Antecedentes
Fumar sigue siendo la principal causa de enfermedad y muerte prevenible en el mundo. Cada evento clínico puntual que afecta a una persona en particular hoy se extiende a lo largo de su vida y al complejo social que lo rodea.1 El costo económico del tabaquismo se estima en 1.4 mil millones de dólares por año en todo el mundo y aproximadamente 40 % corresponde a países de bajos y medianos ingresos.2
El informe sobre el control del tabaco recientemente publicado en la Región de las Américas tiene como objetivo proporcionar una visión general del estado actual de las tendencias de la epidemia del tabaquismo y la implementación de políticas efectivas para combatirla en los 35 Estados miembros de la Región.3
Este informe presenta datos actualizados y validados sobre prevalencia y mortalidad relacionada con el tabaco y avances en la aprobación de leyes y políticas relacionadas con las seis medidas de control del tabaquismo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), conocidas como MPOWER.4
Los esfuerzos para reducir el consumo de tabaco en estos países se han visto obstaculizados por la industria del tabaco, cuyo lobby implacable ha impedido que los gobiernos introduzcan políticas más agresivas.5,6,7 El informe de la OMS también destaca las dificultades de evaluar y comparar tendencias y proyecciones, ya que algunas regiones que han demostrado fallas en el control del tabaco continúan proporcionando datos menos sólidos sobre su situación real.5
Considerando el consumo de cigarrillos entre los adolescentes como uno de los comportamientos de riesgo de salud más importantes, nos centraremos en conocer los datos actuales del Informe de Control del tabaco de la Región de las Américas sobre este grupo de edad, los factores relacionados y el impacto de nuevas formas de consumo de tabaco asociadas con otras drogas ilícitas, para evaluar si las políticas sanitarias aplicadas son adecuadas a la realidad actual.3
Según el informe, la prevalencia del consumo de tabaco entre los adolescentes varía ampliamente entre países, desde 3.8 % en Canadá hasta 28.7 % en Jamaica, con un predominio de hombres en la mayoría de los países, excepto Colombia, Argentina, Chile y Brasil, donde las mujeres son las que más fuman.3
El consumo de cigarrillos varió de 1.4 % en Antigua y Barbuda a 26.2 % en Colombia. El uso de cigarrillos electrónicos variaron de 1.1 % en Surinam, 8.5 % en Jamaica a 17.2 % en Trinidad y Tobago; el empleo de narguilé varió de 1.9 % en Perú a 13 % en República Dominicana.3
El informe advierte sobre la importancia de que los sistemas de vigilancia del tabaco incluyan información no solo sobre productos aparentemente consumidos, sino también sobre todos los tipos de tabaco y nuevos productos que la industria está desarrollando, que permita la identificación de cambios iniciales en los patrones de consumo y realizar las adaptaciones necesarias a las políticas existentes.3
MPOWER en la Región de las Américas
M (monitor), Monitorear el consumo y el Convenio Marco para el Control del Tabaco (FCTC/OMS)
A pesar de los grandes esfuerzos del programa MPOWER4 para reducir la prevalencia del tabaquismo por la Iniciativa sin Tabaco de la OMS, basada en las medidas del Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco (FCTC, Framework Convention on Tobacco Control), firmado en 2005 por 168 países, de los cuales 29 pertenecen a las Américas, los problemas continúan ya que pocos de esos países han sido capaces de implementar completa y uniformemente el FCTC para implementar políticas efectivas de prevención y control del tabaquismo4 y es probable que se desaceleren los esfuerzos.3
Aunque seis países de la Región de las Américas tienen entre cuatro y seis medidas en el nivel más alto de aplicación, 17 solo tienen entre una y tres medidas y 12 países (Antigua y Barbuda, Bahamas, Belice, Cuba, Dominica, Granada, Haití, Nicaragua, Paraguay, República Dominicana, Saint Kitts y Nevis, San Vicente y las Granadinas) no tienen una sola medida para el control del tabaco en su nivel más alto de aplicación, aun cuando nueve de estos son parte del FCTC.3
