Médicos prehispánicos
Un creador universal que forma un hombre de arcilla
y le infunde vida al soplarle sobre su boca o nariz
Lo que conocemos como medicina náhuatl prehispánica proviene de los conceptos procedentes del centro de México, que se originan de una gran tradición indígena y que eran ampliamente practicados al momento de la llegada de los españoles.
La medicina prehispánica nace de creencias mítico-religiosas que tuvieron un auge importante durante los siglos XIV, XV y XVI. En este periodo florecieron importantes centros de desarrollo, entre los que se cuentan Azcapotzalco, Texcoco, Chololian, Xaltocan, Culhuacan, Tlaxcallan, Huexotzinco, Chalco, Xochimilco, Cuitlahuac, Mizquic, Coyoacan, Tlacopan, Coatlinchan, Huexotla, Acolman, Cuauhtitlan y Tlatelolco.1
En la sociedad mexica se encontraba una clase dominante, la gobernante, y, por otro lado, las clases marginadas no contaban con ningún privilegio y servían a los nobles. El calpulli fue la base de la organización social, integrada por diferentes clanes familiares donde la división de las clases sociales se distinguía claramente, en las funciones que desempeñaban en la sociedad como educación y religión.
Estos grupos se denominaban macehuales y pillis: los primeros recibían educación en el telpochcalli, donde ingresaban a la edad de 15 años, se les enseñaban labores del campo y diferentes oficios. Los estudios se finalizaban a los 20 años y los macehuales debían obedecer y someterse a la clase dominante.
Los pillis era la clase favorecida, su educación iniciaba a los 10 años en el calmecac, donde se les instruía de acuerdo con su estatus social de nobles y al término de su educación desempeñaban cargos relevantes como el sacerdocio y la participación en el gobierno.
A partir de los sacerdotes se podía encontrar otra clase social, los h´menes o dicitl, es decir, los médicos prehispánicos, que se desempeñaban como médicos-hechiceros, también conocidos como chamanes; eran ellos propiamente los que atendían las enfermedades físicas y espirituales de la población.2
En el México prehispánico se ha podido identificar un conocimiento médico importante propio de cada cultura, tal es el caso de las medicinas náhuatl y maya, que explicaban las enfermedades dependiendo de las creencias religiosas y resolvían los problemas de salud pública de esa época.
Concepción del ser humano
En ese momento de nuestra historia, el hombre era concebido como un microcosmos que representaba la estructura y el orden de todo el universo; se designaba mediante la palabra tlacatl, que quiere decir “el de en medio”, considerado como el ser supremo o criatura de los dioses, que en su interior contenía partes celestes y otras pertenecientes al inframundo.
Con base en estos conceptos, los órganos de la caja torácica eran de suma importancia, tal es el caso del diafragma, considerado como la superficie de la tierra, junto a los pulmones y el corazón. Se creía que los órganos que se dirigían al vértice del cráneo pertenecían a los cielos, región conocida como ilhuicatl, mientras que el abdomen, la pelvis y los miembros inferiores representaban los pisos y parte del inframundo.
La función del cuerpo se entendía como una unidad y su equilibrio se establecía por las relaciones existentes entre el cielo y el inframundo. Esto explica la gran relevancia de las partes del cuerpo que se encuentran próximas al diafragma, conocidas como la región anatómica más perfectamente humana por el hecho de corresponder al centro del cuerpo.2,3
Enfermedades infecciosas
Se pensaba que las diferentes enfermedades que aquejaban a la población eran originadas por diferentes deidades. El castigo de los dioses y las enfermedades se debían primordialmente a la violación del orden establecido por la desobediencia a los mandatos de las divinidades, el olvido de los deberes religiosos, suspender el ayuno y por llevar a cabo relaciones sexuales en días prohibidos.
Un buen tratamiento médico se encaminaba a tratar las causas y los síntomas de las enfermedades, pero, sobre todo, a neutralizar la ira de los dioses y de los seres malignos. El cuerpo del hombre es concebido como un universo; su equilibrio es salud y su ruptura es enfermedad.4
En esa época no se tenía el concepto de enfermedades infecciosas, aunque sí la concepción de contagio. Severas epidemias en el siglo XVI asolaron a México y produjeron la muerte de nueve de cada 10 indígenas; el panorama se agravaba con la coincidencia de inundaciones, plaga de langostas y, como consecuencia, la pérdida de gran parte de las cosechas.
Respecto a las enfermedades respiratorias se tenían relatos de enfermos que presentaban una expectoración con sangre y dolor en el pecho. Haciendo referencia a la palabra tezaucocoliztli , la cual se traduce como tisis, que significa consumación o consumirse, los chamanes refirió que estos males se originaban de una llaga en los pulmones; para esta enfermedad se utilizaban plantas medicinales como el tolohuatzihuitl, tetlahuitl y ezpahtli, con las cuales, combinadas con minerales y partes de animales, se preparaban infusiones que calmaban los dolores de los enfermos. Este padecimiento afectaba las vías respiratorias y por la descripción de la enfermedad pudiera haberse tratado de tuberculosis; es importante recordar que se han identificado lesiones de tuberculosis de las vértebras (mal de Pott) en esqueletos prehispánicos.
