Introducción
La histórica importancia geoestratégica del canal de Suez implica un elevado interés por controlar una vía comercial y militar que otorga poder, fama y argumentos en la batalla por la opinión pública, ya que las acciones internacionales se basa en la imagen de la realidad internacional (Kunczik, 1997, p. 20). El istmo de Suez se abrió por primera vez a través del canal de los Faraones, según testimonios arqueológicos (Ebers, 1882) e históricos (Aristóteles, Estrabón, Plinio el Viejo, Heródoto y Diodoro Sículo); luego se cegó, y algunos faraones, como Ramsés II, volvieron a abrirlo “para aumentar su prestigio” (Breasted, 1906, I, p. 347, y II, p. 75). Presedo (1995, pp. 51-52) atribuye su principal construcción a Darío el Grande (518-513 a.e.c.), pero el proyecto moderno nació tras la expedición de Napoleón a Egipto por la rivalidad con Gran Bretaña: abrir el istmo supondría el control militar y comercial, así como la fama de haber realizado una obra que sería inviable sin riquezas, tecnología, capacidad logística y autoridad para asegurar la libre circulación, empresa que sólo naciones fuertes podrían asumir.
Los acontecimientos especiales son una eficaz acción de reclamo (Arnaldi, 1968), una técnica de relaciones públicas (Xifra, 2003) capaz de garantizar la visibilidad organizacional a través de la interacción real entre los actores del relato (Piñuel, 1997). Para Grunig y Hunt (2000), se han usado generalmente como actividades unidireccionales de comunicación, pero su estructura les permite adaptarse a modelos bidireccionales si hay diálogo entre emisor y receptor. Se relacionan, además, con transmisión de identidad y gestión de relaciones a través de la verbalidad de textos o audiovisuales y la retórica no verbal de las ceremonias, ámbito de interacción que utiliza conjuntamente tiempo, espacio, posturas y signos como sistema comunicativo. Posibilitan el contacto directo de las organizaciones con sus públicos en un marco idóneo para consolidar vínculos y generan credibilidad, apoyos y reputación corporativa (Otero, 2002). Cuando no había medios de comunicación masi va, todo se transmitía limitadamente, y un gran evento aseguraba fidelizar a los invitados, multitudes admiradas, el boca a boca y la versión oficial, pero al incorporarse los medios masivos y virtuales se añadió difusión y universalidad (Otero y Pulido, 2018).
Este trabajo de corte historiográfico parte de la unidad de análisis “inauguración del canal de Suez” y combina dos métodos de investigación: el estudio de caso (Yin, 1994; Stake, 1995) y una variable propia del modelo integrado de medios de comunicación (Hallahan, 2001) para identificar instrumentos comunicativos y definir su adscripción o no a alguno de los modelos de relaciones públicas de Grunig y Hunt (2000). Se realiza una intervención no restringida en técnicas de obtención de datos o fuentes de evidencias: documentos de archivo, restos arqueológicos, fotografías, dibujos, hemerografía, bibliografía, videoteca y la exposición “La epopeya del canal de Suez”.1 A partir de los datos recogidos (tipología de comunicación, medios e instrumentos utilizados e invitados), se reconstruyen las tres inauguraciones objeto de estudio desde una perspectiva diacrónica y se analiza la estructura ceremonial, el orden protocolario y el tipo de públicos, para aportar nuevos enfoques y un razonamiento inductivo a fin de establecer conclusiones.
Historia del canal de Suez
Ferdinand de Lesseps (1805-1894) (Edgar-Bonnet, 1950), pariente de Eugenia de Montijo, fue cónsul general en Alejandría y durante su encargo hizo amistad con el heredero al trono de Egipto, Muhammad Sa’id Pasha, quien ya como valí -y pese a la oposición inglesa-, otorgó un acta de concesión para la construcción del canal (1854) a la Compañía Universal del Canal Marítimo de Suez, presidida por Lesseps, por la que el gobierno egipcio recibiría 15% de los beneficios; la compañía, 75%, y los fundadores, 10% (derechos que no retornaron a Egipto sino hasta después de 99 años). La obra se vio obstaculizada por los británicos y los turcos otomanos, tanto es así que el primer ministro británico lord Palmerston puso en marcha un importante aparato propagandístico en la prensa (Schulze, 2013, pp. 74-91) al ver amenazado el comercio marítimo.
