El bilingüismo no es un fenómeno nuevo, evidentemente, pero hoy más que nunca las sociedades multilingües son una realidad cotidiana innegable en un mundo globalizado. El libro, así, constituye un manual de actualidad y relevancia. La autora presenta el tema del bilingüismo como un fenómeno social y lingüístico, estudia cuestiones esenciales e incide en los efectos del bilingüismo en el individuo y la sociedad en su conjunto. Con un lenguaje claro y conciso, y manteniendo la jerga lingüística al mínimo, logra un compendio de teorías y estudios lingüísticos para explicar los distintos aspectos del bilingüismo; proporciona datos y los corrobora con tablas, gráficos, enlaces a videos de Youtube, películas, anuncios, fotos. Con las preguntas que se recogen en “Thinking matters” (sección al final de cada aspecto relevante tratado en el libro), invita al lector a reflexionar sobre el bilingüismo en su vida personal y en su comunidad, además de incluir al final de cada capítulo actividades y proyectos a modo de tarea. El libro consta de seis capítulos con subdivisiones, un apéndice y un índice con notas y citas de los capítulos. Los precede una presentación donde se explican el propósito y las características del libro. Le sigue una dedicatoria de la autora, un listado de contenidos con la página de agradecimientos y un índice.
En el primer capítulo, la autora presenta un panorama de las definiciones de bilingüismo, desde la que enfatiza el control cuasi nativo de Bloomfiled (1933), pasando por la definición más genérica de Weinreich (1953), hasta la más reciente de Grosjean (2010), que define a los bilingües como individuos que usan cotidianamente dos lenguas o más. Mahootian recalca que no existe un hablante bilingüe ideal y explica los factores que, según lingüistas y académicos, describen a una persona bilingüe (edad, formas y secuencia de la adquisición, frecuencia y ámbitos de uso y fluidez), y con base en ellos, establece las características para distinguir entre diferentes tipos de bilingües.
El segundo capítulo muestra la coexistencia de sociedades bilingües desde la Antigüedad hasta nuestros días (restos arqueológicos con escritos en más de una lengua: las columnas ya en Persépolis, ya en Irán, además del latín e inglés antiguo de los anglosajones). Se corrobora que el plurilingüismo es el resultado del contacto (guerras, colonización e inmigración) entre pueblos: en Europa, más de la mitad de la población es bilingüe, en tanto que en EE.UU. coexisten 350 lenguas habladas, 445 en la India y 840 lenguas indígenas en Papúa Nueva Guinea; se menciona que no hay una nación monolingüe per se, con la excepción de Islandia. Se presentan las diferencias entre bilingüismo de jure, u oficial, y bilingüismo de facto, o no oficial, y se lleva a cabo un análisis de las relaciones entre lenguas que están en contacto y su empleo, bien como un recurso que identifica a una comunidad y su cultura o, por el contrario, un peligro que puede contribuir a ponerlas en riesgo de desaparecer.
Se dedica una sección a la terminología; se desglosan las relaciones de jerarquía entre las lenguas y su uso en las comunidades, y se establece cierto estatus entre ellas: mayoritarias, minoritarias, lengua nacional, nativa o materna, lengua primaria o secundaria, diglosia dominante, estatus oficial y lengua de prestigio (gobierno, educación) frente a estatus oficial y lengua desprestigiada (lenguas indígenas empleadas en casa, en intercambios diarios, en la religión). Se analiza el riesgo de las lenguas en vías de extinción y se sugieren estrategias para mantenerlas y revitalizarlas; se describe también cómo la percepción de una lengua es elemento esencial de conexión con una cultura y su herencia, y es fundamental para transmitir las lenguas de generación en generación. Por último, se tratan las distintas actitudes para con el bilingüismo, recalcando lo que Fishman y sus colaboradores (Language loyalty in the United States: The maintenance and perpetuation of non-English mother tongues by American ethnic and religious groups, Mouton & Company, The Hague, 1966) denunciaron en su momento, es decir que nuestros juicios respecto a una lengua no se basan tanto en la propia lengua, como en quién la usa y con qué propósito. Se menciona el estudio canadiense “Matched-guise test”, que llevaron a cabo Lambert, Hodgson, Gardner y Fillenbaum en 1960, en el que hablantes bilingües de inglés y francés de Canadá se grabaron en una y otra lengua, y luego, sin saberlo, se escucharon y opinaron sobre ellas; claro ejemplo de cómo nuestros prejuicios y nuestras actitudes están sujetas a la percepción de una lengua y a su estatus en la sociedad. Otro ejemplo que ilustra tales juicios y prejuicios es el del español en EE.UU., que, a pesar de constituir una lengua en el campo educativo, se identifica con migrantes de bajos recursos; en consecuencia, si bien los hablantes de español son la minoría más grande de EE.UU., según lo han advertido Bourhis y Marshall, las asociaciones negativas terminan por denigrarla.
Mahootian documenta que las naciones usan la lengua como recurso para reforzar las fronteras y suprimir la diversidad en sus territorios, y lo ilustra con una serie de tablas: los efectos del contacto de lenguas con lenguas indígenas, los efectos de la inmigración en las lenguas; la creación de comunidades con y sin diglosia. Las tablas también recogen porcentajes de los hablantes de lenguas en diferentes países como EE.UU. y anuncios escritos en diversas lenguas y naciones, entre ellas el inglés, como ejemplo de bilingüismo.
