INTRODUCCIÓN
La temática de género y religión tiene relativamente poco tiempo de discutirse, sin embargo, existen trabajos que han recuperado dicha conjunción de tópicos sociales para el análisis de la realidad; un recuento de esta situación es el que realiza la socióloga Mónica Tarducci [2015] en su artículo Los estudios sobre la mujer y religión: una introducción, y en el que analiza los diversos aportes que han tenido los trabajos desde la postura feminista a esta relación tópica, la cual hay que recordar, es el origen de los análisis de género. La citada socióloga, informa las particularidades y beneficios que han traído las distintas perspectivas de abordaje del tema de la religión, cuyo propósito es darle sentido a la existencia y participación femenina en la construcción visible de la sociedad religiosa histórica.
Empero, es la obra de Sylvia Marcos [2008] Religión y género, donde se presenta, desde distintas perspectivas de análisis, el carácter de variable al género en el análisis de la religión para entender y analizar la realidad social. Otro buen ejemplo de esta propuesta es la obra Género y religión. Pluralismos y disidencias religiosas compilada por María Angélica Peñas Defagó y María Candelaria Sgró Ruata [2009], quienes, bajo la perspectiva similar de Sylvia Marcos, otorgan una obra con diversidad de artículos, abordados desde múltiples ángulos, que visualicen la religión y el género en la existencia de la realidad social.
Dada la existencia de este tipo de abordajes, en las siguientes líneas, se presenta una forma distinta de entender y practicar el análisis de género y religión. Se expone la relación existente entre la identidad masculina y femenina alrededor de una devoción católica, el culto a San Judas Tadeo en la ciudad de Lima, capital del Perú. Será la exposición de los elementos desmenuzados que conforman un grupo socio-religioso identificado como Apostolado Franciscano de los Caballeros de San Judas Tadeo, el cual funge como cofradía, similar a las existentes en la historia colonial del antiguo Virreinato del Perú.
El texto está dividido en cuatro partes. Para comenzar, se da un breve recorrido teórico sobre los conceptos de género y cofradía que se utilizarán a lo largo del texto, exponiendo una discusión sobre el porqué de un análisis de género desde la antropología, pero sin olvidar la perspectiva histórica que presenta el apartado religioso de la cofradía y su importancia en la vida peruana. Posteriormente se aborda la visión histórica, de manera breve, de la creación y formación de los tres grupos que conforman el Apostolado de San Judas Tadeo, dentro de los 75 años de existencia de la institución principal como creadora de la devoción institucional del santo. La tercera parte se dedica al análisis estructural de los subgrupos que conforman la institución religiosa y sus acciones en el ámbito devocional, tanto social como religioso. Se cierra la presentación del texto con una sección analítica y explicativa para entender cómo se observan las relaciones de género al interior del grupo, en tanto ejecutan sus actividades religiosas de devoción a su “viejito”, como llaman afectuosamente a San Judas Tadeo. Finalmente, se presentan las conclusiones del texto en donde se exponen los motivos del porqué se debe realizar un trabajo de género y religión desde la perspectiva de los actores-creyentes, en tanto su devoción y posición estructural institucionalizada.
PUNTOS DE PARTIDA
Dentro del amplio campo que es el tema de la religión como hecho social, conformado de incesantes interacciones humanas, se ha utilizado la veta del género para hacer algunos análisis al respecto. A decir de ello, la perspectiva de punto de partida es la presentada y producida por Sylvia Marcos, especialmente. Es sin duda, el libro que editó esta psicóloga y socióloga de las religiones, Religión y género de la Enciclopedia Iberoamericana de Religiones [2008], la obra tal vez más amplia que podemos encontrar respecto al tema, ya que abarca aspectos que van desde la hermenéutica bíblica feminista, pasando por la teología feminista, la participación de las mujeres en los protestantismos históricos y populares, hasta la propia concepción epistemológica de las religiones originarias latinoamericanas. Es decir, es una obra amplia sobre diversos aspectos que brinda un panorama de referencia para poder acercarnos a esta temática. Sin embargo, en la obra se distingue una tendencia a la perspectiva del feminismo y no tanto a una percepción analítica de género.
Si bien, debemos reconocer la importancia de la hipótesis propuesta por Sylvia Marcos, la cual indica que “en casi todos los universos religiosos, las mujeres han tenido un acceso limitado [si no, totalmente vetado], por su mera condición biológica de sexo, al estudio formal teológico, al sacerdocio ordenado, a la enseñanza autorizada de la tradición” [Marcos 2007: 36], en lo que concierne a la exposición siguiente no reside el análisis desde esta perspectiva. La participación femenina y masculina que analizamos, comprende un proceso de complemento en tanto se desarrollan actividades religiosas específicas, buscando una amplitud de la devoción religiosa a San Judas Tadeo, acercándonos analíticamente más a otra de las hipótesis propuestas por la misma autora, “no se trata de usar el género como un aditivo sino como una categoría crítica para el análisis” [Marcos 2007: 37].
La categoría de género que usaremos en este trabajo es, desde la postura de la antropología, cuya “definición de género o de perspectiva de género alude al orden simbólico con que una cultura dada elabora la diferencia sexual” [Lamas 2013: 332]. La perspectiva antropológica que se usa, basada especialmente en el trabajo de campo, está compuesta, precisamente, en la elaboración estructural y funcional de la división de las actividades sagradas que realizan cada uno de los géneros que participan en la devoción de un símbolo sagrado. Particularmente, se pretenden vislumbrar las actividades y participación de cada uno de los géneros al momento de realizar una de las actividades más importantes para una persona religiosa: el contacto y acercamiento con su figura sagrada.
