Es verdad que se conoce ampliamente su gran habilidad en el contrataque.
“Copa Mundial de Futbol de Sudáfrica”, 2010.
Aún con cierta intranquilidad respecto a la seguridad, se tomó la decisión sobre el anfitrión de los olímpicos de 2016.
“Por primera vez la antorcha en Sudamérica”, 2009.
Introducción
Las citas iniciales de este texto fueron tomadas del periódico japonés The Asahi Shimbun y son un ejemplo de las diversas opiniones que conforman el significado de América Latina en Japón. La primera se refiere a las destrezas de la selección brasilera de futbol, y la segunda, a la inseguridad en Brasil, país donde se realizaron las Olimpiadas en 2016. Éstos son fragmentos que evidencian percepciones tanto amigables como poco favorables sobre la región latinoamericana y su gente ante los ojos japoneses. Constituyen la representación de lo latinoamericano hecha por los medios nipones, en particular la prensa, que este artículo busca conceptualizar.
El texto es un análisis de la representación de lo latinoamericano en el diario japonés The Asahi Shimbun. Se abordan las imágenes más recurrentes de esa América Latina construida con base en noticias publicadas en japonés durante un periodo de dos décadas desde 1990. Asimismo, se propone que las temáticas relacionadas con la delincuencia y los deportes son el fundamento de la representación de una identidad extranjera otrificada. De esta forma, se explican sus significados con el fin de conformar un punto de partida para la comprensión del lugar que América Latina ocupa en Japón y, a la vez, del sistema social japonés. Se plantea partir de los medios para discutir la representación de otros extranjeros latinoamericanos como mecanismo para la preservación de la propia sociedad. A continuación, se enmarca brevemente la base teórica y se explican los métodos de investigación; después se presentan los resultados del estudio seguidos de las conclusiones.
Sistema social, alteridad y representación mediática
Este análisis se fundamenta en la premisa de la teoría sistémica social de Niklas Luhmann (1995). El sociólogo alemán toma el concepto de autopoiesis, desarrollado desde la biología por Maturana y Varela (1980) , para describir a la sociedad como un sistema que se regula a sí mismo gracias a la autorreproducción (Luhmann, 1998). Tradicionalmente, un sistema se ha conceptualizado como la suma de sus componentes, pero Luhmann lo estructura como un grupo de procesos y las relaciones entre ellos (Maturana y Varela, 1980) y sus producciones, que a su vez inician nuevos procesos (Almansa-Martínez, 2011). La recontextualización del concepto de autopoiesis le sirve a Luhmann (1995) para afirmar que la sociedad es un sistema posible gracias a todos los procesos que se producen a sí mismos de manera continua.
Los sistemas autopoiéticos son autorreferenciales y autorreguladores. Esto explica que tengan tanto la propiedad como la necesidad de reproducirse continuamente para garantizar su existencia. Se reproducen dentro de sí mismos, se crean y se conservan (Maturana y Varela, 1980). Esta operación se fundamenta en los elementos o eventos momentáneos que se integran al sistema y desaparecen al hacerlo (Luhmann, 1995). Lo alimentan, razón por la que deben ser producidos constantemente. Si su producción se descontinúa, el sistema social desaparece (Luhmann, 1998). Por lo tanto, los elementos son indispensables en la autopoiesis y la sociedad la necesita para existir.
Desde esta perspectiva, para Luhmann la base de la organización social no es la unidad, sino la permanente operación de diferenciación de los elementos entre sí y en su integración al sistema (Koch, 2007). Es en este punto donde teóricamente la autopoiesis se vincula con la alteridad. Mientras ésta se conceptualiza como una fijación que marca fronteras culturales, históricas y étnicas y las esencializa (Bhabba, 1984, pp. 125-133; Dines y Humez, 2003), a veces en estereotipos, trae consigo la construcción de un otro que alimenta al yo, japonés en este caso, y crea límites que simultáneamente definen lo propio, así como lo extraño, o lo externo, que de hecho podría ser la traducción literal del vocablo que en japonés significa extranjero. La alteridad, entonces, permite construirse a sí mismo durante el proceso de diferenciación. En esta medida, la propuesta es que el sistema social japonés, siguiendo la teoría de Luhmann, requiere de renovación y reconstrucción, lo que sucede durante la concepción de un otro.
Los medios, por su parte, también intervienen en el sistema social al representar realidades diversas (Dines y Humez, 2003), en este caso de América Latina y, al tratarse de un diario japonés, quizá de Japón. Así pues, este estudio parte de la sugerencia de Hall (1997, pp. 13-74) de la necesidad de aproximarse a la producción de significados de los medios de comunicación, y a los discursos particulares que constituyen sujetos y definen representaciones. Se fundamenta, además, en la premisa de que los medios desempeñan un papel trascendental en las percepciones de grupos culturales considerados ajenos y lejanos de la propia realidad (Tsuda, 2009), como sería el caso de lo latinoamericano. En resumen, este análisis aborda la prensa japonesa en su representación de América Latina y en su relación con un proceso de diferenciación que nutre el sistema social autopoiético japonés.
De esta manera, el sistema social de Luhmann permite entender que la representación mediática que Japón hace de América Latina es un componente integral de la sociedad japonesa. Desde la teoría sistémica, se propone que la construcción de lo latinoamericano es eso que existe y permanece debido a un proceso de repetición necesario para la continuación de los nipones mismos como sociedad. Los medios intervienen en esta operación que no sólo constituye una imagen positiva por un lado y negativa por el otro. Es un proceso que se complejiza al analizar cómo le sirve a la construcción japonesa. Este estudio sugiere pensar la representación mediática, repetida durante 20 años desde 1990, de un otro -en este caso América Latina- como elemento coyuntural constituyente del sistema social japonés.
Contexto
La representación de América Latina en los medios nipones se hizo más fuerte a comienzos de la década de 1990. Prueba de ello es The Asahi Shimbun, diario japonés de tradición liberal fundado en 1879 que, de repente, aumentó drásticamente sus reportajes sobre esta región y sus ciudadanos. Para propósitos de esta investigación se revisó la base de datos digital del periódico y se encontró que de 1989 a 1990 la cobertura sobre América Latina se duplicó; más sorprendente resulta comparar las dos décadas anteriores y las dos posteriores a ese momento. El total de noticias se incrementó cerca de 2500%, y las de algunos países marcaron más este crecimiento. Por ejemplo, los artículos relacionados con Brasil pasaron de 681 entre 1970 y 1989, a 30 101 entre 1990 y 2010. Esto fue evidente también en el caso de Perú (de 558 a 10 457), México (de 1 306 a 19 061) y Colombia (de 627 a 6 260).
Este aumento se explica por la visibilidad que ganó la población latinoamericana en la cotidianidad de Japón debido al abrupto aumento de inmigrantes de ascendencia japonesa. El año 1990 marca el inicio de una oleada migratoria desde América Latina motivada por dos razones principales: la aguda situación económica en sus países de nacimiento y los cambios en la ley migratoria japonesa. La revisión de la Ley de inmigración se inició en 1989, y un año después se implementó la Ley de Control de Refugiados y Nuevos Inmigrantes, uno de cuyos propósitos esenciales era controlar el flujo de trabajadores provenientes del sureste asiático (Mori, 1997). Asimismo, buscaba abrir la posibilidad de acceder a una fuerza laboral de bajo costo y más cercana a la sociedad japonesa al ser descendientes nacidos en el extranjero (1997). Hasta aquel momento apenas un limitado grupo, en su mayoría provenientes de Asia, podía realizar trabajos no cualificados por un periodo no superior a seis meses, con una visa de entrenamiento.