De este modo, ante periodistas internacionales, en 1859 se comenzó la obra que, con capital franco-egipcio, finalizó con el doble del coste presupuestado y la ruta reducida en 5 000 kilómetros (http://www.association-lesseps-canal-de-suez.org). En 1875, Disraeli convenció a la reina Victoria para adquirir casi clandestinamente las acciones egipcias (44%) con ayuda de los Rothschild (Carter, 2003, p. 7), y mediante el Convenio de Constantinopla (1888), el canal quedó abierto a la navegación internacional, aunque con control militar inglés hasta 1936.
En 1956, Nasser nacionalizó la Compañía Universal del Canal Marítimo de Suez para construir la presa de Asuán (Davidi, 2006, p. 1950), luego bloqueó el canal en la Guerra del Sinaí y lo reabrió tras la retirada británica (1957). Cerrado de nuevo en la Guerra de los Seis Días (1967), fue necesario que interviniera la ONU para su reapertura (1975). En la actualidad, el control del canal de Suez le corresponde al Estado egipcio (Suez Canal Authority). En 2015, se amplió en 72 kilómetros (con un coste de más de 8 000 millones de dólares), con el objetivo de duplicar los ingresos y el tránsito en un plazo de 10 años (Alba, 2015).
En la historia del canal hay tres grandes ceremonias de inauguración organizadas con los líderes del momento, presenciadas por el pueblo egipcio y difundidas de diversas formas: la inauguración de Darío I, la de la emperatriz Eugenia de Montijo y la de Abdelfatah al-Sisi. De las tres quedan testimonios materiales.
La primera inauguración del canal de Suez tuvo lugar hacia 515 a.e.c., cuando, tras conquistar Egipto, Darío I (Bresciani, 1998) lo recorrió con una treintena de navíos que transportaban las riquezas obtenidas, acto con el que mostraba su poder como aviso a sus enemigos y fidelización a sus aliados. Para ser recordado, erigió cuatro monolitos con inscripciones en persa antiguo, elamita y babilonio (Posener, 1936, p. 255):
el rey de reyes, Darío […] se jactaba expresamente: “Yo soy un persa, desde Persia conquisté Egipto, y di la orden de cavar este canal desde el Nilo hasta el mar que va a Persia. Luego, este canal fue excavado como yo lo había ordenado, y los barcos pasaron de Egipto a través de este canal hasta Persia (Kent, 1950, p. 147).
La segunda inauguración se produjo el 17 de noviembre 1869, con el propósito de mantener la reputación del Segundo Imperio francés (1852-1870) en una crisis que finalizaría en 1873. La invitada especial fue la emperatriz Eugenia, entre otros miembros de las monarquías europeas y líderes de opinión. Corrieron con los gastos la Compañía del Canal y el virrey. En 1869, el virrey Ismail I (Konrad, 2011) viajó a Europa para entregar las invitaciones (Schulze, 2013) a gobernantes y más de mil notables, aunque acudieron infinidad de visitantes, periodistas y cronistas (Eça de Queirós, 2012; El conde de Superunda, 1947; Morra di Lavriano, 1997). El jedive no invitó a soberanos musulmanes alegando que no tenía alojamiento, pero su objetivo principal era, en realidad, la aproximación a Occidente.
Napoleón no pudo viajar por problemas políticos y de salud (Georges-Picot, 1979) y la emperatriz lo representó, con enorme eco en la prensa. Eugenia de Montijo (1826-1920), la “emperatriz de la moda”, unió la marca París con el lujo (Burgueño, 2012) y se creó para ella el color verde Nilo del vestido que llevó a la inauguración (La emperatriz Eugenia de Montijo, 2011). Encargó a Worth más de cien vestidos para el viaje (Saunders, 1954, p. 59) y a Vuitton, el baúl Guardarropa (González Revuelta, 2014), y embarcó con su séquito (http://www. napoleon.org) en Venecia, en el yate imperial L’Aigle (Des Garets, 1928). Su viaje a Oriente fue muy rentable, seguido por la prensa (Ribeyre, 1870) y con varias visitas diplomáticas. Por las publicaciones, las crónicas, las fotografías y el álbum de viaje de la emperatriz (http://www.napoleon.org), encargado a Edouard Riou, sabemos que el jedive, en su yate Maroussa, y los principales invitados recibieron con salvas a L’Aigle (Houghton, 1869).
