Introducción
A partir de una mirada arquigráfica como parte de la comunicación visual a través de elementos gráficos aplicados y expuestos en la arquitectura, se observaron 49 inscripciones en edificaciones históricas de Tampico, México, las cuales, como comunicaciones gráficas de identificación, fueron exhibidas bajo el imaginario funcionalista como uno de los principales medios con que contaron los arquitectos para penetrar en el mosaico cultural en México y el mundo. La arquigrafía inscripta históricamente (o modelo de escritura en la arquitectura histórica) funge como discurso hegemónico sociovisual de encuentro entre formas de registro del pasado y su relación con la dimensión funcionalista del patrimonio cultural.
“La forma arquitectónica puede, en el mejor de los casos, señalar el objetivo de un edificio, mientras que las letras en los edificios lo denotan” (Laube y Widrig, 2016, p. 11). La arquigrafía se leyó en aspectos visuales de producción, materiales de época aplicados, usabilidad y lectura temática de bienes pluriculturales descriptivos. Por un lado, la observación del utilitarismo otorgado arquigráficamente al objeto de diseño (gráfico) expuesto se interpretó como funcionalista y, por otro lado, la lectura discursiva por medio de su historia se representó con formas abstractas colonizadoras que fueron absorbidas social y hegemónicamente.
En aspectos visuales, las inscripciones fueron figurativas, alusivas, metafóricas, con acabados esculpidos, como representaciones del lenguaje y de la época con conceptos escritos que orientaron su usabilidad de identificación; fueron expresiones de mayor o menor grado de profundidad con un fuerte sesgo material descripto en sus estructuras instituidas en espacios inscripcionales. Estos aspectos de identidad visual se basaron parcialmente en el alfabeto latino y en figuras abstraídas del contexto histórico de inicios del siglo XX con los principios del diseño moderno. Greenhalgh (1990), en su libro Modernism and Design, sostuvo la existencia de etapas históricas principales entre los años 1914-1929 y 1930. Al respecto, indicó que “la primera etapa consistió en un conjunto de ideas con una visión de la capacidad del entorno diseñado para transformar la percepción humana y mejorar las condiciones materiales […] la segunda etapa fue menos una idea que un estilo” (p. 195). De modo que los años treinta son considerados como la etapa de difusión internacional del objeto del movimiento moderno, la simple estética de la máquina que se introdujo en ambientes y espacios de todo el mundo.
Los ejes de discusión sobre la materialidad de esos objetos culturales constituyen un terreno de disputa simbólica y orden epistemológico en la medida en que se pone en crisis el conjunto de criterios de validación de ciertos contenidos, las formas de producción y el uso de la información. Las inscripciones como parte de la arquigrafía hegemónica sociovisual sirven como dispositivo espectatorial y como objeto organizador de conocimiento entre la comunicación gráfica y la arquitectura. En ese contexto hipercultural, las aproximaciones de lenguaje y escritura como registros del pasado determinaron formas de control (élite burguesa, distinción, entre otras) y modificaron los sistemas de registro visual, lo que claramente no fue así en todas las ciudades de México.
Sin embargo, la documentación arquigráfica visual de las 49 inscripciones (como se ejemplifica en la figura 1) permitió leer la historia de una sociedad con el hecho subyacente de que no todas las sociedades asumen lo gráfico-escrito como propio y existen objetos inscriptos exógenos a la sociedad, de manera complementaria y utilitaria. En la ciudad de Tampico, la arquigrafía histórica mantuvo un repertorio de géneros gráfico-escritos con genética propia. Por ejemplo, no son evidentes aquellos para usos privados y algunos géneros están ligados mínima o nulamente con la cultura local. Es decir, existe diversidad gráfico-escrita que hace posible el pensamiento utilitario que funcionó en relación con la complementación materializada-construida de la tradición oral, al tiempo que hay, además, otros elementos que identifican su potencia y caudal escrito en su comunicación y lenguaje (idioma).
De modo que es posible la lectura discursiva entre el modelo de escritura gráfico con identificación y sistemas de notación de forma previa al contacto, con la descripción y el matiz en la existencia de registros previos a este estudio con concentración mayormente de atención filológica (Laube y Widrig, 2016).
Las inscripciones históricas en las fachadas consideradas funcionalistas son parte de un discurso vanguardista retórico-visual utilizado en la arquitectura. Más tarde fue reconocido como identidad visual entretejida en el idealismo social y político de la época de principios del siglo XX. Es así como la cultura material entorno a la actividad política de propaganda mantuvo el poder transformativamente ideológico ante el imaginario de modernidad. La función comunicacional de los modelos escritos contiene fuerza de composición tipográfica (mediante el uso de forma, tamaño, proporción y composición) articulada y construida.
Respecto a esa articulación del diseño de las inscripciones históricas como arquigrafía en la arquitectura sobresalen aspectos de la burguesía o clase dominante a manera de influyentismo mimético en la adopción de inscripciones en viviendas multifamiliares o de clase obrera bajo un imaginario de progreso social y modernización. La arquigrafía presenta características estéticas simplificadas, geométricas y propias del funcionalismo, como la cohesión, el abstraccionismo y la relación entre lo individual y lo universal con hiperculturalidad de objetos modelo.