En la Región de las Américas, en diciembre de 2016, 10 países (Canadá, Estados Unidos, Panamá, Colombia, Brasil, Argentina, Chile, Uruguay, Costa Rica, Barbados) y alcanzaron el nivel más alto de aplicación, otros 13 países tienen datos representativos para adultos y jóvenes. No obstante lo anterior, es necesario que esta información se recopile a intervalos periódicos máximos de cinco años y advierte que, de los 10 países con un fuerte sistema de vigilancia en las Américas, la mitad son países de altos ingresos.4
P (Protect), proteger a la población de la exposición al humo del tabaco
Esta es una de las medidas más avanzadas en la Región, con 19 países totalmente libres de humo en lugares públicos cerrados, trabajo y transporte público (Canadá, El Salvador, Honduras, Costa Rica, Panamá, Haití, Jamaica, Barbados, Trinidad y Tobago, Colombia, Venezuela, Guyana, Surinam, Ecuador, Perú, Chile, Argentina, Uruguay y Brasil).8
O (Offer), ofrecer ayuda para dejar de fumar
El FCTC establece que el tratamiento del tabaquismo y la dependencia de la nicotina es un componente esencial de cualquier estrategia integral de control del tabaco.4 Canadá, Estados Unidos, México, Panamá, Puerto Rico y Brasil tienen servicios para dejar de fumar y de terapia de reemplazo de nicotina sin costos para el paciente.
W (Warn), advertir sobre los peligros del tabaco
Las medidas del conjunto W son las más avanzadas en la región, donde 18 países (Estados Unidos, México, Barbados, Santa Lucía, Trinidad y Tobago, Jamaica, Guyana, Panamá, Costa Rica, El Salvador, Venezuela, Ecuador, Brasil, Perú, Bolivia, Chile, Argentina y Uruguay) tienen advertencias sanitarias al más alto nivel de aplicación, con gráficos que ocupan 50 % del paquete de cigarrillos. Brasil, México y Venezuela tienen advertencias que ocupan 100 % de uno de los lados principales del paquete de cigarrillos y el 30 % de la superficie del otro lado.3
Solo cinco países (Guyana, Panamá, Surinam, Trinidad y Tobago y Uruguay) han prohibido la exhibición de productos de tabaco en los puntos de venta. Debe recordarse que la exposición de los productos de tabaco en los puntos de venta también es una forma de publicidad y promoción.9
R (Raise), aumentar los impuestos al tabaco
La medida que ha experimentado el menor progreso desde 2008, tanto en el mundo como en la región, ha sido aumentar los impuestos al tabaco. Cada año, en los países latinoamericanos fumar cuesta alrededor de 34 mil millones de dólares en presupuestos de salud.10
Si bien muchos piensan que una solución importante para las economías de los países son los impuestos al tabaco, estos apenas cubren 35 % de los gastos médicos directos que genera el tabaco, independientemente de los costos asociados restantes.3
Conclusión
Los datos presentados muestran que es poco probable que los países latinoamericanos alcancen el objetivo de la reducción relativa global de 30 % establecida en el Plan de Acción Mundial para las Enfermedades no Transmisibles.
Conocer la realidad de cada país en relación con su situación en el combate del tabaquismo es el primer paso para tomar medidas de salud pública que modifiquen esa situación.
La información al respecto debe servir como alerta en la planificación de acciones futuras para el control del tabaco, especialmente donde se recopilaron los datos y se encontró escaso progreso.
Recordemos que ha habido y seguirá habiendo contratiempos, barreras inesperadas, interferencia de la industria tabacalera y obstáculos políticos difíciles de superar. A pesar de ello, cada vez que los consumidores de tabaco consulten en la atención primaria por cualquier motivo deberíamos ofrecerles breves consejos para dejar de fumar, proporcionar una línea nacional de servicios de ayuda de cesación del tabaquismo y una terapia de reemplazo de nicotina a bajo costo o gratuita. De esta manera, la combinación de dos o más de estas medidas permitirá aumentar el éxito para dejar el tabaco.
Es importante que nos comprometamos a garantizar que todos nuestros pacientes estén completamente protegidos del gran daño de la epidemia del tabaco, identificando la reducción del consumo de tabaco como una palanca clave para lograr todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible y no solamente los directamente relacionados con la salud.