Para la inauguración se construyeron tres pabellones de madera (Çelik, 1992): en el gran pabellón central estaban los invitados principales; a su derecha, la Iglesia católica, el obispo de Alejandría, monseñor Ciurcia, y el capellán de la emperatriz, monseñor Bauer; a su izquierda, los ulemas musulmanes y muftíes. También estaban presentes sacerdotes griegos y rabinos israelíes. En relación con el orden protocolario, la presidencia de la tribuna principal (Nicole, Riou y Ciceri, 2003, pp. 13-14; Carter, 2003, p. 58) estaba compuesta por la emperatriz (1) con el jedive (2) a su derecha y el emperador (3) a su izquierda, la princesa de los Países Bajos (4) y el príncipe imperial de Prusia (5). Seguían el príncipe heredero de Egipto (6), el príncipe Hohenlohe (8) y madame Ignatieff (10) con su esposo el embajador de Rusia (12), el príncipe de los Países Bajos (7), madame Elliot (9), su esposo el embajador de Inglaterra (11), y el príncipe Murat (13).
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Fuente: elaboración propia.
Figura 1 Presidencia de la tribuna principal: segunda inauguración del canal de Suez
Al no haber normativa de protocolo, constatamos la presidencia de la emperatriz como madrina, pese al mayor rango del emperador, el anfitrión a su derecha y, alternativamen te, los restantes invitados según los criterios del Antiguo Régimen: los títulos y los rangos, alternando los géneros con las damas presentes. Además de la predominante presencia europea en un país musulmán del siglo XIX, destaca una ceremonia multiconfesional que armonizaba anfitriones, públicos internos musulmanes y católicos coptos, público externo, líderes de opinión y católicos romanos. De hecho, se recitaron versos del Corán y un salmo católico, y monseñor Bauer elogió el acontecimiento (Bardón, 1870, p. 17) y se bendijo el canal.
En el trayecto de Ismailía a Suez, el yate austriaco Greif cedió la primacía a L’Aigle en el desfile y se produjo un incidente que no se reflejó oficialmente (Nicole et al., 2003, p. 19), muestra de la pugna anglo-francesa. El Newport apareció a las 11:25 horas (Aramburu Pelayo, 1870, p. 15) en representación del Imperio británico en la posición 20, pero tras navegar de noche, se situó delante y atravesó el canal primero. Su capitán, George Nares (http://www.nares.net), aunque reprendido oficialmente, recibió el agradecimiento extraoficial del Almirantazgo por su valor y su patriotismo.
La representación española, con gobierno provisional (1868,1871) tras la Revolución de septiembre, fue con perfil bajo y no pudo atravesar el canal ni en la Berenguela ni en la Santa Lucía por problemas técnicos, pero lo hizo en el Fayoum. Una delegación de catedráticos, economistas y notables progresistas (Bardón, 1870) pasó en la Peluse y el Thabor, de bandera francesa, y representando a España estuvo el Pelayo, que cruzó a las 14:35 en el puesto 40 (Aramburu Pelayo, 1870, p. 15). El jedive sufragó 24 horas de inauguración solemne y, con “inaudito lujo” (Çelik, 1992, p. 151), un baile y una cena para sus huéspedes. La figura 2 muestra el orden de la mesa presidencial y su recreación, unipersonal a la francesa y con disposición alternativa por las agujas del reloj. Atendiendo a la iconografía analizada que recrea el banquete de los soberanos, copresiden la emperatriz (1) y el jedive (a), ella con el emperador a su derecha(2) y el príncipe real a su izquierda (3), la esposa del embajador británico (4) y el embajador ruso (6) (Stefanini, 2016). Enfrente, el anfitrión con la princesa de los Países Bajos (b) a su derecha, y el príncipe (c) a su izquierda, seguido de otros comensales tapados por los sirvientes de librea y por madame de la Poëze (e), Lesseps (g) y otra señora sin identificar (f).
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Fuente: elaboración propia.
Figura 2 Orden de la mesa presidencial: segunda inauguración del canal de Suez
La tercera inauguración del canal de Suez se produjo el 5 de agosto de 2015 y fue una de las principales fuentes de divisas para sus promotores. Para ese día se emitieron monedas conmemorativas (y se incorporó su imagen a los sellos de los visados), se elaboraron anuncios para televisión, se colgaron carteles y se desplegó una bandera nacional de cinco kilómetros de longitud sobre las aguas (Ayestaran, 2015). Al Sisi llegó en el Maroussa escoltado por embarcaciones, aviones y helicópteros. Se instalaron dos tribunas laterales para prensa e invitados y una al centro para los dignatarios, cientos de banderas, guardia de honor y banda de música. Asistieron 16 presidentes de países, dos reyes y dos emires, entre un impresionante elenco de autoridades, principalmente del mundo árabe, con el presidente francés Hollande como invitado de honor. Una ceremonia con “pompa y boato faraónicos” (Pompa y boato faraónicos en la inauguración del nuevo tramo del canal de Suez, 2015) seguida por más de 1400 periodistas internacionales (El Ghany,M. A./Reuters, 2015). Según el análisis realizado (figura 3), los principales puestos en la presidencia fueron: (1) Abdelfatah Al Sisi (Egipto), (2) Sabah al-Ahmad al-Jaber al-Sabah (Kuwait), (3) François Hollande, (4) Omar al-Bashir (Sudán), (5) Abdullah II (Jordania), (6) Theodoro Obiang Nguema (Guinea), (7) Joseph Kabila (Congo), (8) Hamad bin Isa Al Khalifa (Baréin) y (9) Fouad Massoum (Iraq).