Así pues, desde comienzos de la década de 1990 los descendientes de japoneses se han sumado al grupo de trabajadores inmigrantes. Si bien desde el inicio se han vinculado especialmente a la industria automotriz, también han incursionado en el área de servicios (Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar de Japón, 2007). Sus permisos de estadía han sido más extensos que los de otros extranjeros (Salgado, 2003), y han tenido la posibilidad de que sus cónyuges migren también, y en pareja o como grupo familiar han solicitado la visa de Residente Permanente (Yamanaka, 2003 pp. 123-152,). Al comienzo, la mayoría de estos descendientes de japoneses o nikkeijin aseguró que su estadía sería temporal, pero son más los que han permanecido desde aquel momento en Japón a pesar de las dificultades de adaptabilidad cultural, así como de los recientes tropiezos económicos y reformas a la ley que no los han favorecido.
Las estadísticas oficiales no discriminan entre los latinoamericanos de ascendencia japonesa y los demás. Todos son inmigrantes de América Latina y, como tales, los datos muestran que dejaron de ser un grupo insignificante entre la población extranjera en Japón. En menos de cinco años, en 1995, llegaron acerca de 15% del total de foráneos, y esta proporción se mantuvo durante el periodo abordado en esta investigación (Ministerio de Justicia de Japón, 2012). Han sido la segunda mayor comunidad, después de los asiáticos, que han ocupado alrededor de 75% (2012). Estos migrantes provenían de varios rincones de América Latina, pero principalmente de Brasil y Perú (2012), donde se encuentran las comunidades más grandes de nikkeijin. Se cree, entonces, que la mayoría pertenecía a este grupo, por lo que su interacción con el medio japonés provocó el inicio de investigaciones académicas y se convirtió en un fenómeno novedoso para los periodistas.
Cabe aclarar que el conocimiento que el común de los japo neses tiene sobre los latinoamericanos proviene, sobre todo, del contenido presentado por los medios de comunicación (Tsuda, 2009). Los que habitan en Japón están concentrados en regiones donde hay oferta laboral, como la prefectura de Aichi, que cuenta con fábricas de automóviles. Por eso, el contacto directo entre ellos y una mayoría japonesa es escaso. En comparación con otros países o ciudadanos extranjeros, la relación directa de los japoneses con América Latina en contextos de negocios o de entretenimiento no es tan frecuente. En la televisión e internet se presenta información sobre América Latina, pero la prensa sigue siendo uno de los medios más confiables y respetados en la actualidad. De esta forma, lo que dice el Asahi Shimbun, uno de los periódicos más destacados de Japón, es determinante en la representación general japonesa de América Latina.
El análisis de contenido y el análisis textual
Con el propósito de analizar la representación de lo latinoamericano en la prensa japonesa, se seleccionó el diario The Asahi Shimbun en su edición impresa en japonés. Se buscó un medio de circulación nacional sin ningún enfoque regional ni temático, como es común en los periódicos del archipiélago nipón. The Asahi Shimbun en lengua japonesa es uno de los más antiguos y tiene el segundo mayor tiraje nacional, con más de 11 millones de copias diarias que incluyen su edición matutina y vespertina. Podría considerarse uno de los más grandes del mundo. Además, resalta al percibirse primordialmente como de orientación liberal, que ha manifestado su interés por procurar imparcialidad y, por ello, ha desarrollado temáticas que sus homólogos prefieren evitar. Se consideró que esta perspectiva brindaba mayor amplitud en la cobertura sobre América Latina.
Para el análisis se emplearon dos métodos de investigacióncomplementarios: análisis cualitativo de contenido y análisis textual. Ambos son aproximaciones muy comunes en el campo de los medios de comunicación, así como en el de la representación, y permitieron responder cómo es que el diario ha construido la identidad de América Latina a lo largo de dos décadas, que iniciaron con el repentino crecimiento de su cobertura en 1990. A continuación se explica el enfoque de los dos métodos en el contexto de la pregunta planteada.
El análisis cualitativo de contenido consiste en la identificación y el conteo de la ocurrencia de características específicas en un texto con el fin de entender las representaciones y su significado en un contexto social (Hansen, Cottle y Negrine, 1998). Una de las ventajas de este método es la posibilidad de analizar con mucho detalle grandes cantidades de información, como en este estudio, en el que se abordaron noticias publicadas en un periodo de 20 años. Aunque puede parecer excesivamente cuantitativo, el carácter cualitativo se pone en evidencia cuando, después de familiarizarse con los datos recogidos, el investigador crea de forma inductiva las categorías de análisis (Elo y Kyngäs, 2008, pp. 107-115). De esta manera, es un método que contribuye tanto a la rigurosidad y la precisión de lo cuantificable como a la profundidad y lo comprensivo e interpretativo que lo humano puede aportar.
A partir del proceso sugerido por Piñuel (2002), Krippendorf (2004), Anderson (2007) y Elo y Kingas (2008) para realizar un análisis de contenido, se seleccionó el medio de comunicación de estudio, The Asahi Shimbun, al que se accedió a través de una base de datos digital. Cabe aclarar que no se analizó la edición disponible en internet, sino la impresa digitalizada. El siguiente paso fue determinar las unidades de análisis. Es decir, después de usar como criterio de búsqueda los nombres de cada país de América Latina y el Caribe, así como el de las regiones, se seleccionaron 97 154 noticias. Debido a la gran cantidad de material, en esta instancia se tomaron solamente los titulares, que se fragmentaron en unidades semánticas del japonés con la ayuda de Microsoft Excel y el sistema de análisis morfológico en japonés ChaSen.
El tercer paso, metodológicamente, fue entender los datos, es decir, leer tanto el texto que se formó a partir de los 97 154 titulares como el nuevo listado de unidades semánticas o palabras resultantes de la fragmentación, para construir las unidades de análisis que son el fundamento de todo análisis de contenido. Al examinarlos, se empezó a identificar sucesos, protagonistas, lugares, momentos, etc. Se trató de una lectura detenida y repetitiva, y de la traducción al español de los términos, lo que derivó en una familiarización con los datos y en una clasificación cuidadosa y muy rigurosa. En otras palabras, el proceso condujo al último paso, la categorización y la codificación, de las que resultaron 19 categorías temáticas que agrupan los términos de los titulares, que de hecho tienden a ser bastante extensos, y así representan los contenidos tratados en los artículos. Las categorías se encuentran en el siguiente cuadro:
Categoría | Núm. de palabras | Porcentaje |
---|---|---|
1. Deportes | 93 325 | 20 |
2. Lugares de Japón | 71 354 | 15 |
3. Política y diplomacia | 47 363 | 10 |
4. Economía | 40 516 | 9 |
5. Lugares y lenguas de América Latina | 29 035 | 6 |
6. Crimen | 28 108 | 6 |
7. Educación y sociedad | 25 321 | 5 |
8. Arte y cultura | 21 371 | 5 |
9. Otros lugares* | 19 676 | 4 |
10. Conceptos positivos | 19 380 | 4 |
11. Personas famosas | 10 917 | 2 |
12. Naturaleza y patrimonios | 9 987 | 2 |
13. Leyes | 9 069 | 2 |
14. Palabras relacionadas con etnicidad | 8 076 | 2 |
15. Conceptos negativos | 6 795 | 1 |
6. Desarrollo | 5 690 | 1 |
17. Migración | 5 257 | 1 |
18. Guerra, militarismo y terrorismo | 5 066 | 1 |
19. Desastres | 4 900 | 1 |
Total | 461 206 | 100 |
Nota: * Diferentes a América Latina y Japón.
Fuente: Elaborado a partir de la base de datos del periódico The Asahi Shimbun de 1990 a 2010.
