1. Introducción
El presente trabajo, que se basa en los modelos y en los métodos de investigación de la sociolingüística variacional (Labov, 1966, 1969; Silva-Corvalán, 1989; López Morales, 2004; Moreno Fernández, 2009), pretende alcanzar los siguientes objetivos: 1.º) determinar el grado de vitalidad del pretérito pluscuamperfecto de subjuntivo auxiliado por ser (fuera venido en lugar de hubiera venido), una construcción considerada antinormativa (Méndez, 2011, p. 1028), dentro de la comunidad de habla de la ciudad de Almería; 2.º) relacionar la presencia de esta variación con una serie de variables sociales y factores lingüísticos dentro del mencionado espacio geográfico; y 3.º) identificar posibles tendencias de cambio lingüístico en el español de Andalucía, en concreto, en el empleado en la más oriental de sus capitales provinciales.
Para ello, este estudio se ha dividido en cinco grandes apartados. El primero —que es en el que nos encontramos— sirve para presentar los objetivos de la investigación. En segundo lugar, y con el fin de crear un marco adecuado que contextualice la muestra que contienen estas páginas, aparece el estado de la cuestión. En dicho encuadre se da a conocer, por un lado, cómo se ha estudiado tal proceso de variación y qué explicaciones ha recibido y, por otro, cuál es la extensión geográfica de dichos usos divergentes en los países de habla hispana. En tercer lugar, se inserta la muestra y, tras una serie de consideraciones sobre la metodología empleada para su creación, se ponen en conocimiento del lector sus resultados. Estos resultados aparecen desglosados según una serie de variables sociales, con una permanente atención al registro, y en función de varios factores lingüísticos. La presentación de todos estos datos, expresados por medio de números y porcentajes, se hace a través de tablas para que el lector pueda acercarse a ellos de una forma sencilla. En cuarto lugar se discuten los resultados de la muestra y, finalmente, se enuncian una serie de conclusiones. El artículo termina con la inclusión de las referencias bibliográficas aludidas.
2. Estado de la cuestión
2.1 Variación en el pluscuamperfecto de subjuntivo
La primera llamada de atención sobre la existencia de construcciones antinormativas en el pretérito pluscuamperfecto de subjuntivo en español moderno (ser + participio, en lugar de haber + participio) se la debemos a García Soriano, quien en las notas gramaticales que sirven de introducción a su Vocabulario del dialecto murciano incluyó la siguiente reflexión: “en el lenguaje rústico el verbo ser sustituye casi siempre al haber en la formación de los tiempos perifrásticos o compuestos, haciendo oficio de auxiliar” (1932, p. 97), y lo evidenció trayendo a colación los siguientes ejemplos, extraídos de novelas costumbristas de la región murciana: “‘Es lo que, en un caso como este, juera dicho to ombre’ (Díaz Cassou, La literatura panocha, pág. 30) o ‘Así se jueran ahorrao que’ (Luis Orts, Vida huertana, pág. 10)” (p. 97). Como puede verse, aunque el oriolano no mencionó directamente el pluscuamperfecto de subjuntivo, sí le dedicó los ejemplos con los que testimonió la existencia de dicha particularidad en esas hablas regionales. Esta realidad, consignada durante la primera mitad del siglo XX, no deja de resultar sorprendente si se atiende a la cronología de la formación y consolidación de las formas verbales compuestas en la lengua española.
Tal como da cuenta Company (1983, p. 238), el castellano medieval hacía uso de dos verbos distintos, haber y ser,1 para desempeñar la función de auxiliares en la formación de los tiempos compuestos: haber prestaba servicio a los verbos transitivos y ser2 a los intransitivos y a los reflexivos. Esta diferenciación, común y vigente todavía hoy en muchas otras lenguas románicas, no era ni mucho menos monolítica, pues, en opinión de Lapesa (1981, §56), ya en español arcaico la balanza se iba inclinando hacia la generalización del uso de haber.
Con el paso de los años, el empleo de haber terminó por imponerse casi por completo. En este sentido, Octavio de Toledo (2002, p. 373) informa de que la auxiliarización activa con ser no era un fenómeno extinto, pero sí recesivo en el español de los Siglos de Oro, aunque añade a renglón seguido que “el verbo ser siguió ejerciendo largo tiempo este papel [el de auxiliar] respecto de algunos verbos muy frecuentes y pragmáticamente relevantes” (p. 373). Por su parte, Lapesa (1981, §97) indica que a finales del siglo XVI apenas había ejemplos de la recurrencia de ser como auxiliar, e Idrisz (2009, p. 102) afirma que a finales de ese siglo o comienzos del XVII el paradigma de las formas verbales compuestas del español ya estaba completamente consolidado tal y como lo conocemos hoy. Además, las gramáticas de los siglos XVI y XVII solo recogían las formas actuales (Candalija Reina y Reus Boyd-Swan, 2006), por lo que la posible retención de usos antiguos era considerada ya por aquellas fechas como un hecho lingüístico antinormativo.
Así las cosas, cuando desde la primera mitad del siglo XX empezaron a atestiguarse ejemplos de ser + participio en algunas monografías dialectales, dichas manifestaciones fueron rápidamente arrinconadas y calificadas como arcaísmos (Montes Giraldo, 1976; Narbona y Morillo-Velarde, 1986, p. 96), sin que la comunidad investigadora haya mostrado un especial interés por la consolidación del fenómeno3 hasta fechas muy recientes. No obstante, incluso esas incursiones parciales ya dejaban constancia de la dificultad que entrañaba explicar tales ejemplos:
Y curiosísimo arcaísmo es también el apenas estudiado uso de ser para conjugar, solo, el pluscuamperfecto de subjuntivo: “si yo fuera comido eso...”, “si yo fuera venido...”; ciertamente, el español antiguo, hasta, al menos, el XVI, empleó ser como verbo auxiliar para intransitivos y reflexivos (es venido, (se) es levantado), tal como ocurre hoy en francés o italiano; pero ni ese uso se limitaba a un solo tiempo verbal, sino que era general, ni se trasladó jamás a los verbos transitivos (donde solo había “ha comido esto”), por lo que ese fenómeno andaluz, quizá rural y en regresión, encaja mal con su supuesto origen (Narbona, Cano Aguilar y Morillo-Velarde, 2003, p. 105).
