Introducción:
El dolor puede ser definido, como una sensación subjetiva desagradable tanto física como emocional asociado a daño tisular (15), real o potencial, el cual es trasmitido desde receptores nociceptivos ubicados en casi todas las superficies de nuestro organismo, y trasmitidas hasta el asta dorsal de la médula, la cual modulará o transformara este impulso, bien sea eliminándolo o amplificándolo, para después enviar este impulso a través de haces nociceptivos, como el espinotalámico, espinomesencefálico, sistema motor y simpático, hacia centros superiores del córtex donde tendrá lugar la percepción y localización exacta del dolor. Los estímulos nociceptivos nacen de terminaciones nerviosas amielínicas, que están constituidas por arborizaciones plexiformes, ubicadas en superficies viscerales, articulares, cutáneas y musculares. El dolor posterior a operación cesárea tiene los dos componentes: el somático por la herida (incisión), que a su vez también tiene dos elementos (piel y visceral); y el visceral, específicamente dado por las contracciones uterinas para volver a su tamaño original (17).
Los opioides por la vía neuroaxial transformaron la historia de la analgesia postoperatoria; proveen una analgesia muy satisfactoria y efectiva en el control del dolor en múltiples procesos quirúrgicos. La morfina, agonista puro de los receptores μ, se introdujo en la clínica hace más de 200 años, y es el opioide con el cual se comparan todas las drogas analgésicas por considerarse el “estándar de oro”. Sigue siendo el narcótico más empleado en la analgesia postquirúrgica neuroaxial. Muchas dosis de morfina se han probada, manteniendo su eficacia analgésica por periodos prolongados. Dosis altas de 100 a 200 μg se han recomendado en las mujeres caucásicas, pero no existen estudios clínicos de analgesia espinal post cesárea, en mujeres Mexicanas. Desde la introducción de morfina para uso neuroaxial, se ha realizado en nuestro país múltiples estudios, con diversos opioides, tanto en dolor por cáncer, como en analgesia postoperatoria y como adyuvantes en anestesia neuroaxial y general. La analgesia es óptima, con efectos secundarios mínimos o moderados, por lo que su uso cada vez se amplía a diferentes grupos de cirugía (1-2).
La analgesia postoperatoria posibilita una rehabilitación más rápida, mejora el grado de satisfacción de los pacientes y reduce el tiempo de egreso hospitalario. Las alteraciones endocrinas y el estrés secundario al dolor pueden interferir con el inicio de la lactancia, así como disminución de la secreción de calostro y leche materna (14). El dolor postoperatorio, sobre todo cuando está mal controlado, produce efectos agudos perjudiciales (respuestas fisiológicas adversas) y efectos crónicos (recuperación a largo plazo retrasada y dolor crónico) (13). El desencadenamiento de catecolaminas provoca taquicardia e hipertensión.
La morfina intratecal es la droga más usada para la analgesia ya que genera una analgesia postoperatoria adecuada incluso a bajas dosis. Sin embargo, puede provocar efectos colaterales, como náusea, vómito, prurito, sedación y depresión respiratoria (3-4). La anestesia espinal está indicada en la mayoría de las cesáreas. Sus ventajas son: técnica más sencilla; corta latencia (3 a 5 minutos); bloqueo sensorial intenso; falla excepcional debido a que se confirma el sitio de inyección del anestésico local, con la salida del líquido cefalorraquídeo (LCR); y menor riesgo de toxicidad sistémica debido a las bajas dosis empleadas (22). La calidad de la analgesia y la incidencia de los efectos secundarios pueden variar de acuerdo con la dosis administrada. La dosis ideal, capaz de proporcionar la mejor analgesia con la menor incidencia de efectos secundarios, todavía no ha sido definida (5).