Esta argumentación tendrá como sentido entonces, elaborar el análisis a partir de las acciones concretas que realiza el género femenino y el masculino como complementos dentro de una organización religiosa, es decir, el apostolado o cofradía. La participación de ambas visiones del mundo, desarrollan una conformación de complementariedad a partir de la participación femenina en dos de las tres secciones que conforman al Apostolado Franciscano de los Caballeros de San Judas Tadeo de Lima.
Por otro lado, es necesario introducir otro elemento a la discusión, que será continuamente usado y mencionado a lo largo de las siguientes líneas: la cofradía. Hay que recordar que, las cofradías fueron, partiendo de su historicidad, instituciones traídas desde el aparato cultural-religioso de España y que se insertaron pragmáticamente en la vida cotidiana de la sociedad colonial del continente americano, con el fin de establecer sistemáticamente una celebración devocional a una imagen religiosa en particular. Por ejemplo, una de estas cofradías que tuvo impacto fuerte en las dos capitales del mundo colonial, el Virreinato de la Nueva España y el Virreinato del Perú, fue la Cofradía de Aranzázu [Luque 1998].1
En muchas partes del propio continente, al paso de la caída del sistema político imperial español en el siglo XIX, un número considerable de esas instituciones religiosas, tomaron nuevos caminos de conformación, transformación2 o incluso extinción3, quedando solamente algunos esbozos de ese viejo pasado social y religioso que tuvieron.4 Es el caso de la sociedad peruana, la que ha mantenido una tradición constante de mantenimiento de este tipo de instituciones socio-religiosas a lo largo de su historia.
Las condiciones que han hecho de la sociedad peruana, las propicias al mantenimiento de este tipo de instituciones socio-religiosas, se entiende desde su construcción histórica-cultural. Será entonces que, para el antropólogo Manuel Marzal, entiende la existencia y participación de las cofradías en dicha cultura como un proceso que:
Permea todos los sectores sociales. algunos prefieren llamarlo catolicismo popular, por ser pobres la mayoría de sus adeptos. Su orientación básica es la devoción a los santos o imágenes. Esta devoción es una fe-confianza, una relación profunda y emotiva entre el devoto y el santo, por lo que aquel sabe que cuenta con este. El santo no es un modelo de vida… sino un intercesor ante Dios y un motivo, y así un mito… La devoción se expresa en las promesas, que el devoto ofrece al santo y que no siempre exigen el cumplimiento del pedido, y en las fiestas y peregrinaciones, que son también un acontecimiento social. El santo corresponde con milagros, ayudas que superan las posibilidades reales del devoto, de las que este hace una lectura religiosa y convierte en hierofanía [Marzal 2000: 31-32].
Serán estos dos elementos de referencia de donde partiremos para el análisis de la cofradía de San Judas Tadeo del siglo XXI en Lima, el cual es, al igual que en México el santo de las causas difíciles y desesperadas. Este santo es uno de los más socorridos por los mexicanos en la actualidad [Macías 2016],5 siendo igualmente el caso en la ciudad de Lima. Será en esta ciudad sudamericana donde se tiene la devoción a este santo a través de la cofradía, que, a diferencia de México, mantiene estas instituciones socioreligiosas para darle un curso diferente a la devoción no institucionalizada que hay en México, ya que es uno de los santos-símbolos que impactan entre los habitantes de Lima.
APOSTOLADO FRANCISCANO DE LOS CABALLEROS DE SAN JUDAS TADEO Y COFRADÍA FRANCISCANA DE DAMAS DE SAN JUDAS TADEO. ASPECTOS HISTÓRICOS
Al hablar de una institución religiosa como una cofradía, es inevitable pensar en las cuestiones históricas. En el caso peruano, tienen una participación en la construcción histórica propia de la nación, de una manera muy fuerte. La época colonial peruana, fue el momento en el que se arraigó fuertemente este tipo de instituciones religiosas en la sociedad, lo cual generó una continua creación de cofradías en poco tiempo, dado este fenómeno, el Rey Carlos III tuvo que mandar un Edicto Real para que se redujeran la cantidad de cofradías que existían en el siglo XVIII en Lima. Acatando y cumpliendo dicha Ordenanza Real, el virrey Manuel de Amat y Juniet (1761-1776), redujo la cantidad de cofradías de manera drástica, de 67 a 28, en 1763; esta acción provocó un grave desajuste económico y político al interior de la capital virreinal, aunque, por otro lado, sería un fenómeno constructivo en el aspecto sociocultural de la misma ciudad colonial, creándose fuertes lazos a estas instituciones por los creyentes [Rodríguez Toledo 2012: 7].
Este paso de conservación histórica de los aspectos institucionales de cofrades en el Perú, arrastraron su importancia, a tal grado que, en la actualidad, en el siglo XXI, se tiene el reconocimiento de 37 grupos socio-religiosos con este carácter institucional de cofradías [identificados con diversas acepciones: Archicofradía, Cofradía, Apostolado y Hermandades].6 Dentro de este universo actual de grupos socio-religiosos institucionalizados, es a destacar que la figura de San Judas Tadeo se encuentra como la segunda imagen religiosa con mayor cantidad de estos grupos, siendo tres organizaciones, superado solamente por la Virgen del Carmen. Sin embargo, hay que aclarar que, estos grupos no son los que tienen más tiempo de existencia, ese puesto lo tiene la imagen más importante para el mundo religioso católico peruano: El Señor de los Milagros, cuya cofradía cumplió en 2016 la histórica cifra de 350 años de existencia institucional.
Pero será uno de los mencionados tres grupos institucionales católicos referentes al santo-símbolo, San Judas Tadeo, identificado con el nombre Apostolado Franciscano de los Caballeros de San Judas Tadeo,7 al que focalizaremos la atención, dada su historia y composición particulares. Dicha organización católica, está compuesta de tres elementos o subgrupos sociales, los cuales intervienen en la devoción a este santo.
