1. Introducción
La planificación familiar, como parte de la Salud y los Derechos Sexuales y Reproductivos (SDSR) (1), y el cambio climático forman parte de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible1 (ODS 3, 5 y 13) (2). La planificación familiar se refiere a dos métodos principales. Por un lado, incluye la anticoncepción moderna2 para evitar embarazos no deseados y enfermedades infecciosas, para elegir el espaciamiento de los hijos (si tenerlos o no, cuándo, de qué manera y cuántos) y para aumentar los beneficios educativos y económicos (espaciar los hijos da a las mujeres la oportunidad de continuar estudios superiores y de participar en el mercado). Por otro lado, la planificación familiar incluye la posibilidad de abortar con toda la atención médica para evitar abortos inseguros.
Además, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y la Conferencia de las Partes (COP) no mencionan la planificación familiar como método para luchar contra el cambio climático. Sin embargo, uno de los capítulos transversales del informe del IPCC 2022, basado en el estudio de Género, sugiere que “un mayor acceso a los servicios de salud reproductiva y planificación familiar, [...] contribuye a la resiliencia al cambio climático y al desarrollo socioeconómico a través de la mejora de la salud y el bienestar de las mujeres y sus hijos” (3, p. 2702). En este mismo contexto, algunas organizaciones afirman que la planificación familiar debe ser una condición, o más bien una solución, para luchar contra la crisis climática. Es el caso, por ejemplo, de uno de los informes de la OMS. Los autores concluyen haciendo un llamamiento para aumentar los servicios de planificación familiar en los países en desarrollo (4). Lo mismo ocurre con la Federación Internacional de Planificación Familiar (IPPF), apoyada por las Naciones Unidas. La IPPF afirma que la planificación familiar es necesaria para reducir el crecimiento demográfico y facilitar la adaptación y la resiliencia al clima (5,6). En cuanto a la ONG Project Drawdown, fundada por Paul Hawken y dirigida por más de 200 investigadores, presenta la planificación familiar como una de las 93 diferentes soluciones climáticas (7). También es el caso del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) que afirma que la planificación familiar, como parte de los SDSR, es “esencial y una cuestión de derechos humanos” para las mujeres y las niñas durante la crisis climática (8, p. 92), lo que se hace eco del ODS 13.1.
En este contexto, es pertinente plantear estas dos preguntas principales: ¿justifica la lucha contra el cambio climático y el calentamiento global el uso de la planificación familiar como solución para reforzar la salud sexual y materna de las mujeres [1] y como solución a la contaminación medioambiental [2]? ¿Cuáles son los dilemas bioéticos [3] que se derivan de tal propuesta de solución? Para responder a estas preguntas, tres categorías de fuentes bibliográficas constituyen la base de esta reflexión. En primer lugar, están determinados textos de las Naciones Unidas y estudios afines. Luego está la amplia literatura científica, artículos y libros, sobre estudios médicos y medioambientales. Por último, el enfoque bioético se basa en el modelo personalista de Elio Sgreccia.
2. Fortalecer la salud sexual y materna de las mujeres
Según el informe de los Procedimientos Especiales de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, el cambio climático representa un desafío para el disfrute de los derechos humanos. Se trata del derecho a la vida, el derecho a la salud, el derecho a la alimentación, el derecho al agua y al saneamiento, los derechos del niño y el derecho a un medio ambiente sano (9, pp. 17-23). Como resultado, se pueden identificar tres posibles impactos del cambio climático sobre los SDSR en el contexto de los ODS: el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva [1.1], las desigualdades, la violencia sexual y de género [1.2] y la salud materna [1.3]. No obstante, varios factores desempeñan un papel fundamental en estos impactos.
2.1. Acceso a servicios de salud sexual reproductiva
El acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva es una meta doble de los ODS 3.7 y 5.6. Puede verse amenazado por el cambio climático [1.1.1] y, también, por razones médicas y socioculturales [1.1.2].
2.1.1. El cambio climático como factor
Por un lado, algunos autores sostienen que el cambio climático amenaza este acceso a dos niveles.
Como indican O. Leyser-Whalen et al.(10) y el Consejo de Derechos Humanos (11, §13), los fenómenos meteorológicos extremos, debidos al cambio climático, pueden destruir la infraestructura de los servicios de planificación familiar. Esto conduce a una reducción de la calidad, la accesibilidad y la disponibilidad.
S. Barot, del Guttmacher Institute, señala que, durante las crisis climáticas, las necesidades de salud sexual y reproductiva de las mujeres en situaciones humanitarias quedan insatisfechas. En efecto, las infraestructuras de salud sexual y reproductiva destruidas no reciben suficiente prioridad ni financiación en comparación con otras infraestructuras. Incluso si existe, en tales condiciones, un kit de salud reproductiva que contenga suministros, anticonceptivos y equipos, la prestación de servicios se enfrenta a algunas graves deficiencias, como las normas culturales, la falta de seguridad, la investigación logística y las barreras financieras (12).
