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Cuicuilco. Revista de ciencias antropológicas

versión On-line ISSN 2448-8488versión impresa ISSN 2448-9018

Cuicuilco. Rev. cienc. antropol. vol.29 no.85 Ciudad de México sep./dic. 2022  Epub 05-Jun-2023

 

Reseñas

Antropología de las dichas cotidianas

Guadalupe Raquel Hernández Bohórquez1 

1Escuela Nacional de Antropología e Historia-INAH

Augé, Marc. Bonheurs du jour. Anthropologie de l’instant. 2018. Éditions Albin Michel, París:


Marc Augé reflexiona en este libro, Bonheurs du jour. Anthropologie de l’instant,1 sobre un tema fundamental para la existencia humana: la felicidad, que ha sido largamente abordada desde la filosofía, el pensamiento religioso, la psicología y el arte; sin embargo, el enfoque del antropólogo, fiel a la tradición en la que se ha formado, se centra en los instantes; los que revisa en diferentes ámbitos de la experiencia humana, los cotidianos.

Augé explora el tema al observar, analizar y revisar su propia experiencia como etnólogo, como conocedor de la literatura y del cine, además de sus experiencias de vida, aspectos de los que toma ejemplos para desarrollar el análisis. Estos recuerdos hacen del texto un libro íntimo, que hace partícipe al lector de pasajes personales, en los que podemos sentirnos representados en mayor o menor medida.

La búsqueda de la felicidad en tiempos contemporáneos, en los que el capitalismo impera, banaliza la experiencia, que se resume en el consumo desmedido y en la acumulación de cosas. Por otro lado, los intentos de medir el fenómeno desde criterios objetivos como el Producto Interno Bruto (pib) o la esperanza de vida para cada país, como lo hace la Organización de las Naciones Unidas (onu) en su Reporte Mundial de Felicidad2 no dan cuenta del fenómeno porque no puede abordarse estandarizándolo. En los resultados de la revisión que el autor hace sobre este documento, señala que el reporte ubica a Francia como el “menos feliz”, por debajo de Chile o México, lugares que conoce y de los que expresa haber experimentado la amabilidad de sus habitantes, pero no optimismo frente al futuro.

El libro señala la conveniencia de no hablar de la felicidad en abstracto, sino de hacer el recorrido por el tema, al referirse en plural a aquellos instantes de felicidad, momentos que experimentamos a lo largo de la vida y que nos remiten a diferentes ámbitos y situaciones, para dejar claro que no hay un ideal de la felicidad, que no es un estado. Estos instantes que remiten a hechos, eventos y actitudes dependerán del contexto, los lugares y formas diferentes de entenderlos y vivirlos; nuestra mirada subjetiva los configura, les caracteriza lo significativos que son y la intensidad con que se viven.

Tiempo y espacio son los ejes en los que se mueve para dar cuenta de su percepción del fenómeno, entre ellos se ubica la constitución simbólica de los seres humanos. Los instantes de felicidad tienen una dimensión antropológica, en tanto que la relación con los otros se encuentra siempre presente al experimentarlos, vienen de afuera y de la interacción, pero al mismo tiempo, de nuestro ser profundo.

En un recorrido que se desarrolla en 11 breves capítulos y epílogo, el autor nos guía explicando, de manera inicial, la naturaleza persistente de los instantes de felicidad en la memoria, que son insumergibles y se vuelven un recurso al cual acudir en momentos sombríos, nos permiten revivir las situaciones seleccionadas y volver a experimentar ese goce. Aquellos “instantes de felicidad a pesar de todo” son los placeres modestos pero significativos que experimentamos en lo cotidiano y que, por lo general, apreciamos al ya no tenerlos, el placer de una caminata simple y sin rumbo cuando yacemos en la cama de hospital, el poder acudir a tomar un café y leer un libro, por ejemplo. Situaciones que en la rutina cotidiana no son, en particular, percibidas como momentos felices, pero como ocurrió durante el confinamiento por el virus Covid 19, estas pequeñas libertades, entonces suprimidas, resultaron valoradas y añoradas por el placer que causaban.

La dimensión social que tiene la felicidad es también abordada; en un diálogo con diversos filósofos, sociólogos y escritores reflexiona sobre la felicidad como una noción temporal con dos aspectos: el individual y la utopía colectiva, en el primer caso buscamos la mentira en el pasado; en el segundo la buscamos en el futuro, en todo caso es una ilusión que puntualiza el autor. El apartado retoma a los revolucionarios franceses y su ideal de felicidad que buscaba terminar con opresores y oprimidos, para describir un tipo de felicidad: la heroica. Es en el periodo histórico de la Ilustración cuando surge la idea de la felicidad como un derecho de los individuos, algo para alcanzar aquí y ahora, mientras nuestro tiempo transcurre.

