Introducción
En la Mapoteca del Archivo Nacional de Chile se encuentra un mapa de la cartografía colonial que se apoda “Número 1” y se titula Mapa del Reyno de Chile (Figura 1). Su autor fue el padre del héroe nacional Bernardo O’Higgins,1 don Ambrosio O’Higgins (ca. 1720-1801). El apodo que le entrega la Institución puede ir de la mano tanto por su creador como por el material original único sin otra publicación que se conozca. Este hecho se puede comparar por la enormidad de material cartográfico que antecede a la fecha de su publicación.2
El Archivo Nacional ha adquirido la colección de la Sección de Manuscritos de la Biblioteca Nacional, y por razones de seguridad y accesibilidad los mapas estaban separados de los volúmenes3 acto que también puede haber inferido en su apodo.
Ambrosio Higgins, padre de Bernardo O’Higgins, fue gobernador de Chile entre 1788 y 1796. Antes de hacerse cargo de la responsabilidad de Estado, Higgins fue un hombre de negocios y también un militar que ya había recorrido la mayor parte de Chile durante sus estancias y había trazado, junto a Juan Garland (ca. 1724-1775), algunos lugares que fueron clave en la expansión y ocupación del territorio, respecto al deber que le exigía su cargo de ingeniero delineador.
Los puestos de ingeniería -según el real decreto de 1756-, correspondían al cargo y semejanza del escalafón de los mandos del ejército, siendo el Ingeniero Delineador el rango de Subteniente de Infantería.4 Aparte de la instrucción militar, este rango debía poseer los conocimientos topográficos o corográficos y de geodesia, aptitudes que ponen de manifiesto las habilidades y experticias que debió poseer Ambrosio Higgins para trazar un mapa que expusiera la totalidad del Reino de Chile.
Como todo producto cartográfico, como fuente histórica, el mapa de Higgins nos proporciona una enormidad de antecedentes que pueden ser distinguidos desde la simbología utilizada hasta el lugar que representa, lo que orienta a llevar una investigación más allá de la fascinación que nos evoca, pero también a distinguir la generación y utilización de este producto que nos ayuda a comprender el espacio y el tiempo. De esta manera, el Mapa del Reyno de Chile nos permite saber tanto de su autor como del porqué de cada trazo que contiene.
Éste se creó en Madrid en 1768, un año después de que Higgins entregara el informe a la corona sobre los parajes de la Capitanía. Esta labor realizada le permitiría salir de España y el acceso a un mejor destino después de haber abandonado Chile por las complicaciones de salud que lo aquejaban.
La Descripción del Reyno de Chile, título que lleva su informe de 1767, le abrió el paso para volver a pisar tierras australes del Nuevo Mundo, pero no le concedió sus deseos de establecerse en los territorios esperados.5 Tal vez su prodigioso saber de nuestro territorio lo envió de vuelta a Chile, específicamente por las notas, comentarios y sugerencias que mencionaba en el reporte, y la manera de enfrentar a los indios de forma benigna, comenzando por reducir el número de indios no domesticados destinados al servicio y el laboreo de las tierras,6 obteniendo la cooperación y la ampliación de los territorios.
En este sentido, y teniendo en consideración lo propuesto por Ricardo Donoso, la Descripción y el Mapa del Reyno de Chile no corresponden a una misma mano laboral, debido a una línea de fuertes que se indicaba en la propuesta del ingeniero delineador.7 Para nosotros el mapa del Reyno de Chile fue un trabajo que realizó aparte del informe o el borrador que complementó8 ya a sabiendas de su retorno a Chile, tarea que pretendió graficar nuevamente para no olvidar lo expuesto y permitirle exponer un ordenamiento del territorio como elemento para su propia utilización y beneficio. Tanto la fecha como esta indicación nos señalan que se trata de dos piezas cartográficas: una entregada en el reporte (Descripción) y la otra para su retorno a Chile.