2.1.2. Factores médicos y socio estructurales
Por otra parte, sería un gran error limitar la falta de acceso a los servicios de SDSR únicamente a la crisis del cambio climático por dos razones.
Es un hecho que en algunos países donde no hay desastres climáticos, las niñas y las mujeres siguen teniendo dificultades para acceder a los servicios de salud sexual y reproductiva. Es el caso, por ejemplo, de Malta y Polonia en relación con el aborto, o el caso de Islandia, Suiza, República Checa, Grecia, etcétera en relación con la anticoncepción, como revela el Atlas Europeo de Políticas de Anticoncepción (13).
Muchas mujeres no tendrían o no podrían acceder a estos servicios por muchas razones, como el fracaso de la anticoncepción debido a la edad, o factores económicos y médicos, como indican S. E. K. Bradley et al. (14), o razones socioeconómicas, como indica J. Sachs (15, pp. 188-189).
2.2. Desigualdades, violencia sexual y de género
Las metas 3.3, 5.2, 5.3, 8.5 y 10.2 de los ODS pretenden proteger a las mujeres contra la violencia y la desigualdad de género. Estas desigualdades y la violencia pueden aumentar durante los fenómenos del cambio climático [1.2.1], pero también son perpetradas por factores políticos y socio estructurales [1.2.2].
2.2.1 El cambio climático como factor
El Consejo de Derechos Humanos afirma que el cambio climático es un reto para el avance de la igualdad de género, ya que las mujeres y las niñas corren un mayor riesgo durante crisis como los fenómenos meteorológicos (11, § 5, 17 y 54).
De hecho, A. M. Thurston et al. demostraron que las agresiones sexuales y la violencia contra las mujeres y las niñas aumentan durante y después de las catástrofes (84 % relacionadas con el clima) (16). En el mismo contexto, C. Rousseau afirma que, dado que las catástrofes climáticas pueden provocar “trastornos en la vida cotidiana” (pérdida del trabajo y del hogar), las mujeres y las jóvenes pueden mantener relaciones sexuales sin protección a cambio de una paga o de alimentos para asegurar su supervivencia (17). Estos acontecimientos y la falta de acceso a la planificación familiar conducen a embarazos no deseados que causan problemas de salud materna e infantil que “obstaculizan el desarrollo económico nacional” (5, pp. 5-6). Además, estos embarazos no deseados y sus complicaciones pueden ampliar la brecha de desigualdad de género al limitar el acceso a las oportunidades de la vida social, económica y política (6, p. 9).
2.2.2 Factores políticos y socio estructurales
Sin embargo, las desigualdades y la violencia sexual y de género no son sólo un problema del cambio climático. Las menores oportunidades económicas se deben a los sistemas sociales y políticos relativos a la maternidad. Es el caso de Francia.3 A pesar de la facilidad de acceso a los servicios de planificación familiar (18, p. 25), la brecha salarial entre hombres y mujeres persiste, aunque se ha reducido (19, p. 4) entre 2000 (18,6%) y 2019 (16,1%). Algunos autores sostienen que esta desigualdad es consecuencia de la maternidad (20; 21, pp. 125-130). Sin embargo, a pesar de los esfuerzos realizados para la realización de la igualdad económica y de género (ODS 8.5 y 10.2), como la ayuda económica a través de la baja por maternidad y la prestación por maternidad, la brecha siempre existe debido a diversos factores, como el sector laboral, los puestos de responsabilidad, la discriminación en el momento de la contratación o en términos de bonificaciones.
Además, la violencia sexual y de género, que debe prohibirse según los ODS 5.2 y 5.3, no es fundamentalmente, sino ocasionalmente, un problema del cambio climático. Dicha violencia adopta muchas formas, y las autoridades legales a veces la perpetran. Varias categorías de mujeres y niñas son objeto de violencia sexual, como la anticoncepción coercitiva y la esterilización. Es el caso de las mujeres seropositivas, especialmente en África (22- 24), y de las mujeres con discapacidad mental en Estados Unidos (25) y en la Unión Europea (26), como señalan las Naciones Unidas (27, § 29). También es el caso de las mujeres pertenecientes a minorías étnicas (pueblos indígenas) como las romaníes en Eslovaquia (28,29) o a diferentes grupos étnicos como las etíopes en Israel (30- 33) entre 2004 y 2005. Además, también fue el caso de las mujeres con problemas sociales, como las drogodependientes, en Estados Unidos, principalmente en California, Nebraska y Texas (34,35), entre 1991 y 1993.
2.3. Salud materna
La salud materna es una de las principales metas de los ODS 3.1, 3.2 y 3.7. Si el cambio climático desempeña un papel en este ámbito [1.3.1], también es importante examinar el aspecto médico en el que varias consecuencias y riesgos derivados de los métodos de planifica ción familiar afectan a la salud de la mujer [1.3.2].
