INTRODUCCIÓN
Una revolución silenciosa está cambiando el mundo. Debido al aumento de la esperanza de vida y a la disminución de la tasa de fecundidad, la proporción de personas mayores a los 60 años está aumentando más que cualquier otro grupo de edad en casi todos los países y se prevé que para el 2050, la población mayor de 65 años se triplicará. Este cambio demográfico impactará en la productividad de los países y, paralelamente, será más difícil satisfacer la demanda de servicios públicos como salud o jubilación, especialmente en sociedades de ingreso bajo y medio como las latinoamericanas (Banco Mundial, 2015).
En general, el envejecimiento de la población puede considerarse un éxito de las políticas de salud pública y el desarrollo socioeconómico, pero también constituye un reto para la sociedad, que debe adaptarse para mejorar la salud y la capacidad funcional de las personas mayores, así como su participación social y seguridad (Organización Mundial de la Salud, 2019).
La definición cronológica de la edad es un asunto sociocultural, pues cada sociedad establece el límite a partir del cual una persona se considera mayor o de edad avanzada (Comisión Económica para América Latina y el Caribe, 2011, p. 3).
Talcott Parsons sostenía que la sociedad necesita encontrar roles adecuados a la edad avanzada de las personas mayores. Mostraba preocupación porque Estados Unidos, en particular, con su énfasis en la juventud y su rechazo a la muerte, había fracasado en la tarea de proporcionar roles que aprovecharan adecuadamente la potencial sabiduría y madurez de sus ciudadanos más mayores. Además, señalaba que este fracaso bien podría provocar del desánimo de las personas mayores y su marginación de la sociedad (Giddens & Sutton, 2017, p. 415).
En este contexto, la presente propuesta pretende realizar el abordaje sobre la vejez desde el espacio de los estudios culturales, particularmente desde el cine, como medio de comunicación, y privativamente en el contexto del cine mexicano, el cual ha apostado por una mirada inédita con respecto a este grupo poblacional: ancianos que desafían los estereotipos y que a contracorriente con los discursos tradicionales, plantean una vejez en fuga, con personajes que rompen barreras, estereotipos y cotidianidades para vivir una existencia plena.
La propuesta teórica para su abordaje es a través de la teoría de las expectativas de Alberto Bandura, que propone que los seres humanos se esfuerzan en sus distintas tareas para lograr objetivos establecidos, siempre y cuando se encuentren convencidos de que es factible alcanzar las metas propuestas y la recompensa sea atractiva. Esta narrativa es presentada en las películas Por si no te vuelvo a ver (Juan Pablo Villaseñor, 1997) y En el último trago (Jack Zagha Kababie, 2015), las cuales proponen un cambio generacional que intenta impactar en una sociedad que envejece.
¿QUÉ ES LA VEJEZ?
A lo largo de la historia, el concepto de vejez se ha transformado y con ella la manera de comprender y mirar a las personas que forman parte de esta etapa, pues si bien es cierto que existe una gran cantidad de culturas a nivel mundial que sienten un gran respeto por las personas mayores y que dentro de muchas civilizaciones la opinión de los ancianos tiene un gran peso en las cuestiones importantes para la comunidad, también es cierto que esto ha comenzado a cambiar como consecuencia de la aceleración del cambio tecnológico y social (Giddens & Sutton, 2017).
Aquí es necesario hacer la aclaración que vejez y envejecimiento no son lo mismo. El primer concepto es una etapa de la vida que comienza a los 60 años y es considerada como la última, formando parte del proceso de envejecimiento. Mientras que el último es el proceso que inicia desde el nacimiento y termina con la muerte (Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores, 2019).
El proceso de envejecimiento, desde la demografía, consiste en el incremento gradual del número absoluto y relativo que las personas envejecidas representan en la población total que desciende de la importancia relativa del resto de los grupos de edad (Partida, 1999). Este cambio en la estructura por edades es consecuencia de la transición demográfica, la cual, en su definición más simplificada, alude al proceso que experimentan las poblaciones al pasar de un régimen de alta fecundidad y mortalidad a otro en el que ambas variables toman niveles bajos y controlados (Chesnais, 1986).
Existe un criterio cronológico que se utiliza en niveles estadísticos y epidemiológicos para diferenciar las etapas de la tercera edad: de 60 a 70 años se le denomina senectud; de 72 a 90 años se comprende a la vejez y de más de 90 años, grandes ancianos. También dentro de las clasificaciones aplicables a la etapa comprendida como vejez, existen estudios que conceptualizan dos formas de envejecer: el envejecimiento patológico que es cuando los procesos degenerativos y las enfermedades dificultan a la persona su adaptación al entorno. Y el envejecimiento fisiológico que son los procesos degenerativos o las enfermedades que no le impiden adaptarse a su entorno (Deusto salud, 2015).
Según la OMS, entre el 2000 y el 2050, la proporción de los habitantes del planeta mayores de 60 años se duplicará, pasará de 605 millones a 2000 millones en el transcurso de medio siglo. Esto sustenta que la calidad de vida de las personas mayores de 60 años ha mejorado de manera notable y es muy distinta a la del pasado, incluso algunos autores afirman que esa es su etapa más creativa y productiva (Aguilar, 2016).
Sin embargo, a contracorriente con esta visión, se encuentra la imagen social de la vejez, con una percepción básicamente negativa, pues en muchas de las sociedades occidentales contemporáneas -principalmente- sustentadas en valores orientados por la conquista de bienes materiales, el consumismo, la fuerza y la agilidad para el éxito, se ha dejado ver a la vejez como una suerte de desecho. Esta visión despectiva sobre esta etapa de la vida ha dado origen a prácticas discriminatorias, llamadas desde la gerontología, viejismo que consideran a las personas mayores como diferentes a los demás, en sus opiniones, afectos y necesidades exponiéndolas a un estado de vulnerabilidad (González, 2015).