La frecuencia de la publicación de temas específicos fue la base de la codificación de la extensa lista de titulares. En una primera clasificación surgieron 46 categorías que se fueron combinando hasta llegar a 19. La reagrupación forma parte del método, ya que ayuda a comprender los temas tratados en amplias cantidades de información y, en este caso particular, el significado de América Latina en Japón. Es decir, se usó básicamente un método cuantitativo que incluye fenómenos simbólicos (Krippendorff, 2004). Sin embargo, para enriquecer aún más el estudio de los contenidos y explicar algunos de los resultados de la codificación en detalle, se recurrió al análisis textual, que es más interpretativo. Las categorías del análisis de contenido fueron el punto de partida para la selección de artículos.
La segunda aproximación metodológica, es decir el análisis textual, empezó con una nueva lectura de los 97 154 titulares y una revisión de la clasificación. El carácter cuantitativo del análisis de contenido sugiere considerar los resultados de las categorías mayores. Por esto, se escogieron entonces noticias con temáticas que pertenecían a las 10 primeras categorías más amplias y con alto contenido semántico. Por consiguiente, se seleccionaron noticias de futbol, que pertenecen a Deportes, el grupo más numeroso. También se incluyeron notas de las categorías Política y diplomacia, Economía, Crimen, Educación y sociedad y Artes y cultura. El contenido de otros rubros que destacan numéricamente, como Lugares en Japón, Lugares y lenguas en América Latina, Otros lugares y Términos positivos, se cruza con el de los escogidos. Se seleccionaron luego 25 artículos para analizarlos textualmente a partir de la estructura del texto y su relación con el contenido narrado.
Resultados
Es indispensable aclarar que la decisión de trabajar sobre la unidad identitaria que representa el término América Latina es resultado de la misma investigación. La búsqueda de noticias demostró que el diario relaciona el término con los países del continente americano, desde México en el norte hasta Chile y Argentina en el sur, y excluye las islas no hispanohablantes del Caribe. Cada vez que alguno de estos países se menciona, inmediatamente después viene la expresión “América Latina” y, en algunos casos, Centro y Sudamérica. Incluso, hay reportajes que no aluden a naciones específicas, sino a la región en general. Por último, el Asahi Shimbun hace un uso limitado de la palabra nikkeijin o descendientes de japoneses. Las pocas notas que lo emplean aparecen en el primer quinquenio revisado, lo que sugiere que se reconoce su lazo con Japón tras el impacto de su llegada. Sin embargo, con el tiempo, los nikkeijin son tratados sólo como latinoamericanos.
La retórica de la homogeneidad favoreció a estos individuos legalmente y, por eso, aunque no son nombrados, los datos muestran que la representación de América Latina sí ha estado mediada por la relación migratoria con Japón que los nikkeijin han protagonizado. La prueba más evidente es el incremento en la cobertura de noticias sobre la región en el año en que se dio la bienvenida a miles de hijos y nietos de japoneses que habían migrado al lado opuesto del océano Pacífico décadas atrás. Por su parte, la categoría Lugares japoneses ocupa el segundo lugar y, dentro de ella, resaltan las ciudades donde habitan grupos grandes de descendientes, como Shizuoka y Nagoya. En sintonía con este patrón, en quinto lugar aparece la categoría Lugares en América Latina, liderada por las palabras Brasil y Perú, países latinoamericanos con comunidades de nikkeijin más grandes. Es decir, aunque el rastro japonés fuera borrado, su retorno a Japón dinamizó la representación de América Latina en los medios.
Por otro lado, la categoría Política y diplomacia ocupa el tercer lugar. Las palabras y los titulares que la componen se relacionan con eventos o cumbres de trascendencia global, como las del Grupo de los 20. El único acontecimiento de política local latina que atrae la atención del periódico son las elecciones presidenciales. Allí aparecen los nombres de los candidatos destacados y los resultados de las votaciones. Otro caso específico que sobresale es la Revolución cubana y el embargo de Estados Unidos a Cuba, donde el primero opera como controlador del segundo. A excepción de estos dos casos, en general pareciera que el Asahi Shimbun sólo ubica a América Latina en el mapa de las relaciones entre naciones, en el que ciertamente Japón tiene un papel importante. Entre el alto número de noticias, no hay especificidad de la política y la diplomacia latinoamericana. En conclusión, la región es partícipe de eventos globales, pero no es líder, como sí lo es Japón.
Economía, por su parte, que ocupa el cuarto lugar, sí tiende a referirse a temáticas regionales que son de interés para Japón. Los términos más comunes, además de mercado e industria, son justamente los que sostienen las relaciones comercia les. Hay referencia a automóviles, petróleo, minería y flores, es decir, a los productos y las industrias que marcan las exportaciones y las importaciones. Igualmente, se repiten términos como acuerdo económico, bolsa, tasa de cambio, yen y dólar y, con menor frecuencia, aparecen las monedas de los países latinoamericanos. Las noticias implican una observación del comportamiento de los mercados de la región respecto al dólar y al yen. Es una categoría que da cuenta de la actividad de América Latina como socio comercial de Japón.
En el sexto lugar se encuentra Crimen, y es la única categoría que, sin entrar al análisis textual, indica contenidos que afectan negativamente la construcción del significado de América Latina en Japón. Los términos que prevalecen tras la codificación son: incidente, detención, sospechoso, víctima y prisionero. Se entiende, entonces, que las noticias narran historias de delitos relacionados con latinoamericanos y sus consecuencias legales. Otras palabras de amplia repetición, que pertenecen a distintas categorías gramaticales, señalan los tipos de actividades ilegales en que se centran las notas: secuestrado, robo, asesinado, accidente, cocaína, crimen y guerrilla. Llama la atención que, en el caso de secuestro y homicidio, hay un énfasis en la persona afectada por el crimen, pues los reportajes usan más el término secuestrado que secuestro, por ejemplo. A partir del análisis de contenido se sospecha que los ciudadanos japoneses son víctimas de los delitos cometidos por latinoamericanos.
En resumen, el análisis de contenido mostró que el deporte marca la representación y que hay varias categorías, como Política y diplomacia o Economía, que brindan posibilidades de entender América Latina de forma positiva o heterogénea. La codificación indicó que Crimen es una de las 10 temáticas más tratadas y, por ello, quizá una de las que más impacto tiene en la audiencia japonesa. Se escogieron, después, 25 noticias para analizarlas de forma textual. La combinación de los dos métodos dio como resultado una dinámica de intersección de tres imágenes que constituyen el significado de América Latina en Japón: el popular jugador de futbol, el irruptor de la normatividad que es socialmente condenado y, en tercer lugar, si es posible entenderlo como una imagen, el latinoamericano potencialmente visible. Estas imágenes se explican a continuación.
Noticias deportivas y sobre futbol
El alto volumen de noticias deportivas sugeriría que ésta es la representación principal. La categoría Deportes ocupa 20% del total de los datos, lo que la convierte en la mayor de las 19 creadas y, de por lo menos 10 juegos más, el futbol lidera internamente. Que sea el tema más popular en las notas coincide con que Brasil, reconocido por su liderazgo en este campo, sea el país más mencionado en la prensa y, hasta cierto punto, con que Argentina, nación que comparte la fama futbolera, ocupe el quinto lugar. Aunque países específicos como éstos sobresalen en este tema, los artículos se refieren a ellos como los líderes o las estrellas de Centro y Sudamérica. Se les construye como elementos que componen una unidad regional.