2.3.1. El cambio climático como factor
La IPPF sostiene que el cambio climático tiene un impacto importante en la salud materna (6, p. 8). En efecto, la falta de acceso a agua limpia y potable puede afectar a la salud de la mujer durante el embarazo, el parto e incluso “la administración de ciertos métodos anticonceptivos” (6, p. 8). Como confirma el IPCC, el agua limpia y potable es importante para reforzar la resiliencia climática de la salud humana (3, p. 22), especialmente porque “los cambios en la temperatura, las precipitaciones y los desastres relacionados con el agua están vinculados a una mayor incidencia de enfermedades transmitidas por el agua” (3, p. 50).
Además, P. Poursafa et al. afirman que el clima cálido o frío podría provocar muchos problemas de salud como eclampsia, preeclampsia, 4 cataratas, bajo peso al nacer, tuberculosis pulmonar, hipertensión, proporción de sexos y duración del embarazo (36, p. 398). Muchos otros estudios describen otros problemas como la diabetes gestacional (37), la amenaza de aborto/aborto espontáneo, las enfermedades renales, las enfermedades infecciosas (38), el parto prematuro y el retraso del crecimiento fetal (39).
Además, el Consejo de Derechos Humanos especifica que el cambio climático puede afectar a la salud mental de las mujeres, como los trastornos relacionados con el estrés y la depresión (11, § 9 y 12).
En este contexto, para reforzar la capacidad de las mujeres embarazadas de adaptarse al cambio climático y evitar/reducir todos estos problemas de salud, los programas de planificación familiar fomentan el espaciamiento voluntario de los hijos mediante anticonceptivos modernos o el aborto seguro en caso de embarazo no deseado (6, p. 9).
2.3.2. Factores médicos
Sin embargo, el impacto sobre la salud materna no puede abordarse únicamente desde este punto de vista, en el que el cambio climático es un factor importante de los problemas de salud. También es importante examinar este tema desde el ángulo opuesto. Numerosos estudios científicos han puesto de manifiesto los posibles riesgos, consecuencias y efectos secundarios de la planificación familiar, en particular de algunos métodos anticonceptivos modernos y del aborto, sobre la salud materna.
Por un lado, la anticoncepción hormonal puede acarrear numerosas consecuencias y riesgos para la salud, como eclampsia, preeclampsia, hipertensión, amenaza de aborto/aborto espontáneo, parto prematuro y retraso del crecimiento fetal, diabetes gestacional (40, pp. 105-111), cáncer de mama (41), de útero, de cuello uterino y de hígado (42, pp. 283-293, 295-296), problemas hepáticos (40; 43, pp. 158-169). Las enfermedades tromboembólicas (44) también son frecuentes y pueden provocar la muerte: en Estados Unidos, por ejemplo, entre 136 y 260 mujeres jóvenes y sanas mueren por trombosis venosa debido al uso de anticonceptivos hormonales (45). Además, la anticoncepción hormonal puede provocar enfermedades autoinmunes (46,47), problemas psicológicos y psico neuroendocrinológicos como depresión y depresión posparto (48), alteración de la memoria (49- 53) y cambios en el comportamiento sexual debido a un mal funcionamiento del cerebro (54, pp. 102-144; 55). En cuanto al DIU de cobre, puede contribuir a la anemia, inflamaciones pélvicas, abortos (56, p. 156) y embarazos con DIU (57).
Por otra parte, aunque este hecho se ignore, se oculte o se tome a la ligera, el aborto seguro puede tener consecuencias y riesgos a corto o largo plazo para la salud de la mujer. El aborto quirúrgico puede provocar hemorragias o sangrados, daños en los vasos pélvicos, el intestino, la vejiga, las trompas de Falopio y los ovarios (58). En cuanto al aborto médico (píldora), puede provocar calambres y he morragias vaginales graves con fracaso del aborto, necesitando intervención quirúrgica (59- 61), placenta acreta5 (62), hipotensión, taquicardia sinusal, infarto de miocardio, laceración cervical, rotura uterina, infección uterina (63). En cuanto a los riesgos psicológicos, los abortos provocados pueden causar ansiedad o depresión (64,65), pensamientos suicidas y reacciones de estrés postraumático (66). Después de Covid-19, el aborto por telemedicina se ha desarrollado en muchos países, como en Estados Unidos y en Francia. Este tipo de aborto tiene muchas consecuencias en la salud materna y fetal debido a la falta de atención previa al aborto (examen físico, ecografía, comprobación de la historia clínica, detección de infecciones del tracto genital, comprobación de embarazo ectópico). Como resultado, se producen varias consecuencias, como la rotura uterina (67,68), el fracaso del aborto y la muerte fetal intrauterina, que causan complicaciones en la salud materna (69).