Aunado a esta discriminación existen varios problemas a los que se tendrán que enfrentar los adultos mayores en las próximas décadas debido al incremento de la población que envejece, siendo el rubro económico uno de los más importantes, pues la edad de jubilación se retrasa y los ingresos percibidos por la mayoría de los pensionados son muy bajos, sumado a las crisis económicas que provocan que la ayuda que reciben de familiares sufra un recorte o deje de darse, e incluso que muchos adultos mayores mantengan a sus familiares (Organización de las Naciones Unidas, 2017).
El envejecimiento de la población mundial tiene enormes implicaciones para la política social. Más de ciento cincuenta naciones proporcionan asistencia pública a los ancianos o discapacitados, o a sus supervivientes cuando mueren. Las personas mayores suelen necesitar con mayor frecuencia servicios de atención médica costosos. El rápido aumento de sus cifras amenaza con incrementar la tensión de los sistemas sanitarios de muchas naciones (Giddens & Sutton, 2017, p. 411).
Otro problema en el ámbito personal al que se enfrentan los adultos mayores es la soledad, pues aunque muchas personas deciden estar solas, una buena parte no lo desea y esto provoca depresión y exclusión social. Asimismo, algunos son víctimas de maltrato, vejaciones, violencia física, violación o maltrato sexual, explotación financiera, violación de derechos, entre muchas otras.
CULTURA: ENTENDIENDO LA SOCIEDAD
A mediados de la década de los cuarenta, Theodor Adorno y Max Horkheimer crean el concepto de “industria cultural”, donde analizan la producción industrial de los bienes culturales como movimiento global de producción de la cultura como mercancía (Mattelart & Mattelart, 2010). A partir de esta idea se retomará la importancia de las culturas cotidianas y la comprensión de la hibridación cultural con formas contradictorias y complejas.
La producción en serie de artefactos culturales posibilita tanto una democratización en el uso de las fuerzas productivas como una transformación sustancial en la experiencia de un público que accede, por primera vez, a la cultura de forma masiva y debe organizar significativamente sus percepciones (Szurmuk & Mckee, 2009, p. 239).
La teoría de la industria cultural propone que la cultura surge espontáneamente de las propias masas como una forma contemporánea de arte popular (Adorno, 1967, p. 5) por lo que la mayoría de las personas acoge parte de su bagaje cultural a través de los medios, donde los gustos del público y sus necesidades imponen estereotipos (Wolf, 1987, p. 94).
Stuart Hall, ha escrito que el enfoque de los estudios culturales define a la cultura como los instrumentos y los valores que aparecen en los distintos grupos y clases sociales, en función de sus condiciones y relaciones históricas, mediante los cuales negocian y responden a las condiciones de existencia… (McQuail, 2010, p. 66).
En este sentido resulta muy importante intentar revisar la vejez como una etapa de la vida que forma parte de la cultura, que en gran medida crea hábitos, limita elecciones y conduce a repetir pautas, como los prejuicios, en cada nueva generación (Macionis & Plummer, 2011, p. 142). Asimismo, dentro de este ámbito cultural se pueden definir necesidades y ambiciones humanas; pero como criaturas culturales; es decir, que cada individuo y grupo social, no importando a qué colectivo o tendencia pertenezca -género, sexo o edad- tiene necesidades y vehículos para perseguir sus sueños.
Uno de los elementos clave para la conformación cultural son los mensajes de los medios de comunicación que difunden ideologías y formas de pensamiento, aceptando las normas y los valores de la sociedad como propios (Atkinson, 2016, p. 184) a lo que se suman características básicas de cualquier objeto o producto cultural para integrar el circuito de la cultura, según Paul du Gay, Stuart Hall y otros autores.
Representación, es el conjunto de signos, abierto a la interpretación y la creación de significados.
Producción, todo lo que está implicado en el proceso de producción.
Consumo, está relacionado con la diferenciación social y las maneras en que el consumo puede cambiar la conciencia y la percepción de las personas.
Regulación, analizar las normas y leyes de censura que puedan regular la manera en que puede producirse y consumirse el artículo.
Identidades, es la creación de sensaciones de diferenciación que permite se encuentre una nueva identidad.
También en el sentido del papel de los medios de comunicación para la creación de la cultura, tema fundamental para la comprensión de la discriminación en la contemporaneidad de la vejez, cabe citar a Stuart Hall, quien en 1980 propuso un modelo de codificación-descodificación del discurso mediático en el que el texto mediático quedaba situado a medio camino entre sus productores, que estructuraban el significado de determinada manera, y su público, que descodificaba el significado según una situación social y un marco de interpretación completamente diferentes. Aquí cabe la pena señalar que este modelo parece replicarse en la actualidad, pues existe una especie de mediación en la construcción cultural de la vejez, pues mientras que en los medios se le expone como una etapa de vulnerabilidad que requiere de atención y cuidados, grupos sociales reinterpretan este mensaje, la mayoría de las veces de una forma negativa.
REPRESENTACIONES Y ESTEREOTIPOS SOBRE LA VEJEZ
Dentro de la amplia rama de los estudios culturales, una forma en la que se ha intentado definir y abordar lo que es la vejez se ha realizado a través de los relatos audiovisuales, los cuales fungen como constructos de pensamiento social que forman parte de vastos repertorios de representación, los cuales han sido filtrados y referidos a través de los medios de comunicación social ofreciendo características y cualidades de integrantes de este grupo etario.
Las representaciones sociales han sido estudiadas bajo una gran cantidad de teorías a las que se suman, generalmente, elementos del imaginario colectivo. En este sentido, ambos universos se han hecho presentes en la puesta en escena de la vejez destacando principalmente sus características negativas. En este sentido abundan una enorme variedad de estereotipos sobre esta etapa, pues se conforman como juicios quiméricos de acercamiento a un grupo social en el que se intentan destacar las características de los miembros integrantes, aunque la mayor parte de las veces estas descripciones son perniciosas y discriminatorias.
Toda interpretación de este mundo se basa en un acervo de experiencias previas sobre él, que son nuestras o nos han sido transmitidas por padres o maestros; esas experiencias funcionan como un esquema de referencia en forma de conocimiento a mano. A este acervo de conocimiento a mano pertenece nuestro conocimiento de que el mundo en que vivimos es un mundo de objetos más o menos bien determinados, con cualidades más o menos definidas, entre los cuales nos movemos, que se nos resisten y sobre los cuales podemos actuar (Schutz, 1974, p. 39).