Creación y descripción del mapa
Tanto el mapa como las interrogantes que podemos plantearnos sobre este documento hacen referencia a un mapa anterior, el cual Donoso no encontró en la Biblioteca Real de Copenhague, Dinamarca, y que nos relaciona a seguir la tendencia de que este documento es parte del mapa. Por otro lado, y siguiendo nuestra tesis, ¿por qué no lo incluyó como referencia al reporte de la corona? ¿lo olvidó? O, tal vez ¿seguía trabajando en el mapa? ¿Por qué ambos documentos tienen diferente fecha? Tarea que culminó un año más tarde al informe entregado, y que pensaría ¿debía actualizar dependiendo de los acontecimientos que se fueran dando en su estadía en Madrid?
Por lo que representaba a su obligación y requisito, el informe debía contener un mapa. No hay que olvidar que para el siglo XVI, Alonso de Santa Cruz mencionaba que un mapa era un buen apoyo para solventar el escrito; Santa Cruz veía en los mapas una forma secundaria y de soporte a la descripción textual, solicitando que la información obtenida debía ser desplegada a modo de cartas de marear, dejándolo como un anexo a las investigaciones.9 Por lo cual, podemos pensar que este mapa representaba el apoyo visual del anterior informe.
Existen indicativos, lecturas y, por qué no decirlo, referencias que enaltecen a su creador en el trabajo que realizó y a la relación entre ambos débitos: mapa e informe. Ricardo Donoso, en su ya citado libro El Marqués de Osorno Don Ambrosio Higgins. 1720-1801, argumenta que éste tenía un gran conocimiento del territorio dada su labor como ingeniero delineador.10 De esta manera, Diego Barros Arana, en su Historia Jeneral de Chile de 1886, enaltece los dotes del Gobernador tanto para la administración como para el conocimiento del territorio,11 los cuales validan sus capacidades y ponen de manifiesto que la Descripción (reporte) y el mapa son un solo documento. Otras investigaciones, incluso, alteran la fecha del mapa que posee el Archivo Nacional.12 En conclusión, para la historiografía, este mapa es el anexo de su informe.
Cabe mencionar tanto a Barros Arana, el mismo Donoso y, ahora, Natalia Gándara, en la conclusión tradicional de la historiografía chilena sobre las varias concordancias entre ambos documentos (mapa y reporte). Entre estas conclusiones se distinguen, por ejemplo, el territorio que abarca el Reino de Chile, punto sin diferencia en la representación de los límites del territorio. El reino de Chile se demarcaba desde Copiapó a Chiloé, específicamente entre los 25 y 42 grados de latitud que escribe en la Descripción. El mapa establece este límite del reino, aproximadamente en el Puerto de la Caldera por el lado septentrional, muy cercano a los 26 grados 30 minutos de latitud, y a los 45 grados de latitud por el lado más austral incorporando a la isla de Chiloé. Eso sí, se puede pensar que el marco del mapa establece algunas pequeñas diferencias que en el texto y en la gráfica cambian, pero que prevalecen los mismos lugares mencionados a la ocupación que tienen los españoles: “De este territorio ocupan los españoles desde el poblado de Atacama por los 26 grados hasta la Frontera de Chile en 36 que demarca el Río Viovio”.13
No es de sorprender que Higgins establezca este límite en la ocupación de los españoles, ya que los problemas internos con los naturales hacían del río Biobío la frontera establecida. De la misma forma, los mapas jesuitas ya representaban este límite natural, dividiendo el territorio al sur del río como la tierra de los araucanos y para el norte, la de los españoles. Situación que se referencia por este hito geográfico en la gran mayoría de los mapas europeos, ya pasado el último cuarto del siglo XVIII.
