Introducción
Los errores de medicación como fuente de eventos adversos en pacientes hospitalizados están ampliamente documentados. En 1999 el Instituto Americano de Medicina publicó que en Estados Unidos ocurrieron entre 44,000 y 98,000 muertes atribuidas a algún tipo de error asistencial, siendo los de medicación los más frecuentes, pues causan 7,000 muertes por año.1 En años más recientes se realizó un seguimiento sobre eventos adversos en algunos hospitales de Latinoamérica, con una prevalencia de 8.23% y una incidencia de 9.87% asociadas al uso de medicamentos.2
Lisby realizó una revisión sistemática en la que observó 26 diferentes definiciones utilizadas para el término «errores de medicación».3 Aunado a esta falta de consenso en la definición, la metodología para la detección de errores de medicación genera resultados diferentes.4 Para los hospitales la identificación de errores de medicación forma parte de la evaluación continua en la seguridad de los medicamentos. La definición más aceptada para un error de medicación es la siguiente: «cualquier incidente prevenible que puede causar daño al paciente o que da lugar al uso inapropiado de los medicamentos cuando están bajo el control de los profesionales sanitarios; incidentes que pueden estar relacionados con la práctica profesional, los productos, los procedimientos o con sistemas, incluyendo fallos en la prescripción, comunicación, etiquetado, envasado, denominación, preparación, dispensación, distribución, administración, educación, seguimiento y monitoreo de los medicamentos».5,6
La incidencia de errores de medicación reportados varía de acuerdo con el tipo de población observada, los medicamentos evaluados, las fases de uso del medicamento y el modo de operación de cada centro sanitario. En algunas publicaciones el error de medicación más frecuente es el de prescripción con 34%,7 mientras que en otros reportes se documenta con más frecuencia la dispensación con 48%.8 La literatura indica que en el proceso de administración 84% presenta inconsistencia entre el medicamento prescrito y el medicamento administrado.9
La detección, reporte y evaluación de los errores de medicación, de acuerdo con las directrices de la National Coordinating Council for Medication Error Reporting and Prevention (NCC MERP), permiten la evaluación y ponderación del error de medicación según el daño ocasionado al paciente (Cuadro I). En el seguimiento realizado por Pasto y cols. se observó que los errores de medicación tipo B son los más frecuentes con 84.5%, seguidos de los de tipo C con 14.5% y los de tipo D con 0.7%.8-10
Categoría de la gravedad | Definición NCC MERP |
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Categoría A | Circunstancias o incidentes con capacidad de causar error |
Categoría B | El error se produjo, pero no afectó al paciente |
Categoría C | El error afectó al paciente, pero no causó daño |
Categoría D | El error afectó al paciente y no le causó daño, pero precisó seguimiento para comprobarlo |
Categoría E | El error contribuyó o causó daño temporal al paciente y precisó intervención |
Categoría F | El error contribuyó o causó daño temporal al paciente y precisó o prolongó la hospitalización |
Categoría G | El error contribuyó o causó daño permanente al paciente |
Categoría H | El error afectó la vida del paciente |
Categoría I | El error contribuyó o causó la muerte del paciente |
Otra de las metodologías que más se utiliza es el reporte de incidentes, ya sea a través de un sistema de notificación voluntario o intencionado, tal es el caso de Rosete A y Zavaleta B que en 2008 publicaron en su institución 37 reportes de casos, de los cuales 13 presentaron afección al paciente y tres casos fueron eventos centinelas.11
En las áreas de cuidados críticos, Calabrese y cols. detectaron en un estudio multicéntrico 3.3% de errores de medicación asociados a la administración, siendo los vasoactivos los medicamentos más frecuentes con 32.6% y los sedantes-analgésicos con 25.7%. El error de medicación más común fue la incorrecta velocidad de infusión en 40.1%.12 Ramírez G y cols. observaron que de 107 eventos adversos reportados en la unidad de cuidados críticos de una institución, 45.8% estuvieron relacionados con medicamentos, siendo los electrolitos y los broncodilatadores los más comunes con 13.3% de frecuencia en cada grupo.13,14
Los errores de medicación son prevenibles y pueden minimizarse a través de prácticas seguras para el uso racional de medicamentos, desde el etiquetado hasta las políticas institucionales, los cuales han demostrado tener gran impacto.15 En un estudio de intervención para la disminución de errores de medicación durante la prescripción en cuidados críticos se logró disminuir la tasa de 190.5 por 1,000 día/paciente a 62.5 por 1,000 día/paciente. En este mismo estudio se reportó una reducción de errores de medicación con daño (categoría E y F según clasificación NCC MERP) de 4.0 por 1,000 día/paciente a 1.0 por 1,000 día/paciente.16 Si bien las intervenciones no favorecen la reducción en los errores de medicación, sí disminuyen los eventos adversos que éstos pueden desencadenar en el paciente.17,18
Objetivo: Identificar la relación del seguimiento farmacoterapéutico en la detección de errores de medicación con el incremento del número de intervenciones para la prevención de eventos adversos en pacientes de la UTI.
Material y método: Se evaluó un periodo (periodo 1) de tres meses comprendido de diciembre de 2016 a febrero de 2017, en el cual el seguimiento farmacoterapéutico se realizó de forma rutinaria una vez al día en el expediente clínico del paciente. El seguimiento sólo se hizo durante el horario asignado al farmacéutico en la UTI. Este seguimiento consta de lo siguiente:
Recabar datos clínicos del paciente.
