A finales del siglo XIX, el paisaje urbano de Ciudad de México se caracterizó por presentar una dilatada diversidad arquitectónica. De forma novedosa, entre los edificios de toda índole se construían modernas instalaciones de soporte urbano que reorganizaron su funcionamiento y expansión. Con el tiempo y de forma inesperada estas infraestructuras también contribuyeron a transformar el paisaje, al modificar el equilibrio ecológico. El actual estado ruinoso de uno de esos componentes, la casa de bombas Nativitas de 1905 en Xochimilco es testimonio de esos legados; y se convierte en un elemento de reflexión en torno a qué es lo que consideramos patrimonio y cómo conservarlo.
A través de la revisión de lecturas como Memoria Descriptiva de las Obras de Provisión de Aguas Potables para la Ciudad de México,1Semblanza Histórica del Agua en México,2Precursores del urbanismo en México3Concreto Armado Modernidad y Arquitectura en México,4Les Patrimoines De L’eau,5 entre otros, con la recolección de información histórica en el Archivo General del Agua, el Acervo histórico de la Ciudad de México, el Acervo histórico del Palacio de Minería de la UNAM y de la Biblioteca Nacional, entre otros, así como la investigación de campo en la casa de bombas de Nativitas se planteó un investigación histórica cualitativa, descriptiva y valorativa.6
La deficiencia de la infraestructura en la ciudad finales del siglo XIX
El suministro de agua a las ciudades siempre ha desempeñado un papel importante en su historia. En el caso de lo que ahora es Ciudad de México, desde la época prehispánica obras como el albarradón, los acueductos, las cajas de agua, los pozos artesanos y las fuentes públicas representaron mecanismos que dieron solución al abastecimiento de agua.
A mediados del siglo XIX el abastecimiento de agua a Ciudad de México comenzó a ser insuficiente, fue en aquel momento que se vinculó con otras problemáticas como el saneamiento y el drenaje y se entendió como una creciente crisis sanitaria. En ese sentido se ligaron los problemas sociales con los problemas ambientales.7 De esta forma, la amenaza social comprendió a la pobreza, el crecimiento urbano y la migración. Mientras que el riesgo ambiental correspondió con las limitaciones de una cuenca lacustre cerrada.
Para finales del siglo XIX se afirmaba que las enfermedades eran causadas dentro de un entorno social afectado por factores ambientales.8 El acelerado aumento demográfico que experimentó la ciudad durante los primeros años del siglo XX estimuló la carestía de agua y fomentó esta crisis sanitaria. En ese sentido, se comprendió que la deficiencia en los servicios de infraestructura urbana existentes del saneamiento, el drenaje y el suministro de agua eran los causantes principales del ascenso de este problema.
Particularmente, el reto de la distribución hidráulica incluía el desecamiento y la escasez parcial de las fuentes de abastecimiento comunales, la creciente contaminación del agua al conducirse por las atarjeas y los innumerables acueductos a cielo abierto. La distribución añadía la falta de mantenimiento y continuidad de las obras públicas. Por su parte, el servicio público presentaba en sus trayectos cambios de presión, una limitada red de repartición, así como una austera dotación con las fugas y desvíos de los cauces principales.9
La búsqueda de nuevos abastecimientos propició el desarrollo de una nueva infraestructura hídrica novedosa, que incluyera planificación urbana, arquitectónica, constructiva y tecnológica, y que por su magnitud se diferenció de los trabajos previamente realizados en materia de abastecimiento de agua para la ciudad. Se formuló una solución higienista integral de distribución del agua. El proyecto propuso el análisis sobre la calidad y la dotación de los lagos, los manantiales y ríos circundantes a la ciudad que resultaran fuentes de abastecimiento viables.10 Además, se planteó un sistema que garantizara la calidad física, química y bacteriológica del agua mediante la potabilización. Este proceso controlaría tres elementos: el higiénico, que no admitiera riesgo para la salud humana; el estético, que vigilara los factores físicos de las aguas con su color, su olor, su turbiedad y su sabor; la operatividad, que debía relación con la dotación hídrica, la maquinaria11 y las instalaciones.12
Con la introducción de los conceptos higienistas en este sistema urbano se integraban los procesos industrializados de extracción, gestión y distribución del agua, y se incluía a las condicionantes geográficas de la ciudad, como el encauce entre las diversas altitudes lacustres y la distancia hacia la ciudad, lo que acrecentó los retos a la arquitectura, la construcción y la tecnología de la época. De esta manera se mejoraban las medidas preventivas que resolvían epidemias, y se transformaban en normas gubernamentales y ciudadanas.13
Al comienzo del siglo XX, la construcción de esta modernidad urbana reemplazaba los abastecimientos colectivos de agua al aire libre, se reducía la mortalidad y se aumentaba el suministro de agua. Esta trascendencia no sólo favorecía el desarrollo social y urbano, también contribuía con una creciente cultura tecnológica.
Las innovaciones del abastecimiento en la ciudad al comienzo del siglo XX
Las prácticas modernas higienistas del abastecimiento de aguas se mostraron en Ciudad de México a comienzos del siglo XX, destacándose el proyecto del Ing. Manuel Marroquín y Rivera, que establecía a las aguas de los manantiales de Xochimilco con las condiciones suficientes para un nuevo suministro de agua.14 Su propuesta abarcaba la captación y el acueducto de Xochimilco, el almacenamiento en Chapultepec y la repartición urbana.15
El proyecto aprobado en 190316 por el H. Ayuntamiento de la Ciudad de México agregó aportaciones de una Comisión Especial integrada por especialistas en el saneamiento y el drenaje urbano, como los ingenieros Luis Espinosa y Roberto Gayol.17 Su reorganización técnica guió la experiencia constructiva y la dependencia operativa entre las infraestructuras urbanas. Luego, la electrificación se sumó a la tecnología y la conservación hidrológica forestal promovió la conservación de los recursos naturales.18
La ejecución de la obra se llevó a cabo de octubre de 1903 a junio de 1905, con un equipo constructor de 74 profesionales organizado por los ingenieros Manuel Marroquín y Rivera, Carlos Daza y Fernando Arechavaleta. En la delimitación de esas obras se ejercieron decretos autorizados19 por el ayuntamiento local y por la legislación federal para expropiar las aguas potables y los edificios para el alineamiento de las calles, el Código Sanitario de los Estados Unidos Mexicanos, y el Reglamento de Obras Públicas de la municipalidad de México, entre otros. Esto delimitó la extensión de la obra con predios, derechos de paso y cruces entre avenidas.20
Además, debido a las necesidades urbanas compartidas con otras infraestructuras, se especializaron diversas leyes sobre propiedad, uso y gestión del agua. La territorialidad de estas obras comprendió al medio lacustre de Xochimilco, y el conjunto construido21 desde Xochimilco, la colonia Condesa, Chapultepec hasta Ciudad de México.22 Su operatividad desarrolló dos labores primordiales: el aprovisionamiento y la distribución.
El primero precisó cuatro instalaciones relativas a cada manantial potable de Xochimilco: la casa de bombas no. 2 situada en la Noria, la no. 3 en Nativitas, la no. 4 en Santa Cruz, y la no. 5 en San Luis (Figura 1). Estas edificaciones, construidas entre 1905 y 1908, formaron el primer dominio higienista de las aguas. Cada estación incluía elementos adicionales como la casa del maquinista, el vertedero, el bosque de recuperación ambiental y los lavaderos comunales.
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Fuente: Manuel Marroquín y Rivera, Plano del Archivo Histórico de la Ciudad de México.
Figura 1 La calidad del agua de los lagos de Xochimilco y Chalco aseguraron la dotación de agua a la ciudad. Plano topográfico que muestra los principales manantiales del lago de Xochimilco, 1902.