En el Mapa del país que habitan los Araucanos en Chile, de poncho chileno de 1795, Juan Ignacio Molina copió y graficó a estos dos habitantes del Reino a través de su toponimia, y lo vuelve a detallar en el Mapa General de la Frontera de Arauco en el Reyno de Chile del mismo año (Figura 2 y Figura 3). Esta frontera no cambia mucho respecto a los mapas anteriores del siglo XVI y XVII, especialmente si observamos los mapas holandeses que expresan esos límites por líneas y colores para representar una provincia o un reino en contraste con otro. Podemos mencionar los mapas de Pieter de Bert y Pieter van den Keere Chili de 1600, Corneille Wytfliet del mismo año o Henricus Hondius Chili de 1635 (Figura 4). Antecedentes que debemos pensar, pasaron por sus manos o tuvo la ocasión de revisar en su estadía en Madrid, sin ignorar que también conocía los limites jurisdiccionales del imperio. Higgins los comenta en su informe y omite el ampliar un territorio ocupado por los naturales, pero que ya se consideraba de la corona.14
Respecto a distinguir las fronteras oriente y poniente, estas últimas siguen marcadas por el murallón cordillerano para el lado este y la presencia del mar para el lado oeste. Higgins lo menciona en su informe y lo deja plasmado en su obra cartográfica, donde la geografía establece sus propias divisorias, en un acercamiento a una tendencia que se había propagado por Europa y que se apreciaba como artística, introducir al espacio visual la llegada de un barco -de mar a costa-, y que su mapa distinguía en esta vista panorámica del territorio.
No podremos saber si Higgins guardaba notas o monografías de los lugares visitados para realizar su mapa, ya que no contamos con algún registro que compruebe su trabajo, pero podemos decir, siguiendo a Diego Barros Arana y Ricardo Donoso, que su gran virtud de inteligencia podría haberle ayudado a retener las imágenes y ubicación de los diferentes parajes presenciados. Por otro lado, su regreso a España en 1766, le sirvió para documentarse de todo lo que se escribía y detallaba de América, especialmente en los mapas que rondaban tanto en el comercio como en los centros cartográficos (Consejo de Indias, Casa de Contratación, ventas de particulares, libros de cosmografías de la academia de Francia, entre otros).
Ricardo Donoso establece algunos mapas de referencia para su generación,15 pero Higgins también debió estar al tanto de los logros que difundían las otras coronas, algunas de forma académica como es el caso de Francia, como de forma comercial, en el caso de Inglaterra. También lo escrito en el territorio, especialmente la Geografía de Amat, Descripción del Reyno de Chile y sus provincias, realizado por José Perfecto de Salas durante los años 1754-1755.16 Obra que sin duda Higgins debió consultar en Chile o en España para saber un poco más sobre las encomiendas, españoles, indios, corregimientos y jurisdicción. Estos datos apoyaron el desarrollo y generación de esta obra cartográfica para indicar antecedentes catastrales de sus habitantes.
Estos avances en el conocimiento del territorio y por qué no decirlo, de manejo del territorio, no dejaban indiferente al ingeniero, quien rápidamente debe haber trazado tanto su propia noción como lo investigado. En este sentido, su mapa se puede catalogar como una herramienta de terreno más que una publicación anexa de su informe; esto debido a una falta de prolijidad del trazado -caso que ya mencionaba Ricardo Donoso-, y una ausencia de simbología artística provista por las cabeceras de títulos, dedicatorias, motivos de tarjetas y de otros emblemas utilizados que complementaban los mapas publicados,17 especialmente los de referencias, muy comunes en el siglo XVIII como mencionaba J.B. Harley en relación con los mapas coloniales ingleses.18
Análisis del mapa
Para representar algún elemento, sea éste natural o artificial, la cartografía trata de representar que sean símiles a lo real por diferentes aspectos o que por norma se establezcan dentro de la costumbre y la cultura predominante. En este sentido, la simbología utilizada por Higgins se basa en distinguir estos aspectos para traducir sus trazos, tanto de la geografía física como humana.
Las simbologías y la representación de la geografía física que se observan en este mapa se basan en geomorfología, vegetación e hidrografía, categorías que pasaremos a detallar con un mayor análisis. Primero, la geomorfología del terreno en la que se puede distinguir una mayor relevancia a la cordillera -la que expresa el límite de este reino- actúa en dualidad de interpretaciones; en ella Higgins expone los peligros y beneficios del fin del mundo.
Esta dicotomía en los territorios de América es una tendencia que se marcó desde los primeros mapas que representaron el Nuevo Mundo a comienzos del siglo XVI. En este sentido, la cordillera nos permite observarla desde el aspecto geológico para el provecho de los metales que podría enriquecer a la corona, a través del descubrimiento de minas. Bienestar que no deja indiferente a Higgins en sus declaraciones del informe: “oro, plata, cobre, estaño, plomo azogue en abundancia”.19 Sin embargo, su mayor aspecto y distinción lo coloca en su parte peligrosa, como la representación de los volcanes para distinguir la gran actividad sísmica y volcánica que tiene este territorio.
