Eric Rodger Pianka (Fig. 1) nació en un pequeño pueblo del norte de California el 23 de enero de 1939, donde pasó su infancia y descubrió el amor por los reptiles. Su vida fue marcada por un accidente con una munición de bazuca sin explotar dejada atrás por el ejército estadounidense en una demostración para captar reclutas para la guerra. Así, a la edad de 13 años, Eric sufrió la pérdida de parte de la tibia de su pierna izquierda y el extremo de la falange del dedo medio de su mano derecha, lo que posteriormente derivó en una fuerte escoliosis y espondilosis que limitó sus movimientos, sobre todo en las últimas décadas. A pesar de esto, dedicó su vida al estudio en el campo de la ecología de lagartos de desiertos de Australia, África y Norte América, realizando incontables aportes al avance de la ecología de lagartos, ecología de comunidades, ecología teórica y evolutiva.
El impresionante volumen de datos recolectado podría haber pasado desapercibido si no fuera por la impronta evolutiva y sintética de los análisis realizados por Pianka, que contribuyó con la creación de la disciplina de la “Ecología Evolutiva”, juntando dos disciplinas separadas hasta el momento con la publicación de su clásico libro Evolutionary Ecology, en 1973, del cual se publicaron 7 ediciones y fue traducido a varios idiomas. La importancia de las contribuciones de Pianka a la ecología se refleja en sus casi 200 artículos (muchos de ellos clásicos en ecología), alrededor de 43,000 citas a sus trabajos, y sus numerosos reconocimientos académicos, entre los que podemos destacar el premio Hamilton a su libro “Lizards: windows to the Evolution of Diversity” (Pianka & Vitt, 2003) en 2005 y su indicación como Ecólogo Eminente por la Ecological Society of America en 2015.
Entre los artículos más notorios de Eric Pianka se destaca su revisión de conceptos sobre gradientes latitudinales (Pianka, 1966), la aplicación de los conceptos de las estrategias r y k a historias de vida (Pianka, 1970) y su clásico trabajo sobre estructura de comunidades (Pianka, 1973), lecturas obligadas para todo ecólogo. Entre sus publicaciones de la década de los 90’s destaco su trabajo sobre efectos del fuego sobre la fauna de lagartos de Australia y sus efectos modeladores de la comunidad (Pianka, 1996), y su trabajo en colaboración con K. O. Winemiller sobre patrones de estructuración de comunidades de lagartos y peces (Winemiller & Pianka 1990). Con el correr de los años y la acumulación de datos sobre historias de vida, dieta, actividad y uso de hábitat de especies de lagartos de todo el mundo, patrones generales de uso de recursos fueron emergiendo. Robert McArthur, supervisor de post-doctorado de Pianka, comentó alguna vez a Eric que sería interesante explorar la posibilidad de organizar los nichos en un esquema como el de la tabla periódica de Mendeleev (1869). La brillante idea de MacArthur se convirtió en casi una obsesión para Pianka, que a lo largo de su carrera intentó varias veces representar los patrones observados en esquemas bidimensionales, en los que a menudo surgían “huecos”, donde algunas combinaciones de características ecológicas no tenían representantes entre los lagartos conocidos. Finalmente, un meta-análisis incluyendo datos de lagartos de todos los dominios biogeográficos del mundo (datos mayormente colectados por Pianka y Laurie Vitt), permitió la elaboración de la tabla periódica de nichos (Winemiller et al., 2015; Pianka et. al. 2017), de representación multidimensional, obra que el mismo Pianka consideró uno de los trabajos más relevantes de su vida.
A pesar de la edad de estas publicaciones (muchos de sus clásicos son de hace 50 o 60 años atrás), las publicaciones de Eric Pianka son una fuente inagotable de ideas e inspiración que debe ser consultada por las nuevas generaciones de ecólogos y herpetólogos de todo el mundo. Igualmente, libros “menos académicos” como “The Lizard Man speaks” (Pianka, 1994) ofrecen informaciones que tal vez no entren en un artículo científico, pero que con seguridad pueden ayudar a jóvenes científicos y alumnos a entender el proceso de generación de hipótesis, a conocer la vida de un biólogo de campo y seguramente a observar nuestros objetos de estudio y admiración de otra manera.
El futuro del planeta y de la humanidad fue una preocupación cada vez mayor para Eric. Esto lo llevó a escribir largos textos transcribiendo sus pensamientos sobre el tema en su página web (prácticamente desactivada en la actualidad). Gran parte de sus ideas sobre la problemática de la superpoblación y el calentamiento global están plasmados en su último libro “Our one and only spaceship”, publicado en 2019 junto a L. J. Vitt. Sus enérgicos argumentos fueron aprovechados por algunos movimientos de pseudo-científicos y creacionistas para difundir teorías conspirativas y falsas interpretaciones. En 2006, por ejemplo, sus dichos en una conferencia de premiación como Científico Distinguido por la Universidad de Texas fueron sacadas de contexto y tergiversadas, indicando que Eric habría propuesto el uso de enfermedades y castración masiva para el control de la población humana, valiéndole el mote de Dr. Doom por sus detractores. Los desacuerdos con facciones defensoras del creacionismo y “diseño inteligente” llevaron a que en 2011 se propagara la falsa noticia de la muerte de ERP, que fue acompañada por un obituario detallado (y escrito por el propio Pianka en los 80’s, con la leyenda “He’s not dead, yet”). Este obituario puede todavía ser leído en diversas páginas de internet.
Tuvo numerosos estudiantes a los que inspiró, muchos de ellos son hoy renombrados ecólogos, como Raymond Huey, Kirk O. Winemiller, Daniel T. Haydon, entre otros. En 2016 tuve la oportunidad de realizar una estadía pos-doctoral de seis meses con Pianka financiada por CONICET (Argentina), que se extendió seis meses más gracias a un cargo de Scientific Assistant financiado por el mismo Pianka (Figs. 3 y 4).
La muerte no tomó a Eric por sorpresa. Durante los últimos años de su vida, su habitual respuesta a un simple “buenos días, Eric, ¿cómo estás?” fue “Estoy vivo, un día más”. Así, desde algunos años atrás comenzó a elaborar una base con todos los datos de campo de sus estudios en Australia, África y América del Norte, con el objetivo de dejarlos disponibles para las generaciones futuras (Desert lizard database for the 21th century). La recopilación incluye datos crudos de todas las localidades muestreadas, e inclusive sus anotaciones de campo. Ese fue su principal legado y su obra final, programada para estar disponible online con su fallecimiento.
Eric Pianka tuvo una esposa (“el amor de su vida y la madre de sus hijas”) y dos hijas. Crió bisontes en la casa que construyó con sus manos y marcó a miles de jóvenes (y no tan jóvenes) con sus brillantes ideas, contribuyó a moldear la ecología como la conocemos hoy y continuará influenciado y abriendo puertas gracias a su legado. He thought, he cared, and he tried. Larga vida a “the lizard man”.