Por su parte, el agua recolectada fluía dentro de un innovador acueducto ovoide cerrado de ferrocemento edificado en las mismas fechas. Un condicionamiento geográfico fue la pendiente diferenciada de la ciudad de 50 metros de altura desde las fuentes de abastecimiento hasta la ciudad, lo que permitía que la gravedad impulsara el agua en el trayecto.
Diversas columnas de ventilación mantenían la dirección y la higiene del agua, además definían el recorrido general y el mantenimiento autónomo respecto a la obra.
La casa de bombas no. 1 en la colonia Condesa, edificada entre 1908 y 1910, envió el agua a la parte más alta de la ciudad, en Chapultepec, para ayudar la repartición por gravedad. Posteriormente, la distribución se reorganizó con una cámara de válvulas que recibió, contuvo y bajó las aguas. Para optimizar este control, de 1907 a 1909, se construyeron cuatro depósitos subterráneos cerrados y conectados entre sí, que regularon tanto el caudal de agua como la reserva temporal del excedente. Cada elemento remató con una superficial torre de entrada para acceso, mantenimiento y ventilación.23 Luego, las aguas que bajaban de Chapultepec se recogían en la cámara de distribución en Tacubaya; de ahí iniciaba la repartición urbana. Ésta se derivó del estudio de los diversos usos del agua, como doméstico, comercial, industrial y público.
Así se estableció un circuito principal regular de norte a sur y de oriente a poniente. Además, la obra se economizó con la adaptación de la antigua red de cañerías, pero los nuevos tramos regularizaron y reorganizaron a la ciudad (Figura 2).
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Fuente: Manuel Marroquín y Rivera y Carlos Daza. Clasificación CGF.DF.M6. V5.0364-2.2, Mapoteca Manuel Orozco y Berra.
Figura 2 Se muestra la extensión del sistema de abastecimiento. Proyecto de abastecimiento de aguas con el acueducto de Xochimilco, 1901.
En este moderno complejo monumental se desplegaron componentes urbanos, arquitectónicos, constructivos y tecnológicos conectados con ductos subterráneos. Con los años, debido al crecimiento urbano, se sumaron sistemas de aprovisionamiento y comenzaron las obsolescencias. Mientras la renovación operativa integraba a la tecnología con los nuevos suministros, las instalaciones obsoletas tardaron al menos dos décadas para iniciar una transformación patrimonial.24
Si bien fue crucial el higienismo y la sanidad de la cuenca, no lo fue tanto la conservación de su sistema lacustre natural. Ya en el imaginario ambiental sobre la cuenca lacustre del siglo XIX se contraponían las posturas de conservación y aprovechamiento.25 Con la explotación del entorno natural en mente, los medios para resolver los problemas ambientales y sociales se convirtieron en una cuestión de practicidad inmediata
Así, las obras de abastecimiento26 contribuyeron con el impacto ambiental27 sobre el ecosistema lacustre de la Cuenca de México.28 La desecación fortalecida con el saneamiento redujo la calidad general del suelo, permitiendo asentamientos estructurales en los edificios a escala urbana. Por su parte, las crecientes contradicciones sociales y medioambientales demostraron que la infraestructura hídrica terminó siendo parcial y excluyente, tanto espacial como socialmente, para las clases menos privilegiadas.
La envolvente arquitectónica de un motor eléctrico
El abastecimiento de agua fue un proceso continuo desde las fuentes de captación hasta la distribución urbana; aunque se desarrollaron distintos procesos sistémicos, ha merecido la pena distinguir a la captación de las aguas. En ese sentido sobresalió la casa de bombas de Nativitas en Xochimilco, construida entre 1905 y 1908, entre las cuatro casas de suministro edificadas en el periodo de 1900 a 1917.