La experiencia estética, el acto creativo y los instantes de felicidad que se generan, ligados a la certeza de la existencia, son temas de otro capítulo en el que describe “la relación activa/pasiva que tenemos con la felicidad: en la que la suerte o mala suerte juegan un papel, pero también lo hacen la determinación, la fuerza y la voluntad”.

Para ubicar al lector en la dimensión tempo espacial y tomar como punto de partida lo que evoca la palabra retorno, el autor reflexiona sobre la idea del viaje en su acepción de desplazamiento y descubrimiento, para volver a las experiencias y emociones. Sin embargo, interroga: ¿esta noción de retorno aún tiene sentido en un mundo globalizado, con una lógica capitalista orientada al consumo?, donde el retorno ahora se vuelca, es a la experiencia.

El papel que ocupa en nuestra memoria “la primera vez” es título del capítulo en el que resalta la sensibilidad del etnólogo sobre el tema, por lo significativo que le resulta la experiencia iniciática de la primera vez en campo y su conocimiento de la actividad ritual, “en la que el pasado establece las reglas, pero cuyo fin se logra únicamente al dar a los participantes el sentimiento de reapertura del tiempo”. El texto continúa con la revisión en la literatura y las canciones, la mirada sobre el tiempo y su relación con los instantes de felicidad. Quien lea estas líneas, probablemente evocará aquellas melodías que en ocasiones constituyen un soundtrack de vida, que nos regresan al recuerdo de algún amor, a la canción con que acunamos a los hijos, a los cantos rebeldes y de resistencia en un contexto de lucha política o aquellos que evocan un ritual funerario.

Fiel a la tradición etnológica fundacional, que busca la comparación, incluye un capítulo en el que describe su experiencia italiana, el papel de la comida y lo que acontece alrededor de la mesa en una sociedad diferente a la suya. Este relato resultará quizá cercano a la experiencia mexicana, a los instantes que se rememoran y que constituyen trozos de felicidad, cuando pensamos lo que acontece al involucrarse en la preparación de alimentos para una festividad, lo que pasa en la cocina: las conversaciones, las risas, el trabajo conjunto mientras se preparan las viandas, el momento de compartir en la mesa los alimentos y un tiempo posterior de sobremesa, cuando se alimenta también el alma. El relato se ocupa también del papel de la amistad con la que se adereza el compartir los alimentos, como fuente de instantes de felicidad.

Los paisajes en la naturaleza, de los que cada observador se apropia de manera diferente y se vuelve creador de la imagen, que guarda en la memoria lo significativo y le evoca felicidad, son también parte del análisis de este inventario de posibilidades y de partes constitutivas del fenómeno sobre el que se reflexiona.

El último capítulo proporciona un emotivo cierre del libro, en él discute la relación de los instantes de felicidad y la edad madura, la que el propio autor vive en el momento cuando escribe sobre este tema. Hace el recuento de aquellos instantes que han llenado de significado la vida. Percibimos un Marc Augé con 82 años al momento de escribir el texto, que hace balance de la vida en un relato en el que analiza, rememora y evoca los instantes significativos de su propia existencia y los comparte con el lector, que al reflejarse en discusiones y pasajes buscará en su propia experiencia individual, pero, en su relación con los otros, también ubicar sus instantes.

Si bien el texto es muy francés en sus referencias, la revisión de los elementos, en los que la felicidad está constituida, hacen posible la traducción a otros contextos culturales, operación que el oficio del autor le permite evidenciar.

El recorrido que Augé nos expone con vastas referencias que van de Aristóteles a Badiou, de Mozart a Piaf, de los recuerdos de infancia a los de la vejez, de la literatura a las canciones populares, de las anécdotas cotidianas al análisis etnológico, de Bretaña a París y a Italia, nos acompaña para pensar en nuestros propios contextos.

El estilo particular de este autor —que en breves páginas recorre un tema que lo disecciona— explora en cada ámbito y contexto su especificidad, para mostrar cada pieza de un todo, que en el caso de este libro se refiere a los instantes de los que la felicidad está constituida.

Quien lo lea, evocará sus propios momentos de dicha, aquellos que se guardaron en la memoria por ser significativos y a los que recurrimos como un paliativo en épocas difíciles, los que añoramos y que al recordarlos volvemos a experimentar sensorialmente, lo que nos permite disfrutarlos una vez más.

1La traducción del libro, a la versión publicada en español fue: Las pequeñas alegrías, que alude a un ensayo de Herman Hesse en el que se reflexiona sobre la fugacidad de la felicidad.

2World Happiness Report. 2022. <https://worldhappiness.report/ed/2022/>.

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