Las noticias deportivas son generalmente más cortas que las de otras secciones. Tienen un promedio de 350 caracteres japoneses y no desarrollan temas de gran complejidad. Son comunes las narraciones detalladas de partidos y del progreso de campeonatos de relieve mundial. Además del marcador, reportan sobre el campo de juego y las condiciones climatológicas. Describen milimétricamente las jugadas relevantes, así como el físico y el temperamento de los futbolistas, en especial de aquellos que se han convertido en personalidades internacionales, como Zico y Maradona, y de latinoamericanos que han integrado la selección nacional japonesa de futbol. La información se estructura y apoya en hechos que relatan quién, qué, dónde y cuándo suceden. Son textos organizados de forma clara que responden a un lector fanático ávido de minucias y que construyen mensajes tanto positivos como negativos, como se explica a continuación.
En la categoría Conceptos positivos, el más repetido es victoria, y en Conceptos negativos, derrota, aunque éste con menor frecuencia. La lectura de las noticias evidencia que son nociones usadas en reportajes futbolísticos que, explícitamente o no, asocian América Latina con emociones de alegría y frustración e, implícitamente, con significados de energía, actividad y destreza. Las expresiones de satisfacción, éxito y logros alcanzados que acompañan la victoria se rodean de insinuaciones de que su futbol es admirable y digno de imitación. Incluso, como lo muestra el siguiente extracto, tomado de la única noticia extensa sobre futbol analizada, a veces el triunfo y el buen desempeño no sorprenden: “Los dos equipos fuertes de Sudamérica, Brasil y Argentina, se encontrarán con Holanda y Alemania, los formidables equipos europeos. Al pensar en el potencial y en las fortalezas de los otros cuatro [equipos que compiten para ir a la final], no es extraño que los dos que ganen [de este grupo] pasen directamente, así no más, a la final” (“Copa Mundial de Futbol de Sudáfrica”, 2010).
Algunos de los reportajes de mayor profundidad son los que pretenden comparar el desempeño de los equipos latinoamericanos con los de otras regiones. Se destaca su habilidad, muy por encima de África y Asia y, en ocasiones, sobre Europa: “Lo que nos hace confiar en Uruguay es su tradicional defensa fuerte. Para que Uruguay no maneje un partido muy calmado, Ghana debe anotar primero” (“Copa Mundial de Futbol de Sudáfrica”, 2010). Además, “Paraguay, con su fuerte defensa, resulta un enemigo difícil para el equipo español, que no ha demostrado el ataque que se esperaba” (“Copa Mundial de Futbol de Sudáfrica”, 2010).
Los contrastes con los japoneses son los más comunes y aparecen incluso en artículos cuyo tema principal no involucra a la selección japonesa. En estos casos, la conclusión de las noticias tiende a enfatizar la insuficiencia del equipo nacional o de algunos jugadores específicos. Por eso, más que presentar un análisis de las estrategias, las fortalezas y las debilidades del partido y de los futbolistas extranjeros en discusión, las noticias se acercan a una audiencia nipona que piensa en su propia selección. Crean un equipo contrapuesto con habilidades tan distintas que sirve para caracterizar al equipo nacional, como cuando aseguran que “España ataca apoderándose de forma arrolladora del balón. [Este país] se ajusta mejor a Paraguay que a Japón, puesto que Paraguay hace intentos rápidos de ataque gracias a su activa defensa” (“Copa Mundial de Futbol de Sudáfrica”, 2010). Concluir la historia con una comparación entre América Latina y Japón insinúa la necesidad de situarse en el contexto narrado y la utilidad de otros para entender el nosotros japonés.
Igualmente, el periódico reconoce la energía, la fortaleza y la velocidad de los latinoamericanos en contraste con la capacidad de organización y de estrategia en los equipos europeos. Las habilidades se presentan como opuestas y con la imposibilidad de combinarse en un mismo equipo; es decir, la habilidad física frente a la mental. De este modo, hay un reconocimiento al desempeño de los latinoamericanos que implica también un señalamiento de sus limitaciones. Por ejemplo, se afirma: “Ambos equipos mostraron ser poderosos, pero su carácter es diferente. Frente a Argentina, que presiona a su oponente, encontramos a Alemania, que tiene habilidad organizacional” (“Copa Mundial de Futbol de Sudáfrica”, 2010). La validación de la fortaleza se convierte entonces en una imagen ambigua. Fragmentos como el mencionado, que son bastante recurrentes, indican una imagen basada en la destreza física mas no racional en el campo de juego.
Así pues, el contenido de las noticias deportivas se basa en información sobre partidos y jugadores. Además, tiene propósitos primordialmente descriptivos y habla de jugadas, victorias y derrotas. En muy pocas ocasiones se publican notas analíticas, pero, cuando sucede, siempre se examina el futbol latinoamericano en relación con otras selecciones. El futbol aporta para construir una imagen de una América Latina carismática y enérgica; sin embargo, al mismo tiempo se debe señalar que constituye un escenario problemático en la región. Como se muestra a continuación, en noticias con mensajes poco favorables, el periódico relata hechos directamente relacionados con la actividad futbolística y, en otros casos, recurre al futbol de modo casi arbitrario en medio de notas de violencia o agresión.
Un caso que oscurece bastante la percepción del futbol latinoamericano es el homicidio del colombiano Andrés Escobar, ocurrido después de haber anotado un autogol en la Copa Mundial de Futbol de 1994. Noticias de gravedad como ésta ganan más peso cuando se acompañan de suposiciones y de información que, a ojos del autor, tienen conexión con los hechos, aunque el reportaje no presente un sustento claro. La imagen de peligro se refuerza con afirmaciones como: “Se cree que de todas maneras [el homicidio sucedió] en un trasfondo entre mafias de la droga” (“Colombia: ‘El futbol cuesta la vida, en Medellín, la capital de la droga’”, 1998). No hay mayor legitimación de estas declaraciones que una cita muy breve de la hermana de la víctima, quien sospecha de la vinculación con la mafia.
Por otro lado, el campo de juego directamente es también espacio de violencia futbolística. Los reportajes conectan la pasión de los fanáticos con actos de agresión y otras carencias, como la deshonestidad. Un ejemplo se encuentra en el siguiente fragmento de una nota que buscaba explicar las implicaciones de una tarjeta roja bajo el título “La tarjeta roja, diccionario de la Copa Mundial” (2002). Primero se exponen aspectos técnicos y luego la noticia concluye así:
Según comunicaciones recientes de Reuters, representantes oficiales de la Asociación de Futbol de Uruguay respondieron: “Golpear la carade un oponente y pretender haber sido herido, que son comunes en nuestro equipo nacional, no son acciones permitidas por la FIFA”. Montero, el capitán de la selección nacional de este país, tiene el registro más alto de tarjetas rojas en la Liga italiana, serie A (“La tarjeta roja, diccionario de la Copa Mundial”, 2002).
Así es como el mal comportamiento de muchos jugadores latinos se reporta, y entre ellos sobresale el argentino Diego Maradona. Una nota recuerda a los lectores que las leyes se aplican a todos los extranjeros, sean ídolos deportivos o no. En la copa Kirin de 1994, el gobierno japonés no le otorgó visa a la llamada “superestrella” del futbol por su historial de detenciones en posesión de drogas. La noticia elabora la historia y al final recuerda que este “futbolista sudamericano” ha sido responsable de bastantes episodios de violencia. El periódico respalda así la decisión de las autoridades japonesas. Tanto Sudamérica como el futbol se marcan con imágenes poco favorecedoras.