En su composición general, el sub-grupo más longevo es, el Apostolado Franciscano de Caballeros de San Judas Tadeo [AFCSJT], el cual aparece y se conforma el 28 de septiembre de 1941, mientras que la aparición del símil femenino, la Cofradía Franciscana de Damas de San Judas Tadeo [CFDSJT], apareció hasta 1976. Posteriormente se da la creación del tercer grupo que, en conjunto, conforman a toda la organización actual de los devotos de este santo-símbolo: las Sahumadoras de San Judas Tadeo de Lima [SSJTL],8 teniendo su origen institucional en 1993.
Es importante recordar que, durante el periodo colonial, la participación femenina en las organizaciones religiosas, dejaban de hacer ciertas actividades mundanas para participar en las actividades de la Iglesia o de una cofradía a la que pertenecieran. Desde este punto de vista, tal vez no sea difícil entender la presencia de las mujeres en las organizaciones religiosas, como lo expresa claramente el trabajo de Rafael Castañeda García [2012] Piedad y participación femenina en la cofradía de negros y mulatos de San Benito de Palermo en el Bajío novohispano, siglo XVIII. En su trabajo, el autor hace referencia a las actividades e incorporaciones que realizó un grupo de mujeres dentro de esa cofradía en el periodo colonial, siendo éste, uno de los momentos históricos con mayor cantidad de elementos organizativos de separación social a partir de la diferenciación sexual, generando una identidad genérica específica que designaba concretamente los roles masculinos y femeninos en la sociedad, aun más en el caso referente a las actividades religiosas.
Estos elementos de diferenciación sexual generaban la formación identitaria bajo el panorama colonial, establecían a la mujer como un miembro social que ocupaba principalmente el trabajo en el hogar, algunas ocasiones en torno a lo relacionado con el sector mercantil o en relación con las actividades que los hombres pudieran dejar. La alternativa a estas actividades era formar parte de conventos o como miembros de un grupo socioreligioso, como son las cofradías. De acuerdo con el historiador Castañeda García, la participación femenina en los grupos institucionales de la Iglesia, “la cofradía representó para la feminidad negra y mulata uno de los pocos espacios de sociabilidad institucional, de ejercicio de poder, que les permitió reconstruir nuevos vehículos de afinidad o de vecindad, participación en las actividades asistenciales, en los actos religiosos, y en las fiestas del santo patrón” [Castañeda García 2012: 2]. En este sentido, las mujeres, construyen sus propios espacios a través de los cuales se identifiquen sus participaciones sociales en los espacios públicos.
Por otro lado, durante el siglo XVIII, en un lugar tan conservador del territorio mexicano actual, la zona de El Bajío,9 el uso que las mujeres le daban a su participación en las cofradías no estuvo tan alejado al valor y funcionalidad que le dan las mujeres pertenecientes a los dos grupos que actualmente estamos destacando en la ciudad de Lima del siglo XXI. Es decir, en ambas latitudes la presencia femenina en esos grupos era similar, por tanto, su representación social.
El mito de fundación que se tiene respecto a la organización de AFCSJT, está basado en la promoción realizada por la propia Iglesia católica, a través de los frailes franciscanos, quienes tienen el control institucional del templo (hasta el día de hoy), donde mora la imagen sagrada de San Judas Tadeo. Esta orden religiosa impulsa a un conjunto de hombres a realizar la organización de un grupo religioso, similar a una cofradía, que tenga como objetivo la institucionalización de la devoción a su santo patrón. Este mito de origen, corroborado por el actual presidente del AFCSJT,10 el Sr. Gregorio Montesinos y el Asesor espiritual, fray Alfonso, a quienes se les entrevistó en octubre de 2016 y enero de 2017, respectivamente; indicaron la intención de los fundadores a que fuera una organización propiamente de hombres, de ahí el adjetivo, caballeros.
Este elemento masculino de la época estaba basado en el tipo de personas que comenzó a participar en la propia cofradía, es decir, los miembros eran trabajadores de transporte de carga que mantenían una identidad, para el momento de inicio, desarrollo y creación institucional del apostolado, bajo los parámetros de la sociedad identificada como machista o masculina. Al ser ellos, trabajadores, tenían el propósito de identificar la devoción de este santo como una figura masculina para los hombres, representativa para los trabajadores, el género definido como autor de las provisiones económicas para el hogar.
Sin embargo, con el paso del tiempo, la incorporación femenina a las procesiones, peregrinaciones, fiestas y actos litúrgicos que comenzaron a suscitarse en torno a San Judas Tadeo, llevó a los organizadores a tener en cuenta a las mujeres que participaban en las propias acciones devocionales. Por un lado, la participación de las esposas, madres o hijas de aquellos precursores de la devoción, a lo largo de los primeros 30 años del apostolado, se volvieron en un recurso de reproducción devocional. En otras palabras, tenían una doble función, la primera, la expresión devocional propia; la segunda, la reproducción social de esa devoción.
El 27 de agosto de 2016, realizando una entrevista a la madre de uno de los hermanos del apostolado que lo acompañaba en la peregrinación, me comentó lo siguiente: “…yo le decía a mi hijo que debía ser igual que su padre, miembro de los hermanos de nuestro viejito. Él nos ha dado mucho, pues, y él debe seguir con la tradición de pertenecer a la trece” [Sra. Lucía 2016]. En una de las entrevistas con el Sr. Saldaña, quien fungía como vicepresidente en dicho periodo, comentó que la aparición de la CFSJT estuvo propuesta en el momento en que se notó la presencia de las mujeres de una forma sistemática, por lo que ya no solamente eran familiares de los propios devotos, hermanos del apostolado, sino que, a medida que crecía la devoción del santo-símbolo, se formó un conjunto de mujeres participativas que buscaron obtener su reconocimiento social, para ser institucionalizadas al igual que en el caso masculino.
