Si el número anterior de Bibliographica nos proyectó hacia el fascinante mundo de la astrología con el Reportorio de los tiempos de Enrico Martínez, ante la situación actual que nos tiene aún confinados en casa debido a la pandemia de covid-19, hemos optado por viajar simbólicamente al interior de la república mexicana con el Álbum del ferrocarril mexicano, subtitulado Colección de vistas pintadas del natural por Casimiro Castro.
Obra cumbre de la litografía, arte traído a México en 1826 por el pintor Claudio Linati que lo pondría al servicio de ideas revolucionarias poco apreciadas en su momento,1 el Álbum del ferrocarril mexicano es heredero de una técnica que se fue refinando a lo largo del siglo XIX y mostró un marcado interés por poner al México independiente en el mismo nivel que los países europeos, además de ofrecer en sus retratos una imagen especular del país.
La actividad litográfica, que despegaría a partir de 1830 en México, estuvo durante mucho tiempo en manos de litógrafos franceses que buscaban en esta nueva tierra de Jauja -esbozada por el barón Von Humboldt en su Ensayo político sobre el reino de la Nueva España- un refugio ante el marasmo económico en el que estaba sumida Francia después de las derrotas napoleónicas.2
Si 1837 marca el inicio de un gran despliegue en la producción litográfica, entre otras razones por la aparición de periódicos significativos para la litografía, como el Mosaico Mexicano y El Diorama,3 la etapa clave para el desarrollo de un género editorial en el cual los textos y sus ilustraciones se unen para configurar un retrato vívido de la realidad circundante fueron sin duda los años 1854 y 1855, cuando tanto la influencia del Romanticismo europeo como el interés nacional por las escenas populares dieron pie a dos grandes éxitos editoriales: Los mexicanos pintados por sí mismos, obra costumbrista que utilizó la relación entre los textos emanados de las grandes plumas del momento y las representaciones pictóricas de personajes estereotipados para construir la imagen identitaria de la Ciudad de México;4 y, al año siguiente, México y sus alrededores. Colección de monumentos, trajes y paisajes, un trabajo de interés geográfico y antropológico a la vez, con textos de autoría múltiple y que fue creciendo en sus sucesivas ediciones. Esta última es, sin duda alguna, la obra que catapultó la carrera de su ilustrador principal Casimiro Castro, quien había iniciado unos años antes su colaboración gráfica con Ignacio Cumplido en La Ilustración Mexicana, revista de corta vida, pero que tuvo gran impacto en el desarrollo cultural de la nación en busca de identidad.5
El Álbum del ferrocarril mexicano se publicó en español, en inglés (Album of the Mexican Railway) y, en una edición especial de 1877, en francés (Album du chemin de fer mexicain) y contiene una efeméride del ferrocarril mexicano extraída de la recién publicada y también profusamente ilustrada Historia del ferrocarril mexicano, de Gustavo Baz y E. L. Gallo,6 que cubre desde los inicios de la implementación de este transporte en 1837 hasta 1873. Asimismo, ofrece descripciones -en prosa metafórica e hiperbólica- del panorama que se despliega ante el viajero que llega a Veracruz, punto de partida del viaje propuesto por García Cubas, Casimiro Castro, el litógrafo A. Sigogne y las palabras iniciales del Álbum:
Si desde el bajel que surca las aguas del Golfo mexicano, el viajero contempla las costas veracruzanas y el aspecto imponente del Citlatépetl, de ese faro colosal que la naturaleza ha levantado en el corazón de la sierra, puede ya imaginarse las fragosidades del suelo, que muy pronto han de ofrecerle en su rápido trayecto los más violentos cambios en la temperatura, en la vegetación y en los paisajes. Abandonadas apenas las arenosas y reverberantes playas, donde mueren los últimos oleajes del Océano, van descubriéndose sucesivamente extensas sabanas y feraces campiñas, sobre las cuales se levantan los primeros escalones de la cordillera, que descubre su cresta lejana y ondulante, con la gallarda corona que le forman las coníferas.
Esta exaltada relación, que cubre todo el camino que el viajero sobre papel puede seguir en el plano orográfico de la zona recorrida por el ferrocarril, aterriza después de las efemérides en una extensa descripción geográfica; se trata también de un recorrido mercantil, jurídico y arquitectónico de los lugares por donde transita, desde el puerto de Veracruz hasta la Ciudad de México. Las vistas firmadas por Casimiro Castro y litografiadas a color por Sigogne suman 25 ilustraciones cromolitográficas en las cuales los protagonistas son el tren y los lugares por los que cruza: puentes, estaciones, viaductos, barrancas, cumbres y montañas. La luz, dominada con maestría por el pintor, revela detalles de la naturaleza que atraviesa la máquina sin representar un elemento perturbador, sino un motivo de alegría que se dibuja desde los enfoques escogidos por el artista.
El estilo elegante, un tanto culterano incluso, del geógrafo García Cubas brinda descripciones que quizá pusieron en aprietos a los traductores (Georges F. Henderson y Gustavo Gostkowski, del inglés y del francés, respectivamente); sin embargo, resulta comprensible el empeño de García Cubas por redactar textos que correspondieran a la calidad de las vistas de Casimiro Castro, ya entonces considerado el cronista visual de México más importante de su tiempo, capaz de sorprender con perspectivas innovadoras.
La conjunción de estos dos personajes emblemáticos del arte, la ciencia y la cultura del último cuarto del siglo XIX, aunada a la experiencia y el conocimiento en el oficio del establecimiento litográfico de Victor Debray, nos legó un objeto bibliográfico de gran belleza que capta y sintetiza hiperbólicamente el interés de sus coetáneos por el progreso de México, materializado en el desarrollo del transporte ferroviario.7 Publicado el mismo año que accedió al poder Porfirio Díaz, el Álbum profetiza el interés que tendría para el político mexicano la evolución tecnológica y la imagen del país ante el resto del mundo.
Obra de gran relevancia tanto por su contenido como por su factura, el Álbum del ferrocarril mexicano es una lectura obligatoria para entender la transformación conjunta del arte, la literatura y la ciencia en el México decimonónico, al igual que el recurso de la imagen gráfica para fijar la identidad nacional en construcción.
Su presencia entre los libros raros de la Biblioteca Nacional de México permite que hoy sea representado en la portada y el banner de este volumen de la revista Bibliographica -gracias a los esfuerzos de digitalización de nuestro repositorio, abierto para todo el público-, en formato HTML en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, http://www.cervantesvirtual.com/obra/album-del-ferrocarril-mexicano-coleccion-de-vistas-pintadas-del-natural-album-of-the-mexican-railway-a-collection-of-views-taken-from-nature--0/, o bien en PDF en la Biblioteca Nacional Digital de México, con este código QR: