Introducción
La alergia alimentaria se define como un efecto adverso a la salud provocado por una respuesta inmunológica específica que ocurre de forma reproducible con la exposición a un alimento determinado.1
En las últimas 2 décadas, la alergia alimentaria se ha convertido en un importante problema de salud pública que afecta a personas de todas las edades y en todas las regiones. Se considera que tiene una prevalencia mundial de 2 a 10 %, de 4 a 5 % en la población infantil y de 2 a 3 % en adultos. Se estima que aproximadamente 11 a 26 millones de la población europea sufre alergia a alimentos; en Asia se informa una prevalencia entre 1.2 y 6.5 %; en Estados Unidos afecta a 6 % de los niños menores de 5 años y de 3.5 a 4 % de la población adulta; en ese país, la alergia alimentaria es responsable de 30 000 episodios de anafilaxia y 100 muertes por año. En México se reporta una prevalencia de 1 % en los niños.2,3,4,5,6
Los alérgenos alimentarios son generalmente glucoproteínas con peso molecular que oscila entre 10 y 70 kDa; de estos, los más comunes en los lactantes y los niños son la leche de vaca, huevo de gallina, cacahuate, frutos secos, soya y trigo, mientras que en los adultos son cacahuate, nueces, mariscos, frutas y verduras.7
De acuerdo con la distribución geográfica, en países europeos los alimentos más frecuentes que producen alergia son la leche de vaca, huevo, trigo, soya, cacahuate, frutos secos, pescado y mariscos.8 En Estados Unidos existe una prevalencia similar para dichos alimentos.9 En México, los alimentos más frecuentemente identificados mediante las pruebas cutáneas fueron queso, cacahuate, atún, frijol, chile y camarón; los resultados variaron según los diferentes grupos de edad.10
Conforme a su inmunopatología, la alergia alimentaria se divide en 3 categorías: reacciones mediadas por IgE, reacciones mediadas por células y reacciones mixtas, mediadas por IgE y células.1,4 Las reacciones no mediadas por IgE incluyen las tipos II, III y IV según Gell y Coombs; respecto a las 2 primeras aún existe poca evidencia que desempeñen un papel significativo en los trastornos alérgicos a alimentos. La hipersensibilidad tipo IV, o mediada por células, ha sido implicada en los trastornos en los que la aparición de los síntomas se produce varias horas después de la ingestión del alérgeno alimentario responsable.1,7
Los síntomas clínicos de alergia a los alimentos se presentan en una variedad de síndromes. Las manifestaciones cutáneas incluyen principalmente urticaria, angioedema y dermatitis atópica; las gastrointestinales, prurito de boca y labios, dolor abdominal, vómito, diarrea y estreñimiento; las respiratorias, rinorrea, prurito y constipación nasal, tos, sibilancias y disnea. Pueden aparecer entidades clínicas como reflujo gastroesofágico, esofagitis eosinofílica alérgica, gastroenteritis eosinofílica alérgica, síndrome de enterocolitis inducida por proteínas, proctitis alérgica, síndrome de Heiner, asma y rinitis crónica. La anafilaxia es la manifestación generalizada más severa.1,4,7,11
El diagnóstico de alergia a los alimentos se basa en una historia clínica completa, en la que se incluye el diario de alimentos. Entre los métodos diagnósticos se encuentran las pruebas cutáneas por punción, determinación de IgE sérica específica a alimentos por diferentes métodos y la prueba de parche. La positividad de estos indica sensibilización a un alimento específico, sin embargo, no siempre se asocian con manifestaciones clínicas. El reto doble ciego controlado con placebo (DBPCFC) se considera el “estándar de oro” para el diagnóstico, sin embargo, genera riesgo de anafilaxia para el paciente, por lo que es preferible utilizar alternativas más seguras.11,12,13,14,15,16
La prueba cutánea es un elemento importante en el diagnóstico de alergia mediada por IgE; entre sus diversas ventajas se encuentra su simplicidad, rapidez para obtener resultados, bajo costo y alta sensibilidad, que por lo general es de 75 a 90 %.
Con la finalidad de actualizar o mantener el panel de alérgenos alimentarios para pruebas cutáneas y optimizar la calidad de atención médica del individuo alérgico, se propuso la realización del presente estudio, para determinar la frecuencia de reactividad cutánea para alérgenos alimentarios en los pacientes incidentes del servicio de Alergia e Inmunología Clínica del Hospital Universitario de Puebla, Puebla, México.
Métodos
Se realizó un estudio observacional, descriptivo, transversal y prolectivo. Se incluyeron pacientes de uno y otro sexos, con edades comprendidas entre 2 y 64 años, con cuadro clínico de enfermedad alérgica, que acudieron por primera vez al Servicio de Alergia e Inmunología Clínica del Hospital Universitario de Puebla en un periodo de 11 meses. Se realizaron pruebas cutáneas por punción con 35 alérgenos alimentarios (Allergomex®) considerando peso/volumen: uva, piña, naranja, limón, ciruela, papaya, melón, plátano, fresa, manzana, durazno, nuez, aguacate, tomate, papa, zanahoria, chícharo, cacahuate, frijol, soya, maíz, arroz, trigo, carnero, carne de puerco, carne de res, pollo, camarón, atún, clara de huevo, yema de huevo, chocolate y leche. Además, se utilizó histamina como control positivo y solución glicerinada como control negativo.