En la actualidad la morfina es el único opioide aprobado por la FDA (Food and Drug Administration) para administración intratecal. En años recientes la morfina a dosis bajas, se ha vuelto muy popular para la analgesia postoperatoria. La aplicación de opioides espinales a dosis bajas es una modalidad segura, efectiva y relativamente barata, para el manejo rutinario del dolor agudo postoperatorio (6-7). Una de sus limitantes son los efectos secundarios como, cambio del estado mental, la euforia, la depresión del centro respiratorio unido a su potencial de tolerancia y dependencia (8,10-11).
El empleo de opioides intratecales y peridurales en gineco-obstetricia se inició en 1979, representando así una nueva ruta para el control del dolor de parto, de la operación cesárea y del dolor agudo postoperatorio (11-12).
La morfina, químicamente es un alcaloide, cuya fuente de obtención sigue siendo el Papaver Somniferum. Es una sustancia controlada, utilizada en el tratamiento del dolor, agudo y crónico, asociado a la isquemia miocárdica, para la disnea asociada al fracaso ventricular izquierdo agudo y edema pulmonar. Es un polvo blanco, cristalino, inodoro y soluble en agua. Su efecto se caracteriza por carecer de “techo analgésico”, se ubica en el tercer escalón, de la escalera de la OMS (20). La combinación del fármaco en sus receptores, es lo que inicia el efecto. La intensidad del efecto, es el resultado del número de receptores ocupados por el opioide. La interacción fármaco-receptor es reversible, y el efecto puede ser incrementado o disminuido, al aumentar o reducir la ocupación de tales receptores (21).
En México las dosis intratecal de morfina, están por encima de los 50 μg, por lo tanto se optó por probas si las dosis bajas de morfina, para el control del dolor post operatorio en cesáreas, son suficientes para disminuir el dolor en las siguientes 24 horas del postoperatorio.
Material y métodos:
Se realizó un estudio prospectivo, comparativo, aleatorio. Se estudiaron 100 pacientes entre 18 y 40 años de edad, ASA I, II, divididos en dos grupos de 50 cada uno: Se incluyeron pacientes femeninas intervenidas para cesárea de urgencia. IMC < 35. Posterior a la colocación de la técnica de bloqueo espinal, en L2- L3 ó L3-L4, se insertó la aguja Quincke número 25-27 hasta que se observó salida de líquido cefalorraquídeo (LCR).
Seguido de la aplicación del bloqueo espinal. El grupo uno recibió morfina intratecal 80 μg más bupivacaína hiperbárica 9 mg al 0.5%. El grupo dos, recibió lo mismo pero con 40 mg de morfina. Se tomó monitoreo anestésico básico, con tensión arterial, frecuencia cardiaca, frecuencia respiratoria, al inicio y al final de la cirugía y saturación de oxígeno. La intensidad del dolor se midió con la Escala visual análoga del dolor, (EVA), al ingreso a la unidad de cuidos post-anestésicos, a las 6, 12 y 24 horas del postoperatorio.
Todas las pacientes firmaron un consentimiento informado sobre el procedimiento y finalidad del estudio. Se analizó con estadística descriptiva e inferencial (valor de P < 0.05), para cumplir con los objetivos y las hipótesis propuestas.