También en esta inauguración hubo un incidente. En el número 3 de la Carta de El Cairo (2015) hay dos fotos de la presidencia, una de ellas con el negativo invertido: en la primera, Hollande aparece a la derecha de Al Sisi, pero en la siguiente está el emir de Kuwait, como en todas las demás fotos y el video. Puede ser un error o el intento de reconocer a ambos el lugar de honor y disponer de dos fotos para distribuir a distintos públicos. Tras el discurso del presidente de la Autoridad del Canal, Mohab Mamish (Egipto inaugura el nuevo canal de Suez, 2015), la firma del documento oficial por Al Sisi y su alocución comenzada con la fórmula ritual del Corán (Abierto a la navegación el nuevo canal de Suez, 2015), el mercante Thalassa Avra atravesó el nuevo canal bajo los aviones comprados a Francia y Estados Unidos, que dibujaron la bandera de Egipto, todo esto televisado en directo (Inauguran en Egipto la ampliación del canal de Suez, 2015). Ismailía acogió la ceremonia hasta la noche, y culminó con una cena de gala y un fragmento de Aida dirigida por el director egipcio Omar Khairat (Egipto celebra por todo lo alto la apertura del nuevo Canal de Suez, 2015).
Discusión y conclusiones
La primera inauguración transformó las comunicaciones internacionales al convertir a Egipto en el centro de la economía oriental. Comunicativamente, transmitió el poder político-militar y la superioridad tecnológica persa al escenificar el final de la conquista. Fue una acción propagandística dirigida a públicos internos (súbditos y notables) y externos (vencidos egipcios, aliados y adversarios), difundió la versión oficial y cobró fama por el boca a boca y los testimonios arqueológicos e históricos.
La segunda inauguración supuso una batalla diplomática y mediática del último fasto imperial de Francia. Comunicativamente, representó la victoria propagandística francesa, una exhibición de superioridad tecnológica y política y la reputación aportada por los dirigentes mundiales. Estuvo dirigida a públicos internos (súbditos imperiales y egipcios) y externos (dirigentes y potencias europeas, sistemas coloniales, países afroasiáticos, líderes de opinión y ciudadanos europeos). Al boca a boca y los testimonios materiales e históricos se sumaron prensa, publicidad y unas incipientes relaciones públicas acordes con el modelo del agente de prensa.
La tercera inauguración fue la piedra angular de la política comunicativa egipcia tras la Primavera Árabe. Comunicativamente, transmitió la soberanía egipcia con un gran despliegue militar, tecnológico y de seguridad, y con el apoyo de los países musulmanes, especialmente del Consejo de Cooperación del Golfo (Baréin, Kuwait, Omán, Catar, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos), que transporta petróleo por Suez. Se dirigió a públicos internos (ciudadanos egipcios) y externos (países de su órbita, grandes potencias y medios de comunicación internacionales). Hubo un importante aparato propagandístico, gran difusión publicitaria y periodística y una acción de relaciones públicas del segundo modelo (información pública).
Se puede concluir que: i) los primeros medios de comunicación utilizados se mantuvieron posteriormente, y se incorporaron nuevos medios a medida que la tecnología avanzaba;II) surgió la propaganda como único hilo conductor común de la comunicación en las tres inauguraciones, al tratarse de regímenes predemocráticos (imperios persa y francés) o democracias formales (Egipto actual), que hacen inviable la bidireccionalidad y la simetría comunicacional, así como un primitivo primer modelo de relaciones públicas, y III) las condiciones para que se dieran relaciones públicas estaban más en los objetivos y en la libertad de información que en los medios utilizados, al aparecer en las dos últimas inauguraciones los modelos unidireccionales de relaciones públicas: agente de prensa e información pública.