En este sentido, el cine como uno de los grandes medios masivos en México se manifiesta por su capacidad de crear representaciones y reestructurar los elementos que habitan en los imaginarios sociales para ofrecerlos como estereotipos y arquetipos. Juan Luis Pintos lo conceptualiza como “…aquellos esquemas construidos socialmente que nos orientan en nuestra percepción, permiten nuestra explicación, hacen posible nuestra intervención en lo que en diferentes sistemas sociales sea tenido como realidad” (Pintos, 2014, pp.7-8).
En el caso del cine, además de autodenominarse como vehículo audiovisual crea distintas narrativas, por lo que se conforma en uno de los máximos creadores del imaginario social, “…nos propone una interesante manera de abordar la otredad, como parte de aquella imaginería simbólica que se nutre de atributos, estereotipos y arquetipos, y que condiciona la mirada que dirigimos hacia los demás. Este vínculo alterno explica una de los axiomas sociológicos: sólo la compañía con otros seres humanos fundamenta lo verdaderamente humano” (Dittus, 2011, p. 67).
En la relación de cine y vejez, el imaginario social y la representación que se ha creado a propósito de ella se ha sustentado en el edadismo (ageism), término creado en 1969 por Butler con el que se refirió específicamente a los estereotipos que hacían alusión a las personas mayores, por el simple hecho de su edad, a quienes se asociaba con características como ineptitud, retraimiento, desmejora, falta de productividad e incluso desapego.
Las personas mayores tienden a adoptar la imagen negativa dominante en la sociedad y a comportarse de acuerdo con esta imagen, que define lo que una persona mayor debe o no debe hacer. La infraestimación de las capacidades físicas y mentales de las personas mayores puede favorecer una prematura pérdida de independencia, una mayor discapacidad, mayores índices de depresión y una mortalidad anticipada en personas que, en otras condiciones, mantendrían una vida productiva, satisfactoria y saludable (Losada Baltar, 2004, p. 5).
Esta mirada se ha hecho patente en multitud de productos audiovisuales y ha sido abonada desde la publicidad, pero particularmente el cine ha proyectado estos estereotipos de la vejez como “homogeneidad, pasividad, discapacidad, dependencia, fragilidad, improductividad, senilidad, antigüedad, ‘fuera de onda’ [...] se muestra una imagen de las personas mayores acompañadas de ‘marcadores de edad’ que definen a la ‘auténtica vejez’ como el bastón, el pelo blanco, la calvicie, el moño, la dentadura postiza, el refajo y el delantal, pese a que esta imagen no corresponde a la de las personas mayores de 65 años que uno se encuentra habitualmente por las calles” (Pinazo, 2013, p. 97).
UNA MIRADA A LA VEJEZ ACTIVA
El presente trabajo intenta acercarse a un corpus de análisis integrado por dos películas mexicanas Por si no te vuelvo a ver (Juan Pablo Villaseñor, 1997) y En el último trago (Jack Zagha Kababie, 2015) que se desmarcan totalmente de estos estereotipos de la industria cinematográfica en donde es habitual abordar el envejecimiento desde una perspectiva centrada en la tristeza, soledad, ansiedad y asociada a enfermedades como la depresión o la demencia, pues presentan más bien una imagen positiva sobre el envejecimiento, lo cual forma parte del llamado envejecimiento activo definido por la OMS como “… el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida de las personas a medida que envejecen” (OMS, 2002). Y que ahora ha sido substituido por el envejecimiento saludable, enfoque de la OMS entre 2015 y 2030, en el cual se enfatiza la necesidad de acción en múltiples sectores y habilitación.
En este sentido, las películas que se expondrán proponen una mirada de la vejez en donde sus miembros rompen sus propias problemáticas y se enfrentan a los estereotipos con los que la sociedad los ve, transformándose en personas sabias, expertos en distintas temáticas, conocedores y manejadores de emociones y ejemplos de resiliencia, autocontrol e incluso automotivación.
La construcción colectiva de la vejez, según la imagen que el cine nos proporciona, ya no gira en torno a la muerte como su referente principal, pues ya no se muere de viejo, sino de enfermedad, ya no es la etapa sólo destinada para que se prepare la persona a bien morir, sino que ahora se considera que es para afrontar los retos y problemas nuevos que esa edad trae consigo, tanto para el mismo anciano como para sus familiares y las instituciones; es el tiempo de saldar cuentas y de ocuparse en todas aquellas actividades que no se pudieron realizar mientras se estaba activo en el trabajo, en las responsabilidades, o en las actividades propias de la edad adulta.
En estas películas se propone realizar un análisis en donde se comprende esta mirada positiva de la vejez, no como antesala de la muerte sino como una etapa en donde se realizan una serie de proyectos en donde necesariamente se tratan los problemas y estigmas con que la sociedad edifica la imagen de la vejez. En este sentido los filmes a analizar también son productos culturales que a través de relatos ficticios proponen valores, actitudes, medios y conforma una manera de actuar frente a la relación que se mantiene como anciano o hacia los ancianos.
… la vejez exitosa debiera estar representada por las personas que pueden y saben registrar sus fortalezas, al tiempo que aceptan y reconocen sus limitaciones. Esto es lo que ocurre, o debiera ocurrir, en otras etapas de la vida: se valora que un niño sepa conducirse con obediencia y se sanciona al que no lo hace, pero no se estigmatiza a quienes pasan por dicha edad como desobedientes sin remedio, o tampoco se arguye, para evitar el estigma, que aún no se alcanza un periodo de madurez en la existencia (Pinazo, 2013, p. 99).