El emplazamiento natural se halló comprendido por las cristalinas y abundantes aguas brotantes29 de Nativitas, formadas por un conjunto de manantiales menores y diversas ciénegas en las tierras bajas,30 ubicadas al sur del lago de Xochimilco y cercanas a las faldas del Ajusco.31 Su calidad y dotación las hacían candidatas a la potabilidad, de ahí la necesidad de diversas instalaciones especializadas. Esta edificación conformó una tipología arquitectónica, constructiva y funcional para la que no existían referencias previas. Su operatividad consistió en unas precursoras mecanización y automatización para la captación de agua. Un elemento innegable fue el emplazamiento natural que prefiguró el espacio en cada componente a manera de una tipología en ciernes.
Con la integración de una arquitectura técnica estética y un monumento ecléctico funcional no sólo se conservaba el monumental estilo académico, también definía su propia extensión territorial construida. 32 Con el tiempo, estas instalaciones se han transformado en edificios operativos de espacialidad mínima. En este cambio radical, las obras de principios del siglo XX refuerzan su carácter único y pionero.
La arquitectura técnica de una casa de bombas
La casa de bombas Nativitas no fue un elemento unitario, compartió el emplazamiento funcional que incluía un jardín, un huerto o semillero local, la casa del maquinista y las vías de un tranvía. Inmediato estaban el vertedero de descarga, el acueducto general, el bosque conservador de las aguas y los lavaderos comunales; más alejado se encontraba el pueblo de Santa María Nativitas y el centro de Xochimilco.
El dominio de las aguas del manantial perseguía dos objetivos: el control de la contaminación y la contención de los afloramientos naturales de agua. La construcción de estas instalaciones desarrolló una arquitectura técnica33 en dos plantas: el sótano albergaba la maquinaria extractora y el brocal limítrofe del manantial; la planta baja zonificaba el área eléctrica de apoyo, los registros de las galerías y la maquinaria de carga y mantenimiento (Figura 3). La experiencia resultante permitió el desarrolló de la tesis profesional del Ing. Alfredo Alvarado.34 Con la interpretación espacial higienista35 se vinculó el dominio operativo, visual y ambiental. De esta forma la ventilación, el soleamiento, la altura y las áreas verdes36 también aportaron a su vocación37 de infraestructura urbana.
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Fuente: Manuel Marroquín y Rivera.
Figura 3 Al fondo el área eléctrica de la maquinaria y en primer plano el brocal del manantial.38 1914. Interior de la Planta de Bombas no. 3. en Nativitas
Además, sus proporciones se definieron con el alojamiento de una bomba centrífuga39 electrificada40 que impulsaba el transporte del agua hasta el conducto general situado a mayor altura. Así imperó la operatividad de la maquinaria en el diseño de los espacios, ya que sus requerimientos técnicos definieron tanto los volúmenes necesarios de las galerías de contención como de las cámaras de palastro.41 No sólo su aislamiento local preservó el agua potable, también resaltaba su carácter monumental de estilo.
En ese sentido, la amplitud espacial se valió de la tecnología del concreto42 y sus sistemas estructurales, entre los que sobresalieron el cajón de cimentación, las armaduras de hierro revestido en concreto portantes de dos cubiertas a dos aguas, el ferrocemento en las losas, los bloques en los muros, así como los diversos revestimientos y decoraciones (Figura 4).
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Fuente: Manuel Marroquín y Rivera.
Figura 4 Planos de edificación de la casa de bombas Nativitas. Obras de provisión de aguas potables para la Ciudad de México. Estación de bombeo no. 3 Nativitas,1914.
Algunos elementos se consideran prefabricados porque se fabricaron en lugares distintos a obra. De manera que los talleres de obra, los almacenes de materiales y los respectivos procesos de construcción tuvieron que organizar el traslado de estos productos constructivos. Así se relacionaron los medios de carga y transporte, con las grúas móviles y el tranvía, en función de las condiciones del emplazamiento rural. Esta subestructura de la infraestructura permitió una eficiente operatividad constructiva.
