En las últimas décadas las aportaciones de las mujeres en la arquitectura y en disciplinas transversales han tenido especial foco de interés para los investigadores. Por ejemplo: se ha desvelado el papel que desempeñaron las profesoras y las estudiantes en la Bauhaus; han salido a la luz pública las colaboradoras o socias en reconocidos talleres de arquitectura -Aino Marsio, Florence Schust- y el trabajo individual de arquitectas -Lina Bo Bardi, Jane Drew- entre muchas otras, cuyas obras han constituido grandes aportaciones a la arquitectura.
A su vez, la arquitectura del paisaje, en los últimos años, ha sido el foco de interés de algunos investigadores y entidades gestoras del patrimonio moderno.1 Poco se ha escrito sobre los protagonistas que abonaron con sus proyectos a definir lo que es un jardín moderno desde la disciplina de la arquitectura, el paisajismo o de forma autodidacta. Aún más el papel de las mujeres “En el ámbito latinoamericano, la historia de las mujeres arquitectas paisajistas es mucho más corta y de menor influencia en comparación con el panorama norteamericano.”2 Podríamos mencionar el trabajo Lota de Macedo Soares (1910-1967) y Rosa Grena Kliass (1932) en Brasil, ambas con formación de arquitectas cuya obra se ejerció en forma paralela al trabajo del reconocido paisajista Roberto Burle Marx (1909-1994).
Esta investigación entronca, con ambos ámbitos de estudio, la reivindicación de las mujeres en el mundo de la arquitectura y el estudio de los jardines modernos. La investigación se centra en el legado de la arquitecta Ana Beatriz Ashida Ochoa (ca.1925-1997) en Guadalajara, Jalisco, México, quien dedicó su trabajo profesional al arte de la jardinería y el paisaje.
Beatriz Ashida nació en Tecatitlán, Jalisco, y vivió en Guadalajara hasta que decidió mudarse a Ciudad de México a estudiar diseño de interiores. Por motivos familiares tuvo que regresar a Guadalajara y fue entonces cuando se inscribió, en 1952, en la recién fundada Escuela de Arquitectura de Guadalajara.3 Ahí conoció al arquitecto Horst G. Hartung Franz (1919-1995), con quien contrajo matrimonio en 1954. Sus estudios se prolongaron por mucho tiempo, finalizándolos en 1964, y un año después se tituló con la tesis Los espacios verdes en Guadalajara.
Una vez titulada comenzó a impartir clases de manera intermitente, entre 1965 y 1974, la asignatura Espacios Verdes.4 En forma paralela a la docencia, Beatriz Ashida realizó de modo autodidacta investigaciones sobre la historia, la teoría y composición de los jardines. Entre sus libros de cabecera destacan la jardinería japonesa, la obra Roberto Burle Max y el libro Western Garden Book para referencias técnicas.5 Sus vastos y dilatados viajes con su familia alrededor del mundo le permitieron formar un gran acervo fotográfico sobre jardines, espacios públicos y paisajes naturales.
Beatriz Ashida comenzó su carrera profesional colaborando con su esposo, el arquitecto Hartung, en 1955. Sobre todo, proyectaron juntos casas habitación y, además, Ashida diseñó los jardines. Los proyectos paisajísticos de Beatriz Ashida tienen como influencia su ascendencia japonesa, se contextualizan en el periodo de auge de la arquitectura moderna en la capital tapatía y en un ambiente local que buscó la reivindicación de lo propio o el arraigo al lugar. Desde esa perspectiva se puede comprender la creación de sus jardines.
Para la investigación se utilizó el método biográfico, tratando de integrar las etapas de su trayectoria profesional, centrándose en la teoría y la práctica de la arquitectura del paisaje. El recorrido por sus principales características permite comprobar la relevancia de su trabajo en su tiempo y en el contexto tapatío, pero a la vez ponerlo de manifiesto en un ámbito nacional. Para el trabajo se consultaron archivos de fuentes primarias y la recopilación del material publicado por Beatriz Ashida, así como la realización de una serie de entrevistas.