El idealismo social y el compromiso con la materialidad en el pensamiento de diseñadores caracteriza una faceta del movimiento moderno en el que existió interés por el acercamiento de orientación espiritual a la cultura material, lo cual se expresa en obras como las de Wassily Kandinsky y Johannes Itten (profesores en la Bauhaus). En ese sentido, arquitectos y diseñadores comprendieron la potencialidad entre la vinculación de la cultura material, el diseño moderno y la reforma social democrática en el período de entreguerras, aun cuando industrialmente las artes decorativas no abandonaron su vínculo con el lujo (precisamente la vivienda multifamiliar con inscripciones). El florecimiento del movimiento moderno se hizo visible hasta el año 1930 con la estética funcionalista alemana, en la que lo funcional se relacionó con la belleza estética, por ejemplo, y formó parte del imaginario social.
La estética se consideró en la planeación funcional y estructural a través de elementos como el lenguaje escrito, las formas simplificadas y metafóricas, y los materiales de construcción de las inscripciones históricas gráfico-identificativas. Algunos de estos últimos fueron piedra, metal, madera, arcilla, hormigón, plástico, arena de cuarzo como material de voladura y capas de yeso endurecidas. Estas últimas, por ejemplo, con aplicación técnica de señalización antigua con acabado tallado en piedra (relieves en negativo o positivo), principalmente con hendiduras en forma de cuña hechas con cincel, ya sean pintadas o no (véase tabla 1).
Materiales modularmente unibles | Procedencia |
Fuente: Elaboración basada en Mónica Silva, 2011 y Raúl Sinencio, 2021.
El funcionalismo en cierta forma consideró la universalidad, probablemente bajo el velo hegemónico sociovisual pluricultural en los modelos escritos que identificaron las fachadas. Eso derivó en una genealogía con la estandarización edificada de élite y la vivienda popular, con expresividad y representatividad social material.
La influencia modernizadora era múltiple. Francesa, sí, pero también británica, alemana y estadounidense, para que hubiera en México edificación moderna antes que se produjeran las manifestaciones plásticas contemporáneas a las europeas de los años veinte y, por tanto, asociadas a la arquitectura posrevolucionaria. (Silva, 2011, p. 182)
Durante la época porfiriana, en Tampico, se presentaron tendencias de moda en la arquitectura con arquigrafía que defineron la potencialidad del capitalismo (Sinencio, 2021). Por medio de transporte marítimo y ferroviario se introdujeron mercancías con cargamento de materiales, como estructuras de metal, que posterioremente se industrializaron y fabricaron localmente. En esta tarea fue precursora la Compañía Manufacturera de Ladrillos de Monterrey. A decir de Sinencio (2021):
Con audaces diseños y líneas sencillas, en tramos del siglo XX el funcionalismo recurre al ladrillo. Bloques de cemento lo suceden en tenaz lucha por abatir costos, tratándose sobre todo de viviendas populares autoconstruidas 7 de cada 10. Estas últimas desde la desigualdad social matizan las urbes de hoy en su esplendor. Barro y piedra reafirman entretanto ancestral presencia. (p. 3)
Los materiales de las estructuras inscripcionales como parte de la arquigrafía histórica tampiqueña también se basaron en ladrillo de arcilla o barro cocido, fabricados por estadounidenses en la ladrillera de Tampico. Esos combinados con plomo y otros materiales antes mencionados formaron parte de las estructuras escultóricas con estilos propios e importados.
La arquigrafía histórica conservada en las inscripciones de las fachadas como patrimonio cultural experimentó la superficialidad de tendencias arquitectónicas (constructivismo, de stijl, futurismo, entre otras) con estilos utópicos de letras estructurados y adaptados a pequeños espacios que se ubicaban en la parte principal de los edificios, y posteriormente se transformaron en su función mediática arquitectónica por la profesionalización de las artes gráficas. Estos estilos fueron sistemáticos al incluir características de justificación (alineación, inclinación, ornamentación, entre otras) para la señalización o identificación de edificios.
Las letras se realizaron en el material del edificio como solución estructural (Tim Ronalds y Philip Cooper citados en Laube y Widrig, 2016). La usabilidad funcionalista por medio de la función a la forma, elementos o conjunto construido, se representó en la arquigrafía histórica que reveló una hegemonía sociovisual derivada de la hiperculturalidad con inferencias extranjeras estéticas a principios del siglo XX. Ese dominio sociovisual se logró por medio del apoyo de la estructura arquitectónica con frontispicio enmarcativo de carácter modular contenido en la estructura moderna e influyente para la época.
La manifestación inscripta como modelo es una conjugación del objetivo, y la interpretación contiene células rítmicas, vocabulario hegemónico, asociaciones, metáforas, fusión de estilos, los cuales se pueden categorizar como estructura, función temática, modelos de organización social, entre otros. Son diseños identificativos que cumplen un rol imperativo en la comunicación arquitectónica y definen un modelo estético de acompañamiento y reproducción de proyectos político-económicos.