Sería entonces, en 1976, cuando finalmente se pudo formar claramente una cofradía de las mujeres devotas de San Judas Tadeo. Posteriormente a este hecho, a diferencia de lo que siempre había ocurrido, cada una de las 18 cuadrillas que forman el AFCSJT comenzaron a tener sus participantes femeninas homólogas. Aunque en la actualidad la presencia femenina en los casos de las cuadrillas no es numerosa, se reconoce que algunas de las 18 cuadrillas,11 pertenecientes al grupo, solamente las que tienen participación femenina en sus filas son:12 1ª, 2ª, 6ª, 9ª y 14ª. Pero este fenómeno se produjo posterior al reconocimiento de la cofradía femenina.
No sólo importa el reconocimiento de la participación femenina en este rubro de la devoción institucionalizada, sino que también se reconoce el adjetivo equivalente, que en el caso del apostolado. Es decir, mientras que en el caso masculino son Caballeros, en el caso femenino son Damas. Leído desde una equiparación sustancial de la sociedad, la participación femenina reconocida con el mismo título social, dama, es mantener un reconocimiento social de representación dentro de la jerarquía social que conlleva la demostración festiva de su devoción.
Si bien existe la participación de las mujeres en los grupos religiosos desde la época colonial, en el caso peruano, se dio como una respuesta a las feligresas y al apoyo que ellas ejercían para las diversas actividades que se llevan a cabo en favor de la devoción a su santo patrón, tanto para los casos históricos como para el contemporáneo.
CAMPOS DE ACCIÓN EN LAS ACTIVIDADES DEVOCIONALES DE CADA GÉNERO
Al interior de las sociedades, respecto de los roles de las mujeres y los hombres, siempre existirán actividades que necesitan de la participación mutua de ambos géneros, para completar una acción integral; como es el caso de las cofradías, dado que, uno de los elementos que provocó el reconocimiento de las mujeres al interior del apostolado, fue la visualización numérica, el acompañamiento y su deseo de integrarse en una organización reconocida institucionalmente por la Iglesia católica. Empero, dentro de sus actividades, no sólo es el acompañamiento a los familiares o al propio santo en las peregrinaciones que se realizan cada año en la festividad institucional del 28 de octubre, que es cuando se celebra al santo, sino que, además, tienen una serie de actividades que demuestran su compromiso al interior y exterior del grupo, así como la devoción ante su santo patrón.
Y es debido a que, dos terceras partes de los integrantes de la devoción institucional a San Judas Tadeo, en Lima, son grupos de mujeres, comenzaremos por ellas para identificar las características y su desempeño en las actividades propias del apostolado.
ACTIVIDADES SOCIO-RELIGIOSAS
A diferencia de las características principales que tenían las cofradías en la época colonial, donde su propósito era mayoritariamente religioso-contemplativo, con acción colateral social, en la actualidad, las cofradías en Lima, tienen un carácter mayoritariamente social. Se pueden entender como grupos sociales de carácter religioso. Estos últimos tienen un papel activo social permeado desde el cristal moral, ético y social de la religión católica; aunque no son los únicos grupos religiosos que actúan con estas características.
En el caso de las Damas y aquellas pertenecientes a las cuadrillas que cuentan con sector femenino, tienen igualmente una organización jerárquica bien definida. Esta distribución de jerarquía social les permite, también, indicar la posición social al interior del grupo superior. Para aquellas pertenecientes a las cuadrillas, que sí cuentan con sector femenino, las actividades principales de las mujeres se centran en tres, a la hora de hacer la peregrinación o procesiones, según sea el caso, como a continuación se describen:
Las mujeres son las encargadas de sostener el estandarte religioso principal, en el cual se indica el nombre del apostolado. Asimismo, mantienen una estructura de formación en la que, detrás del estandarte, se deben formar para hacer entrega, de forma discrecional, algunas estampas en las cuales se encuentra impresa la imagen de su santo patrón y la oración propia al mismo. Esta actividad está acompañada de una explicación, cuando así se requiera, de quién es el santo y cuál es su patronazgo a las personas que desconozcan al santo-símbolo.
Esta actividad exógena del apostolado implica un conocimiento directo del personaje histórico-religioso y su patronazgo socio-religioso. Así, la capataza indica la velocidad, ritmo y levantamiento del estandarte, coordinada por alguien del consejo directivo masculino, para poder llevar el orden y mostrar así quien es el grupo que está realizando la procesión o peregrinación. Detrás de este contingente que dirige la parte femenina de las cuadrillas, se encuentra también el estandarte propio de la CDSJT, con mujeres que, igualmente, mantienen un orden para llevar el ritmo de las dirigentes de ese momento.
La siguiente actividad que pueden realizar las damas de la cofradía en el aspecto mayoritariamente social, es la organización, en muchas ocasiones, de las celebraciones al interior del apostolado. También cuando se proponen como grupo socio-religioso, visitar asilos, hospitales, hospicios o escuelas, el grupo femenino funge como sector de vínculo. No con ello se quiere decir que este tipo de actividades las realicen exclusivamente las mujeres, en lo absoluto, pero sí les otorgan un papel más importante de coordinación en el momento de ejecutar las acciones.
En ese aspecto, podemos entender y visualizar aún las posiciones tradicionales de las mujeres de Lima, ya que todavía se mantiene una ideología conservadora del papel femenino en la sociedad. Las actividades sociales, las pueden ejecutar o coordinar mejor desde una visión femenina, en torno a este panorama. Cada uno de los grupos cumple con una participación específica que dota de un significado particular a su existencia y presencia en los momentos de visualización de dicha organización para aquellos que no pertenecen a la misma.
ACTIVIDADES RELIGIOSAS
Las actividades que realiza, el grupo en general como bloque institucional religioso, están basadas en las acciones que los hombres hacen. Es decir, la CDSJT y las mujeres que pertenecen a los sectores femeninos de las cuadrillas, están supeditadas a realizar alguna acción religiosa detrás de los hombres, al interior del orden y estructura que tiene el grupo; no así el tercer sector que conforma el AFCSJT, denominado, las sahumeras. Este grupo tiene un papel diferente en la devoción a su santo patrón.