Fuente: Cortesía Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), Fondo documental Hartung-Ashida de la biblioteca “Dr. Jorge Villalobos Padilla S.J.”
El artículo se divide en tres apartados: el primero es un breve relato de la fundación de la escuela de arquitectura de la Universidad de Guadalajara, para explicar el contexto en el que se formó y colaboró. El segundo aborda su trabajo de investigación, docente y sus principales aportaciones al tema de la jardinería y el paisaje. Un último apartado es el análisis de su obra; ésta se decidió organizar en tres escalas: la escala de ciudad (proyecto no realizado), el espacio público y la escala doméstica. Sin duda alguna, este primer acercamiento a su obra abre un camino a un estudio más exhaustivo y profundo.
La Escuela de Arquitectura de la Universidad de Guadalajara
Ignacio Díaz Morales fue el artífice y promotor de la fundación de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Guadalajara, en 1948. Esta fue la tercera escuela fundada en México después de la Real Academia de San Carlos en Ciudad de México y la del Instituto Tecnológico de Monterrey, en 1946. El 1 de noviembre de 1948 iniciaron los cursos preparatorios para ingresar a la recién fundada escuela, que se impartieron hasta el 6 de enero de 1949, fecha en la que se dio inicio al primer semestre lectivo con la admisión de 16 estudiantes.6
La escuela inició con un plantel educativo de profesores locales que formaban parte del ambiente cultural e intelectual de Guadalajara, entre ellos: Alberto G. Arce, José Arriola Adame, José Tapia Clemens y Julio de la Peña, por nombrar algunos. Una vez iniciado el primer curso, Díaz Morales le pidió al gobernador Jesús González Gallo más presupuesto para poder traer profesores de Europa.7 Los primeros profesores extranjeros llegaron en 1951: Mathías Goeritz y su esposa Marinne Gast, Bruno Cadore, Silvio Alberti Levati, Horst G. Hartung Franz, Carlangelo Covacevich, Manuel Herrero Morales y Erich Coufal Kieswetter,
También se incorporaron arquitectos tapatíos que habían estudiado la carrera fuera de la ciudad, como Salvador de Alba Martín y Jaime Castiello. De Ciudad de México venían a impartir conferencias y charlas para las materias de ambiente cultural, “Díaz Morales insistió en invitar con gran frecuencia a maestros de la Escuela Nacional de Arquitectura para que conocieran y asesoraran nuestra enseñanza, pero se mantuvo celoso de su independencia intelectual.”8
Aunque poco se habló del tema también hubo profesoras en el plantel docente. Marianne Gast, periodista y fotógrafa, y María Guadalupe García Barragán, profesora e investigadora de literatura, impartían la clase de francés, y algunos testimonios relatan que Gast ofrecía clases de fotografía. Como profesora invitada estuvo Guadalupe Teresa Amor (Pita Amor), escritora y poetisa. Entre 1949 y 1963, el claustro académico se enriqueció por destacados intelectuales, arquitectos y artistas locales, nacionales y extranjeros.
El plan de estudios surgió “precisamente de lo que para mí [Díaz Morales] había dejado de ser invento, mi admiración por la Bauhaus”.9 El plan se extendía seis años y constaba de 67 materias divididas en 5 áreas de estudio: conocimientos del problema arquitectónico, conocimiento y dominio del medio de expresión, auxiliares de representación, ejercicios de composición y ambiente cultural general. El plan de estudios se confeccionó intentando alejarse de las escuelas que en ese momento impartían arquitectura en México.