Hace apenas diez años, y gracias a la aproximación realizada por Méndez, se inicia el estudio científico y riguroso de este uso divergente. Dicha profesora comienza su investigación poniendo de relieve la complejidad subyacente bajo la cuestión que nos ocupa e, inicialmente, la califica como una posible “extensión analógica [de los usos antiguos de la auxiliarización con ser]” (2011, p. 1012) en cuyas manifestaciones se observa “cierto polimorfismo, sin que sea posible extraer una regla para la distribución de su alternancia con hubiera + participio que pudiera estar relacionada con los rasgos semánticos del verbo” (p. 1018). Después de analizar un pequeño corpus, formado por una serie de evidencias escritas extraídas de Internet, que incluye ejemplos de fuera + participio en los contextos sintácticos proclives a la aparición del pluscuamperfecto de subjuntivo (fundamentalmente, condicionales y concesivos), extrae unas conclusiones y, a partir del cotejo de sus resultados con los de diversos trabajos sobre el verbo en la variante andaluza (Mondéjar, 1970; Narbona, 1979; Molina, 1983), niega la propuesta de Mondéjar (cfr. nota n.º 3) y formula una nueva explicación del fenómeno:
La hipótesis que propongo —todavía muy provisional y arriesgada, por la escasez de datos— es multifactorial y de carácter sintáctico. De una parte, estaría el reajuste de la polifuncional secuencia ser + participio, de otra, el valor de la forma -ra en la historia sintáctica de las condicionales, lo que explicaría que la retención se documente en un único tiempo verbal, el pluscuamperfecto de subjuntivo, y mayoritariamente con esta forma -ra. El punto de partida estaría en la formación de la estructura espuria si fuera sido […], como resultado de la hibridación o confluencia de dos construcciones distintas (si fuera + si hubiera sido) en contextos condicionales de pasado a partir de ciertos efectos discursivos de anterioridad nocional proporcionados por elementos de cotexto (adverbios y referencias temporales de anterioridad o una apódosis en pluscuamperfecto de subjuntivo) […] Es posible que a partir de los efectos de sentido de la forma fuera (= ‘hubiera sido’) algunos hablantes tendieran a reforzar el significado léxico de ‘acaecimiento’ del verbo ser -al sentirlo poco explícito en la construcción condicional-, introduciendo para ello el participio pasivo, sido, que está operando implícitamente en el sentido. Se trataría, pues, de un híbrido sintáctico, una construcción espuria por hipercaracterización semántica (Méndez, 2011, pp. 1026-1027).
No obstante, esta especialista, al considerar su trabajo solo como “un primer tanteo” (2011, p. 1028), termina ponderando la justificación ofrecida y añade que todavía hace falta “responder a muchos interrogantes” (p. 1028) para lo que es necesario la formación de nuevos corpus con “datos amplios y variados” (p. 1017).
Sea como fuere, a tenor de lo apuntando por Méndez (2011) y pese a lo provisional de sus conclusiones, puede afirmarse que al referirnos a las construcciones ser + participio en función de pluscuamperfecto de subjuntivo ya no estaríamos hablando de una mera retención arcaizante, sino de un proceso de cambio y variación en toda regla.
2.2 Testimonios en la geografía del español
Desde que García Soriano (1932, p. 97) aludiera a la existencia de estructuras antinormativas en el pretérito pluscuamperfecto de subjuntivo en las hablas murcianas, han sido muchas las referencias sobre la existencia de esta variación en distintas áreas del mundo hispánico, tanto peninsulares como americanas. En el trabajo mencionado más arriba, Méndez (2011, pp. 1012-1017) realiza un buen análisis de este particular, que se reproduce a continuación con una nueva ordenación, marcada por la agrupación de las diferentes referencias geográficas en torno a dos grandes polos, España y América:
a) España. La existencia de estas construcciones está documentada en todas las provincias de Andalucía, aunque en opinión de Narbona, Cano Aguilar y Morillo-Velarde “[…] no sobrepasa el ámbito de las capas no instruidas […], especialmente de zonas rurales” (2003, p. 237). Así, contamos con referencias sobre la recurrencia de estos usos desde poblaciones de la costa onubense, como Lepe (Méndez, 2011, p. 1013), hasta rincones del altiplano granadino, como Cúllar (Salvador, 1959, p. 58), en la Andalucía esteparia. Entre medias, se suman muchos más lugares: los municipios gaditanos de Prado del Rey (Méndez, 2011, p. 1012), Ubrique (Pérez Sánchez de Medina, 2007, p. 35) o Jerez de la Frontera (Méndez, 2011, p. 1016); los sevillanos de Olivares (Narbona, 1971, p. 92), Arahal o Carmona (Méndez, 2011, p. 1012); el jienense de Baeza (Carrasco Cantos, 1981, p. 127); los cordobeses de Baena (López de Aberasturi, Galán y Naveros, 1992, pp. 33-34), Lucena (Méndez, 2011: 1015), Cabra4 (Peñalver, 2006, p. 265) o Fernán Núñez (Raya, 1985, p. 265), además de en la propia la ciudad de Granada (Salvador, 1959, p. 58). En los casos de las provincias de Málaga y Almería solo encontramos referencias generales (Méndez, 2011, p. 1016) que no aluden a ningún pueblo o ciudad concretos.