Además, se utilizó maquinaria innovadora para tareas específicas, como concreteras, bloqueras, cimbradoras y moldeadoras. Con esta modernidad, que hizo hincapié en la funcionalidad, la racionalidad constructiva y la eficiencia, no sólo se mejoró la calidad de los elementos constructivos, también se optimizó el trabajo de construcción. Estos cambios demuestran una creciente cultura tecnológica en el incipiente siglo XX.43
Una peculiaridad constructiva hallada en Nativitas fue la interpretación de un cimiento compuesto, que incluía al cajón de cimentación44 y la dala base de los muros perimetrales que delimitaron la planta baja (Figura 5). Esta solución experimental, aunque completó una unión por superposición de elementos, no fue estructuralmente monolítica.45
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Fuente: Manuel Marroquín y Rivera.
Figura 5 El brocal octagonal delimitó al manantial brotante y delimitó el diseño perimetral del edificio.46 El pozo de captación de Nativitas en construcción, 1914.
Los muros compuestos interiores, por su parte, partían de una capa de reestructuración de ferrocemento de 7 cm de espesor. Se añadió una capa original de concreto de 7 cm de espesor, que servía de unión entre los materiales del revestimiento exterior, los elementos decorativos y el revestimiento interior.47 Por último, se alternó verticalmente un grosor entre los 60 y los 40 centímetros mediante diferentes revestimientos.48
Así, la inclusión de materiales y productos de construcción modernos entre los elementos decorativos, arquitectónicos y estructurales ha contribuido en la reforma de los procesos de construcción tradicionales. Asimismo, a los materiales de construcción se añadieron el tabique colorado, 49 tabique de arena, piedra chiluca y cantera gris, así como los elementos necesarios para la elaboración de diversos morteros de unión.
El carácter monumental historicista de una casa de bombas
La casa de bombas Nativitas es un monumento historicista ecléctico50 que compartió el estilismo del resto de las casas de bomba y de la infraestructura hidráulica prevaleciente de la época.51 En ese sentido, los diseños elaborados por el Ing. Alberto J. Pani desarrollaron una estética racional.52
Si un ornamento organiza formas, funciones e identidad,53 la composición de este monumento ecléctico54 se encontró en estricta concordancia con la fachada y su esquema de desplante completaba una traza de cruz latina. Por su parte, la fachada, que tomó prestado el estilo románico, desarrolla muros bajos de recogida pluvial y muros aguilones crecientes con acabado aparente en aparejo de tabique55 de valiosa calidad.
Las fachadas sur, oriente y poniente completan un muro hastial rematado con su banda lombarda escalonada; si bien estos elementos rigidizan paredes, y decoran un muro ciego, en el inmueble sólo logró el aspecto estético (Figura 6).56
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Fuente: fotógrafo no identificado. Postal colección de la autora.
Figura 6 Edificio planta de agua Xochimilco, circa 1920.
Así, los muros perimetrales partieron del basamento (zoclo ―piedra brasa―, talud ―piedra brasa― y repisón ―cantera―); continuaron con un macizo aparente (hiladas variadas entre tabique rojo y bloques de cemento). Se alternaron diversos vanos monumentales con carpintería y cristal. Se remató en el muro un cornisamento perimetral de tabique (arquitrabe, friso ―azulejo― y cornisa) que recibió la intersección entre dos techumbres a dos aguas, y recogió el escurrimiento de las aguas de lluvia drenadas con gárgolas esquineras que desaguaban sobre el jardín.
La estética ecléctica finalizó con elementos decorativos como ménsulas, botaguas y derrames de las ventanas, así como recubrimientos de tejas planas, pisos y remates (Figura 7).
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Fuente: Miret. Postal colección de la autora
Figura 7 México, Xochimilco, Provisión de aguas. Casa de máquinas, circa 1920.
Además, su carpintería precisó jerarquizar entre diseño, ubicación y funcionamiento. Se diseñaron molduras y enmarcamientos rectangulares con chambranas estriadas perimetrales a los vanos. Fueron cuatro ventanas distribuidas a lo largo de las fachadas que jerarquizaron la ubicación y el funcionamiento: principal, secundaria, de escotilla y óculo. Los patrones repetitivos y modulares incluyeron apliques y molduras estilizadas, sumados sus accesorios de seguridad.