Recabar prescripción.
Correlación entre la terapéutica utilizada y la indicación clínica.
Evaluación de la posología del medicamento a través de revisiones bibliográficas.
Verificación de las fases de uso y manejo de medicamentos de adquisición, almacenamiento, prescripción, transcripción, dispensación y control.
Intervención en caso de error de medicación tipo C, D, E, F, G, H e I de acuerdo con la clasificación NCC MERP (Cuadro I).
En el periodo basal (periodo 1) no se hicieron modificaciones en la actividad diaria del farmacéutico en terapia intensiva.
Posteriormente se evaluó un segundo periodo (periodo 2) comprendido de marzo a mayo de 2017 en el que se asignó un horario constante al farmacéutico quien debía evaluar a todo paciente que ingresaba a la UTI, tomando el tiempo necesario para completar el seguimiento farmacoterapéutico de los pacientes, lo cual implicaba permanencia más prolongada en el servicio.
Para cada paciente se realizaba un seguimiento, mediante la elaboración de su perfil farmacoterapéutico.
Posteriormente se realizó análisis estadístico de los datos obtenidos con la evaluación del total de prescripciones, el total de errores de medicación y su clasificación. La tasa de errores se calculó a través de la fórmula:
La tasa de intervenciones se obtuvo a través de la siguiente fórmula:
Resultados
En el periodo 1 se analizaron 1,056 prescripciones en 67 pacientes, con 208 días de paciente, con un total de 107 errores identificados, lo cual arrojó una tasa de 514.42/1,000 días/paciente. En los errores tipo C la tasa obtenida fue de 418.26. No se observó ningún error tipo D, E, F, G, H o I. La tasa de intervenciones en el periodo 1 fue de 52.88/1,000 días/paciente (Figuras 1 y 2).
El grupo de medicamentos que presentó errores de medicación con mayor frecuencia en el periodo 1 fue el de los antimicrobianos con 12.1%.
En el periodo 2 se analizaron 738 prescripciones en 42 pacientes, con 264 días de paciente, con un total de 251 errores identificados, lo cual arrojó una tasa de 950.76/1,000 días/paciente (Figuras 1 y 2). En los errores tipo C la tasa obtenida fue de 784.09. Se observó un error tipo C, lo que representó una tasa de 3.78/1,000 días/paciente. Este error fue catalogado durante la prescripción y el medicamento relacionado fue del grupo de electrolitos concentrados. No se observó ningún error tipo E, F, G, H o I. La tasa de intervenciones en el periodo 2 fue de 132.58/1,000 días/paciente (Figura 3).
El grupo de medicamentos que presentó errores de medicación con más frecuencia en el periodo 2 fue el de los antitrombóticos con 19.30% (Figura 4).
La fase que presenta la frecuencia más alta en ambos grupos es la de prescripción con 90.2% de errores de medicación.
Discusión
En nuestro estudio se detectaron tasas superiores a las reportadas por la literatura internacional. Asimismo, se observó que la identificación de errores de medicación se incrementa conforme el tiempo de permanencia del farmacéutico en el servicio. Los grupos farmacoterapéuticos varían con mayor frecuencia de acuerdo con la literatura internacional; sin embargo, son de suma importancia para el manejo del paciente. Como es el caso de los antimicrobianos y los vasoactivos, medicamentos utilizados en el manejo del paciente crítico, que ante el mal uso representan un alto riesgo para el paciente con incremento en la morbimortalidad.
Las causas a las que atribuimos la variación en los resultados, se enfocan en la escasa disponibilidad de los sistemas automatizados de prescripción, los cuáles facilitan este proceso al médico y disminuyen el riesgo de error.
El proceso de prescripción en la mayor parte de las UTI de nuestro medio es de forma manual, lo cual propicia el error. El personal farmacéutico desempeña un papel clave en la detección de errores de medicación, ya que se enfoca en todo el proceso del uso de medicamentos, al cual el personal que atiende de forma directa al paciente no le da seguimiento. Durante este estudio se han observado no sólo errores en la prescripción, sino en todas las fases del seguimiento, lo cual expone a nuestros pacientes críticos a fallas terapéuticas, incremento en la resistencia bacteriana, estancia hospitalaria prolongada y mayor riesgo de muerte.19
Lo que observamos en nuestro estudio es que la búsqueda intencionada de errores de medicación aumenta el número de reportes y de igual manera incrementa el número de intervenciones que evitan que los errores de medicación lleguen al paciente y generen eventos adversos.
Otra fase crucial en la prevención de errores de medicación incluye la parte de la administración, la cual consiste en el desarrollo e implementación de políticas para el uso seguro de medicamentos con riesgo potencial. En el presente estudio los errores de medicación que ocurren en la fase de administración representaron 6.81%.
Conclusión
La permanencia del farmacéutico y la búsqueda intencionada de errores de medicación eleva el número de reportes e incrementa el número de intervenciones, lo cual disminuye los eventos adversos y los riesgos durante la atención del paciente. En las UTI donde no se cuenta con un sistema automatizado de prescripción es imperativo integrar al farmacéutico al equipo de trabajo para reducir los eventos adversos relacionados con los medicamentos. La respuesta adecuada del paciente a la terapéutica depende de múltiples factores, dentro de éstos se incluyen los vinculados con las fases de uso y manejo de medicamentos, a las que no se les ha dado la importancia o el conocimiento suficiente por parte del personal de la salud exponiendo a nuestros pacientes al error.