Este panorama muestra que el cambio climático es sólo uno de los muchos factores que pueden repercutir en la salud sexual y materna de las mujeres. Además, los métodos de planificación familiar promovidos para evitar las consecuencias y los riesgos del impacto del cambio climático pueden ser a su vez la causa de esas mismas consecuencias y riesgos, lo que resulta paradójico para la solución de un problema.
3. Reducir la contaminación ambiental
Una de las razones del cambio climático es el alto nivel de emisión de gases de efecto invernadero (GEI), principalmente el dióxido de carbono (CO2).6 Algunos autores sostienen que el crecimiento de la población es responsable de la gran cantidad de estas emisiones y que la planificación familiar sería una solución [2.1]. Otros estudios demuestran que algunos métodos de planificación familiar son un factor de contaminación medioambiental y de emisión de GEI [2.2].
3.1. Emisiones de gases de efecto invernadero y crecimiento demográfico
Como sugiere la IPPF, la planificación familiar es una solución para reducir los GEI en la atmósfera. Así, los investigadores del Proyecto Drawdown establecieron un escenario en el que la planificación familiar, entre 2020 y 2050, podría reducir las emisiones de CO2 en 69,90 gigatoneladas (Gt). Calculan que el 55% de esta cantidad (37,9 Gt) correspondería a los países de renta baja y media, y el 45% (31 Gt) a los de renta alta. En este caso, algunos autores sugieren que reduciendo el crecimiento de la población mediante la planificación familiar es posible reducir las emisiones de GEI [2.1.1]. Sin embargo, algunos estudios demuestran que dicha relación no es exacta [2.1.2].
3.1.1. Planificación familiar y reducción de la población
B.C. O’Neill et al. afirman que “las políticas que ralentizan el crecimiento de la población probablemente también tendrían beneficios relacionados con el clima” (70); J. Bongaarts y R. Sitruk-ware afirman que “un crecimiento más lento de la población en el futuro podría reducir las emisiones a nivel mundial en un 40% o más a largo plazo” (71, p. 233). R. N. Proctor y L. Schiebinger sostienen la idea de que “si la población total del mundo se redujera finalmente en un 10%, esto reduciría las emisiones de carbono en 3.600 millones de toneladas al año, lo que es más que el total de las emisiones combinadas de Alemania, Japón, Brasil, Turquía, México y Australia” (72). Para otros, prohibir el aborto provocaría un exceso de niños no deseados. Es el caso de T. Joyce et al que afirman, ya en 2012 antes de anular Roe v. Wade (24 de junio de 2022), que “las tasas de aborto caerían “Si se anulara Roe v. Wade] las tasas de aborto caerían un 14,9 por ciento” en Estados Unidos, lo que lleva a aumentar los na cimientos no deseados a “178.804 nacimientos adicionales o un 4,2 por ciento del total nacional” (73, pp. 4 y 22).
3.1.2. Datos paradójicos
Sin embargo, hay que tener en cuenta dos puntos. En primer lugar, si prohibir el aborto llevaría a un exceso de niños no deseados por embarazos no deseados, dos estudios de J. Bearak et al. y un informe del Guttmacher Institute muestran que “el embarazo no deseado y el aborto ocurren en todo el mundo, tanto donde el aborto es ampliamente legal como donde está restringido” (74- 76). Entre 2015 y 2019, la tasa de embarazos no deseados fue del 59 % y la tasa de aborto fue del 41 % en los países donde el aborto era ampliamente legal. En los países donde hay algunas restricciones para el aborto, la tasa de embarazos no deseados fue de entre el 70 % y el 79 %, y la tasa de aborto fue de entre el 36 % y el 39 %. Esto significa que siempre habrá niños no deseados, aunque el aborto sea legal.
En segundo lugar, si admitimos que el crecimiento de la población es responsable del alto nivel de emisiones de gases de efecto invernadero, estas emisiones deberían ser mayores en los países menos desarrollados y de bajos ingresos que en los países de altos ingresos, donde la planificación familiar es de fácil acceso. Aun así, mientras que en los países en vías de desarrollo la tasa de embarazos no deseados es de 62-76/1000 mujeres, en los países desarrollados sigue siendo alta (42-56/1000) a pesar de las facilidades de acceso a los servicios de planificación familiar, como demostraron J. Bearak et al.(75). Además, K. E. Hawkins afirma que el impacto sobre el clima de un niño en un país desarrollado es mucho mayor que en un país en vías de desarrollo (77). Las estadísticas7 basadas en un sitio de Oxford (Our World in Data) (78) y en los datos abiertos del Banco Mundial (79) como se observa en la Gráfica 1, muestran concretamente estos hechos.
Fuente: Nuestro mundo en datos. Disponible en: https://ourworldindata.org/grapher/ghg-emissions-by-world-region
Incluso las emisiones de CO2 per cápita son menores en los países menos desarrollados que en los más desarrollados, como muestra el Gráfico 2.