Los marcos de las puertas estaban decorados con incrustaciones y molduras sencillas al exterior y elaboradas al interior. Sólo había un tipo de puerta, la principal, situada en la entrada principal y en la trasera. La comunicación directa permitía funcionalidad del espacio y dominio visual; su tamaño facilitaba la movilidad de maquinaria. Los patrones modulares eclécticos históricos de gusto57 no se delegaron a pesar de tratarse de infraestructura. Esta interacción entre acabados, colores, texturas, así como el juego de paños completaron la estética ecléctica historicista.
Los cambios prácticos de operatividad y renovación en la casa de bombas Nativitas
La infraestructura hidráulica con todos sus componentes ha mostrado un carácter físico permanente a pesar de su obsolescencia. Los cambios entre ampliaciones, renovaciones y patrimonio no pasan desapercibidos con el transcurso del tiempo. En ese sentido, las modificaciones operativas, entre reparación y mantenimiento comenzaron con la delimitación de las horas de servicio, la disminución de presión y la demanda urbana.58 Además las instalaciones se vieron afectadas con la experimentación en el uso del concreto, así como por hundimientos diferenciados y grietas provocadas por sismos.
La casa de bombas Nativitas, entre 1908 y 1951, protegió la potabilidad y extracción de agua en el aprovisionamiento. Con el tiempo, se redujo la correspondencia entre el suministro y la demanda urbana, limitando la vida útil de sus instalaciones. Para 1960, con la escasez del suministro, se confinó su servicio al ámbito local.59 Así, la obsolescencia de la tecnología extractiva dominó cada sustitución operativa.
En 1974 se consideró como un espacio obsoleto cuando agotó las aguas del manantial,60 convirtiéndose en una bodega. Con el cierre de las fuentes de suministro de Xochimilco se admitió no sólo el deterioro de un espacio físico, sino el cese de una extracción hídrica que brindó agua por más de 50 años a la ciudad. Para el caso de las modificaciones patrimoniales, desde 1987, la casa de bombas de Nativitas es un inmueble histórico de relevancia tecnológica dentro del perímetro de actuación de la Declaración de Xochimilco como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
De esta distinción internacional se han derivado los beneficios prácticos de sus intervenciones patrimoniales. Así, el cambio funcional como equipamiento cultural identificó las cualidades estéticas y espaciales de una arquitectura académica historicista, que relegó a la innovación tecnológica de la arquitectura técnica desarrollada.61
La biblioteca José Revueltas funcionó entre 1987 y 2013. Su renovación62 retiró maquinaria, amplió la sala de lectura, canceló accesos y tuberías en sótano. Por cada sustracción se perdió la legibilidad operativa de la arquitectura técnica.63 Si bien esta práctica aísla e idealiza la esteticidad histórica de cualquier arquitectura también se aleja de la conservación del patrimonio cultural.
El estado ruinoso de la casa de bombas comenzó con la degradación ambiental causada con la pérdida de los manantiales, provocándose una creciente desconsolidación del terreno. Los hundimientos diferenciales de los cimientos no unificados revelaron la composición de acabados, muros perimetrales y estructura. Así, la paradoja sobre el entorno hídrico que creó el edificio, con su ausencia, aceleró su degradación física (Figura 8).64
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Fuente: colección de la autora.
Figura 8 Desde la fachada principal se muestra el estado ruinoso y las intervenciones inconclusas. Fachada principal de la casa de bombas Nativitas. Nativitas, febrero de 2020.