Entre las materias que diferenciaron a esta escuela de otras estaba la clase de Educación Visual, que impartía Goeritz. La clase
[…] intentaba introducir al alumno en las infinitas posibilidades de materiales -vidrio, papel, maderas, cartones, alambre, plástico-, su figura y forma. Los primeros trabajos o composiciones se realizaban con figuras geométricas simples y monocromáticas, y después se introducían el color y otras formas. Finalmente, texturas hasta concebir ejercicios tridimensionales.10
Otra asignatura fue Espacios Verdes, que impartió Díaz Morales de 1952 a 1963. No es de extrañarse la importancia que se dio a esta disciplina de la arquitectura. Recordemos que, en la década de 1920, Díaz Morales junto con un grupo de colegas (Luis Barragán, Rafael Urzúa, Pedro Castellanos) encabezaron un movimiento que trató de incorporar el jardín como una habitación más de la casa.11
La primera generación de arquitectos se graduó en 1955.12 Beatriz Ashida formó parte de la cuarta generación de alumnos que ingresaron a la escuela y, por tanto, vivió la primera etapa de la escuela mientras Díaz Morales fue el director. Hacia 1964, el plantel educativo cambió y Díaz Morales dejó la dirección. En 1965, Beatriz Ashida se tituló con la tesis Los espacios verdes en la arquitectura y entonces asumió la clase Espacios Verdes, que impartía Díaz Morales.
Docencia e investigación
Los conocimientos de Beatriz Ashida sobre botánica, horticultura y su especial interés por la arquitectura del paisaje iniciaron antes que sus estudios de arquitectura. La evidencia de esta hipótesis es que, en 1952, se publicó el primer número del Boletín de la Sociedad Botánica del Estado de Jalisco y en la página editorial ella es quien firma el manuscrito. Ahí explica la importancia de la botánica de la siguiente manera:
[…] altísima finalidad la de la Sociedad Botánica del Estado de Jalisco, que estudiará y fomentará el estudio de la botánica, para aprovechar con mayor eficiencia la flora pródiga de nuestro suelo y, al mismo tiempo de hacer crecer al hombre en su materia, ensanchará el espacio de su espíritu dando flores al suelo.13
Por lo que es de suponerse que fue miembro fundador.
En la docencia, Beatriz Ashida comenzó a impartir la asignatura Espacios Verdes, en 1965. Define el espacio verde como
[…] todo espacio ocupado por vegetación viva y conformado (plantado y diseñado) por el hombre y desarrollado por la naturaleza controlada por el hombre. Donde el espacio verde sea el dominante exclusivo se tiene la jardinería; donde no hay espacio verde como medio expresivo, aun cuando sólo fuese en mínima parte, se tiene arquitectura o urbanismo.14
Su visión de los espacios verdes se distanciaba de la del maestro Díaz Morales. Para él, el espacio verde era parte integral de la arquitectura, mientras para Ashida los espacios verdes “se singularizan y se diferencian de la arquitectura en que su medio expresivo se forma con elementos naturales cambiantes, peculiares, que exigen una técnica especial, la de la plantación, no propia a la arquitectura”.15
Cuando Beatriz Ashida comenzó a impartir la materia, se acababa de reestructurar el plan de estudios y se impartiría en el tercer semestre y no en el último, como el programa de estudios anterior. El programa de la clase se dividió en tres secciones: historia, teoría, composición y técnica. Beatriz Ashida explicaba la historia del jardín desde la Antigüedad hasta sus días, recorriendo los jardines de la Roma antigua, de la Edad Media, de los países árabes, de Italia, de Francia, el inglés, el chino, el japonés y el mexicano.
En sus archivos personales existen dibujos hechos a mano alzada de cada una de las tipologías de los jardines, croquis y fotografías hechos in situ, producto de sus viajes. “Eran viajeros incansables, regresando de ellos, hacían unas conferencias de los diferentes sitios visitados, y los presentaban a un número de amigos, que disfrutaban de las diapositivas con una cena con el menú del país visitado.”16
Otra de sus aportaciones fue su tesis, donde describió el desarrollo de los espacios verdes en Guadalajara. En ella estructuró la historia a partir de la siguiente clasificación: el patio, la plaza y el jardín público, la alameda y el parque, la unidad deportiva y el jardín particular. En aquella época se habían inaugurado las unidades deportivas como un nuevo género de espacio público en la ciudad.