En consecuencia, resulta paradójico entender cómo la planificación familiar, supuestamente destinada a reducir el crecimiento de la población, podría contribuir a la reducción de las emisiones de CO2 cuando la tasa de emisiones es mayor allí donde el aborto es legal y la contracepción es fácilmente accesible.
3.2. Medio ambiente y salud pública
Como ya se ha explicado, el cambio climático podría afectar a los servicios de planificación familiar. Conviene plantearse la cuestión desde otro punto de vista. ¿Cuáles son los posibles impactos de la planificación familiar, precisamente la anticoncepción, sobre el medio ambiente? Dado que, los métodos son numerosos, es más preciso analizar los modernos más utilizados según Naciones Unidas, Departamento de Asuntos Económicos y Sociales, División de Población (80): dos de barreras mecánicas [2.2.1] y las píldoras anticonceptivas orales como métodos hormonales [2.2.2].
3.2.1. Las barreras mecánicas y el calentamiento global
Las barreras mecánicas más utilizadas son los preservativos y el DIU de cobre. Estos métodos están implicados en la emisión de gases de efecto invernadero de forma directa (preservativos) e indirecta (DIU de cobre).
a. Preservativos
Los preservativos se fabrican principalmente con caucho natural y caucho sintético (poliisopreno o poliuretano). Dos estudios han puesto de relieve el impacto medioambiental de la producción de preservativos. Analizando el ciclo de vida de los preservativos de caucho natural, W. Jawjit et al. demostraron que la fase de producción de preservativos (producción de látex fresco, producción de látex concentrado, producción de preservativos, transporte de preservativos, uso de preservativos y eliminación), que sigue a la primera fase de preparación (plantación de árboles, extracción de látex, transporte de látex, uso de gasóleo, uso de electricidad, uso de productos químicos y envasado), participa en un 52 % en el calentamiento global. La fase de eliminación de los preservativos representa alrededor del 45% del calentamiento global (81). Los resultados son prácticamente idénticos en el estudio de M. Birnbach et al.(82). Ambos estudios destacan el impacto del transporte de preservativos en las emisiones de GEI. W. Jawjit et al. cuantificaron este impacto estudiando el transporte en buques portacontenedores: “el impacto del transporte internacional de Bangkok a Pekín” se sitúa entre el 95 y el 98% (81, p. 103). M. Birnbach et al. estimaron que el transporte aéreo representaría el 60% de las emisiones totales de GEI (82, p. 976).
En cuanto a los preservativos de caucho sintético, W. Jawjit et al. afirman que el impacto medioambiental del proceso de producción de preservativos de poliisopreno “es ~2-2,5 veces superior en los casos de calentamiento global” debido principalmente al consumo de electricidad, sin olvidar el impacto sobre la toxicidad humana (81, p. 108). Además, la producción de poliuretano tiene un enorme impacto medioambiental debido al uso de petróleo, contribuyendo así a la emisión de gases de efecto invernadero. Y como no es biodegradable, tiene un impacto en “diversos campos como la vida acuática, la salud del suelo, las plantas y los seres humanos” (83, p. 406).
b. DIU de cobre
No existen estudios directos sobre el impacto de la producción de DIU de cobre en el calentamiento global. Sin embargo, diversos estudios muestran el impacto de los materiales utilizados en su producción, a saber, el plástico y el cobre.
F. Chaddad et al. demostraron que la deforestación para explotar minas de cobre, en la selva amazónica, provoca un aumento de la temperatura del suelo, con importantes emisiones de CO2 que contribuyen al cambio climático (84). La producción de cobre tiene un impacto significativo en las emisiones de GEI debido al consumo intensivo de energía (electricidad, uso de combustibles, transporte, etcétera.), como explican D. Dong et al.(85). El Comité sobre el Cobre en el Agua Potable y el Consejo Nacional de Investigación de Estados Unidos también han presentado el impacto del cobre en el agua y la toxicidad humana (86).
Para que quede claro, no estoy sugiriendo que la producción del DIU de cobre tenga ningún efecto causal sobre el medio ambiente, sino simplemente señalando lo que muestran los estudios sobre las materias primas utilizadas en este anticonceptivo, que necesita una atención y más estudios directos sobre el tema.
3.2.2. Píldoras anticonceptivas orales y alteraciones endocrinas
Una de las principales metas de los ODS es gozar de buena salud para ser más resistentes a los fenómenos del cambio climático (ODS 13.1). Gozar de buena salud significa tener alimentos y agua de buena calidad. Desde la declaración de Wingspread en 1991 (87), se sabe que los disruptores endocrinos son perjudiciales para todo tipo de vida. Los contaminantes y las toxinas (plaguicidas y otras sustancias químicas) repercuten en los SDSR al alterar la capacidad de mantener las condiciones sanitarias y de seguridad necesarias para gozar de buena salud. M. J. Piazza y A. A. Urbanetz precisan que estos impactos se producen especialmente “sobre la zona genital, la esteroidogénesis ovárica, el síndrome del ovario poliquístico, la endometriosis, la estructura del útero y de la vagina, y sobre la formación de leiomiomas [fibromas uterinos]” (88, p. 154). Varios estudios demuestran que los anticonceptivos hormonales (especialmente el estrógeno sintético, 17α-Etinilestradiol o EE2), como disruptor endocrino originado en los excrementos humanos (particularmente en la orina), tienen un impacto importante en la vida acuática y en la vida humana, lo que podría influir en la calidad de la resiliencia frente al cambio climático.