En la casa de bombas de Nativitas se muestra una evolución de los enfoques teóricos de sus intervenciones patrimoniales65 que definieron cada punto de partida histórico. En todos los casos, pasan a un segundo plano las cualidades de un terreno lacustre desecado.66
Además, el inmueble se encuentra en exposición al riesgo sísmico, ya que la cuenca de México se localiza en la interacción de cinco placas tectónicas, y la ribera sur del lago de Xochimilco es una zona de alto riesgo con suelos colapsables sujetos a asentamientos y agrietamientos (Figuras 9a y 9b).67 Así, los efectos sísmicos como el de 2017 y del 2019, entre asentamientos diferenciales, fisuras, grietas y fracturas, acrecentaron los daños por defectos constructivos del concreto precursor (Figuras 10a y 10b).68
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Fuente: colección de la autora.
Figura 9 a Detalle de dos grietas exteriores de la casa de bombas Nativitas, la primera de la fachada principal oriente y la segunda de la fachada posterior poniente. (9b) con los daños también se observa el espesor de los acabados aparentes, se acusa el concreto. Nativitas, febrero de 2022
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Fuente: colección de la autora.
Figura 10 a Deformaciones estructurales en las armaduras portantes de la cubierta de la casa de bombas. (10b) por los daños se observa el uso del hierro revestido de concreto en armaduras y viguetas. Nativitas, febrero de 2022.
Cuando se contrapone lo construido con lo destruido de una modernidad fragmentada, también se borra parte de la memoria histórica del suministro de agua. Así, el estado actual de la casa de bombas Nativitas muestra la decepción de las promesas incumplidas de un moderno suministro69 en Ciudad de México de comienzos del siglo XX. Esta actitud paradójica de decadencia ante el progreso técnico hizo ver que la riqueza perdurable del agua de Xochimilco fue en realidad limitada y vulnerable.
La condición patrimonial de Xochimilco va de la mano con el emplazamiento actual y reúne el bosque, el pueblo, el canal y el embarcadero Nativitas, así como el emblemático edificio “Los Manantiales”.70 Estos elementos aislados destacan en el pintoresco paisaje local, pero su integración revela la memoria cultural tecnológica que hizo posible la dotación urbana por más de medio siglo y se incluye el desecado del lago de Xochimilco, sus manantiales y la red de canales derivados.71
Hoy, el paisaje lacustre de la cuenca de México es un remanente del suelo de conservación natural y tradicional.72 Si bien la casa de bombas no adquiere más valor porque se encuentra en Xochimilco, con la minimización de su memoria tecnológica histórica se vela su contribución a la transformación del entorno ecológico lacustre local. Así se encuentra en concordancia con las normativas de integración de la UNESCO, que establecen que un bien cultural tiene valor no sólo de manera aislada, además incluye la relación con su entorno y la función que desempeña en éste.
Consideraciones finales
El abastecimiento de agua en Ciudad de México entre 1903 y 1917 combinó ideales higienistas en la modernidad urbana. Con los años, paralelo a su operatividad contribuyó con un cambio ambiental en la Cuenca de México. Sus aportaciones urbanas, arquitectónicas, constructivas y tecnológicas, incluida la transformación del paisaje lacustre, trascendieron como patrimonio cultural. Su modernidad acercó una revolución cultural que sustituyó a las fuentes comunales abiertas por un sistema cerrado y controlado de abastecimiento.
Su distribución uniforme no sólo reguló la calidad y el suministro de agua, sino que transformó una obra pública en un servicio público. El componente casa de bombas de Nativitas de 1905 en Xochimilco, participó de estas particularidades.
Su arquitectura monumental ecléctica aprovechó diversificaciones del concreto, su arquitectura técnica materializó un espacio funcional determinado por un motor eléctrico. La obsolescencia originada con el desecamiento del manantial en 1975 provocó la desconsolidación del suelo y su progresivo deterioro constructivo. Esta construcción precursora en el uso del concreto se vio agravada por efectos sísmicos y se ha acompañado de problemas estructurales en los cimientos, muros y cubiertas. Así, el estado ruinoso de la casa de bombas Nativitas en la actualidad es un testimonio que contribuye a reflexionar sobre qué significa el patrimonio arquitectónico moderno y nos auxilia en apreciar el valor del sitio como testimonio de un territorio dañado, en desequilibrio ecológico.