Mientras las damas y aquellas mujeres que están en las filas de las cuadrillas masculinas se dedican a un asunto de acompañamiento del grupo masculino, o realizan solamente el papel de organizadoras de acciones sociales, serán las sahumeras quienes ostenten un elemento de poder distinto e importante para la celebración de la devoción.
Ellas cuentan con un instrumento, el sahumerio con incienso, el cual utilizan para ejecutar esta actividad netamente religiosa. Ellas, al igual que los otros dos grupos de devotos institucionales, tienen una formación y organización muy estricta en su interior. De tal manera que, en cada momento que realizan las procesiones, peregrinaciones o la misa dominical de difusión de la fe, la cual se realiza a las 10 am y a las 8:00 pm de cada día de celebración, utilizan como instrumento el sahumerio con incienso, para aromatizar y sacralizar los espacios por los que van transitando tanto los hermanos como el propio santo.
Es entonces en el momento de las expresiones públicas donde se puede observar claramente su participación en la devoción institucional. El primer aspecto por destacar es la posición organizativa en la que están ellas. Detrás del estandarte general y del perteneciente a las Damas, es donde se ubican las sahumeras. Pero ellas serán las únicas, que podrán caminar de espaldas al camino y de frente al santo. Dicha acción tiene dos significados muy importantes dentro del mundo religioso de este grupo. De acuerdo con lo expresado por algunas de las participantes pertenecientes a las sahumeras, deben realizar esta acción de caminar de espaldas y frente al santo por el motivo de respeto ante su imagen sagrada, además de actuar como agentes liminales. También representa el constante contacto de piedad que tiene el santo ante sus feligreses, por lo que siempre se le debe mirar con respeto, de frente y nunca de espaldas.
Además de este primer significado, existe uno místico, más profundo, se vuelven agentes liminales, ya que deben de ir dando la espalda a lo “profano”, mientras ellas miran a lo “sacro”, a su imagen, con lo que se convierten ellas mismas en las capacitadas de la transformación del espacio mediante su acción. También, el incienso que se desprende del sahumerio en sus manos provoca el efecto sacralizador del espacio al cual el santo va a entrar y tener contacto. De esta manera, las mujeres son las facultadas para coordinar la transformación de la naturaleza del espacio por donde la imagen sagrada tiene contacto con la naturaleza no sagrada. Se vuelven las ejecutoras de la acción mediadora entre lo sagrado y lo no sagrado, consiguiendo un papel sacralizador que conlleva un rol realizado por las mujeres y no por hombres. En este caso, se puede indicar que este proceso es probablemente una visibilización tradicional del papel social femenino, sin embargo, si lo analizamos como una acción realizada por sujetos activos y no pasivos, el rol social es participativo y no impositivo, con todo y que pertenece al sistema cultural católico.
En el mes de noviembre de 2016 cuando realizaron las procesiones referentes a la fiesta patronal, tuve la oportunidad de entrevistar a un feligrés que no pertenecía al AFCSJT, pero que es devoto de San Judas Tadeo. El Sr. Iván me comentó lo siguiente al referirse a las sahumeras, “…ellas no sólo dan al viejo el respeto que se merece, por eso van caminando de espaldas, como lo hacemos algunos de nosotros, sino también, mira, hacen que nuestro viejo camine en las nubes” [Sr. Iván 2016]. Este efecto visual que produce el incienso en el ambiente abierto provoca que algunos de los devotos le designen un significado superior de sacralidad al elevar al cielo a su santo, pero aquí en la tierra. Estas son construcciones propias de los creyentes, que son tanto consumidores como reproductores de la devoción.
Podemos entonces inferir que, las actividades realizadas por los dos grupos femeninos tienen un carácter de importancia para el funcionamiento de la devoción institucional en el ámbito religioso, tanto al interior como al exterior de éste. También, su participación, a pesar de no ser tan numerosa como representantes masculinos y en todas las cuadrillas, aquellos subgrupos que sí cuentan con su símil femenino, tienen un rol importante en las acciones que les correspondan como cuadrilla al momento de la devoción pública.
ACTIVIDADES MASCULINAS
En el ámbito masculino, tenemos a los actores religiosos, los hermanos, quienes tienen una identidad y participación religiosa diferente a su contraparte femenina, en el caso de las cuadrillas, y aún más frente a las sahumadoras. Fueron los hombres, quienes construyeron la base fundamental de la devoción, como institución religiosa de laicos.
Como lo pudimos advertir, la organización de las diversas cuadrillas que conforman este grupo institucional católico se desarrolló con el fin de rendirle una veneración/culto a San Judas Tadeo por parte de hombres, de los camioneros que se encontraban en los alrededores de la Iglesia de San Francisco el Grande en el centro de Lima.
La actividad de cargar, transportar y llevar la imagen sagrada del santo es la que desempeñan los hermanos pertenecientes al apostolado. Cargar en hombros la imagen de su santo patrón, los enviste de un carácter diferente en comparación con las actividades que hacen las mujeres, en este caso: cargar la imagen y llevarla a pie por el espacio público. Dicho acto de cargar al santo les proporciona, asimismo, la categoría de cargadores, de ser los encargados de trasladar en su recorrido procesional o peregrinaje al santo, y de transformarse en las piernas de una imagen inamovible.
Con ello, destacamos el primer elemento de la actividad religiosa, ser el mecanismo de traslado de la imagen para acercarse a los devotos en sus hogares o el espacio público por el que transita. La otra parte de la actividad masculina se centra en la capacidad física del hombre para que, mediante un grupo de 32 sujetos que, ordenados en las seis vigas que forman parte del anda del santo, carguen sobre sus cuerpos la imagen para transitar las calles al compás de un ritmo sacro. De acuerdo con los propios hermanos, el peso de la imagen en su anda de plata llega a casi la tonelada. Será entonces, una actividad física, la que desempeña el cuerpo masculino para soportar el peso entre todos los miembros.