De acuerdo con Leonor Arfuch y Verónica Devalle (2009), “el diseño puede leerse como práctica cultural significante que legitima acciones económicas y sociales, y aporta a la elaboración y reelaboración de discursos sociales” (pp. 4-19). Las inscripciones históricas están relacionadas con el estilo de vida de los sujetos sociales y su percepción de ordenador social con diversidad de interpretaciones. A decir de Arfuch (2016):
El diseño es una práctica significante compleja que impone un orden y deja marcas en todos los registros de la vida social: tanto en los espacios y superficies gráficas y audiovisuales, como en los hábitos y consumos de la vida cotidiana, en la configuración de identidades individuales y colectivas. (párr. 1)
Los elementos estéticos y funcionales del diseño constituyen un reto en aspectos hegemónicos culturales que influyen en el creador y sus determinaciones. Algunos posibilitan una conjunción funcionalista, como: 1) el espacio y el formato; 2) los acabados de construcción; 3) los materiales; y 4) la iluminación. El primero constituye un ejercicio para el diseño con el conocimiento del área donde se realizará el trabajo creativo; para la disposición con base en la cantidad de elementos y la distancia entre unos y otros, por ejemplo. En ese sentido, la tonalidad entre los elementos representados conduce a relaciones espaciales y focales de posible impacto funcional para el espectador. El segundo implica la planificación en los acabados o recubrimientos de construcción sobre los materiales base que funcionalmente otorgan estética visual-social, como son el barro, el cemento, el mármol, la piedra artificial, las pastas acrílicas, entre otros. El tercero incluye los materiales (naturales, artificiales, aglomerados, metálicos, orgánicos y plásticos) como parte de la utilidad que sigue a la función de los que derivan cualidades en la construcción y el ornamento. Finalmente, el cuarto define el impacto de luminosidad en los elementos; la volumetría, la textura y el contraste del color en el espacio, y contribuye a la ambientación espacial como recurso estético del diseñador para la interrelación de elementos en la construcción de la arquigrafía expuesta.
La arquigrafía como comunicación gráfica inscripcional es un medio de difusión ideológico que tiene una rapidez, un campo de acción y un impacto emocional mucho más vasto que la comunicación escrita, pero superficialmente y no en profundidad (Gramsci, 1970). Dentro de esos canales ideológicos se controla la lucha entre los estratos sociales y visuales, así como la disposición de elementos gráfico-lingüísticos como parte necesaria en la arquitectura, la cual también se encuentra en estos canales -y, como parte de ésta, la arquigrafía, con la disposición de nombres, insignias e inscripciones históricas en la vía pública.
Existen diferentes objetivos en la integración de la arquigrafía histórica o grafía en la arquitectura de época para su identificación, así como diversas vías en su implementación. Lo popular siempre aparece reclamando cierta legitimidad y eso pasa también en el debate público con expresiones políticas (Keve, 2021). En diálogo con Carolina Keve, Pablo Alabarces se cuestiona la posibilidad de reformularse sin reproducir formas de dominación preexistentes que, en este caso, se plantean en aspectos arquigráficos.
Metafóricamente, la arquigrafía histórica, por medio de comunicaciones inscriptas, consiste en capas sociales esculpidas en cada superficie arquitectónica con acumulaciones de recursos políticos (partidos, sindicatos, religión) hegemónicos con ideología progresista, como propuesta para lograr prolongar y concretizar una homogeneidad en el bloque ideológico, la producción y la economía en un período, como lo fue el de los años de 1914 a 1930. Sin embargo, también representa un modelo de conservación y orden establecido por la autonomía social, como es notorio en algunas casas habitación pequeñas e independientes. Sin duda, esos objetos son producto de la lucha constante entre la representación ideológica y la opinión pública, y coyunturalmente se presenta a través de la voluntad de la clase dominante y sus preferencias arquitectónicas.
Por lo tanto, la hegemonía sociovisual representada en la arquigrafía se lee discursivamente como la combinación entre la fuerza visual impuesta y el equilibrio de variabilidad en los objetos representados. La necesidad de distinción se observó en la duplicidad de formas que representaron el lenguaje y la cultura en la época funcionalista. La hegemonía sociovisual en la arquigrafía histórica es un valor agregado que trasciende todas las realizaciones de quien lo porta y lo inviste de personalidad como modelo de comunicación funcionalista (Costa, 1977). Además, también cumple con una función de imagen de ciudad en un proceso de reconversión económica (Chaves, 1998).
De acuerdo con Venturi (2011): “Los delicados jeroglíficos de audaz pilón, las inscripciones arquetípicas de un arquitrabe romano […] contienen mensajes que trascienden su contribución ornamental al espacio arquitectónico […] el símbolo domina el espacio. La arquitectura no basta” (pp. 34-35, 85). Según este autor, las formas escultóricas con posiciones específicas en un espacio dado contienen significados gráficos que identifican y unifican una megatextura; además de que establecen conexiones simbólicas con significados complejos asociativos, tal como aparece en la figura 2.
La identidad en las inscripciones históricas mantuvo su asociación con la usabilidad funcionalista en el marco conceptual, teórico y práctico, así como en la creación y aplicación de arquitectos, artistas y artesanos. De todo ello emergieron conceptos como modelo o sistema inscripto, escrito, expuesto, construido, como parte de la estructura arquitectónica y de la superestructura representada. La revisión sobre la hegemonía sociovisual funcionalista a partir de autores como Maldonado (1977) y Bourdieu (2012) advierte discursos imaginarios entorno al progreso con una lógica lineal y compleja en la producción arquigráfica.