Los mensajes negativos a veces no se originan en la actividad deportiva propiamente. El ejemplo más claro está en las múltiples notas que reprochan la elección de Río de Janeiro como ciudad anfitriona de los Juegos Olímpicos de 2016. Reiteradamente aseguran que, por tercera vez, una ciudad japonesa ha sido descartada. Agregan que la responsabilidad de una competencia mundial se le otorgó a un lugar con serios problemas de seguridad. En esta sintonía, un reportaje enlista las dificultades económicas y sociales de Brasil y enfatiza la falta de garantías para el público extranjero de la Copa Mundial de Futbol 2014 y, en consecuencia, para el de las olimpiadas de 2016. También cuestiona las medidas de seguridad propuestas por el país seleccionado a pesar de haber sido aprobadas por el Comité Olímpico Internacional:
Los problemas no son pocos. En los preparativos para la Copa Mundial 2014, la batalla más grande que Brasil debe pelear es contra la seguridad. Las favelas, donde se originan los crímenes, se ubican en muchos lugares de la ciudad y son más de 1 000 […] También hay favelas cerca de los estadios donde se realizarán las competencias […] Casi una sexta parte de la población de Río vive en favelas […] En 2008 se cometieron 5 717 homicidios en Río de Janeiro. Murieron 1 137 personas a causa de tiroteos entre la policía y las pandillas, etc., por lo que no está claro hasta qué punto la seguridad de la gente se puede garantizar. Otro aspecto problemático es el alojamiento […] [y] el transporte también causa preocupación (“Por primera vez la antorcha en Sudamérica”, 2009).
En otros casos, los artículos usan la imagen del futbol en América Latina sin causa o razón clara, en medio de historias trágicas, como la de un accidente en un espectáculo japonés de pirotecnia en el que varios niños y adultos mayores perdieron la vida. El tema del artículo es el incidente en territorio nipón, pero el autor lo compara, quizás arbitrariamente, con Centro y Sudamérica. En la reseña central asegura que en estadios de futbol de la región latinoamericana recientemente han ocurrido percances con víctimas fatales, mientras que en su país es casi imposible que haya heridos en eventos masivos. De esta forma se construye una imagen de América Latina alrededor de lo fatídico a partir de un suceso relacionado de modo casual. Además, Japón se define por diferenciación respecto a América Latina, a pesar de que la misma nota revela una situación comprobable que dejó víctimas.
Cuantitativamente, las noticias que revelan aspectos reprochables del futbol de América Latina no son representativas frente la gran cantidad de las que cuentan con mensajes alentadores, por lo que no se les podría responsabilizar por completo de una imagen negativa de lo latinoamericano. Sin embargo, los incidentes de violencia tienen alta recordación entre el público general y, más aún, entre los fanáticos. Los episodios violentos de Diego Maradona, así como el asesinato de Andrés Escobar, son episodios que los japoneses refieren cuando se les pregunta sobre su conocimiento y su imagen de América Latina (Forero, 2012). El análisis muestra que los reportajes sobre violencia en el futbol se suman a otros, en circunstancias diversas, que sí ahondan en las condiciones en las que se rompen las normas.
Noticias sobre crimen
A pesar de que casi la cuarta parte de las noticias analizadas sobre América Latina en Japón son optimistas gracias a los deportes, el segundo tema que resalta es el delito. Son menos las noticias en esta área, pero tienden a ser el doble de largas que las de futbol y, por ende, aún más detalladas. Las categorías de Crimen, Conceptos negativos y Ley se asocian a actos contra las normas cometidos por latinoamericanos en Japón o en el extranjero, pero que en general involucran a ciudadanos japoneses. Los temas van desde conducir ebrio o permanecer sin permiso legal en Japón hasta el homicidio. Si se considera que Japón es un país con niveles de delincuencia muy bajos y donde prima una sensación de seguridad, los perpetradores de cualquier violación a la ley se convierten en noticia con facilidad y se ganan la atención y el desprecio de la sociedad. Este apartado se centra en las narraciones de desacato, en contextos dentro y fuera de Japón, que más resaltan en el grupo de noticias seleccionado.
Delitos cometidos fuera de Japón
Los reportes de delincuencia fuera de Japón, además de cumplir la función de informar, se convierten en alerta sobre los peligros que enfrentan los ciudadanos japoneses en el extranjero. De este grupo sobresale una nota titulada “‘Le tememos al extranjero, por eso no vamos’. Como resultado de la guerra en Iraq, los viajes de negocios y de entretenimiento se han cancelado” (2003). Es un título que impacta y cuyo contenido sorprende porque incluye una mención de América Latina. Habla de la falta de seguridad más allá de las fronteras nacionales y asegura que los viajes que más cancelan los japoneses por razones de inseguridad son los que tienen como destino algunos países de Asia, algunas ciudades de Estados Unidos y toda América Latina. Si bien es un texto que presenta a casi todo el mundo como destino peligroso, la región latinoamericana sin excepciones resulta desfavorecida.
Por otro lado, cuando las historias se enfocan en América Latina, muchas enuncian los casos de extrema violencia en la región. Comúnmente se reproducen imágenes negativas sin proporcionar explicaciones ni permitir un cuestionamiento. Esto se suma a que hay una pretensión de objetividad con expresiones simples y breves que no dan cabida a la duda. Si los hechos relatados no tienen relación aparente con Japón, los enunciados parecen carecer aún más de responsabilidad. Un ejemplo es el caso de la captura por asesinato del líder de la industria de las esmeraldas en Colombia. Sin profundizar, The Asahi Shimbun publicó: “Según los rumores, el sospechoso Carranza era una figura icónica en las relaciones entre la industria esmeraldera colombiana y los grupos paramilitares” (“Capturado el rey de las esmeraldas, Víctor Carranza”, 1998). Más allá del debate sobre su culpabilidad o inocencia, que quizá debería abrirse en las noticias niponas, se presenta una afirmación unívoca en la que no se ahonda. Paradójicamente, se reconoce el carácter de conjetura, pero no se deja de reforzar la imagen de desorden, violencia y amenaza en la región.
Otra noticia recuerda las distintas problemáticas de Colombia. Menciona la pobreza y el narcotráfico como los grandes males que la aquejan y se refiere a los grupos guerrilleros y paramilitares con énfasis en asesinatos y secuestros. Recuerda que empresarios japoneses han sido víctimas de este flagelo colombiano y, poco antes de concluir, la noticia hace referencia a Gabriel García Márquez, el premio Nobel de literatura, quien, asegura el Asahi Shimbun, escribió que “en la historia de Colombia la violencia ha rodado de comienzo a fin” (“Colombia, reproducción de una violencia sin fin”, 2001). Lo cuestionable es que el artículo no ofrece el contexto literario original y sólo combina las palabras del Nobel con un reporte noticioso sobre terrorismo, guerrilla y drogas en el país sudamericano. Así, la afirmación de una autoridad literaria impide llegar al cuestionamiento de la historia presentada. Por el contrario, se usa para legitimar la imagen de terror que construye el reporte noticioso.
Otro artículo que indirectamente construye una imagen negativa de América Latina es uno que narra el secuestro de tres ciudadanos japoneses en Iraq y explica las generalidades de lo que implica la cobertura periodística en zonas de guerra. El reportaje, cuyo propósito parece ser responsabilizar a los tres hombres de su propio secuestro, sorpresivamente menciona a América Latina. Un profesor japonés especialista en el área de contraterrorismo comenta: “Personalmente, en varias oportunidades he caminado en zonas de conflicto en Centro y Sudamérica bajo la guía de nativos de la región. Sin embargo, cuando me he sentido en peligro, he abandonado el lugar. Una vez que uno ha entrado en un área de conflicto, todo lo que pase allí es responsabilidad de uno mismo” (“Tres secuestrados en Iraq: Preguntamos a un especialista sobre el manejo de riesgos y el cubrimiento mediático de la guerra”, 2004). Más allá de las intenciones del autor, se menciona a América Latina en un contexto de guerra que también ha puesto en riesgo la vida de ciudadanos japoneses y le ha robado la paz a su sociedad. Se infiere, entonces, una América Latina opuesta a Japón al ser un lugar que genera intranquilidad.