Resultados
Grupo 1 | Grupo 2 | Variable P | |
No. | 50 | 50 | |
Edad | 25.6 ± 5.95 | 24.5 ± 5.14 | > 0.05 |
Peso | 74.8 ± 11.1 | 75.6 ± 10.7 | > 0.05 |
Talla | 1.58 ± 0.05 | 1.58 ± 0.05 | > 0.05 |
Estado Nutricional IMC | Normal 7 (53.8%) Sobrepeso 18 (51.4%) Obesidad 1, 20 (48.8%) Obesidad 2, 5 (50%) Obesidad 3, 0 | Normal 6, (46.2%) Sobrepeso 17 (48.6%) Obesidad 1, 21 (51.2%) Obesidad 2, 5 (50%) Obesidad 3, 1 (100%) | > 0.05 |
Los datos demográficos y hemodinámicos se presentan en el (Tabla 1). No hay diferencias en ambas poblaciones; sin embargo se puede observar que las pacientes del grupo dos, son ligeramente menores en edad. El 13% de la muestra total fue de una talla de 1.58 metros, y las tallas más bajas menores a 1.58, fue de 1%. El Índice de masa corporal (IMC), no presenta tampoco diferencias. (Tabla 1). LA tensión arterial inicial y al final no mostro cambios importantes. La frecuencia cardiaca inicial y final tuvo una variación mínima significativa, (p < 0.05). Con respecto al periodo de latencia, se observó, que el 55% de los pacientes requirieron de 3 ± 0.9 minutos para instalarse el bloque motor y sensitivo completamente. (p < 0.05). La altura del bloqueo sensitivo y motor se muestra en (Tabla 2). La mayoría de las pacientes del grupo uno, alcanzaron un nivel de bloqueo más alto, que son pacientes que recibieron mayor dosis de morfina. (P= < 0.05).
En la (Tabla 3), se observa que ambos grupos presentaron buen control del dolor postoperatorio, ambas dosis parecen igualmente efectivas. El único valor donde se demostró un valor de P < 0.05, fue durante la última evaluación que fue a las 24 horas de postoperatorio.
Nivel de bloqueo | grupo 1 | grupo 2 | valor de p |
T2 | 1 (50%) | 1 (50%) | |
T3 | 11 (57.9%) | 8 (42.1%) | < 0.05 |
T4 | 32 (43.8%) | 41 (56.2%) | |
T5 | 6 (100%) |
UCP | |||
Eva | Grupo 1 | Grupo 2 | Valor de p |
Sin dolor | 100% | 100% | >0.05 |
Con dolor | 0 | 0 | |
6 horas de postoperatorio | |||
Sin dolor | 100% | 99% | >0.05 |
Con dolor | 0% | 1% | |
12 horas de postoperatorio | |||
Sin dolor | 98% | 94% | >0.05 |
Con dolor | 2% | 6% | |
24 horas de postoperatorio | |||
Sin dolor | 98% | 82% | <0.05 |
Con dolor | 2% | 18% |
Incidencia de nausea | |||
Nauseas | Grupo 1 | Grupo 2 | Valor p |
No | 48 (96%) | 48 (96%) | >0.05 |
Si | 2 (4%) | 2 (4%) | |
Prurito | |||
No | 39 (78%) | 46 (92%) | <0.05 |
Si | 11 (22%) | 4 (8%) |
En la (Tabla 4) se muestra la incidencia de náusea y prurito, como efectos secundarios, para ambos grupos: El 4% de ambos grupos, presentaron nausea, (P = > 0.05). El prurito se presentó en 11 pacientes (22%) del grupo uno vs 4 (8%) del grupo dos.
TAS Inicial | 129.17 ± 9.93 | 128.74 ± 10.53 | >0.05 |
TAS Final | 1 21.17 ± 13.20 | 119.08 ± 11.1 | > 0.05 |
TAD Inicial | 73.04 ± 9.91 | 77.66 ± 9.71 | <0.05 |
TAD Final | 69.70 ± 10.83 | 69.96 ± 9.85 | >0.05 |
FC Inicial | 82.42 ± 12.61 | 88.66 ± 16.06 | <0.05 |
FC Final | 76.4 ± 16.89 | 74.1 ± 10.1 | >0.05 |
Periodo de Latencia | 3.13 ± 0.81 | 3.51 ± 1.02 | < 0.05 |
TAS = tensión arterial sistólica. TAD=Tensión arterial distólica. FC=Frecuencia cardiaca
Discusión
Tradicionalmente, los analgésicos opioides son la base para el tratamiento del dolor postoperatorio. Aunque la morfina espinal es el estándar de oro para el post operatorio neuroaxial.
