costa Rica

Huilin, Yang. China Christianity and the Question of Culture. Waco: Baylor University Press, 2014. 272p.


Yang Huilin 杨慧林 (n. 1954), profesor de literatura comparada y estudios religiosos, director del Instituto de Estudios de la Cultura Cristiana, editor de la Revista de Estudios de la Cultura Cristiana y vicepresidente de la Universidad de Renmin en Beijing, en su último libro, pensando en la relación entre la cultura china y el cristianismo, trae a colación el debate sobre el papel de la lengua en la construcción de significados, el uso de la hermenéutica teológica en el discurso humanista chino y la presencia de valores éticos y morales universales en las religiones.

China Christianity and the Question of Culture, obra galardonada a inicios de 2015 con el premio Merit for Missions/Global Affairs del ministerio Christianity Today, es una compilación de catorce ensayos escritos por Yang entre los años 2004 y 2012. El título del libro pareciera indicar que se trata de un intento por descifrar cómo el cristianismo se inserta en los imaginarios y la cultura de la China contemporánea, pero termina siendo una buena síntesis introductoria a los debates teológicos actuales sobre los problemas de traducción, hermenéutica y transmisión de la verdad cristiana en culturas distintas a las de su origen. En este sentido, se realiza un somero recuento de los términos chinos utilizados como conceptos cristianos y de los intentos misioneros por entender la religiosidad china; sin embargo, la obra se queda en los debates eurocéntricos sobre el cristianismo y nada aporta sobre los procesos de construcción de un cristianismo en China.

Este libro introduce a una serie de tensiones teológico-filosóficas chinas, pero sin llegar a ninguna conclusión explicativa de las ideas o las prácticas sociales, por lo que deja un sinsabor al interesado en desentrañar las posibles especificidades del cristianismo en China. Una de las principales reacciones de las ciencias sociales a la crítica posmoderna ha sido la rehabilitación del concepto de la cultura con un significado propio en el análisis científico, y la práctica de la religiosidad como parte de un fenómeno cultural. No obstante, el autor no toma en cuenta estas variables en su trabajo, por lo que su acercamiento a la problemática se limita a una confrontación filosófica que no logra explicar la relación entre el cristianismo y la cultura en China. El autor tampoco caracteriza ni ofrece el panorama de las capacidades del cristianismo como constructo socio-histórico. Todo esto es una lástima, ya que el mismo Yang resalta la importancia del rol del cristianismo en las creencias religiosas chinas y la necesidad de un análisis científico no profesante de su legitimidad en el contexto cultural chino (p. 42).

El libro se divide en tres partes. Cada una analiza la relación entre dos variables: el lenguaje y el diálogo religioso e intercultural; la hermenéutica teológica y las humanidades en China, y las esferas de intercambio cultural e intelectual de la traducción de clásicos chinos y la Biblia. La metodología de Yang en cada uno de los catorce ensayos consiste en poner a dialogar a los distintos autores o textos (bíblicos, en particular) referentes al tema, como una especie de síntesis de la bibliografía principal. La limitante más visible de lo anterior está en el manejo de los idiomas y las versiones de los textos. Esto se observa en tres circunstancias. Primero, se utilizan traducciones al chino o el inglés de autores alemanes, españoles, japoneses o eslovenos. Segundo, hay una inconsistencia en la traducción de términos o frases en francés y en las acuñaciones propias del autor a partir del inglés. Y tercero, como es común en la mayoría de los ensayos teológicos, cuando se analizan textos bíblicos no se toman en cuenta sus lenguas originales (hebreo, arameo y griego), por lo que el examen hermenéutico de las versiones chinas de la Biblia queda sesgado debido a la utilización de versiones en inglés.

En la primera parte de China Christianity and the Question of Culture, Yang propone que el cristianismo ha experimentado procesos de inculturación en el mundo chino, gracias ya sea a las estrategias de difusión o a las crisis de identidad de los destinatarios. En el primer caso, desde los planteamientos sobre los diálogos interreligiosos o de interfés del teólogo español Raimon Panikkar (1918-2010) y el estudioso de las religiones japonés Masao Abe (1915-2006) se analiza la relación budismocristianismo y la consecuente construcción de nuevas ideas sobre la religiosidad, un proceso de “ethicization” del hanyu jidujiao 汉语基督教 o “cristianismo en chino”. Y para el segundo caso, tomando como referencia el trabajo de los filósofos judíos Hannah Arendt (1906-1975) y Emmanuel Levinas (1906-1995), el autor compara el holocausto nazi con la Revolución Cultural (1966-1976) para explicar la importancia adquirida en temas como la culpa, el perdón y la responsabilidad en los discursos literarios e intelectuales posteriores (Verarbeitungsliteratur).

En la segunda parte del libro se discute acerca del valor de la teología como un instrumento interpretativo y su inclusión como una extensión del pensamiento en los debates humanísticos en China. Para ello, Yang introduce las categorías de análisis “totalmente otro (der ganz Andere)” del teólogo suizo Karl Barth (1886-1968), “la diferencia (différence)” del filósofo francés Jacques Derrida (1930-2004) y “el cristianismo sin religión (Religionsloses Christentum)” del teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer (1906-1945), para, en un constante diálogo con los postulados del teólogo estadounidense Paul Tillich (1886-1965) y el filósofo marxista y psicoanalista esloveno Slavoj Žižek (n. 1949), rechazar la certeza de una explicación discursiva literaria o filosófica y proponer la necesidad constante de la interacción, la reinterpretación y el aplazamiento del poder discursivo en los distintos debates. En esto se observa la militancia del autor en las últimas tendencias posmodernas sobre el conocimiento de la cultura.

La tercera y última parte del libro analiza el “razonamiento escritural (Scriptural Reasoning)”, método utilizado originalmente para comprender las tres grandes religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo e islam) mediante la interpretación de diálogos de interfés, pero ahora utilizados por el autor para analizar los intentos cristianos por entender los clásicos literarios chinos, confucianos y daoístas en particular. En esta parte se destaca el trabajo del misionero y sinólogo británico James Legge (1815-1897).

Para Yang, los procesos de construcción de significados o sentidos son de capital importancia para la teología y los discursos contemporáneos de los intelectuales chinos; por ende, retomando al teólogo y politólogo estadounidense Reinhold Niebuhr (1892-1971), propone que la actual “crisis de fe” en la sociedad china se ve representada en “una crisis de sentidos”. Esta última la analiza Yang a partir de la interrelación de diversas perspectivas disciplinarias, pero concluye que ningún enfoque teórico-metodológico puede o debe regir los discursos, con lo que cae en un relativismo discursivo que no combate -al parecer su objetivo- los vicios del positivismo o de la objetivización extrema y más bien limita la inteligencia del objeto de estudio.

China Christianity and the Question of Culture no es un trabajo fácil de leer si no se tienen las herramientas necesarias, teológicas principalmente. Esta obra, sin duda alguna, es de interés para teólogos, en particular por la erudición de cada uno de los ensayos y la inclusión del pensamiento chino en ellos, por lo que funciona como un punto de partida para el conocimiento del contexto intelectual chino contemporáneo. Y si bien considero que el libro no logra construir una propuesta teórico-hipotética para penetrar en la relación entre la cultura china y el cristianismo, sí funciona como una herramienta más para los esfuerzos de los seres humanos por relacionarse, comprenderse, asimilarse e interpretarse.

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