Las referencias a la violencia en la región cobran fuerza irrefutable a través de hechos concretos que representan gran afectación a ciudadanos, empresarios y autoridades de Japón. Un reporte informa del homicidio de tres japoneses que realizaban trabajo voluntario en territorio peruano. Este crimen se traduce en la necesidad de una advertencia a toda la población: “Parece que además de las instalaciones gubernamentales y las fuerzas armadas, las industrias extranjeras y los extranjeros se han convertido en objeto de ataque con la intensificación del conflicto armado local durante la década de los ochenta” (“Tres ciudadanos japoneses, profesores de técnicas agrícolas, asesinados en Perú”, 1991). En su calidad de extranjeros, y japoneses, las víctimas se convirtieron en objetivo de la guerrilla, por ello, el mensaje tácito es mantenerse a distancia.
Un hecho que causó conmoción fue la toma de la embajada nipona en Lima durante la presidencia de Alberto Fujimori. The Asahi Shimbun hizo una cobertura extensa durante los casi cuatro meses de 1996 que duró la toma y el secuestro simultáneo de diplomáticos y empresarios japoneses y peruanos por parte del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru. Las notas atribuyeron constantemente la responsabilidad del acto criminal al grupo guerrillero y presentaron como blanco del delito, en esta nueva pero no tan extraña situación, a los diplomáticos y a los políticos japoneses, así como a los empresarios extranjeros. Otra tendencia de los reportajes fue aludir al estado de los secuestrados y transmitir tranquilidad hasta cierto grado. Si bien los diarios japoneses tienden a basarse en fuentes internacionales para reportar, llama la atención que, a pesar del interés por la noticia, el periódico no la haya cubierto directamente ni abundado en las circunstancias políticas que rodeaban la toma más allá de señalar a Túpac Amaru.
The Asahi Shimbun narró cómo, tras una intervención militar liderada por el presidente Fujimori y con apoyo del gobier no de Estados Unidos, los rehenes fueron liberados. Sólo a partir de ese momento y durante algunos meses, la problemática empezó a ser tratada con una perspectiva más cercana al análisis. A pesar de reconocer la efectividad de las acciones militares de Perú, las noticias las describieron como extremas y como un atentado en contra de los derechos humanos. Los reportes hasta ese momento se habían centrado en describir la situación de los rehenes y se alejaban de la discusión política. Ahora insinuaban posibles repercusiones negativas para Japón, aunque aseguraban que el gobierno del país había actuado como observador respetuoso ante la problemática y la autonomía de Perú en sus decisiones militares. La imagen de Japón fue siempre la de una víctima o un actor pasivo.
Las noticias establecieron una frontera firme entre el actuar oficial de los dos gobiernos. Fue clara la intención de distanciar el hecho temiendo consecuencias en el futuro. A través de la sección de opinión, el Asahi Shimbun reveló el apoyo de la ciudadanía a las autoridades peruanas. Hubo notas de agradecimiento y felicitaciones que dejaban percibir a Perú como salvador. Las colaboraciones reconocían que el caso involucraba a ciudadanos y territorio soberano de Japón que debían ser defendidos. Así pues, mientras los artículos periodísticos tenían como propósito exonerar al gobierno japonés de cualquier responsabilidad y de manera oficial se criticaba la actuación peruana, la audiencia la admiraba y la agradecía. Por lo tanto, la postura del Asahi Shimbun no fue del todo clara.
Pese a que el secuestro es extraño en la sociedad japonesa, es un tema común en muchas de las noticias internacionales. La toma de la embajada de Japón en Lima significó un acercamiento a este flagelo, así como un aviso de advertencia sobre la vulnerabilidad de los japoneses en América Latina. También se tradujo en una oportunidad para diferenciarse de los propiciadores de este delito. Túpac Amaru, el movimiento que realizó el ataque, no sólo fue descrito como guerrillero, criminal y, en una noticia más reciente que recordaba la toma, como terrorista, sino que también se le señaló como seguidor de la ideología marxista de izquierda y del régimen chino. De este modo, se le ubicó en el extremo opuesto de Japón, de su ideología política. Perú y América Latina fueron construidos como un grupo lejano incapaz de garantizar la seguridad de los japoneses.
La toma de la embajada también fue una oportunidad para recordar situaciones similares sufridas por otros conciudadanos. El Asahi Shimbun se refirió a otros secuestros y declaró que, hasta ese momento, en seis ocasiones sus connacionales habían sido víctimas de este crimen. De éstas, aseguró el diario, cinco habían ocurrido en América Latina: en Colombia, El Salvador, México, Panamá y Perú. La nota señaló, además, que los japoneses y demás extranjeros habían sido siempre un objetivo fácil de la subversión. Si América Latina se asocia a estos actos de forma unívoca, se convierte en amenaza para el bienestar de los japoneses. Por eso las noticias cumplen una función informativa, pero también operan contra la criminalidad y la subversión en América Latina.
Delitos cometidos en Japón
Una cobertura extensa relata las violaciones a la ley cometidas por latinoamericanos en territorio japonés. Son varios los delitos que destacan, desde robo a tiendas de conveniencia o hurto callejero hasta prostitución, fraude y homicidio. Por un lado, describen las escenas y los actos cometidos dejando muy claro que se trata de dos grupos: criminales latinoamericanos y víctimas japonesas. Por otro lado, reportan sobre el proceso legal al que se enfrentan después de ser atrapados; por ello, palabras como corte, demanda, juicio, objeción y juez son bastante recurrentes en los hallazgos del análisis de contenido. De hecho, en el proceso de codificación, cuando no se habían terminado de clasificar los vocablos, los resultados mostraron que después de futbol y copa mundial, las voces más frecuentes en las noticias de orden nacional, pero relacionadas con América Latina, eran arresto, incidente y sospechoso.
Los países más nombrados en estos reportes son Colombia, Brasil y Perú. Para empezar, el Asahi Shimbun, como otros diarios internacionales, relaciona el narcotráfico con personas de origen colombiano principalmente, y en menor frecuencia con otros sudamericanos, como los bolivianos. Colombia se enmarca como productor y exportador de cocaína, una imagen que poco sorprende, pues se comparte en otras partes del mundo. Palabras como drogas, cocaína, marihuana y heroína se encuentran en reportajes que se enfocan en el comercio ilegal de estas sustancias en Japón. Las noticias se centran en el con texto local japonés y mencionan las capturas de ciudadanos colombianos por posesión de drogas en ciertas circunstancias, en lugares como el aeropuerto o discotecas. Lo que no se refiere son entidades ni individuos japoneses involucrados. De hecho, nunca se trata el consumo ni las dinámicas locales que intervienen.
Por su parte, Brasil y Perú protagonizan especialmente artículos sobre la falta de respeto al reglamento de tránsito y al hurto, que son los crímenes más reportados por el diario. En el caso de Perú, además, sobresalen dos casos de violencia que han tenido un cubrimiento extenso y destacable en el periódico. El primero es la toma de la embajada ya analizado y que explica que el término secuestrado destaque en la categoría de Crimen. El segundo es el asesinato de una estudiante japonesa de primaria en 2005 y que en el análisis de contenido se revela en la alta frecuencia de las expresiones persona muerta o asesinada. Los detalles del homicidio, que, según las autoridades japonesas, había ocurrido a manos de un individuo peruano, se presentan en varias notas. Por esto no se extrañan sentimientos de simpatía hacia la familia japonesa de la víctima y de repudio hacia el responsable. A partir de allí, América Latina se asocia a significados de salvajismo y brutalidad, pues las noticias siempre se refirieron a Perú, el país del latinoamericano.