Los volcanes se representan como el infierno de estos parajes, su forma de trazarlo es por medio de una mayor connotación de su llamarada, elemento que se puede apreciar con su color rojo expresada en su dibujo (Figura 5). Tal vez su representatividad vistosa le recordaba las grandes erupciones que los cronistas ya habían transmitido sobre lo ocurrido en siglos pasados y que él debía marcar en su mapa, ejemplo de que éste es una fuente histórica que expresa un relato en sus trazos. Cabe mencionar las erupciones del volcán Antuco, 1624, 1640, 1752; volcán Aliante o Villarrica, 1640; volcán Chillán, 1751; y volcán Peteroa, 1762; así como los grandes terremotos que asolaron estos espacios del territorio del reino de Chile como fueron el Gran terremoto de la zona central, 1647; terremoto de Concepción, 1657 y 1751; terremoto de Santiago y Valparaíso, 1730; ambas catástrofes, relacionadas entre sí, definieron un lugar malsano de uno sano dando hincapié en el traslado de ciudades o a la prevención de fundaciones cercanas a estas estructuras geológicas.20
Aunque en su informe omite una advertencia sobre estos colosos de fuego, el mapa corrige este hecho, pero de una forma muy desordenada a lo que otros cosmógrafos y geógrafos ya habían representado en siglos anteriores.21 El solo hecho de su representación no lo convierte en un instrumento de seguridad y planificación, más bien demuestra el borrador que ya hemos mencionado anteriormente, por la poca preparación de sus trazos, los que no hacen referencia alguna ni a sus nombres ni a una advertencia más detalladas del lugar que otros cosmógrafos sí indicaban de Chile (Figura 6). Tal vez sí expresó este detalle en su mapa anexo al informe.
Como segunda categoría de símbolos, Higgins expone la vegetación de la zona con un pequeño árbol o arbusto para representar a los bosques y valles del reino. Este símbolo lo distribuye por todo el territorio, lo que facilita la comprensión de un lugar con mayor vegetación para los valles interiores. El valle es para Higgins, como lo fue desde un comienzo para el conquistador, la zona productora y de asentamiento poblacional que permite la utilización de tierras para la agricultura, el pastoreo, la crianza de animales y la explotación forestal de maderas. En su informe detalla estas últimas realzando la calidad de la madera para las construcciones de barcos y edificaciones:
Y al sur del rio Viovio, especialmente desde el rio Imperial por la costa de Arauco hasta Valdivia y Chiloé, hay montes continuados, cargados de Pellin o Roble, y otros árboles de cuyos nombres no me acuerdo, pero entre ellos muy adecuados para edificios y construcciones de navíos, palos malesteros, vergas, etc. 22
En esta simbología descriptiva llama la atención las cantidades de árboles expuestas para identificar la vegetación exuberante de los valles o los diferentes bosques del territorio del reino de Chile entre el norte y el sur. Lo anterior, debido a que la parte sur presenta una disminución del símbolo, muy diferente a lo que muestra la zona norte, precisamente a los 26 grados treinta minutos, el área que limita su parte septentrional. Una abundancia de árboles muy superior a lo que informa en su Descripción y que sólo se observa en el producto cartográfico, entre los ríos Copiapó y río Huasco (Figura 7).
Podríamos pensar que el actual Parque Nacional Llanos de Challe, que corresponde a esta ubicación, fue hace 250 años una zona muy parecida a lo que queda del Bosque Fray Jorge en la región de Coquimbo, pero no hay indicios de estos bosques en el informe de Higgins y tampoco conocemos estudios más acabados de esta zona geográfica en el período colonial.23 Más aún, sólo considera detallar para el norte la gran cantidad de minas que expone la cordillera de los Andes, “…en las faldas de dichas cordilleras minas de cobre, estaño y plomo, y últimamente se ha descubierto en la altura de Coquimbo mina poderosa de azogue, que promete mucha abundancia…”.24 Coloca esta exposición en la toponimia del mapa, pero no hay una referencia en el informe.