A partir del estudio de las formas, la traza y horticultura, Beatriz Ashida propuso una teoría de composición de los jardines: los simétricos, los asimétricos y las tendencias compositivas modernas de los jardines. Explicaba que entre la obra arquitectónica y el espacio circundante debería existir una completa armonía para lograr una composición y no una yuxtaposición. Para ella, los jardines modernos derivan de dos fuentes: las vanguardias figurativas y la influencia oriental, “En la jardinería moderna, como en la arquitectura, existe la tendencia a enfatizar el valor útil, funcional, sobre la belleza que es sólo para contemplarse.”17
Para ella los principios de contraste, dominio y unidad eran fundamentales para lograr la composición de un jardín:
La noción de unidad es esencial a una obra que quiere ser completa en sí misma. Lo curioso es que, para preservar la unidad, automática e inevitablemente, se fuerza la aparición del contraste, algo en conflicto, el cual debe sujetarse a su vez por otro algo que lo domine, o sea el principio de integración o síntesis. Con lo dominante se restaura la unidad, restableciéndose así el ciclo de la unidad, conflicto y dominación. Si el contraste no logra quedar subyugado por el dominante aparece el caos. El contraste por tanto es constructivo, necesarísimo en los diseños, tanto como el dominante y la unidad, y de no existir estos se vuelven monótonos, sin vida. Estos principios de orden estético, contraste, dominio y unidad, existiendo simultáneamente y organizados podemos expresarlos en jardinería en las líneas, formas, colores, texturas, etc., de las plantas y demás elementos.18
Su pasión por el arte de la jardinería, la horticultura y su vasto trabajo de investigación la llevó a escribir una sección titulada “Jardinería” en el periódico El Informador. El 2 de agosto de 1970 apareció por primera vez un artículo dominical y en él Beatriz Ashida explicaba: “La jardinería puede considerarse como la práctica personal de la horticultura por un aficionado, la cual, se convierte en arte cuando se busca el sentido estético en el acomodo de las plantas”.19 A partir de esa idea el suplemento dominical se puede interpretar como una serie de lecciones para los horticultores aficionados (público en general) que deseaban aprender sobre la jardinería.
Los 268 artículos escritos se pueden dividir básicamente en tres temas. El primero, sobre las características de una planta o familia de plantas en específico, por ejemplo: magueyes, aloe vera, jazmines, begonias y hortensias; de cada una de ellas se explica el origen, sus características, cómo plantarlas, en qué época del año plantarlas y sus cuidados. El segundo tema, los elementos de los jardines tales como piedras, albercas, fuentes, pavimentos, agua entre otros. El tercer tema, los tipos de jardines, por ejemplo: el jardín a la calle, los jardines pequeños, el jardín inglés y el jardín y la salud.
El objetivo principal de estos artículos era dotar al lector de conocimientos para que de forma autodidacta aprendieran el arte de la jardinería para la casa. Ashida explica que en una casa en Guadalajara los jardines se subdividen en “el jardín al frente con su entrada de peatones y del coche. Atrás otro jardín para estar-jugar o para huerto y en éste, o conectado con el frente, las áreas de servicio como el tendedero o el patio-jardín de la cocina”.20 Entonces, cada uno de ellos debería atender su función. Los artículos iban acompañados de fotografías y de croquis a mano alzada hechos por ella misma.
El último artículo se publicó el 16 de abril de 1978 y se dedicó a la azálea. Beatriz Ashida continúo dando conferencias y pláticas. Una posible última intervención fue en 1992, en el centro de educación continua y abierta del Colegio de Arquitectos del Estado de Jalisco, A.C. donde se organizó el diplomado en Arquitectura de Paisaje, evento en el que participaron el arquitecto Fernando González Gortázar, Jorge Camberos Garibi, Mario Schjetnan Garduño, Beatriz Ashida de Hartung y Gabriel Gómez Azpeitia.
Proyecto de paisaje a escala urbana
Beatriz Ashida propuso en su tesis una serie de estrategias para los espacios verdes de Guadalajara. Para su propuesta tomó como referencia (marco teórico) a Ebenezer Howard y su movimiento urbanístico de las ciudades jardín. De Eliel Saarinen la propuesta de dividir la ciudad en pequeños núcleos rodeando cada uno con espacio verde.