Fuera de Andalucía, además de los ejemplos murcianos ya mencionados, se recogen muestras en las hablas extremeñas. Concretamente, esta variación ha sido localizada en la comarca cacereña de La Vera (Flores del Manzano, 1992, p. 131) y en la pacense de La Serena (Méndez, 2011, p. 1016)
b) América. En el español americano también encontramos numerosas muestras de estas alteraciones en la estructura del pluscuamperfecto de subjuntivo. Las primeras referencias se las debemos a Montes Giraldo (1976), quien documentó tales construcciones durante las largas encuestas llevadas a cabo para la confección del Atlas lingüístico y etnográfico de Colombia. Dicha variación quedó atestiguada en el habla de las personas mayores de varios departamentos del país, como Chocó, Valle del Cauca o Casanare.
A continuación, Granda (1988, pp. 46-47) las localizó en Paraguay, en concreto, en los estratos sociales medio-bajos del área suburbana de su capital, Asunción. En esos ejemplos, ser servía como auxiliar para la construcción del pluscuamperfecto de subjuntivo de verbos como nacer, morir, casar, fallecer, dejar, hacer, venir, volver o llegar. En Venezuela, Sedano y Bentivoglio (1996, p. 124) certificaron la vigencia de estos usos en la variante castellana de aquel país y los calificaron como una de las particularidades más relevantes de su morfosintaxis verbal. Finalmente, Méndez (2011, p. 1019) también ha localizado ejemplos de pluscuamperfectos de subjuntivo auxiliados con ser en hablantes mexicanos y cubanos.
En resumen, si en el epígrafe anterior calificábamos a este uso particular como variación, a la luz de los datos geográficos que acabamos de presentar —todos correspondientes a dominios meridionales del español de España (andaluz, murciano o extremeño) y a amplias zonas del español americano— podemos extraer una nueva conclusión: parece que las estructuras ser + participio como formantes del pretérito pluscuamperfecto de subjuntivo, además de claros síntomas de un proceso de variación, poseen una evidente raigambre meridional.
3. Muestra
3.1 Cuestiones metodológicas
3.1.1 Número de informantes
Dentro de la sociolingüística teórica conviven varias posiciones tendentes a garantizar la representatividad de las muestras. Las diferentes visiones sobre esta cuestión se agrupan en torno a dos posturas distintas: por un lado, hay que mencionar las teorías de carácter porcentual de Labov, según las cuales el número ideal de informantes es de 25 por cada 100 000 habitantes (1966, pp. 170-171); por otro lado, aparecen las de corte numérico de Sankoff, investigador que postuló que 150 informantes garantizaba la representatividad de la muestra, incluso en las poblaciones más complejas (1980, pp. 47-49).
Para la elaboración de la encuesta que vertebra este trabajo se ha apostado por la teoría porcentual defendida por Labov. Así, descontados los vecinos de Almería menores de 20 años (43 687 de un total de 201 322, que no han sido tenidos en cuenta por encontrarse todavía en periodo formativo), han sido elegidos 50 informantes de forma aleatoria y sin que mediara ningún tipo de remuneración. De esta manera, el número de informantes excede, según los postulados labovianos, incluso los que serían necesarios para garantizar la representatividad de la muestra.
Los requisitos para ser informante han sido dos:
a) Haber nacido en la ciudad y ser hijo de almerienses.
b) Haber vivido desde su nacimiento en Almería, lugar en el que han tenido que recibir toda su formación académica por breve o larga que fuera.
A continuación se detallan las variables sociales y los factores lingüísticos a los que se ha prestado atención.
3.1.2 Variables sociales atendidas
Las variables sociales5 tenidas en cuenta han sido tres: el sexo, la edad y el nivel de instrucción de los informantes:
a) Variable sexo. A partir de los datos poblacionales de la ciudad, según los cuales residen en ella 98 531 varones (el 49 % del total de los ciudadanos) y 102 791 mujeres (el 51 % del total), han sido elegidos aleatoriamente 24 informantes masculinos y 26 femeninos.
b) Variable edad. Según una perspectiva émica (Eckert, 1997), se ha agrupado a la población en tres segmentos de edad: 1.º) de 20 a 34 años, 2.º) de 35 a 54 años y 3.º) más de 55 años. Gracias a los datos de la pirámide poblacional de la urbe —el grupo 1.º) está formado por 36 329 habitantes, un 23 % del total; el grupo 2.º) por 62 912, un 40 % del total, y el grupo 3.º) por 58 394, un 37 % del total—, han sido elegidos aleatoriamente 11 informantes del primer grupo, 20 del segundo y 19 del tercero.
c) Para la caracterización del nivel social del hablante se ha recurrido a la propuesta de Alvar (1972, pp. 35-36), que se centró en su grado de instrucción. A partir de las observaciones de dicho especialista, se ha dividido a la población almeriense en tres grupos: 1.º) nivel bajo, formado por aquellos que no completaron la formación obligatoria (83 546 personas, el 53 % de la población de la ciudad), 2.º) nivel medio, formado por los habitantes que han terminado la secundaria (37 832 personas, el 24 %) y 3.º) nivel alto, formado por aquellos que cuentan con formación universitaria (36 257 personas, el 23 % del total). Como consecuencia, del primer grupo han sido elegidos aleatoriamente 27 informantes; del segundo, 12, y del tercero, 11.
En resumen, la muestra se ha constituido a partir de la suma de cuotas de afijación proporcional, pues “es la técnica de muestreo que debe utilizarse en los estudios de hablas de una comunidad” (Larrosa Barbero, 2003-2004, p. 142).