TEORÍA DE LAS EXPECTATIVAS
Uno de los elementos clave para el cambio de la mirada representativa acerca de la vejez tiene que ver con las expectativas que los ancianos tengan, pues a partir de esta experiencia, los miembros particulares de esta edad deciden realizar cambios en sus vidas, y pasar de la vejez a un envejecimiento activo. Al respecto, Locke y Latham (2004) afirman que la motivación se refiere a “los factores internos que impulsan la acción y los factores externos que pueden actuar como estímulo para la misma, siendo tres los aspectos que la motivación puede afectar: la dirección (elección), intensidad (esfuerzo) y la duración (permanencia)” (Marulanda, 2014, p. 207). Por ello esta estimulación influye en la necesidad de aprender y adquirir habilidades, así como en la utilización de sus experiencias previas y sus capacidades.
Uno de los teóricos que se ha acercado a las expectativas desde el ámbito de la comunicación es Alberto Bandura, quien realiza una propuesta partiendo del aprendizaje, afirmando que lo que aprenden los individuos es desarrollado por modelos, los cuales fungen como patrones de conducta que se originan a partir de la observación de cómo se comportan otros; estos, a su vez, son afinados con ajustes correctivos que surgen de una retroalimentación vivencial. Es por ello que se habla de un reforzamiento vicario, visto como la adquisición o fortalecimiento de una conducta que se deriva de observar a los otros y las consecuencias de estas acciones. Esto crea un proceso interno de discriminación en donde los individuos evalúan las conductas que los ayudan y aquellas que los perjudican, lo cual va orientando su comportamiento. A esto se lo denominó conducta apropiada “la concepción de la conducta apropiada es gradualmente construida de la observación de los efectos de las acciones de uno más que de los ejemplos provistos por otros” (Bandura, 1977, p. 101).
Sin embargo, Bandura afirma que el aprendizaje es más complejo aún, pues no se trata solo de imitar conductas, sino que subjetivamente se encuentra una intencionalidad en las acciones que se llevan a cabo. Es aquí donde aparece el concepto de querer obtener una gratificación ante tal comportamiento o conducta, pues cada individuo establece sus propios propósitos y metas desarrollando formas de conducta para alcanzar esas metas. “Se trata, en otras palabras, de la auto presentación de recompensas contingentes a la ejecución de cierta respuesta deseada” (Mahoney & Arnkoff, 1971, p. 106).
Bandura dividirá en dos fases estas expectativas: la primera será denominada de autoeficacia y las que más estudios posteriores han desarrollado, las cuales son referidas como “…la convicción de que uno puede llevar a cabo exitosamente la conducta necesaria para producir los resultados” (Bandura, 1977, p. 193). Este tipo de expectativas es personal y atañe intrínsecamente al individuo, pues se trata de la convicción del sujeto sobre lo que puede alcanzar como meta. Este tipo de expectativas se extiende a juicios personales y creencias sobre las capacidades personales de cada individuo sobre sí mismo, es decir las experiencias de dominio de las situaciones.
En este sentido dichas expectativas permitirán: Echar a andar una determinada conducta para afrontar el reto, al mismo tiempo que evaluar el esfuerzo necesario para lograr esos propósitos y el tiempo que invertirá para afrontar los desafíos y experiencias aversivas en aras de alcanzar las metas propuestas.
En la segunda fase se encuentran las expectativas de resultado entendidas como “el estimado de la persona de que una conducta determinada conducirá a determinados resultados” (Bandura, 1977, p. 194). Este tipo de expectativas son mucho más generales e implican una alineación con sistemas de creencias y representaciones sociales. Bandura concluye con que ambos tipos de expectativas deben encontrarse en armonía para que los individuos aprendan a desarrollar sus conductas.
Una vez implicado en un nuevo propósito, una persona con una alta sensación de eficacia personal se entrega de manera intensa a su ejecución, no escatima esfuerzos en alcanzar las metas propuestas, y los obstáculos no le desaniman. En consecuencia es capaz de persistir largos períodos de tiempo en lo que se propuso y no renuncia con facilidad en su intención de lograr aquello en lo que cree firmemente. La persona con baja expectativa de eficacia personal siempre tiene dudas, puede enfrentar un proyecto con cierta intensidad, pero los primeros obstáculos le desaniman fácilmente y decae todo su entusiasmo, por lo que no es frecuente que se empeñe durante largo tiempo en alcanzar ciertas metas... (Roca, 2002, p.197).
Llevado esto al espacio de la vejez, se podría decir que los ancianos para sentirse parte de un grupo necesitan una motivación y crear expectativas que sean alcanzables, y esto trasladado al terreno de la narrativa, articula historias en donde los ancianos se esfuerzan para lograr objetivos auto establecidos, convencidos de que es factible alcanzar las metas propuestas, narrativas presentada en las películas Por si no te vuelvo a ver (Juan Pablo Villaseñor, 1997) y En el último trago (Jack Zagha Kababie, 2015), las cuales proponen un cambio generacional que intenta impactar en una sociedad que envejece.
CONSTRUYENDO UNA METODOLOGÍA
Para acercarse al ámbito de las expectativas de la vejez en las narrativas del cine mexicano, es necesario crear una metodología que permita integrar al mismo tiempo, factores que intervienen en el proceso de la puesta en escena cinematográfica y analizar las representaciones de las expectativas que tienen las personas mayores y que las mueven hacia la denominada vejez activa en las películas objeto de estudio, Por si no te vuelvo a ver (Juan Pablo Villaseñor, 1997) y En el último trago (Jack Zagha Kababie, 2015).
En este sentido la metodología que se propone está planteada en dos etapas. En la primera, que comprende el análisis narrativo se elegirán elementos generales de la narrativa del relato para conocer cuales son las líneas argumentales en las que se ven involucrados los ancianos en estas historias, dividiéndoles para su estudio en cuatro partes:
El planteamiento o inicio de la historia. Muestra el contexto de los personajes. (Vilches Manterola, 2017).
El detonante. Es el “momento en que se rompe el equilibrio dramático y comienza la acción” (Sánchez-Escalonilla, 2016, p. 37). Después de conocer a los personajes principales, sucede algo que cambia su rutina; un evento que cambia su cotidianidad y los incita a iniciar un viaje (en el sentido físico) y de transformación (de crecimiento interno).
El desarrollo narrativo. Permite visualizar los obstáculos a los que se enfrentan para alcanzar sus metas.