Participando de ellos, se realiza una rotación constante en un tramo de espacio público correspondiente a cada una de las cuadrillas, las cuales, a su vez, rotan al momento de adentrarse en el recorrido que realizan; este acto conlleva un esfuerzo físico, el cual será significado por ellos como el mecanismo de agradecerle a su santo patrón por todos y cada uno de los favores que les otorga al protegerlos bajo su capacidad sagrada de transformación de la realidad. De tal manera que, la actividad física por parte de los hombres pertenecientes a este apostolado será la máxima referencia de conexión religiosa con su ser sagrado, además, también cuentan con la conformación de la distribución y ejecución del poder político del mismo apostolado.
Probablemente sea en la actividad organizativa y ejecutiva del poder político de las actividades que se realizan por parte de los diversos miembros del grupo del apostolado, la que mayor ostenta la visión menos religiosa, pero sí, la más política de las actividades en torno a la devoción a San Judas Tadeo, en Lima. Estrictamente me refiero a las posiciones jerárquicas y de decisión, de lo que al interior del grupo se conoce como la junta directiva (miembros de las distintas cuadrillas que ostentan un puesto de poder y comando del grupo sobre los demás), compuesta exclusivamente por hombres. Es cierto, como lo mencionamos anteriormente, que, no sólo el apostolado, en su estructura extensa, lo componen hombres, sino también mujeres, empero, será la cabeza directiva quien tome las decisiones al interior y exterior de dicha institución laica-religiosa en general, aunque hay que indicar la autonomía de decisiones al interior de las estructuras femeninas, exceptuando a las mujeres pertenecientes al sector femenino de las cuadrillas del apostolado.
Dicha conformación de la jerarquía masculina es sostenida a través del génesis histórico del apostolado, aunque como tal, esto no explica un fundamento social o religioso para evitar la participación de actores femeninos en la toma de decisiones finales. Es cierto que reconocen la propia estructura al interior de los diversos grupos femeninos, sin embargo, no las incorporan dentro de la jerarquía general. Como ejemplo de este fenómeno, tenemos las juntas de capataces que mensualmente realiza el apostolado. En ellas, se da un informe general de cómo se encuentran cada uno de los subgrupos en diversos rubros: economía, miembros, afiliación, nuevos miembros, actividades que cada cuadrilla realice a nombre del propio apostolado, entre otras. Será en dichas actividades, de acuerdo con lo expresado por el capataz de la cuadrilla 14, el Sr. Max Garland, quien, en entrevista del 27 de agosto de 2016, comentó lo siguiente:
En cada junta de capataces, es como cuando debemos presentar todos los avances que como cuadrilla tenemos… es una especie de informe… y a partir de eso, los miembros de la junta directiva nos dicen cuáles son las acciones que se deben de emprender… como lo de la fiesta que se viene ahora para nuestro viejo… ya después cada uno, así como yo, pues le informamos a los hermanos y hermanas que se debe de hacer. Yo me pongo de acuerdo con la hermana para que vea como también ella organiza a las hermanas… o la nuestra nueva integrante, aunque aún está en proceso pues ya debe de integrarse a las actividades, como ésta aquí en el hospital… [Sr. Garland 2016].
La propia postura de los miembros que tienen una jerarquía al interior del apostolado mantiene y reproduce la separación de actividades a partir de la toma de decisiones que ejecuta la junta directiva y se transforman, incluso los mismos miembros de las cuadrillas, en receptores de toma de decisiones en cuanto a la devoción. Otro ejemplo claro que tuve la oportunidad de recuperar en cuanto a este fenómeno de jerarquía en tanto organización y devoción de la institución fue, que al intentar hablar con una integrante de la cuadrilla seis en la procesión, llevada a cabo el 30 de octubre de 2016 en el Rimac,13 no me permitió conversar ni tener una entrevista con ella, ya que automáticamente me dirigió para hablar con el capataz de su cuadrilla o los miembros de la junta directiva, puesto que ella no podía dar información, con todo que ya la misma junta había advertido a todos los miembros de mi presencia como investigador del fenómeno devocional.
Al conversar con el esposo de la misma integrante del apostolado, nos comentó la inviabilidad de entrevistar a la mujer, pues a pesar de ser miembro de su cuadrilla desde hace más de 30 años, tienen en la mayoría de los casos, la postura de no poder compartir las actividades o información, no por falta de interés, sino porque desconocen la mayoría de los propósitos generales de la institución y solamente son devotos participantes de la organización, sin un mayor papel más que como actores, incluso al interior del sub-grupo, la cuadrilla, a la que pertenecen [Sr. Cristóbal 2016].
LA COMUNIÓN EN LA DEVOCIÓN
En las líneas anteriores, se han descrito y analizado las diferencias al interior de la cofradía de San Judas Tadeo del siglo XXI. Las actividades, que hasta el momento he diferenciado a partir del género que las ejecuta, permite vislumbrar el elemento que destacamos desde la perspectiva antropológica del análisis de género: la significación de las actividades a partir de la cultura propia, la visión emic.
Dicho de otra manera, a partir de la descripción de las tres principales actividades que se llevan a cabo en la devoción pública a San Judas Tadeo en la ciudad de Lima por parte del AFCSJT, la CDSJT y las SSJT, se identifica una necesaria integración de los tres grupos para la realización de las peregrinaciones, procesiones e incluso la llamada Difusión de la fe que se realiza en las misas dominicales semanalmente. De ello, nos permite enfatizar que, la participación femenina en la organización institucional devocional se ha consolidado en tanto la importancia de las actividades que han desarrollado a lo largo del tiempo, desde que se institucionalizó el propio apostolado.