3.1.3 Factores lingüísticos observados
Así como los factores lingüísticos que pueden dar pie a los procesos de cambio fonético-fonológico están bien definidos (López Morales, 2004, pp. 57-64; Moreno Fernández, 2009, p. 26), los que dan lugar a los cambios gramaticales —y especialmente a los morfológicos— no están tan clarificados. Esta indefinición parte de una realidad muy concreta: el cuestionamiento reinante en la comunidad investigadora, como consecuencia de las reflexiones de Lavandera (1978), acerca de la idoneidad de aplicar los métodos labovianos al estudio de otras clases de variación al margen de la que afecta al plano fónico de la lengua. Tal cuestionamiento fue superado hace ya años (Silva-Corvalán, 1989, pp. 97-150), por lo que los estudios sociolingüísticos sobre fenómenos morfológicos y sintácticos son habituales en la bibliografía (Enríquez, 1984; Bentivoglio, 1987; Almeida y Díaz, 1998; Makuc, 2008; Martínez Lara, 2013; San Martín 2016, 2017) y cada uno de ellos fija los factores lingüísticos que considera más pertinentes en cada caso.
En nuestra muestra se ha prestado atención a cuatro de ellos: los rasgos semánticos del verbo, su carácter transitivo o intransitivo, la persona y el número verbales en los que aparece conjugado el tiempo en cuestión y el contexto sintáctico-semántico de aparición.
a) Rasgos semánticos del verbo. Este es un factor al que habitualmente se ha prestado atención tanto en los estudios clásicos sobre el cambio gramatical (Labov, 1969) como en los alusivos a este dentro de la lengua española (Enríquez, 1984; Bentivoglio, 1987; Almeida y Díaz, 1998). No obstante, hay que recordar que en nuestra lengua no existe una clasificación única sobre los tipos de verbos según sus rasgos semánticos o atendiendo a la configuración de sus argumentos oracionales, sino varias, como las de Alvertuz (2007) o la de Furuta (2017). En estas páginas se ha decidido emplear la clasificación propuesta por el primero, que establece catorce categorías diferentes: atribución, cambio, causativo, cognición, comportamiento, comunicación, dispositivo, espacio, existencia, hecho, mental, percepción, posesión y sensación.
b) Transitividad e intransitividad. Esta cuestión, central si se estudia este proceso de cambio lingüístico desde una perspectiva diacrónica, ha sido atendida a partir de las postulaciones teóricas defendidas por Cano Aguilar (1981) y Hernández Alonso (1984) condensadas por Makuc (2008, p. 83). Por su especial relevancia para la cuestión que nos ocupa, en el análisis de los verbos intransitivos se ha distinguido entre inergativos o intransitivos puros e inacusativos.
c) Persona y número verbal. Este particular, traído a colación por Méndez (2011, p. 1028) en la cuestión que nos ocupa, ha sido tenido en cuenta también en otras investigaciones sobre el cambio gramatical, como la de Martínez Lara (2013).
d) Contexto sintáctico-semántico, un factor cuya importancia en estas cuestiones es defendida por, entre otros, Silva-Corvalán (1989, p. 109). En concreto y para nuestro estudio, Méndez defendía la presencia de esta variación dentro de construcciones contrafactuales (2011, p. 1025), especialmente en las condicionales y en las concesivas.
Además, se ha prestado atención a la terminación de la forma del verbo ser en función de auxiliar: fuera o fuese. Hay que recordar que el imperfecto de subjuntivo, que funciona como auxiliar para la formación del pluscuamperfecto, presenta dos variantes: la forma fuera, que procede del pluscuamperfecto de indicativo latino (fueram), y la forma fuese, cuyo origen se remonta al pluscuamperfecto de subjuntivo latino (fuissem). Pese a que fuera es considerada mayoritariamente como la variante exclusiva dentro de las construcciones antinormativas del pluscuamperfecto de subjuntivo (Salvador, 1959; Montes Giraldo, 1976; Carrasco Cantos, 1981; Mendoza Abreu, 1985; Raya, 1985; Granda, 1986; Narbona, Cano Aguilar y Morillo-Velarde, 2003; Peñalver, 2006; Méndez, 2011), hay investigadores que también han documentado ejemplos de fuese (Pérez, Sánchez de Medina 2007, p. 35).
3.1.4 Planteamiento de la muestra y extracción de los datos
Siguiendo las normas de la sociolingüística variacionista, se realizaron entre el 1 y el 15 de julio del 2020 las grabaciones con los informantes. Dichas grabaciones contienen dos clases de materiales. En primer lugar, conversaciones informales parcialmente dirigidas, que tuvieron lugar en sus domicilios o en la calle. En segundo lugar, también fueron registradas —siempre con los permisos correspondientes— conversaciones, también parcialmente dirigidas, mantenidas por los informantes en otra clase de contextos (citas médicas y con personal de la administración, entrevistas con profesores, diálogos con los responsables de residencias de mayores o consultas en farmacias). El objetivo de tal variedad de procedimientos fue forzar la creación de distintos registros contextuales, más relajados (los primeros) y más formales (los segundos), que permitieran el estudio de la cuestión también en cuanto a su dimensión diafásica, según la formulación de Coseriu (1981). Como ha quedado dicho, todas las conversaciones fueron parcialmente dirigidas con el fin de crear un corpus lo más homogéneo que fuera posible.
El número total de secuencias estudiadas ha sido 1232, de las cuales 637 corresponden a registros formales y 595 a registros informales.
El tratamiento estadístico realizado ha sido únicamente de tipo descriptivo, centrado en las asociaciones entre las variables mediante frecuencias absolutas y porcentuales.
