En las últimas dos décadas, la mortalidad asociada a patologías aórticas (aneurismas rotos y disecciones aórticas) ha pasado de 2.49 a 2.78 por cada 100,000 en 1990 a 20101. Resulta interesante que esta se ha reportado mayor en países en desarrollo, con una tasa de 0.71, en contraste con la tasa de mortalidad de 0.22 reportada en países desarrollados1. Así, la mortalidad por ruptura aneurismática se cree que es de hasta un 80%; siendo solo del 30-50% de estos casos los que alcanzan a tener atención médica2. En adición a lo anterior, se ha reportado que al año se pierden más de 2,500,000 años de vida gracias a esta patología2. En cuanto a México, Barragán-Galindo, et al.3 reportaron, en su revisión de la literatura, 429 pacientes mexicanos intervenidos por aneurisma aórtico (AA) torácico y abdominal, en artículos publicados del 1996 a 2017.
En su análisis de más de 3 millones de pacientes, obtenidos de la cohorte de Life Line Screening, Kent, et al.4 encontraron una prevalencia del 0.86% de AA en población «hispana», aunque el 87% de esta cohorte lo comprendían individuos de «raza blanca». En contraste, diversos estudios han reportado prevalencias mayores al 1% en población latinoamericana; tal es el caso de Betalles, et al.5, quienes reportaron una prevalencia del 5.4% en hombres y del 4.5% en mujeres entre 45 y 87 años; Souto, et al.6 encontraron una prevalencia del 2.5% en Brasil y García, et al.7 reportaron una prevalencia de solo un 0.75% en Medellín. En México, Enríquez-Vega, et al.8 realizaron un estudio prospectivo en 144 pacientes del hospital de especialidades del Instituto Mexicano del Seguro Social, encontrando una prevalencia del 6.9%; igualmente, Hinojosa, et al.9 reportaron, en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, que como resultado de un escrutinio ultrasonográfico, hasta el 2018 se había encontrado una prevalencia del 8.4%. Así, como reportaron Anaya-Ayala, et al.10, una posible herramienta para coadyuvar en la detección de esta patología es la búsqueda intencionada de susceptibilidad genética.
En nuestro grupo analizamos las bases de datos abiertas de mortalidad por disección aórtica y AA roto en México desde 1998 al 2012, encontrando una edad promedio de muerte de 69 años (Fig. 1), además, en la fig. 2 podemos observar la incidencia de muertes por año. El presente resultado deja muchas dudas sobre si las muertes secundarias a aneurisma en el país no están siendo subestimadas, tomando en cuenta que solo del 30 al 50% de los pacientes con esta patología llega a solicitar atención médica a un centro hospitalario2, pudiendo existir un subregistro importante en los certificados de defunción. Adicionalmente, al no existir un programa de tamizaje de AA en el país, es probable que esta patología sea infradiagnosticada y, con frecuencia, la causa de muerte atribuida a otras patologías consideradas más frecuentes3.
De tal forma, debido a que los AA son, en muchos casos, patologías silentes previo a la ruptura, la mejor forma de prevenir muertes secundarias a estos es con una detección activa; por tal motivo, debemos de considerar como prioritario el generar un programa de escrutinio en pacientes mexicanos con factores de riesgo, en adición a un registro nacional, de tal forma que podamos mejorar el entendimiento de esta patología en nuestra población, previniendo la aparición de complicaciones letales y la catástrofe que esto implica para los involucrados.