Es así que las inscripciones, como objetos culturales de diseño hegemónicos sociovisuales y funcionales, cobran valor como objeto-signo. Baudrillard (1974) considera al objeto valor-signo como el elemento más importante en un conjunto para su identificación simbólica. En una aproximación discursiva, los objetos gráficos como modelos escritos fueron marcas, publicidades con protagonismo discursivo en constante circulación social, lo que definió un modelo estético acompañante y reproductor político-económico-social.
Por su parte, Devalle (2021) indica que “la disputa entre funcionalismo y styling, entre diseño y moda, son algunas de las tensiones que conforman el entramado complejo […] el discurso de alta complejidad que determina los aspectos conceptuales y objetuales fundantes del campo disciplinar” (pp. 17-38). El diseño puede leerse como una práctica cultural significante que legitima acciones económicas y sociales en los discursos sociales y conduce indisociablemente a prácticas y discursos inscriptos en una cultura. Es así como el diseño funcionalista se estableció como una opción de transformación tecnológica a principios del siglo XX. También se le reconoció como modernismo (en el caso estilístico) con la presencia del art nouveau que incluía patrones formales del período.
El funcionalismo como parte de un discurso propio vanguardista se convirtió en un recurso retórico-visual utilizado en la arquitectura (que aún no era considerado como diseño gráfico), el cual fue conocido más tarde como identidad visual. A principios del siglo XX, esa identidad visual no apuntaba propiamente hacia la comercialización, sino hacia la identificación, y a veces fungía como herramienta estética publicitaria. De acuerdo con Paula Socolovsky en el libro Pensar en Diseño (Devalle, 2021), el funcionalismo significó la construcción de sentidos, entrecruces simbólicos y retóricos en la producción arquigráfica, para el caso que nos atañe. En otras palabras, la usabilidad funcionalista en las inscripciones históricas permitió trabajar con imaginarios (modernismo, progreso, entre otros) para, con ello, construir identidades.
Con la inclusión arquigráfica de inscripciones históricas y la construcción de una identidad visual que apareció en muchas de las edificaciones de ese período, se produjo una suerte de estatus, distinción y hegemonía sociovisual. La arquigrafía propone una imagen externa y subjetiva que representa valores con temáticas distintas. Esos discursos gráfico-visuales contribuyeron a la construcción de mitos sociales y culturales. Por ejemplo, el uso de un modelo con símbolo gráfico y año o nombre se reconoció para la transmisión de un mensaje con claridad y consistencia, fundado en los códigos de experiencia adquirida como significado.
Existió el predominio de la letra con caja alta en bloque monolítico con símbolos que invitan al acercamiento romántico con fechas, gráficos del mar y ornamentos figurativos, iconografías o textos verbales, así como con una sugerencia abstracta de modernismo y con metáforas de forma-función, tal como se presenta en la figura 3. Algunos aspectos predominantes en la observación analítica simbólica-tipográfica-colorimétrica de los objetos arquigráficos fueron los siguientes:
En el análisis simbólico se generaliza la alusión a formas hegemónicas importadas, ornamentales, en relación con la naturaleza, que dejan en entredicho la diversidad cultural, pues no esconden su origen e imponen su identidad hegemónica sociovisual. Los conjuntos presentan rigidez, pero también movimiento con inclinaciones pronunciadas.
En el análisis tipográfico predominan letras de tipo humanista sans serif, grotescas y neogrotescas, algunas con modulación en sus trazos, así como con inclinación de la variable itálica que se vincula al progreso, a la transformación y al modernismo, mientras que otras estructuralmente estáticas y simétricas se relacionan con el orden establecido.
En el análisis de color, aunque es complejo considerarlo, existió el predominio por el color de los materiales usados en la construcción: el color rojo, colorado o chedron, por ejemplo.
De acuerdo con De Ponti (2012), el análisis diacrónico (pensado en distintas etapas) puede distinguir momentos de la construcción de la identidad visual a través de sus objetos materiales y su lenguaje gráfico. Con un corpus de objetos culturales de diseño histórico inscripcional como parte de la arquigrafía de 1914 a 1930, el análisis cubre la evolución del funcionalismo estético arquitectónico y la época porfiriana, cuando se vivió en México un momento de cambios políticos, económicos y sociales relacionados con la circulación de mercancías, la explotación del petróleo y el arribo de extranjeros al puerto de Tampico.
El lector tampiqueño compartió el imaginario de ciudad cosmopolita, industrializada, con bonanza económica. Ese discurso identitario contribuyó a la aceptación de la cultura extranjera (estadounidense, inglesa, francesa, española, alemana, holandesa, belga, entre otras), y la arquigrafía histórica permaneció como forma básica de comunicación establecida en la identidad de los sujetos sociales. Por otro lado, la imagen gráfica y visual, como suerte de lenguaje inscripto del estado a través de la comunicación ideológica y política, dio cuenta de la presencia de éste como proveedor de los servicios públicos.
En ambos casos, la arquigrafía se esparció por el paisaje urbano de la ciudad a través del tiempo, como efecto de acumulación y transformación, generando una dimensión interdiscursiva con diálogo sociopolítico (Verón, 2004). De ahí lo que se denomina contrato de lectura, es decir, el registro de lenguaje visual de reconocimiento entre el soporte y el lector (Verón, 2011). En dicho contrato puede existir un distanciamiento representado por la falta de clasificación en el estilo de vida o de época.