3.2 Resultados
En este epígrafe, por medio de tablas, se dan a conocer los números totales y el porcentaje de aparición de las formas normativas (haber + participio) y antinormativas (ser + participio) del pluscuamperfecto de subjuntivo en función de las variables sociales tenidas en consideración y de los factores lingüísticos establecidos previamente.
3.2.1 Resultados totales
En las tablas 1 y 2, se ofrecen los resultados totales de aparición de una y otra forma del pluscuamperfecto de subjuntivo, así como la influencia que el registro guarda con respecto a su distribución:
Tipo de pluscuamperfecto de subjuntivo | (n.º) y % |
ser + participio | (671) 54.5 % |
haber + participio | (561) 45.5 % |
Registro | Tipo de pluscuamperfecto de subjuntivo | |
ser + participio | haber + participio | |
Formal | (345) 54 % | (292) 46 % |
Relajado | (326) 55 % | (269) 45 % |
Los datos expuestos evidencian que la construcción antinormativa (ser + participio) como estructura del pretérito pluscuamperfecto de subjuntivo supera a la forma normativa dentro de la comunidad de habla estudiada, y lo es con independencia del registro comunicativo, relajado o formal, en el que se produzca su emisión.
3.2.2 Según las variables sociales
A continuación se muestran los números totales y el porcentaje de aparición de las formas normativas (haber + participio) y antinormativas (ser + participio) del pluscuamperfecto de subjuntivo en función de las variables sociales tenidas en consideración: sexo, edad y nivel de instrucción.
a) Los resultados según el sexo del hablante, con atención al registro comunicativo, se ofrecen en la siguiente tabla:
Sexo | Tipo de pluscuamperfecto de subjuntivo | ||
ser + participio | haber + participio | ||
Hombres | F: (173) 52.5 % | F: (156) 47.5 % | |
R: (149) 55.5 % | R: (120) 44.5 % | ||
Mujeres | F: (172) 56 % | F: (136) 44 % | |
R: (177) 54 % | R: (149) 46% |
Los datos recogidos en la tabla anterior evidencian que la variable sexo no se muestra especialmente relevante en el análisis de la cuestión que nos ocupa, pues las diferencias entre los usos de los hombres y de las mujeres, con independencia del registro, son escasas. No obstante, puede añadirse que los informantes masculinos en los registros formales recurren a la forma con ser algo más que las féminas, situación que se invierte en el caso de los contextos formales, aunque también por un estrecho margen.
b) El número total y los porcentajes de aparición de una u otra forma del pluscuamperfecto de subjuntivo dentro de la comunidad de habla estudiada, en función de la edad y atendiendo al registro comunicativo, son los que siguen:
Edad | Tipo de pluscuamperfecto de subjuntivo | |
ser + participio | haber + participio | |
De 20 a 34 años | F: (56) 53% | F: (50) 47 % |
R: (54) 54.5 % | R: (45) 45.5 % | |
De 35 a 54 años | F: (146) 54.5 % | F: (122) 45.5 % |
R: (137) 55.5 % | R: (111) 44.5 % | |
Más de 55 años | F: (143) 54.5 % | F: (120) 45.5 % |
R: (135) 54.5 % | R: (113) 45.5 % |
La variable de la edad tampoco parece ser especialmente relevante para el estudio de este particular. La práctica igualdad entre los usos de las formas con haber y ser en todas las franjas etarias muestra la estabilidad de este proceso de cambio y variación a través del tiempo y las generaciones.
c) Los resultados de la muestra según el nivel de instrucción del hablante, con atención al registro comunicativo, son estos:
Nivel de instrucción | Tipo de pluscuamperfecto de subjuntivo | |
ser + participio | haber + participio | |
Nivel bajo | F: (263) 60 % | F: (172) 40 % |
R: (249) 61 % | R: (157) 39 % | |
Nivel de instrucción | Tipo de pluscuamperfecto de subjuntivo | |
ser + participio | haber + participio | |
Nivel medio | F: (66) 52 % | F: (62) 48 % |
R: (63) 55 % | R: (51) 45 % | |
Nivel alto | F: (16) 22 % | F: (58) 78 % |
R: (14) 19 % | R: (61) 81 % |
La variable nivel de instrucción sí tiene, a tenor de los datos expuestos, una gran relevancia en la cuestión estudiada. A mayor grado de instrucción, menor empleo de la forma con ser, restricción que resulta comprensible al estar hablando de una construcción antinormativa. En los segmentos poblacionales con un menor nivel de instrucción, la construcción haber + participio es minoritaria con independencia del registro.
3.2.3 Según las variables lingüísticas
Seguidamente se ofrecen los números totales y el porcentaje de aparición de las formas normativas (haber + participio) y antinormativas (ser + participio) del pluscuamperfecto de subjuntivo en función de los factores lingüísticos que se han tenido en consideración: tipo de verbo según sus rasgos semánticos, transitividad o intransitividad, persona y número de la forma conjugada y contexto. Además, en la tabla 10 se indica qué forma del verbo ser, fuera o fuese, actúa como auxiliar en las construcciones antinormativas localizadas.
