La explotación de los recursos naturales ha sido una práctica ancestral para los pobladores de muchas comunidades rurales debido a la elevada riqueza de flora y fauna que está presente en sus alrededores. Dichas prácticas pueden dar solución a diversas necesidades principalmente en: 1) medicina (remedios contra enfermedades y/o padecimientos), 2) comercial (ingresos económicos), 3) elaboración de herramientas (partes específicas de los organismos para la realización de tareas) y 4) alimenticio, esta última, haciendo uso de la caza como práctica para conseguir fuentes alternas de proteína (Naranjo & Cuarón, 2010; Mena-Maldonado, 2021; Valle-Marquina et al., 2021).
La caza, con el pasar del tiempo, ha sido una actividad de importancia sociocultural que se ha implementado con intensidad para la captura de vertebrados terrestres (Ávila-Nájera et al., 2018; Zavala-Sánchez et al., 2018; Nahuat et al., 2021). Dichos organismos han sido perseguidos y cazados para aprovechar sus valores proteicos, sin embargo, la caza desmedida ha sido un factor que ha promovido que el número de individuos de diversas poblaciones silvestres se vean disminuidos en respuesta a una sobreexplotación derivado de un mal manejo de los recursos (Fa et al., 2013; Bustos-Zagal, 2019). El grupo de los reptiles no es ajeno a lo anterior pues debido a su elevada abundancia en una gran variedad de ambientes han sido ampliamente extraídos para cubrir necesidades primarias de subsistencia (Valle-Marquina et al., 2021). Los registros históricos indican que las iguanas del género Ctenosaura son de los reptiles más utilizados como fuente alterna de proteína.
En el caso de la Iguana Negra de Cola Espinosa (C. pectinata) se ha cazado y consumido por diversas comunidades rurales que se encuentran aledañas a lo largo de su área de distribución (Reyna-Rojas et al., 2015; Ávila-Nájera et al., 2018; Zavala-Sánchez et al., 2018) que comprende gran parte de la costa del Pacífico desde Sonora hasta Chiapas, así como en la Cuenca del Río Balsas en el Centro de México (Köhler, 2002; González-Monfil, 2005; Andrade-Soto et al., 2016). Recientemente se registró una nueva localidad para C. pectinata ubicada al extremo noreste de Michoacán, que se encuentra al límite de la distribución central de la especie (Andrade-Soto et al., 2016). La amplia distribución de este iguánido, y por ende una alta disponibilidad de individuos, puede ser un factor por el cual sea altamente perseguida para el consumo (Naranjo & Cuarón, 2010; Reyna-Rojas et al., 2015; García-Flores et al., 2020). En una revisión de los trabajos etnoherpetofaunisticos existentes en México (Ávila-Nájera et al., 2018), C. pectinata resulta ser la tercera especie con mayor número de índice de importancia cultural nacional (altos valores en intensidad de uso, frecuencia de mención y de uso total); de hecho, en algunas comunidades, su importancia se encuentra a la par con la de mamíferos ungulados (considerados como los vertebrados que mayor biomasa de carne aportan para el consumo; ver revisión de Fa et al., 2013), en relación con sus múltiples valores de uso (García-Flores et al., 2020).
Desafortunadamente la caza desmedida de esta iguana, al igual que en otras especies de vertebrados, puede dar paso a una disminución considerable en varias de sus poblaciones (Fa et al., 2013; Zavala-Sánchez et al., 2018). Adicionalmente, la fragmentación del hábitat, en relación con un incremento demográfico humano, ha sido factor por el cual varias de las poblaciones de C. pectinata han quedado aisladas con bajo número de individuos provocando que los avistamientos en algunos sitios se vuelvan escasos (Reynoso et al., 2020).
De acuerdo con la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, C. pectinata tiene la categoría de Preocupación Menor (LC por sus siglas en inglés), aparece en el Apéndice II de la CITES, la NOM-059-SEMARNAT-2010 la cataloga como una especie amenazada y de acuerdo con el Puntaje de Vulnerabilidad Ambiental de Alvarado-Díaz et al. (2013), le asignan un valor de 15 lo cual se traduce como una especie con vulnerabilidad alta en Michoacán.
El sitio de estudio se encuentra en Mesas de Enandio, Zitácuaro, Michoacán, México (19.36138° N, 100.47527° O; WGS 84), el cual se ubica a una elevación de 1520 m s.n.m., la vegetación está compuesta por selva baja caducifolia, mezclada con cultivos de guayaba y áreas de pastoreo. Durante un recorrido diurno realizado el 17 de octubre de 2021 a las 13:40 h, en dicho sitio, se presenció a tres personas del sexo masculino (un mayor de edad y dos menores de edad) que transportaban a un individuo joven de C. pectinata. Cabe señalar que la persona mayor iba armada con escopeta y resortera en mano; esta última se usó para “pegarle a la iguana y así poder capturarla” según su relato. La iguana estaba amarrada de las cuatro extremidades y no presentaba cola (Fig. 1) como respuesta de dicho evento. De acuerdo con la persona adulta el individuo capturado serviría como alimento para su familia.
En la comunidad del presente avistamiento existe fragmentación debido al cambio de uso de suelo y se estima que, al menos, de tres generaciones a la fecha han utilizado a C. pectinata como fuente alternativa de alimento y se caza con frecuencia (Andrade-Soto com. pers.). Se considera que estas actividades humanas han afectado negativamente la abundancia de C. pectinata y ha provocado que “…este tipo de animales ya no se vean mucho como antes” según algunos comentarios por parte de los pobladores, resultando así una amenaza para la población de esta iguana. Aparentemente dicha situación se replica en otras poblaciones de esta especie en México (Reynoso et al., 2020). Cabe señalar que las poblaciones que se encuentran al límite de su distribución, como el caso de la población de C. pectinata en Mesas de Enandio, son valiosas debido a que puedan poseer rasgos genéticos exclusivos con los cuales eventos futuros de especiación se susciten (Lesica y Allendorf, 1995).
Consideramos que la realización de estudios etnobiológicos y poblacionales-demográficos son necesarios para abordar temas que den paso a la planificación de un aprovechamiento sostenible. Dichos estudios nos podrán revelar el grado en que se utiliza y el estado de conservación de la población de C. pectinata. Ambas aproximaciones serán clave para poder proponer estrategias futuras que, holísticamente, coadyuven a conservar tanto a C. pectinata como lograr un manejo sustentable por parte de los pobladores en Mesas de Enandio.