La hidrografía que se expresa en el mapa es presentada con su topónimo, aspecto que se agradece para identificar los diferentes caudales de Chile. Estos nombres se posicionan en el interior del elemento o al costado del mismo, siguiendo la orientación sur o norte, también en las aguas del Pacífico. Este elemento hidrográfico es el más relevante del mapa de Higgins, lo que se puede apreciar en la mayor elegancia del trazo cartográfico.
Tal vez la identificación hidrográfica le aseguraba una ubicación más precisa de los otros elementos geográficos, pero no podemos descartar que la presencia de ríos, quebradas y todo el abanico de categorías empleadas para representar las aguas eran y siguen siendo de muchísima utilidad para la vida cotidiana y para la economía, algo que Higgins pasa por desapercibido en el informe. Más bien, sólo los menciona como punto de referencia de lo que sucedía en la construcción, reducción y traslado de poblaciones y no como elemento en que dichas poblaciones podrían obtener ventajas con su utilización.25
Para los aspectos culturales del mapa, Higgins utiliza la clasificación de ciudades fundadas y aledañas al reino, proporcionando a través de su tamaño la cantidad, importancia y población que representa. Taxonomía de los elementos que han sido expuestos por Catherine Delano-Smith al identificar en siglos anteriores una tendencia en la simbología de los mapas entre los siglos XV al XVII.26
La representación que traza Higgins de las ciudades y/o poblados demuestra un conocimiento y una norma cartográfica para identificar estos elementos, mímesis para trazar las diferencias que dificultan el representar y distinguir peso a los símbolos. Mapa cualitativo y cuantitativo a la vez. En este sentido, el símbolo cultural que nos representa el mapa diferencia entre ciudades, villas, estancias y puertos, pero también entre ellos. Por ejemplo, si tomamos a las ciudades, éstas tienen una clara discrepancia entre una y otra, y no tan sólo por su tamaño, sino por la diferencia que establece el dibujo del cartógrafo para asimilarla a la población que contiene.
Sin embargo, existe otro tipo de divergencias asociado a la religiosidad que puede representar la ciudad y su tamaño de población (Figura 8). Este símbolo proporciona un toque artístico que recuerda a las basílicas y monasterios de Europa, las que en ocasiones y ubicaciones del mapa las acompaña con casas aledañas al elemento, ampliando las posibilidades de establecer una mayor concentración de población. Tendencia de la existencia de elemento que indica esta relación y que Higgins debe haber copiado en la forma de trazar las ciudades españolas establecidas en el reino de Chile.
Otro de los elementos culturales lo distingue la simbología de seguridad, representada en dos símbolos específicos: murallas y fuertes. El primero, aunque no hay algo que nos valide nuevamente lo que constituye en la realidad, se distingue como una gran muralla entre las ciudades de Santiago y Mendoza. No obstante, también puede representar la conexión entre estas dos ciudades o el camino entre ellas, pero el sombreado aplicado le indica una mayor relevancia a la primera opción tridimensional del objeto, punto que se debe investigar con mayor detalle y antecedentes.
