Quienes han conocido el trabajo académico, la experiencia y la trayectoria de Flora Botton Beja, probablemente reconocerán que el fondo blanco con caracteres rojos es la mejor combinación para la portada de este libro. Ensayos sobre China. Una antología es algo más que una recopilación de excelentes estudios en torno a la sociedad china antigua y contemporánea. En sus ensayos es posible vislumbrar la continua reflexión en torno a ciertos temas que transitan como hilos enhebrándose por los agujeros donde se alojan desde las ideas más elevadas de la metafísica daoísta o budista, hasta la jerarquía social confuciana y los detalles más complejos de la vida de la mujer en la China antigua.
Los textos reunidos en esta antología responden a un orden temporal no de la historia de China, sino del momento en que fueron escritos. Al principio, esto puede parecer extraño, pues se esperaría que temas como el culto a los ancestros, tan trascendental en la cultura y esencial para la comprensión de las tradiciones chinas, se situase al principio y no entre los últimos ensayos. Sin embargo, el ir y venir temporal y temático de éste y otros tantos escritos manifiesta la necesidad -tanto para la autora como para cualquiera que investigue sobre China, y evidentemente para los mismos chinos- de retornar una y otra vez al pasado para comprender el presente. Se trata del constante retorno fu (復), que representa el orden no lineal de la concepción del tiempo en esta tradición y que, como manifiesta Tu Weiming y recalca Hendrik Schulte (2018), mantiene a China en la constante batalla entre el socialismo, el liberalismo y el confucianismo.
Será entonces, desde la historia de Li Wa hasta las relacio nes intrafamiliares y las redes de apoyo de la China actual, que observaremos en esta obra, por ejemplo, la reflexión sobre la posición de la mujer en la sociedad tradicional, tema recurren te y que se teje en los ensayos sobre literatura, familia, amor materno y las dificultades por la igualdad para la mujer durante la larga marcha de Mao Zedong. Li Wa, empecinada en liberarse de la culpa por el sufrimiento ocasionado al joven enamorado, se convierte en el mejor ejemplo de esposa, nuera y devota filial. Este cuento de la época Tang abre el abanico de otras tantas obras que Botton menciona y que vuelven una y otra vez al controversial dilema social: la familia y todo lo que conlleva, y que, como claramente se señala, es un orden social que traspasa la estructura de valores de ese núcleo y se enlaza con las jerarquías políticas y sociales. Es esta configuración tradicional la que Wang Meng lleva al límite en la obra Tempestad en un tazón de sopa de arroz, al relatar la historia de una familia que decide modificar sus hábitos alimenticios y preparar sus comidas al estilo occidental.
El cambio, con la inevitable gravedad del peso simbólico e identitario del pasado, se observa en los esfuerzos por reformar la educación. Al respecto, es notable la atención acerca de las reformas educativas de finales de la dinastía Qing (Ch’ing), que en breve lograron cambios significativos y que permiten entender los procesos posteriores durante la República. Fue en esa época dinástica que Zhang Zhidong (Chang Chih-tung) exhortó a mantener la “sustancia” china y a adoptar el aprendizaje occidental como una “función”, a partir de lo cual Botton nos lleva a reflexionar acerca del poder del lenguaje chino en las narrativas y las expresiones políticas del pasado, que brotan intermitentemente para ser reinterpretadas en el presente.
Después de este ensayo, la autora vuelve a la China antigua, casi como un movimiento natural de búsqueda de lo que es posible hallar en tiempos anteriores. Y como una suerte de estímulo y respuesta, se detiene en el siglo XVI, en la figura de Wang Yangming, quien hizo hincapié en la acción y la búsqueda del principio de las cosas en sí mismas en la propia mente. La escuela Lu-Wang, a la que pertenecía este erudito, expuso principios diferentes del confucianismo que estaban establecidos desde hacía siglos. Wang Yangming nos lleva a reflexionar acerca de cómo entender la figura de un crítico como intelectual confuciano, asunto al que se le dedica otro ensayo, donde se destaca la complementariedad del confucianismo con el daoísmo en la figura del intelectual chino.
En lo que respecta a filosofías y religiones, Botton destaca la concepción del sanjiao heyi (三教合一) [tres doctrinas unidas en una], evidente en la práctica religiosa o en el rito confuciano, budista y daoísta, pero conflictiva en el aparato institucional y político. Se expone esta concepción en las entretenidas historias de los “sabios locos” del bosque de bambú, quienes expresan su libertad y vuelta a lo ziran (tzu jan), lo natural, así como en las críticas de la escuela Cheng-Zhu (Ch’eng Chu) del neoconfucianismo al budismo y en la disyuntiva entre fe y razón entre confucianismo y budismo. En estas dos últimas temáticas, el daoísmo se manifiesta ora alimentando el aspecto metafísico budista y colaborando en los conceptos que permiten la interpretación sinizada del Dharma, ora como institución local criticando la “doctrina extranjera” y luchando por su dominio en el territorio filosófico religioso chino. También se reflexiona sobre la manera en que el budismo logra el éxito y el desarrollo en la cultura china. A pesar de las dificultades que significaba incorporar la doctrina budista y, sobre todo, las prácticas que irrumpen en el orden social confuciano, hubo una capacidad de absorción de los cultos locales, el aspecto soteriológico del mahāyāna, que permitía un descanso mental al sufrimiento de la vida en el mundo, y de adaptación a las narrativas políticas de la época antigua y actual de China.
Hay dos estudios cuya búsqueda, al igual que los aspectos de género y educación en China, adquiere el sentido personal de la autora, que traspasa los límites del análisis que sólo pretende un conocimiento intelectual. Con esto me refiero al texto sobre la diáspora olvidada de los judíos en Kaifeng y al de los viajeros extranjeros en la Revolución china. Ambos nos entregan información valiosa sobre la comunidad en Kaifeng y su asimilación al medio chino, así como sobre el papel de los viajeros judíos, cuyas experiencias de vida se convierten en extraordinarios relatos y sus autobiografías ameritan una revisión por parte de quienes busquen percibir la vida de un forastero en plena lucha de comunismo, revolución y época maoísta.
Algo similar, pero desde el ámbito lingüístico y la experiencia de traducir que Botton también explora en su propio viaje por la sinología, leemos en el análisis que Octavio Paz realiza acerca del idioma en la poesía china. Paz, alimentado por la fascinación que le produjeron las traducciones de Ezra Pound, indaga y profundiza en aspectos semánticos, fonéticos, filológicos y culturales que hacen de su traducción del cuarteto de Wang Wei, como destaca Botton, una verdadera saga.
Ensayos sobre China. Una antología reúne la esencia de las obras Historia mínima de China y Bajo un mismo techo , pero añade el color necesario de otros textos publicados por Flora Botton, lo que permite la combinación perfecta de los tres tonos que crean el blanco de su portada. Será sobre esa claridad que fluya el baile de los caracteres rojos de aquellas tantas Chinas y, a la vez, una única China.