La propuesta de Beatriz Ashida consistió en un cinturón verde con una anchura variable ajustada a la topografía y circulaciones de la mancha urbana, al pie de la serranía la captación de agua del escurrimiento, en las zonas de barrios transformar algunas calles en jardines dedicadas al descanso y la recreación. Implementar una normativa pública donde cada vivienda tuviera un patio y un pequeño jardín individual. En el centro histórico proponía incrementar los espacios verdes compensando la superficie
En el centro de la ciudad, la solución no estriba en construir edificios altos si al mismo tiempo no se reconoce y dedica todo el espacio verde correspondiente de estar todas las viviendas y oficinas en planta baja. Sólo así, constituirían los edificios altos una contribución positiva al espacio abierto dentro del centro, y no como los actuales edificios comerciales que se diseñan con una densidad de construcción en relación con su área libre, superior a los límites permisibles en ciudades densamente saturadas y de alto valor comercial.21
Todas y cada una de estas propuestas aún mantendrían su vigencia en nuestros días.
Escala de espacio público. Parques y Unidades deportivas
Beatriz Ashida participó en tres proyectos a escala del espacio público. Por orden cronológico, el primero fue la Unidad Deportiva Revolución (1962), donde intervino en la decisión de paisajismo de la unidad. El segundo, el Centro Turístico “Barranca de Oblatos” (1966), donde su participación fue en el proyecto global (arquitectura y paisaje). El tercer proyecto fue la renovación del parque Agua Azul (1992); este proyecto lo encabezó el despacho de arquitectura Ibáñez y Asociados.
La Unidad Deportiva Revolución (1962) formó parte del programa cultural que se inició desde la década de 1940 y se le dio continuidad las siguientes décadas. El deporte se incorporó a la actividad cultural para promover un buen desarrollo físico y mental del individuo. En el gobierno de Juan Gil Preciado se construyeron las primeras unidades deportivas en Guadalajara y algunas regiones del estado.22 La primera fue la Unidad Deportiva Adolfo López Mateos, proyectada por Alejandro Zonh, y la segunda fue la Unidad Deportiva Revolución. Era una nueva modalidad de espacio público, en la que se fomentaba la integración familiar, el ocio y el deporte.
La unidad se ubicó en un predio de 24 hectáreas sobre el Paseo de las Águilas -hoy avenida Pablo Neruda- al nororiente de la ciudad en lo que se denomina “Cuenca de los Colomos”, uno de los principales abastecimientos de agua de la ciudad. El terreno tiene una pronunciada pendiente de aproximadamente 25 metros en el sentido transversal. “La Unidad Revolución se logra con amplitud pues su área, que entra en el plan de reforestación de la zona occidental de Guadalajara, provee de extensas zonas pintorescas muy favorables a la expansión campestre familiar.”23
La disposición de los elementos -canchas, servicios y caminos- derivan de las condiciones topográficas y orientación favorables. Para lograrlo, Hartung diseñó una serie de bancales para situar las canchas y la piscina, ubicada en el montículo más alto del predio; los caminos se colocaron siguiendo las curvas de nivel. El diseño del paisaje es genuino, es una capa de césped recubriendo las curvas para remarcar los bancales. Es decir, Beatriz Ashida decidió remarcar lo que la naturaleza ya había moldeado.
Fuente: Cortesía Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), Fondo documental Hartung-Ashida de la Biblioteca “Dr. Jorge Villalobos Padilla S.J.”
El Centro Turístico “Barranca de Oblatos” es un anteproyecto que quedó sólo en papel. Está enclavado en la barranca Oblatos-Huentitán, un accidente geográfico -con una profundidad promedio de 600 metros- que ha sido uno de los límites naturales de la ciudad de Guadalajara. Es una porción del sistema de barrancas formadas por el cauce del río Santiago y alberga una gran diversidad de especies endémicas de flora y fauna.24 Por las vistas privilegiadas que posee y lo largo de la historia de la ciudad ahí se han construido algunos inmuebles.