Para la evaluación se utilizaron los criterios de la Guía mexicana de inmunoterapia. Se estimaron parámetros estadísticos descriptivos: frecuencias, porcentajes y mediciones de dispersión, como desviación estándar.
Resultados
Se incluyeron 191 pacientes, de los cuales 63.4 % fue del sexo femenino. La edad promedio fue de 22.5 ± 17.6 años. El 19.3 % mostró reactividad cutánea positiva al menos a un alimento, de esta proporción 59.5 % era adulto, 24.3 % escolar, 13.5 % preescolar y 2.7 % adolescente (Figura 1).
Entre los diagnósticos encontramos rinitis alérgica en 84.3 %, asma en 19.4 %, urticaria en 14.1 % y dermatitis atópica en 8.4 %. La distribución de frecuencia de reactividad cutánea positiva en el grupo general de pacientes en orden descendente fue 5.2 % a soya, 4.7 % a durazno, 3.6 % a uva, naranja y manzana; 3.1 % a nuez y 2.6 % a piña, aguacate, tomate y atún; 2 % a leche, chocolate, maíz, papaya, limón, zanahoria y carnero; 1.6 % a clara de huevo, yema de huevo, trigo, melón y papa; 1 % a camarón, arroz y ciruela; 0.6 % a cacahuate, frijol y carne de puerco (Figura 2).
En los preescolares se encontraron como alimentos más frecuentes el durazno y la naranja; en los escolares, uva y aguacate; en los adolescentes, naranja, leche, melón y durazno; en los adultos, soya, manzana y nuez (Cuadro 1).
Grupo etario | Alimento | Frecuencia | Grupo etario | Alimento | Frecuencia |
---|---|---|---|---|---|
Preescolares | Durazno | 5 | Adolescentes | Naranja | 2 |
Naranja | 3 | Durazno | 1 | ||
Piña | 1 | Melón | 1 | ||
Limón | 1 | Leche | 1 | ||
Melón | 1 | Adultos | Soya | 9 | |
Manzana | 1 | Manzana | 5 | ||
Zanahoria | 1 | Nuez | 5 | ||
Atún | 1 | Maíz | 4 | ||
Yema | 1 | Carnero | 4 | ||
Escolares | Uva | 3 | Uva | 4 | |
Aguacate | 3 | Chocolate | 4 | ||
Durazno | 2 | Tomate | 3 | ||
Arroz | 2 | Zanahoria | 3 | ||
Camarón | 2 | Papa | 3 | ||
Piña | 2 | Atún | 3 | ||
Papaya | 2 | Clara | 3 | ||
Limón | 2 | Piña | 2 | ||
Tomate | 2 | Aguacate | 2 | ||
Leche | 2 | Ciruela | 2 | ||
Naranja | 1 | Papaya | 2 | ||
Melón | 1 | Trigo | 2 | ||
Fresa | 1 | Pollo | 2 | ||
Manzana | 1 | Yema | 2 | ||
Nuez | 1 | Naranja | 1 | ||
Soya | 1 | Limón | 1 | ||
Trigo | 1 | Plátano | 1 | ||
Atún | 1 | Durazno | 1 | ||
Frijol | 1 | ||||
Puerco | 1 | ||||
Leche | 1 | ||||
Cacahuate | 1 |
Discusión
En la población de estudio, se encontraron manifestaciones respiratorias primordialmente de la vía aérea superior, seguidas de síntomas cutáneos, como se ha informado en la literatura nacional e internacional; los adultos constituyeron el grupo más afectado.4,6,19,20,21 En nuestra investigación, las mujeres representaron el mayor porcentaje con prueba cutánea positiva; hasta el momento no hay estudios que comparen la diferencia de reactividad cutánea entre los sexos.
La frecuencia de reactividad cutánea para alérgenos alimentarios es similar a la informada en la literatura nacional y Latinoamérica, sin embargo, hubo variación en la sensibilización a alimentos específicos en los diferentes grupos de edad.10,19,20 En los adultos, los alimentos de mayor prevalencia concordaron con los reportados en otras investigaciones.7,8,9,10,19 En cuanto a los niños, destacó la alta prevalencia de reactividad para durazno, aguacate y piña, lo que contrasta con los hallazgos de otros estudios en los que se indica leche de vaca, huevo, cacahuate, y trigo.7,8,22
Es probable que las diferencias en los hábitos alimentarios de cada región geográfica influyan en la sensibilización y, por lo tanto, en la frecuencia de la reactividad cutánea, lo cual por otra parte deberá ser evaluado regularmente en función de la optimización del abordaje diagnóstico terapéutico del paciente con cuadro clínico de alergia alimentaria.
De estos hallazgos podría derivarse la pertinencia de incluir a los alérgenos que en el presente análisis presentaron la mayor prevalencia.