En el análisis discursivo se consideran reglas de generación como gramáticas de producción y reglas de lectura como gramáticas de reconocimiento. Estas reglas se presentan como saber compartido entre el enunciador y el destinatario, así como en su relación. Las inscripciones históricas en la arquitectura aparecen en una época de reconversión estratégica que pretende dejar graficados los logros del estado. De manera que la normalización administrativa y la institucionalización judicial militar en México, con sus intereses políticos, marcaron el estilo de vida y de época en la sociedad de Tampico (a finales del siglo XIX y principios del siglo XX). A partir de ahí y hasta el año 1917 se vivió la revolución armada en el país y la promulgación de una nueva Constitución Política (etapa del constitucionalismo). Sin embargo, la adopción de la cultura francesa sobre la nacionalista (que comenzó durante la época porfiriana) quedó representada en los objetos de análisis.
La resonancia de comunicación en la arquigrafía histórica quedó así representada en el imaginario social, en algunas instituciones mitológico-políticas (Iglesia y Estado), entre otros, por réplica imitativa con sentimiento colectivo (de la época del imaginario de progreso en Tampico). Probablemente esto fue derivado de un ideario posrevolucionario estético-político como propuesta para mejorar la calidad de vida y la libertad social; en un proceso de significación y regulación del capital simbólico con elementos de reconocimiento inscriptos arquitectónicamente para los sujetos sociales tampiqueños.
Método
De un universo de 104 objetos históricos inscriptos arquigráficamente en las inmediaciones del centro histórico de la ciudad de Tampico, se procedió al estudio reflexivo relacionado con la hegemonía sociovisual y el funcionalismo estético-social. Una vez hecha la revisión, se observaron características determinantes, como la circulación (significación-funcionalidad), los materiales (estructura) y la identidad cultural. Luego se seleccionaron aleatoriamente 49 objetos de distintos estilos, pero considerando que fueran construidos durante el período de funcionalismo bauhausiano de 1914 a 1930. Además, se reconstruyó la gramática de producción del discurso del objeto de estudio hegemónico-sociovisual y funcionalista para describir algunas retóricas en esos enunciados mediatizados.
A partir de la dimensión del poder (Verón, citado en Cátedra Carlón, 2021) se interpretaron la hegemonía sociovisual como colonización cultural (por medio de la exposición visual) y la usabilidad funcionalista como objetivación de la relación entre forma y función. Tomando en cuenta lo anterior se obtuvieron datos con fuentes primarias de tipo documental, principalmente libros en portugués e inglés (Architectural Lettering of the Design Build Academy; Artifact; Lettering on Buildings; Nineteenth Century Ornamented Types and Title on Type Worship: Inspirational Typography & Lettering) y medios digitales de la historia de Tampico, los cuales sirvieron como sustento para los análisis realizados. Se retomaron los rasgos temáticos en la vida social, cultural, política y mediática y se interpretaron con la construcción de vínculos enunciativos para la categorización y caracterización discursiva social.
Se reflexionó entonces sobre la hegemonía sociovisual como género que recupera elementos del funcionalismo social de 1914 a 1930 distanciados del paisaje local, cultural y funcional desde la perspectiva del reconocimiento visual por su alcance dimensional en su ubicación. Dicho concepto engloba una práctica discursiva social, cultural y disciplinar (arquitectura-diseño gráfico) que se nutre de una plataforma mediática espectatorial en la vía pública. De ahí parte el cuestionamiento que apuesta a la comprensión y al análisis del poder hegemónico sociovisual con influencialismo cultural bajo un paradigma funcionalista como distribución normalizada de poderío jerárquico, social y político.
Entonces, a partir de la perspectiva sociosemiótica, el uso de las inscripciones históricas en la arquigrafía como plataformas mediáticas productoras de sentido constituye un espacio de circulación del discurso y del cuerpo mediatizado (Verón, 2011). Asimismo, funge como una interfaz de sentido donde se producen y circulan complejos discursivos con entretejido de vínculos sociales y sensibilidades estético-políticas. Esos objetos, analizados e interpretados como plataformas mediatizadas, hacen que el sujeto social opere en su reconocimiento y su producción, es decir, son superficies de contacto visual y vinculación.
El análisis del discurso multimodal y el análisis ideológico asociado a dimensiones políticas, ideológicas, sociales, culturales y estéticas se profundizó en la muestra intencional constituida por la selección de los 49 objetos incripcionales arquigráficamente (Van Dijk, 2012). La interpretación y la reinterpretación de los resultados como formas simbólicas y significados sociales constituyeron la comprensión de ellos (Thompson, 2002).
La idea de hegemonía sociodiscursiva discutida, en tanto universo de discurso, configura una problemática de significado y un contexto ideológico que supone la visión del mundo y de la sociedad para la comprensión del efecto de sentido social (Karsz, 2000). La discusión analítica sobre el “qué” y el “por qué” de este tema se habla de manera contextual. Para Karsz (2000) se desfragmenta a partir de este concepto la realidad social, sus características y transformaciones, para objetivarla en beneficio de los discursos mediáticos (sociovisuales), donde la hegemonía sociovisual llega a formar parte de lo dialéctico en la normalidad con carácter estructural que está naturalizada ideológicamente. Las categorías de libertad, normalización, entretejido y emancipación aparecen como parte de los procesos de transformación hegemónica pluricultural que devela una condición imaginaria de tipo funcionalista.