Será a partir de la necesidad de las sahumeras que conviertan el espacio profano, público, por el que se desplaza la imagen sagrada de su santo patrono, cuando su presencia tenga un valor y peso específico en la actividad general, mientras la actividad del desplazamiento del santo es realizada por un número de hermanos en los que no sólo se reconoce su capacidad física, sino la cercanía que pueden tener ellos con el santo a partir de su identidad masculina. Será pues, por el contrario que, ningún individuo con identidad masculina pueda desempeñar la función de sacralizador del espacio por el que transita San Judas Tadeo. Para ello, la identidad femenina es necesaria, a pesar de que también es el grupo con menor tiempo de creación y adhesión al grupo general del apostolado.
Se puede advertir entonces la participación femenina como uno de los elementos con mayor número de participantes en la organización, no en números absolutos, pero sí en números relativos cuando el evento de peregrinación o procesión se hace. Ya que además de sus actividades, como se ha mencionado, involucran una función social con mayor profundidad en comparación con la masculina. En más de una ocasión pude advertir que las hermanas, ya fueran sahumeras, damas de la cofradía o miembros femeninos de la cuadrilla, eran más puntuales y generalmente acudían todas a la cita de la actividad prevista, ya sea que se tratara de una peregrinación o de una actividad de apoyo, como fue la Marcha por la Paz en la que participó el apostolado.14
Asimismo, otro de los elementos que conlleva la división clara, a partir del género, es al momento de la convivencia al interior de la organización, así como la ejecución de actividades que se realizan en nombre del apostolado. Serán los hombres quienes, al ejecutar la actividad física socorrida para el traslado de la imagen sagrada, más allá de que en cada una de las cuadrillas con participación femenina las integran al grupo, cuando se trata de la integración general de la CDSJT y de las SSJT, no existe un mecanismo que involucre a todos los sectores, manteniéndose así, la base estructural de la institución desde sus inicios.
A partir de ello, lo que sí se mantiene dentro de la actividad de comunidad es la ejecución de las actividades como unidad conjunta, sin pensar en cada uno de los grupos como miembro separado e independiente; por el contrario, serán las actividades masculinas, la dirección general de la institución religiosa y la manifestación de fuerza física, al igual que el acompañamiento y la sacralización del espacio por parte de las devotas quienes formarán la comunidad de devoción más grande y organizada de la ciudad y del país sudamericano, así como de toda Latinoamérica, y quienes actuarán conjuntamente para manifestar su devoción a San Judas Tadeo. Sin duda alguna, pensar en que, las actividades religiosas que se realizan por parte del sector femenino, como las acciones sociales de organización laica-religiosa, están definidas por la capacidad de alcance de la identidad femenina devocional y no de las facultades identitarias a partir del rol social que juegan quienes producen y difunden la propia devoción en su conjunto.
Cada una de las actividades que se realizan a nombre del apostolado, ya sean de carácter estrictamente social (asistencia social, visitas a hospitales, entregas de alimentos a desamparados, entre otras actividades) o en lo referente a las actividades religiosas (misas, peregrinaciones, procesiones, marchas religiosas, etcétera), tendrán un carácter de complementariedad entre los distintos grupos identitarios masculinos y femeninos. De igual manera, demuestran una interacción y necesidad, actual, de que todas las ramas del apostolado participen en la devoción institucionalizada de San Judas Tadeo.
A MODO DE CONCLUSIÓN
Para identificar las relaciones que se tienen entre los géneros en una cofradía del siglo XXI en Lima, es necesario abrir la mirada para identificar la participación de las personas que se acercan para formar parte de los integrantes de una cofradía, ya que tendrán un tipo de interacción con el otro género que no tiene fundamentos con la construcción tradicional de la identidad genérica, ya que se busca la acción social como unidad, partiendo del papel que cada uno de los géneros tiene como mecanismo para demostrar su devoción a San Judas Tadeo.
Para soportar esta conclusión, en la primera parte, se presentó un panorama general desde el cual abordaríamos descriptiva y teóricamente en este ensayo. No fue un intento por destacar y analizar la perspectiva de desigualdad al momento de la creación, formación y reproducción de la identidad genérica per se, a través de los tabúes, como lo desarrolla la antropóloga social Carmen Castilla [2009]. Por el contrario, el propósito fue buscar una mirada de construcción simbólica a partir del propio contexto cultural del grupo social que se está analizando, es decir, seguimos la postura del antropólogo Manuel Delgado citado por Marta Lamas [2013], al advertir que el propósito es identificar el orden simbólico de las relaciones y configuraciones sociales entre los géneros en un ámbito específico, como es el caso de la religión y concretamente, en la devoción institucional a San Judas Tadeo en Lima.
En ese sentido, se revela el carácter sustancial de la convivencia y complementariedad de los tres grupos que conforman el AFCSJT de Lima, como un sistema continuo de construcción simbólica a partir de la necesidad de las actividades que ejecutan cada uno, en tanto se transforma la sociedad a lo largo de los 75 años que tiene la institución laica-religiosa. De esa manera, Bourdieu cobra sentido en tanto indica que:
[…] el trabajo de construcción simbólico no se reduce a una operación estrictamente performativa de motivación que orienta y estructura representaciones del cuerpo… se completa y se realiza en una transformación profunda y duradera de los cuerpos… en y a través de un trabajo de construcción práctico que impone una definición diferenciada de los usos legítimos del cuerpo, sexuales sobre todo, que tiende a excluir del universo de lo sensible y de lo factible todo lo que marca la pertenencia al otro sexo… para producir ese artefacto social llamado un hombre viril o una mujer femenina [Bourdieu 2013: 37].
