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Revista de historia de América

versión On-line ISSN 2663-371X

Rev. hist. Am.  no.162 Cuidad de México ene./jun. 2022  Epub 27-Feb-2024

https://doi.org/10.35424/rha.162.2022.965 

Reseñas

María del Carmen Barcia Zequeira, Pedro Blanco el negrero. Mito, realidad y espacios, La Habana, Ediciones Boloña, 2020

Antonio Santamaría García* 
http://orcid.org/0000-0002-5344-6925

*Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, España. Correo electrónico: a_santamaria_garcia@yahoo.es.

Barcia Zequeira, María del Carmen. Pedro Blanco el negrero. Mito, realidad y espacios. La Habana: Ediciones Boloña, 2020. 150 pp.p. ISBN: 9592941866.


Pedro Blanco Fernández de Trava, considerado en su momento el mayor traficante de esclavos de África occidental en las décadas de 1820 y 1830, es también, entre las figuras de España y Cuba relacionadas con ese inhumano comercio, la que ha despertado más interés literario. No ha de ser, sobre todo, por su ignominioso negocio, que compartió con otros cuyas familias gozan hoy de honorabilidad, resultado de la ocultación y el olvido. Lo más probable es que la atracción proceda de la comunión entre esto y los avatares particulares de la vida del individuo. Se conocen de él, o se le asignan y suponen, actividades y vicios personales escabrosos. Además, fue objeto de repudio, omisión, y hasta traición en sus empresas, de coterráneos, socios y familiares. Por tales ingredientes, el cubano de origen gallego Lino Novás Calvo hizo en 1944 novela de su figura (El negrero; vida de Pedro Blanco Fernández de Trava, Buenos Aires y México, Espasa Calpe. Hay una edición más reciente, de 1973, publicada en Madrid por Austral), y el español Carlos Bardem ha vuelto a hacerlo en 2019 (Mongo blanco, Barcelona, Plaza & Janés). Incluso el periplo de la goleta Amistad, fletada con esclavos por Pedro Martínez en 1839, que se hizo cargo de la empresa de Blanco, fue llevada al cine por Steven Spielberg (Estados Unidos, DreamWorks, 1997).

El libro que a Blanco dedica María del Carmen Barcia Zequeira es de otra guisa, diferente de las anteriores. Es historia sometida a criterios científicos de elaboración. Por eso el lector no debe esperar hallar en él respuesta a cuestiones de la vida del estudiado, que se mencionan como señalamiento de lo que se ha dicho en torno a la figura del negrero y de su necesidad para investigar sus negocios, aunque sí el análisis de éstos, del tráfico de esclavos, la actividad empresarial desarrollada en torno al mismo. De hecho, la autora titula la obra Mito, realidad y espacios, sin duda como indicación de que la información disponible y contrastable al respecto permite algunas precisiones acerca de la biografía del traficante de africanos, de sus relaciones sociales y políticas, pero no excesivas, al menos respecto a lo que ya se sabe de ella, sobre todo de lo referente a los avatares que padeció en su compañía cuando dejó La Habana en 1845.

Barcia es una reputada especialista en la historia de Cuba del siglo XIX, en la esclavitud y abolición, la oligarquía hispano-insular que empleó la primera como forma de trabajo y, por lo tanto, de enriquecimiento (por ejemplo, Burguesía esclavista y abolición, La Habana. Ciencias Sociales, 1987; The Cuban slave market, 1780-1888, Cambridge, Cambridge University Press, 1995 -con Laird W. Bergad y Fe Iglesias-; Elites y grupos de presión. Cuba, 1878-1898. La Habana. Ciencias Sociales, 1997), y con el paso del tiempo ha transitado hacia temas más vinculados con los olvidados y víctimas de ello, los africanos, libres o no, sus relaciones, familias, las mujeres (verbigracia La otra familia: parientes, redes y descendencia de esclavos en Cuba, La Habana, Casa de las Américas, 2009; Los ilustres apellidos: negros en La Habana colonial, La Habana, Boloña, 2009; Del cabildo de nación a la casa de santo, La Habana, Fundación Fernando Ortiz, 2012).