El opio y sus derivados han sido utilizados durante siglos como analgésicos, y los opioides continúan siendo uno de los analgésicos más comúnmente utilizados en los tiempos modernos. Hay muchas ventajas de la administración de opioides, para el tratamiento del postoperatorio. Teóricamente no existe el “efecto analgésico techo o tope”. Se pueden administrar opioides a través de una serie de vías (por ejemplo, oral subcutánea, intravenoso, intramuscular y neuroaxial). Estas características mejoran indudablemente la versatilidad de los opioides en el dolor postoperatorio. Los opioides ejercen su efecto analgésico típicamente a través de los receptores ubicados tanto en el sistemas nerviosos centrales como en el periférico. A pesar de que los subtipos δ y κ también están presentes, los opioides actúan principalmente en receptor μ, por lo que los beneficios terapéuticos derivan del efecto de estos receptores, sus efectos secundarios también derivan de su acción sobre estos receptores. Aunque los opioides teóricamente no presentan un efecto “analgésico techo” per se, la eficacia analgésica de los opioides es limitada por el desarrollo de efectos secundarios, es aquí en donde la dosis de opioides neuroaxiales, puede jugar el papel más importante. La baja liposolubilidad de la morfina la hace adecuada para su administración intratecal en dosis única, ya que por su escasa fijación a los tejidos, se mantiene circulando en el líquido cefalorraquídeo, tanto a nivel espinal como supraespinal, de esta forma prolonga su efecto analgésico durante varias horas. La morfina produce una intensa analgesia espinal por más de 24 a 30 horas, dependiendo de la dosis.
Diferentes dosis de morfina han sido utilizadas por vía espinal, con la finalidad de comprobar cuál es la dosis más adecuada, que brinde los mejores resultados analgésicos, sin la presencia de efectos secundarios graves. En el año 2012 se realizó un estudio en el Hospital General de la ciudad de Ecatepec, Morelos, México, incluyeron 80 pacientes de cesárea; recibieron 50 μg y 100 μg de morfina; sin encontrar diferencias analgésicas (29). En otro estudio, realizado en el Hospital General Docente "Comandante Pinares" en CUBA, usaron 100 y 200 μg de morfina y encontraron que a mayores dosis mayores efectos secundarios (30). Un estudio más de Cortés y colaboradores también usaron 100 y 200 μg de morfina y los resultados fueron similares a los anteriores, pero con muchos efectos secundarios de nausea, vómito y prurito (11).
El problema parece no estar en cual dosis produce mejor analgesia, porque dosis bajas como 40, 80 y 100 μg, producen buena analgesia. El problema es, cual es la dosis que ofrece menores efectos secundarios. Esta es la razón por la cual no debe perseguirse una analgesia completa de morfina, porque dosis mayores de morfina, pueden ocasionar mayor riesgo de efectos centrales peligrosos, como depresión respiratoria (27). Aun usando dosis de 40 y 80 μg existe nausea y vómito; con una incidencia de 4%, lo cual representa una proporción muy baja.
Mientras se use morfina por vía espinal, será imposible eliminar la náusea y el vómito, porque el mecanismo por el cual la morfina induce la náusea, es una acción directa sobre los receptores de dopamina, de los quimiorreceptores de gatillo en el área postrema; además de un componente vestibular, Sin olvidar que la morfina induce efectos gastrointestinales, los cuales incluyen, disminución de la motilidad gástrica, espasmos y no contracciones propulsivas de la porción superior del intestino delgado. Mientras exista morfina libre en el líquido cefalorraquídeo, potencialmente la náusea, el vómito y el prurito, estarán potencialmente presentes. El prurito es el efecto colateral más común después del uso de morfina intratecal probablemente en las pacientes obstétricas es más frecuente por la interacción del estrógeno con los receptores Mu. Su frecuencia puede ser tan alta como 30-70% de las pacientes obstétricas. Dahl, demostró que la incidencia de prurito varía directamente a la dosis de morfina espinal.