El segundo elemento son los fuertes, construcciones que delimitan al enemigo a traspasar las fronteras y a fortalecer las defensas de la ciudad. Su símbolo corresponde a un sol o asterisco que acompaña con la toponimia de la fortificación. Aunque son muy pocos elementos (cinco fuertes) éstos se ubican entre el río Biobío y el río Imperial, protegiendo la frontera contra los naturales. Tal vez la escasez en otros sectores se refiera a la privilegiada geografía que impide el acceso directo al reino, argumento que detalla y que solicita ampliar al sur:
Este Reyno, por lo distante y por su situación natural, tiene poco que temer de un enemigo europeo…27
Pero con todo esto siempre que haya guerra con alguna potencia marítima de la Europa el deseo de lograr pillage, y la fama de los tesoros del Perú atraerá al Mar del Sur aventureros hambrientos, sea su suceso lo que fuese…28
Y, por último, indica la construcción de estos fuertes como una línea fronteriza entre Argentina y Chile:
…eligiendo para su situación la mediación de ríos, buen terreno, y pastos, procurando que la dicha Linea Fronteriza pase tirada de Est a Huest en el frente de los Indios Barbaros que viven esparcidos por los territorios hacia el Sur, arreglada a la que va demarcada separadamente en el Mapa…29
Es extraño que Higgins mencione un elemento cartográfico que no está a nuestra disposición y que ha confundido a varios investigadores a declarar el mapa de 1768 como parte del informe de 1767, ya que la dicha “Línea Fronteriza” no se encuentra demarcada en el mapa al que hacemos mención y que tampoco hay referencia de la ubicación del anexo cartográfico de la Descripción.30
Al parecer, el mapa de Ambrosio Higgins emplea dos variables específicas y de suma importancia en las tareas encomendadas a su retorno al reino, las posesiones de los misioneros jesuitas expulsados y las poblaciones de naturales dispersas por el territorio. Objetividad que indica en el lado extremo superior izquierdo con suma expresión: “Nota Bene, la letra R señala, Missiones é posesiones que han tenido en Chile los Regulares De la Compañía” (Figura 9). Así como también la gran cantidad de topónimos de la ubicación de los naturales que indica en el mapa.
Como referencia, la expulsión de los jesuitas fue el 26 de agosto de 1767. Y su reporte, más que detallar la ubicación de las posesiones de la Compañía, nos entrega el aporte que realizan a través de las reducciones en las misiones del sur, apoyo que permite contener a los naturales, y que Higgins entrega el 2 de septiembre de 1767.
Aunque existen días de diferencia entre la fecha de expulsión y entrega del informe, sin considerar que además indica un “Mapa” que acompaña al reporte, el mapa del Archivo Nacional lo fecha en Madrid el 21 de febrero de 1768. Pensaremos que Higgins realizó este mapa con el objetivo de apoyarlo en las nuevas tareas que asumiría y a la nueva realidad que se proyectaba en Chile por carta fechada el 22 de noviembre de 1767,31 para su retorno.
A su regreso a Chile en 1769, lo más probable es que entre sus pertenencias se encontrara el Mapa del Reyno…, aparte del modelo a escala de un molino de agua, objeto que se le había permitido llevar en el transporte para no impedir su traslado,32 caso del que no hemos podido encontrar referencia ni registro de su importación. El mapa lo debe haber traído oculto entre sus pertenencias debido al exhaustivo control en lo transportado hacia América y, sobre todo, a un instrumento que desde el siglo XVI era considerado como secreto de Estado: el mapa debía ser informado de su traslado. Sin embargo, no podemos descartar el actuar del reino de los borbones que cambió y amplió el apoyo a los otros reinos y a la divulgación científica, hecho que los otros reinados ya habían adelantado considerablemente a España.33
Posible utilidad
Si pensamos en la utilización que proporcionó su mapa para el Marqués de Osorno, debemos indagar en los trabajos que puedan vincularse tanto a la recuperación de las posesiones de los misioneros jesuitas como a la guerra con los naturales, especialmente a la expansión hacia el sur del dominio español. Así como también en las posibles utilidades posteriores que pudieron marcar y distinguir a este territorio como una nueva nación.
Para el caso de las guerras con los naturales, el mapa de Higgins proporcionó la localización de varias comunidades indígenas a los que llamaba: indios infieles domiciliados o aún no domiciliados, acérrimos enemigos; clasificación independiente de su carácter servicial o de conflicto. Entre estas comunidades se encontraban los pehuenches, de los llanos, araucanos, güiliches, juncos, bozoa, maquenamos, todos ellos encontrados al sur del río Biobío. Su participación en parlamentos y juntas de paz lo hacían un conocedor del tratamiento con el natural, caso que para su carrera militar amplió las expectativas, lo que rápidamente le hizo avanzar de escalafón militar.
Ya para el año 1777 era comandante de caballería de la frontera y ese mismo año fue nombrado Coronel, puesto que logró por el manejo y una mirada más amplia de la zona de conflicto con los naturales. Sin duda, por el conocimiento del territorio y la planificación que podía llevar a cabo gracias a la cartografía generada en su estadía en España. Sin embargo, las campañas y grados militares no ampliaron los límites del reino, los cuales se seguían expresando para el resto de Europa y de la cartografía mundial, definida con las mismas limitantes expuestas en los trazos del año 1768 (Figura 6 y Figura10).