Esa categorización surgió de la revisión documental histórica en repositorios de diferentes disciplinas -algunos de ellos contrastantes- que sacaron a la luz asociaciones de posición jerárquica e histórica, procedentes de fuentes visuales y no visuales, como reforzamiento contrastativo entre la hegemonía sociovisual representada y el funcionalismo en esos objetos, es decir, el contraste relativo entre los objetos de análisis y su funcionalidad (forma-función-circulación; función-circulación-forma).
Se construyeron categorías como materialidad estructural, identidad cultural funcionalista y significante social para analisis de las modalizaciones significantes sobre los objetos arquigráficos histórico-inscripcionales mediatizados en la vía pública. Los objetos de análisis (arquigráficos) se encarnan en la enunciación de su materialidad, al servicio de su identidad-función y con movimiento significativo con disputas significantes que surgen en función de efectos del discurso del poder en el marco de una matriz hegemónica cultural.
El enfoque múltiple del problema, según Sarlo, Schorske y Berman (citados en Liernur, 2010), admite la pluralidad y complejidad de un fenómeno para ser analizado, así como la profundidad de sentido de origen diverso (histórico, político, arquitectónico, filosófico, comunicacional, entre otros) para la construcción intelectual. Las formas de coincidencia entre la hegemonía sociovisual y el funcionalismo para expresión de ideas y espacios formaron parte de los principales procesos de transformación y/o modernización de la historia humana en el siglo XX.
A partir de esos cuestionamientos se precisó un contraste entre lo micro y lo macro de las plataformas mediatizadas en Tampico, el cual arrojó elementos externos de los propios discursos en tiempo y espacio.
Discusión-resultados
Se llevaron a cabo los análisis interpretativos en torno a la dimensión del poder manifestada en la hegemonía sociovisual. Se interpretó la exposición visual impuesta a través de los objetos con características estéticas importadas como producto de la colonización cultural, así como el funcionalismo como imaginario entre la forma y la función.
Los hallazgos correspondieron categóricamente a la circulación de usabilidad funcionalista en la estructura material y la hegemonía sociovisual de identidad analizadas de manera independiente a partir de la arquigrafía histórica. La categoría estructura material en la arquigrafía mantuvo una relación espacial con el sujeto social en la vía pública; los objetos estuvieron provistos de significados emotivos (poder, jerarquía, visibilidad, entre otros aspectos) y de referentes sociales. La usabilidad funcionalista de la arquigrafía fue determinante en la comunicación simbólica hegemónica sociovisual con jerarquías de poder y visibilidad instruccional social. Finalmente, la categoría de hegemonía sociovisual de identidad derivó de la identificación del objeto por medio de la circulación y el reconocimiento del sujeto social.
Los análisis se llevaron a cabo a partir de la observación con el fin de reconocer sistemáticamente los objetos por medio de muestras fotográficas y del registro de ubicación en la circulación de los objetos históricos correspondientes al período del funcionalismo bauhausiano (1914-1930). Ello condujo a una reflexión crítica sobre las consecuencias de su exposición y al reconocimiento funcionalista, narrativa a partir de la genealogía arquigráfica en el imaginario social (Ricoeur, 2020).
La hegemonía sociovisual identificada en esos objetos se presentó como mensajes que estuvieron acompañados de imaginarios simbólicos representados-acumulados. Las inscripciones histórico-arquigráficas fueron más vigorosas debido a su función evidente con dimensiones de amplitud espacial estructural en edificaciones con estéticas nouveausianas, decoloniales y deconianas con consideración funcionalista por la integración gráfica-arquitectónica. Esos objetos inscripcionales son los suficientemente frecuentes para conceder una conciliación de similitudes funcionalistas observadas por medio de su identidad, estructura y significado. La hegemonía extranjera sinuosa se representó estructuralmente por medio del colonialismo arquitectónico con funcionalismo significativo de poderío expuesto.