Las diferenciaciones sexuales, que se ven representadas en la identidad genérica, le confiere una categoría de distinción a los integrantes del apostolado; sin embargo, no es, en sí mismo, por la construcción de la identidad desde la perspectiva religiosa, por el contrario, será la construcción histórica del propio grupo lo que le dará significado a la configuración de la participación de los géneros en los subgrupos, mediante la manifestación de su devoción. En consecuencia, las relaciones que se manifiestan en este grupo no pertenecen a la tensión por la ejecución del poder y las decisiones, de lo contrario, las ramas femeninas de las cuadrillas, así como la CDSJT y las SSJT, podrían haber constituido sus propios grupos laico-religiosos, sino que se trata de un conjunto de relaciones que encuentran su función social en tanto pertenecen y se complementan entre todos.
Se habló de la identificación de las cofradías en la historia como grupos de laicos que buscan la manifestación pública aprobada y, en muchos casos, dirigida por la asesoría espiritual y social de la institución católica. De tal forma que, la historia colonial con la que cuenta la ciudad de Lima da cabida para entender la organización religiosa de estos grupos como un elemento propio de la sociedad. Lo que trae como resultado, no sólo la formación de una cofradía en el siglo XX y su continuación en el XXI, de San Judas Tadeo, sino, además, la existencia de 37 grupos laico-religiosos que tienen la misma estructura de división sectorial genérico a partir de las actividades que desempeñan, en ambos casos, lo socio-religioso y lo estrictamente religioso. Entonces, la identidad genérica define las actividades, no las actividades son las que definen a los actores y por tanto su identidad genérica.
También se abordó la identificación de cada uno de los grupos que conforman la devoción institucional de San Judas Tadeo, de forma breve, la formación histórica de cada uno de ellos y cómo es su integración en las actividades que se realizan. Esta división muestra el nulo peso específico por ser de mayor cantidad en números relativos la presencia femenina, más bien, será el aparato histórico y la significación propia de la identidad masculina los que muestren los elementos de conformación y estabilidad a lo largo de los 75 años del apostolado.
De acuerdo con las diversas entrevistas que se pudieron tener con las dirigentes de los grupos de la CDSJT y las SSJT, ninguno de los sectores femeninos tiene un interés en sí mismo de comandar o participar en la toma de decisiones de las acciones que se realizan a nombre del apostolado. Por el contrario, ellas identifican sus aportaciones no en sentido de “igualdad” o “disputa por el poder” con los hombres, ya que tienen claro que fue a partir de un conjunto de identidades masculinas por las que se formó dicha devoción institucionalizada, empero, sí distinguen su participación como mecanismo de acción institucional y en relación directa con su santo patrón.
Puesto que el principio básico de la perspectiva antropológica emic es identificar y analizar la lógica interna de los grupos culturales, así como la perspectiva del creyente es entender el sistema religioso a partir de la cosmovisión interna de sus integrantes, en esta ocasión, no forma parte del análisis la tensión y desigualdad existente en un grupo social a partir de la identidad de género.
La construcción simbólica de su participación y configuración de su identidad al interior y exterior del apostolado está centrada en la relación directa con su santo, ya que cada uno tiene un papel importante en la propagación de la devoción. Mientras que el reconocimiento institucional les parece un paso importante para la comunidad femenina, indican que su participación se vuelve individual-colectiva-institucional, siendo innecesaria su participación en la toma de decisiones generales, ya que, al interior de cada uno de sus grupos, ellas son quienes mantienen sus propias estructuras jerárquicas y de toma de decisiones. Reconocen la toma de decisión del grupo general en la junta directiva por su característica histórica y no por su característica de identidad de género.
En consecuencia, caer en la acostumbrada disputa de la oposición/ construcción de una visión hegemónica de las identidades, teniendo una hegemonía social machista que permea todas las relaciones sociales de nuestro tiempo, y especialmente en América Latina [Fuller 2012], es caer en un error que evita vislumbrar otra forma de relaciones y significaciones simbólicas que existen en la construcción de las sociedades latinoamericanas. Más aún, estos grupos dan muestra de una integración y convivencia entre los géneros, a pesar de la orientación religiosa católica de separación. Se construyen puentes en los que interactúan ambas perspectivas con un mismo fin. Si bien cada uno de ellos reconoce su historia y propósito, también mantienen sus nichos de ejecución de poder y actividades centradas a la devoción. Se abre así una nueva pregunta susceptible a ser investigada: ¿qué tiene mayor importancia para los grupos laico-religiosos como estos: la relación entre los géneros o la relación entre los devotos y su entidad sagrada?, queda abierto el cuestionamiento para futuros análisis.
En consecuencia, compartimos la hipótesis de la socióloga Marlene Niño Escobar [2009] que advierte la participación de la teología femenina y sus lecturas analíticas, además de las propuestas interpretativas como mecanismo de cambio, pero no solamente en cuanto a la cuestión teológico institucional, sino también en relación con la “reestructuración y reconstrucción” de la subjetividad femenina como sujeto activo en la institución religiosa, dando como consecuencia “que se transforma un proceso endógeno permitiendo una participación consciente del valor del aporte de las fieles a las iglesias” [Niño Escobar 2009: 34], ya que este es un ejemplo claro de la configuración de relaciones genéricas a partir de un mismo fin, como es la devoción a San Judas Tadeo por los limeños.
La presencia de cada uno de los géneros es necesaria para la manifestación pública y completa de la devoción institucionalizada, en tanto la presencia de unas, responde a la existencia de los otros. La participación es una conjunción de las relaciones simbólicas que intervienen en la expresión religiosa de la fe por San Judas Tadeo, consiguiendo así, la manifestación unificada de la devoción compartida a partir del rol que cada uno de los grupos desempeña. De esta manera, los trabajos sobre religión y género no deben partir a priori de la visión de conflicto, sino analizar sus lógicas internas y determinar si ellas llegan a ese tipo de relación o, por el contrario, presentan una diferente.