Higgins tardó casi veinte años en conseguir un cargo más administrativo y político: la Gobernación; y en 1788 logró ser Capitán General del Reyno de Chile. Entre sus primeros trabajos se puede mencionar un recorrido por el país a las zonas norteñas para ampliar las fortificaciones y generar nuevos mapas topográficos.34 Tal vez su mapa quedó guardado o colgado en sus dependencias; ya habían transcurrido veinte años desde su creación, por tanto, el reino debería haber cambiado en algo, indicación que expresa en las tareas administrativas que debió asumir y realizar, al mencionar lo atrasado de las condiciones de construcción que pudo observar en su viaje.35
Eso sí, estos mismos viajes le hicieron percibir un aspecto que en su juventud y en el trazo de su mapa no había apreciado ni colocado anteriormente. El trato al natural lo conmueve por el aprovechamiento en las encomiendas, así como el furor que encarna el nativo en las guerras al sur por la suscitada esclavitud que conllevaban. Higgins determinó la esperanza de una mejor convivencia y la posibilidad de ampliar los límites australes.36
Sobre las posesiones de los jesuitas, punto primordial de su mapa, contemporáneos a su gobierno lo acusaron de conflicto de interés por la obtención de una amplia cantidad de lotes a beneficio propio.37 Pero no podemos indagar más allá en estas denuncias de la época o, si existe alguna relación entre las adquisiciones del gobernador con respecto a las posesiones de los jesuitas, sin hacer coincidir sus posesiones con la ubicación de las propiedades de los regulares. Sabemos que su mapa contenía el catastro de las posesiones jesuitas en el Reino gracias a los trazos que había realizado en Madrid, eje principal. Pero las posesiones de los misioneros dependía de las regularizaciones que la corona solicitaba en informe sobre los posibles destinos que pudieran darse y que se solicitaran por real cédula de 1769.38
Cabe mencionar que Higgins utilizó su gobierno para que una gran cantidad de posesiones adquiridas por los regulares de la Compañía de Jesús pasaran a servir a la comunidad, medidas que reflejan su espíritu de servicio público a la corona.
De su administración del territorio no hay alguna edición o cambio en el mapa y tampoco podemos registrar si su utilización corresponde a los acontecimientos que se fueron produciendo en su gobierno. Si su mapa tuvo una duración más allá de una edición de sus trazos, podríamos pensar que no,39 debido a que no se distinguen reparos o anotaciones posteriores en el mapa original. Tampoco se le han realizado técnicas que demuestren intervenciones en su gráfica ni en su texto.
Sobre su utilización de referencia con otras obras cartográficas o la utilización de base para nuevos mapas que se realizaron, tanto en su gobierno como en su calidad de virrey, no existen estas fuentes. Solamente podríamos deducir sobre su utilización privada y su posible verificación y consulta cotidiana por la calidad del papel que ha manejado el Archivo Nacional. Estos aspectos tampoco nos dejan una impresión mayor; sólo el paso del tiempo ha dejado sus huellas.
Sin embargo, las posteriores utilizaciones ofrecen un sinnúmero de posibilidades aunque el mapa sea una fotografía del momento, testimonio ocular en palabras de Peter Burke,40 ¿múltiples propósitos? Sin duda, a causa de los acontecimientos posteriores que enmarcaron la Independencia de Chile, por ejemplo.
Desde este punto de vista, existen condiciones que permiten pensar en el mapa de Higgins como un instrumento de la Independencia de Chile, debido a su apodo de “número uno”, a las dimensiones del territorio (Figura 11) y a la división política administrativa de Reyno. Hitos que enmarcan una consolidación de identidad. Cabe destacar también, el empleo de símbolos patrios como el Escudo de Chile de 1819 que muestra un volcán en erupción, similar a los trazos del relieve del mapa de Higgins.