A las epidemias se les llamaba cocoliztle, que significa enfermedad, pero cuando eran muy severas se les denominaba hueycocoliztle, que quiere decir “la gran enfermedad”. Se tiene conocimiento de una gran epidemia de “catarros pestilenciales”, entre 1450 y 1454 en Tenochtitlán y en el reino de Tula, la cual ha sido identificada como una probable influenza epidémica, de la que se describe que inició cuando la cabeza de un individuo maléfico se empezó a podrir después de ser arrojada a un barranco y su hedor se difundió, contaminando al aire y haciendo víctima a toda la población, la cual casi se extinguió.3
No se conocen las características de estas epidemias, pero posiblemente fueron tifo exantemático o bien enfermedades infecciosas en vías respiratorias, que influyeron en el importante decremento de la población.
Códice de la Cruz-Badiano
En el México prehispánico existían vendedores de plantas a los cuales se conocía como chichimecas, que tenían como función preparar una gran variedad de medicamentos tradicionales. Se conocía una gran diversidad de plantas medicinales, el Códice de la Cruz Badiano habla de 272 variedades de plantas; en Historia General de las Cosas de la Nueva España se mencionan 120 plantas; en el Códice Florentino, 142 plantas; y en el Códice Matritense, 63 plantas medicinales.
La búsqueda y la selección de las plantas curativas marcó el desarrollo de la medicina, se conocieron las propiedades curativas de algunos vegetales, logrando diferenciar los tóxicos de los medicinales e identificar sus efectos en animales y humanos; este conocimiento fue adquirido sobre la base del ensayo y el error. A través de la historia numerosas culturas se han encontrado grandes beneficios en el uso de las plantas medicinales; este conocimiento se ha transmitido en forma oral, de generación en generación y en algunas ocasiones de manera escrita.
En México, gran parte del conocimiento sobre el empleo de plantas medicinales se debe al trabajo de fray Bernardino de Sahagún, quien llegó a la Nueva España en 1529 y reunió información de enfermedades y sus remedios a base de emplear plantas medicinales. Las prácticas medicínales indígenas eran consideradas por los españoles como conjuros, ritos y ceremonias que horrorizaban al evangelizador que buscaba purificar las almas de los nativos.
Tal vez la obra más importante que documenta información sobre plantas medicinales sea Libros sobre las plantas medicinales de los indios, de 1552, escrito en náhuatl por Martín de la Cruz y traducido al latín por Juan Badiano, ambos alumnos del Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco. El códice se divide en 13 capítulos, empieza con enfermedades que abarcan desde la cabeza hasta los pies y hace referencia a enfermedades sistémicas; el cuarto y el quinto abordan los tratamientos relacionados con enfermedades del tracto respiratorio, un ejemplo es la cura del catarro:
..quien tenga coriza o catarro, deberá oler hierbas de atochietl y tzonpilihuizxihuitl de esta manera, será aliviado de la enfermedad.
Otro ejemplo se refiere al calor de garganta:
...refrescan el calor de garganta las hojas de teamoxitl y tlanexti molidas en agua juntamente con el tallo de la juncia llamada tolpatlactli, tomar este líquido así mezclado entre los dientes sin tragarlo.
Un ejemplo más es la medicina para tratar el esputo con sangre:
...para los que escupen sangre, será útil beber esta pócima hecha de tallo de tlacoxiloxochitl, nuestro pimiento, piedra de teoxihuitl y chichiltictepachtli, hueso de mono, incienso blanco y dos claras de huevo”.
Para preparar la pócima, todo se molía en agua y se cocía; se debía de ingerir antes de comer.5,6
Cada remedio es descrito ampliamente en el Códice de la Cruz-Badiano, cuenta con una tradición ancestral y se basa en experiencias empíricas de los médicos prehispánicos que intentaban aliviar las enfermedades de esa época.
En el siglo XV, la población indígena del altiplano Central oscilaba entre seis y 25 millones de habitantes, que tendió a disminuir a lo largo del siglo XVI. Tal disminución se debió a las guerras de la Conquista y a epidemias como el cocoliztle, que duró de 1546 a 1575.7
De las epidemias del siglo XVI hemos pasado a la pandemia que estamos sufriendo ahora, con 50 517 muertos al cerrar nuestra información. Aun cuando la Organización Mundial de la Salud ha indicado que no existe un tratamiento efectivo para COVID-19, se siguen utilizando remedios caseros como tomar ajo, aceite de sésamo, té verde, baños calientes con ajo y cúrcuma, aceite de árbol de té, limón, rábanos hervidos o café.