El desenlace. Permite conocer como concluye la historia. Si se convierte en un relato de éxito o una historia fallida.
La segunda etapa consistirá en analizar las expectativas que mueven a los personajes en las historias. Partiendo de la teoría de Bandura con las categorías antes mencionadas, se intentarán revisar los cambios en la conducta de los individuos con respecto a las metas que se proponen alcanzar en las dos vías:
Las expectativas de autoeficacia. Este tipo de expectativas se examinarán a partir del momento detonante en el relato narrativo, abarcando parte del desarrollo de la historia. Los elementos a considerar serán:
La conducta que tienen los ancianos para afrontar el reto que el detonante les propone.
La evaluación del esfuerzo para obtener ese propósito.
El tiempo que invertirán para afrontar las experiencias aversivas.
Los retos u obstáculos que se les presentan para alcanzar las metas propuestas.
Las probables ayudas que recibirán.
Las expectativas de resultado. Este tipo de expectativas se examinarán en la narrativa en relación directa con el desenlace de la historia, aunque considerando con fines comparativos el planteamiento de la misma. En este sentido se revisará:
POR SI NO TE VUELVO A VER (JUAN PABLO VILLASEÑOR, 1997)
La primera película objeto de estudio, Por si no te vuelvo a ver fue dirigida por Juan Pablo Villaseñor en 1997, haciéndose acreedora a siete premios Ariel en México. El largometraje trata de cinco adultos mayores que integran un grupo musical, quienes escapan del asilo donde se encuentran internados para acatar la última voluntad de una amiga de llevar sus cenizas a Tijuana y cumplir la ilusión de presentarse en público. Así, se enfrentan a la gran ciudad, perseguidos por las autoridades del asilo, buscados por familiares, policías y por aquellos que tratan de destruir su sueño (FilminLatino, 2019).
Planteamiento
La historia inicia en un asilo en donde ensaya un grupo musical integrado por los ancianos Bruno (quien además de ser el profesor y director del grupo, toca el piano ( Poncho, Gonzalo y Fabián. Sus vidas transcurren de manera rutinaria viendo la televisión, paseando por los jardines, practicando y conviviendo con los otros internos del lugar.
Un día llega un nuevo integrante, Óscar, a quien su hija decide internar en contra de su voluntad (al parecer una constante de todos aquellos adultos mayores( pues Óscar reacciona de forma agresiva ante la idea de acabar sus últimos días ahí.
El grupo musical lleva una buena relación con todos, pues amenizan las actividades que se desarrollan en el asilo; sobre todo con Silvia, la enfermera del lugar, quien sueña con ser cantante, y con Rosita, solista retirada, quien vive en la residencia de ancianos recordando sus viejas glorias, pero ya sin ganas de vivir.
Las relaciones problemáticas se presentan con quienes no entienden sus sueños e ilusiones en esa edad, principalmente el doctor Eduardo Bolaños, quien no tiene empatía por los ancianos, por lo que los maltrata verbal y psicológicamente, teniendo una constante fricción con Bruno, quien le reclama sus acciones. Este último también mantiene una relación compleja con la directora del asilo, quien lo deja vivir ahí a cambio de las clases de música y de apoyarla en otras actividades, con las que Bruno no está de acuerdo.
Detonante
En el cumpleaños de Rosita se hace una pequeña fiesta en el lugar. Los músicos tocan y algunas parejas bailan. En medio del festejo, la cantante se desmaya y descubren que ella no ha tomado su medicamento desde hace tiempo. En su lecho de muerte le expresa a Bruno su última voluntad: ser incinerada y que sus cenizas sean enterradas en Tijuana, en donde vivió gran parte de su vida, por lo que le pide a Bruno que busque a su sobrina Margarita, a quien hace mucho tiempo no ve, para que las lleve. Se despide diciéndole: “Déjame darte un beso, por si no te vuelvo a ver” (Villaseñor, 1997). Rosita muere y Bruno se propone cumplir con la última voluntad de su amiga.
Durante el velorio, Gonzálo se acerca a Bruno y le confía:
Bruno, es que me siento remal, tengo como miedo, tengo miedo de morirme. A Rosita la van a recordar porque ella fue famosa. Nunca hice nada importante, ni siquiera fui un buen abarrotero. Nadie va a llorar por mí ¿Te acuerdas que una vez nos dijiste que, si tocábamos bien, a lo mejor algún día podríamos presentarnos en público? Quiero tocar en público antes de que me muera (Villaseñor, 1997).
Bruno no quiere hablar del tema, mientras a lo lejos se escucha a Óscar cantar y tocar una melodía.
Desarrollo narrativo
Bruno tiene una carta y un retrato de Margarita, y en la primera oportunidad toma las cenizas de Rosita de la capilla y se escapa del asilo en una bicicleta para llegar a la dirección de la carta. En la vecindad en donde vive, se da cuenta de que Margarita es bailarina de un club nocturno y la espera por casi dos días hasta que la rescata seminconsciente en un puente cerca del lugar.
Bruno le entrega las cenizas y le expresa la última voluntad de su tía, pero ella se niega a cumplirla, pues ansía realizar su propio sueño que es viajar a Australia para buscar a un antiguo enamorado. Ante la negativa, Bruno decide llevar las cenizas personalmente. Margarita le ofrece dinero para ayudarlo con su viaje, pero Bruno se rehusa a aceptarlo, pues decide trabajar y no regresar al asilo; sin embargo, Margarita se lo entrega y se va a trabajar. Mientras tanto el doctor Bolaños levanta una denuncia por la desaparición del anciano y por el robo de las cenizas.
Al otro día, antes de marcharse, Bruno se entera por Diana, la vecina de Margarita, que ésta fue detenida y está encarcelada. Bruno utiliza el dinero para pagar la fianza, pero lo reconocen los policías y lo detienen, llamando al doctor Bolaños. En el asilo, Silvia junto con el resto de los ancianos engañan al médico y consiguen la dirección para localizar a Bruno. Sus antiguos amigos ayudados por Óscar, quien ahora es vocalista del grupo, se escapan también del asilo con el sueño de tocar en público.