Estos antecedentes son posibles testimonios de utilidad de este documento, además, existe la biografía que realiza Bernardo O’Higgins a su padre,41 obra en que enaltece la labor a esta nación, hecho que puede haber resurgido la noción del mapa y la respectiva protección de este patrimonio en nuestra nación.
Conclusión
Estos trazos olvidados que refleja el mapa expone las tierras lejanas que Ambrosio Higgins recordó en Madrid antes de regresar a Chile. Si bien se puede inferir que su producto cartográfico no presenta marcas o errores que se pueden deducir de un borrador, la falta de leyenda o cuadro de simbología deja en incertidumbre las diferencias entre un mapa oficial a uno personal, aspecto que determina dos productos cartográficos que se produjeron desde un mismo informe. El primero siendo un anexo que acompañaba al informe entregado a la corona. Lo más probable es que se tratara de un documento oficial para la publicación e impresión, tal vez del mismo formato que el informe. El segundo, en cambio, dada su sencillez y algunas diferencias relaciona lo acontecido como un bien personal que le aportó presenciar lo que develó en estos territorios.
Con un formato grande (109x26 centímetros), este documento cartográfico le permitía su utilización en terreno, aportando un mejor manejo para indicar cambios o una gestión y planificación del reino, así como también la posibilidad de enmarcar y representar un cuadro que proporcionara el estatus de mostrar al resto el territorio que se administra.
El mapa de Higgins de 1768 presenta la oportunidad de escalar el territorio y de reconocer lo dispuesto para también posicionarse en la administración de la corona. Mantiene utilidad posterior y la actualización en la representación del territorio como una herramienta de mejora continua que le serviría de apoyo a las nuevas funciones que ejercería en Chile.
Respecto a los símbolos expuestos, aunque denotan una gran variedad de elementos geográficos, pasan a representar aspectos físicos y humanos, siendo su interpretación una mímesis de la realidad por no poseer una leyenda o la identificación implícita del elemento para los símbolos que representan la vegetación. Por otro lado, proporcionan una clave única a su autor, misma que podría ubicar y entregar las riquezas que la corona necesitase, como lo demuestran los símbolos culturales y la identificación orográfica del terreno. Estos elementos fueron generados para dar peso a las variables como es la población existente de las localidades del reino.
Por otro lado, la toponimia aumenta los datos del territorio, ya que permite incluir los nombres de principales elementos geográficos y su descripción. También aumenta la posibilidad de acceder a los elementos principales que definen su nota: las posesiones de los regulares de la Compañía de Jesús.
El mapa nos demuestra las ubicaciones de los naturales y españoles y los problemas que aquejaban a la población de este territorio, como el choque de ambas culturas. Gracias a la identificación de estas culturas el autor pudo, por medio del terreno y el papel, comprender al otro y tratar de cambiar la diferencia cuando su labor fue aumentando en posición y jerarquía; de ingeniero delineador a virrey del Perú.
Se puede inferir que nuestro análisis de la fuente cartográfica demostró que su trazado fue concebido como un nuevo documento para la utilización personal de Ambrosio Higgins, diferente al análisis tradicional de la historiografía como un anexo a la descripción del Reyno de Chile entregado a la corona. Las fuentes históricas cartográficas, en general, se trazan en un momento específico del tiempo, con un propósito y objetivo, pero su utilización traspasa el tiempo, el cual puede ser incluido como base de otra representación, una o varias ediciones de la misma u otra variable, selección de elementos para otro producto cartográfico u otro documento que se necesite y la historia que representa (relato y comunicación). En este mapa se han concebido cada una de estas posibles utilidades, desde su creación hasta la misma investigación realizada, que nos permite saber más sobre nuestra historia y nuestra identidad, geográfica, cultural y social.
Archivos
Archivo Histórico Nacional de Chile (AHNCh), Santiago-Chile, Mapoteca.
Archivo Histórico Nacional de Chile (AHNCh), Santiago-Chile, Fondos Varios.
Archivo General de Indias (AGI), España, CONTRATACION. http://pares.mcu.es/ParesBusquedas/servlets/ImageServlet?accion=41&txt_id_imagen=1&txt_rotar=0&txt_contraste=0&txt_zoom=10&appOrigen=&cabecera=N (20/01/2018