a) El número total y los porcentajes de aparición de una u otra forma del pluscuamperfecto de subjuntivo en función de los rasgos semánticos del verbo se incluyen en la siguiente tabla:
Tipo de verbo8 | Tipo de pluscuamperfecto de subjuntivo | |
ser + participio | haber + participio | |
Atribución | 14 (59 %) | 30 (43 %) |
Cambio | 49 (55 %) | 55 (46 %) |
Causativo | 50 (55 %) | 46 (45.5 %) |
Cognición | 59 (54 %) | 51 (46 %) |
Comportamiento | 40 (57 %) | 36 (44 %) |
Comunicación | 48 (56 %) | 50 (46 %) |
Dispositivo | 68 (53 %) | 10 (40 %) |
Espacio | 65 (54 %) | 60 (47 %) |
Existencia | 59 (56 %) | 47 (51 %) |
Hecho | 45 (56 %) | 47 (44 %) |
Mental | 59 (54 %) | 10 (41 %) |
Percepción | 45 (49 %) | 41 (45 %) |
Posesión | 55 (54.5 %) | 38 (44 %) |
Sensación | 15 (60 %) | 40 (45 %) |
Los rasgos semánticos del verbo no parecen mostrarse como un factor relevante en la elección del auxiliar para la formación del pluscuamperfecto de subjuntivo. La forma con ser es mayoritaria en todos los grupos, con porcentajes de distribución similares, salvo entre los verbos de existencia, donde los porcentajes (51 % de haber frente al 49 % de ser) se muestran prácticamente iguales. Cabe señalar que este pequeño desequilibro es debido a una casualidad, pues dichos verbos fueron utilizados en un medida algo mayor por personas con un nivel de estudios superior, un segmento poblacional más reacio a esta variación.
b) Los resultados de la muestra según el carácter transitivo o intransitivo del verbo aparecen recogidos en la tabla 7:
Transitividad o intransitividad9 | Tipo de pluscuamperfecto de subjuntivo | |
ser + participio | haber + participio | |
Transitivos | 390 (53.5 %) | 342 (46.5 %) |
Intransitivos puros | 57 (57 %) | 43 (43 %) |
Inacusativos | 125 (55 %) | 103 (45 %) |
Pronominales | 15 (60 %) | 10 (40 %) |
Copulativos | 84 (57 %) | 63 (43 %) |
Pese a lo que pudiera parecer a priori por su relevancia para un posible entronque con la diacronía de la lengua, tampoco este factor se ha mostrado determinante. El empleo de ser + participio como forma del pluscuamperfecto de subjuntivo es mayoritaria no solo en el caso de los verbos inacusativos, sino también —tal como ya indicó Méndez (2011, p. 1028)— en todos los demás, incluidos los transitivos y los inacusativos.
c) El número total y los porcentajes de aparición de la forma normativa y antinormativa del pluscuamperfecto de subjuntivo en función de la persona y el número en los que el verbo aparece conjugado son los siguientes:
Persona y número | Tipo de pluscuamperfecto de subjuntivo | |
ser + participio | haber + participio | |
1.ª del singular | 190 (55 %) | 157 (45 %) |
2.ª del singular | 163 (53 %) | 148 (47 %) |
3.ª del singular10 | 160 (54.5 %) | 135 (45.5 %) |
1.ª del plural | 54 (57 %) | 41 (43 %) |
2.ª del plural | 51 (56 %) | 40 (44 %) |
3.ª del plural11 | 53 (57 %) | 40 (43 %) |
La persona y el número en las que aparece conjugado el verbo tampoco se ha manifestado como un factor especialmente relevante. Para todas las personas, con independencia de su número, la forma con ser es mayoritaria en unos porcentajes muy semejantes.
d) Los resultados de la muestra en función del contexto semántico-sintáctico en el que aparece el pretérito pluscuamperfecto de subjuntivo son estos:
Contexto | Tipo de pluscuamperfecto de subjuntivo | |
ser + participio | haber + participio | |
Oraciones condicionales | 203 (55 %) | 165 (45 %) |
Oraciones concesivas | 163 (54 %) | 139 (46 %) |
Oraciones que describen situaciones no realizadas situadas en el pasado | 66 (55.5 %) | 53 (44.5 %) |
Oraciones subordinadas sustantivas | 175 (53 %) | 156 (47 %) |
Oraciones subordinadas de relativo especificativas | 65 (57.5 %) | 48 (42.5 %) |
De nuevo, el contexto tampoco resulta un factor relevante en el análisis de la cuestión estudiada. No solo son los entornos condicionales y concesivos señalados por Méndez (2011, p. 1009) los que estimulan este proceso de variación, pues todos los entornos de aparición del pluscuamperfecto de subjuntivo arrojan unos porcentajes similares.
e) Y, finalmente, en la tabla 10 se deja constancia de número total y de los porcentajes relativos del empleo de una u otra forma del imperfecto de subjuntivo (fuera o fuese) como auxiliar en la formación del pluscuamperfecto con ser:
Forma auxiliar del pluscuamperfecto de subjuntivo con ser | ||
fuera + participio | fuese + participio | |
613 (91 %) | 58 (9 %) |
Los datos evidencian que la forma fuera como auxiliar es la más extendida dentro de esta construcción antinormativa; tales datos están en sintonía con la distribución de las variantes en -ra y en -se para el imperfecto de subjuntivo dentro de la variante andaluza, donde la primera opción, -ra, es abiertamente mayoritaria (Lara Bermejo, 2019, p. 320). Sin embargo, la forma fuese también se atestigua, tal como ya señaló Pérez Sánchez de Medina (2007, p. 35) en el caso de Ubrique; no obstante, en nuestra muestra esta última forma solo alcanza un porcentaje significativo (32 %) entre los hablantes más jóvenes.
4. Discusión
A partir de los datos incluidos en el epígrafe anterior, puede afirmarse que el pretérito pluscuamperfecto de subjuntivo construido con el verbo ser como auxiliar es mayoritario entre los integrantes de la comunidad de habla de la ciudad de Almería, pues supera en un 10 % a la forma normativa. Así lo demuestran los porcentajes: 54.5 % de incidencia de tales estructuras frente a un 44.5 % de aparición de las formas normativas con haber.
Además, dicha prevalencia de las formas antinormativas no depende, según las evidencias dadas a conocer, del registro comunicativo en el que se produzca su emisión. Esta realidad parece estar en consonancia con el escaso grado de conciencia que tienen los hablantes respecto a las formas gramaticales que emplean, a diferencia —según señalan Narbona (2016, p. 496) o Nowikow (2019, p. 1033)— de lo que ocurre con los recursos fonético-fonológicos que están a su disposición.