El tercer capítulo trata de la estructura y las funciones sociales del bilingüismo: revisa sus distintos elementos (préstamos, mezcla de lenguas, cambio de código o code-switching) y cómo los hablantes combinan y entremezclan las lenguas en un discurso mixto que distingue entre intrasentential e intersentenial y conscientes e inconscientes code-switches. Mahootian remite al trabajo de Gumperz (Discourse strategies, University Press, Cambridge, 1982) sobre las seis funciones de la elección intencionada del code-switching, además de describir las diferentes actitudes respecto de este fenómeno, que compara con el cambio estilístico del discurso monolingüe. Por último, advierte cómo para los académicos el code-switching es consecuencia natural de la competencia y la capacidad para expresarse en más de una lengua.
En el cuarto capítulo, Mahootian se concentra en las implicaciones del bilingüismo en el crecimiento y cómo ello afecta el aprendizaje. Explica los cuatro diferentes métodos empleados para medir la capacidad de comprensión de los bilingües: “High Amplitude Sucking”, “Visual Fixation Procedure”, “Head-Turn Procedure” y “Preferential Looking Procedure”, así como las dos hipótesis originarias en la adquisición del bilingüismo: Unitary language hypothesis y Dual system hypothesis or independent language system hypothesis. Además, recoge estudios que muestran que los niños expuestos a dos lenguas son capaces de discriminar entre ambas y comparte los resultados de diferentes investigaciones que confirman, por un lado, la capacidad multilingüe del cerebro (tal es el caso del experimento de Fernán Ramírez, en 2016, registrado en Youtube) y, por otro, cómo la relación entre el vocabulario en las dos lenguas y las estructuras gramaticales no interfieren en el desarrollo. Cita, a su vez, las pruebas que Byers-Heinlein, Morin-Lessard y Lew-Williams llevaron a cabo en 2017 acerca de la discriminación y la conciencia lingüística entre niños que se criaron como bilingües.
Mahootian muestra que los niños bilingües son inmunes a las nociones de exclusividad mutua para denominar objetos, procedimiento que los niños monolingües no son capaces de hacer hasta más tarde en su desarrollo. Por último, Mahootian destaca las ventajas que tienen los niños bilingües de conocer dos lenguas y de pertenecer a dos culturas, y sugiere iniciativas como la de Annick De Houwer y su equipo Harmonious Bilingualism Network (HaBilNet) o la de Cambridge Bilingualism Network, que ponen sus recursos a disposición de los profesores interesados en entender mejor y promover el bilingüismo entre sus estudiantes.
El quinto capítulo trata de las relaciones entre las dos lenguas de los niños bilingües y los efectos cognitivos del bilingüismo en el cerebro del adulto. La autora discute si el bilingüismo tiene ventajas cognitivas o no, mostrando cómo los avances tecnológicos han permitido investigar el cerebro y las similitudes y diferencias entre cerebros monolingües y bilingües, al confirmarse su capacidad multilingüe en varios períodos. Enumera y explica algunas técnicas empleadas para estas investigaciones, como fMRI, PET y ERP. Para una mejor comprensión, explica la terminología relacionada con la psicolingüística y la neurolingüística.
Aludiendo a diferentes estudios realizados, Mahootian señala que factores como la edad de adquisición de una lengua y su exposición pueden determinar en qué medida las lenguas de los hablantes bilingües tienen efecto una en la otra y cómo las actividades de ambas lenguas pueden suceder en áreas solapadas del cerebro. Los numerosos estudios que la autora cita en su libro revelan que niños y adultos bilingües de clases socioeconómicas bajas obtienen mejores resultados que niños y adultos monolingües de clases socioeconómicas altas. En cuanto a la investigación en adultos bilingües, los resultados de diferentes investigaciones muestran, por un lado, la evidencia de efectos positivos cognitivos (mayor capacidad de concentración, beneficios en el envejecimiento del cerebro y sin pérdida de la lengua en procesos de Alzheimer) y, por otro, el acuerdo en los beneficios socioculturales no cognitivos.
Por último, el sexto capítulo resume el propósito del libro: sintetiza los puntos fundamentales y subraya las cuestiones relevantes en el estudio del bilingüismo. Como la autora señala, explicar el significado de ser bilingüe va estrechamente ligado con la definición de bilingüismo. En definitiva, el libro cumple la función anunciada en sus primeras páginas: servir de introducción concisa y amena a un tema académico de lingüística.
Quisiera insistir en que las pausas reflexivas que promueven los apartados “Thinking matters” al final de cada capítulo conminan al lector a aplicar lo leído a su experiencia individual y colectiva en la sociedad, y, en consecuencia, a dejar de ser elemento pasivo que se limita a recibir determinada cantidad de datos. La lectura informativa del libro no es suficiente para Mahootian, quien aboga por la participación del lector en actividades que le permitan cobrar conciencia del fenómeno del bilingüismo; es decir: su propósito es involucrar al lector como elemento activo del proceso de aprendizaje, cuyo paso preparatorio e ineludible debe ser la reflexión de lo que implican el fenómeno y sus aristas. Es por ello que al final de cada capítulo la autora añade una serie de preguntas para discutir, actividades y proyectos que contribuyen al carácter pedagógico del libro, de modo que pueda emplearse como un manual básico en clases de introducción a la lingüística.
Por un enfoque equilibrado entre lo divulgativo y lo académico, el libro constituye una magnífica herramienta tanto para estudiantes que se inician en la lingüística cuanto para profesores que lo empleen como manual de referencia, no menos que para el gran público interesado en el bilingüismo.