a. Vida acuática
Los estudios demuestran que el EE2 afecta a la vida acuática en numerosos niveles. C. Minier et al., C. R. Tyler y S. Jobling han observado una feminización del macho a través de la producción de vitelogenina (proteína como nutrientes embrionarios, comúnmente conocida como yema de huevo) e intersexuación (presencia de ovocitos en desarrollo en los testículos masculinos) (89,90). S. Jobling et al. y X. Qin et al. han destacado las alteraciones reproductivas debidas al retraso de la espermatogénesis, con una mala calidad del esperma que conduce a una reducción de la fertilidad (91,92). M. Saaristo et al. han observado un cambio de comportamiento que altera la elección de pareja por parte del macho (93). A. Kidd et al. han destacado la casi extinción de toda una especie de peces de un lago del noroeste de Ontario, Canadá (94).
Dado que los alimentos acuáticos desempeñan un papel fundamental en las dietas saludables sostenibles porque contienen “cualidades y nutrientes únicos, como hierro, zinc, calcio, yodo, vitaminas A, B12 y D, y ácidos grasos omega-3” y que su producción “tiene un impacto medioambiental menor que la producción de la mayoría de los alimentos de origen animal terrestre”, como afirma el departamento de Nutrición de la ONU (95, p. 5), “una mayor producción y consumo de alimentos acuáticos depende de una serie de factores, ya sean físicos o medioambientales”, como la contaminación del agua (95, p. 37). Esto significa que la alteración de la vida acuática puede tener una enorme incidencia en la consecución de los ODS 2.1 (alimentos nutritivos y suficientes), ODS 3 (salud), ODS 6.3 (agua de buena calidad) y ODS 14.1 (reducción de la contaminación marina), que conducen a una frágil salud humana para hacer frente al cambio climático.
b. Salud humana
Existe poca literatura científica sobre el impacto en los seres humanos de los EE2 exógenos del agua. Sin embargo, varios estudios sobre seres humanos y animales han demostrado los posibles efectos del EE2 sobre la salud. Ya M. Cargouët et al., S. Jobling y R. Owen han demostrado que el EE2 procedente de los residuos de las píldoras anticonceptivas está presente en el agua incluso después de pasar por las estaciones de tratamiento del agua (96- 98). M. Joyeux afirma que la exposición acumulada a EE2 durante 70 años por beber 2 litros de agua del grifo al día sería de 2,5 ng/l (99). Es importante señalar que el efecto de la EE2 no reside en la cantidad, sino en el hecho de que es resistente a la biodegradación y en el hecho de su mezcla con otros disruptores endocrinos, conocido como “efecto cóctel”, tal y como demostraron V. Delfosse et al. (100).
Teniendo en cuenta todos estos factores, los estudios demostraron que los ratones hembra8 expuestos a dosis bajas de un EE2 exógeno han experimentado un comportamiento maternal y una alteración emocional (101,102) y algunos comportamientos de trastorno obsesivo compulsivo (TOC) como un comportamiento repetitivo durante la lactancia (103).
En cuanto a los hombres, D. Margel y N. Fleshner han demostrado una correlación significativa entre la EE2 en el agua del medio ambiente y el cáncer de próstata (104) y eso se debe a la presencia de receptores de estrógenos en la próstata humana, como lo demostró H. Bonkhoff (105). Por su parte, M. Rolland et al, el informe Weybridge, A. Marques-Pinto y D. Carvalho han observado una correlación importante entre los disruptores endocrinos y la fertilidad de los hombres debido a la calidad y cantidad de esperma (106- 108).
Además, el uso de anticonceptivos orales tiene un impacto en el crecimiento y la salud del feto, que es una meta del ODS 3. Las experiencias sobre el ratón fetal mostraron muchas consecuencias. B. Timms et al. han observado una alteración del ratón fetal y una alteración de la uretra prostática (109). D. K. Waller et al., han observado que el uso de AO durante los 3 primeros meses de embarazo está asociado al síndrome del corazón izquierdo hipoplásico y a la gastrosquisis (110). N. Meyer et al. han destacado que la presencia de EE2 en el agua de bebida provocaba un aumento del peso de la placenta, afectaba al proceso de angiogénesis y aumentaba el volumen fetal en comparación con las semanas de gestación (111). G. Delbès et al. observaron que la exposición a estrógenos (endógenos y exógenos) puede inducir un trastorno del desarrollo testicular fetal y neonatal (112).