Bruno se niega a participar con ellos en el conjunto musical, pero los ayuda para que se alojen con Diana, la vecina. Ellos tocan en restaurantes, en plazas y otros lugares públicos, pero de todos lados son echados. Mientras sus familiares amenazan al doctor y a la directora para que los encuentren, por lo que son boletinados en la televisión.
En una de las visitas de Bruno al antro donde trabaja Margarita, Óscar aprovecha para negociar con Vinicio, el gerente, para que los deje tocar en el local. Bruno acepta participar en el grupo musical para conseguir dinero y viajar a Tijuana. Sin embargo, la intención de Vinicio es usarlos para transportar droga escondiéndola en los estuches musicales, por lo que les consigue contratos en diferentes lugares. Esto funciona por un tiempo, haciendo posible el sueño de los ancianos, quienes se presentan en varios centros nocturnos hasta que uno de ellos descubre lo que llevan escondido. En su último viaje a Cuernavaca, llegan a tocar, pero ya no llevan la droga. El dueño del restaurante se enoja y ellos fingen no saber lo que pasa; les rompen los instrumentos y al no encontrar nada, los corren.
Los músicos van caminando por la carretera con sus instrumentos destrozados cuando llega la gente de Vinicio a exigirles la droga, los amenazan e intentan golpearlos. Óscar trata de protegerlos y recibe un disparo, asustados afirman que Margarita tiene lo que buscan, sabiendo que ella ha partido hacia Australia.
Óscar es internado en el hospital y llega el doctor Bolaños para regresarlos al asilo. La directora le avisa a Bruno que lo mandará a otro centro. Los demás siguen empeñados en seguir tocando por lo que hacen audiciones y eligen a Silvia como solista. Mientras tanto, Bruno atiende la cocina cuando sufre un ataque dejándolo incapacitado.
Diana visita el asilo y entrega a Bruno secretamente las cenizas y una caja que les envía Margarita desde Australia que contiene dinero.
Desenlace
Silvia ayuda al grupo para fugarse nuevamente del asilo convencida de que todos podrán cumplir sus sueños, llevar las cenizas de Rosita a Tijuana y presentarse en público. Sin embargo, son descubiertos por el doctor, a quien secuestran y lo dejan a mitad de la carretera.
Diana localiza a Óscar en otro asilo y ambos planean intentar hacer una vida en común.
El grupo de músicos llega finalmente a Tijuana y cumplen la promesa hecha a Rosita y entierran sus cenizas frente a su casa, cuando sale de ella Margarita y le cuenta a Bruno que en Australia descubrió que su enamorado ya se había casado. Los músicos vuelven a tocar en público teniendo como vocalistas a Margarita y a Silvia.
Persiguiendo expectativas
La muerte de Rosita en el asilo es el detonante principal para el desarrollo de las acciones, pues este acontecimiento accionará, primero en Bruno, la necesidad de cumplir la promesa de buscar a su sobrina para entregarle sus cenizas, pues su última voluntad es que sea enterrada en Tijuana, y para sus demás compañeros, la muerte de la cantante los hará comprender que su paso por el mundo debe ser digno de ser recordado, lo que los anima a querer tocar en público, y esta idea transformará sus vidas, pues pasarán de vivir una vejez estereotipada a romper las formas en que los ancianos son concebidos por la sociedad.
Bruno será el que inicia la ruptura, pues para lograr su objetivo sale del lugar donde vivía cómodamente, roba una bicicleta y pasa muchas penurias para encontrar a Margarita, quien al negarse a cumplir la encomienda, fortalece la determinación de Bruno, pues decide que él cumplirá personalmente con el reto.
Para los demás ancianos la determinación de tocar en público los hace fugarse del asilo e iniciar su propia aventura, acompañados por Óscar. Ellos también pasarán hambre, frio, rechazo, discriminación e incluso abusos, pues cuando creen que han encontrado un trabajo como músicos, se dan cuenta que Vinicio solo los quiere utilizar para transportar drogas.
El objetivo de llegar a Tijuana los hará reafirmar su convicción de luchar contra las adversidades como la falta de dinero, el deterioro de su salud, incluso con su falta de movilidad y en contra de los deseos de sus familiares, pero contarán con la ayuda de Margarita, Diana y Silvia, quienes siendo jóvenes se ven impulsadas ante las expectativas de los ancianos y cada una a su manera crea sus propias expectativas de vida. Silvia, la de convertirse en cantante, Diana, el de conquistar a un hombre y Margarita logrando finalmente viajar a Australia para buscar a su antiguo novio.
Las expectativas de resultado se observan hacia el final de la cinta, cuando los ancianos llegan a Tijuana y entierran las cenizas. Todos los personajes se han transformado y han revertido los estereotipos que pesaban sobre ellos, principalmente el grupo de ancianos, pero también el grupo de mujeres ha roto con lo que la sociedad esperaba de ellas.
Los adultos mayores han logrado superar sus retos y esto los ha hecho vivir transformaciones importantes logrando la máxima aspiración de tocar ante el público para que puedan ser recordados. La vejez ya no se visualiza como el fin de la vida, sino como el inicio de una nueva aventura.
En el último trago (Jack Zagha Kababie, 2014)
En el último trago es un largometraje de Jack Zagha Kababie realizado en 2014 que cuenta la historia de cuatro amigos ancianos que se ven obligados a cambiar su vida, cuando uno de ellos al saber que morirá, les pide que lleven a un museo en Guanajuato una servilleta con las líneas del primer éxito de José Alfredo Jiménez, escritas con el puño y letra del autor, y que al calce lleva una leyenda en la que alude al anciano como amigo, llamándolo por su nombre completo (EnFilme, 2015).