Los objetos inscripcionales en la arquigrafía se destacan por su visualidad, autenticidad e hiperculturalidad para la época y forman parte de un corpus de huellas historiográficas en el paisaje urbano que pertenecen a estilos particulares hegemónicos, los cuales fueron un medio de colonialismo extranjero (francés, holandés, inglés, entre los principales), como el estilo neoclásico o neostilo,1 el estilo art nouveau o modernismo de la época porfiriana,2 el estilo ecléctico3 y el funcionalismo estético,4 los cuales, por medio del materialismo dialéctico, contaron con estructuras majestuosas, dimensionales, apropiadas para la época del imaginario progresista. Así, se hallaron reservas de identidad extranjera de colonizadores, pero también raíces locales y un significado funcionalista de distinción; es decir, se conceptualizó como hegemónico sociovisual-funcionalista, fenómeno vinculado estructural e imaginariamente en su significación funcionalista, estructural y significacional con:
Funcionalidad comunicacional del objeto con la información difundida en su ubicación espectatorial como delimitación en la vía pública
Funcionalidad identificatoria del espacio construido para identificación del sujeto social como espacio de cierta altura
Funcionalidad memorable como indicador de tiempo
Estructuras con nombres
Estructuras con siglas
Estructuras con números
Estructuras con gráficos
Significado de distinción jerárquica como grupo social al que pertenece
Significado de poderío en relación con el tamaño. A mayor tamaño, más poder
Significado de origen o procedencia con nombres-idioma con adaptación al entorno
Significado fundacional o fecha de construcción
Núm. de objetos analizados | Materiales estructurales | Identidad funcionalista | Significante social |
---|---|---|---|
1 | Estructura con números (fecha) | Memorable como indicador de tiempo | Fundacional |
1 | Estructura con gráfico y números (fecha) | Identificatoria para organismo gremial | Distinción jerárquica para grupo gremial obrero |
1 | Estructura con nombre de abogado, escritor maestro y político mexicano | Identificatoria para institución académica | Distinción jerárquica como lugar de adoctrinamiento y normalización |
1 | Estructura con siglas en medallón | Comunicativa del objeto para ubicación espectatorial | Poderío social |
2 | Estructura con siglas y números (fecha) | Memorable como indicador de tiempo | Fundacional y de origen (inglés) |
1 | Estructura con siglas de la familia, año y medallón ornamentado | Funcionalidad identificatoria del sujeto social | Poderío social |
2 | Estructura con números (fecha) | Memorable como indicador de tiempo | Fundacional |
1 | Estructura con siglas y números (fecha) | Memorable como indicador de tiempo | Fundacional y de origen (iniciales en idioma inglés) |
2 | Estructura con siglas y números (fecha) | Memorable como indicador de tiempo | Fundacional y de origen (inglés) |
1 | Estructura con gráfico | Comunicativa del objeto para ubicación espectatorial | Poderío social |
3 | Estructura con nombre y números (fecha) | Memorable como indicador de tiempo | Fundacional y de origen (alemán y español) |
2 | Estructura con números (fecha) | Memorable como indicador de tiempo | Fundacional y poderío social |
1 | Estructura con números (fecha) | Memorable como indicador de tiempo | Fundacional |
1 | Estructura con nombre y números (fecha) | Comunicativa del objeto y memorable como indicador de tiempo | Fundacional y de origen (español) |
1 | Estructura con números (fecha) | Memorable como indicador de tiempo | Fundacional |
1 | Estructura con nombre y números (fecha) | Comunicativa del objeto y memorable como indicador de tiempo | Fundacional y de origen (español) |
2 | Estructura con números (fecha) | Memorable como indicador de tiempo | Fundacional |
1 | Estructura con siglas y números (fecha) | Comunicativa del objeto para ubicación espectatorial | Poderío social |
1 | Estructura con nombre y números (fecha) | Memorable como indicador de tiempo | Fundacional y de origen (español) |
1 | Estructura con siglas | Comunicacional del objeto para ubicación espectatorial | De origen (inglés) y poderío social |
1 | Estructura con nombre y números (fecha) | Memorable como indicador de tiempo | Fundacional, de origen y poderío social |
1 | Estructura con gráfico emblemático | Identificatoria para institución pública del estado | Distinción jerárquica que representa al estado y al poderío social |
1 | Estructura con nombre | Comunicacional del objeto para ubicación espectatorial | De origen (alemán) |
4 | Estructura con números (fecha) | Memorable como indicador de tiempo | Fundacional |
1 | Estructura con siglas y números (fecha) | Memorable como indicador de tiempo | Fundacional |
1 | Estructura con números (fecha) en medallón | Memorable como indicador de tiempo | Fundacional y poderío social |
1 | Estructura con nombre y números (fecha) | Identificatoria para institución que difunde noticias impresas | Distinción jerárquica de medio de difusión impreso y poderío social |
1 | Estructura con nombre de abogado, escritor, maestro y político mexicano | Identificatoria para institución académica | Distinción jerárquica como lugar de adoctrinamiento y normalización |
2 | Estructura con números (fecha) y gráfico | Memorable como indicador de tiempo | Fundacional |
1 | Estructura con nombre y números (fecha) | Memorable como indicador de tiempo | Fundacional y de origen |
1 | Estructura con nombre y números (fecha) | Identificatoria para club social recreativo | Distinción jerárquica, poderío social, fundacional y de origen |
1 | Estructura con siglas en medallón | Comunicativa del objeto para ubicación espectatorial | Distinción jerárquica |
1 | Estructura con números (fecha) | Memorable como indicador de tiempo | Fundacional |
1 | Estructura con números (fecha) en medallón | Memorable como indicador de tiempo | Fundacional |
2 | Estructura con año y medallón ornamentado | Memorable como indicador de tiempo | Fundacional |
1 | Estructura con nombre, año y gráfico | Identificatoria para organismo social | Distinción jerárquica para el trabajador sindicalizado |
1 | Estructura con año | Memorable como indicador de tiempo | Fundacional |
1 | Estructura con nombre y números (fecha) | Identificatoria para comercio joyero | Distinción jerárquica, fundacional y de origen (español) |
1 | Estructura con año | Memorable como indicador de tiempo | Fundacional |
49 | TOTAL DE CASOS DE ESTUDIO |
Fuente: Elaboración propia.