Por un lado, las variables sociales estudiadas en la muestra permiten perfilar aún más la dimensión actual de este proceso de variación. En primer lugar, los resultados han demostrado que la variable sexo no resulta especialmente significativa; las construcciones con ser son mayoritarias tanto entre los hombres como entre las mujeres, aunque ligeramente más frecuentes en el caso de las féminas. En segundo lugar, la edad tampoco parece ser un factor especialmente determinante, pues en todas las franjas etarias el porcentaje de aparición de las construcciones antinormativas ronda el 53-55 %. En tercer lugar, y a diferencia de las dos variables anteriores, el nivel de instrucción del hablante sí tiene una notable importancia en la cuestión que nos ocupa: las estructuras ser + participio son empleadas por cerca del 60 % de los hablantes con escasa instrucción, por un 50-55 % de los hablantes que han completado la secundaria12 y por un 20 % de los hablantes con formación universitaria. Este último dato, aunque relativamente bajo, no deja de resultar significativo.
Por otro lado, con las evidencias dadas a conocer, cabe afirmar que los factores lingüísticos tenidos en cuenta en nuestro estudio han puesto de relieve la gran homogeneidad del fenómeno. El hablante que emplea las formas antinormativas lo hace de manera uniforme, con independencia de los rasgos semánticos del verbo, de su carácter transitivo o intransitivo, de la persona y el número en los que lo conjugue y sin importarle el contexto de aparición del pretérito pluscuamperfecto de subjuntivo. La muestra ha demostrado que los hablantes o bien se decantan por las formas normativas, o bien por las antinormativas, ya que no se han localizado ejemplos de informantes que alternen el empleo de estas dos variantes. Además, resulta especialmente relevante que el uso de ser afecte de forma clara a los verbos transitivos y a los inergativos o intransitivos puros, evidencias que desmentirían la simple retención arcaizante como explicación de esta variación.
La realidad recogida en el párrafo anterior se ve reflejada con claridad en los siguientes ejemplos, que proceden de los informantes n.º 1, una mujer de 59 años de edad con un nivel de instrucción bajo, y del n.º 2, un varón de 38 años con el título de secundaria:
(1)
a. No sabía que *fuera pintado la puerta.
b. Si me *fuera dolido, *fuera ido al médico.
c. ¡Qué pena que no *fuera nacido rica!
d. Me *fuera gustado que se *fueran secado más deprisa
(2)
a. Si llegamos antes, a saber lo que *fuera pasado.
b. Aunque lo *fuera dicho suavemente, *fuera corrido igual.
c. No había nadie que *fuera pagado la letra a tiempo.
d. Ojalá no lo *fueras roto.
Los ejemplos del informante n.º 1 muestran la extensión del uso de ser como auxiliar del pluscuamperfecto de subjuntivo a diferentes tipos de verbo —de cambio (1a y 1d), de sensación (1b y 1d) y de comportamiento (1c)—; a formas verbales transitivas (1a y 2d), intransitivas puras (1b) e inacusativas (1c); a varias personas verbales —tercera del singular (1a, 1b y 1d), primera del singular (1c) y tercera del plural (1d)— y a diferentes contextos semántico-sintácticos-condicionales (1b), tanto en la prótasis como en la apódosis, y diferentes tipos de subordinadas sustantivas (1a, 1c y 1d)-.
De igual manera, los ejemplos del informante n.º 2 evidencian también la generalización del uso de ser como auxiliar con independencia de los factores lingüísticos analizados. También en este caso observamos diferentes tipos de formas verbales —de existencia (2a), de comunicación (2b), de espacio (2b), de posesión (2c) y de cambio (2d)—; verbos transitivos (2b, 2c y 2d), intransitivos puros (2b) e inacusativos (2a y 2b); varias personas verbales —primera del singular (2b), segunda del singular (2d) y tercera del singular (2a, 2b y 2c)— y diferentes contextos diferentes —condicionales (2a), esta vez solo en la apódosis; concesivos (2b); subordinadas de relativo (2c) y subordinadas sustantivas (2d)—.
En definitiva, con unas evidencias tan compactas y unos usos tan transversales resulta muy complicado indagar en el origen de este fenómeno, pues no puede señalarse ninguna fisura o factor lingüístico discordante que arroje algo de luz sobre el porqué de la auxiliarización con ser en este tiempo compuesto del modo subjuntivo.
Finalmente, se debe hacer mención al uso como auxiliar de las diferentes variantes del imperfecto de subjuntivo del verbo ser: fuera o fuese. Si recordamos, casi todas las referencias a este proceso de variación afirmaban que la forma fuera era general (Salvador Caja, 1959; Montes Giraldo, 1976; Carrasco Cantos, 1981; Mendoza Abreu, 1985; Raya, 1985; Granda, 1986; Narbona, Cano Aguilar y Morillo-Velarde, 2003; Peñalver, 2006; Méndez, 2011) en la formación de las construcciones antinormativas del pluscuamperfecto de subjuntivo, con la excepción del trabajo de Pérez Sánchez de Medina sobre las hablas ubriqueñas, que hacía referencia al uso indistinto de fuera o de fuese(2007, p. 35). En nuestra muestra, en el 91 % de los casos en los que el pluscuamperfecto de subjuntivo aparece auxiliado por ser, ese auxiliar presenta la forma en -ra; en el 9 % restante recurre a la forma en -se. No obstante, hay que resaltar que la mayoría de los ejemplos de empleo de la variante en -se han sido localizados en el habla de las personas más jóvenes, las que tienen entre 20 y 34 años (35 de los 58 ejemplos, un 60 % del total). Los restantes ejemplos de -se aparecen en el habla de los informantes del siguiente grupo etario, de 35 a 54 años, y no se dan nunca entre los mayores de 55 años.