4. Dilemas bioéticos
El análisis de las páginas precedentes y los distintos puntos de vista ponen de manifiesto tres grandes dilemas bioéticos: la justicia social [3.1], la salud [3.2] y la relación del ser humano con el medio ambiente [3.3].
4.1. Justicia social
Es un hecho que podría existir cierta correlación entre el crecimiento de la población y el cambio climático causado por las emisiones de GEI. Pero tal y como muestran el sitio de Oxford (Our World in Data) (78) y el World Bank Open Data (79), las emisiones son mayores en los países desarrollados con bajas tasas de natalidad que en los países menos desarrollados con altas tasas de natalidad. Según un estudio del Oxford Committee for Famine Relief9 (OXFAM), “la mitad más pobre de la población mundial sólo es responsable de alrededor del 10% de las emisiones globales [...] mientras que el 10% más rico del planeta es responsable de alrededor del 50% de las emisiones globales” (113). D. Satterthwaite explica que esa diferencia y esas emisiones tan elevadas se deben al aumento de la riqueza y del comportamiento de consumo (114, pp. 564-566). Por eso afirma que “no es justo equiparar los aumentos de las emisiones de GEI por persona entre las poblaciones de renta baja (digamos de 0,1 a 0,5 toneladas de CO2e por persona y año) con aumentos comparables de GEI entre las poblaciones de renta alta (por ejemplo, de 7,1 a 7,5 toneladas por persona y año)” (114, p. 551). Por ello, el crecimiento de la población sólo tendría un impacto significativo si se asocia a un comportamiento de consumo elevado. En consecuencia, la justicia social significa no culpar a los países subdesarrollados, especialmente en lo que se refiere al crecimiento de la población, del calentamiento global. Esto ya ha sido confirmado por la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (CIPD) al señalar que los problemas medioambientales, y el cambio climático en particular, están “en gran medida impulsados por modelos insostenibles de producción y consumo” (115, § 1.2).
En este contexto, la planificación familiar como solución para el cambio climático, especialmente tal como se promueve para la población pobre, constituye un ataque directo al principio de justicia social. Por un lado, la CIPD dice claramente que “en ningún caso debe promoverse el aborto como método de planificación familiar” (115, § 8.25). Por otro lado, adopta una gestión de mala fuente utilizando un control coercitivo de la población sobre las poblaciones pobres.
4.2. Salud
La lógica de la planificación familiar como solución para el cambio climático es hacer que las personas, especialmente las mujeres y las frágiles, sean más resistentes al tener una buena salud. Que así sea. Sin embargo, ¿a qué precio? Sería obvio decir: a la propia salud.
En primer lugar, las mujeres son las primeras en pagar fisiológica y psicológicamente las consecuencias de la planificación familiar. En lugar de construir instalaciones y clínicas para ayudar a las mujeres a comprender su cuerpo y sus ciclos menstruales, completar el embarazo con cuidados de maternidad y hacer un seguimiento para evitar dificultades, la planificación familiar presenta -directa o indirectamente- la fecundidad, el embarazo y la maternidad de las mujeres como la fuente de la degradación del medio ambiente y del cambio climático. Esto se traduce en una presión sobre las mujeres para que tomen la “decisión correcta”, como explica A. Otzelberger (116, p. 3). Pero ¿cuál es la elección correcta que hay que hacer? La elección correcta sólo puede entenderse si se hace con sincera libertad. Y la libertad requiere tener también la posibilidad de elegir tener un hijo, y no simplemente rechazarlo. Esta es la verdadera condición para realizar los ODS 3.7.
En segundo lugar, ¿qué pasa con la protección de los hombres y del medio ambiente? Dado que los ODS interactúan transversalmente, parece ilógico y poco ético considerar que para reducir las emisiones de CO2 debemos recurrir a la reducción de la población, cuando no hay pruebas de una relación causal, a través de métodos anticonceptivos, que a su vez tienen impactos sobre la salud y el cambio climático a través de las emisiones de CO2 antes, durante y después de su producción, y a través de los residuos que se encuentran en la naturaleza. Esto nos lleva al tercer dilema.
4.3. La relación humana con el medio ambiente
Parece que el objetivo principal de la presentación de la planificación familiar como solución es el propio cambio climático. Este hecho refleja un cierto pensamiento anti-antropocéntrico y una ética eco-céntrica (117, pp. 756-765) al conferir a la naturaleza un valor intrínseco. En consecuencia, el valor moral de la naturaleza prevalece sobre el de los seres humanos. Como afirma E. Sgreccia “el ser humano pierde su papel central dentro del mundo natural hasta el punto de ser considerado parte integrante de la realidad ambiental, y los elementos naturales son vistos como sujetos capaces de subrayar relaciones de carácter moral con el ser humano” (117, p. 756).