A pesar de estas circunstancias desafortunadas, no es posible asegurar que los nacionales de estos tres países son los únicos que contribuyen a una imagen negativa. Las noticias sobre robos durante las dos décadas estudiadas también incluyen a hombres y mujeres de origen mexicano, chileno y guatemalteco. También es común que los artículos no aclaren la nacionalidad de los individuos y sólo los identifiquen como una unidad de latinoamericanos o centro y sudamericanos, como ocurre en el siguiente fragmento de una nota de comienzos de los años noventa: “Este año han llegado agrupaciones profesionales de ladrones sudamericanos a Tokio. En esta ciudad se han capturado grupos de extranjeros ladrones, como carteristas coreanos e iraníes ladrones de efectivo en las tiendas” (“Grupos de ladrones extranjeros cuyo objetivo es Tokio”, 1992). Son historias que fueron más populares en la primera década estudiada, pero que no han dejado de aparecer.
Otra violación a la ley que el periódico informa de manera repetida es la permanencia sin permiso vigente en territorio japonés. Curiosamente, la mayoría de los latinoamericanos reportados por el Asahi Shimbun que incurren en este delito son mujeres. Ellas han sido atrapadas mientras trabajaban en bares ubicados en sectores de vida nocturna en ciudades grandes, como Tokio y Osaka. Las notas aseguran que se desempeñaban como meseras o bailarinas y que habrían ingresado al país con una visa de Entretenimiento. Nombran el lugar, el día y la hora en los que son detenidas. Hay un énfasis en ellas, mujeres extranjeras, y son escasas las referencias a ciudadanos japoneses relacionados con el delito. Asimismo, al igual que en otros reportes, se mencionan algunos países latinoamericanos, como Argentina, Colombia, México y Perú, pero, sobre todo, se confirma su origen centro o sudamericano.
Estas notas prueban que la ilegalidad o, al menos, el desorden, conforma a América Latina desde la perspectiva japonesa. Son noticias que no ocupan la mayor parte, pero cobran fuerza en la totalidad de la representación por lo impactantes que resultan. La mayoría relata historias que afectan la cotidianidad de un grupo de ciudadanos o un individuo de origen japonés definido. El pueblo nipón padece las consecuencias de estas acciones cometidas por latinoamericanos, identificados en muchos casos. Desde la especificidad de un delito, el mensaje es por qué recibir a latinoamericanos que rompen el orden, tal y como otros extranjeros lo hacen.
Noticias sobre economía y política
El análisis expuesto hasta ahora muestra que la construcción del significado de América Latina se compone principalmente de lo deportivo y de distintas formas de transgresión de la ley. Sin embargo, hay categorías del análisis de contenido que revelan reportajes temáticamente diversos y que deberían revisarse, pues en su totalidad no son tan insignificantes cuantitativamente. Representan la posibilidad de contrastar, agregar o complementar las imágenes más recurrentes e impactantes que se han presentado hasta ahora. Así pues, es pertinente referirse a los contenidos de las categorías Política y diplomacia, Economía, Educación y sociedad, y Artes y cultura.
Para empezar, el Asahi Shimbun reporta sobre política y diplomacia con un enfoque internacional, es decir, ubica a América Latina como uno de los muchos participantes de la política mundial o como su objetivo de acción. Por un lado, las noticias indican que los representantes de esos países participan en cumbres internacionales. Ninguna nota se enfoca en temas específicos de América Latina, pero queda clara su presencia en escenarios de alta pertinencia global. Esto aporta una imagen de trabajo y actividad, lo que es positivo. Por otro lado están los artículos que discuten sobre acciones que promueven el bienestar de los países más pobres del planeta. Allí aparece América Latina como uno de los receptores de la cooperación japonesa. Esto marca una diferencia en el nivel de desarrollo y de influencia global respecto a Japón. Se le presenta como opuesta a las potencias mundiales, pero, al mismo tiempo, merecedora de atención y ayuda. Es decir, no es una América Latina poderosa, pero sí se reconoce una relación de cordialidad.
En cuanto a Economía, las únicas temáticas que destacan por mayor frecuencia de publicación son las que desarrollan el caso de los tratados comerciales o económicos o bien las que relatan la actividad comercial. De forma breve se informa sobre la puesta en marcha de negociaciones entre gobiernos o en el sector privado, o se presentan resultados y beneficios de convenios como el Acuerdo de Cooperación Económica con México, que entró en vigor en 2005. De esta forma aparecen los nombres de multinacionales japonesas que tienen oficinas en América Latina, como Nissan, Mazda, Mitsubishi, Itochu o Sony. Se pensaría que son notas optimistas, con potencial para construir una imagen de América Latina actuando como socio, en el mismo nivel de Japón; sin embargo, la falta de profundidad de los reportajes hace que lo narrado pase inadvertido.
Otros medios de comunicación japoneses, como la televisión, tienden a representar a América Latina desde la cultura y la naturaleza, pero estas temáticas no resaltan de la misma forma en el Asahi Shimbun. La cultura y las artes no se desarrollan en artículos extensos, sino en reseñas muy breves de eventos de alcance nacional o internacional. Las limitadas notas remiten a festivales, en particular al carnaval de Río de Janeiro, y a las actividades en Japón alrededor del baile, donde la samba y la salsa son las protagonistas. Es decir, en el diario no aparecen imágenes que en otros medios contribuyen a una representación de América Latina más amable que contrarresta el peso de los sucesos violentos o aporta diversidad a la tendencia de estereotipar la región y a su gente.
Los reportajes con estos temas contribuyen ofreciendo otras perspectivas de lo latinoamericano, pero son referencias tan heterogéneas y ocupan tan poco espacio material y simbólico en el periódico que no alcanzan a construir una imagen sólida que dialogue con las del deportista y el agresor. No hay una repetición de hechos o personajes que permita producir y reproducir algunas imágenes, como sucede con el futbol. Tampoco se ofrece información que impresione y genere recordación, como ocurre con la transgresión de la ley. Los asuntos de Política, Economía y Cultura, además, recuerdan que en algún momento América Latina ha sido considerada parte del mundo en desarrollo. Términos como desarrollo, progreso, tercer mundo aparecen en las noticias que corresponden a estos grupos. En este sentido, son categorías que refuerzan la diferencia o la oposición frente Japón, que se considera un país avanzado.
Conclusiones: construir, otrificar, reproducir
Los resultados de esta investigación mostraron que el periódico The Asahi Shimbun restringe y modula la construcción del significado de América Latina como región. Un gran porcentaje de la información analizada trata temas relacionados con el futbol y resalta lo positivo de esta actividad. Es una representación amable, pero con su manejo se torna ambigua. En primera instancia, se generan sentimientos de admiración y reconocimiento hacia una América Latina que es hábil físicamente y digna de ser imitada. Es una imagen optimista que convierte a los latinoamericanos en futbolistas de los que los japoneses pueden aprender. Se marcan diferencias y, en ese proceso, se compone un otro ejemplar. El diario cuenta con un público ávido de un modelo y ofrece un contenido periodístico que responde a esta necesidad.