Respecto a los factores lingüísticos analizados, tampoco parecen afectar a la distribución de las formas en -ra y en -se, tal como dan fe los siguientes ejemplos reales, extraídos de varios informantes del grupo más joven:
(3) a. Aunque lo *fueses entendido bien, no tendrías razón. b. Una lástima que no *fuese llovido ese día. c. No hubo nadie que *fuese trabajado. d. Si *fuésemos hablado antes, no *fuésemos estado así. e. Si sabía eso, no *fuese debido decírtelo.
Estos ejemplos muestran la extensión del empleo de la forma en -se a distintos tipos de verbos —de cognición (3a), de hecho (3b y 3c), de comunicación (3d), de atribución (3d) y de posesión (3e)—; a verbos transitivos (3a y 3e), intransitivos puros (3b y 3d) e inacusativos (3c y 3d); a varias personas verbales —segunda del singular (3a), tercera del singular (3b, 3c y 3e) y primera del plural (3d)—, así como a diferentes contextos semántico-sintácticos —concesivos (3a), subordinadas sustantivas (3b y 3c) y en la prótasis (3d) y en la apódosis (3e) de una oración condicional—.
Pese a la extensión del empleo de fuese entre los hablantes más jóvenes, con independencia de los factores lingüísticos analizados, debe mencionarse que los datos de la muestra evidencian que los informantes que recurren a dicha forma no lo hacen de manera exclusiva, sino que emplean también la variante fuera según un patrón de distribución aparentemente aleatorio. Esta es una cuestión que queda abierta, pues con los datos de nuestra muestra no ha podido alcanzarse ninguna conclusión definitiva que permita explicar tal distribución. Quizás, en esta nueva etapa del proceso de cambio y variación analizado, el imperfecto de subjuntivo del verbo ser que funciona como auxiliar dentro de las construcciones analizadas se haya incorporado plenamente a la alternancia habitual en español (fuera/fuese), incluso en aquellos contextos en los que el pluscuamperfecto de subjuntivo conserva su originario valor modal indicativo. En esos entornos y en lo referente a las formas verbales compuestas, por ejemplo, en las apódosis de las oraciones condicionales irreales, el empleo de la variante en -se es menos habitual que la variante en -ra(Veiga, 2006, pp. 109 y 198); sin embargo, los datos de la muestra demuestran que las construcciones antinormativas del pluscuamperfecto de subjuntivo auxiliadas por la variante fuese también han alcanzado tales entornos (3d).
5. Conclusiones
Con todos estos datos, es posible extraer una serie de conclusiones:
1º) La aparición de formas del pluscuamperfecto de subjuntivo auxiliadas por ser no es un fenómeno rural, tal como afirmaron Narbona, Cano Aguilar y Morillo-Velarde (2003, p. 105). El porcentaje de incidencia de estas estructuras supera a las formadas por haber + participio dentro de la comunidad de habla de una de las capitales de provincia andaluzas, la ciudad de Almería.
2º) Si se atiende a la distribución de estas formas antinormativas en función de la edad de los hablantes, puede afirmarse que dicho fenómeno ni se encuentra en recesión (Narbona, Cano Aguilar y Morillo-Velarde, 2003, p. 105) ni es propio solo de las personas de mayor edad (Peñalver, 2006, p. 237). De hecho, los datos por franjas etarias denotan su estabilidad a lo largo de las generaciones.
3º) Aunque la construcción del pluscuamperfecto de subjuntivo con ser es más común en las capas no instruidas de la población, también puede ser localizada —al contrario de lo afirmado por Narbona, Cano Aguilar y Morillo-Velarde (2003, p. 237)— entre los hablantes con un mayor grado de formación. En concreto, en el caso de la comunidad de habla de Almería, en un significativo 20 % de los casos. Como consecuencia, pese a ser verdad que tales construcciones funcionan como un indicador sociolingüístico (pues su aparición no depende del registro), que caracteriza el habla de los almerienses con menor nivel de instrucción, su incidencia ha resultado ser más transversal de lo que aparentemente se pensaba.
4º) Con independencia del origen de este proceso de variación, y merced a los datos de esta muestra, puede resaltarse su consolidación en el seno de la comunidad de habla estudiada, así como su homogeneidad respecto a los factores lingüísticos atendidos. El hablante que emplea el verbo ser como auxiliar lo hace con cualquier tipo de verbo; con independencia de si es transitivo, inergativo o inacusativo; al margen de la persona y el número en los que lo conjugue y en cualquier contexto semántico-sintáctico. Es decir, dentro de un mismo informante no se ha atestiguado alternancia alguna entre haber + participio y ser + participio; se ha recogido solo una forma u otra. Tal uniformidad ha impedido confirmar o refutar las teorías propuestas por Mondéjar (1970, p. 128) y por Méndez (2011, pp. 1026-1027).
5º) La convivencia de las variantes de ser, tanto las terminadas en -se y como las que acaban en -ra, en la formación del pluscuamperfecto de subjuntivo antinormativo, documentada entre los informantes con edades comprendidas entre los 20 y los 34 (un 32 % de formas en -se frente a un 68 % de formas en -ra) y entre los hablantes de 35 a 54 años (un 8 % frente a un 92 %), evidencian un nuevo estadio de este proceso de variación, en el que la forma en -ra, dominante en etapas anteriores, va perdiendo su hegemonía. El empleo de estas dos variantes por un mismo hablante existe, y su distribución no parece responder a ningún patrón claro; por lo menos el presente estudio no ha logrado esclarecerlo. Esta realidad sugiere la apertura de una nueva línea de investigación.