La propuesta de Hartung y Ashida se sumaba a la idea de disfrutar de la flora, la fauna y las vistas privilegiadas de la zona. El proyecto es un complejo turístico dotado de áreas de ocio y recreación, espacios de contemplación, mirador y terraza, espacios de esparcimiento, piscinas, descanso, refresquería y sus servicios complementarios. La mano de Ashida en el anteproyecto se ve en la definición de la vegetación marcada en el plano, zonas delimitadas por especies como árboles de rosa morada, clavelinas, primaveras, hemerocallis y agapandos. Lo que podemos interpretar como un proyecto con base en tapices de colores que acompañan el recorrido del lugar.
El último proyecto en el que colaboró fue la remodelación y rehabilitación integral del parque Agua Azul (1989-1992), coordinado por el despacho Ibáñez Arquitectos.25 El área del Agua Azul, al igual que los otros dos proyectos analizados, está conformada por espacios con un alto índice de significación histórica y cultural en la construcción de la capital tapatía. La barranca es una delimitación geográfica, mientras el manantial de Agua Azul era el principal afluente del río conocido como río San Juan de Dios (río Blanco), que jugó un papel fundamental en la fundación de la ciudad. El río San Juan De Dios nace al sur del valle de Atemajac en el manantial del Agua Azul y desemboca en el límite norte del valle, en la barranca de Oblatos-Huentitán.
Hacia 1893, la zona de Agua Azul comenzó a transformarse en el paseo del Agua Azul, pero fue hasta 1907 cuando se decidió nombrarlo como parque y recorrido habitual de los ciudadanos. Durante la década de 1920 se materializó la idea de utilizar esa zona como parque y zoológico. En la década de 1930 comenzó la construcción del Parque Recreativo Obrero 20 de Noviembre con un observatorio, centro cultural y área de exposiciones, era un proyecto con carácter cultural.26 Finalmente, en la década de 1950, la zona de Agua Azul se consolidó como un núcleo cultural importante y remate de la avenida 16 de septiembre. Tras el auge que vivió la zona de Agua Azul, hacia la década de 1970, ésta comenzó a decaer y no fue sino hasta la década de 1990 cuando Eduardo Ibáñez propuso al presidente municipal Gabriel Covarrubias la remodelación y rehabilitación del parque.
Fuente: Cortesía Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), Fondo documental Hartung-Ashida de la Biblioteca “Dr. Jorge Villalobos Padilla S.J.”
Tras varias propuestas se decidió el programa arquitectónico. Al centro del proyecto está la Casa de las Mariposas, en la parte posterior el aviario, el orquideario y el foro infantil. El proyecto también contempló la creación de unos viveros para ser autosuficientes y la renovación de la concha acústica y todas las preexistencias. Los senderos nacían de forma irregular y concéntrica del centro del proyecto. Al proyecto se incorporaron consultores especialistas, como Enrique Estrada Faudon, experto en insectos y mariposas, el doctor Jesús López para el área de aves, y Beatriz Ashida para el paisajismo y los viveros.
Beatriz Ashida, a su vez, invitó a colaborar a su sobrino Guillermo Ashida y juntos desarrollaron el proyecto. Guillermo Ashida explica que el concepto principal fue quitar los setos y mantener lo más limpio el proyecto con los árboles y preexistencias en el lugar.27 Enrique Ibáñez recuerda que Beatriz Ashida solicitó para conformar los viveros una dotación de plantas de la zona de Puerto Vallarta, Colima y Michoacán; se comenzó a producir y pronto se comenzó a sembrar en el parque lo que se cultivaba.
Con respecto a la Casa de las Mariposas, en los planos de proyecto se puede observar pequeñas anotaciones de la jardinería, la colocación de un arrayán, zonas verdes, zonas de flores de colores, un roble o un olivo al centro del proyecto, un espejo de agua como remate del ingreso, magnolias y flores de verdolagas a los costados. Otros croquis sobre el plano del ingreso principal delatan el estudio de las plantas de sombra y sol que se escogerían.
Difícil resulta recuperar la intervención de Beatriz y Guillermo Ashida por la falta de material fotográfico y planos, pero en la memoria colectiva se recuerda que el parque volvió a florecer a principios de la década de 1990.