Sin embargo, la percepción de una América Latina futbolera que es gratificante significa también una limitación de lo que la región y su gente son; de hecho, es allí donde se entiende mejor su carácter de otro. Las capacidades físicas requeridas para jugar futbol son las únicas que se identifican. El reconocimiento que un fuerte representante de la prensa japonesa, como el Asahi Shimbun, decide otorgar, invita al lector japonés a pensar solamente desde esta perspectiva. Se piensa y se disfruta al otro nada más así, e incluso habilidades como la estrategia, apreciadas en este deporte, no forman parte la representación. Los latinoamericanos son objeto de entretenimiento consumible por su fuerza física y su velocidad. Es decir, surge una representación restrictiva, peligrosamente absolutizada.
Esta investigación muestra, además, una América Latina que es potencialmente peligrosa. Las historias de crímenes tienen una apariencia incuestionable de objetividad. Relatan cuándo, dónde y qué ocurrió con precisión, agregan el quién y, en algunos casos, elaboran el cómo. De esta forma legitiman las acciones de captura por parte de las autoridades, pero se apartan de cualquier cuestionamiento acerca de los hechos. Pretenden ser imparciales y no propiciar juicios directos que afecten a la sociedad japonesa. El lector puede concluir que las historias revelan a extranjeros que causan conmoción y agitación. Las noticias no sugieren un análisis detrás de la problemática que plantean, pero sí detallan una ruptura del orden que naturalmente pone en riesgo a los nacionales y, por ello, retratan una situación que debe ser controlada, como lo relata el diario. Así se construye ese otro irruptor atemorizante que se debe mantener a distancia.
Si bien la información de las noticias se basa en hechos que parecen documentados, carece de neutralidad. No se trata, sin embargo, de negar la veracidad del material en el que se fundamentan los reportes. Así como varios equipos de futbol latinoamericano han ganado campeonatos y dejado en los registros jugadas magistrales, hay delitos que son tan comprobables como repudiables. Son acciones documentadas por la prensa que han sido instrumentales en la promoción de impresiones tanto de admiración como de inseguridad y peligro. No obstante, debe cuestionarse el carácter generalizador de las representaciones que parten de una selección de contenidos mínimos. Su universalidad alimenta la producción, reproducción y difusión de estereotipos en un medio como el Asahi Shimbun, que tiende a enfatizar y repetir ciertas temáticas. Si términos como victoria y triunfo o miedo y ansiedad menudean en las noticias, como lo muestra esta investigación, el resultado es una América Latina divertida y pero también amenazante para Japón.
La difusión de imágenes de desorden sirve de mecanismo para la construcción de otredad. El latinoamericano contaminado y contaminante está en el lado opuesto del japonés, que usualmente representa el orden. Esta concepción binaria coincide con el estudio sobre la representación mediática de los extranjeros realizada por Hagiwara y Kunihiro (2004). Su análisis prueba la tendencia a construir imágenes negativas de los forasteros que contrastan con la bondad de lo japonés. En el caso de los latinoamericanos, el análisis los hace sinónimos de anormalidad y subversión que derivan en rechazo y externalidad. Se ha mostrado que en el Asahi Shimbun no sólo se exhiben imágenes negativas, pues la alegría y la diversión de los deportes también están presentes, pero relacionadas casi exclusivamente con el futbol, deporte que, además, según las notas, implica agresividad y se basa en la fuerza y la velocidad, características que los japoneses no se atribuyen a sí mismos normalmente (Forero, 2012). Es decir, el futbol también marca diferencias abismales. Con sutileza, el periódico construye sujetos aislados, externos y diferentes.
Los latinoamericanos son ese otro que medios como el Asahi Shimbun diferencian de los japoneses y alienan en un proceso de admiración y temor. Ocurre un proceso simultáneo de esencialización en el que son jugadores con capacidades físicas admirables o perturbadores del orden y, en consecuencia, se les opone a la paz y la seguridad idealizadas en Japón. El transgresor y el deportista se separan del respetuoso y tímido individuo nipón que cree que por naturaleza goza de pocas habilidades deportivas. Se marca un límite entre uno y otro y, como sucede en muchos procesos de otredad, el otro se convierte en fuente de diversión (Wetherall, 2008, pp. 264-281) y, en este caso, también de miedo. El señalamiento y la definición de estas diferencias sirven para preservar las fronteras que definen lo japonés.
El análisis del contenido del Asahi Shimbun ayudó a comprender la representación de América Latina entre los japoneses. A pesar de las desigualdades, o quizá gracias a ellas, los latinos ocupan un lugar en el imaginario social japonés. Uno de los periódicos de alcance nacional con mayores audiencias los incorpora como identidades que se apartan de lo japonés y por eso aportan algo. Los nipones marcan diferencias culturales y étnicas sustentadas en hechos y descripciones que parecen verificables y que son legitimadas con las características de veracidad y credibilidad de los más respetables representantes de la prensa. Las imágenes mediáticas crean una distancia respecto a Japón que se utiliza como un proceso de diferenciación. América Latina se concibe como diferente y esto le funciona al sistema social japonés.
Otrificar se convierte en una tarea autopoiética útil para la sostenibilidad de la identidad japonesa. Acorde con este proceso, el carácter subversivo de los delincuentes y de los futbolistas o los fanáticos desordenados contrasta con el japonés respetuoso de las normas y con amplio sentido de comunidad; la habilidad física del latinoamericano se opone a la dificultad de los japoneses en el campo de juego; el avanzado desarrollo de Japón se contrapone a la región latinoamericana. Por ello, la posibilidad de acercar América Latina o de tratarla como un paren la política o los negocios se vuelve nula en el reiterado señalamiento del liderazgo de Japón. Cualidades y defectos los separan tan a menudo que la construcción de lo latinoamericano a lo largo del periodo estudiado, de 1990 a 2010, se torna una operación repetitiva que alimenta el sistema social autopoiético japonés.
Por consiguiente, la representación de América Latina en el periódico japonés The Asahi Shimbun, fundamentada en imágenes del hábil futbolista y del violador de la armonía, opera como evento momentáneo que alimenta el sistema social japonés. Lo latinoamericano construido por la prensa es un elemento que ha estado en constante reproducción a lo largo de dos décadas y que logra sincronizarse y asistir a la construcción de lo japonés. Sirve a la producción y la reproducción de su definición en el contexto contemporáneo. Años atrás, su presencia no se percibía, y ahora es el nuevo elemento o nuevo otro necesario en la autopoiesis. Es decir, el proceso de reproducción de lo japonés ha implicado la otrificación de lo latinoamericano, que se ha concebido a partir de la demarcación clara de límites culturales. Ni siquiera se considera que ser latinoamericano pueda significar compartir un ancestro japonés, como sucede en varios casos, pues las noticias, por comparación, presentan una unidad latinoamericana homogénea opuesta por completo a lo japonés. Así pues, el incremento de las publicaciones sobre la región, a pesar de obedecer inicialmente a una oleada migratoria de descendientes de japoneses, marcó el inició de un proceso constante de diferenciación útil a la sociedad japonesa.
Según la teoría sistémica, se propone que la construcción de lo latinoamericano es eso que existe y permanece por un proceso de repetición necesario para la continuación de la propia sociedad japonesa. Los medios japoneses intervienen en esta operación que no sólo constituye una imagen positiva por un lado y negativa por el otro, sino que es un proceso que se complejiza al analizar cómo le sirve a la construcción japonesa. Este estudio sugiere pensar la representación mediática en el Asahi Shimbun, repetida durante 20 años desde 1990, de un otro -en este caso América Latina-, como elemento coyuntural constituyente del sistema social japonés. Al concebir la sociedad como un sistema que requiere de una autorreproducción constante y que ésta, a su vez, necesita de nuevos elementos que la alimenten, es posible entender la representación de América Latina en el Asahi Shimbun como un componente coyuntural, pero integral de la sociedad japonesa contemporánea.