Planteamiento
La película empieza mostrando a un grupo de cuatro amigos adultos mayores (Pedro, Benito, Agustín y Emiliano( quienes llevan a cabo las actividades propias de su edad, jugar dominó, platicar y convivir. Cada uno de ellos tiene sus propios problemas: Benito es viudo y “platica” todo el tiempo con su fallecida esposa, Emiliano cree que es un perdedor porque nunca hizo nada importante en su vida y Agustín es muy meticuloso con todas las cosas, lo que hace que sea rechazado en su casa, pues su nuera convence a su hijo de llevarlo a un asilo. Lo que todos comparten en común es su admiración por El Rey, el cantante José Alfredo Jiménez, pero Pedro es quien siempre los humilla al presumir que solo él tiene el autógrafo con las líneas del primer éxito del cantante.
Un día Pedro, estando en la cantina, pide cinco tequilas y fuma un cigarro para informarles a sus amigos que morirá pronto, pues tiene un cáncer de colón muy avanzado. Ante esta noticia, les pide que su único tesoro, la servilleta autografiada por José Alfredo, a la que tiene enmarcada, sea llevada al museo del cantante, en Dolores Hidalgo para que su nombre también sea recordado junto al del maestro. Ellos no están muy convencidos de poder hacer ese favor, pero finalmente aceptan. Al poco tiempo Pedro muere.
Detonante
La muerte de Pedro hace que los amigos se unan en su dolor. En la misa de despedida se dan cuenta que la servilleta que deben llevar a Guanajuato tiene un error ortográfico, lo comentan entre ellos, pero están decididos a iniciar la aventura. Emiliano quien tiene un problema de movilidad (para caminar necesita una andadera( convence a los demás de que deben llevar a cabo la última voluntad de Pedro, se lleva el cuadro y al llegar a su casa se le cae y se rompe el vidrio. Él debe lidiar diariamente con su esposa, quien sufre de alzheimer y es ayudado por su vecina Paloma para atenderla.
Agustín llega a su casa y ya están los aparatos para hacer ejercicio que su nuera insiste en poner en su cuarto, envueltos en plástico; Benito le “explica” a su mujer que hará un viaje. Emiliano hace lo mismo con Paloma. Los tres se encuentran listos para iniciar su travesía.
Desarrollo narrativo
El primer problema que enfrentan es el cruzar una calle muy transitada, pues el puente peatonal está clausurado. Frustrado, Emiliano empieza a cruzar llevando su andadera. Los autos frenan y tocan el claxon. Ante este panorama deciden que será muy complicado tomar un autobús por lo que deciden irse en taxi, pero la tarifa es muy alta, otro decide cobrarles con el taxímetro.
En el camino le cuentan al chofer el motivo de su viaje. Hacen paradas frecuentes para ir al baño y empiezan a preocuparse por lo que marca el taxímetro. Cuando rebasan lo que llevaban, tratan de negociar con el chofer, pero éste los baja y los deja abandonados en la carretera. Con la frase “no hay que llegar primero, pero hay que saber llegar” de la canción de José Alfredo, emprenden su caminata.
Después, sentados en la carretera, hambrientos y adoloridos ven como empieza a anochecer, siguen caminando y llegan a un burdel. Dudan un poco y después entran. Piden primero té, pero al ver la cara del mesero piden tequila. Uno de ellos se lamenta: “Somos una anomalía… ¿Tú sabes que el promedio de vida es de 73 años para los hombres y 78 para las mujeres?” (Zagha, 2014).
En el baño, Emiliano conoce a un joven catalán que visita México para protestar en los lugares en donde hay corridas de toros. A Benito se le acerca una mujer que lo convence de acompañarla, pero estando con ella se siente mal y tienen que llamar a una ambulancia, que los lleva a todos a San Miguel de Allende. El hijo de Benito es avisado y va en camino a recogerlo. Emiliano, frustrado, avisa a su vecina que tardará más y le explica lo que pasó. En un arranque de ira quiere romper la servilleta, pero Agustín lo evita “No sabes perder… aunque has sido un perdedor toda la vida” (Zagha, 2014).
Benito les da a sus amigos el dinero que le queda, para que continúen el viaje. Emiliano y Agustín toman un autobús, pero a medio camino forzan al chofer para bajarlos, pues ven a un pintor callejero y le piden que arregle el error de la servilleta, el joven acepta y los lleva a su casa, donde tiene pinceles. Vive con su esposa y sus hijos; como empieza a llover Emiliano y Agustín deben pasar ahí la noche.
Mientras tanto, en casa de Agustín su nuera ya ha instalado el gimnasio en su cuarto, mientras discute con su esposo que es militar. El hijo de Benito llega al hospital y se lleva a su papá a la casa recriminándolo por haber estado en el burdel.
Al día siguiente el pintor entrega la servilleta corregida y les pide como pago que le permitan firmar su trabajo, porque le emociona saber que será exhibido en un museo. Los hombres acceden y salen de la casa. Después de una larga travesía por la montaña regresan a la carretera en donde piden aventón, pero nadie se detiene. Emiliano ve acercarse un autobús y reconoce al chofer del día anterior por lo que se para a medio camino para obligarlo a detenerse y le exige que los lleve porque pagaron por su viaje, pero no lo completaron. El chofer accede a subirlos, pero no los deja moverse de su lugar, ni siquiera para ir al baño. Llegan a un retén militar y suben varios soldados quienes identifican a Agustín, a quien había boletinado su hijo y bajan a ambos ancianos, pero solo se llevan a Agustín, dejando a Emiliano en la carretera.
Emiliano continúa su viaje apoyándose en la andadera, lleva su guitarra colgando, no tiene dinero ni que comer. Una aplanadora se acerca y el conductor le ofrece llevarlo, anochece y pasa la noche junto a la veladora de la aplanadora, platicando. Al día siguiente pasa por ahí el catalán que conoció en el burdel, quien se ofrece a llevarlo y Emiliano sube al carro. En el camino se les atraviesa una vaca ocasionando el accidente en el que el catalán muere. Emiliano sale del auto y se aleja caminando.
Después de algunos días llega a Dolores Hidalgo. En la plaza tocan los mariachis Paloma querida, de José Alfredo Jiménez. Emiliano alucina con el cantautor y Pedro, ante quienes reconoce que siempre sintió envidia, por la servilleta autografiada. “Las cosas tienen el valor que uno le da”, afirma Pedro. “Y la vida también” dice Emiliano (Zagha, 2014).