En este contexto, para fundar una ética ambiental con el objetivo de preservarlo, es imposible hacerlo sin situar al ser humano en el centro de toda reflexión y acción. La razón es la siguiente: puesto que el discurso bioético, para tener un enfoque integral, debe tener en cuenta las dimensiones metafísica y ontológica, es importante volver a la scala naturae o gran cadena del ser derivada de Platón y Aristóteles. El ser humano se sitúa por encima de las criaturas terrestres, por extensión de la naturaleza. Sin embargo, este lugar primordial no ha de considerarse como una posición de dominio, en un sentido utilitarista, en la que el ser humano, en nombre de la libertad, se aprovecha de todo para su propio beneficio. Ha de ser una posición de responsabilidad (117, pp. 770-771) donde la naturaleza -en este caso concreto, el cambio climático- ha de ser tratada como un bien, un bien común que hay que preservar, pero no en detrimento de la dignidad humana (salud, libertad, autonomía, valía, integridad física, etcétera) de las generaciones presentes y futuras.
5. Conclusión
El análisis de las páginas precedentes lleva a esta conclusión: la planificación familiar, en particular los anticonceptivos, no es un medio adecuado para luchar contra el cambio climático y alcanzar los objetivos del desarrollo sostenible, mientras que la reducción del consumo y la adopción de un estilo de vida adecuado constituyen una actitud sana y responsable para hacerlo posible. Así pues, los estudios contradictorios y la correlación poco clara entre el cambio climático y el crecimiento demográfico nos invitan a ser prudentes y cautos a la hora de considerar la planificación familiar como una solución para luchar contra el cambio climático. Se necesitan estudios más profundos y detallados para comprender mejor el tema.
Mientras tanto, para conciliar mejor la preservación de la salud, la elección procreadora y el interés medioambiental, propongo tres actitudes fundamentales que sólo pueden ser eficaces a largo plazo y que necesitan buenos programas para su aplicación.
a. Educación
Todo empieza por una buena educación y la procreación no está exenta de ella. Por eso la vida sexual no debe ser considerada como un biologismo espontáneo, ni sólo desde la perspectiva de la libertad sin normas éticas, ni a través de planes coercitivos al servicio de ideologías ecologistas. La procreación no es sólo una cuestión femenina. Es una cuestión de pareja en la que hombre y mujer deciden juntos cuándo, cómo y cuántos hijos quieren tener. La sostenibilidad en este caso es dar por igual (ODS 5) la decisión a ambos miembros de la pareja.
Además, tener una vida sexual sana es dar a las chicas jóvenes (incluso a los chicos jóvenes) una buena educación sexual que respete sus cuerpos a través de información objetiva y científica para ser más conscientes y respetuosos con cada persona. Esto empieza por conocer las funciones sexuales del cuerpo humano comprendiendo la fertilidad de la mujer, lo que lleva a la segunda actitud.
b. Métodos basados en el conocimiento de la fertilidad
Dado que, como se ha demostrado, los métodos anticonceptivos modernos tienen un impacto medioambiental y sanitario, existen otros métodos que no son contaminantes ni perjudiciales para la salud y que son respetuosos con la relación de pareja. Se trata de los Métodos Basados en el Conocimiento de la Fertilidad (118) que son eficaces (119,120) si se forma a las mujeres y a las parejas. Más respetuosos con el desarrollo sostenible (ODS 3, 5, 6, 8, 13 y 14), estos métodos son los siguientes:
Métodos basados en el calendario: Método de Ogino-Knaus + Días Fijos.
Métodos basados en los síntomas: Método de los dos días, método BBT, método de la ovulación (Billings), método sintotérmico (OMS, 2018).
Modelo Creighton FertilityCare™, Marquette Mehtods, Fertility Education and Medical Management (FEMM), FemTech (aplicaciones para smartphones, caluculotermia, tiras de LH o “test de ovulación”, pulsera conectada, microscopio de bolsillo, tiras urinarias Proov).
c. Comportamiento responsable de producción/consumo
Como se ha demostrado, el estilo de vida es un factor importante del cambio climático. Una de las condiciones de sostenibilidad para luchar contra la crisis medioambiental es adoptar un comportamiento de producción/consumo saludable y responsable, tal y como recomiendan en particular los ODS 12.1, 12.2 y 12.8. Esto exige que cada persona, cada familia y cada comunidad adopte un comportamiento responsable. Esto exige que cada persona, cada familia, cada comunidad y cada país asuman la responsabilidad de cada acto de la vida cotidiana. Por ello, el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas pide soluciones independientes de las tendencias demográficas para lograr una mayor sostenibilidad. Declara que “los países de renta alta y de renta media-alta deberían reconocer su desproporcionada contribución al daño medioambiental global y tomar la iniciativa en la construcción de un sistema económico más sostenible en beneficio de las generaciones futuras” (121).
Sin embargo, la pregunta crucial sigue siendo: ¿quién estaría preparado y dispuesto, sobre todo en los países desarrollados, a hacer sacrificios en la vida cotidiana?