Escala doméstica. Jardín exterior y jardín interior
El jardín para la casa habitación fue el tema que más desarrolló. Ashida colaboró con los diseños de los jardines con varios arquitectos reconocidos locales: Miguel Aldana Mijares, Erich Coufal, Julio de la Peña y, por supuesto, con su esposo el arquitecto Hartung. Poco queda de estos jardines, unas escasas fotografías. Los jardines son seres vivos que crecen y cambian por completo su apariencia con el paso de los años, en cambio la casa es un cuerpo en reposo o estático. De ahí que es difícil su estudio a menos que se valore por su traza.
Un inicial jardín diseñado por Ashida fue el de la casa Plata (1954) ubicada en la colonia Chapalita. Incluso, se podría presuponer una intervención en el proyecto arquitectónico. Desde el anteproyecto y la maqueta hay un acento especial en el área del jardín-alberca. La alberca se proyectó con una silueta formada por la intersección de un rectángulo y una figura irregular, en el encuentro de las dos figuras se dibujó una jardinera con un árbol en el interior de la piscina. La alberca estaba en tensión con el plano horizontal del césped y los árboles se acomodaban de forma lineal. Finalmente, no se construyó la jardinera en el interior de la piscina y apareció una composición de piedras en las esquinas de la alberca que remitía a la jardinería japonesa, pero también se utilizaron porque ser elementos de tendencia abstracta.
Beatriz Ashida explicaba que, aunque las piedras tienen formas infinitas, en Japón existen 5 grupos: las más o menos redondas, de altura media, con base amplia y estable; piedras alargadas hacia arriba, esbeltas y rectas; el tercer grupo son aquellas que poseen una protuberancia dirigida hacia distintas direcciones y dan la sensación de movimiento; el cuarto grupo son piedras bajas con su cima aplanada que expresan lo permanente; finalmente, el quinto grupo son piedras bajas, pegadas a la tierra, rastreras, postradas y significan inmovilidad.28 De la clasificación de piedras que existe en la jardinería japonesa se pueden hacer diferentes composiciones e interpretaciones tal y como lo hace Ashida en la casa Plata.
Fuente: Cortesía Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), Fondo documental Hartung-Ashida de la Biblioteca “Dr. Jorge Villalobos Padilla S.J.”
En 1957, Hartung y Ashida recibieron el encargo de la casa de Carlos Ashida, descendiente de japoneses. La casa se ubicaba sobre un terreno de forma rectangular con una cota superior que la calle. La decisión del proyecto fue ubicar la casa en medio del terreno y rodearla de jardín. En el plano de proyecto aparece claramente el concepto de los jardines, dándole a cada uno de ellos un concepto distinto.
Mientras el jardín posterior sería un jardín moderno, el de enfrente de la calle sería un jardín japonés, “nuestras versiones locales de jardinería japonesa son intentos ingenuos, más o menos sinceros, que tratan de reproducir sólo formas externas y que no tienen más justificación que una inclinación por lo exótico”.29 Francesco Fariello explica que el jardín japonés está “estrechamente ligado a la arquitectura de la casa, a las exigencias de la vida que en ella se desarrolla y al gusto de sus habitantes.”30 Es decir, representa el profundo amor que los japoneses tienen por la naturaleza, son representaciones simbólicas de su entorno físico.
El jardín japonés por lo general está integrado por los siguientes elementos: plantas, piedras o rocas, agua -lago, arroyo, cascada-. En el caso del jardín del ingreso de la casa Ashida contaba con todos los componentes de un jardín japonés y representaba las raíces de quien habitaría la casa. Para el jardín, Ashida utilizó un tipo de piedra porosa blanca de color neutro. Aprovechó el desnivel del terreno para hacer una composición paisajística-naturalista con ambiente de montaña. Según lo describiría ella:
En la parte plana, se acomodó un estanque para peces, en uno de cuyos extremos se forma la cascada, utilizando las piedras más grandes. Fue intentada casi como una cascada seca. El agua que la alimenta proviene del chorro de una llave común, oculta entre las piedras y las plantas y que abre sólo cuando es necesario refrescar o renovar el agua del estanque para peces. El resto del tiempo, las piedras están acomodadas de manera de dar la impresión de agua en movimiento, como las cascadas secas de los jardines japoneses.31
El jardín diseñado por Ashida sigue las reglas estéticas del jardín japonés relativas a las formas y a las proporciones: la evocación a la montaña por el desnivel del terreno, posee un motivo acuático, que en este caso es el estanque de los peces con formas orgánicas, las piedras las usa como elementos ornamentales también en los pisos, y “la pagoda de piedra es otro elemento ornamental cuyo uso se introdujo, como las linternas, en la era Monmayama”.32 En la composición del jardín también encontraremos otros guiños como troncos de madera y bambú.