Desenlace
Amanece. Emiliano ha pasado la noche en una banca del parque. Va al museo en donde el director del mismo reconoce la autenticidad de la letra del cantautor. Promete a Emiliano que expondrá la servilleta en un lugar visible y pide a un empleado que ayude a Emiliano a regresar a la Ciudad de México. Antes de marcharse, pasan al panteón.
Ya de regreso en su casa, Emiliano nuevamente debe lidiar con su esposa, mientras Agustín va a visitar a Benito y le confiesa que se escapó del asilo en donde lo internaron y le pide quedarse a vivir con él.
En el museo de Hidalgo, la servilleta queda enmarcada y el marco tapa la dedicatoria y la firma del pintor. “Qué más da, lo que importa es la canción”, dice el director (Zagha, 2014).
De nuevo en la cantina, los tres hombres juegan dominó. Discuten porque no se puede jugar dominó con tres personas, deben ser cuatro. Benito empieza a cantar la letra de la canción de José Alfredo “Yo sé bien que estoy afuera…” y pide al cantinero cinco tequilas.
Persiguiendo expectativas
La muerte de Pedro funge como el detonante de las acciones que llevarán a cabo Benito, Agustín y Emiliano para cumplir la última voluntad de su amigo. Los tres, al principio están temerosos e indecisos, el esfuerzo que deben hacer se multiplica, pues deben luchar con sus problemas personales y enfrentar sus propios miedos y dolores. Particularmente Emiliano debe luchar contra la falta de movilidad, pero el ir juntos les da valor para emprender el viaje.
Asimismo, el objetivo que deben alcanzar en principio les parece tonto, pues pareciera solo un capricho de Pedro, aunque en el fondo a todos les molesta un poco que solo él haya tenido el privilegio de tener el autógrafo de uno de los cantautores más famosos de México.
Los tres ancianos en esta historia rompen los estereotipos que la sociedad ha configurado sobre ellos, pues a pesar de sentir el rechazo de la gente y de sus familias deciden emprender la aventura apoyándose unos a otros.
Antes de iniciar el viaje, ellos miden sus fuerzas, pero en el trayecto van surgiendo obstáculos que provocan que se vayan quedando en el camino. Al final Emiliano, que es el perdedor del grupo, reúne el coraje y la fortaleza emocional para concluir el viaje y llegar a su destino.
Emiliano recibe ayuda de distintas personas que encuentra en el camino, el conductor de la aplanadora, la veladora, el catalán que conoce en el burdel. Todos ellos le ofrecen apoyo y compañía durante una parte de su trayecto facilitándole el viaje.
Finalmente, cuando llega a Dolores Hidalgo, logra cumplir el deseo de su amigo, al entregar la servilleta en el museo y se va tranquilo con la promesa de que el recuerdo será exhibido para ser visto por muchos, como quería Pedro. Aunque Emiliano no ve que el marco no permite ver la dedicatoria que tan orgulloso hacía sentir a su amigo.
Emiliano ha cumplido con su promesa y vuelve a casa transformado, ya no es un perdedor. Pero sus amigos también se han cambiado con el viaje, aunque no lo hayan completado, pues Agustín consigue la fuerza para fugarse del asilo en donde su hijo lo internó y busca a Benito para irse a vivir con él; este último también ha logrado que su esposa no se le aparezca todo el tiempo, ahuyentando a su fantasma.
A MANERA DE CONCLUSIÓN
La vejez es una etapa inquietante de la vida, pues forma parte de un futuro que tarde o temprano todos viviremos. Esto la ha convertido en un periodo controversial, pues por una parte se le ve como una meta a la que no se quiere llegar, pues la sociedad la ha estereotipado como una etapa llena de dolor, aflicción y sufrimiento, pero también en algunas civilizaciones y culturas se le contempla como un periodo lleno de sabiduría y plenitud, pues los ancianos han vivido y estado sobre la tierra por mucho tiempo sabiéndolo todo y conociéndolo todo, por lo que tienen las respuestas a casi todas las preguntas.
En este trabajo se ha partido de la hipótesis de que los medios de comunicación han creado una mirada sobre la vejez definiéndola como la etapa final de la vida, en la que sus integrantes solo deben sentarse a esperar el fin, en muchos de los casos en medio del abuso y la discriminación que implica el formar parte de ese grupo etario. Esto se ha masificado por los mensajes de los medios, pero también por los estereotipos creados dentro de una industria cultural, cuyos productos han creado mercados que etiquetan a los consumidores de esas mercancías, lo que ha transformado los valores de la sociedad actual, convirtiéndola en consumidora de la juventud, la rapidez y la eficacia.
En este sentido la vejez es entendida por muchas culturas, como un estadio en donde deben cumplir ciertos requisitos, como ser puestos en asilos para ser cuidados o ser alejados de la familia y los amigos, pues nadie puede atenderlos ante sus enfermedades o dolencias y deben ser relegados socialmente pues ya no tienen una función social; sin embargo el cine mexicano, ha creado una excepción dentro de la industria, a través de la creación de largometrajes que presentan lo que podría denominarse la idea de una vejez activa.
En los trabajos cinematográficos, Por si no te vuelvo a ver (Juan Pablo Villaseñor, 1997) y En el último trago (Jack Zagha Kababie, 2014) se rompen los estereotipos sobre la ancianidad y las capacidades de los llamados “viejos”, pues ambas historias parten de la amistad entre miembros de este grupo etario, entre quienes hay una necesidad de perpetuarse, de no ser olvidados, de que alguien sepa que pasaron por este mundo.
De esta necesidad nace la solidaridad y con ella la búsqueda de expectativas que transforma sus conductas y logra que las metas de autoeficiencia se echen a andar para alcanzar un objetivo común transformando sus vidas para siempre. Al final de ambos relatos las expectativas de resultado ofrecen una mirada inédita sobre la vejez, pues el cine mexicano presenta a unos “viejitos en fuga” que han logrado tocar sus sueños e iniciar a esa edad el reto de seguir viviendo.