El brote de la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19), causado por el virus del síndrome respiratorio agudo severo por coronavirus tipo-2 (SARS-CoV-2), fue identificado en los primeros días del presente año en Wuhan, China; y declarado pandemia en marzo de 20201. Al finalizar este artículo (7 de septiembre de 2020), el número contabilizado de decesos ascendía a 891,308 en el mundo, con 67,781 registrados en México, según cifras oficiales2.
En 2003, la pandemia del síndrome respiratorio agudo severo (SARS) afectó de manera importante a profesionales de la salud, representando el 21.1% de los casos (1,076/8,096)3. Diferencias en el número de casos reportados en cada país, tasa de pruebas, desempeño de los sistemas de información y el rápido incremento del número de infecciones dificultan conocer con exactitud la prevalencia de SARS-CoV-2 entre el personal de salud4. Ing, et al. realizaron una revisión de la literatura acerca de los decesos reportados entre personal médico al 25 de abril, y encontraron un total de 254 muertes, de las cuales, 7 (4%) correspondían a médicos oftalmólogos5. Estos autores no encontraron diferencia en el riesgo de los oftalmólogos al compararse con otras especialidades5; sin embargo, la cercanía con el paciente durante las actividades clínicas y quirúrgicas representa un riesgo en el ejercicio de la especialidad6.
Adicionalmente, existe la sospecha de la excreción del virus a través de la lágrima o conjuntiva7. En una revisión sistemática de la literatura, en la cual se clasificó la información publicada hasta el 21 de abril respecto a COVID-19 y oftalmología, encontramos que los niveles de evidencia para apoyar esta teoría son bajos y aún existen interrogantes del riesgo de transmisión a través de la lágrima o las secreciones conjuntivales. Así mismo, la evidencia relacionada con la frecuencia y características de las manifestaciones oculares del COVID-19 aún es escasa, y se requiere una mayor comprensión para conocer a profundidad los efectos oculares del virus8.
Dos publicaciones del presente número de la Revista Mexicana de Oftalmología están dedicados a temas relacionados con COVID-19; las dos están basadas en encuestas que recogen información referente a la percepción de médicos oftalmólogos ante la enfermedad y, por lo tanto, a la manera en que como médicos afrontamos la nueva realidad de la práctica de nuestra especialidad. López-Ulloa, et al. realizaron una encuesta del impacto de la pandemia en los oftalmólogos de México. Un total de 241 (66.6%) participantes mencionaron que los oftalmólogos tenían un mayor riesgo de contagio en comparación con otras especialidades médicas; 103 (28.5%) creían que era similar, y 18 (4.9%), que era menor. Los participantes que tenían más de 30 años de práctica tenían mayor probabilidad de creer que el riesgo era mayor, mientras que los oftalmólogos más jóvenes creían que el riesgo era similar a otras especialidades (J.A López-Ulloa, comunicación personal, 1 julio 2020). La encuesta de Mier-Bolio, et al. recoge datos de la prevalencia de ansiedad en médicos oftalmólogos en un centro de referencia en la ciudad de México utilizando dos escalas diferentes. La prevalencia encontrada fue del 48% y el 83%, según el instrumento de medición, y la mayoría de los casos fueron clasificados como leves9.
La percepción del riesgo es un fenómeno social construido a partir de experiencias previas y es difícil de predecir con certeza. Estudios cualitativos en profesionales de la salud la han relacionado con la disposición de respuesta ante emergencias sanitarias por otros patógenos10,11. Gee, et al. realizaron un estudio de entrevistas a profundidad en personal de salud durante el brote de ébola en África en 2014-2016 y mencionan como factores que aumentan la percepción del riesgo: la impresión general de la sociedad y la familia, la información en medios de comunicación y las infecciones en colegas. Por otro lado, el conocimiento y la confianza en las instituciones mitigan dicha percepción9. Balicer, et al. encontraron que hasta la mitad del personal de salud podría ausentarse ante una crisis sanitaria por influenza en Maryland, EE.UU.11.
El impacto que genera la percepción del riesgo en los profesionales de salud y su respuesta ante las situaciones de crisis son factores que repercuten en el sistema de salud y, por lo tanto, en la carga de enfermedades en la sociedad. Las políticas de control en nuestras instituciones deberán encaminarse a incrementar la autodeterminación, el conocimiento y la certidumbre entre el personal de salud a fin de que dicha percepción resulte en el menor perjuicio posible en la salud visual de nuestra población.