Fuente: Cortesía Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), Fondo documental Hartung-Ashida de la Biblioteca “Dr. Jorge Villalobos Padilla S.J.”
En la parte superior que rodea la casa sobre la servidumbre sur, Ashida planeó unos detalles en el sendero de forma circular y otros hechos con troncos y pequeñas piedras, esta composición daba continuidad con el jardín que se colocaba sobre el desnivel. Ese camino de piedras se instaló en toda la servidumbre sur y en la planta del proyecto se puede ver cómo es la continuidad de la composición de la cascada y estanque de peces de la entrada principal.
El sendero anteriormente descrito es el elemento de transición hacia el jardín posterior de la casa, poco a poco los elementos del jardín japonés van desapareciendo para dar cabida al jardín de confección moderna, otra forma de contemplación.
En ese mismo año, los arquitectos Hartung y Ashida realizaron su casa. Ésta se ubicaba sobre un terreno rectangular cuyo largo era tres veces mayor que su frente. La casa tenía un juego de medios niveles y al fondo el jardín. En los planos del proyecto se dibujó la intención del jardín. Los límites del jardín eran de líneas diagonales, mientras que el final del jardín una esquina a 90º.
La intervención consistió en dejar el elemento horizontal, el césped, marcado por un sendero con piedras irregulares y una serie de árboles puestos de forma asimétrica, una tendencia en la jardinería moderna: “En la década de 1960 […] se produjo una bifurcación en la que el camino que el jardín había seguido en paralelo a la arquitectura a lo largo del siglo XX […] se limitó los espacios de jardín al concepto de “zona verde””.33 En el jardín también se pintó un mural, era un dibujo, una retícula de dominó con un efecto óptico que le permitió incorporar el muro perimetral como parte de la composición del jardín.
Fuente: Cortesía Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), Fondo documental Hartung-Ashida de la Biblioteca “Dr. Jorge Villalobos Padilla S.J.”
Para Guillermo Ashida34 el diseño de los jardines de Beatriz Ashida se asentaba en una dualidad entre el paisaje occidental determinado por las corrientes europeas y por cierto misticismo y simbolismo del jardín del oriente. A lo que podría agregarse siempre desde una composición moderna.
Reflexiones finales
Las contribuciones de Beatriz Ashida en el periodo de la arquitectura moderna en Guadalajara fueron significativas. Una primera aportación fue poner a disposición del público en general, especialistas o no, un conocimiento sobre la jardinería, la horticultura a través de sus publicaciones semanales en el periódico El Informador. Esto contribuyó a que cualquier lector del periódico pudiera proyectar un jardín en su casa. Es decir, fue capaz de transmitir un conocimiento a la población en general.
En sus diseños podemos ver la influencia de sus raíces japonesas y, a su vez, ver recuperadas las tradiciones de los jardines tapatíos. Tradición que se hace evidente con la generación de ingenieros de la década de 1920. Los diseños paisajísticos de Beatriz Ashida a la escala urbana intentan recuperar espacios simbólicos de la ciudad cómo la barranca de Oblatos-Huentitán, el parque Agua Azul y la Unidad Deportiva.
Las ideas que aportó sobre los espacios verdes en Guadalajara en su momento fueron vanguardistas y, actualmente, siguen vigentes. Por ejemplo, su propuesta para hacer calles verdes es un programa que se está llevando a cabo en algunas ciudades europeas, como Barcelona-Superilla. Poner a la luz el trabajo de arquitectura y paisajismo es importante no sólo para la historia de la arquitectura de la ciudad sino como revisión de propuestas y temas que aún son actuales.