Estas categorías salieron deductivamente de los análisis interpretativos de los objetos arquigráficos leídos. Al comparar la muestra de 49 objetos se determinó el funcionalismo social, la estructuración materializada y la significación del espacio cultural de los objetos con adaptación contextual e identitaria (como distinción jerárquica, poderío social, fundacional y de origen pluricultural hegemónico sociovisual [culturas colonizadoras]). Así, el efecto de sentido de esos elementos en la imagen de la ciudad (Lynch, 2008) cumplió un rol determinante para que representaran poder (funcional, estructural y significativo), pues aunque actualmente podrían contar con cierta debilidad por su ubicación, al estar a una altura imperceptible para la vista del transeúnte contemporáneo, no ocurrió de la misma manera para el sujeto social de la época de principios de siglo XX, cuando las veredas eran más prominentes y amplias, y el paisaje no tenía saturación visual.
Por otro lado, se advierten diferencias entre los niveles de orientación de la arquigrafía en el frontispicio (espacio dsipuesto en la fachada para su ubicación) frontal, con sesgo lateral, esquinado o ángulo truncado. Para Lynch (2008) la posibilidad de su carácter espacial es proporcionado por su importancia funcional con rasgos característicos. Además, hay una relación entre la superposición de los elementos en el modelo de escritura y la morfología del conjunto arquitectónico, lo cual, sin embargo, no se aborda en este estudio que prioriza la hegemonía sociovisual funcionalista.
En ese sentido, socialmente las inscripciones histórico-arquigráficas significaron una guía orientadora para la historia de la ciudad, así como una distinción entre familias y una firma de creación del constructor, dotando de poder cultural a quien solicitó el diseño de la obra arquitectónica. Siendo el objetivo de este estudio la comprensión del dominio presentado bajo la idea de funcionalismo estético de principios del siglo XX, como nexo de correspondencia con la hegemonía sociovisual funcionalista que devela la función de la forma con el diseño como reforzamiento del significado, cabe resaltar los elementos discursivos que aparecieron de manera continua, práctica y emotiva (véase tabla 3):
Libertad discutida por medio de la ausencia en la estructura o interrelación entre las partes
Normalización o estructura posicional discutida con la relación entre las partes con una misma dirección
Entretejido o nudo considerado por la asociación entre una y otra parte
Emancipación u orientación con densidad relativa de una sobre la otra con saturación de detalles
Fuente: Elaboración propia.
Conclusiones
La lectura arrojó falta de continuidades persistentes entre los grupos; sin embargo, la existencia entre las partes de cada conjunto fue independiente. Por ejemplo, la relación entre la estructura posicional funcionalista y la normalización de dirección-circulación del objeto situado en la parte superior o punto focalizado coronario en la arquitectura muestran que cada uno contó con su morfología estructurada y diferenciada vinculada con hechos históricos.
Por otro lado, cada modelo de escritura presentó integración en el espacio arquitectónico construido y mediatizado de acuerdo con el contexto urbano y el estilo de vida de los sujetos sociales en ese lugar, como resultado de un enfoque proyectual funcionalista con características adaptativas a los contextos heterónomos hegemónicos sociovisuales.
Asimismo, se evidenció este fenómeno de origen discursivo diverso (económico-político, arquitectónico y comunicacional) en el proceso de materialidad gráfica, así como la idea de que la hegemonía sociovisual estuvo relacionada con el funcionalismo, pues “todo lo utilitario sostiene un orden social” (Luhmann, 2002, pp. 328-329). El reconocimiento de la diferencia entre hegemonía sociovisual y funcionalismo o la funcionalidad utilitaria de las cosas se mostró a través de los estilos de letras con motivos estratégicos político-económicos que les dieron forma y que, a su vez, fueron influenciados por el pensamiento de flujo y el cambio del imaginario de progreso con términos políticos representativos epocales de permanencia.
Las inscripciones histórico-arquigráficas legitimaron una lectura de comunicación, regulación y reconocimiento sociovisual hegemónico-funcionalista de poder como resultado de la disputa e interacción con discursos políticos, económicos y sociales. En los casos estudiados, la hegemonía sociovisual se valió de una retórica funcionalista para producir la idea de cambio, estabilidad, armonía visual, estética, calidad de vida, libertad, entre otros aspectos, bajo una idea posrevolucionaria constitucional.
El discurso se vio comprometido con la dimensión histórico-política vinculada con el Estado, la Revolución y la Constitución en México, y representado en un rol de circulación de significaciones representadas, pues el diseño es indisociable de la época, el conflicto y la inequidad que se produce en las sociedades (Arfuch y Devalle, 2009). Al ser así, el establecimiento metodológico, el análisis y la interpretación teórica inscripta en dimensiones sociales, económicas, políticas y culturales dan cuenta del significado político de usabilidad funcionalista en las inscripciones histórico-arquigráficas tampiqueñas.
La narración de la hegemonía sociovisual y el imaginario funcionalista en esos objetos con diversas modulaciones fue potencial para memorias tensionantes y registros de combinatorias en un sinfín reflexivo, donde aparecieron aspectos cualitativos ponderados con un anclaje en la búsqueda de identidad. La construcción intersubjetiva y el rol de la generación de 1914 a 1930 se dispuso como búsqueda de la comunidad a partir de las memorias de modelos escritos. Por lo tanto, la trama significante desde la narrativa ilustró la temporalidad de la vivencia con el desplazamiento de la mirada en el paisaje urbano tampiqueño y mexicano. La arquigrafía histórica fue un modo de construir subjetividades en el sujeto, pero también la fragmentación, el detalle, la continuidad, el martillo de lo cotidiano con el acontecimiento.