Con Pedro Blanco el negrero, Barcia traslada su interés a otros aspectos de la esclavitud y, sobre todo, de la trata. En síntesis, el libro versa, más que nada, acerca de los espacios a los que refiere su título. Aborda el nacimiento y juventud de Blanco en Málaga, su migración a América, a Cuba, hacia 1810, y el inicio de su actividad como esclavista, que fundamentalmente se desarrolló con posterioridad en la costa africana, desde 1822 y hasta 1838. Precisa la autora las dificultades por las que atravesaba la trata después del convenio entre España y Gran Bretaña de 1835 para reforzar su prohibición (sancionada y no cumplida en 1818), y el aumento de la competencia. Fue entonces cuando parece que lo animaron a dejar su negocio en manos del referido Pedro Martínez y a volver a la Gran Antilla. Además, en los años siguientes, al inicio de la década de 1840, sus factorías guineanas fueron destruidas por la flota inglesa.

Barcia también se acerca a la llamada conspiración de la Escalera, ocurrida en Cuba en 1844. Esta confabulación de la elite insular frente a las posiciones abolicionistas aprovechó sucesos de rebeldía de esclavos en La Habana y Matanzas a conveniencia de sus intereses, y de igual manera se valió de la participación de Blanco en la trata, que junto a un informe acerca de su vida, parece que lo animaron a dejar la isla. La autora no ahonda mucho sobre la muerte de Blanco, ocurrida en 1852 o 1854. De hecho, tras el inicio de su obra, no vuelve a transitar por el análisis específico del mismo hasta el capítulo final, en el que se examinan los hechos referidos y la suerte de las empresas del negrero, en manos de sus familiares, después de su retorno a Europa, y la suerte que éstos corrieron.

El centro del análisis de Barcia lo ocupan la trata negrera en sí misma, las factorías establecidas para su realización en las costas de África y las relaciones internacionales que ilegalizaron el negocio. Al respecto hay una documentación mucho más abundante que la hallada acerca de las actividades de Blanco, lo cual no es extraño, teniendo en cuenta la naturaleza de éstas y su carácter delictivo. La autora logra examinar y exponer el complejo universo de interacciones entre europeos, jefes y reyes del litoral guineano, que permitieron a los primeros disponer de grandes cantidades de personas destinadas a ser esclavos en América. Las condiciones en las que se hicieron los viajes y de la llegada a destino también son objeto de algún tratamiento por parte de la historiadora, aunque en menor medida, pues a ello dedica otra obra, junto a Miriam Herrera Jerez, Adrián Camacho Domínguez y Oilda Hevia Lanier, a quienes coordina en un libro publicado en 2016 por la Editorial de la Universidad de La Habana, titulado Una sociedad distinta: espacios del comercio negrero en el occidente de Cuba (1836-1866).

El libro de Barcia se completa con una sucinta bibliografía que comprende lo referente a los estudios historiográficos clásicos sobre la trata y la esclavitud, y al enfoque que para analizarlo emplea la autora. También incluye una vasta documentación respecto a los temas abordados en su obra, la relación del viaje de un negrero, las observaciones de una empresa vinculada con el comercio de africanos, varias tablas ilustrativas de las entradas de buques dedicados al mismo en el puerto de Santiago de Cuba. Igualmente aporta testimonios de los juicios y penas que sufrieron los apresados por practicar el tráfico de personas, y diversos anexos dedicados a Blanco, a su reconocimiento de una hija mulata, la acusación a la que fue sometido por el capitán general de La Habana en 1839, su defensa de ella y de la rectitud de su vida, la concesión, y revocación después -a raíz de esas y otras denuncias- del título que le concediera el rey de España de intendente de Marina, su testamento y una carta dirigida a sus acreedores dando fe de su muerte.

En conclusión, Blanco es objeto y a la vez excusa de Barcia para el análisis de la trata de esclavos entre África y Cuba en los tiempos anteriores y posteriores a que fuese más efectiva su prohibición, pactada entre Gran Bretaña y España, metrópoli de la isla. No es un libro acerca de lo escabroso de la vida del personaje, susceptible de literatura por sus componentes y lo que se dijo de él. En cambio, lo es acerca de sus actividades y, en ese sentido, la escasez de documentación al respecto se completa en la investigación de sus socios y compañías, así como de los informes oficiales correspondientes. Por tales motivos Pedro Blanco el negrero. Mito, realidad y espacios supone una contribución de indudable valor al conocimiento de la historia de Cuba y de la esclavitud, con enfoque más real, en la enjundia de lo que supuso como negocio, razones que, además, en 2019 le hicieron merecedor del Premio de la Crítica en La Habana.

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